La

BIBLIA

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ANTIGUO TESTAMENTO

SEGUNDA PARTE

SALMOS / PROVERBIOS / ECLESTIASTÉS / CANTARES / ISAÍAS / JEREMÍAS / LAMENTACIONES / EZEQUIEL / DANIEL / OSEAS / AMÓS / ABDÍAS / JONÁS / MIQUEAS / NAHUM / HABACUC / SOFONÍAS / HAGEO / ZACARÍAS / MALAQUÍAS.


 LOS SALMOS

 

Los Salmos

Capítulo 01

1:

1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

1:

2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

1:

3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará.

1:

4 No así los malos,

Que son como el tamo que arrebata el viento.

1:

5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,

Ni los pecadores en la congregación de los justos.

1:

6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;

Mas la senda de los malos perecerá.

 

Los Salmos

Capítulo 02

2:

1 ¿Por qué se amotinan las gentes,

Y los pueblos piensan cosas vanas?

2:

2 Se levantarán los reyes de la tierra,

Y príncipes consultarán unidos

Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

2:

3 Rompamos sus ligaduras,

Y echemos de nosotros sus cuerdas.

2:

4 El que mora en los cielos se reirá;

El Señor se burlará de ellos.

2:

5 Luego hablará a ellos en su furor,

Y los turbará con su ira.

2:

6 Pero yo he puesto mi rey

Sobre Sion, mi santo monte.

2:

7 Yo publicaré el decreto;

Jehová me ha dicho:

 Mi hijo eres tú;

Yo te engendré hoy.

2:

8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones,

Y como posesión tuya los confines de la tierra.

2:

9 Los quebrantarás con vara de hierro;

Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

2:

10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;

Admitid amonestación, jueces de la tierra.

2:

11 Servid a Jehová con temor,

Y alegraos con temblor.

2:

12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;

Pues se inflama de pronto su ira.

Bienaventurados todos los que en él confían.

Los Salmos

Capítulo 03

3:

1 ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!

Muchos son los que se levantan contra mí.

3:

2 Muchos son los que dicen de mí:

No hay para él salvación en Dios. Selah

3:

3 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;

Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

3:

4 Con mi voz clamé a Jehová,

Y él me respondió desde su monte santo. Selah

3:

5 Yo me acosté y dormí,

Y desperté, porque Jehová me sustentaba.

3:

6 No temeré a diez millares de gente,

Que pusieren sitio contra mí.

3:

7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío;

Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;

Los dientes de los perversos quebrantaste.

3:

8 La salvación es de Jehová;

Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah

 

Los Salmos

Capítulo 04

4:

1 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia.

Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar;

Ten misericordia de mí, y oye mi oración.

4:

2 Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,

Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Selah

4:

3 Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí;

Jehová oirá cuando yo a él clamare.

4:

4 Temblad, y no pequéis;

Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah

4:

5 Ofreced sacrificios de justicia,

Y confiad en Jehová.

4:

6 Muchos son los que dicen:

 ¿Quién nos mostrará el bien?

Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.

4:

7 Tú diste alegría a mi corazón

Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

4:

8 En paz me acostaré, y asimismo dormiré;

Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.

 

Los Salmos

Capítulo 05

5:

1 Escucha, oh Jehová, mis palabras;

Considera mi gemir.

5:

2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío,

Porque a ti oraré.

5:

3 Oh Jehová, de mañana oirás mi voz;

De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.

5:

4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad;

El malo no habitará junto a ti.

5:

5 Los insensatos no estarán delante de tus ojos;

Aborreces a todos los que hacen iniquidad.

5:

6 Destruirás a los que hablan mentira;

Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.

5:

7 Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa;

Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.

5:

8 Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos;

Endereza delante de mí tu camino.

5:

9 Porque en la boca de ellos no hay sinceridad;

Sus entrañas son maldad,

Sepulcro abierto es su garganta,

Con su lengua hablan lisonjas.

5:

10 Castígalos, oh Dios;

Caigan por sus mismos consejos;

Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera,

Porque se rebelaron contra ti.

5:

11 Pero alégrense todos los que en ti confían;

Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes;

En ti se regocijen los que aman tu nombre.

5:

12 Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;

Como con un escudo lo rodearás de tu favor.

 

Los Salmos

Capítulo 06

6:

1 Jehová, no me reprendas en tu enojo,

Ni me castigues con tu ira.

6:

2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo;

Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.

6:

3 Mi alma también está muy turbada;

Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?

6:

4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma;

Sálvame por tu misericordia.

6:

5 Porque en la muerte no hay memoria de ti;

En el Seol, ¿quién te alabará?

6:

6 Me he consumido a fuerza de gemir;

Todas las noches inundo de llanto mi lecho,

Riego mi cama con mis lágrimas.

6:

7 Mis ojos están gastados de sufrir;

Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.

6:

8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad;

Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro.

6:

9 Jehová ha oído mi ruego;

Ha recibido Jehová mi oración.

6:

10 Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos;

Se volverán y serán avergonzados de repente.

 

Los Salmos

Capítulo 07

7:

1 Jehová Dios mío, en ti he confiado;

Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,

7:

2 No sea que desgarren mi alma cual león,

Y me destrocen sin que haya quien me libre.

7:

3 Jehová Dios mío, si yo he hecho esto,

Si hay en mis manos iniquidad;

7:

4 Si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo

(Antes he libertado al que sin causa era mi enemigo),

7:

5 Persiga el enemigo mi alma, y alcáncela;

Huelle en tierra mi vida,

Y mi honra ponga en el polvo. Selah

7:

6 Levántate, oh Jehová, en tu ira;

Alzate en contra de la furia de mis angustiadores,

Y despierta en favor mío el juicio que mandaste.

7:

7 Te rodeará congregación de pueblos,

Y sobre ella vuélvete a sentar en alto.

7:

8 Jehová juzgará a los pueblos;

Júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia,

Y conforme a mi integridad.

7:

9 Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo;

Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.

7:

10 Mi escudo está en Dios,

Que salva a los rectos de corazón.

7:

11 Dios es juez justo,

Y Dios está airado contra el impío todos los días.

7:

12 Si no se arrepiente, él afilará su espada;

Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado.

7:

13 Asimismo ha preparado armas de muerte,

Y ha labrado saetas ardientes.

7:

14 He aquí, el impío concibió maldad,

Se preñó de iniquidad,

Y dio a luz engaño.

7:

15 Pozo ha cavado, y lo ha ahondado;

Y en el hoyo que hizo caerá.

7:

16 Su iniquidad volverá sobre su cabeza,

Y su agravio caerá sobre su propia coronilla.

7:

17 Alabaré a Jehová conforme a su justicia,

Y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo.

 

Los Salmos

Capítulo 08

8:

1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

Has puesto tu gloria sobre los cielos;

8:

2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,

A causa de tus enemigos,

Para hacer callar al enemigo y al vengativo.

8:

3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

La luna y las estrellas que tú formaste,

8:

4 Digo:

 ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,

Y el hijo del hombre, para que lo visites?

8:

5 Le has hecho poco menor que los ángeles,

Y lo coronaste de gloria y de honra.

8:

6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;

Todo lo pusiste debajo de sus pies:

8:

7 Ovejas y bueyes, todo ello,

Y asimismo las bestias del campo,

8:

8 Las aves de los cielos y los peces del mar;

Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

8:

9 ¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

 

Los Salmos

Capítulo 09

9:

1 Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón;

Contaré todas tus maravillas.

9:

2 Me alegraré y me regocijaré en ti;

Cantaré a tu nombre, oh Altísimo.

9:

3 Mis enemigos volvieron atrás;

Cayeron y perecieron delante de ti.

9:

4 Porque has mantenido mi derecho y mi causa;

Te has sentado en el trono juzgando con justicia.

9:

5 Reprendiste a las naciones, destruiste al malo,

Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre.

9:

6 Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre;

Y las ciudades que derribaste,

Su memoria pereció con ellas.

9:

7 Pero Jehová permanecerá para siempre;

Ha dispuesto su trono para juicio.

9:

8 El juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con rectitud.

9:

9 Jehová será refugio del pobre,

Refugio para el tiempo de angustia.

9:

10 En ti confiarán los que conocen tu nombre,

Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.

9:

11 Cantad a Jehová, que habita en Sion;

Publicad entre los pueblos sus obras.

9:

12 Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos;

No se olvidó del clamor de los afligidos.

9:

13 Ten misericordia de mí, Jehová;

Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen,

Tú que me levantas de las puertas de la muerte,

9:

14 Para que cuente yo todas tus alabanzas

En las puertas de la hija de Sion,

Y me goce en tu salvación.

9:

15 Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron;

En la red que escondieron fue tomado su pie.

9:

16 Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó;

En la obra de sus manos fue enlazado el malo. Higaion. Selah

9:

17 Los malos serán trasladados al Seol,

Todas las gentes que se olvidan de Dios.

9:

18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso,

Ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.

9:

19 Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre;

Sean juzgadas las naciones delante de ti.

9:

20 Pon, oh Jehová, temor en ellos;

Conozcan las naciones que no son sino hombres. Selah

 

Los Salmos

Capítulo 10

10:

1 ¿Por qué estás lejos, oh Jehová,

Y te escondes en el tiempo de la tribulación?

10:

2 Con arrogancia el malo persigue al pobre;

Será atrapado en los artificios que ha ideado.

10:

3 Porque el malo se jacta del deseo de su alma,

Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová.

10:

4 El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios;

No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.

10:

5 Sus caminos son torcidos en todo tiempo;

Tus juicios los tiene muy lejos de su vista;

A todos sus adversarios desprecia.

10:

6 Dice en su corazón:

 No seré movido jamás;

Nunca me alcanzará el infortunio.

10:

7 Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude;

Debajo de su lengua hay vejación y maldad.

10:

8 Se sienta en acecho cerca de las aldeas;

En escondrijos mata al inocente.

Sus ojos están acechando al desvalido;

10:

9 Acecha en oculto, como el león desde su cueva;

Acecha para arrebatar al pobre;

Arrebata al pobre trayéndolo a su red.

10:

10 Se encoge, se agacha,

Y caen en sus fuertes garras muchos desdichados.

10:

11 Dice en su corazón:

 Dios ha olvidado;

Ha encubierto su rostro; nunca lo verá.

10:

12 Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano;

No te olvides de los pobres.

10:

13 ¿Por qué desprecia el malo a Dios?

En su corazón ha dicho:

 Tú no lo inquirirás.

10:

14 Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación, para dar la recompensa con tu mano;

A ti se acoge el desvalido;

Tú eres el amparo del huérfano.

10:

15 Quebranta tú el brazo del inicuo,

Y persigue la maldad del malo hasta que no halles ninguna.

10:

16 Jehová es Rey eternamente y para siempre;

De su tierra han perecido las naciones.

10:

17 El deseo de los humildes oíste, oh Jehová;

Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído,

10:

18 Para juzgar al huérfano y al oprimido,

A fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra.

 

Los Salmos

Capítulo 11

11:

1 En Jehová he confiado;

¿Cómo decís a mi alma,

Que escape al monte cual ave?

11:

2 Porque he aquí, los malos tienden el arco,

Disponen sus saetas sobre la cuerda,

Para asaetear en oculto a los rectos de corazón.

11:

3 Si fueren destruidos los fundamentos,

¿Qué ha de hacer el justo?

11:

4 Jehová está en su santo templo;

Jehová tiene en el cielo su trono;

Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.

11:

5 Jehová prueba al justo;

Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece.

11:

6 Sobre los malos hará llover calamidades;

Fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos.

11:

7 Porque Jehová es justo, y ama la justicia;

El hombre recto mirará su rostro.

 

Los Salmos

Capítulo 12

12:

1 Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos;

Porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres.

12:

2 Habla mentira cada uno con su prójimo;

Hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón.

12:

3 Jehová destruirá todos los labios lisonjeros,

Y la lengua que habla jactanciosamente;

12:

4 A los que han dicho:

 Por nuestra lengua prevaleceremos;

Nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?

12:

5 Por la opresión de los pobres, por el gemido de los menesterosos,

Ahora me levantaré, dice Jehová;

Pondré en salvo al que por ello suspira.

12:

6 Las palabras de Jehová son palabras limpias,

Como plata refinada en horno de tierra,

Purificada siete veces.

12:

7 Tú, Jehová, los guardarás;

De esta generación los preservarás para siempre.

12:

8 Cercando andan los malos,

Cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.

 

Los Salmos

Capítulo 13

13:

1 ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?

¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?

13:

2 ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,

Con tristezas en mi corazón cada día?

¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?

13:

3 Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;

Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;

13:

4 Para que no diga mi enemigo:

 Lo vencí.

Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.

13:

5 Mas yo en tu misericordia he confiado;

Mi corazón se alegrará en tu salvación.

13:

6 Cantaré a Jehová,

Porque me ha hecho bien

 

Los Salmos

Capítulo 14

14:

1 Dice el necio en su corazón:

No hay Dios.

Se han corrompido, hacen obras abominables;

No hay quien haga el bien.

14:

2 Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres,

Para ver si había algún entendido,

Que buscara a Dios.

14:

3 Todos se desviaron, a una se han corrompido;

No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

14:

4 ¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad,

Que devoran a mi pueblo como si comiesen pan,

Y a Jehová no invocan?

14:

5 Ellos temblaron de espanto;

Porque Dios está con la generación de los justos.

14:

6 Del consejo del pobre se han burlado,

Pero Jehová es su esperanza.

14:

7 ¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel!

Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo,

Se gozará Jacob, y se alegrará Israel.

 

Los Salmos

Capítulo 15

15:

1 Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?

¿Quién morará en tu monte santo?

15:

2 El que anda en integridad y hace justicia,

Y habla verdad en su corazón.

15:

3 El que no calumnia con su lengua,

Ni hace mal a su prójimo,

Ni admite reproche alguno contra su vecino.

15:

4 Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,

Pero honra a los que temen a Jehová.

El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;

15:

5 Quien su dinero no dio a usura,

Ni contra el inocente admitió cohecho.

El que hace estas cosas, no resbalará jamás

 

Los Salmos

Capítulo 16

16:

1 Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.

16:

2 Oh alma mía, dijiste a Jehová:

Tú eres mi Señor;

No hay para mí bien fuera de ti.

16:

3 Para los santos que están en la tierra,

Y para los íntegros, es toda mi complacencia.

16:

4 Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.

No ofreceré yo sus libaciones de sangre,

Ni en mis labios tomaré sus nombres.

16:

5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;

Tú sustentas mi suerte.

16:

6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,

Y es hermosa la heredad que me ha tocado.

16:

7 Bendeciré a Jehová que me aconseja;

Aun en las noches me enseña mi conciencia.

16:

8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;

Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

16:

9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;

Mi carne también reposará confiadamente;

16:

10 Porque no dejarás mi alma en el Seol,

Ni permitirás que tu santo vea corrupción.

16:

11 Me mostrarás la senda de la vida;

En tu presencia hay plenitud de gozo;

Delicias a tu diestra para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 17

17:

1 Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor.

Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.

17:

2 De tu presencia proceda mi vindicación;

Vean tus ojos la rectitud.

17:

3 Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche;

Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste;

He resuelto que mi boca no haga transgresión.

17:

4 En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios

Yo me he guardado de las sendas de los violentos.

17:

5 Sustenta mis pasos en tus caminos,

Para que mis pies no resbalen.

17:

6 Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios;

Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.

17:

7 Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra,

De los que se levantan contra ellos.

17:

8 Guárdame como a la niña de tus ojos;

Escóndeme bajo la sombra de tus alas,

17:

9 De la vista de los malos que me oprimen,

De mis enemigos que buscan mi vida.

17:

10 Envueltos están con su grosura;

Con su boca hablan arrogantemente.

17:

11 Han cercado ahora nuestros pasos;

Tienen puestos sus ojos para echarnos por tierra.

17:

12 Son como león que desea hacer presa,

Y como leoncillo que está en su escondite.

17:

13 Levántate, oh Jehová;

Sal a su encuentro, póstrales;

Libra mi alma de los malos con tu espada,

17:

14 De los hombres con tu mano, oh Jehová,

De los hombres mundanos, cuya porción la tienen en esta vida,

Y cuyo vientre está lleno de tu tesoro.

Sacian a sus hijos,

Y aun sobra para sus pequeñuelos.

17:

15 En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;

Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

 

Los Salmos

Capítulo 18

17:

1 Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor.

Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.

17:

2 De tu presencia proceda mi vindicación;

Vean tus ojos la rectitud.

17:

3 Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche;

Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste;

He resuelto que mi boca no haga transgresión.

17:

4 En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios

Yo me he guardado de las sendas de los violentos.

17:

5 Sustenta mis pasos en tus caminos,

Para que mis pies no resbalen.

17:

6 Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios;

Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.

17:

7 Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra,

De los que se levantan contra ellos.

17:

8 Guárdame como a la niña de tus ojos;

Escóndeme bajo la sombra de tus alas,

17:

9 De la vista de los malos que me oprimen,

De mis enemigos que buscan mi vida.

17:

10 Envueltos están con su grosura;

Con su boca hablan arrogantemente.

17:

11 Han cercado ahora nuestros pasos;

Tienen puestos sus ojos para echarnos por tierra.

17:

12 Son como león que desea hacer presa,

Y como leoncillo que está en su escondite.

17:

13 Levántate, oh Jehová;

Sal a su encuentro, póstrales;

Libra mi alma de los malos con tu espada,

17:

14 De los hombres con tu mano, oh Jehová,

De los hombres mundanos, cuya porción la tienen en esta vida,

Y cuyo vientre está lleno de tu tesoro.

Sacian a sus hijos,

Y aun sobra para sus pequeñuelos.

17:

15 En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;

Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

 

Los Salmos

Capítulo 19

19:

1 Los cielos cuentan la gloria de Dios,

Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

19:

2 Un día emite palabra a otro día,

Y una noche a otra noche declara sabiduría.

19:

3 No hay lenguaje, ni palabras,

Ni es oída su voz.

19:

4 Por toda la tierra salió su voz,

Y hasta el extremo del mundo sus palabras.

En ellos puso tabernáculo para el sol;

19:

5 Y éste, como esposo que sale de su tálamo,

Se alegra cual gigante para correr el camino.

19:

6 De un extremo de los cielos es su salida,

Y su curso hasta el término de ellos;

Y nada hay que se esconda de su calor.

19:

7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;

El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

19:

8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;

El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.

19:

9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;

Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.

19:

10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado;

Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

19:

11 Tu siervo es además amonestado con ellos;

En guardarlos hay grande galardón.

19:

12 ¿Quién podrá entender sus propios errores?

Líbrame de los que me son ocultos.

19:

13 Preserva también a tu siervo de las soberbias;

Que no se enseñoreen de mí;

Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.

19:

14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,

Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

 

Los Salmos

Capítulo 20

20:

1 Jehová te oiga en el día de conflicto;

El nombre del Dios de Jacob te defienda.

20:

2 Te envíe ayuda desde el santuario,

Y desde Sion te sostenga.

20:

3 Haga memoria de todas tus ofrendas,

Y acepte tu holocausto. Selah

20:

4 Te dé conforme al deseo de tu corazón,

Y cumpla todo tu consejo.

20:

5 Nosotros nos alegraremos en tu salvación,

Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios;

Conceda Jehová todas tus peticiones.

20:

6 Ahora conozco que Jehová salva a su ungido;

Lo oirá desde sus santos cielos

Con la potencia salvadora de su diestra.

20:

7 Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;

Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.

20:

8 Ellos flaquean y caen,

Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.

20:

9 Salva, Jehová;

Que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.

 

Los Salmos

Capítulo 21

21:

1 El rey se alegra en tu poder, oh Jehová;

Y en tu salvación, ¡cómo se goza!

21:

2 Le has concedido el deseo de su corazón,

Y no le negaste la petición de sus labios. Selah

21:

3 Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien;

Corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.

21:

4 Vida te demandó, y se la diste;

Largura de días eternamente y para siempre.

21:

5 Grande es su gloria en tu salvación;

Honra y majestad has puesto sobre él.

21:

6 Porque lo has bendecido para siempre;

Lo llenaste de alegría con tu presencia.

21:

7 Por cuanto el rey confía en Jehová,

Y en la misericordia del Altísimo, no será conmovido.

21:

8 Alcanzará tu mano a todos tus enemigos;

Tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.

21:

9 Los pondrás como horno de fuego en el tiempo de tu ira;

Jehová los deshará en su ira,

Y fuego los consumirá.

21:

10 Su fruto destruirás de la tierra,

Y su descendencia de entre los hijos de los hombres.

21:

11 Porque intentaron el mal contra ti;

Fraguaron maquinaciones, mas no prevalecerán,

21:

12 Pues tú los pondrás en fuga;

En tus cuerdas dispondrás saetas contra sus rostros.

21:

13 Engrandécete, oh Jehová, en tu poder;

Cantaremos y alabaremos tu poderío.

 

Los Salmos

Capítulo 22

22:

1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

22:

2 Dios mío, clamo de día, y no respondes;

Y de noche, y no hay para mí reposo.

22:

3 Pero tú eres santo,

Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

22:

4 En ti esperaron nuestros padres;

Esperaron, y tú los libraste.

22:

5 Clamaron a ti, y fueron librados;

Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.

22:

6 Mas yo soy gusano, y no hombre;

Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.

22:

7 Todos los que me ven me escarnecen;

Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:

22:

8 Se encomendó a Jehová; líbrele él;

Sálvele, puesto que en él se complacía.

22:

9 Pero tú eres el que me sacó del vientre;

El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.

22:

10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer;

Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.

22:

11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca;

Porque no hay quien ayude.

22:

12 Me han rodeado muchos toros;

Fuertes toros de Basán me han cercado.

22:

13 Abrieron sobre mí su boca

Como león rapaz y rugiente.

22:

14 He sido derramado como aguas,

Y todos mis huesos se descoyuntaron;

Mi corazón fue como cera,

Derritiéndose en medio de mis entrañas.

22:

15 Como un tiesto se secó mi vigor,

Y mi lengua se pegó a mi paladar,

Y me has puesto en el polvo de la muerte.

22:

16 Porque perros me han rodeado;

Me ha cercado cuadrilla de malignos;

Horadaron mis manos y mis pies.

22:

17 Contar puedo todos mis huesos;

Entre tanto, ellos me miran y me observan.

22:

18 Repartieron entre sí mis vestidos,

Y sobre mi ropa echaron suertes.

22:

19 Mas tú, Jehová, no te alejes;

Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

22:

20 Libra de la espada mi alma,

Del poder del perro mi vida.

22:

21 Sálvame de la boca del león,

Y líbrame de los cuernos de los búfalos.

22:

22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos;

En medio de la congregación te alabaré.

22:

23 Los que teméis a Jehová, alabadle;

Glorificadle, descendencia toda de Jacob,

Y temedle vosotros, descendencia toda de Israel.

22:

24 Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido,

Ni de él escondió su rostro;

Sino que cuando clamó a él, le oyó.

22:

25 De ti será mi alabanza en la gran congregación;

Mis votos pagaré delante de los que le temen.

22:

26 Comerán los humildes, y serán saciados;

Alabarán a Jehová los que le buscan;

Vivirá vuestro corazón para siempre.

22:

27 Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra,

Y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.

22:

28 Porque de Jehová es el reino,

Y él regirá las naciones.

22:

29 Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra;

Se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo,

Aun el que no puede conservar la vida a su propia alma.

22:

30 La posteridad le servirá;

Esto será contado de Jehová hasta la postrera generación.

22:

31 Vendrán, y anunciarán su justicia;

A pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.

 

Los Salmos

Capítulo 23

23:

1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.

23:

2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;

Junto a aguas de reposo me pastoreará.

23:

3 Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

23:

4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,

No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

23:

5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;

Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

23:

6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,

Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

 

Los Salmos

Capítulo 24

24:

1 De Jehová es la tierra y su plenitud;

El mundo, y los que en él habitan.

24:

2 Porque él la fundó sobre los mares,

Y la afirmó sobre los ríos.

24:

3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?

¿Y quién estará en su lugar santo?

24:

4 El limpio de manos y puro de corazón;

El que no ha elevado su alma a cosas vanas,

Ni jurado con engaño.

24:

5 El recibirá bendición de Jehová,

Y justicia del Dios de salvación.

24:

6 Tal es la generación de los que le buscan,

De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah

24:

7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,

Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.

24:

8 ¿Quién es este Rey de gloria?

Jehová el fuerte y valiente,

Jehová el poderoso en batalla.

24:

9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,

Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.

24:

10 ¿Quién es este Rey de gloria?

Jehová de los ejércitos,

El es el Rey de la gloria. Selah

 

Los Salmos

Capítulo 25

25:

1 A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.

25:

2 Dios mío, en ti confío;

No sea yo avergonzado,

No se alegren de mí mis enemigos.

25:

3 Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;

Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

25:

4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;

Enséñame tus sendas.

25:

5 Encamíname en tu verdad, y enséñame,

Porque tú eres el Dios de mi salvación;

En ti he esperado todo el día.

25:

6 Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias,

Que son perpetuas.

25:

7 De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;

Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,

Por tu bondad, oh Jehová.

25:

8 Bueno y recto es Jehová;

Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

25:

9 Encaminará a los humildes por el juicio,

Y enseñará a los mansos su carrera.

25:

10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,

Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

25:

11 Por amor de tu nombre, oh Jehová,

Perdonarás también mi pecado, que es grande.

25:

12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová?

El le enseñará el camino que ha de escoger.

25:

13 Gozará él de bienestar,

Y su descendencia heredará la tierra.

25:

14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,

Y a ellos hará conocer su pacto.

25:

15 Mis ojos están siempre hacia Jehová,

Porque él sacará mis pies de la red.

25:

16 Mírame, y ten misericordia de mí,

Porque estoy solo y afligido.

25:

17 Las angustias de mi corazón se han aumentado;

Sácame de mis congojas.

25:

18 Mira mi aflicción y mi trabajo,

Y perdona todos mis pecados.

25:

19 Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado,

Y con odio violento me aborrecen.

25:

20 Guarda mi alma, y líbrame;

No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

25:

21 Integridad y rectitud me guarden,

Porque en ti he esperado.

25:

22 Redime, oh Dios, a Israel

De todas sus angustias.

 

Los Salmos

Capítulo 26

26:

1 Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado;

He confiado asimismo en Jehová sin titubear.

26:

2 Escudríñame, oh Jehová, y pruébame;

Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.

26:

3 Porque tu misericordia está delante de mis ojos,

Y ando en tu verdad.

26:

4 No me he sentado con hombres hipócritas,

Ni entré con los que andan simuladamente.

26:

5 Aborrecí la reunión de los malignos,

Y con los impíos nunca me senté.

26:

6 Lavaré en inocencia mis manos,

Y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová,

26:

7 Para exclamar con voz de acción de gracias,

Y para contar todas tus maravillas.

26:

8 Jehová, la habitación de tu casa he amado,

Y el lugar de la morada de tu gloria.

26:

9 No arrebates con los pecadores mi alma,

Ni mi vida con hombres sanguinarios,

26:

10 En cuyas manos está el mal,

Y su diestra está llena de sobornos.

26:

11 Mas yo andaré en mi integridad;

Redímeme, y ten misericordia de mí.

26:

12 Mi pie ha estado en rectitud;

En las congregaciones bendeciré a Jehová.

 

Los Salmos

Capítulo 27

27:

1 Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?

Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?

27:

2 Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos,

Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.

27:

3 Aunque un ejército acampe contra mí,

No temerá mi corazón;

Aunque contra mí se levante guerra,

Yo estaré confiado.

