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Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

Año 2010


Causas antropogénicas de las emisiones de gases de efecto invernadero

 

Los combustibles fósiles progresivamente desde el siglo XIX se han covertido en las fuentes de energía primaria dominantes en el sistema energético mundial. Pero a finales del siglo XX estas fuentes de energía primaria comenzarán a ser cuestionadas debido a los nocivos efectos medioambientales producto de la externalización de los costes de producción en forma de gases de efecto invernadero a la atmósfera, responsables de un progresivo cambio climático global.

Hasta que no comenzaron a conocerse los efectos medioambientales de la externalización de costes, el modelo energético y el crecimiento económico mundial se habían desarrollado sin entrar en contradicción, pero una vez conocidos, la implementación de políticas económicas de internalización de costes, para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero, ha derivado en una fuerte contradicción entre el crecimiento económico y el modelo energético, pues la externalización de los costes de producción con la libre emisión de gases a la atmósfera forma parte de la ventaja comercial en los precios de los productos para el intercambio de mercancías internacional. El fracaso en los intentos por disminuir la emisión de los gases de efecto invernadero pone de manifiesto las dificultades existentes, o tal vez la imposibilidad, para promover con carácter mundial un modelo de internalización de costes, debido al rechazo de empresas y naciones a tal inversión económica que les haría perder competitividad en el mercado e internacional.

Es probable, que si desde el momento presente se implementaran tecnologías a escala planetaria de internalización de costes basadas en la captura de los gases de efecto invernadero y de su almacenaje en sumideros, tal vez, se pudiera evitar una catástrofe medioambiental, pero esta posibilidad en el vigente modelo económico mundial basado históricamente en las ventajas de la externalización de costes resulta actualmente inviable.

Por otra parte, el vigente modelo energético mundial basado en un 80% en los combustibles fósiles, presenta el problema no solamente de sus efectos medioambientales, sino el de su final en el presente siglo XXI por agotamiento de las reservas de petróleo, gas natural y carbón, sin que, por el momento, se haya desarrollado una alternativa energética sólida de reemplazo a la capacidad calorífica que proporcionan los combustibles fósiles al sistema energético mundial. Las alternativas de otras fuentes de energía primaria como las energías renovables, por su elevado coste y las limitaciones de la superficie terrestre, difícilmente van a poder representar el equivalente a un 20% de la energía derivada de los combustibles fósiles, y la implementación masiva de la energía de fisión nuclear presenta el problema de la hipoteca milenaria de almacenamiento de los residuos radiactivos, así como que las reservas de uranio son también limitadas.

De cualquier manera, la tarea prioritaria que tiene la humanidad es trabajar con premura para implementar las tecnologías de captura y almacenaje de los gases de efecto invernadero, así como el desarrollo de un sistema energético que reemplace el agotamiento de los combustibles fósiles. No queda mucho tiempo, tal vez no más de cincuenta años, para que los dos problemas, si no se les encuentra solución, se manifiesten con toda su crudeza, el primero con el colapso del desarrollo económico mundial por agotamiento de las reservas de petróleo, gas natural y carbón, y el segundo porque el grado de cambio climático alcanzado en ese periodo de tiempo pudiera llegar al extremo de cuestionar la habitabilidad de extensos territorios del Planeta actualmente habitables.

Cambios climáticos por el efecto invernadero

Se produce un incremento en las temperaturas mínimas, siendo mayor este incremento a menor promedio de la temperatura mínima, de tal manera que el cambio climático térmico se acentúa en los climas fríos y se suaviza en los templados y cálidos. El incremento de las temperaturas mínimas responde a la retención en la troposfera de la radiación nocturna en longitudes de onda larga, debido a los gases de efecto invernadero que en décadas precedentes resultaban transparentes, siendo mayor la retención diferencial de radiación nocturna en función del menor promedio de temperatura mínima, es decir, en función de la mayor longitud de onda.

Este incremento afecta principalmente a los climas con promedios históricos de temperatura mínima anual por debajo de los 9 ºC. La repercusión del cambio térmico climático tiene ya una gran importancia, pues afecta a la formación de hielo y a los deshielos, de tal manera que disminuyen las masas de hielo y se acentúan los deshielos. Este fenómeno afectaría también a la disminución de la reflexión de la radiación solar, pues al disminuir la superficie de plataformas de reflexión de superficies heladas la captación de energía en la tropopausa se incrementa lo que puede dar lugar a un aumento de las temperaturas diurnas y la consiguiente alteración de todo el ciclo térmico diario. Otro aspecto al que afecta este cambio, es al régimen de los ríos pluvionivales, que en el caso de los grandes ríos de las zonas templadas con un gran componente pluvionival puede provocar inundaciones desconocidas.

Aunque se desconoce el alcance que los cambios térmicos pueden tener en los grandes centros de acción que regulan la circulación general atmosférica, un dato que parece firme es el reforzamiento de determinadas masas térmicas de aire que regulan esta circulación como es el caso del anticiclón de las Azores, que tiende a ampliar sus limites de acción acentuando la sequedad de los climas localizados en esa nueva área de influencia, pero en general, el aspecto más convulso de estos cambios va a estar en la situación derivada del periodo de ajuste que se tiene que estar produciendo en la circulación general atmosférica, lo que puede dar lugar a la creación de profundas vaguadas alternadas con fuertes dorsales en altura que darían lugar en superficie a fenómenos climáticos extremos, que en el caso de las bajas presiones correspondería con huracanes, borrascas o tifones de fuerza desconocida, y el caso de las altas presiones a sequías prolongadas o periodos estacionales con elevadas temperaturas.

La duración del periodo de transición climática por ajuste de la circulación general atmosférica es una incógnita, pero que como mínimo tiene que durar lo mismo que dure la modificación de la variable térmica en la tropopausa por causas antropogénicas.

 

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Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

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