JC.com

Página de estudios y debate sobre geografía, historia, economía, política..

Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

15 /02/ 2013


Crisis económica cíclica o crisis estructural

 

Después de casi cinco de años de continuidad de la crisis económica y financiera en los países desarrollados, se sigue insistiendo por políticos, analistas y economistas oficialistas de estos países, en considerar la misma como una crisis cíclica.

La naturaleza de una crisis cíclica viene determinada porque transcurrido un periodo de tiempo el mercado ayudado por las políticas financieras de los Bancos Centrales consistentes principalmente en bajar los tipos de interés para estimular el crédito, devolverá a la economía a la senda del crecimiento, iniciándose la fase alcista del ciclo económico. En esta consideración, con la confianza absoluta puesta en las fuerzas del libre mercado, la solución a la crisis es un problema de tiempo.

Pero el paso del tiempo no ha dado ninguna señal de que la crisis remita, más bien todo lo contrario, la pérdida de poder adquisitivo de la población y el aumento del desempleo en los países desarrollados incide negativamente en la recuperación al estar fundamentada la demanda efectiva de sus economías principalmente en el consumo interno.

El lamento de los empresarios de los países industrializados para que se rebajen los costes laborales y disponer de crédito para financiar sus proyectos, es un lamento estéril, pues, sino hay demanda efectiva no pueden existir proyectos de producción.

La prolongación de la crisis tiene un impacto de primera línea en el sector financiero lastrado a una economía estancada. El negocio bancario se nutre de parte de los beneficios del empresario que remiten en el banquero en forma de interés del préstamo adelantado, pero sin expectativas de crecimiento el banquero no puede prestar y sus ingresos decaen y, con ello, el sector financiero para sobrevivir precisa ir reduciéndose y concentrándose, en muchos casos por quiebra de los bancos más débiles.

La “banca solvente” realiza provisiones para escenarios económicos límites, pero la realidad es que todas las provisiones, en un escenario carente de negocio del que detraer plusvalías para reponer sus activos, terminan agotándose. El ejemplo más notorio es el español, que pasó de ser en los primeros años de la crisis, según sus patrocinadores “la banca más solvente” a estar en el 2012 una parte importante de la misma en bancarrota, sobreviviendo gracias a las ayudas del Estado y a la reestructuración por concentración y reducción de sus activos sanos, y haber sacado de sus balances los activos quebrados y depositarlos en una entidad de gestión para su liquidación.

En esta larga espera que empieza a ser ya desesperante, los Estados, agobiados por la pérdida de ingresos  han venido endeudándose para cubrir sus gastos corrientes a la vez que recortan los mismos para evitar un mayor endeudamiento y para poder hacer frente a los intereses de la deuda, siendo determinados los mismos, según la solvencia del país, por los fondos opacos de los mercados financieros de inversión.

Tanto los Estados como el sector financiero de los países desarrollados, en el convencimiento de encontrarse en una crisis cíclica se han instalado en la ilusión de que remitirá la fase bajista del ciclo sin más fundamentos económicos que la espera por la espera.

Esta visión se transmite sistemáticamente a la ciudadanía de los países desarrollados. Reiteradamente aparecen en los medios de comunicación de estos países, políticos con cargos de responsabilidad y "expertos" financieros proclamando que el año siguiente es el año de la recuperación. La lista de declaraciones desde el 2008 anunciando la pronta recuperación es considerable. Para los visionarios del 2008, el inicio de la recuperación iba a ser el 2009, luego los visionarios del 2009 la anunciaron para el 2010, los del 2010 para el 2011, los del 2011 para el 2012, los del 2012 para el 2013, pero muy poco de estos fallidos pronósticos parece que perduran en la memoria colectiva.

La mayoría de la ciudadanía convencida de esta visión cíclica de la crisis que reiteradamente les transmiten sus representantes políticos y legión de "expertos", sigue estoicamente “esperando la salida del túnel”, tal vez porque por el  momento coincide con lo que quieren oír: "el próximo año se verán los inicios de la recuperación".

Evolución porcentual del PIB en la Eurozona (Fuente: Eurostat)

Crisis económica cíclica o crisis estructural

La cruda realidad es muy diferente, la presente crisis económica de los países desarrollados no es una crisis cíclica, sino que es una crisis estructural. Desde la constitución de los primeros Estados liberales, el capitalismo en su forma liberal ha tenido tres grandes crisis estructurales, la de 1873, la de 1929 y la presente del 2008, cada una ha tenido las características propias de su momento histórico, pero ni la de 1873 ni la de 1929 tuvieron una salida por la libre acción del mercado. La de 1873 derivó en el proteccionismo y el reparto imperial en áreas geopolíticas de influencia que duró hasta la Primera Guerra Mundial. La crisis de 1929 repitió el esquema de la primera crisis volviendo al proteccionismo y a la disputa imperial por áreas de influencia que culminó en la Segunda Guerra Mundial.