27:

4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;

Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,

Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

27:

5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;

Me ocultará en lo reservado de su morada;

Sobre una roca me pondrá en alto.

27:

6 Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,

Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;

Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.

27:

7 Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;

Ten misericordia de mí, y respóndeme.

27:

8 Mi corazón ha dicho de ti:

 Buscad mi rostro.

Tu rostro buscaré, oh Jehová;

27:

9 No escondas tu rostro de mí.

No apartes con ira a tu siervo;

Mi ayuda has sido.

No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.

27:

10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran,

Con todo, Jehová me recogerá.

27:

11 Enséñame, oh Jehová, tu camino,

Y guíame por senda de rectitud

A causa de mis enemigos.

27:

12 No me entregues a la voluntad de mis enemigos;

Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.

27:

13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová

En la tierra de los vivientes.

27:

14 Aguarda a Jehová;

Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;

Sí, espera a Jehová.

 

Los Salmos

Capítulo 28

28:

1 A ti clamaré, oh Jehová.

Roca mía, no te desentiendas de mí,

Para que no sea yo, dejándome tú,

Semejante a los que descienden al sepulcro.

28:

2 Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti,

Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.

28:

3 No me arrebates juntamente con los malos,

Y con los que hacen iniquidad,

Los cuales hablan paz con sus prójimos,

Pero la maldad está en su corazón.

28:

4 Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos;

Dales su merecido conforme a la obra de sus manos.

28:

5 Por cuanto no atendieron a los hechos de Jehová,

Ni a la obra de sus manos,

El los derribará, y no los edificará.

28:

6 Bendito sea Jehová,

Que oyó la voz de mis ruegos.

28:

7 Jehová es mi fortaleza y mi escudo;

En él confió mi corazón, y fui ayudado,

Por lo que se gozó mi corazón,

Y con mi cántico le alabaré.

28:

8 Jehová es la fortaleza de su pueblo,

Y el refugio salvador de su ungido.

28:

9 Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad;

Y pastoréales y susténtales para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 29

29:

1 Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,

Dad a Jehová la gloria y el poder.

29:

2 Dad a Jehová la gloria debida a su nombre;

Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.

29:

3 Voz de Jehová sobre las aguas;

Truena el Dios de gloria,

Jehová sobre las muchas aguas.

29:

4 Voz de Jehová con potencia;

Voz de Jehová con gloria.

29:

5 Voz de Jehová que quebranta los cedros;

Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.

29:

6 Los hizo saltar como becerros;

Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos.

29:

7 Voz de Jehová que derrama llamas de fuego;

29:

8 Voz de Jehová que hace temblar el desierto;

Hace temblar Jehová el desierto de Cades.

29:

9 Voz de Jehová que desgaja las encinas,

Y desnuda los bosques;

En su templo todo proclama su gloria.

29:

10 Jehová preside en el diluvio,

Y se sienta Jehová como rey para siempre.

29:

11 Jehová dará poder a su pueblo;

Jehová bendecirá a su pueblo con paz.

 

Los Salmos

Capítulo 30

30:

1 Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado,

Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.

30:

2 Jehová Dios mío,

A ti clamé, y me sanaste.

30:

3 Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;

Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.

30:

4 Cantad a Jehová, vosotros sus santos,

Y celebrad la memoria de su santidad.

30:

5 Porque un momento será su ira,

Pero su favor dura toda la vida.

Por la noche durará el lloro,

Y a la mañana vendrá la alegría.

30:

6 En mi prosperidad dije yo:

No seré jamás conmovido,

30:

7 Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte.

Escondiste tu rostro, fui turbado.

30:

8 A ti, oh Jehová, clamaré,

Y al Señor suplicaré.

30:

9 ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura?

¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?

30:

10 Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí;

Jehová, sé tú mi ayudador.

30:

11 Has cambiado mi lamento en baile;

Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.

30:

12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.

Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 31

31:

1 En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;

Líbrame en tu justicia.

31:

2 Inclina a mí tu oído, líbrame pronto;

Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.

31:

3 Porque tú eres mi roca y mi castillo;

Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.

31:

4 Sácame de la red que han escondido para mí,

Pues tú eres mi refugio.

31:

5 En tu mano encomiendo mi espíritu;

Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.

31:

6 Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias;

Mas yo en Jehová he esperado.

31:

7 Me gozaré y alegraré en tu misericordia,

Porque has visto mi aflicción;

Has conocido mi alma en las angustias.

31:

8 No me entregaste en mano del enemigo;

Pusiste mis pies en lugar espacioso.

31:

9 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;

Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.

31:

10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;

Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.

31:

11 De todos mis enemigos soy objeto de oprobio,

Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos;

Los que me ven fuera huyen de mí.

31:

12 He sido olvidado de su corazón como un muerto;

He venido a ser como un vaso quebrado.

31:

13 Porque oigo la calumnia de muchos;

El miedo me asalta por todas partes,

Mientras consultan juntos contra mí

E idean quitarme la vida.

31:

14 Mas yo en ti confío, oh Jehová;

Digo:

 Tú eres mi Dios.

31:

15 En tu mano están mis tiempos;

Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.

31:

16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;

Sálvame por tu misericordia.

31:

17 No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;

Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol.

31:

18 Enmudezcan los labios mentirosos,

Que hablan contra el justo cosas duras

Con soberbia y menosprecio.

31:

19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen,

Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!

31:

20 En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;

Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas.

31:

21 Bendito sea Jehová,

Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada.

31:

22 Decía yo en mi premura:

 Cortado soy de delante de tus ojos;

Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.

31:

23 Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;

A los fieles guarda Jehová,

Y paga abundantemente al que procede con soberbia.

31:

24 Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,

Y tome aliento vuestro corazón.

 

Los Salmos

Capítulo 32

32:

1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.

32:

2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,

Y en cuyo espíritu no hay engaño.

32:

3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos

En mi gemir todo el día.

32:

4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;

Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah

32:

5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.

Dije:

 Confesaré mis transgresiones a Jehová;

Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

32:

6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;

Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.

32:

7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;

Con cánticos de liberación me rodearás. Selah

32:

8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;

Sobre ti fijaré mis ojos.

32:

9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,

Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,

Porque si no, no se acercan a ti.

32:

10 Muchos dolores habrá para el impío;

Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.

32:

11 Alegraos en Jehová y gozaos, justos;

Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.

 

Los Salmos

Capítulo 33

33:

1 Alegraos, oh justos, en Jehová;

En los íntegros es hermosa la alabanza.

33:

2 Aclamad a Jehová con arpa;

Cantadle con salterio y decacordio.

33:

3 Cantadle cántico nuevo;

Hacedlo bien, tañendo con júbilo.

33:

4 Porque recta es la palabra de Jehová,

Y toda su obra es hecha con fidelidad.

33:

5 El ama justicia y juicio;

De la misericordia de Jehová está llena la tierra.

33:

6 Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,

Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.

33:

7 El junta como montón las aguas del mar;

El pone en depósitos los abismos.

33:

8 Tema a Jehová toda la tierra;

Teman delante de él todos los habitantes del mundo.

33:

9 Porque él dijo, y fue hecho;

El mandó, y existió.

33:

10 Jehová hace nulo el consejo de las naciones,

Y frustra las maquinaciones de los pueblos.

33:

11 El consejo de Jehová permanecerá para siempre;

Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.

33:

12 Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová,

El pueblo que él escogió como heredad para sí.

33:

13 Desde los cielos miró Jehová;

Vio a todos los hijos de los hombres;

33:

14 Desde el lugar de su morada miró

Sobre todos los moradores de la tierra.

33:

15 El formó el corazón de todos ellos;

Atento está a todas sus obras.

33:

16 El rey no se salva por la multitud del ejército,

Ni escapa el valiente por la mucha fuerza.

33:

17 Vano para salvarse es el caballo;

La grandeza de su fuerza a nadie podrá librar.

33:

18 He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,

Sobre los que esperan en su misericordia,

33:

19 Para librar sus almas de la muerte,

Y para darles vida en tiempo de hambre.

33:

20 Nuestra alma espera a Jehová;

Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.

33:

21 Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,

Porque en su santo nombre hemos confiado.

33:

22 Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,

Según esperamos en ti.

 

Los Salmos

Capítulo 34

34:

1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo;

Su alabanza estará de continuo en mi boca.

34:

2 En Jehová se gloriará mi alma;

Lo oirán los mansos, y se alegrarán.

34:

3 Engrandeced a Jehová conmigo,

Y exaltemos a una su nombre.

34:

4 Busqué a Jehová, y él me oyó,

Y me libró de todos mis temores.

34:

5 Los que miraron a él fueron alumbrados,

Y sus rostros no fueron avergonzados.

34:

6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová,

Y lo libró de todas sus angustias.

34:

7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen,

Y los defiende.

34:

8 Gustad, y ved que es bueno Jehová;

Dichoso el hombre que confía en él.

34:

9 Temed a Jehová, vosotros sus santos,

Pues nada falta a los que le temen.

34:

10 Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;

Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.

34:

11 Venid, hijos, oídme;

El temor de Jehová os enseñaré.

34:

12 ¿Quién es el hombre que desea vida,

Que desea muchos días para ver el bien?

34:

13 Guarda tu lengua del mal,

Y tus labios de hablar engaño.

34:

14 Apártate del mal, y haz el bien;

Busca la paz, y síguela.

34:

15 Los ojos de Jehová están sobre los justos,

Y atentos sus oídos al clamor de ellos.

34:

16 La ira de Jehová contra los que hacen mal,

Para cortar de la tierra la memoria de ellos.

34:

17 Claman los justos, y Jehová oye,

Y los libra de todas sus angustias.

34:

18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;

Y salva a los contritos de espíritu.

34:

19 Muchas son las aflicciones del justo,

Pero de todas ellas le librará Jehová.

34:

20 El guarda todos sus huesos;

Ni uno de ellos será quebrantado.

34:

21 Matará al malo la maldad,

Y los que aborrecen al justo serán condenados.

34:

22 Jehová redime el alma de sus siervos,

Y no serán condenados cuantos en él confían.

 

Los Salmos

Capítulo 35

35:

1 Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden;

Pelea contra los que me combaten.

35:

2 Echa mano al escudo y al pavés,

Y levántate en mi ayuda.

35:

3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores;

Di a mi alma:

 Yo soy tu salvación.

35:

4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida;

Sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan.

35:

5 Sean como el tamo delante del viento,

Y el ángel de Jehová los acose.

35:

6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,

Y el ángel de Jehová los persiga.

35:

7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;

Sin causa cavaron hoyo para mi alma.

35:

8 Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa,

Y la red que él escondió lo prenda;

Con quebrantamiento caiga en ella.

35:

9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;

Se regocijará en su salvación.

35:

10 Todos mis huesos dirán:

 Jehová, ¿quién como tú,

Que libras al afligido del más fuerte que él,

Y al pobre y menesteroso del que le despoja?

35:

11 Se levantan testigos malvados;

De lo que no sé me preguntan;

35:

12 Me devuelven mal por bien,

Para afligir a mi alma.

35:

13 Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio;

Afligí con ayuno mi alma,

Y mi oración se volvía a mi seno.

35:

14 Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;

Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.

35:

15 Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;

Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;

Me despedazaban sin descanso;

35:

16 Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,

Crujieron contra mí sus dientes.

35:

17 Señor, ¿hasta cuándo verás esto?

Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.

35:

18 Te confesaré en grande congregación;

Te alabaré entre numeroso pueblo.

35:

19 No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,

Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo.

35:

20 Porque no hablan paz;

Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas.

35:

21 Ensancharon contra mí su boca;

Dijeron:

 ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han visto!

35:

22 Tú lo has visto, oh Jehová; no calles;

Señor, no te alejes de mí.

35:

23 Muévete y despierta para hacerme justicia,

Dios mío y Señor mío, para defender mi causa.

35:

24 Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío,

Y no se alegren de mí.

35:

25 No digan en su corazón:

 ¡Ea, alma nuestra!

No digan:

 ¡Le hemos devorado!

35:

26 Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran;

Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí.

35:

27 Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa,

Y digan siempre:

 Sea exaltado Jehová,

Que ama la paz de su siervo.

35:

28 Y mi lengua hablará de tu justicia

Y de tu alabanza todo el día.

 

Los Salmos

Capítulo 36

36:

1 La iniquidad del impío me dice al corazón:

No hay temor de Dios delante de sus ojos.

36:

2 Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos,

De que su iniquidad no será hallada y aborrecida.

36:

3 Las palabras de su boca son iniquidad y fraude;

Ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien.

36:

4 Medita maldad sobre su cama;

Está en camino no bueno,

El mal no aborrece.

36:

5 Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia,

Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.

36:

6 Tu justicia es como los montes de Dios,

Tus juicios, abismo grande.

Oh Jehová, al hombre y al animal conservas.

36:

7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!

Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.

36:

8 Serán completamente saciados de la grosura de tu casa,

Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.

36:

9 Porque contigo está el manantial de la vida;

En tu luz veremos la luz.

36:

10 Extiende tu misericordia a los que te conocen,

Y tu justicia a los rectos de corazón.

36:

11 No venga pie de soberbia contra mí,

Y mano de impíos no me mueva.

36:

12 Allí cayeron los hacedores de iniquidad;

Fueron derribados, y no podrán levantarse.

 

Los Salmos

Capítulo 37

37:

1 No te impacientes a causa de los malignos,

Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

37:

2 Porque como hierba serán pronto cortados,

Y como la hierba verde se secarán.

37:

3 Confía en Jehová, y haz el bien;

Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

37:

4 Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

37:

5 Encomienda a Jehová tu camino,

Y confía en él; y él hará.

37:

6 Exhibirá tu justicia como la luz,

Y tu derecho como el mediodía.

37:

7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.

No te alteres con motivo del que prospera en su camino,

Por el hombre que hace maldades.

37:

8 Deja la ira, y desecha el enojo;

No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

37:

9 Porque los malignos serán destruidos,

Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

37:

10 Pues de aquí a poco no existirá el malo;

Observarás su lugar, y no estará allí.

37:

11 Pero los mansos heredarán la tierra,

Y se recrearán con abundancia de paz.

37:

12 Maquina el impío contra el justo,

Y cruje contra él sus dientes;

37:

13 El Señor se reirá de él;

Porque ve que viene su día.

37:

14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco,

Para derribar al pobre y al menesteroso,

Para matar a los de recto proceder.

37:

15 Su espada entrará en su mismo corazón,

Y su arco será quebrado.

37:

16 Mejor es lo poco del justo,

Que las riquezas de muchos pecadores.

37:

17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados;

Mas el que sostiene a los justos es Jehová.

37:

18 Conoce Jehová los días de los perfectos,

Y la heredad de ellos será para siempre.

37:

19 No serán avergonzados en el mal tiempo,

Y en los días de hambre serán saciados.

37:

20 Mas los impíos perecerán,

Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros

Serán consumidos; se disiparán como el humo.

37:

21 El impío toma prestado, y no paga;

Mas el justo tiene misericordia, y da.

37:

22 Porque los benditos de él heredarán la tierra;

Y los malditos de él serán destruidos.

37:

23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre,

Y él aprueba su camino.

37:

24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado,

Porque Jehová sostiene su mano.

37:

25 Joven fui, y he envejecido,

Y no he visto justo desamparado,

Ni su descendencia que mendigue pan.

37:

26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta;

Y su descendencia es para bendición.

37:

27 Apártate del mal, y haz el bien,

Y vivirás para siempre.

37:

28 Porque Jehová ama la rectitud,

Y no desampara a sus santos.

Para siempre serán guardados;

Mas la descendencia de los impíos será destruida.

37:

29 Los justos heredarán la tierra,

Y vivirán para siempre sobre ella.

37:

30 La boca del justo habla sabiduría,

Y su lengua habla justicia.

37:

31 La ley de su Dios está en su corazón;

Por tanto, sus pies no resbalarán.

37:

32 Acecha el impío al justo,

Y procura matarlo.

37:

33 Jehová no lo dejará en sus manos,

Ni lo condenará cuando le juzgaren.

37:

34 Espera en Jehová, y guarda su camino,

Y él te exaltará para heredar la tierra;

Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

37:

35 Vi yo al impío sumamente enaltecido,

Y que se extendía como laurel verde.

37:

36 Pero él pasó, y he aquí ya no estaba;

Lo busqué, y no fue hallado.

37:

37 Considera al íntegro, y mira al justo;

Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.

37:

38 Mas los transgresores serán todos a una destruidos;

La posteridad de los impíos será extinguida.

37:

39 Pero la salvación de los justos es de Jehová,

Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.

37:

40 Jehová los ayudará y los librará;

Los libertará de los impíos, y los salvará,

Por cuanto en él esperaron.

 

Los Salmos

Capítulo 38

38:

1 Jehová, no me reprendas en tu furor,

Ni me castigues en tu ira.

38:

2 Porque tus saetas cayeron sobre mí,

Y sobre mí ha descendido tu mano.

38:

3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;

Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

38:

4 Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;

Como carga pesada se han agravado sobre mí.

38:

5 Hieden y supuran mis llagas,

A causa de mi locura.

38:

6 Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,

Ando enlutado todo el día.

38:

7 Porque mis lomos están llenos de ardor,

Y nada hay sano en mi carne.

38:

8 Estoy debilitado y molido en gran manera;

Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.

38:

9 Señor, delante de ti están todos mis deseos,

Y mi suspiro no te es oculto.

38:

10 Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,

Y aun la luz de mis ojos me falta ya.

38:

11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,

Y mis cercanos se han alejado.

38:

12 Los que buscan mi vida arman lazos,

Y los que procuran mi mal hablan iniquidades,

Y meditan fraudes todo el día.

38:

13 Mas yo, como si fuera sordo, no oigo;

Y soy como mudo que no abre la boca.

38:

14 Soy, pues, como un hombre que no oye,

Y en cuya boca no hay reprensiones.

38:

15 Porque en ti, oh Jehová, he esperado;

Tú responderás, Jehová Dios mío.

38:

16 Dije:

 No se alegren de mí;

Cuando mi pie resbale, no se engrandezcan sobre mí.

38:

17 Pero yo estoy a punto de caer,

Y mi dolor está delante de mí continuamente.

38:

18 Por tanto, confesaré mi maldad,

Y me contristaré por mi pecado.

38:

19 Porque mis enemigos están vivos y fuertes,

Y se han aumentado los que me aborrecen sin causa.

38:

20 Los que pagan mal por bien

Me son contrarios, por seguir yo lo bueno.

38:

21 No me desampares, oh Jehová;

Dios mío, no te alejes de mí.

38:

22 Apresúrate a ayudarme,

Oh Señor, mi salvación.

 

Los Salmos

Capítulo 39

39:

1 Yo dije:

 Atenderé a mis caminos,

Para no pecar con mi lengua;

Guardaré mi boca con freno,

En tanto que el impío esté delante de mí.

39:

2 Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno;

Y se agravó mi dolor.

39:

3 Se enardeció mi corazón dentro de mí;

En mi meditación se encendió fuego,

Y así proferí con mi lengua:

39:

4 Hazme saber, Jehová, mi fin,

Y cuánta sea la medida de mis días;

Sepa yo cuán frágil soy.

39:

5 He aquí, diste a mis días término corto,

Y mi edad es como nada delante de ti;

Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah

39:

6 Ciertamente como una sombra es el hombre;

Ciertamente en vano se afana;

Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.

39:

7 Y ahora, Señor, ¿qué esperaré?

Mi esperanza está en ti.

39:

8 Líbrame de todas mis transgresiones;

No me pongas por escarnio del insensato.

39:

9 Enmudecí, no abrí mi boca,

Porque tú lo hiciste.

39:

10 Quita de sobre mí tu plaga;

Estoy consumido bajo los golpes de tu mano.

39:

11 Con castigos por el pecado corriges al hombre,

Y deshaces como polilla lo más estimado de él;

Ciertamente vanidad es todo hombre. Selah

39:

12 Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor.

No calles ante mis lágrimas;

Porque forastero soy para ti,

Y advenedizo, como todos mis padres.

39:

13 Déjame, y tomaré fuerzas,

Antes que vaya y perezca.

 

Los Salmos

Capítulo 40

40:

1 Pacientemente esperé a Jehová,

Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

40:

2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;

Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.

40:

3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.

Verán esto muchos, y temerán,

Y confiarán en Jehová.

40:

4 Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,

Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.

40:

5 Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas;

Y tus pensamientos para con nosotros,

No es posible contarlos ante ti.

Si yo anunciare y hablare de ellos,

No pueden ser enumerados.

40:

6 Sacrificio y ofrenda no te agrada;

Has abierto mis oídos;

Holocausto y expiación no has demandado.

40:

7 Entonces dije:

 He aquí, vengo;

En el rollo del libro está escrito de mí;

40:

8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,

Y tu ley está en medio de mi corazón.

40:

9 He anunciado justicia en grande congregación;

He aquí, no refrené mis labios,

Jehová, tú lo sabes.

40:

10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;

He publicado tu fidelidad y tu salvación;

No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea.

40:

11 Jehová, no retengas de mí tus misericordias;

Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.

40:

12 Porque me han rodeado males sin número;

Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista.

Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.

40:

13 Quieras, oh Jehová, librarme;

Jehová, apresúrate a socorrerme.

40:

14 Sean avergonzados y confundidos a una

Los que buscan mi vida para destruirla.

Vuelvan atrás y avergüéncense

Los que mi mal desean;

40:

15 Sean asolados en pago de su afrenta

Los que me dicen:

 ¡Ea, ea!

40:

16 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,

Y digan siempre los que aman tu salvación:

Jehová sea enaltecido.

40:

17 Aunque afligido yo y necesitado,

Jehová pensará en mí.

Mi ayuda y mi libertador eres tú;

Dios mío, no te tardes.

 

Los Salmos

Capítulo 41

41:

1 Bienaventurado el que piensa en el pobre;

En el día malo lo librará Jehová.

41:

2 Jehová lo guardará, y le dará vida;

Será bienaventurado en la tierra,

Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.

41:

3 Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;

Mullirás toda su cama en su enfermedad.

41:

4 Yo dije:

 Jehová, ten misericordia de mí;

Sana mi alma, porque contra ti he pecado.

41:

5 Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:

¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?

41:

6 Y si vienen a verme, hablan mentira;

Su corazón recoge para sí iniquidad,

Y al salir fuera la divulgan.

41:

7 Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;

Contra mí piensan mal, diciendo de mí:

41:

8 Cosa pestilencial se ha apoderado de él;

Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.

41:

9 Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,

Alzó contra mí el calcañar.

41:

10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar,

Y les daré el pago.

41:

11 En esto conoceré que te he agradado,

Que mi enemigo no se huelgue de mí.

41:

12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,

Y me has hecho estar delante de ti para siempre.

41:

13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,

Por los siglos de los siglos.

Amén y Amén.

 

Los Salmos

Capítulo 42

42:

1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,

Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

42:

2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;

¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

42:

3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,

Mientras me dicen todos los días:

 ¿Dónde está tu Dios?

42:

4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;

De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,

Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

42:

5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

42:

6 Dios mío, mi alma está abatida en mí;

Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,

Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

42:

7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;

Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

42:

8 Pero de día mandará Jehová su misericordia,

Y de noche su cántico estará conmigo,

Y mi oración al Dios de mi vida.

42:

9 Diré a Dios:

 Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?

¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

42:

10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,

Diciéndome cada día:

 ¿Dónde está tu Dios?

42:

11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

 

Los Salmos

Capítulo 43

43:

1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa;

Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.

43:

2 Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?

¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?

43:

3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán;

Me conducirán a tu santo monte,

Y a tus moradas.

43:

4 Entraré al altar de Dios,

Al Dios de mi alegría y de mi gozo;

Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

43:

5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

 

Los Salmos

Capítulo 44

44:

1 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,

La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.

44:

2 Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;

Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.

44:

3 Porque no se apoderaron de la tierra por su espada,

Ni su brazo los libró;

Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,

Porque te complaciste en ellos.

44:

4 Tú, oh Dios, eres mi rey;

Manda salvación a Jacob.

44:

5 Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;

En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.

44:

6 Porque no confiaré en mi arco,

Ni mi espada me salvará;

44:

7 Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,

Y has avergonzado a los que nos aborrecían.

44:

8 En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,

Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah

44:

9 Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar;

Y no sales con nuestros ejércitos.

44:

10 Nos hiciste retroceder delante del enemigo,

Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.

44:

11 Nos entregas como ovejas al matadero,

Y nos has esparcido entre las naciones.

44:

12 Has vendido a tu pueblo de balde;

No exigiste ningún precio.

44:

13 Nos pones por afrenta de nuestros vecinos,

Por escarnio y por burla de los que nos rodean.

44:

14 Nos pusiste por proverbio entre las naciones;

Todos al vernos menean la cabeza.

44:

15 Cada día mi vergüenza está delante de mí,

Y la confusión de mi rostro me cubre,

44:

16 Por la voz del que me vitupera y deshonra,

Por razón del enemigo y del vengativo.

44:

17 Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,

Y no hemos faltado a tu pacto.

44:

18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón,

Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,

44:

19 Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,

Y nos cubrieses con sombra de muerte.

44:

20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,

O alzado nuestras manos a dios ajeno,

44:

21 ¿No demandaría Dios esto?

Porque él conoce los secretos del corazón.

44:

22 Pero por causa de ti nos matan cada día;

Somos contados como ovejas para el matadero.

44:

23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor?

Despierta, no te alejes para siempre.

44:

24 ¿Por qué escondes tu rostro,

Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?

44:

25 Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo,

Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.

44:

26 Levántate para ayudarnos,

Y redímenos por causa de tu misericordia.

 

Los Salmos

Capítulo 45

45:

1 Rebosa mi corazón palabra buena;

Dirijo al rey mi canto;

Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.

45:

2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres;

La gracia se derramó en tus labios;

Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.

45:

3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,

Con tu gloria y con tu majestad.

45:

4 En tu gloria sé prosperado;

Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,

Y tu diestra te enseñará cosas terribles.

45:

5 Tus saetas agudas,

Con que caerán pueblos debajo de ti,

Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.

45:

6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;

Cetro de justicia es el cetro de tu reino.

45:

7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;

Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

45:

8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos;

Desde palacios de marfil te recrean.

45:

9 Hijas de reyes están entre tus ilustres;

Está la reina a tu diestra con oro de Ofir.

45:

10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;

Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;

45:

11 Y deseará el rey tu hermosura;

E inclínate a él, porque él es tu señor.

45:

12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes;

Implorarán tu favor los ricos del pueblo.

45:

13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada;

De brocado de oro es su vestido.

45:

14 Con vestidos bordados será llevada al rey;

Vírgenes irán en pos de ella,

Compañeras suyas serán traídas a ti.

45:

15 Serán traídas con alegría y gozo;

Entrarán en el palacio del rey.

45:

16 En lugar de tus padres serán tus hijos,

A quienes harás príncipes en toda la tierra.

45:

17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,

Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 46

46:

1 Dios es nuestro amparo y fortaleza,

Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

46:

2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,

Y se traspasen los montes al corazón del mar;

46:

3 Aunque bramen y se turben sus aguas,

Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah

46:

4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios,

El santuario de las moradas del Altísimo.

46:

5 Dios está en medio de ella; no será conmovida.

Dios la ayudará al clarear la mañana.

46:

6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos;

Dio él su voz, se derritió la tierra.

46:

7 Jehová de los ejércitos está con nosotros;

Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

46:

8 Venid, ved las obras de Jehová,

Que ha puesto asolamientos en la tierra.

46:

9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra.

Que quiebra el arco, corta la lanza,

Y quema los carros en el fuego.

46:

10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;

Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.

46:

11 Jehová de los ejércitos está con nosotros;

Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

 

Los Salmos

Capítulo 47

47:

1 Pueblos todos, batid las manos;

Aclamad a Dios con voz de júbilo.

47:

2 Porque Jehová el Altísimo es temible;

Rey grande sobre toda la tierra.

47:

3 El someterá a los pueblos debajo de nosotros,

Y a las naciones debajo de nuestros pies.

47:

4 El nos elegirá nuestras heredades;

La hermosura de Jacob, al cual amó. Selah

47:

5 Subió Dios con júbilo,

Jehová con sonido de trompeta.

47:

6 Cantad a Dios, cantad;

Cantad a nuestro Rey, cantad;

47:

7 Porque Dios es el Rey de toda la tierra;

Cantad con inteligencia.

47:

8 Reinó Dios sobre las naciones;

Se sentó Dios sobre su santo trono.

47:

9 Los príncipes de los pueblos se reunieron

Como pueblo del Dios de Abraham;

47:

10 Porque de Dios son los escudos de la tierra;

El es muy exaltado.

 

Los Salmos

Capítulo 48

48:

1 Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado

En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.

48:

2 Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,

Es el monte de Sion, a los lados del norte,

La ciudad del gran Rey.

48:

3 En sus palacios Dios es conocido por refugio.

48:

4 Porque he aquí los reyes de la tierra se reunieron;

Pasaron todos.

48:

5 Y viéndola ellos así, se maravillaron,

Se turbaron, se apresuraron a huir.

48:

6 Les tomó allí temblor;

Dolor como de mujer que da a luz.

48:

7 Con viento solano

Quiebras tú las naves de Tarsis.

48:

8 Como lo oímos, así lo hemos visto

En la ciudad de Jehová de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios;

La afirmará Dios para siempre. Selah

48:

9 Nos acordamos de tu misericordia, oh Dios,

En medio de tu templo.

48:

10 Conforme a tu nombre, oh Dios,

Así es tu loor hasta los fines de la tierra;

De justicia está llena tu diestra.

48:

11 Se alegrará el monte de Sion;

Se gozarán las hijas de Judá

Por tus juicios.

48:

12 Andad alrededor de Sion, y rodeadla;

Contad sus torres.

48:

13 Considerad atentamente su antemuro,

Mirad sus palacios;

Para que lo contéis a la generación venidera.

48:

14 Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre;

El nos guiará aun más allá de la muerte.

 

Los Salmos

Capítulo 49

49:

1 Oíd esto, pueblos todos;

Escuchad, habitantes todos del mundo,

49:

2 Así los plebeyos como los nobles,

El rico y el pobre juntamente.

49:

3 Mi boca hablará sabiduría,

Y el pensamiento de mi corazón inteligencia.

49:

4 Inclinaré al proverbio mi oído;

Declararé con el arpa mi enigma.

49:

5 ¿Por qué he de temer en los días de adversidad,

Cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare?

49:

6 Los que confían en sus bienes,

Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,

49:

7 Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,

Ni dar a Dios su rescate

49:

8 (Porque la redención de su vida es de gran precio,

Y no se logrará jamás),

49:

9 Para que viva en adelante para siempre,

Y nunca vea corrupción.

49:

10 Pues verá que aun los sabios mueren;

Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio,

Y dejan a otros sus riquezas.

49:

11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas,

Y sus habitaciones para generación y generación;

Dan sus nombres a sus tierras.

49:

12 Mas el hombre no permanecerá en honra;

Es semejante a las bestias que perecen.

49:

13 Este su camino es locura;

Con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos. Selah

49:

14 Como a rebaños que son conducidos al Seol,

La muerte los pastoreará,

Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana;

Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.

49:

15 Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol,

Porque él me tomará consigo. Selah

49:

16 No temas cuando se enriquece alguno,

Cuando aumenta la gloria de su casa;

49:

17 Porque cuando muera no llevará nada,

Ni descenderá tras él su gloria.

49:

18 Aunque mientras viva, llame dichosa a su alma,

Y sea loado cuando prospere,

49:

19 Entrará en la generación de sus padres,

Y nunca más verá la luz.

49:

20 El hombre que está en honra y no entiende,

Semejante es a las bestias que perecen.

 

Los Salmos

Capítulo 50

50:

1 El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra,

Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone.

50:

2 De Sion, perfección de hermosura,

Dios ha resplandecido.

50:

3 Vendrá nuestro Dios, y no callará;

Fuego consumirá delante de él,

Y tempestad poderosa le rodeará.

50:

4 Convocará a los cielos de arriba,

Y a la tierra, para juzgar a su pueblo.

50:

5 Juntadme mis santos,

Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.

50:

6 Y los cielos declararán su justicia,

Porque Dios es el juez. Selah

50:

7 Oye, pueblo mío, y hablaré;

Escucha, Israel, y testificaré contra ti:

Yo soy Dios, el Dios tuyo.

50:

8 No te reprenderé por tus sacrificios,

Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí.

50:

9 No tomaré de tu casa becerros,

Ni machos cabríos de tus apriscos.

50:

10 Porque mía es toda bestia del bosque,

Y los millares de animales en los collados.

50:

11 Conozco a todas las aves de los montes,

Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.

50:

12 Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;

Porque mío es el mundo y su plenitud.

50:

13 ¿He de comer yo carne de toros,

O de beber sangre de machos cabríos?

50:

14 Sacrifica a Dios alabanza,

Y paga tus votos al Altísimo;

50:

15 E invócame en el día de la angustia;

Te libraré, y tú me honrarás.

50:

16 Pero al malo dijo Dios:

¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes,

Y que tomar mi pacto en tu boca?

50:

17 Pues tú aborreces la corrección,

Y echas a tu espalda mis palabras.

50:

18 Si veías al ladrón, tú corrías con él,

Y con los adúlteros era tu parte.

50:

19 Tu boca metías en mal,

Y tu lengua componía engaño.

50:

20 Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano;

Contra el hijo de tu madre ponías infamia.

50:

21 Estas cosas hiciste, y yo he callado;

Pensabas que de cierto sería yo como tú;

Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.

50:

22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,

No sea que os despedace, y no haya quien os libre.

50:

23 El que sacrifica alabanza me honrará;

Y al que ordenare su camino,

Le mostraré la salvación de Dios.

 

Los Salmos

Capítulo 51

51:

1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;

Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

51:

2 Lávame más y más de mi maldad,

Y límpiame de mi pecado.

51:

3 Porque yo reconozco mis rebeliones,

Y mi pecado está siempre delante de mí.

51:

4 Contra ti, contra ti solo he pecado,

Y he hecho lo malo delante de tus ojos;

Para que seas reconocido justo en tu palabra,

Y tenido por puro en tu juicio.

51:

5 He aquí, en maldad he sido formado,

Y en pecado me concibió mi madre.

51:

6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,

Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

51:

7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;

Lávame, y seré más blanco que la nieve.

51:

8 Hazme oír gozo y alegría,

Y se recrearán los huesos que has abatido.

51:

9 Esconde tu rostro de mis pecados,

Y borra todas mis maldades.

51:

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,

Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

51:

11 No me eches de delante de ti,

Y no quites de mí tu santo Espíritu.

51:

12 Vuélveme el gozo de tu salvación,

Y espíritu noble me sustente.

51:

13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,

Y los pecadores se convertirán a ti.

51:

14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;

Cantará mi lengua tu justicia.

51:

15 Señor, abre mis labios,

Y publicará mi boca tu alabanza.

51:

16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;

No quieres holocausto.

51:

17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;

Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

51:

18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;

Edifica los muros de Jerusalén.

51:

19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,

el holocausto u ofrenda del todo quemada;

Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

 

Los Salmos

Capítulo 52

52:

1 ¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso?

La misericordia de Dios es continua.

52:

2 Agravios maquina tu lengua;

Como navaja afilada hace engaño.

52:

3 Amaste el mal más que el bien,

La mentira más que la verdad. Selah

52:

4 Has amado toda suerte de palabras perniciosas,

Engañosa lengua.

52:

5 Por tanto, Dios te destruirá para siempre;

Te asolará y te arrancará de tu morada,

Y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Selah

52:

6 Verán los justos, y temerán;

Se reirán de él, diciendo:

52:

7 He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza,

Sino que confió en la multitud de sus riquezas,

Y se mantuvo en su maldad.

52:

8 Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios;

En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre.

52:

9 Te alabaré para siempre, porque lo has hecho así;

Y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos.

 

Los Salmos

Capítulo 53

53:

1 Dice el necio en su corazón:

 No hay Dios.

Se han corrompido, e hicieron abominable maldad;

No hay quien haga bien.

53:

2 Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres,

Para ver si había algún entendido

Que buscara a Dios.

53:

3 Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido;

No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno.

53:

4 ¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad,

Que devoran a mi pueblo como si comiesen pan,

Y a Dios no invocan?

53:

5 Allí se sobresaltaron de pavor donde no había miedo,

Porque Dios ha esparcido los huesos del que puso asedio contra ti;

Los avergonzaste, porque Dios los desechó.

53:

6 ¡Oh, si saliera de Sion la salvación de Israel!

Cuando Dios hiciere volver de la cautividad a su pueblo,

Se gozará Jacob, y se alegrará Israel.

 

Los Salmos

Capítulo 54

54:

1 Oh Dios, sálvame por tu nombre,

Y con tu poder defiéndeme.

54:

2 Oh Dios, oye mi oración;

Escucha las razones de mi boca.

54:

3 Porque extraños se han levantado contra mí,

Y hombres violentos buscan mi vida;

No han puesto a Dios delante de sí. Selah

54:

4 He aquí, Dios es el que me ayuda;

El Señor está con los que sostienen mi vida.

54:

5 El devolverá el mal a mis enemigos;

Córtalos por tu verdad.

54:

6 Voluntariamente sacrificaré a ti;

Alabaré tu nombre, oh Jehová, porque es bueno.

54:

7 Porque él me ha librado de toda angustia,

Y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos.

 

Los Salmos

Capítulo 55

55:

1 Escucha, oh Dios, mi oración,

Y no te escondas de mi súplica.

55:

2 Está atento, y respóndeme;

Clamo en mi oración, y me conmuevo,

55:

3 A causa de la voz del enemigo,

Por la opresión del impío;

Porque sobre mí echaron iniquidad,

Y con furor me persiguen.

55:

4 Mi corazón está dolorido dentro de mí,

Y terrores de muerte sobre mí han caído.

55:

5 Temor y temblor vinieron sobre mí,

Y terror me ha cubierto.

55:

6 Y dije:

 ¡Quién me diese alas como de paloma!

Volaría yo, y descansaría.

55:

7 Ciertamente huiría lejos;

Moraría en el desierto. Selah

55:

8 Me apresuraría a escapar

Del viento borrascoso, de la tempestad.

55:

9 Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos;

Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.

55:

10 Día y noche la rodean sobre sus muros,

E iniquidad y trabajo hay en medio de ella.

55:

11 Maldad hay en medio de ella,

Y el fraude y el engaño no se apartan de sus plazas.

55:

12 Porque no me afrentó un enemigo,

Lo cual habría soportado;

Ni se alzó contra mí el que me aborrecía,

Porque me hubiera ocultado de él;

55:

13 Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío,

Mi guía, y mi familiar;

55:

14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos,

Y andábamos en amistad en la casa de Dios.

55:

15 Que la muerte les sorprenda;

Desciendan vivos al Seol,

Porque hay maldades en sus moradas, en medio de ellos.

55:

16 En cuanto a mí, a Dios clamaré;

Y Jehová me salvará.

55:

17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré,

Y él oirá mi voz.

55:

18 El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,

Aunque contra mí haya muchos.

55:

19 Dios oirá, y los quebrantará luego,

El que permanece desde la antigüedad;

Por cuanto no cambian,

Ni temen a Dios. Selah

55:

20 Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él;

Violó su pacto.

55:

21 Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla,

Pero guerra hay en su corazón;

Suaviza sus palabras más que el aceite,

Mas ellas son espadas desnudas.

55:

22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;

No dejará para siempre caído al justo.

55:

23 Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición.

Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días;

Pero yo en ti confiaré.

 

Los Salmos

Capítulo 56

56:

1 Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre;

Me oprime combatiéndome cada día.

56:

2 Todo el día mis enemigos me pisotean;

Porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia.

56:

3 En el día que temo,

Yo en ti confío.

56:

4 En Dios alabaré su palabra;

En Dios he confiado; no temeré;

¿Qué puede hacerme el hombre?

56:

5 Todos los días ellos pervierten mi causa;

Contra mí son todos sus pensamientos para mal.

56:

6 Se reúnen, se esconden,

Miran atentamente mis pasos,

Como quienes acechan a mi alma.

56:

7 Pésalos según su iniquidad, oh Dios,

Y derriba en tu furor a los pueblos.

56:

8 Mis huidas tú has contado;

Pon mis lágrimas en tu redoma;

¿No están ellas en tu libro?

56:

9 Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare;

Esto sé, que Dios está por mí.

56:

10 En Dios alabaré su palabra;

En Jehová su palabra alabaré.

56:

11 En Dios he confiado; no temeré;

¿Qué puede hacerme el hombre?

56:

12 Sobre mí, oh Dios, están tus votos;

Te tributaré alabanzas.

56:

13 Porque has librado mi alma de la muerte,

Y mis pies de caída,

Para que ande delante de Dios

En la luz de los que viven.

 

Los Salmos

Capítulo 57

57:

1 Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí;

Porque en ti ha confiado mi alma,

Y en la sombra de tus alas me ampararé

Hasta que pasen los quebrantos.

57:

2 Clamaré al Dios Altísimo,

Al Dios que me favorece.

57:

3 El enviará desde los cielos, y me salvará

De la infamia del que me acosa; Selah

Dios enviará su misericordia y su verdad.

57:

4 Mi vida está entre leones;

Estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas;

Sus dientes son lanzas y saetas,

Y su lengua espada aguda.

57:

5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;

Sobre toda la tierra sea tu gloria.

57:

6 Red han armado a mis pasos;

Se ha abatido mi alma;

Hoyo han cavado delante de mí;

En medio de él han caído ellos mismos. Selah

57:

7 Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto;

Cantaré, y trovaré salmos.

57:

8 Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa;

Me levantaré de mañana.

57:

9 Te alabaré entre los pueblos, oh Señor;

Cantaré de ti entre las naciones.

57:

10 Porque grande es hasta los cielos tu misericordia,

Y hasta las nubes tu verdad.

57:

11 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;

Sobre toda la tierra sea tu gloria.

 

Los Salmos

Capítulo 58

58:

1 Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia?

¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?

58:

2 Antes en el corazón maquináis iniquidades;

Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.

58:

3 Se apartaron los impíos desde la matriz;

Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.

58:

4 Veneno tienen como veneno de serpiente;

Son como el áspid sordo que cierra su oído,

58:

5 Que no oye la voz de los que encantan,

Por más hábil que el encantador sea.

58:

6 Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas;

Quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos.

58:

7 Sean disipados como aguas que corren;

Cuando disparen sus saetas, sean hechas pedazos.

58:

8 Pasen ellos como el caracol que se deslíe;

Como el que nace muerto, no vean el sol.

58:

9 Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos,

Así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad.

58:

10 Se alegrará el justo cuando viere la venganza;

Sus pies lavará en la sangre del impío.

58:

11 Entonces dirá el hombre:

 Ciertamente hay galardón para el justo;

Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.

 

Los Salmos

Capítulo 59

59:

1 Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío;

Ponme a salvo de los que se levantan contra mí.

59:

2 Líbrame de los que cometen iniquidad,

Y sálvame de hombres sanguinarios.

59:

3 Porque he aquí están acechando mi vida;

Se han juntado contra mí poderosos.

No por falta mía, ni pecado mío, oh Jehová;

59:

4 Sin delito mío corren y se aperciben.

Despierta para venir a mi encuentro, y mira.

59:

5 Y tú, Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel,

Despierta para castigar a todas las naciones;

No tengas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. Selah

59:

6 Volverán a la tarde, ladrarán como perros,

Y rodearán la ciudad.

59:

7 He aquí proferirán con su boca;

Espadas hay en sus labios,

Porque dicen:

 ¿Quién oye?

59:

8 Mas tú, Jehová, te reirás de ellos;

Te burlarás de todas las naciones.

59:

9 A causa del poder del enemigo esperaré en ti,

Porque Dios es mi defensa.

59:

10 El Dios de mi misericordia irá delante de mí;

Dios hará que vea en mis enemigos mi deseo.

59:

11 No los mates, para que mi pueblo no olvide;

Dispérsalos con tu poder, y abátelos,

Oh Jehová, escudo nuestro.

59:

12 Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios,

Sean ellos presos en su soberbia,

Y por la maldición y mentira que profieren.

59:

13 Acábalos con furor, acábalos, para que no sean;

Y sépase que Dios gobierna en Jacob

Hasta los fines de la tierra. Selah

59:

14 Vuelvan, pues, a la tarde, y ladren como perros,

Y rodeen la ciudad.

59:

15 Anden ellos errantes para hallar qué comer;

Y si no se sacian, pasen la noche quejándose.

59:

16 Pero yo cantaré de tu poder,

Y alabaré de mañana tu misericordia;

Porque has sido mi amparo

Y refugio en el día de mi angustia.

59:

17 Fortaleza mía, a ti cantaré;

Porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia.

 

Los Salmos

Capítulo 60

60:

1 Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste;

Te has airado; ¡vuélvete a nosotros!

60:

2 Hiciste temblar la tierra, la has hendido;

Sana sus roturas, porque titubea.

60:

3 Has hecho ver a tu pueblo cosas duras;

Nos hiciste beber vino de aturdimiento.

60:

4 Has dado a los que te temen bandera

Que alcen por causa de la verdad. Selah

60:

5 Para que se libren tus amados,

Salva con tu diestra, y óyeme.

60:

6 Dios ha dicho en su santuario:

 Yo me alegraré;

Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

60:

7 Mío es Galaad, y mío es Manasés;

Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;

Judá es mi legislador.

60:

8 Moab, vasija para lavarme;

Sobre Edom echaré mi calzado;

Me regocijaré sobre Filistea.

60:

9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?

¿Quién me llevará hasta Edom?

60:

10 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,

Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

60:

11 Danos socorro contra el enemigo,

Porque vana es la ayuda de los hombres.

60:

12 En Dios haremos proezas,

Y él hollará a nuestros enemigos.

 

Los Salmos

Capítulo 61

61:

1 Oye, oh Dios, mi clamor;

A mi oración atiende.

61:

2 Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare.

Llévame a la roca que es más alta que yo,

61:

3 Porque tú has sido mi refugio,

Y torre fuerte delante del enemigo.

61:

4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre;

Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah

61:

5 Porque tú, oh Dios, has oído mis votos;

Me has dado la heredad de los que temen tu nombre.

61:

6 Días sobre días añadirás al rey;

Sus años serán como generación y generación.

61:

7 Estará para siempre delante de Dios;

Prepara misericordia y verdad para que lo conserven.

61:

8 Así cantaré tu nombre para siempre,

Pagando mis votos cada día.

 

Los Salmos

Capítulo 62

62:

1 En Dios solamente está acallada mi alma;

De él viene mi salvación.

62:

2 El solamente es mi roca y mi salvación;

Es mi refugio, no resbalaré mucho.

62:

3 ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre,

Tratando todos vosotros de aplastarle

Como pared desplomada y como cerca derribada?

62:

4 Solamente consultan para arrojarle de su grandeza.

Aman la mentira;

Con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón. Selah

62:

5 Alma mía, en Dios solamente reposa,

Porque de él es mi esperanza.

62:

6 El solamente es mi roca y mi salvación.

Es mi refugio, no resbalaré.

62:

7 En Dios está mi salvación y mi gloria;

En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.

62:

8 Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos;

Derramad delante de él vuestro corazón;

Dios es nuestro refugio. Selah

62:

9 Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;

Pesándolos a todos igualmente en la balanza,

Serán menos que nada.

62:

10 No confiéis en la violencia,

Ni en la rapiña; no os envanezcáis;

Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

62:

11 Una vez habló Dios;

Dos veces he oído esto:

Que de Dios es el poder,

62:

12 Y tuya, oh Señor, es la misericordia;

Porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.

 

Los Salmos

Capítulo 63

63:

1 Dios, Dios mío eres tú;

De madrugada te buscaré;

Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,

En tierra seca y árida donde no hay aguas,

63:

2 Para ver tu poder y tu gloria,

Así como te he mirado en el santuario.

63:

3 Porque mejor es tu misericordia que la vida;

Mis labios te alabarán.

63:

4 Así te bendeciré en mi vida;

En tu nombre alzaré mis manos.

63:

5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma,

Y con labios de júbilo te alabará mi boca,

63:

6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho,

Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.

63:

7 Porque has sido mi socorro,

Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.

63:

8 Está mi alma apegada a ti;

Tu diestra me ha sostenido.

63:

9 Pero los que para destrucción buscaron mi alma

Caerán en los sitios bajos de la tierra.

63:

10 Los destruirán a filo de espada;

Serán porción de los chacales.

63:

11 Pero el rey se alegrará en Dios;

Será alabado cualquiera que jura por él;

Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.

 

Los Salmos

Capítulo 64

64:

1 Escucha, oh Dios, la voz de mi queja;

Guarda mi vida del temor del enemigo.

64:

2 Escóndeme del consejo secreto de los malignos,

De la conspiración de los que hacen iniquidad,

64:

3 Que afilan como espada su lengua;

Lanzan cual saeta suya, palabra amarga,

64:

4 Para asaetear a escondidas al íntegro;

De repente lo asaetean, y no temen.

64:

5 Obstinados en su inicuo designio,

Tratan de esconder los lazos,

Y dicen:

 ¿Quién los ha de ver?

64:

6 Inquieren iniquidades, hacen una investigación exacta;

Y el íntimo pensamiento de cada uno de ellos, así como su corazón, es profundo.

64:

7 Mas Dios los herirá con saeta;

De repente serán sus plagas.

64:

8 Sus propias lenguas los harán caer;

Se espantarán todos los que los vean.

64:

9 Entonces temerán todos los hombres,

Y anunciarán la obra de Dios,

Y entenderán sus hechos.

64:

10 Se alegrará el justo en Jehová, y confiará en él;

Y se gloriarán todos los rectos de corazón.

 

Los Salmos

Capítulo 65

65:

1 Tuya es la alabanza en Sion, oh Dios,

Y a ti se pagarán los votos.

65:

2 Tú oyes la oración;

A ti vendrá toda carne.

65:

3 Las iniquidades prevalecen contra mí;

Mas nuestras rebeliones tú las perdonarás.

65:

4 Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti,

Para que habite en tus atrios;

Seremos saciados del bien de tu casa,

De tu santo templo.

65:

5 Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia,

Oh Dios de nuestra salvación,

Esperanza de todos los términos de la tierra,

Y de los más remotos confines del mar.

65:

6 Tú, el que afirma los montes con su poder,

Ceñido de valentía;

65:

7 El que sosiega el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas,

Y el alboroto de las naciones.

65:

8 Por tanto, los habitantes de los fines de la tierra temen de tus maravillas.

Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.

65:

9 Visitas la tierra, y la riegas;

En gran manera la enriqueces;

Con el río de Dios, lleno de aguas,

Preparas el grano de ellos, cuando así la dispones.

65:

10 Haces que se empapen sus surcos,

Haces descender sus canales;

La ablandas con lluvias,

Bendices sus renuevos.

65:

11 Tú coronas el año con tus bienes,

Y tus nubes destilan grosura.

65:

12 Destilan sobre los pastizales del desierto,

Y los collados se ciñen de alegría.

65:

13 Se visten de manadas los llanos,

Y los valles se cubren de grano;

Dan voces de júbilo, y aun cantan.

 

Los Salmos

Capítulo 66

66:

1 Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.

66:

2 Cantad la gloria de su nombre;

Poned gloria en su alabanza.

66:

3 Decid a Dios:

 ¡Cuán asombrosas son tus obras!

Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.

66:

4 Toda la tierra te adorará,

Y cantará a ti;

Cantarán a tu nombre. Selah

66:

5 Venid, y ved las obras de Dios,

Temible en hechos sobre los hijos de los hombres.

66:

6 Volvió el mar en seco;

Por el río pasaron a pie;

Allí en él nos alegramos.

66:

7 El señorea con su poder para siempre;

Sus ojos atalayan sobre las naciones;

Los rebeldes no serán enaltecidos. Selah

66:

8 Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,

Y haced oír la voz de su alabanza.

66:

9 El es quien preservó la vida a nuestra alma,

Y no permitió que nuestros pies resbalasen.

66:

10 Porque tú nos probaste, oh Dios;

Nos ensayaste como se afina la plata.

66:

11 Nos metiste en la red;

Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.

66:

12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;

Pasamos por el fuego y por el agua,

Y nos sacaste a abundancia.

66:

13 Entraré en tu casa con holocaustos;

Te pagaré mis votos,

66:

14 Que pronunciaron mis labios

Y habló mi boca, cuando estaba angustiado.

66:

15 Holocaustos de animales engordados te ofreceré,

Con sahumerio de carneros;

Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos. Selah

66:

16 Venid, oíd todos los que teméis a Dios,

Y contaré lo que ha hecho a mi alma.

66:

17 A él clamé con mi boca,

Y fue exaltado con mi lengua.

66:

18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,

El Señor no me habría escuchado.

66:

19 Mas ciertamente me escuchó Dios;

Atendió a la voz de mi súplica.

66:

20 Bendito sea Dios,

Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.

 

Los Salmos

Capítulo 67

67:

1 Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga;

Haga resplandecer su rostro sobre nosotros; Selah

67:

2 Para que sea conocido en la tierra tu camino,

En todas las naciones tu salvación.

67:

3 Te alaben los pueblos, oh Dios;

Todos los pueblos te alaben.

67:

4 Alégrense y gócense las naciones,

Porque juzgarás los pueblos con equidad,

Y pastorearás las naciones en la tierra. Selah

67:

5 Te alaben los pueblos, oh Dios;

Todos los pueblos te alaben.

67:

6 La tierra dará su fruto;

Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.

67:

7 Bendíganos Dios,

Y témanlo todos los términos de la tierra.

 

Los Salmos

Capítulo 68

68:

1 Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos,

Y huyan de su presencia los que le aborrecen.

68:

2 Como es lanzado el humo, los lanzarás;

Como se derrite la cera delante del fuego,

Así perecerán los impíos delante de Dios.

68:

3 Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios,

Y saltarán de alegría.

68:

4 Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre;

Exaltad al que cabalga sobre los cielos.

JAH es su nombre; alegraos delante de él.

68:

5 Padre de huérfanos y defensor de viudas

Es Dios en su santa morada.

68:

6 Dios hace habitar en familia a los desamparados;

Saca a los cautivos a prosperidad;

Mas los rebeldes habitan en tierra seca.

68:

7 Oh Dios, cuando tú saliste delante de tu pueblo,

Cuando anduviste por el desierto, Selah

68:

8 La tierra tembló;

También destilaron los cielos ante la presencia de Dios;

Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.

68:

9 Abundante lluvia esparciste, oh Dios;

A tu heredad exhausta tú la reanimaste.

68:

10 Los que son de tu grey han morado en ella;

Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre.

68:

11 El Señor daba palabra;

Había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas.