Tras esta guerra el capitalismo liberal ha visto el final del imperialismo colonial por emancipación de las colonias, pero se ha desarrollado en base a una estructura neocolonial sustentada en la ventaja de  sus avances científico-técnicos que le ha permitido concentrar la demanda efectiva mundial en los países desarrollados, y subordinar durante más de medio de siglo al mundo surgido de la descolonización como mano de obra barata y suministrador de materias primas.

 

Pero tras la crisis financiera del 2008 el modelo de crecimiento de la economía mundial sustentado en la demanda efectiva de los países más desarrollados no es posible reeditarlo, por varias razones:

-El mundo colonial ha desaparecido y las relaciones económicas mundiales están tan interconectadas que no es posible reeditar el proteccionismo y las áreas de influencia que tan desastrosas consecuencias de dos guerras mundiales trajeron a la humanidad.

-El consumo de los países desarrollados ha alcanzado un límite, pues, en el actual estadio de desarrollo de los principales países industrializados, las mejoras de la productividad que obliga a producir más productos para mantener la tasa de ganancia, debido a la concentración de la demanda efectiva en un número limitado de consumidores, precisa de una aceleración del ciclo de consumo ya inviable. Ese fue el fundamento de la crisis del 2008, donde se demostró que el ciclo de crecimiento por elevación de necesidades, que precisaba el capital financiero para mantener sus ganancias, como fue el incremento de la adquisición de la doble residencia, el cambio de automóvil en periodos progresivamente más cortos etc, había colapsado.

-En el periodo neoliberal (1973-2008) se produjo una concentración de la renta inversión en manos privadas que debido a la globalización financiera se ha situado en fondos opacos y paraísos fiscales fuera del control de los Estados neoliberales, por lo que éstos carecen de competencias para apropiarse de la misma vía fiscal y traducirla en renta consumo.

-La demanda efectiva mundial se sitúa en los países emergentes, los cuales disponen de sus propios recursos financieros por lo que la banca occidental y la banca especulativa en la sombra sustentada en la renta inversión acumulada en el periodo neoliberal y ocultada en fondos opacos tiene una capacidad de inversión limitada y, por lo tanto, no puede obtener beneficios del crecimiento económico de los países emergentes, teniendo que centrar su actividad en la especulación de las deudas soberanas de los países desarrollados.

-Los países desarrollados están acorralados en sus problemas estructurales económicos y ahora a diferencia del pasado no existen salidas militares a la crisis.

 

La salida que tienen los países desarrollados requiere de una acción mundial concertada que se debería basar principalmente en:

- La reordenación del sistema financiero mundial acabando con los paraísos y fiscales y los fondos opacos de inversión y propiciando un patrón monetario universal.

- La colaboración con los países emergentes y en desarrollo para buscar la prosperidad común.

- El reparto del trabajo en sus respectivos países, y la instauración de un modelo de vida más modesto.

Pero las potencias industriales siguen insistiendo en planes de competitividad sin que los mismos, al no existir demanda efectiva, sirvan para reactivar el crecimiento económico y, con ello, solo obtienen el resultado de concentrar la actividad productiva en menos trabajadores, lo que incrementa el desempleo principalmente entre los jóvenes.

Siguen acosando con su maquinaria militar a los países en desarrollo a pesar de que ello tampoco les reporta ningún beneficio económico, más bien lo contrario, como se está viendo en el contencioso de Japón con China alentado por EEUU por el que la reducción de Japón del 3,7 por ciento en las exportaciones de sus productos y servicios en gran medida lo fue por el boicot de los consumidores chinos a los productos japoneses.

El mundo no volverá a ser para Occidente el de antes de la crisis del 2008 pero, debido a su enorme peso económico y militar y a la tradición de haber regido el mundo desde hace más de dos siglos, proseguirá por años lastrando el necesario cambio hacia una nueva estructura económica mundial de beneficios comunes entre países desarrollados y en desarrollo, y de una nueva política de paz fundamentada no en el equilibrio armamentístico sino en la confianza entre naciones y el desarme.

 

-------------

 

Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

.