68:

12 Huyeron, huyeron reyes de ejércitos,

Y las que se quedaban en casa repartían los despojos.

68:

13 Bien que fuisteis echados entre los tiestos,

Seréis como alas de paloma cubiertas de plata,

Y sus plumas con amarillez de oro.

68:

14 Cuando esparció el Omnipotente los reyes allí,

Fue como si hubiese nevado en el monte Salmón.

68:

15 Monte de Dios es el monte de Basán;

Monte alto el de Basán.

68:

16 ¿Por qué observáis, oh montes altos,

Al monte que deseó Dios para su morada?

Ciertamente Jehová habitará en él para siempre.

68:

17 Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares;

El Señor viene del Sinaí a su santuario.

68:

18 Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad,

Tomaste dones para los hombres,

Y también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios.

68:

19 Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios

El Dios de nuestra salvación. Selah

68:

20 Dios, nuestro Dios ha de salvarnos,

Y de Jehová el Señor es el librar de la muerte.

68:

21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos,

La testa cabelluda del que camina en sus pecados.

68:

22 El Señor dijo:

 De Basán te haré volver;

Te haré volver de las profundidades del mar;

68:

23 Porque tu pie se enrojecerá de sangre de tus enemigos,

Y de ella la lengua de tus perros.

68:

24 Vieron tus caminos, oh Dios;

Los caminos de mi Dios, de mi Rey, en el santuario.

68:

25 Los cantores iban delante, los músicos detrás;

En medio las doncellas con panderos.

68:

26 Bendecid a Dios en las congregaciones;

Al Señor, vosotros de la estirpe de Israel.

68:

27 Allí estaba el joven Benjamín, señoreador de ellos,

Los príncipes de Judá en su congregación,

Los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.

68:

28 Tu Dios ha ordenado tu fuerza;

Confirma, oh Dios, lo que has hecho para nosotros.

68:

29 Por razón de tu templo en Jerusalén

Los reyes te ofrecerán dones.

68:

30 Reprime la reunión de gentes armadas,

La multitud de toros con los becerros de los pueblos,

Hasta que todos se sometan con sus piezas de plata;

Esparce a los pueblos que se complacen en la guerra.

68:

31 Vendrán príncipes de Egipto;

Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios.

68:

32 Reinos de la tierra, cantad a Dios,

Cantad al Señor; Selah

68:

33 Al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la antigüedad;

He aquí dará su voz, poderosa voz.

68:

34 Atribuid poder a Dios;

Sobre Israel es su magnificencia,

Y su poder está en los cielos.

68:

35 Temible eres, oh Dios, desde tus santuarios;

El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo.

Bendito sea Dios.

 

Los Salmos

Capítulo 69

69:

1 Sálvame, oh Dios,

Porque las aguas han entrado hasta el alma.

69:

2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie;

He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.

69:

3 Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido;

Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.

69:

4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa;

Se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué.

¿Y he de pagar lo que no robé?

69:

5 Dios, tú conoces mi insensatez,

Y mis pecados no te son ocultos.

69:

6 No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor Jehová de los ejércitos;

No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.

69:

7 Porque por amor de ti he sufrido afrenta;

Confusión ha cubierto mi rostro.

69:

8 Extraño he sido para mis hermanos,

Y desconocido para los hijos de mi madre.

69:

9 Porque me consumió el celo de tu casa;

Y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.

69:

10 Lloré afligiendo con ayuno mi alma,

Y esto me ha sido por afrenta.

69:

11 Puse además cilicio por mi vestido,

Y vine a serles por proverbio.

69:

12 Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta,

Y me zaherían en sus canciones los bebedores.

69:

13 Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad;

Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia,

Por la verdad de tu salvación, escúchame.

69:

14 Sácame del lodo, y no sea yo sumergido;

Sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas.

69:

15 No me anegue la corriente de las aguas,

Ni me trague el abismo,

Ni el pozo cierre sobre mí su boca.

69:

16 Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia;

Mírame conforme a la multitud de tus piedades.

69:

17 No escondas de tu siervo tu rostro,

Porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme.

69:

18 Acércate a mi alma, redímela;

Líbrame a causa de mis enemigos.

69:

19 Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio;

Delante de ti están todos mis adversarios.

69:

20 El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado.

Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo;

Y consoladores, y ninguno hallé.

69:

21 Me pusieron además hiel por comida,

Y en mi sed me dieron a beber vinagre.

69:

22 Sea su convite delante de ellos por lazo,

Y lo que es para bien, por tropiezo.

69:

23 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,

Y haz temblar continuamente sus lomos.

69:

24 Derrama sobre ellos tu ira,

Y el furor de tu enojo los alcance.

69:

25 Sea su palacio asolado;

En sus tiendas no haya morador.

69:

26 Porque persiguieron al que tú heriste,

Y cuentan del dolor de los que tú llagaste.

69:

27 Pon maldad sobre su maldad,

Y no entren en tu justicia.

69:

28 Sean raídos del libro de los vivientes,

Y no sean escritos entre los justos.

69:

29 Mas a mí, afligido y miserable,

Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.

69:

30 Alabaré yo el nombre de Dios con cántico,

Lo exaltaré con alabanza.

69:

31 Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey,

O becerro que tiene cuernos y pezuñas;

69:

32 Lo verán los oprimidos, y se gozarán.

Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón,

69:

33 Porque Jehová oye a los menesterosos,

Y no menosprecia a sus prisioneros.

69:

34 Alábenle los cielos y la tierra,

Los mares, y todo lo que se mueve en ellos.

69:

35 Porque Dios salvará a Sion, y reedificará las ciudades de Judá;

Y habitarán allí, y la poseerán.

69:

36 La descendencia de sus siervos la heredará,

Y los que aman su nombre habitarán en ella.

 

Los Salmos

Capítulo 70

70:

1 Oh Dios, acude a librarme;

Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.

70:

2 Sean avergonzados y confundidos

Los que buscan mi vida;

Sean vueltos atrás y avergonzados

Los que mi mal desean.

70:

3 Sean vueltos atrás, en pago de su afrenta hecha,

Los que dicen:

 ¡Ah! ¡Ah!

70:

4 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,

Y digan siempre los que aman tu salvación:

Engrandecido sea Dios.

70:

5 Yo estoy afligido y menesteroso;

Apresúrate a mí, oh Dios.

Ayuda mía y mi libertador eres tú;

Oh Jehová, no te detengas.

 

Los Salmos

Capítulo 71

71:

1 En ti, oh Jehová, me he refugiado;

No sea yo avergonzado jamás.

71:

2 Socórreme y líbrame en tu justicia;

Inclina tu oído y sálvame.

71:

3 Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente.

Tú has dado mandamiento para salvarme,

Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.

71:

4 Dios mío, líbrame de la mano del impío,

De la mano del perverso y violento.

71:

5 Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza,

Seguridad mía desde mi juventud.

71:

6 En ti he sido sustentado desde el vientre;

De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó;

De ti será siempre mi alabanza.

71:

7 Como prodigio he sido a muchos,

Y tú mi refugio fuerte.

71:

8 Sea llena mi boca de tu alabanza,

De tu gloria todo el día.

71:

9 No me deseches en el tiempo de la vejez;

Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.

71:

10 Porque mis enemigos hablan de mí,

Y los que acechan mi alma consultaron juntamente,

71:

11 Diciendo:

 Dios lo ha desamparado;

Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre.

71:

12 Oh Dios, no te alejes de mí;

Dios mío, acude pronto en mi socorro.

71:

13 Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;

Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.

71:

14 Mas yo esperaré siempre,

Y te alabaré más y más.

71:

15 Mi boca publicará tu justicia

Y tus hechos de salvación todo el día,

Aunque no sé su número.

71:

16 Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor;

Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola.

71:

17 Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,

Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.

71:

18 Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,

Hasta que anuncie tu poder a la posteridad,

Y tu potencia a todos los que han de venir,

71:

19 Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso.

Tú has hecho grandes cosas;

Oh Dios, ¿quién como tú?

71:

20 Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males,

Volverás a darme vida,

Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.

71:

21 Aumentarás mi grandeza,

Y volverás a consolarme.

71:

22 Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio,

Oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa,

Oh Santo de Israel.

71:

23 Mis labios se alegrarán cuando cante a ti,

Y mi alma, la cual redimiste.

71:

24 Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día;

Por cuanto han sido avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban.

 

Los Salmos

Capítulo 72

72:

1 Oh Dios, da tus juicios al rey,

Y tu justicia al hijo del rey.

72:

2 El juzgará a tu pueblo con justicia,

Y a tus afligidos con juicio.

72:

3 Los montes llevarán paz al pueblo,

Y los collados justicia.

72:

4 Juzgará a los afligidos del pueblo,

Salvará a los hijos del menesteroso,

Y aplastará al opresor.

72:

5 Te temerán mientras duren el sol

Y la luna, de generación en generación.

72:

6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada;

Como el rocío que destila sobre la tierra.

72:

7 Florecerá en sus días justicia,

Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

72:

8 Dominará de mar a mar,

Y desde el río hasta los confines de la tierra.

72:

9 Ante él se postrarán los moradores del desierto,

Y sus enemigos lamerán el polvo.

72:

10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes;

Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.

72:

11 Todos los reyes se postrarán delante de él;

Todas las naciones le servirán.

72:

12 Porque él librará al menesteroso que clamare,

Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

72:

13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso,

Y salvará la vida de los pobres.

72:

14 De engaño y de violencia redimirá sus almas,

Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

72:

15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá,

Y se orará por él continuamente;

Todo el día se le bendecirá.

72:

16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes;

Su fruto hará ruido como el Líbano,

Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

72:

17 Será su nombre para siempre,

Se perpetuará su nombre mientras dure el sol.

Benditas serán en él todas las naciones;

Lo llamarán bienaventurado.

72:

18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel,

El único que hace maravillas.

72:

19 Bendito su nombre glorioso para siempre,

Y toda la tierra sea llena de su gloria.

Amén y Amén.

72:

20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

 

Los Salmos

Capítulo 73

73:

1 Ciertamente es bueno Dios para con Israel,

Para con los limpios de corazón.

73:

2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;

Por poco resbalaron mis pasos.

73:

3 Porque tuve envidia de los arrogantes,

Viendo la prosperidad de los impíos.

73:

4 Porque no tienen congojas por su muerte,

Pues su vigor está entero.

73:

5 No pasan trabajos como los otros mortales,

Ni son azotados como los demás hombres.

73:

6 Por tanto, la soberbia los corona;

Se cubren de vestido de violencia.

73:

7 Los ojos se les saltan de gordura;

Logran con creces los antojos del corazón.

73:

8 Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;

Hablan con altanería.

73:

9 Ponen su boca contra el cielo,

Y su lengua pasea la tierra.

73:

10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,

Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.

73:

11 Y dicen:

 ¿Cómo sabe Dios?

¿Y hay conocimiento en el Altísimo?

73:

12 He aquí estos impíos,

Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.

73:

13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,

Y lavado mis manos en inocencia;

73:

14 Pues he sido azotado todo el día,

Y castigado todas las mañanas.

73:

15 Si dijera yo:

 Hablaré como ellos,

He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.

73:

16 Cuando pensé para saber esto,

Fue duro trabajo para mí,

73:

17 Hasta que entrando en el santuario de Dios,

Comprendí el fin de ellos.

73:

18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos;

En asolamientos los harás caer.

73:

19 ¡Cómo han sido asolados de repente!

Perecieron, se consumieron de terrores.

73:

20 Como sueño del que despierta,

Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.

73:

21 Se llenó de amargura mi alma,

Y en mi corazón sentía punzadas.

73:

22 Tan torpe era yo, que no entendía;

Era como una bestia delante de ti.

73:

23 Con todo, yo siempre estuve contigo;

Me tomaste de la mano derecha.

73:

24 Me has guiado según tu consejo,

Y después me recibirás en gloria.

73:

25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?

Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

73:

26 Mi carne y mi corazón desfallecen;

Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

73:

27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;

Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.

73:

28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;

He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,

Para contar todas tus obras.

 

Los Salmos

Capítulo 74

74:

1 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre?

¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?

74:

2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos,

La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia;

Este monte de Sion, donde has habitado.

74:

3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos,

A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.

74:

4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas;

Han puesto sus divisas por señales.

74:

5 Se parecen a los que levantan

El hacha en medio de tupido bosque.

74:

6 Y ahora con hachas y martillos

Han quebrado todas sus entalladuras.

74:

7 Han puesto a fuego tu santuario,

Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.

74:

8 Dijeron en su corazón:

 Destruyámoslos de una vez;

Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.

74:

9 No vemos ya nuestras señales;

No hay más profeta,

Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.

74:

10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador?

¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

74:

11 ¿Por qué retraes tu mano?

¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?

74:

12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo;

El que obra salvación en medio de la tierra.

74:

13 Dividiste el mar con tu poder;

Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.

74:

14 Magullaste las cabezas del leviatán,

Y lo diste por comida a los moradores del desierto.

74:

15 Abriste la fuente y el río;

Secaste ríos impetuosos.

74:

16 Tuyo es el día, tuya también es la noche;

Tú estableciste la luna y el sol.

74:

17 Tú fijaste todos los términos de la tierra;

El verano y el invierno tú los formaste.

74:

18 Acuérdate de esto:

 que el enemigo ha afrentado a Jehová,

Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

74:

19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola,

Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

74:

20 Mira al pacto,

Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.

74:

21 No vuelva avergonzado el abatido;

El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.

74:

22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa;

Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.

74:

23 No olvides las voces de tus enemigos;

El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

 

Los Salmos

Capítulo 75

75:

1 Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos,

Pues cercano está tu nombre;

Los hombres cuentan tus maravillas.

75:

2 Al tiempo que señalaré

Yo juzgaré rectamente.

75:

3 Se arruinaban la tierra y sus moradores;

Yo sostengo sus columnas. Selah

75:

4 Dije a los insensatos:

 No os infatuéis;

Y a los impíos:

 No os enorgullezcáis;

75:

5 No hagáis alarde de vuestro poder;

No habléis con cerviz erguida.

75:

6 Porque ni de oriente ni de occidente,

Ni del desierto viene el enaltecimiento.

75:

7 Mas Dios es el juez;

A éste humilla, y a aquél enaltece.

75:

8 Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino está fermentado,

Lleno de mistura; y él derrama del mismo;

Hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán todos los impíos de la tierra.

75:

9 Pero yo siempre anunciaré

Y cantaré alabanzas al Dios de Jacob.

75:

10 Quebrantaré todo el poderío de los pecadores,

Pero el poder del justo será exaltado.

 

Los Salmos

Capítulo 76

76:

1 Dios es conocido en Judá;

En Israel es grande su nombre.

76:

2 En Salem está su tabernáculo,

Y su habitación en Sion.

76:

3 Allí quebró las saetas del arco,

El escudo, la espada y las armas de guerra. Selah

76:

4 Glorioso eres tú, poderoso más que los montes de caza.

76:

5 Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño;

No hizo uso de sus manos ninguno de los varones fuertes.

76:

6 A tu reprensión, oh Dios de Jacob,

El carro y el caballo fueron entorpecidos.

76:

7 Tú, temible eres tú;

¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira?

76:

8 Desde los cielos hiciste oír juicio;

La tierra tuvo temor y quedó suspensa

76:

9 Cuando te levantaste, oh Dios, para juzgar,

Para salvar a todos los mansos de la tierra. Selah

76:

10 Ciertamente la ira del hombre te alabará;

Tú reprimirás el resto de las iras.

76:

11 Prometed, y pagad a Jehová vuestro Dios;

Todos los que están alrededor de él, traigan ofrendas al Temible.

76:

12 Cortará él el espíritu de los príncipes;

Temible es a los reyes de la tierra.

 

Los Salmos

Capítulo 77

77:

1 Con mi voz clamé a Dios,

A Dios clamé, y él me escuchará.

77:

2 Al Señor busqué en el día de mi angustia;

Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso;

Mi alma rehusaba consuelo.

77:

3 Me acordaba de Dios, y me conmovía;

Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah

77:

4 No me dejabas pegar los ojos;

Estaba yo quebrantado, y no hablaba.

77:

5 Consideraba los días desde el principio,

Los años de los siglos.

77:

6 Me acordaba de mis cánticos de noche;

Meditaba en mi corazón,

Y mi espíritu inquiría:

77:

7 ¿Desechará el Señor para siempre,

Y no volverá más a sernos propicio?

77:

8 ¿Ha cesado para siempre su misericordia?

¿Se ha acabado perpetuamente su promesa?

77:

9 ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?

¿Ha encerrado con ira sus piedades? Selah

77:

10 Dije:

 Enfermedad mía es esta;

Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo.

77:

11 Me acordaré de las obras de JAH;

Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.

77:

12 Meditaré en todas tus obras,

Y hablaré de tus hechos.

77:

13 Oh Dios, santo es tu camino;

¿Qué dios es grande como nuestro Dios?

77:

14 Tú eres el Dios que hace maravillas;

Hiciste notorio en los pueblos tu poder.

77:

15 Con tu brazo redimiste a tu pueblo,

A los hijos de Jacob y de José. Selah

77:

16 Te vieron las aguas, oh Dios;

Las aguas te vieron, y temieron;

Los abismos también se estremecieron.

77:

17 Las nubes echaron inundaciones de aguas;

Tronaron los cielos,

Y discurrieron tus rayos.

77:

18 La voz de tu trueno estaba en el torbellino;

Tus relámpagos alumbraron el mundo;

Se estremeció y tembló la tierra.

77:

19 En el mar fue tu camino,

Y tus sendas en las muchas aguas;

Y tus pisadas no fueron conocidas.

77:

20 Condujiste a tu pueblo como ovejas

Por mano de Moisés y de Aarón.

 

Los Salmos

Capítulo 78

78:

1 Escucha, pueblo mío, mi ley;

Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

78:

2 Abriré mi boca en proverbios;

Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,

78:

3 Las cuales hemos oído y entendido;

Que nuestros padres nos las contaron.

78:

4 No las encubriremos a sus hijos,

Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová,

Y su potencia, y las maravillas que hizo.

78:

5 El estableció testimonio en Jacob,

Y puso ley en Israel,

La cual mandó a nuestros padres

Que la notificasen a sus hijos;

78:

6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán;

Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,

78:

7 A fin de que pongan en Dios su confianza,

Y no se olviden de las obras de Dios;

Que guarden sus mandamientos,

78:

8 Y no sean como sus padres,

Generación contumaz y rebelde;

Generación que no dispuso su corazón,

Ni fue fiel para con Dios su espíritu.

78:

9 Los hijos de Efraín, arqueros armados,

Volvieron las espaldas en el día de la batalla.

78:

10 No guardaron el pacto de Dios,

Ni quisieron andar en su ley;

78:

11 Sino que se olvidaron de sus obras,

Y de sus maravillas que les había mostrado.

78:

12 Delante de sus padres hizo maravillas

En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

78:

13 Dividió el mar y los hizo pasar;

Detuvo las aguas como en un montón.

78:

14 Les guió de día con nube,

Y toda la noche con resplandor de fuego.

78:

15 Hendió las peñas en el desierto,

Y les dio a beber como de grandes abismos,

78:

16 Pues sacó de la peña corrientes,

E hizo descender aguas como ríos.

78:

17 Pero aún volvieron a pecar contra él,

Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;

78:

18 Pues tentaron a Dios en su corazón,

Pidiendo comida a su gusto.

78:

19 Y hablaron contra Dios,

Diciendo:

 ¿Podrá poner mesa en el desierto?

78:

20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas,

Y torrentes inundaron la tierra;

¿Podrá dar también pan?

¿Dispondrá carne para su pueblo?

78:

21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó;

Se encendió el fuego contra Jacob,

Y el furor subió también contra Israel,

78:

22 Por cuanto no habían creído a Dios,

Ni habían confiado en su salvación.

78:

23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba,

Y abrió las puertas de los cielos,

78:

24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen,

Y les dio trigo de los cielos.

78:

25 Pan de nobles comió el hombre;

Les envió comida hasta saciarles.

78:

26 Movió el solano en el cielo,

Y trajo con su poder el viento sur,

78:

27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo,

Como arena del mar, aves que vuelan.

78:

28 Las hizo caer en medio del campamento,

Alrededor de sus tiendas.

78:

29 Comieron, y se saciaron;

Les cumplió, pues, su deseo.

78:

30 No habían quitado de sí su anhelo,

Aún estaba la comida en su boca,

78:

31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios,

E hizo morir a los más robustos de ellos,

Y derribó a los escogidos de Israel.

78:

32 Con todo esto, pecaron aún,

Y no dieron crédito a sus maravillas.

78:

33 Por tanto, consumió sus días en vanidad,

Y sus años en tribulación.

78:

34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios;

Entonces se volvían solícitos en busca suya,

78:

35 Y se acordaban de que Dios era su refugio,

Y el Dios Altísimo su redentor.

78:

36 Pero le lisonjeaban con su boca,

Y con su lengua le mentían;

78:

37 Pues sus corazones no eran rectos con él,

Ni estuvieron firmes en su pacto.

78:

38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía;

Y apartó muchas veces su ira,

Y no despertó todo su enojo.

78:

39 Se acordó de que eran carne,

Soplo que va y no vuelve.

78:

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,

Lo enojaron en el yermo!

78:

41 Y volvían, y tentaban a Dios,

Y provocaban al Santo de Israel.

78:

42 No se acordaron de su mano,

Del día que los redimió de la angustia;

78:

43 Cuando puso en Egipto sus señales,

Y sus maravillas en el campo de Zoán;

78:

44 Y volvió sus ríos en sangre,

Y sus corrientes, para que no bebiesen.

78:

45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban,

Y ranas que los destruían.

78:

46 Dio también a la oruga sus frutos,

Y sus labores a la langosta.

78:

47 Sus viñas destruyó con granizo,

Y sus higuerales con escarcha;

78:

48 Entregó al pedrisco sus bestias,

Y sus ganados a los rayos.

78:

49 Envió sobre ellos el ardor de su ira;

Enojo, indignación y angustia,

Un ejército de ángeles destructores.

78:

50 Dispuso camino a su furor;

No eximió la vida de ellos de la muerte,

Sino que entregó su vida a la mortandad.

78:

51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto,

Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.

78:

52 Hizo salir a su pueblo como ovejas,

Y los llevó por el desierto como un rebaño.

78:

53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor;

Y el mar cubrió a sus enemigos.

78:

54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa,

A este monte que ganó su mano derecha.

78:

55 Echó las naciones de delante de ellos;

Con cuerdas repartió sus tierras en heredad,

E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

78:

56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo,

Y no guardaron sus testimonios;

78:

57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres;

Se volvieron como arco engañoso.

78:

58 Le enojaron con sus lugares altos,

Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.

78:

59 Lo oyó Dios y se enojó,

Y en gran manera aborreció a Israel.

78:

60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo,

La tienda en que habitó entre los hombres,

78:

61 Y entregó a cautiverio su poderío,

Y su gloria en mano del enemigo.

78:

62 Entregó también su pueblo a la espada,

Y se irritó contra su heredad.

78:

63 El fuego devoró a sus jóvenes,

Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

78:

64 Sus sacerdotes cayeron a espada,

Y sus viudas no hicieron lamentación.

78:

65 Entonces despertó el Señor como quien duerme,

Como un valiente que grita excitado del vino,

78:

66 E hirió a sus enemigos por detrás;

Les dio perpetua afrenta.

78:

67 Desechó la tienda de José,

Y no escogió la tribu de Efraín,

78:

68 Sino que escogió la tribu de Judá,

El monte de Sion, al cual amó.

78:

69 Edificó su santuario a manera de eminencia,

Como la tierra que cimentó para siempre.

78:

70 Eligió a David su siervo,

Y lo tomó de las majadas de las ovejas;

78:

71 De tras las paridas lo trajo,

Para que apacentase a Jacob su pueblo,

Y a Israel su heredad.

78:

72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,

Los pastoreó con la pericia de sus manos.

 

Los Salmos

Capítulo 79

79:

1 Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad;

Han profanado tu santo templo;

Redujeron a Jerusalén a escombros.

79:

2 Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos,

La carne de tus santos a las bestias de la tierra.

79:

3 Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén,

Y no hubo quien los enterrase.

79:

4 Somos afrentados de nuestros vecinos,

Escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.

79:

5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre?

¿Arderá como fuego tu celo?

79:

6 Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen,

Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.

79:

7 Porque han consumido a Jacob,

Y su morada han asolado.

79:

8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados;

Vengan pronto tus misericordias a encontrarnos,

Porque estamos muy abatidos.

79:

9 Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;

Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.

79:

10 Porque dirán las gentes:

 ¿Dónde está su Dios?

Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos,

La venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada.

79:

11 Llegue delante de ti el gemido de los presos;

Conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte,

79:

12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos

De su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová.

79:

13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado,

Te alabaremos para siempre;

De generación en generación cantaremos tus alabanzas.

 

Los Salmos

Capítulo 80

80:

1 Oh Pastor de Israel, escucha;

Tú que pastoreas como a ovejas a José,

Que estás entre querubines, resplandece.

80:

2 Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,

Y ven a salvarnos.

80:

3 Oh Dios, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

80:

4 Jehová, Dios de los ejércitos,

¿Hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?

80:

5 Les diste a comer pan de lágrimas,

Y a beber lágrimas en gran abundancia.

80:

6 Nos pusiste por escarnio a nuestros vecinos,

Y nuestros enemigos se burlan entre sí.

80:

7 Oh Dios de los ejércitos, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

80:

8 Hiciste venir una vid de Egipto;

Echaste las naciones, y la plantaste.

80:

9 Limpiaste sitio delante de ella,

E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra.

80:

10 Los montes fueron cubiertos de su sombra,

Y con sus sarmientos los cedros de Dios.

80:

11 Extendió sus vástagos hasta el mar,

Y hasta el río sus renuevos.

80:

12 ¿Por qué aportillaste sus vallados,

Y la vendimian todos los que pasan por el camino?

80:

13 La destroza el puerco montés,

Y la bestia del campo la devora.

80:

14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora;

Mira desde el cielo, y considera, y visita esta viña,

80:

15 La planta que plantó tu diestra,

Y el renuevo que para ti afirmaste.

80:

16 Quemada a fuego está, asolada;

Perezcan por la reprensión de tu rostro.

80:

17 Sea tu mano sobre el varón de tu diestra,

Sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.

80:

18 Así no nos apartaremos de ti;

Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.

80:

19 ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos!

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

 

Los Salmos

Capítulo 81

81:

1 Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra;

Al Dios de Jacob aclamad con júbilo.

81:

2 Entonad canción, y tañed el pandero,

El arpa deliciosa y el salterio.

81:

3 Tocad la trompeta en la nueva luna,

En el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne.

81:

4 Porque estatuto es de Israel,

Ordenanza del Dios de Jacob.

81:

5 Lo constituyó como testimonio en José

Cuando salió por la tierra de Egipto.

Oí lenguaje que no entendía;

81:

6 Aparté su hombro de debajo de la carga;

Sus manos fueron descargadas de los cestos.

81:

7 En la calamidad clamaste, y yo te libré;

Te respondí en lo secreto del trueno;

Te probé junto a las aguas de Meriba.Selah

81:

8 Oye, pueblo mío, y te amonestaré.

Israel, si me oyeres,

81:

9 No habrá en ti dios ajeno,

Ni te inclinarás a dios extraño.

81:

10 Yo soy Jehová tu Dios,

Que te hice subir de la tierra de Egipto;

Abre tu boca, y yo la llenaré.

81:

11 Pero mi pueblo no oyó mi voz,

E Israel no me quiso a mí.

81:

12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón;

Caminaron en sus propios consejos.

81:

13 ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo,

Si en mis caminos hubiera andado Israel!

81:

14 En un momento habría yo derribado a sus enemigos,

Y vuelto mi mano contra sus adversarios.

81:

15 Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido,

Y el tiempo de ellos sería para siempre.

81:

16 Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo,

Y con miel de la peña les saciaría.

 

Los Salmos

Capítulo 82

82:

1 Dios está en la reunión de los dioses;

En medio de los dioses juzga.

82:

2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,

Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah

82:

3 Defended al débil y al huérfano;

Haced justicia al afligido y al menesteroso.

82:

4 Librad al afligido y al necesitado;

Libradlo de mano de los impíos.

82:

5 No saben, no entienden,

Andan en tinieblas;

Tiemblan todos los cimientos de la tierra.

82:

6 Yo dije:

 Vosotros sois dioses,

Y todos vosotros hijos del Altísimo;

82:

7 Pero como hombres moriréis,

Y como cualquiera de los príncipes caeréis.

82:

8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra;

Porque tú heredarás todas las naciones.

 

Los Salmos

Capítulo 83

83:

1 Oh Dios, no guardes silencio;

No calles, oh Dios, ni te estés quieto.

83:

2 Porque he aquí que rugen tus enemigos,

Y los que te aborrecen alzan cabeza.

83:

3 Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente,

Y han entrado en consejo contra tus protegidos.

83:

4 Han dicho:

 Venid, y destruyámoslos para que no sean nación,

Y no haya más memoria del nombre de Israel.

83:

5 Porque se confabulan de corazón a una,

Contra ti han hecho alianza

83:

6 Las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas,

Moab y los agarenos;

83:

7 Gebal, Amón y Amalec,

Los filisteos y los habitantes de Tiro.

83:

8 También el asirio se ha juntado con ellos;

Sirven de brazo a los hijos de Lot. Selah

83:

9 Hazles como a Madián,

Como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de Cisón;

83:

10 Que perecieron en Endor,

Fueron hechos como estiércol para la tierra.

83:

11 Pon a sus capitanes como a Oreb y a Zeeb;

Como a Zeba y a Zalmuna a todos sus príncipes,

83:

12 Que han dicho:

 Heredemos para nosotros

Las moradas de Dios.

83:

13 Dios mío, ponlos como torbellinos,

Como hojarascas delante del viento,

83:

14 Como fuego que quema el monte,

Como llama que abrasa el bosque.

83:

15 Persíguelos así con tu tempestad,

Y atérralos con tu torbellino.

83:

16 Llena sus rostros de vergüenza,

Y busquen tu nombre, oh Jehová.

83:

17 Sean afrentados y turbados para siempre;

Sean deshonrados, y perezcan.

83:

18 Y conozcan que tu nombre es Jehová;

Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.

 

Los Salmos

Capítulo 84

84:

1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!

84:

2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;

Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.

84:

3 Aun el gorrión halla casa,

Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,

Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,

Rey mío, y Dios mío.

84:

4 Bienaventurados los que habitan en tu casa;

Perpetuamente te alabarán. Selah

84:

5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,

En cuyo corazón están tus caminos.

84:

6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,

Cuando la lluvia llena los estanques.

84:

7 Irán de poder en poder;

Verán a Dios en Sion.

84:

8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración;

Escucha, oh Dios de Jacob. Selah

84:

9 Mira, oh Dios, escudo nuestro,

Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.

84:

10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.

Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,

Que habitar en las moradas de maldad.

84:

11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;

Gracia y gloria dará Jehová.

No quitará el bien a los que andan en integridad.

84:

12 Jehová de los ejércitos,

Dichoso el hombre que en ti confía.

 

Los Salmos

Capítulo 85

85:

1 Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová;

Volviste la cautividad de Jacob.

85:

2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo;

Todos los pecados de ellos cubriste. Selah

85:

3 Reprimiste todo tu enojo;

Te apartaste del ardor de tu ira.

85:

4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación,

Y haz cesar tu ira de sobre nosotros.

85:

5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?

¿Extenderás tu ira de generación en generación?

85:

6 ¿No volverás a darnos vida,

Para que tu pueblo se regocije en ti?

85:

7 Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,

Y danos tu salvación.

85:

8 Escucharé lo que hablará Jehová Dios;

Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,

Para que no se vuelvan a la locura.

85:

9 Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen,

Para que habite la gloria en nuestra tierra.

85:

10 La misericordia y la verdad se encontraron;

La justicia y la paz se besaron.

85:

11 La verdad brotará de la tierra,

Y la justicia mirará desde los cielos.

85:

12 Jehová dará también el bien,

Y nuestra tierra dará su fruto.

85:

13 La justicia irá delante de él,

Y sus pasos nos pondrá por camino.

 

Los Salmos

Capítulo 86

86:

1 Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame,

Porque estoy afligido y menesteroso.

86:

2 Guarda mi alma, porque soy piadoso;

Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.

86:

3 Ten misericordia de mí, oh Jehová;

Porque a ti clamo todo el día.

86:

4 Alegra el alma de tu siervo,

Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma.

86:

5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,

Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.

86:

6 Escucha, oh Jehová, mi oración,

Y está atento a la voz de mis ruegos.

86:

7 En el día de mi angustia te llamaré,

Porque tú me respondes.

86:

8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses,

Ni obras que igualen tus obras.

86:

9 Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor,

Y glorificarán tu nombre.

86:

10 Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas;

Sólo tú eres Dios.

86:

11 Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad;

Afirma mi corazón para que tema tu nombre.

86:

12 Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón,

Y glorificaré tu nombre para siempre.

86:

13 Porque tu misericordia es grande para conmigo,

Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.

86:

14 Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí,

Y conspiración de violentos ha buscado mi vida,

Y no te pusieron delante de sí.

86:

15 Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente,

Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad,

86:

16 Mírame, y ten misericordia de mí;

Da tu poder a tu siervo,

Y guarda al hijo de tu sierva.

86:

17 Haz conmigo señal para bien,

Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados;

Porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.

 

Los Salmos

Capítulo 87

87:

1 Su cimiento está en el monte santo.

87:

2 Ama Jehová las puertas de Sion

Más que todas las moradas de Jacob.

87:

3 Cosas gloriosas se han dicho de ti,

Ciudad de Dios. Selah

87:

4 Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen;

He aquí Filistea y Tiro, con Etiopía;

Este nació allá.

87:

5 Y de Sion se dirá:

 Este y aquél han nacido en ella,

Y el Altísimo mismo la establecerá.

87:

6 Jehová contará al inscribir a los pueblos:

Este nació allí. Selah

87:

7 Y cantores y tañedores en ella dirán:

Todas mis fuentes están en ti.

 

Los Salmos

Capítulo 88

88:

1 Oh Jehová, Dios de mi salvación,

Día y noche clamo delante de ti.

88:

2 Llegue mi oración a tu presencia;

Inclina tu oído a mi clamor.

88:

3 Porque mi alma está hastiada de males,

Y mi vida cercana al Seol.

88:

4 Soy contado entre los que descienden al sepulcro;

Soy como hombre sin fuerza,

88:

5 Abandonado entre los muertos,

Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,

De quienes no te acuerdas ya,

Y que fueron arrebatados de tu mano.

88:

6 Me has puesto en el hoyo profundo,

En tinieblas, en lugares profundos.

88:

7 Sobre mí reposa tu ira,

Y me has afligido con todas tus ondas. Selah

88:

8 Has alejado de mí mis conocidos;

Me has puesto por abominación a ellos;

Encerrado estoy, y no puedo salir.

88:

9 Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción;

Te he llamado, oh Jehová, cada día;

He extendido a ti mis manos.

88:

10 ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?

¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah

88:

11 ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia,

O tu verdad en el Abadón?

88:

12 ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas,

Y tu justicia en la tierra del olvido?

88:

13 Mas yo a ti he clamado, oh Jehová,

Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.

88:

14 ¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma?

¿Por qué escondes de mí tu rostro?

88:

15 Yo estoy afligido y menesteroso;

Desde la juventud he llevado tus terrores, he estado medroso.

88:

16 Sobre mí han pasado tus iras,

Y me oprimen tus terrores.

88:

17 Me han rodeado como aguas continuamente;

A una me han cercado.

88:

18 Has alejado de mí al amigo y al compañero,

Y a mis conocidos has puesto en tinieblas.

 

Los Salmos

Capítulo 89

89:

1 Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente;

De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.

89:

2 Porque dije:

 Para siempre será edificada misericordia;

En los cielos mismos afirmarás tu verdad.

89:

3 Hice pacto con mi escogido;

Juré a David mi siervo, diciendo:

89:

4 Para siempre confirmaré tu descendencia,

Y edificaré tu trono por todas las generaciones.

89:

5 Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová,

Tu verdad también en la congregación de los santos.

89:

6 Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová?

¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados?

89:

7 Dios temible en la gran congregación de los santos,

Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él.

89:

8 Oh Jehová, Dios de los ejércitos,

¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová,

Y tu fidelidad te rodea.

89:

9 Tú tienes dominio sobre la braveza del mar;

Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.

89:

10 Tú quebrantaste a Rahab como a herido de muerte;

Con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.

89:

11 Tuyos son los cielos, tuya también la tierra;

El mundo y su plenitud, tú lo fundaste.

89:

12 El norte y el sur, tú los creaste;

El Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre.

89:

13 Tuyo es el brazo potente;

Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

89:

14 Justicia y juicio son el cimiento de tu trono;

Misericordia y verdad van delante de tu rostro.

89:

15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;

Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.

89:

16 En tu nombre se alegrará todo el día,

Y en tu justicia será enaltecido.

89:

17 Porque tú eres la gloria de su potencia,

Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.

89:

18 Porque Jehová es nuestro escudo,

Y nuestro rey es el Santo de Israel.

89:

19 Entonces hablaste en visión a tu santo,

Y dijiste:

 He puesto el socorro sobre uno que es poderoso;

He exaltado a un escogido de mi pueblo.

89:

20 Hallé a David mi siervo;

Lo ungí con mi santa unción.

89:

21 Mi mano estará siempre con él,

Mi brazo también lo fortalecerá.

89:

22 No lo sorprenderá el enemigo,

Ni hijo de iniquidad lo quebrantará;

89:

23 Sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos,

Y heriré a los que le aborrecen.

89:

24 Mi verdad y mi misericordia estarán con él,

Y en mi nombre será exaltado su poder.

89:

25 Asimismo pondré su mano sobre el mar,

Y sobre los ríos su diestra.

89:

26 El me clamará:

 Mi padre eres tú,

Mi Dios, y la roca de mi salvación.

89:

27 Yo también le pondré por primogénito,

El más excelso de los reyes de la tierra.

89:

28 Para siempre le conservaré mi misericordia,

Y mi pacto será firme con él.

89:

29 Pondré su descendencia para siempre,

Y su trono como los días de los cielos.

89:

30 Si dejaren sus hijos mi ley,

Y no anduvieren en mis juicios,

89:

31 Si profanaren mis estatutos,

Y no guardaren mis mandamientos,

89:

32 Entonces castigaré con vara su rebelión,

Y con azotes sus iniquidades.

89:

33 Mas no quitaré de él mi misericordia,

Ni falsearé mi verdad.

89:

34 No olvidaré mi pacto,

Ni mudaré lo que ha salido de mis labios.

89:

35 Una vez he jurado por mi santidad,

Y no mentiré a David.

89:

36 Su descendencia será para siempre,

Y su trono como el sol delante de mí.

89:

37 Como la luna será firme para siempre,

Y como un testigo fiel en el cielo. Selah

89:

38 Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido,

Y te has airado con él.

89:

39 Rompiste el pacto de tu siervo;

Has profanado su corona hasta la tierra.

89:

40 Aportillaste todos sus vallados;

Has destruido sus fortalezas.

89:

41 Lo saquean todos los que pasan por el camino;

Es oprobio a sus vecinos.

89:

42 Has exaltado la diestra de sus enemigos;

Has alegrado a todos sus adversarios.

89:

43 Embotaste asimismo el filo de su espada,

Y no lo levantaste en la batalla.

89:

44 Hiciste cesar su gloria,

Y echaste su trono por tierra.

89:

45 Has acortado los días de su juventud;

Le has cubierto de afrenta. Selah

89:

46 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Te esconderás para siempre?

¿Arderá tu ira como el fuego?

89:

47 Recuerda cuán breve es mi tiempo;

¿Por qué habrás creado en vano a todo hijo de hombre?

89:

48 ¿Qué hombre vivirá y no verá muerte?

¿Librará su vida del poder del Seol? Selah

89:

49 Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias,

Que juraste a David por tu verdad?

89:

50 Señor, acuérdate del oprobio de tus siervos;

Oprobio de muchos pueblos, que llevo en mi seno.

89:

51 Porque tus enemigos, oh Jehová, han deshonrado,

Porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido.

89:

52 Bendito sea Jehová para siempre.

Amén, y Amén.

 

Los Salmos

Capítulo 90

90:

1 Señor, tú nos has sido refugio

De generación en generación.

90:

2 Antes que naciesen los montes

Y formases la tierra y el mundo,

Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

90:

3 Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,

Y dices:

 Convertíos, hijos de los hombres.

90:

4 Porque mil años delante de tus ojos

Son como el día de ayer, que pasó,

Y como una de las vigilias de la noche.

90:

5 Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño,

Como la hierba que crece en la mañana.

90:

6 En la mañana florece y crece;

A la tarde es cortada, y se seca.

90:

7 Porque con tu furor somos consumidos,

Y con tu ira somos turbados.

90:

8 Pusiste nuestras maldades delante de ti,

Nuestros yerros a la luz de tu rostro.

90:

9 Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;

Acabamos nuestros años como un pensamiento.

90:

10 Los días de nuestra edad son setenta años;

Y si en los más robustos son ochenta años,

Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,

Porque pronto pasan, y volamos.

90:

11 ¿Quién conoce el poder de tu ira,

Y tu indignación según que debes ser temido?

90:

12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría.

90:

13 Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo?

Y aplácate para con tus siervos.

90:

14 De mañana sácianos de tu misericordia,

Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

90:

15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste,

Y los años en que vimos el mal.

90:

16 Aparezca en tus siervos tu obra,

Y tu gloria sobre sus hijos.

90:

17 Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,

Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;

Sí, la obra de nuestras manos confirma.

 

Los Salmos

Capítulo 91

91:

1 El que habita al abrigo del Altísimo

Morará bajo la sombra del Omnipotente.

91:

2 Diré yo a Jehová:

 Esperanza mía, y castillo mío;

Mi Dios, en quien confiaré.

91:

3 El te librará del lazo del cazador,

De la peste destructora.

91:

4 Con sus plumas te cubrirá,

Y debajo de sus alas estarás seguro;

Escudo y adarga es su verdad.

91:

5 No temerás el terror nocturno,

Ni saeta que vuele de día,

91:

6 Ni pestilencia que ande en oscuridad,

Ni mortandad que en medio del día destruya.

91:

7 Caerán a tu lado mil,

Y diez mil a tu diestra;

Mas a ti no llegará.

91:

8 Ciertamente con tus ojos mirarás

Y verás la recompensa de los impíos.

91:

9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,

Al Altísimo por tu habitación,

91:

10 No te sobrevendrá mal,

Ni plaga tocará tu morada.

91:

11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,

Que te guarden en todos tus caminos.

91:

12 En las manos te llevarán,

Para que tu pie no tropiece en piedra.

91:

13 Sobre el león y el áspid pisarás;

Hollarás al cachorro del león y al dragón.

91:

14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;

Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.

91:

15 Me invocará, y yo le responderé;

Con él estaré yo en la angustia;

Lo libraré y le glorificaré.

91:

16 Lo saciaré de larga vida,

Y le mostraré mi salvación.

 

Los Salmos

Capítulo 92

92:

1 Bueno es alabarte, oh Jehová,

Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;

92:

2 Anunciar por la mañana tu misericordia,

Y tu fidelidad cada noche,

92:

3 En el decacordio y en el salterio,

En tono suave con el arpa.

92:

4 Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras;

En las obras de tus manos me gozo.

92:

5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!

Muy profundos son tus pensamientos.

92:

6 El hombre necio no sabe,

Y el insensato no entiende esto.

92:

7 Cuando brotan los impíos como la hierba,

Y florecen todos los que hacen iniquidad,

Es para ser destruidos eternamente.

92:

8 Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.

92:

9 Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová,

Porque he aquí, perecerán tus enemigos;

Serán esparcidos todos los que hacen maldad.

92:

10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;

Seré ungido con aceite fresco.

92:

11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos;

Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.

92:

12 El justo florecerá como la palmera;

Crecerá como cedro en el Líbano.

92:

13 Plantados en la casa de Jehová,

En los atrios de nuestro Dios florecerán.

92:

14 Aun en la vejez fructificarán;

Estarán vigorosos y verdes,

92:

15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto,

Y que en él no hay injusticia.

 

Los Salmos

Capítulo 93

93:

1 Jehová reina; se vistió de magnificencia;

Jehová se vistió, se ciñó de poder.

Afirmó también el mundo, y no se moverá.

93:

2 Firme es tu trono desde entonces;

Tú eres eternamente.

93:

3 Alzaron los ríos, oh Jehová,

Los ríos alzaron su sonido;

Alzaron los ríos sus ondas.

93:

4 Jehová en las alturas es más poderoso

Que el estruendo de las muchas aguas,

Más que las recias ondas del mar.

93:

5 Tus testimonios son muy firmes;

La santidad conviene a tu casa,

Oh Jehová, por los siglos y para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 94

94:

1 Jehová, Dios de las venganzas,

Dios de las venganzas, muéstrate.

94:

2 Engrandécete, oh Juez de la tierra;

Da el pago a los soberbios.

94:

3 ¿Hasta cuándo los impíos,

Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos?

94:

4 ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras,

Y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?

94:

5 A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan,

Y a tu heredad afligen.

94:

6 A la viuda y al extranjero matan,

Y a los huérfanos quitan la vida.

94:

7 Y dijeron:

 No verá JAH,

Ni entenderá el Dios de Jacob.

94:

8 Entended, necios del pueblo;

Y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios?

94:

9 El que hizo el oído, ¿no oirá?

El que formó el ojo, ¿no verá?

94:

10 El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá?

¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia?

94:

11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres,

Que son vanidad.

94:

12 Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges,

Y en tu ley lo instruyes,

94:

13 Para hacerle descansar en los días de aflicción,

En tanto que para el impío se cava el hoyo.

94:

14 Porque no abandonará Jehová a su pueblo,

Ni desamparará su heredad,

94:

15 Sino que el juicio será vuelto a la justicia,

Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.

94:

16 ¿Quién se levantará por mí contra los malignos?

¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad?

94:

17 Si no me ayudara Jehová,

Pronto moraría mi alma en el silencio.

94:

18 Cuando yo decía:

 Mi pie resbala,

Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba.

94:

19 En la multitud de mis pensamientos dentro de mí,

Tus consolaciones alegraban mi alma.

94:

20 ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades

Que hace agravio bajo forma de ley?

94:

21 Se juntan contra la vida del justo,

Y condenan la sangre inocente.

94:

22 Mas Jehová me ha sido por refugio,

Y mi Dios por roca de mi confianza.

94:

23 Y él hará volver sobre ellos su iniquidad,

Y los destruirá en su propia maldad;

Los destruirá Jehová nuestro Dios.

 

Los Salmos

Capítulo 95

95:

1 Venid, aclamemos alegremente a Jehová;

Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.

95:

2 Lleguemos ante su presencia con alabanza;

Aclamémosle con cánticos.

95:

3 Porque Jehová es Dios grande,

Y Rey grande sobre todos los dioses.

95:

4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra,

Y las alturas de los montes son suyas.

95:

5 Suyo también el mar, pues él lo hizo;

Y sus manos formaron la tierra seca.

95:

6 Venid, adoremos y postrémonos;

Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.

95:

7 Porque él es nuestro Dios;

Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.

Si oyereis hoy su voz,

95:

8 No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba,

Como en el día de Masah en el desierto,

95:

9 Donde me tentaron vuestros padres,

Me probaron, y vieron mis obras.

95:

10 Cuarenta años estuve disgustado con la nación,

Y dije:

 Pueblo es que divaga de corazón,

Y no han conocido mis caminos.

95:

11 Por tanto, juré en mi furor

Que no entrarían en mi reposo.

 

Los Salmos

Capítulo 96

96:

1 Cantad a Jehová cántico nuevo;

Cantad a Jehová, toda la tierra.

96:

2 Cantad a Jehová, bendecid su nombre;

Anunciad de día en día su salvación.

96:

3 Proclamad entre las naciones su gloria,

En todos los pueblos sus maravillas.

96:

4 Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza;

Temible sobre todos los dioses.

96:

5 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos;

Pero Jehová hizo los cielos.

96:

6 Alabanza y magnificencia delante de él;

Poder y gloria en su santuario.

96:

7 Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos,

Dad a Jehová la gloria y el poder.

96:

8 Dad a Jehová la honra debida a su nombre;

Traed ofrendas, y venid a sus atrios.

96:

9 Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad;

Temed delante de él, toda la tierra.

96:

10 Decid entre las naciones:

 Jehová reina.

También afirmó el mundo, no será conmovido;

Juzgará a los pueblos en justicia.

96:

11 Alégrense los cielos, y gócese la tierra;

Brame el mar y su plenitud.

96:

12 Regocíjese el campo, y todo lo que en él está;

Entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento,

96:

13 Delante de Jehová que vino;

Porque vino a juzgar la tierra.

Juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con su verdad.

 

Los Salmos

Capítulo 97

97:

1 Jehová reina; regocíjese la tierra,

Alégrense las muchas costas.

97:

2 Nubes y oscuridad alrededor de él;

Justicia y juicio son el cimiento de su trono.

97:

3 Fuego irá delante de él,

Y abrasará a sus enemigos alrededor.

97:

4 Sus relámpagos alumbraron el mundo;

La tierra vio y se estremeció.

97:

5 Los montes se derritieron como cera delante de Jehová,

Delante del Señor de toda la tierra.

97:

6 Los cielos anunciaron su justicia,

Y todos los pueblos vieron su gloria.

97:

7 Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla,

Los que se glorían en los ídolos.

Póstrense a él todos los dioses.

97:

8 Oyó Sion, y se alegró;

Y la hijas de Judá,

Oh Jehová, se gozaron por tus juicios.

97:

9 Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra;

Eres muy exaltado sobre todos los dioses.

97:

10 Los que amáis a Jehová, aborreced el mal;

El guarda las almas de sus santos;

De mano de los impíos los libra.

97:

11 Luz está sembrada para el justo,

Y alegría para los rectos de corazón.

97:

12 Alegraos, justos, en Jehová,

Y alabad la memoria de su santidad.

 

Los Salmos

Capítulo 98

98:

1 Cantad a Jehová cántico nuevo,

Porque ha hecho maravillas;

Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo.

98:

2 Jehová ha hecho notoria su salvación;

A vista de las naciones ha descubierto su justicia.

98:

3 Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel;

Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.

98:

4 Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;

Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.

98:

5 Cantad salmos a Jehová con arpa;

Con arpa y voz de cántico.

98:

6 Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,

Delante del rey Jehová.

98:

7 Brame el mar y su plenitud,

El mundo y los que en él habitan;

98:

8 Los ríos batan las manos,

Los montes todos hagan regocijo

98:

9 Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra.

Juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con rectitud.

 

Los Salmos

Capítulo 99

99:

1 Jehová reina; temblarán los pueblos.

El está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra.

99:

2 Jehová en Sion es grande,

Y exaltado sobre todos los pueblos.

99:

3 Alaben tu nombre grande y temible;

El es santo.

99:

4 Y la gloria del rey ama el juicio;

Tú confirmas la rectitud;

Tú has hecho en Jacob juicio y justicia.

99:

5 Exaltad a Jehová nuestro Dios,

Y postraos ante el estrado de sus pies;

El es santo.

99:

6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,

Y Samuel entre los que invocaron su nombre;

Invocaban a Jehová, y él les respondía.

99:

7 En columna de nube hablaba con ellos;

Guardaban sus testimonios, y el estatuto que les había dado.

99:

8 Jehová Dios nuestro, tú les respondías;

Les fuiste un Dios perdonador,

Y retribuidor de sus obras.

99:

9 Exaltad a Jehová nuestro Dios,

Y postraos ante su santo monte,

Porque Jehová nuestro Dios es santo.

 

Los Salmos

Capítulo 100

100:

1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.

100:

2 Servid a Jehová con alegría;

Venid ante su presencia con regocijo.

100:

3 Reconoced que Jehová es Dios;

El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;

Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

100:

4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,

Por sus atrios con alabanza;

Alabadle, bendecid su nombre.

100:

5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,

Y su verdad por todas las generaciones.

 

Los Salmos

Capítulo 101

101:

1 Misericordia y juicio cantaré;

A ti cantaré yo, oh Jehová.

101:

2 Entenderé el camino de la perfección

Cuando vengas a mí.

En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa.

101:

3 No pondré delante de mis ojos cosa injusta.

Aborrezco la obra de los que se desvían;

Ninguno de ellos se acercará a mí.

101:

4 Corazón perverso se apartará de mí;

No conoceré al malvado.

101:

5 Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré;

No sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.

101:

6 Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo;

El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.

101:

7 No habitará dentro de mi casa el que hace fraude;

El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.

101:

8 De mañana destruiré a todos los impíos de la tierra,

Para exterminar de la ciudad de Jehová a todos los que hagan iniquidad.

 

Los Salmos

Capítulo 102

102:

1 Jehová, escucha mi oración,

Y llegue a ti mi clamor.

102:

2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;

Inclina a mí tu oído;

Apresúrate a responderme el día que te invocare.

102:

3 Porque mis días se han consumido como humo,

Y mis huesos cual tizón están quemados.

102:

4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba,

Por lo cual me olvido de comer mi pan.

102:

5 Por la voz de mi gemido

Mis huesos se han pegado a mi carne.

102:

6 Soy semejante al pelícano del desierto;

Soy como el buho de las soledades;

102:

7 Velo, y soy

Como el pájaro solitario sobre el tejado.

102:

8 Cada día me afrentan mis enemigos;

Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.

102:

9 Por lo cual yo como ceniza a manera de pan,

Y mi bebida mezclo con lágrimas,

102:

10 A causa de tu enojo y de tu ira;

Pues me alzaste, y me has arrojado.

102:

11 Mis días son como sombra que se va,

Y me he secado como la hierba.

102:

12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre,

Y tu memoria de generación en generación.

102:

13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sion,

Porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.

102:

14 Porque tus siervos aman sus piedras,

Y del polvo de ella tienen compasión.

102:

15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová,

Y todos los reyes de la tierra tu gloria;

102:

16 Por cuanto Jehová habrá edificado a Sion,

Y en su gloria será visto;

102:

17 Habrá considerado la oración de los desvalidos,

Y no habrá desechado el ruego de ellos.

102:

18 Se escribirá esto para la generación venidera;

Y el pueblo que está por nacer alabará a JAH,

102:

19 Porque miró desde lo alto de su santuario;

Jehová miró desde los cielos a la tierra,

102:

20 Para oír el gemido de los presos,

Para soltar a los sentenciados a muerte;

102:

21 Para que publique en Sion el nombre de Jehová,

Y su alabanza en Jerusalén,

102:

22 Cuando los pueblos y los reinos se congreguen

En uno para servir a Jehová.

102:

23 El debilitó mi fuerza en el camino;

Acortó mis días.

102:

24 Dije:

 Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días;

Por generación de generaciones son tus años.

102:

25 Desde el principio tú fundaste la tierra,

Y los cielos son obra de tus manos.

102:

26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás;

Y todos ellos como una vestidura se envejecerán;

Como un vestido los mudarás, y serán mudados;

102:

27 Pero tú eres el mismo,

Y tus años no se acabarán.

102:

28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros,

Y su descendencia será establecida delante de ti.

 

Los Salmos

Capítulo 103

103:

1 Bendice, alma mía, a Jehová,

Y bendiga todo mi ser su santo nombre.

103:

2 Bendice, alma mía, a Jehová,

Y no olvides ninguno de sus beneficios.

103:

3 El es quien perdona todas tus iniquidades,

El que sana todas tus dolencias;

103:

4 El que rescata del hoyo tu vida,

El que te corona de favores y misericordias;

103:

5 El que sacia de bien tu boca

De modo que te rejuvenezcas como el águila.

103:

6 Jehová es el que hace justicia

Y derecho a todos los que padecen violencia.

103:

7 Sus caminos notificó a Moisés,

Y a los hijos de Israel sus obras.

103:

8 Misericordioso y clemente es Jehová;

Lento para la ira, y grande en misericordia.

103:

9 No contenderá para siempre,

Ni para siempre guardará el enojo.

103:

10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,

Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.

103:

11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,

Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.

103:

12 Cuanto está lejos el oriente del occidente,

Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.

103:

13 Como el padre se compadece de los hijos,

Se compadece Jehová de los que le temen.

103:

14 Porque él conoce nuestra condición;

Se acuerda de que somos polvo.

103:

15 El hombre, como la hierba son sus días;

Florece como la flor del campo,

103:

16 Que pasó el viento por ella, y pereció,

Y su lugar no la conocerá más.

103:

17 Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen,

Y su justicia sobre los hijos de los hijos;

103:

18 Sobre los que guardan su pacto,

Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.

103:

19 Jehová estableció en los cielos su trono,

Y su reino domina sobre todos.

103:

20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles,

Poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,

Obedeciendo a la voz de su precepto.

103:

21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos,

Ministros suyos, que hacéis su voluntad.

103:

22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras,

En todos los lugares de su señorío.

Bendice, alma mía, a Jehová.

 

Los Salmos

Capítulo 104

104:

1 Bendice, alma mía, a Jehová.

Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido;

Te has vestido de gloria y de magnificencia.

104:

2 El que se cubre de luz como de vestidura,

Que extiende los cielos como una cortina,

104:

3 Que establece sus aposentos entre las aguas,

El que pone las nubes por su carroza,

El que anda sobre las alas del viento;

104:

4 El que hace a los vientos sus mensajeros,

Y a las flamas de fuego sus ministros.

104:

5 El fundó la tierra sobre sus cimientos;

No será jamás removida.

104:

6 Con el abismo, como con vestido, la cubriste;

Sobre los montes estaban las aguas.

104:

7 A tu reprensión huyeron;

Al sonido de tu trueno se apresuraron;

104:

8 Subieron los montes, descendieron los valles,

Al lugar que tú les fundaste.

104:

9 Les pusiste término, el cual no traspasarán,

Ni volverán a cubrir la tierra.

104:

10 Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos;

Van entre los montes;

104:

11 Dan de beber a todas las bestias del campo;

Mitigan su sed los asnos monteses.

104:

12 A sus orillas habitan las aves de los cielos;

Cantan entre las ramas.

104:

13 El riega los montes desde sus aposentos;

Del fruto de sus obras se sacia la tierra.

104:

14 El hace producir el heno para las bestias,

Y la hierba para el servicio del hombre,

Sacando el pan de la tierra,

104:

15 Y el vino que alegra el corazón del hombre,

El aceite que hace brillar el rostro,

Y el pan que sustenta la vida del hombre.

104:

16 Se llenan de savia los árboles de Jehová,

Los cedros del Líbano que él plantó.

104:

17 Allí anidan las aves;

En las hayas hace su casa la cigüeña.

104:

18 Los montes altos para las cabras monteses;

Las peñas, madrigueras para los conejos.

104:

19 Hizo la luna para los tiempos;

El sol conoce su ocaso.

104:

20 Pones las tinieblas, y es la noche;

En ella corretean todas las bestias de la selva.

104:

21 Los leoncillos rugen tras la presa,

Y para buscar de Dios su comida.

104:

22 Sale el sol, se recogen,

Y se echan en sus cuevas.

104:

23 Sale el hombre a su labor,

Y a su labranza hasta la tarde.

104:

24 ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!

Hiciste todas ellas con sabiduría;

La tierra está llena de tus beneficios.

104:

25 He allí el grande y anchuroso mar,

En donde se mueven seres innumerables,

Seres pequeños y grandes.

104:

26 Allí andan las naves;

Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.

104:

27 Todos ellos esperan en ti,

Para que les des su comida a su tiempo.

104:

28 Les das, recogen;

Abres tu mano, se sacian de bien.

104:

29 Escondes tu rostro, se turban;

Les quitas el hálito, dejan de ser,

Y vuelven al polvo.

104:

30 Envías tu Espíritu, son creados,

Y renuevas la faz de la tierra.

104:

31 Sea la gloria de Jehová para siempre;

Alégrese Jehová en sus obras.

104:

32 El mira a la tierra, y ella tiembla;

Toca los montes, y humean.

104:

33 A Jehová cantaré en mi vida;

A mi Dios cantaré salmos mientras viva.

104:

34 Dulce será mi meditación en él;

Yo me regocijaré en Jehová.

104:

35 Sean consumidos de la tierra los pecadores,

Y los impíos dejen de ser.

Bendice, alma mía, a Jehová.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 105

105:

1 Alabad a Jehová, invocad su nombre;

Dad a conocer sus obras en los pueblos.

105:

2 Cantadle, cantadle salmos;

Hablad de todas sus maravillas.

105:

3 Gloriaos en su santo nombre;

Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová.

105:

4 Buscad a Jehová y su poder;

Buscad siempre su rostro.

105:

5 Acordaos de las maravillas que él ha hecho,

De sus prodigios y de los juicios de su boca,

105:

6 Oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo,

Hijos de Jacob, sus escogidos.

105:

7 El es Jehová nuestro Dios;

En toda la tierra están sus juicios.

105:

8 Se acordó para siempre de su pacto;

De la palabra que mandó para mil generaciones,

105:

9 La cual concertó con Abraham,

Y de su juramento a Isaac.

105:

10 La estableció a Jacob por decreto,

A Israel por pacto sempiterno,

105:

11 Diciendo:

 A ti te daré la tierra de Canaán

Como porción de vuestra heredad.

105:

12 Cuando ellos eran pocos en número,

Y forasteros en ella,

105:

13 Y andaban de nación en nación,

De un reino a otro pueblo,

105:

14 No consintió que nadie los agraviase,

Y por causa de ellos castigó a los reyes.

105:

15 No toquéis, dijo, a mis ungidos,

Ni hagáis mal a mis profetas.

105:

16 Trajo hambre sobre la tierra,

Y quebrantó todo sustento de pan.

105:

17 Envió un varón delante de ellos;

A José, que fue vendido por siervo.

105:

18 Afligieron sus pies con grillos;

En cárcel fue puesta su persona.

105:

19 Hasta la hora que se cumplió su palabra,

El dicho de Jehová le probó.

105:

20 Envió el rey, y le soltó;

El señor de los pueblos, y le dejó ir libre.

105:

21 Lo puso por señor de su casa,

Y por gobernador de todas sus posesiones,

105:

22 Para que reprimiera a sus grandes como él quisiese,

Y a sus ancianos enseñara sabiduría.

105:

23 Después entró Israel en Egipto,

Y Jacob moró en la tierra de Cam.

105:

24 Y multiplicó su pueblo en gran manera,

Y lo hizo más fuerte que sus enemigos.

105:

25 Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo,

Para que contra sus siervos pensasen mal.

105:

26 Envió a su siervo Moisés,

Y a Aarón, al cual escogió.

105:

27 Puso en ellos las palabras de sus señales,

Y sus prodigios en la tierra de Cam.

105:

28 Envió tinieblas que lo oscurecieron todo;

No fueron rebeldes a su palabra.

105:

29 Volvió sus aguas en sangre,

Y mató sus peces.

105:

30 Su tierra produjo ranas

Hasta en las cámaras de sus reyes.

105:

31 Habló, y vinieron enjambres de moscas,

Y piojos en todos sus términos.

105:

32 Les dio granizo por lluvia,

Y llamas de fuego en su tierra.

105:

33 Destrozó sus viñas y sus higueras,

Y quebró los árboles de su territorio.

105:

34 Habló, y vinieron langostas,

Y pulgón sin número;

105:

35 Y comieron toda la hierba de su país,

Y devoraron el fruto de su tierra.

105:

36 Hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra,

Las primicias de toda su fuerza.

105:

37 Los sacó con plata y oro;

Y no hubo en sus tribus enfermo.

105:

38 Egipto se alegró de que salieran,

Porque su terror había caído sobre ellos.

105:

39 Extendió una nube por cubierta,

Y fuego para alumbrar la noche.

105:

40 Pidieron, e hizo venir codornices;

Y los sació de pan del cielo.

105:

41 Abrió la peña, y fluyeron aguas;

Corrieron por los sequedales como un río.

105:

42 Porque se acordó de su santa palabra

Dada a Abraham su siervo.

105:

43 Sacó a su pueblo con gozo;

Con júbilo a sus escogidos.

105:

44 Les dio las tierras de las naciones,

Y las labores de los pueblos heredaron;

105:

45 Para que guardasen sus estatutos,

Y cumpliesen sus leyes.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 106

106:

1 Aleluya.

Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

106:

2 ¿Quién expresará las poderosas obras de Jehová?

¿Quién contará sus alabanzas?

106:

3 Dichosos los que guardan juicio,

Los que hacen justicia en todo tiempo.

106:

4 Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo;

Visítame con tu salvación,

106:

5 Para que yo vea el bien de tus escogidos,

Para que me goce en la alegría de tu nación,

Y me gloríe con tu heredad.

106:

6 Pecamos nosotros, como nuestros padres;

Hicimos iniquidad, hicimos impiedad.

106:

7 Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas;

No se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias,

Sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.

106:

8 Pero él los salvó por amor de su nombre,

Para hacer notorio su poder.

106:

9 Reprendió al Mar Rojo y lo secó,

Y les hizo ir por el abismo como por un desierto.

106:

10 Los salvó de mano del enemigo,

Y los rescató de mano del adversario.

106:

11 Cubrieron las aguas a sus enemigos;

No quedó ni uno de ellos.

106:

12 Entonces creyeron a sus palabras

Y cantaron su alabanza.

106:

13 Bien pronto olvidaron sus obras;

No esperaron su consejo.

106:

14 Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto;

Y tentaron a Dios en la soledad.

106:

15 Y él les dio lo que pidieron;

Mas envió mortandad sobre ellos.

106:

16 Tuvieron envidia de Moisés en el campamento,

Y contra Aarón, el santo de Jehová.

106:

17 Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán,

Y cubrió la compañía de Abiram.

106:

18 Y se encendió fuego en su junta;

La llama quemó a los impíos.

106:

19 Hicieron becerro en Horeb,

Se postraron ante una imagen de fundición.

106:

20 Así cambiaron su gloria

Por la imagen de un buey que come hierba.

106:

21 Olvidaron al Dios de su salvación,

Que había hecho grandezas en Egipto,

106:

22 Maravillas en la tierra de Cam,

Cosas formidables sobre el Mar Rojo.

106:

23 Y trató de destruirlos,

De no haberse interpuesto Moisés su escogido delante de él,

A fin de apartar su indignación para que no los destruyese.

106:

24 Pero aborrecieron la tierra deseable;

No creyeron a su palabra,

106:

25 Antes murmuraron en sus tiendas,

Y no oyeron la voz de Jehová.

106:

26 Por tanto, alzó su mano contra ellos

Para abatirlos en el desierto,

106:

27 Y humillar su pueblo entre las naciones,

Y esparcirlos por las tierras.

106:

28 Se unieron asimismo a Baal-peor,

Y comieron los sacrificios de los muertos.

106:

29 Provocaron la ira de Dios con sus obras,

Y se desarrolló la mortandad entre ellos.

106:

30 Entonces se levantó Finees e hizo juicio,

Y se detuvo la plaga;

106:

31 Y le fue contado por justicia

De generación en generación para siempre.

106:

32 También le irritaron en las aguas de Meriba;

Y le fue mal a Moisés por causa de ellos,

106:

33 Porque hicieron rebelar a su espíritu,

Y habló precipitadamente con sus labios.

106:

34 No destruyeron a los pueblos

Que Jehová les dijo;

106:

35 Antes se mezclaron con las naciones,

Y aprendieron sus obras,

106:

36 Y sirvieron a sus ídolos,

Los cuales fueron causa de su ruina.

106:

37 Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios,

106:

38 Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas,

Que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán,

Y la tierra fue contaminada con sangre.

106:

39 Se contaminaron así con sus obras,

Y se prostituyeron con sus hechos.

106:

40 Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo,

Y abominó su heredad;

106:

41 Los entregó en poder de las naciones,

Y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían.

106:

42 Sus enemigos los oprimieron,

Y fueron quebrantados debajo de su mano.

106:

43 Muchas veces los libró;

Mas ellos se rebelaron contra su consejo,

Y fueron humillados por su maldad.

106:

44 Con todo, él miraba cuando estaban en angustia,

Y oía su clamor;

106:

45 Y se acordaba de su pacto con ellos,

Y se arrepentía conforme a la muchedumbre de sus misericordias.

106:

46 Hizo asimismo que tuviesen de ellos misericordia todos los que los tenían cautivos.

106:

47 Sálvanos, Jehová Dios nuestro,

Y recógenos de entre las naciones,

Para que alabemos tu santo nombre,

Para que nos gloriemos en tus alabanzas.

106:

48 Bendito Jehová Dios de Israel,

Desde la eternidad y hasta la eternidad;

Y diga todo el pueblo, Amén.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 107

107:

1 Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

107:

2 Díganlo los redimidos de Jehová,

Los que ha redimido del poder del enemigo,

107:

3 Y los ha congregado de las tierras,

Del oriente y del occidente,

Del norte y del sur.

107:

4 Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino,

Sin hallar ciudad en donde vivir.

107:

5 Hambrientos y sedientos,

Su alma desfallecía en ellos.

107:

6 Entonces clamaron a Jehová en su angustia,

Y los libró de sus aflicciones.

107:

7 Los dirigió por camino derecho,

Para que viniesen a ciudad habitable.

107:

8 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

107:

9 Porque sacia al alma menesterosa,

Y llena de bien al alma hambrienta.

107:

10 Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte,

Aprisionados en aflicción y en hierros,

107:

11 Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová,

Y aborrecieron el consejo del Altísimo.

107:

12 Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones;

Cayeron, y no hubo quien los ayudase.

107:

13 Luego que clamaron a Jehová en su angustia,

Los libró de sus aflicciones;

107:

14 Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte,

Y rompió sus prisiones.

107:

15 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

107:

16 Porque quebrantó las puertas de bronce,

Y desmenuzó los cerrojos de hierro.

107:

17 Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión

Y a causa de sus maldades;

107:

18 Su alma abominó todo alimento,

Y llegaron hasta las puertas de la muerte.

107:

19 Pero clamaron a Jehová en su angustia,

Y los libró de sus aflicciones.

107:

20 Envió su palabra, y los sanó,

Y los libró de su ruina.

107:

21 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres;

107:

22 Ofrezcan sacrificios de alabanza,

Y publiquen sus obras con júbilo.

107:

23 Los que descienden al mar en naves,

Y hacen negocio en las muchas aguas,

107:

24 Ellos han visto las obras de Jehová,

Y sus maravillas en las profundidades.

107:

25 Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso,

Que encrespa sus ondas.

107:

26 Suben a los cielos, descienden a los abismos;

Sus almas se derriten con el mal.

107:

27 Tiemblan y titubean como ebrios,

Y toda su ciencia es inútil.

107:

28 Entonces claman a Jehová en su angustia,

Y los libra de sus aflicciones.

107:

29 Cambia la tempestad en sosiego,

Y se apaciguan sus ondas.

107:

30 Luego se alegran, porque se apaciguaron;

Y así los guía al puerto que deseaban.

107:

31 Alaben la misericordia de Jehová,

Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

107:

32 Exáltenlo en la congregación del pueblo,

Y en la reunión de ancianos lo alaben.

107:

33 El convierte los ríos en desierto,

Y los manantiales de las aguas en sequedales;

107:

34 La tierra fructífera en estéril,

Por la maldad de los que la habitan.

107:

35 Vuelve el desierto en estanques de aguas,

Y la tierra seca en manantiales.

107:

36 Allí establece a los hambrientos,

Y fundan ciudad en donde vivir.

107:

37 Siembran campos, y plantan viñas,

Y rinden abundante fruto.

107:

38 Los bendice, y se multiplican en gran manera;

Y no disminuye su ganado.

107:

39 Luego son menoscabados y abatidos

A causa de tiranía, de males y congojas.

107:

40 El esparce menosprecio sobre los príncipes,

Y les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino.

107:

41 Levanta de la miseria al pobre,

Y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas.

107:

42 Véanlo los rectos, y alégrense,

Y todos los malos cierren su boca.

107:

43 ¿Quién es sabio y guardará estas cosas,

Y entenderá las misericordias de Jehová?

 

Los Salmos

Capítulo 108

108:

1 Mi corazón está dispuesto, oh Dios;

Cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria.

108:

2 Despiértate, salterio y arpa;

Despertaré al alba.

108:

3 Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos;

A ti cantaré salmos entre las naciones.

108:

4 Porque más grande que los cielos es tu misericordia,

Y hasta los cielos tu verdad.

108:

5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios,

Y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.

108:

6 Para que sean librados tus amados,

Salva con tu diestra y respóndeme.

108:

7 Dios ha dicho en su santuario:

 Yo me alegraré;

Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

108:

8 Mío es Galaad, mío es Manasés,

Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;

Judá es mi legislador.

108:

9 Moab, la vasija para lavarme;

Sobre Edom echaré mi calzado;

Me regocijaré sobre Filistea.

108:

10 ¿Quién me guiará a la ciudad fortificada?

¿Quién me guiará hasta Edom?

108:

11 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,

Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

108:

12 Danos socorro contra el adversario,

Porque vana es la ayuda del hombre.

108:

13 En Dios haremos proezas,

Y él hollará a nuestros enemigos.

 

Los Salmos

Capítulo 109

109:

1 Oh Dios de mi alabanza, no calles;

109:

2 Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí;

Han hablado de mí con lengua mentirosa;

109:

3 Con palabras de odio me han rodeado,

Y pelearon contra mí sin causa.

109:

4 En pago de mi amor me han sido adversarios;

Mas yo oraba.

109:

5 Me devuelven mal por bien,

Y odio por amor.

109:

6 Pon sobre él al impío,

Y Satanás esté a su diestra.

109:

7 Cuando fuere juzgado, salga culpable;

Y su oración sea para pecado.

109:

8 Sean sus días pocos;

Tome otro su oficio.

109:

9 Sean sus hijos huérfanos,

Y su mujer viuda.

109:

10 Anden sus hijos vagabundos, y mendiguen;

Y procuren su pan lejos de sus desolados hogares.

109:

11 Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene,

Y extraños saqueen su trabajo.

109:

12 No tenga quien le haga misericordia,

Ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.

109:

13 Su posteridad sea destruida;

En la segunda generación sea borrado su nombre.

109:

14 Venga en memoria ante Jehová la maldad de sus padres,

Y el pecado de su madre no sea borrado.

109:

15 Estén siempre delante de Jehová,

Y él corte de la tierra su memoria,

109:

16 Por cuanto no se acordó de hacer misericordia,

Y persiguió al hombre afligido y menesteroso,

Al quebrantado de corazón, para darle muerte.

109:

17 Amó la maldición, y ésta le sobrevino;

Y no quiso la bendición, y ella se alejó de él.

109:

18 Se vistió de maldición como de su vestido,

Y entró como agua en sus entrañas,

Y como aceite en sus huesos.

109:

19 Séale como vestido con que se cubra,

Y en lugar de cinto con que se ciña siempre.

109:

20 Sea este el pago de parte de Jehová a los que me calumnian,

Y a los que hablan mal contra mi alma.

109:

21 Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre;

Líbrame, porque tu misericordia es buena.

109:

22 Porque yo estoy afligido y necesitado,

Y mi corazón está herido dentro de mí.

109:

23 Me voy como la sombra cuando declina;

Soy sacudido como langosta.

109:

24 Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno,

Y mi carne desfallece por falta de gordura.

109:

25 Yo he sido para ellos objeto de oprobio;

Me miraban, y burlándose meneaban su cabeza.

109:

26 Ayúdame, Jehová Dios mío;

Sálvame conforme a tu misericordia.

109:

27 Y entiendan que esta es tu mano;

Que tú, Jehová, has hecho esto.

109:

28 Maldigan ellos, pero bendice tú;

Levántense, mas sean avergonzados, y regocíjese tu siervo.

109:

29 Sean vestidos de ignominia los que me calumnian;

Sean cubiertos de confusión como con manto.

109:

30 Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca,

Y en medio de muchos le alabaré.

109:

31 Porque él se pondrá a la diestra del pobre,

Para librar su alma de los que le juzgan.

 

Los Salmos

Capítulo 110

110:

1 Jehová dijo a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

110:

2 Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder;

Domina en medio de tus enemigos.

110:

3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,

En la hermosura de la santidad.

Desde el seno de la aurora

Tienes tú el rocío de tu juventud.

110:

4 Juró Jehová, y no se arrepentirá:

Tú eres sacerdote para siempre

Según el orden de Melquisedec.

110:

5 El Señor está a tu diestra;

Quebrantará a los reyes en el día de su ira.

110:

6 Juzgará entre las naciones,

Las llenará de cadáveres;

Quebrantará las cabezas en muchas tierras.

110:

7 Del arroyo beberá en el camino,

Por lo cual levantará la cabeza.

 

Los Salmos

Capítulo 111

111:

1 Alabaré a Jehová con todo el corazón

En la compañía y congregación de los rectos.

111:

2 Grandes son las obras de Jehová,

Buscadas de todos los que las quieren.

111:

3 Gloria y hermosura es su obra,

Y su justicia permanece para siempre.

111:

4 Ha hecho memorables sus maravillas;

Clemente y misericordioso es Jehová.

111:

5 Ha dado alimento a los que le temen;

Para siempre se acordará de su pacto.

111:

6 El poder de sus obras manifestó a su pueblo,

Dándole la heredad de las naciones.

111:

7 Las obras de sus manos son verdad y juicio;

Fieles son todos sus mandamientos,

111:

8 Afirmados eternamente y para siempre,

Hechos en verdad y en rectitud.

111:

9 Redención ha enviado a su pueblo;

Para siempre ha ordenado su pacto;

Santo y temible es su nombre.

111:

10 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;

Buen entendimiento tienen todos los

que practican sus mandamientos;

Su loor permanece para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 112

112:

1 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová,

Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.

112:

2 Su descendencia será poderosa en la tierra;

La generación de los rectos será bendita.

112:

3 Bienes y riquezas hay en su casa,

Y su justicia permanece para siempre.

112:

4 Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos;

Es clemente, misericordioso y justo.

112:

5 El hombre de bien tiene misericordia, y presta;

Gobierna sus asuntos con juicio,

112:

6 Por lo cual no resbalará jamás;

En memoria eterna será el justo.

112:

7 No tendrá temor de malas noticias;

Su corazón está firme, confiado en Jehová.

112:

8 Asegurado está su corazón; no temerá,

Hasta que vea en sus enemigos su deseo.

112:

9 Reparte, da a los pobres;

Su justicia permanece para siempre;

Su poder será exaltado en gloria.

112:

10 Lo verá el impío y se irritará;

Crujirá los dientes, y se consumirá.

El deseo de los impíos perecerá.

 

Los Salmos

Capítulo 113

113:

1 Alabad, siervos de Jehová,

Alabad el nombre de Jehová.

113:

2 Sea el nombre de Jehová bendito

Desde ahora y para siempre.

113:

3 Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone,

Sea alabado el nombre de Jehová.

113:

4 Excelso sobre todas las naciones es Jehová,

Sobre los cielos su gloria.

113:

5 ¿Quién como Jehová nuestro Dios,

Que se sienta en las alturas,

113:

6 Que se humilla a mirar

En el cielo y en la tierra?

113:

7 El levanta del polvo al pobre,

Y al menesteroso alza del muladar,

113:

8 Para hacerlos sentar con los príncipes,

Con los príncipes de su pueblo.

113:

9 El hace habitar en familia a la estéril,

Que se goza en ser madre de hijos.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 114

114:

1 Cuando salió Israel de Egipto,

La casa de Jacob del pueblo extranjero,

114:

2 Judá vino a ser su santuario,

E Israel su señorío.

114:

3 El mar lo vio, y huyó;

El Jordán se volvió atrás.

114:

4 Los montes saltaron como carneros,

Los collados como corderitos.

114:

5 ¿Qué tuviste, oh mar, que huiste?

¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás?

114:

6 Oh montes, ¿por qué saltasteis como carneros,

Y vosotros, collados, como corderitos?

114:

7 A la presencia de Jehová tiembla la tierra,

A la presencia del Dios de Jacob,

114:

8 El cual cambió la peña en estanque de aguas,

Y en fuente de aguas la roca.

 

Los Salmos

Capítulo 115

115:

1 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros,

Sino a tu nombre da gloria,

Por tu misericordia, por tu verdad.

115:

2 ¿Por qué han de decir las gentes:

¿Dónde está ahora su Dios?

115:

3 Nuestro Dios está en los cielos;

Todo lo que quiso ha hecho.

115:

4 Los ídolos de ellos son plata y oro,

Obra de manos de hombres.

115:

5 Tienen boca, mas no hablan;

Tienen ojos, mas no ven;

115:

6 Orejas tienen, mas no oyen;

Tienen narices, mas no huelen;

115:

7 Manos tienen, mas no palpan;

Tienen pies, mas no andan;

No hablan con su garganta.

115:

8 Semejantes a ellos son los que los hacen,

Y cualquiera que confía en ellos.

115:

9 Oh Israel, confía en Jehová;

El es tu ayuda y tu escudo.

115:

10 Casa de Aarón, confiad en Jehová;

El es vuestra ayuda y vuestro escudo.

115:

11 Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová;

El es vuestra ayuda y vuestro escudo.

115:

12 Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá;

Bendecirá a la casa de Israel;

Bendecirá a la casa de Aarón.

115:

13 Bendecirá a los que temen a Jehová,

A pequeños y a grandes.

115:

14 Aumentará Jehová bendición sobre vosotros;

Sobre vosotros y sobre vuestros hijos.

115:

15 Benditos vosotros de Jehová,

Que hizo los cielos y la tierra.

115:

16 Los cielos son los cielos de Jehová;

Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres.

115:

17 No alabarán los muertos a JAH,

Ni cuantos descienden al silencio;

115:

18 Pero nosotros bendeciremos a JAH

Desde ahora y para siempre.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 116

116:

1 Amo a Jehová, pues ha oído

Mi voz y mis súplicas;

116:

2 Porque ha inclinado a mí su oído;

Por tanto, le invocaré en todos mis días.

116:

3 Me rodearon ligaduras de muerte,

Me encontraron las angustias del Seol;

Angustia y dolor había yo hallado.

116:

4 Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo:

Oh Jehová, libra ahora mi alma.

116:

5 Clemente es Jehová, y justo;

Sí, misericordioso es nuestro Dios.

116:

6 Jehová guarda a los sencillos;

Estaba yo postrado, y me salvó.

116:

7 Vuelve, oh alma mía, a tu reposo,

Porque Jehová te ha hecho bien.

116:

8 Pues tú has librado mi alma de la muerte,

Mis ojos de lágrimas,

Y mis pies de resbalar.

116:

9 Andaré delante de Jehová

En la tierra de los vivientes.

116:

10 Creí; por tanto hablé,

Estando afligido en gran manera.

116:

11 Y dije en mi apresuramiento:

Todo hombre es mentiroso.

116:

12 ¿Qué pagaré a Jehová

Por todos sus beneficios para conmigo?

116:

13 Tomaré la copa de la salvación,

E invocaré el nombre de Jehová.

116:

14 Ahora pagaré mis votos a Jehová

Delante de todo su pueblo.

116:

15 Estimada es a los ojos de Jehová

La muerte de sus santos.

116:

16 Oh Jehová, ciertamente yo soy tu siervo,

Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva;

Tú has roto mis prisiones.

116:

17 Te ofreceré sacrificio de alabanza,

E invocaré el nombre de Jehová.

116:

18 A Jehová pagaré ahora mis votos

Delante de todo su pueblo,

116:

19 En los atrios de la casa de Jehová,

En medio de ti, oh Jerusalén.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 117

117:

1 Alabad a Jehová, naciones todas;

Pueblos todos, alabadle.

117:

2 Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia,

Y la fidelidadde Jehová es para siempre.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 118

118:

1 Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

118:

2 Diga ahora Israel,

Que para siempre es su misericordia.

118:

3 Diga ahora la casa de Aarón,

Que para siempre es su misericordia.

118:

4 Digan ahora los que temen a Jehová,

Que para siempre es su misericordia.

118:

5 Desde la angustia invoqué a JAH,

Y me respondió JAH, poniéndome en lugar espacioso.

118:

6 Jehová está conmigo; no temeré

Lo que me pueda hacer el hombre.

118:

7 Jehová está conmigo entre los que me ayudan;

Por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.

118:

8 Mejor es confiar en Jehová

Que confiar en el hombre.

118:

9 Mejor es confiar en Jehová

Que confiar en príncipes.

118:

10 Todas las naciones me rodearon;

Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.

118:

11 Me rodearon y me asediaron;

Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.

118:

12 Me rodearon como abejas; se enardecieron como fuego de espinos;

Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.

118:

13 Me empujaste con violencia para que cayese,

Pero me ayudó Jehová.

118:

14 Mi fortaleza y mi cántico es JAH,

Y él me ha sido por salvación.

118:

15 Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos;

La diestra de Jehová hace proezas.

118:

16 La diestra de Jehová es sublime;

La diestra de Jehová hace valentías.

118:

17 No moriré, sino que viviré,

Y contaré las obras de JAH.

118:

18 Me castigó gravemente JAH,

Mas no me entregó a la muerte.

118:

19 Abridme las puertas de la justicia;

Entraré por ellas, alabaré a JAH.

118:

20 Esta es puerta de Jehová;

Por ella entrarán los justos.

118:

21 Te alabaré porque me has oído,

Y me fuiste por salvación.

118:

22 La piedra que desecharon los edificadores

Ha venido a ser cabeza del ángulo.

118:

23 De parte de Jehová es esto,

Y es cosa maravillosa a nuestros ojos.

118:

24 Este es el día que hizo Jehová;

Nos gozaremos y alegraremos en él.

118:

25 Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego;

Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora.

118:

26 Bendito el que viene en el nombre de Jehová;

Desde la casa de Jehová os bendecimos.

118:

27 Jehová es Dios, y nos ha dado luz;

Atad víctimas con cuerdas a los cuernos del altar.

118:

28 Mi Dios eres tú, y te alabaré;

Dios mío, te exaltaré.

118:

29 Alabad a Jehová, porque él es bueno;

Porque para siempre es su misericordia.

 

Los Salmos

Capítulo 119

119:

1 Bienaventurados los perfectos de camino,

Los que andan en la ley de Jehová.

119:

2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios,

Y con todo el corazón le buscan;

119:

3 Pues no hacen iniquidad

Los que andan en sus caminos.

119:

4 Tú encargaste

Que sean muy guardados tus mandamientos.

119:

5 ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos

Para guardar tus estatutos!

119:

6 Entonces no sería yo avergonzado,

Cuando atendiese a todos tus mandamientos.

119:

7 Te alabaré con rectitud de corazón

Cuando aprendiere tus justos juicios.

119:

8 Tus estatutos guardaré;

No me dejes enteramente.

Bet

119:

9 ¿Con qué limpiará el joven su camino?

Con guardar tu palabra.

119:

10 Con todo mi corazón te he buscado;

No me dejes desviarme de tus mandamientos.

119:

11 En mi corazón he guardado tus dichos,

Para no pecar contra ti.

119:

12 Bendito tú, oh Jehová;

Enséñame tus estatutos.

119:

13 Con mis labios he contado

Todos los juicios de tu boca.

119:

14 Me he gozado en el camino de tus testimonios

Más que de toda riqueza.

119:

15 En tus mandamientos meditaré;

Consideraré tus caminos.

119:

16 Me regocijaré en tus estatutos;

No me olvidaré de tus palabras.

Guímel

119:

17 Haz bien a tu siervo; que viva,

Y guarde tu palabra.

119:

18 Abre mis ojos, y miraré

Las maravillas de tu ley.

119:

19 Forastero soy yo en la tierra;

No encubras de mí tus mandamientos.

119:

20 Quebrantada está mi alma de desear

Tus juicios en todo tiempo.

119:

21 Reprendiste a los soberbios, los malditos,

Que se desvían de tus mandamientos.

119:

22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio,

Porque tus testimonios he guardado.

119:

23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí;

Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,

119:

24 Pues tus testimonios son mis delicias

Y mis consejeros.

Dálet

119:

25 Abatida hasta el polvo está mi alma;

Vivifícame según tu palabra.

119:

26 Te he manifestado mis caminos, y me has respondido;

Enséñame tus estatutos.

119:

27 Hazme entender el camino de tus mandamientos,

Para que medite en tus maravillas.

119:

28 Se deshace mi alma de ansiedad;

Susténtame según tu palabra.

119:

29 Aparta de mí el camino de la mentira,

Y en tu misericordia concédeme tu ley.

119:

30 Escogí el camino de la verdad;

He puesto tus juicios delante de mí.

119:

31 Me he apegado a tus testimonios;

Oh Jehová, no me avergüences.

119:

32 Por el camino de tus mandamientos correré,

Cuando ensanches mi corazón.

He

119:

33 Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos,

Y lo guardaré hasta el fin.

119:

34 Dame entendimiento, y guardaré tu ley,

Y la cumpliré de todo corazón.

119:

35 Guíame por la senda de tus mandamientos,

Porque en ella tengo mi voluntad.

119:

36 Inclina mi corazón a tus testimonios,

Y no a la avaricia.

119:

37 Aparta mis ojos, que no vean la vanidad;

Avívame en tu camino.

119:

38 Confirma tu palabra a tu siervo,

Que te teme.

119:

39 Quita de mí el oprobio que he temido,

Porque buenos son tus juicios.

119:

40 He aquí yo he anhelado tus mandamientos;

Vivifícame en tu justicia.

Vau

119:

41 Venga a mí tu misericordia, oh Jehová;

Tu salvación, conforme a tu dicho.

119:

42 Y daré por respuesta a mi avergonzador,

Que en tu palabra he confiado.

119:

43 No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad,

Porque en tus juicios espero.

119:

44 Guardaré tu ley siempre,

Para siempre y eternamente.

119:

45 Y andaré en libertad,

Porque busqué tus mandamientos.

119:

46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes,

Y no me avergonzaré;

119:

47 Y me regocijaré en tus mandamientos,

Los cuales he amado.

119:

48 Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé,

Y meditaré en tus estatutos.

Zain

119:

49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,

En la cual me has hecho esperar.

119:

50 Ella es mi consuelo en mi aflicción,

Porque tu dicho me ha vivificado.

119:

51 Los soberbios se burlaron mucho de mí,

Mas no me he apartado de tu ley.

119:

52 Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos,

Y me consolé.

119:

53 Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos

Que dejan tu ley.

119:

54 Cánticos fueron para mí tus estatutos

En la casa en donde fui extranjero.

119:

55 Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová,

Y guardé tu ley.

119:

56 Estas bendiciones tuve

Porque guardé tus mandamientos.

Chet

119:

57 Mi porción es Jehová;

He dicho que guardaré tus palabras.

119:

58 Tu presencia supliqué de todo corazón;

Ten misericordia de mí según tu palabra.

119:

59 Consideré mis caminos,

Y volví mis pies a tus testimonios.

119:

60 Me apresuré y no me retardé

En guardar tus mandamientos.

119:

61 Compañías de impíos me han rodeado,

Mas no me he olvidado de tu ley.

119:

62 A medianoche me levanto para alabarte

Por tus justos juicios.

119:

63 Compañero soy yo de todos los que te temen

Y guardan tus mandamientos.

119:

64 De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra;

Enséñame tus estatutos.

Tet

119:

65 Bien has hecho con tu siervo,

Oh Jehová, conforme a tu palabra.

119:

66 Enséñame buen sentido y sabiduría,

Porque tus mandamientos he creído.

119:

67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;

Mas ahora guardo tu palabra.

119:

68 Bueno eres tú, y bienhechor;

Enséñame tus estatutos.

119:

69 Contra mí forjaron mentira los soberbios,

Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.

119:

70 Se engrosó el corazón de ellos como sebo,

Mas yo en tu ley me he regocijado.

119:

71 Bueno me es haber sido humillado,

Para que aprenda tus estatutos.

119:

72 Mejor me es la ley de tu boca

Que millares de oro y plata.

Yod

119:

73 Tus manos me hicieron y me formaron;

Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.

119:

74 Los que te temen me verán, y se alegrarán,

Porque en tu palabra he esperado.

119:

75 Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos,

Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.

119:

76 Sea ahora tu misericordia para consolarme,

Conforme a lo que has dicho a tu siervo.

119:

77 Vengan a mí tus misericordias, para que viva,

Porque tu ley es mi delicia.

119:

78 Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado;

Pero yo meditaré en tus mandamientos.

119:

79 Vuélvanse a mí los que te temen

Y conocen tus testimonios.

119:

80 Sea mi corazón íntegro en tus estatutos,

Para que no sea yo avergonzado.

Caf

119:

81 Desfallece mi alma por tu salvación,

Mas espero en tu palabra.

119:

82 Desfallecieron mis ojos por tu palabra,

Diciendo:

 ¿Cuándo me consolarás?

119:

83 Porque estoy como el odre al humo;

Pero no he olvidado tus estatutos.

119:

84 ¿Cuántos son los días de tu siervo?

¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?

119:

85 Los soberbios me han cavado hoyos;

Mas no proceden según tu ley.

119:

86 Todos tus mandamientos son verdad;

Sin causa me persiguen; ayúdame.

119:

87 Casi me han echado por tierra,

Pero no he dejado tus mandamientos.

119:

88 Vivifícame conforme a tu misericordia,

Y guardaré los testimonios de tu boca.

Lámed

119:

89 Para siempre, oh Jehová,

Permanece tu palabra en los cielos.

119:

90 De generación en generación es tu fidelidad;

Tú afirmaste la tierra, y subsiste.

119:

91 Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy,

Pues todas ellas te sirven.

119:

92 Si tu ley no hubiese sido mi delicia,

Ya en mi aflicción hubiera perecido.

119:

93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos,

Porque con ellos me has vivificado.

119:

94 Tuyo soy yo, sálvame,

Porque he buscado tus mandamientos.

119:

95 Los impíos me han aguardado para destruirme;

Mas yo consideraré tus testimonios.

119:

96 A toda perfección he visto fin;

Amplio sobremanera es tu mandamiento.

Mem

119:

97 ¡Oh, cuánto amo yo tu ley!

Todo el día es ella mi meditación.

119:

98 Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,

Porque siempre están conmigo.

119:

99 Más que todos mis enseñadores he entendido,

Porque tus testimonios son mi meditación.

119:

100 Más que los viejos he entendido,

Porque he guardado tus mandamientos;

119:

101 De todo mal camino contuve mis pies,

Para guardar tu palabra.

119:

102 No me aparté de tus juicios,

Porque tú me enseñaste.

119:

103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!

Más que la miel a mi boca.

119:

104 De tus mandamientos he adquirido inteligencia;

Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.

Nun

119:

105 Lámpara es a mis pies tu palabra,

Y lumbrera a mi camino.

119:

106 Juré y ratifiqué

Que guardaré tus justos juicios.

119:

107 Afligido estoy en gran manera;

Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.

119:

108 Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca,

Y me enseñes tus juicios.

119:

109 Mi vida está de continuo en peligro,

Mas no me he olvidado de tu ley.

119:

110 Me pusieron lazo los impíos,

Pero yo no me desvié de tus mandamientos.

119:

111 Por heredad he tomado tus testimonios para siempre,

Porque son el gozo de mi corazón.

119:

112 Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos

De continuo, hasta el fin.

Sámec

119:

113 Aborrezco a los hombres hipócritas;

Mas amo tu ley.

119:

114 Mi escondedero y mi escudo eres tú;

En tu palabra he esperado.

119:

115 Apartaos de mí, malignos,

Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

119:

116 Susténtame conforme a tu palabra, y viviré;

Y no quede yo avergonzado de mi esperanza.

119:

117 Sosténme, y seré salvo,

Y me regocijaré siempre en tus estatutos.

119:

118 Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos,

Porque su astucia es falsedad.

119:

119 Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra;

Por tanto, yo he amado tus testimonios.

119:

120 Mi carne se ha estremecido por temor de ti,

Y de tus juicios tengo miedo.

Ayin

119:

121 Juicio y justicia he hecho;

No me abandones a mis opresores.

119:

122 Afianza a tu siervo para bien;

No permitas que los soberbios me opriman.

119:

123 Mis ojos desfallecieron por tu salvación,

Y por la palabra de tu justicia.

119:

124 Haz con tu siervo según tu misericordia,

Y enséñame tus estatutos.

119:

125 Tu siervo soy yo, dame entendimiento

Para conocer tus testimonios.

119:

126 Tiempo es de actuar, oh Jehová,

Porque han invalidado tu ley.

119:

127 Por eso he amado tus mandamientos

Más que el oro, y más que oro muy puro.

119:

128 Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas,

Y aborrecí todo camino de mentira.

Pe

119:

129 Maravillosos son tus testimonios;

Por tanto, los ha guardado mi alma.

119:

130 La exposición de tus palabras alumbra;

Hace entender a los simples.

119:

131 Mi boca abrí y suspiré,

Porque deseaba tus mandamientos.

119:

132 Mírame, y ten misericordia de mí,

Como acostumbras con los que aman tu nombre.

119:

133 Ordena mis pasos con tu palabra,

Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

119:

134 Líbrame de la violencia de los hombres,

Y guardaré tus mandamientos.

119:

135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo,

Y enséñame tus estatutos.

119:

136 Ríos de agua descendieron de mis ojos,

Porque no guardaban tu ley.

119:

137 Justo eres tú, oh Jehová,

Y rectos tus juicios.

119:

138 Tus testimonios, que has recomendado,

Son rectos y muy fieles.

119:

139 Mi celo me ha consumido,

Porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.

119:

140 Sumamente pura es tu palabra,

Y la ama tu siervo.

119:

141 Pequeño soy yo, y desechado,

Mas no me he olvidado de tus mandamientos.

119:

142 Tu justicia es justicia eterna,

Y tu ley la verdad.

119:

143 Aflicción y angustia se han apoderado de mí,

Mas tus mandamientos fueron mi delicia.

119:

144 Justicia eterna son tus testimonios;

Dame entendimiento, y viviré.

Cof

119:

145 Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová,

Y guardaré tus estatutos.

119:

146 A ti clamé; sálvame,

Y guardaré tus testimonios.

119:

147 Me anticipé al alba, y clamé;

Esperé en tu palabra.

119:

148 Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche,

Para meditar en tus mandatos.

119:

149 Oye mi voz conforme a tu misericordia;

Oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio.

119:

150 Se acercaron a la maldad los que me persiguen;

Se alejaron de tu ley.

119:

151 Cercano estás tú, oh Jehová,

Y todos tus mandamientos son verdad.

119:

152 Hace ya mucho que he entendido tus testimonios,

Que para siempre los has establecido.

Resh

119:

153 Mira mi aflicción, y líbrame,

Porque de tu ley no me he olvidado.

119:

154 Defiende mi causa, y redímeme;

Vivifícame con tu palabra.

119:

155 Lejos está de los impíos la salvación,

Porque no buscan tus estatutos.

119:

156 Muchas son tus misericordias, oh Jehová;

Vivifícame conforme a tus juicios.

119:

157 Muchos son mis perseguidores y mis enemigos,

Mas de tus testimonios no me he apartado.

119:

158 Veía a los prevaricadores, y me disgustaba,

Porque no guardaban tus palabras.

119:

159 Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos;

Vivifícame conforme a tu misericordia.

119:

160 La suma de tu palabra es verdad,

Y eterno es todo juicio de tu justicia.

Sin

119:

161 Príncipes me han perseguido sin causa,

Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.

119:

162 Me regocijo en tu palabra

Como el que halla muchos despojos.

119:

163 La mentira aborrezco y abomino;

Tu ley amo.

119:

164 Siete veces al día te alabo

A causa de tus justos juicios.

119:

165 Mucha paz tienen los que aman tu ley,

Y no hay para ellos tropiezo.

119:

166 Tu salvación he esperado, oh Jehová,

Y tus mandamientos he puesto por obra.

119:

167 Mi alma ha guardado tus testimonios,

Y los he amado en gran manera.

119:

168 He guardado tus mandamientos y tus testimonios,

Porque todos mis caminos están delante de ti.

Tau

119:

169 Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová;

Dame entendimiento conforme a tu palabra.

119:

170 LLegue mi oración delante de ti;

Líbrame conforme a tu dicho.

119:

171 Mis labios rebosarán alabanza

Cuando me enseñes tus estatutos.

119:

172 Hablará mi lengua tus dichos,

Porque todos tus mandamientos son justicia.

119:

173 Esté tu mano pronta para socorrerme,

Porque tus mandamientos he escogido.

119:

174 He deseado tu salvación, oh Jehová,

Y tu ley es mi delicia.

119:

175 Viva mi alma y te alabe,

Y tus juicios me ayuden.

119:

176 Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo,

Porque no me he olvidado de tus mandamientos.

 

Los Salmos

Capítulo 120

120:

1 A Jehová clamé estando en angustia,

Y él me respondió.

120:

2 Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso,

Y de la lengua fraudulenta.

120:

3 ¿Qué te dará, o qué te aprovechará,

Oh lengua engañosa?

120:

4 Agudas saetas de valiente,

Con brasas de enebro.

120:

5 ¡Ay de mí, que moro en Mesec,

Y habito entre las tiendas de Cedar!

120:

6 Mucho tiempo ha morado mi alma

Con los que aborrecen la paz.

120:

7 Yo soy pacífico;

Mas ellos, así que hablo, me hacen guerra.

 

Los Salmos

Capítulo 121

121:

1 Alzaré mis ojos a los montes;

¿De dónde vendrá mi socorro?

121:

2 Mi socorro viene de Jehová,

Que hizo los cielos y la tierra.

121:

3 No dará tu pie al resbaladero,

Ni se dormirá el que te guarda.

121:

4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá

El que guarda a Israel.

121:

5 Jehová es tu guardador;

Jehová es tu sombra a tu mano derecha.

121:

6 El sol no te fatigará de día,

Ni la luna de noche.

121:

7 Jehová te guardará de todo mal;

El guardará tu alma.

121:

8 Jehová guardará tu salida y tu entrada

Desde ahora y para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 122

122:

1 Yo me alegré con los que me decían:

A la casa de Jehová iremos.

122:

2 Nuestros pies estuvieron

Dentro de tus puertas, oh Jerusalén.

122:

3 Jerusalén, que se ha edificado

Como una ciudad que está bien unida entre sí.

122:

4 Y allá subieron las tribus, las tribus de JAH,

Conforme al testimonio dado a Israel,

Para alabar el nombre de Jehová.

122:

5 Porque allá están las sillas del juicio,

Los tronos de la casa de David.

122:

6 Pedid por la paz de Jerusalén;

Sean prosperados los que te aman.

122:

7 Sea la paz dentro de tus muros,

Y el descanso dentro de tus palacios.

122:

8 Por amor de mis hermanos y mis compañeros

Diré yo:

 La paz sea contigo.

122:

9 Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios

Buscaré tu bien.

 

Los Salmos

Capítulo 123

123:

1 A ti alcé mis ojos,

A ti que habitas en los cielos.

123:

2 He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores,

Y como los ojos de la sierva a la mano de su señora,

Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios,

Hasta que tenga misericordia de nosotros.

123:

3 Ten misericordia de nosotros, oh Jehová, ten misericordia de nosotros,

Porque estamos muy hastiados de menosprecio.

123:

4 Hastiada está nuestra alma

Del escarnio de los que están en holgura,

Y del menosprecio de los soberbios.

 

Los Salmos

Capítulo 124

124:

1 A no haber estado Jehová por nosotros,

Diga ahora Israel;

124:

2 A no haber estado Jehová por nosotros,

Cuando se levantaron contra nosotros los hombres,

124:

3 Vivos nos habrían tragado entonces,

Cuando se encendió su furor contra nosotros.

124:

4 Entonces nos habrían inundado las aguas;

Sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente;

124:

5 Hubieran entonces pasado sobre nuestra alma las aguas impetuosas.

124:

6 Bendito sea Jehová,

Que no nos dio por presa a los dientes de ellos.

124:

7 Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores;

Se rompió el lazo, y escapamos nosotros.

124:

8 Nuestro socorro está en el nombre de Jehová,

Que hizo el cielo y la tierra.

 

Los Salmos

Capítulo 125

125:

1 Los que confían en Jehová son como el monte de Sion,

Que no se mueve, sino que permanece para siempre.

125:

2 Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,

Así Jehová está alrededor de su pueblo

Desde ahora y para siempre.

125:

3 Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos;

No sea que extiendan los justos sus manos a la iniquidad.

125:

4 Haz bien, oh Jehová, a los buenos,

Y a los que son rectos en su corazón.

125:

5 Mas a los que se apartan tras sus perversidades,

Jehová los llevará con los que hacen iniquidad;

Paz sea sobre Israel.

 

Los Salmos

Capítulo 126

126:

1 Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,

Seremos como los que sueñan.

126:

2 Entonces nuestra boca se llenará de risa,

Y nuestra lengua de alabanza;

Entonces dirán entre las naciones:

Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.

126:

3 Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;

Estaremos alegres.

126:

4 Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,

Como los arroyos del Neguev.

126:

5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.

126:

6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;

Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.

 

Los Salmos

Capítulo 127

127:

1 Si Jehová no edificare la casa,

En vano trabajan los que la edifican;

Si Jehová no guardare la ciudad,

En vano vela la guardia.

127:

2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar,

Y que comáis pan de dolores;

Pues que a su amado dará Dios el sueño.

127:

3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos;

Cosa de estima el fruto del vientre.

127:

4 Como saetas en mano del valiente,

Así son los hijos habidos en la juventud.

127:

5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;

No será avergonzado

Cuando hablare con los enemigos en la puerta.

 

Los Salmos

Capítulo 128

128:

1 Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,

Que anda en sus caminos.

128:

2 Cuando comieres el trabajo de tus manos,

Bienaventurado serás, y te irá bien.

128:

3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa;

Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.

128:

4 He aquí que así será bendecido el hombre

Que teme a Jehová.

128:

5 Bendígate Jehová desde Sion,

Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,

128:

6 Y veas a los hijos de tus hijos.

Paz sea sobre Israel.

 

Los Salmos

Capítulo 129

129:

1 Mucho me han angustiado desde mi juventud,

Puede decir ahora Israel;

129:

2 Mucho me han angustiado desde mi juventud;

Mas no prevalecieron contra mí.

129:

3 Sobre mis espaldas araron los aradores;

Hicieron largos surcos.

129:

4 Jehová es justo;

Cortó las coyundas de los impíos.

129:

5 Serán avergonzados y vueltos atrás

Todos los que aborrecen a Sion.

129:

6 Serán como la hierba de los tejados,

Que se seca antes que crezca;

129:

7 De la cual no llenó el segador su mano,

Ni sus brazos el que hace gavillas.

129:

8 Ni dijeron los que pasaban:

Bendición de Jehová sea sobre vosotros;

Os bendecimos en el nombre de Jehová.

 

Los Salmos

Capítulo 130

130:

1 De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.

130:

2 Señor, oye mi voz;

Estén atentos tus oídos

A la voz de mi súplica.

130:

3 JAH, si mirares a los pecados,

¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?

130:

4 Pero en ti hay perdón,

Para que seas reverenciado.

130:

5 Esperé yo a Jehová, esperó mi alma;

En su palabra he esperado.

130:

6 Mi alma espera a Jehová

Más que los centinelas a la mañana,

Más que los vigilantes a la mañana.

130:

7 Espere Israel a Jehová,

Porque en Jehová hay misericordia,

Y abundante redención con él;

130:

8 Y él redimirá a Israel

De todos sus pecados.

 

Los Salmos

Capítulo 131

131:

1 Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron;

Ni anduve en grandezas,

Ni en cosas demasiado sublimes para mí.

131:

2 En verdad que me he comportado y he acallado mi alma

Como un niño destetado de su madre;

Como un niño destetado está mi alma.

131:

3 Espera, oh Israel, en Jehová,

Desde ahora y para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 132

132:

1 Acuérdate, oh Jehová, de David,

Y de toda su aflicción;

132:

2 De cómo juró a Jehová,

Y prometió al Fuerte de Jacob:

132:

3 No entraré en la morada de mi casa,

Ni subiré sobre el lecho de mi estrado;

132:

4 No daré sueño a mis ojos,

Ni a mis párpados adormecimiento,

132:

5 Hasta que halle lugar para Jehová,

Morada para el Fuerte de Jacob.

132:

6 He aquí en Efrata lo oímos;

Lo hallamos en los campos del bosque.

132:

7 Entraremos en su tabernáculo;

Nos postraremos ante el estrado de sus pies.

132:

8 Levántate, oh Jehová, al lugar de tu reposo,

Tú y el arca de tu poder.

132:

9 Tus sacerdotes se vistan de justicia,

Y se regocijen tus santos.

132:

10 Por amor de David tu siervo

No vuelvas de tu ungido el rostro.

132:

11 En verdad juró Jehová a David,

Y no se retractará de ello:

De tu descendencia pondré sobre tu trono.

132:

12 Si tus hijos guardaren mi pacto,

Y mi testimonio que yo les enseñaré,

Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre.

132:

13 Porque Jehová ha elegido a Sion;

La quiso por habitación para sí.

132:

14 Este es para siempre el lugar de mi reposo;

Aquí habitaré, porque la he querido.

132:

15 Bendeciré abundantemente su provisión;

A sus pobres saciaré de pan.

132:

16 Asimismo vestiré de salvación a sus sacerdotes,

Y sus santos darán voces de júbilo.

132:

17 Allí haré retoñar el poder de David;

He dispuesto lámpara a mi ungido.

132:

18 A sus enemigos vestiré de confusión,

Mas sobre él florecerá su corona.

 

Los Salmos

Capítulo 133

133:

1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es

Habitar los hermanos juntos en armonía!

133:

2 Es como el buen óleo sobre la cabeza,

El cual desciende sobre la barba,

La barba de Aarón,

Y baja hasta el borde de sus vestiduras;

133:

3 Como el rocío de Hermón,

Que desciende sobre los montes de Sion;

Porque allí envía Jehová bendición,

Y vida eterna.

 

Los Salmos

Capítulo 134

134:

1 Mirad, bendecid a Jehová,

Vosotros todos los siervos de Jehová,

Los que en la casa de Jehová estáis por las noches.

134:

2 Alzad vuestras manos al santuario,

Y bendecid a Jehová.

134:

3 Desde Sion te bendiga Jehová,

El cual ha hecho los cielos y la tierra.

 

Los Salmos

Capítulo 135

135:

1 Alabad el nombre de Jehová;

Alabadle, siervos de Jehová;

135:

2 Los que estáis en la casa de Jehová,

En los atrios de la casa de nuestro Dios.

135:

3 Alabad a JAH, porque él es bueno;

Cantad salmos a su nombre, porque él es benigno.

135:

4 Porque JAH ha escogido a Jacob para sí,

A Israel por posesión suya.

135:

5 Porque yo sé que Jehová es grande,

Y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses.

135:

6 Todo lo que Jehová quiere, lo hace,

En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.

135:

7 Hace subir las nubes de los extremos de la tierra;

Hace los relámpagos para la lluvia;

Saca de sus depósitos los vientos.

135:

8 El es quien hizo morir a los primogénitos de Egipto,

Desde el hombre hasta la bestia.

135:

9 Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto,

Contra Faraón, y contra todos sus siervos.

135:

10 Destruyó a muchas naciones,

Y mató a reyes poderosos;

135:

11 A Sehón rey amorreo,

A Og rey de Basán,

Y a todos los reyes de Canaán.

135:

12 Y dio la tierra de ellos en heredad,

En heredad a Israel su pueblo.

135:

13 Oh Jehová, eterno es tu nombre;

Tu memoria, oh Jehová, de generación en generación.

135:

14 Porque Jehová juzgará a su pueblo,

Y se compadecerá de sus siervos.

135:

15 Los ídolos de las naciones son plata y oro,

Obra de manos de hombres.

135:

16 Tienen boca, y no hablan;

Tienen ojos, y no ven;

135:

17 Tienen orejas, y no oyen;

Tampoco hay aliento en sus bocas.

135:

18 Semejantes a ellos son los que los hacen,

Y todos los que en ellos confían.

135:

19 Casa de Israel, bendecid a Jehová;

Casa de Aarón, bendecid a Jehová;

135:

20 Casa de Leví, bendecid a Jehová;

Los que teméis a Jehová, bendecid a Jehová.

135:

21 Desde Sion sea bendecido Jehová,

Quien mora en Jerusalén.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 136

136:

1 Alabad a Jehová, porque él es bueno,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

2 Alabad al Dios de los dioses,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

3 Alabad al Señor de los señores,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

4 Al único que hace grandes maravillas,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

5 Al que hizo los cielos con entendimiento,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

6 Al que extendió la tierra sobre las aguas,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

7 Al que hizo las grandes lumbreras,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

8 El sol para que señorease en el día,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

9 La luna y las estrellas para que señoreasen en la noche,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

10 Al que hirió a Egipto en sus primogénitos,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

11 Al que sacó a Israel de en medio de ellos,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

12 Con mano fuerte, y brazo extendido,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

13 Al que dividió el Mar Rojo en partes,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

14 E hizo pasar a Israel por en medio de él,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

15 Y arrojó a Faraón y a su ejército en el Mar Rojo,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

16 Al que pastoreó a su pueblo por el desierto,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

17 Al que hirió a grandes reyes,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

18 Y mató a reyes poderosos,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

19 A Sehón rey amorreo,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

20 Y a Og rey de Basán,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

21 Y dio la tierra de ellos en heredad,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

22 En heredad a Israel su siervo,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

23 El es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros,

Porque para siempre es su misericordia;

136:

24 Y nos rescató de nuestros enemigos,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

25 El que da alimento a todo ser viviente,

Porque para siempre es su misericordia.

136:

26 Alabad al Dios de los cielos,

Porque para siempre es su misericordia.

 

Los Salmos

Capítulo 137

137:

1 Junto a los ríos de Babilonia,

Allí nos sentábamos, y aun llorábamos,

Acordándonos de Sion.

137:

2 Sobre los sauces en medio de ella

Colgamos nuestras arpas.

137:

3 Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos,

Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:

Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.

137:

4 ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová

En tierra de extraños?

137:

5 Si me olvidare de ti, oh Jerusalén,

Pierda mi diestra su destreza.

137:

6 Mi lengua se pegue a mi paladar,

Si de ti no me acordare;

Si no enalteciere a Jerusalén

Como preferente asunto de mi alegría.

137:

7 Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,

Cuando decían:

 Arrasadla, arrasadla

Hasta los cimientos.

137:

8 Hija de Babilonia la desolada,

Bienaventurado el que te diere el pago

De lo que tú nos hiciste.

137:

9 Dichoso el que tomare y estrellare tus niños

Contra la peña.

 

Los Salmos

Capítulo 138

138:

1 Te alabaré con todo mi corazón;

Delante de los dioses te cantaré salmos.

138:

2 Me postraré hacia tu santo templo,

Y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad;

Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas.

138:

3 El día que clamé, me respondiste;

Me fortaleciste con vigor en mi alma.

138:

4 Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra,

Porque han oído los dichos de tu boca.

138:

5 Y cantarán de los caminos de Jehová,

Porque la gloria de Jehová es grande.

138:

6 Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,

Mas al altivo mira de lejos.

138:

7 Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás;

Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano,

Y me salvará tu diestra.

138:

8 Jehová cumplirá su propósito en mí;

Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre;

No desampares la obra de tus manos.

 

Los Salmos

Capítulo 139

139:

1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.

139:

2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;

Has entendido desde lejos mis pensamientos.

139:

3 Has escudriñado mi andar y mi reposo,

Y todos mis caminos te son conocidos.

139:

4 Pues aún no está la palabra en mi lengua,

Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.

139:

5 Detrás y delante me rodeaste,

Y sobre mí pusiste tu mano.

139:

6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;

Alto es, no lo puedo comprender.

139:

7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿Y a dónde huiré de tu presencia?

139:

8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;

Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.

139:

9 Si tomare las alas del alba

Y habitare en el extremo del mar,

139:

10 Aun allí me guiará tu mano,

Y me asirá tu diestra.

139:

11 Si dijere:

 Ciertamente las tinieblas me encubrirán;

Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.

139:

12 Aun las tinieblas no encubren de ti,

Y la noche resplandece como el día;

Lo mismo te son las tinieblas que la luz.

139:

13 Porque tú formaste mis entrañas;

Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

139:

14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;

Estoy maravillado,

Y mi alma lo sabe muy bien.

139:

15 No fue encubierto de ti mi cuerpo,

Bien que en oculto fui formado,

Y entretejido en lo más profundo de la tierra.

139:

16 Mi embrión vieron tus ojos,

Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas

Que fueron luego formadas,

Sin faltar una de ellas.

139:

17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!

¡Cuán grande es la suma de ellos!

139:

18 Si los enumero, se multiplican más que la arena;

Despierto, y aún estoy contigo.

139:

19 De cierto, oh Dios, harás morir al impío;

Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios.

139:

20 Porque blasfemias dicen ellos contra ti;

Tus enemigos toman en vano tu nombre.

139:

21 ¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen,

Y me enardezco contra tus enemigos?

139:

22 Los aborrezco por completo;

Los tengo por enemigos.

139:

23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;

Pruébame y conoce mis pensamientos;

139:

24 Y ve si hay en mí camino de perversidad,

Y guíame en el camino eterno.

 

Los Salmos

Capítulo 140

140:

1 Líbrame, oh Jehová, del hombre malo;

Guárdame de hombres violentos,

140:

2 Los cuales maquinan males en el corazón,

Cada día urden contiendas.

140:

3 Aguzaron su lengua como la serpiente;

Veneno de áspid hay debajo de sus labios.

140:

4 Guárdame, oh Jehová, de manos del impío;

Líbrame de hombres injuriosos,

Que han pensado trastornar mis pasos.

140:

5 Me han escondido lazo y cuerdas los soberbios;

Han tendido red junto a la senda;

Me han puesto lazos. Selah

140:

6 He dicho a Jehová:

 Dios mío eres tú;

Escucha, oh Jehová, la voz de mis ruegos.

140:

7 Jehová Señor, potente salvador mío,

Tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla.

140:

8 No concedas, oh Jehová, al impío sus deseos;

No saques adelante su pensamiento, para que no se ensoberbezca. Selah

140:

9 En cuanto a los que por todas partes me rodean,

La maldad de sus propios labios cubrirá su cabeza.

140:

10 Caerán sobre ellos brasas;

Serán echados en el fuego,

En abismos profundos de donde no salgan.

140:

11 El hombre deslenguado no será firme en la tierra;

El mal cazará al hombre injusto para derribarle.

140:

12 Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido,

Y el derecho de los necesitados.

140:

13 Ciertamente los justos alabarán tu nombre;

Los rectos morarán en tu presencia.

 

Los Salmos

Capítulo 141

141:

1 Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí;

Escucha mi voz cuando te invocare.

141:

2 Suba mi oración delante de ti como el incienso,

El don de mis manos como la ofrenda de la tarde.

141:

3 Pon guarda a mi boca, oh Jehová;

Guarda la puerta de mis labios.

141:

4 No dejes que se incline mi corazón a cosa mala,

A hacer obras impías

Con los que hacen iniquidad;

Y no coma yo de sus deleites.

141:

5 Que el justo me castigue, será un favor,

Y que me reprenda será un excelente bálsamo

Que no me herirá la cabeza;

Pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos.

141:

6 Serán despeñados sus jueces,

Y oirán mis palabras, que son verdaderas.

141:

7 Como quien hiende y rompe la tierra,

Son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol.

141:

8 Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos;

En ti he confiado; no desampares mi alma.

141:

9 Guárdame de los lazos que me han tendido,

Y de las trampas de los que hacen iniquidad.

141:

10 Caigan los impíos a una en sus redes,

Mientras yo pasaré adelante.

 

Los Salmos

Capítulo 142

142:

1 Con mi voz clamaré a Jehová;

Con mi voz pediré a Jehová misericordia.

142:

2 Delante de él expondré mi queja;

Delante de él manifestaré mi angustia.

142:

3 Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda.

En el camino en que andaba, me escondieron lazo.

142:

4 Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;

No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida.

142:

5 Clamé a ti, oh Jehová;

Dije:

 Tú eres mi esperanza,

Y mi porción en la tierra de los vivientes.

142:

6 Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido.

Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.

142:

7 Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre;

Me rodearán los justos,

Porque tú me serás propicio.

 

Los Salmos

Capítulo 143

143:

1 Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos;

Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.

143:

2 Y no entres en juicio con tu siervo;

Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.

143:

3 Porque ha perseguido el enemigo mi alma;

Ha postrado en tierra mi vida;

Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.

143:

4 Y mi espíritu se angustió dentro de mí;

Está desolado mi corazón.

143:

5 Me acordé de los días antiguos;

Meditaba en todas tus obras;

Reflexionaba en las obras de tus manos.

143:

6 Extendí mis manos a ti,

Mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah

143:

7 Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu;

No escondas de mí tu rostro,

No venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.

143:

8 Hazme oír por la mañana tu misericordia,

Porque en ti he confiado;

Hazme saber el camino por donde ande,

Porque a ti he elevado mi alma.

143:

9 Líbrame de mis enemigos, oh Jehová;

En ti me refugio.

143:

10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios;

Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.

143:

11 Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás;

Por tu justicia sacarás mi alma de angustia.

143:

12 Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos,

Y destruirás a todos los adversarios de mi alma,

Porque yo soy tu siervo.

 

Los Salmos

Capítulo 144

144:

1 Bendito sea Jehová, mi roca,

Quien adiestra mis manos para la batalla,

Y mis dedos para la guerra;

144:

2 Misericordia mía y mi castillo,

Fortaleza mía y mi libertador,

Escudo mío, en quien he confiado;

El que sujeta a mi pueblo debajo de mí.

144:

3 Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses,

O el hijo de hombre, para que lo estimes?

144:

4 El hombre es semejante a la vanidad;

Sus días son como la sombra que pasa.

144:

5 Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende;

Toca los montes, y humeen.

144:

6 Despide relámpagos y disípalos,

Envía tus saetas y túrbalos.

144:

7 Envía tu mano desde lo alto;

Redímeme, y sácame de las muchas aguas,

De la mano de los hombres extraños,

144:

8 Cuya boca habla vanidad,

Y cuya diestra es diestra de mentira.

144:

9 Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo;

Con salterio, con decacordio cantaré a ti.

144:

10 Tú, el que da victoria a los reyes,

El que rescata de maligna espada a David su siervo.

144:

11 Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños,

Cuya boca habla vanidad,

Y cuya diestra es diestra de mentira.

144:

12 Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,

Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;

144:

13 Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;

Nuestros ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;

144:

14 Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo;

No tengamos asalto, ni que hacer salida,

Ni grito de alarma en nuestras plazas.

144:

15 Bienaventurado el pueblo que tiene esto;

Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.

 

Los Salmos

Capítulo 145

145:

1 Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,

Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.

145:

2 Cada día te bendeciré,

Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.

145:

3 Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza;

Y su grandeza es inescrutable.

145:

4 Generación a generación celebrará tus obras,

Y anunciará tus poderosos hechos.

145:

5 En la hermosura de la gloria de tu magnificencia,

Y en tus hechos maravillosos meditaré.

145:

6 Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,

Y yo publicaré tu grandeza.

145:

7 Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,

Y cantarán tu justicia.

145:

8 Clemente y misericordioso es Jehová,

Lento para la ira, y grande en misericordia.

145:

9 Bueno es Jehová para con todos,

Y sus misericordias sobre todas sus obras.

145:

10 Te alaben, oh Jehová, todas tus obras,

Y tus santos te bendigan.

145:

11 La gloria de tu reino digan,

Y hablen de tu poder,

145:

12 Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,

Y la gloria de la magnificencia de su reino.

145:

13 Tu reino es reino de todos los siglos,

Y tu señorío en todas las generaciones.

145:

14 Sostiene Jehová a todos los que caen,

Y levanta a todos los oprimidos.

145:

15 Los ojos de todos esperan en ti,

Y tú les das su comida a su tiempo.

145:

16 Abres tu mano,

Y colmas de bendición a todo ser viviente.

145:

17 Justo es Jehová en todos sus caminos,

Y misericordioso en todas sus obras.

145:

18 Cercano está Jehová a todos los que le invocan,

A todos los que le invocan de veras.

145:

19 Cumplirá el deseo de los que le temen;

Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.

145:

20 Jehová guarda a todos los que le aman,

Mas destruirá a todos los impíos.

145:

21 La alabanza de Jehová proclamará mi boca;

Y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.

 

Los Salmos

Capítulo 146

146:

1 Alaba, oh alma mía, a Jehová.

146:

2 Alabaré a Jehová en mi vida;

Cantaré salmos a mi Dios mientras viva.

146:

3 No confiéis en los príncipes,

Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.

146:

4 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra;

En ese mismo día perecen sus pensamientos.

146:

5 Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,

Cuya esperanza está en Jehová su Dios,

146:

6 El cual hizo los cielos y la tierra,

El mar, y todo lo que en ellos hay;

Que guarda verdad para siempre,

146:

7 Que hace justicia a los agraviados,

Que da pan a los hambrientos.

Jehová liberta a los cautivos;

146:

8 Jehová abre los ojos a los ciegos;

Jehová levanta a los caídos;

Jehová ama a los justos.

146:

9 Jehová guarda a los extranjeros;

Al huérfano y a la viuda sostiene,

Y el camino de los impíos trastorna.

146:

10 Reinará Jehová para siempre;

Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 147

147:

1 Alabad a JAH,

Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios;

Porque suave y hermosa es la alabanza.

147:

2 Jehová edifica a Jerusalén;

A los desterrados de Israel recogerá.

147:

3 El sana a los quebrantados de corazón,

Y venda sus heridas.

147:

4 El cuenta el número de las estrellas;

A todas ellas llama por sus nombres.

147:

5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;

Y su entendimiento es infinito.

147:

6 Jehová exalta a los humildes,

Y humilla a los impíos hasta la tierra.

147:

7 Cantad a Jehová con alabanza,

Cantad con arpa a nuestro Dios.

147:

8 El es quien cubre de nubes los cielos,

El que prepara la lluvia para la tierra,

El que hace a los montes producir hierba.

147:

9 El da a la bestia su mantenimiento,

Y a los hijos de los cuervos que claman.

147:

10 No se deleita en la fuerza del caballo,

Ni se complace en la agilidad del hombre.

147:

11 Se complace Jehová en los que le temen,

Y en los que esperan en su misericordia.

147:

12 Alaba a Jehová, Jerusalén;

Alaba a tu Dios, oh Sion.

147:

13 Porque fortificó los cerrojos de tus puertas;

Bendijo a tus hijos dentro de ti.

147:

14 El da en tu territorio la paz;

Te hará saciar con lo mejor del trigo.

147:

15 El envía su palabra a la tierra;

Velozmente corre su palabra.

147:

16 Da la nieve como lana,

Y derrama la escarcha como ceniza.

147:

17 Echa su hielo como pedazos;

Ante su frío, ¿quién resistirá?

147:

18 Enviará su palabra, y los derretirá;

Soplará su viento, y fluirán las aguas.

147:

19 Ha manifestado sus palabras a Jacob,

Sus estatutos y sus juicios a Israel.

147:

20 No ha hecho así con ninguna otra de las naciones;

Y en cuanto a sus juicios, no los conocieron.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 148

148:

1 Alabad a Jehová desde los cielos;

Alabadle en las alturas.

148:

2 Alabadle, vosotros todos sus ángeles;

Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.

148:

3 Alabadle, sol y luna;

Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.

148:

4 Alabadle, cielos de los cielos,

Y las aguas que están sobre los cielos.

148:

5 Alaben el nombre de Jehová;

Porque él mandó, y fueron creados.

148:

6 Los hizo ser eternamente y para siempre;

Les puso ley que no será quebrantada.

148:

7 Alabad a Jehová desde la tierra,

Los monstruos marinos y todos los abismos;

148:

8 El fuego y el granizo, la nieve y el vapor,

El viento de tempestad que ejecuta su palabra;

148:

9 Los montes y todos los collados,

El árbol de fruto y todos los cedros;

148:

10 La bestia y todo animal,

Reptiles y volátiles;

148:

11 Los reyes de la tierra y todos los pueblos,

Los príncipes y todos los jueces de la tierra;

148:

12 Los jóvenes y también las doncellas,

Los ancianos y los niños.

148:

13 Alaben el nombre de Jehová,

Porque sólo su nombre es enaltecido.

Su gloria es sobre tierra y cielos.

148:

14 El ha exaltado el poderío de su pueblo;

Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,

El pueblo a él cercano.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 149

149:

1 Cantad a Jehová cántico nuevo;

Su alabanza sea en la congregación de los santos.

149:

2 Alégrese Israel en su Hacedor;

Los hijos de Sion se gocen en su Rey.

149:

3 Alaben su nombre con danza;

Con pandero y arpa a él canten.

149:

4 Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo;

Hermoseará a los humildes con la salvación.

149:

5 Regocíjense los santos por su gloria,

Y canten aun sobre sus camas.

149:

6 Exalten a Dios con sus gargantas,

Y espadas de dos filos en sus manos,

149:

7 Para ejecutar venganza entre las naciones,

Y castigo entre los pueblos;

149:

8 Para aprisionar a sus reyes con grillos,

Y a sus nobles con cadenas de hierro;

149:

9 Para ejecutar en ellos el juicio decretado;

Gloria será esto para todos sus santos.

Aleluya.

 

Los Salmos

Capítulo 150

150:

1 Alabad a Dios en su santuario;

Alabadle en la magnificencia de su firmamento.

150:

2 Alabadle por sus proezas;

Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.

150:

3 Alabadle a son de bocina;

Alabadle con salterio y arpa.

150:

4 Alabadle con pandero y danza;

Alabadle con cuerdas y flautas.

150:

5 Alabadle con címbalos resonantes;

Alabadle con címbalos de júbilo.

150:

6 Todo lo que respira alabe a JAH.

Aleluya.


PROVERBIOS

 

Motivo de los proverbios

 

PROVERBIOS 1

 

1 Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.

 

2 Para entender sabiduría y doctrina,

Para conocer razones prudentes,

3 Para recibir el consejo de prudencia,

Justicia, juicio y equidad;

4 Para dar sagacidad a los simples,

Y a los jóvenes inteligencia y cordura.

5 Oirá el sabio, y aumentará el saber,

Y el entendido adquirirá consejo,

6 Para entender proverbio y declaración,

Palabras de sabios, y sus dichos profundos.

7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;

Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

 

Amonestaciones de la Sabiduría

 

8 Oye,hijo mío, la instrucción de tu padre,

Y no desprecies la dirección de tu madre;

9 Porque adorno de gracia serán a tu cabeza,

Y collares a tu cuello.

10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,

No consientas.

11 Si dijeren:

 Ven con nosotros;

Pongamos asechanzas para derramar sangre,

Acechemos sin motivo al inocente;

12 Los tragaremos vivos como el Seol,

Y enteros, como los que caen en un abismo;

13 Hallaremos riquezas de toda clase,

Llenaremos nuestras casas de despojos;

14 Echa tu suerte entre nosotros;

Tengamos todos una bolsa,-

15 Hijo mío, no andes en camino con ellos.

Aparta tu pie de sus veredas,

16 Porque sus pies corren hacia el mal,

Y van presurosos a derramar sangre.

17 Porque en vano se tenderá la red

Ante los ojos de toda ave;

18 Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,

Y a sus almas tienden lazo.

19 Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,

La cual quita la vida de sus poseedores.

20 La sabiduría clama en las calles,

Alza su voz en las plazas;

21 Clama en los principales lugares de reunión;

En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.

22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,

Y los burladores desearán el burlar,

Y los insensatos aborrecerán la ciencia?

23 Volveos a mi reprensión;

He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,

Y os haré saber mis palabras.

24 Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,

Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,

25 Sino que desechasteis todo consejo mío

Y mi reprensión no quisisteis,

26 También yo me reiré en vuestra calamidad,

Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;

27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,

Y vuestra calamidad llegare como un torbellino;

Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.

28 Entonces me llamarán, y no responderé;

Me buscarán de mañana, y no me hallarán.

29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría,

Y no escogieron el temor de Jehová,

30 Ni quisieron mi consejo,

Y menospreciaron toda reprensión mía,

31 Comerán del fruto de su camino,

Y serán hastiados de sus propios consejos.

32 Porque el desvío de los ignorantes los matará,

Y la prosperidad de los necios los echará a perder;

33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente

Y vivirá tranquilo, sin temor del mal.

 

Excelencias de la sabiduría

 

PROVERBIOS 2

 

1 Hijo mío, si recibieres mis palabras,

Y mis mandamientos guardares dentro de ti,

2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;

Si inclinares tu corazón a la prudencia,

3 Si clamares a la inteligencia,

Y a la prudencia dieres tu voz;

4 Si como a la plata la buscares,

Y la escudriñares como a tesoros,

5 Entonces entenderás el temor de Jehová,

Y hallarás el conocimiento de Dios.

6 Porque Jehová da la sabiduría,

Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

7 El provee de sana sabiduría a los rectos;

Es escudo a los que caminan rectamente.

8 Es el que guarda las veredas del juicio,

Y preserva el camino de sus santos.

9 Entonces entenderás justicia, juicio

Y equidad, y todo buen camino.

10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,

Y la ciencia fuere grata a tu alma,

11 La discreción te guardará;

Te preservará la inteligencia,

12 Para librarte del mal camino,

De los hombres que hablan perversidades,

13 Que dejan los caminos derechos,

Para andar por sendas tenebrosas;

14 Que se alegran haciendo el mal,

Que se huelgan en las perversidades del vicio;

15 Cuyas veredas son torcidas,

Y torcidos sus caminos.

16 Serás librado de la mujer extraña,

De la ajena que halaga con sus palabras,

17 La cual abandona al compañero de su juventud,

Y se olvida del pacto de su Dios.

18 Por lo cual su casa está inclinada a la muerte,

Y sus veredas hacia los muertos;

19 Todos los que a ella se lleguen, no volverán,

Ni seguirán otra vez los senderos de la vida.

20 Así andarás por el camino de los buenos,

Y seguirás las veredas de los justos;

21 Porque los rectos habitarán la tierra,

Y los perfectos permanecerán en ella,

22 Mas los impíos serán cortados de la tierra,

Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.

 

Exhortación a la obediencia

 

PROVERBIOS 3

 

1 Hijo mío, no te olvides de mi ley,

Y tu corazón guarde mis mandamientos;

2 Porque largura de días y años de vida

Y paz te aumentarán.

3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;

Atalas a tu cuello,

Escríbelas en la tabla de tu corazón;

4 Y hallarás gracia y buena opinión

Ante los ojos de Dios y de los hombres.

5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,

Y no te apoyes en tu propia prudencia.

6 Reconócelo en todos tus caminos,

Y él enderezará tus veredas.

7 No seas sabio en tu propia opinión;

Teme a Jehová, y apártate del mal;

8 Porque será medicina a tu cuerpo,

Y refrigerio para tus huesos.

9 Honra a Jehová con tus bienes,

Y con las primicias de todos tus frutos;

10 Y serán llenos tus graneros con abundancia,

Y tus lagares rebosarán de mosto.

11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,

Ni te fatigues de su corrección;

12 Porque Jehová al que ama castiga,

Como el padre al hijo a quien quiere.

13 Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,

Y que obtiene la inteligencia;

14 Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,

Y sus frutos más que el oro fino.

15 Más preciosa es que las piedras preciosas;

Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.

16 Largura de días está en su mano derecha;

En su izquierda, riquezas y honra.

17 Sus caminos son caminos deleitosos,

Y todas sus veredas paz.

18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano,

Y bienaventurados son los que la retienen.

19 Jehová con sabiduría fundó la tierra;

Afirmó los cielos con inteligencia.

20 Con su ciencia los abismos fueron divididos,

Y destilan rocío los cielos.

21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos;

Guarda la ley y el consejo,

22 Y serán vida a tu alma,

Y gracia a tu cuello.

23 Entonces andarás por tu camino confiadamente,

Y tu pie no tropezará.

24 Cuando te acuestes, no tendrás temor,

Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.

25 No tendrás temor de pavor repentino,

Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,

26 Porque Jehová será tu confianza,

Y él preservará tu pie de quedar preso.

27 No te niegues a hacer el bien a quien es debido,

Cuando tuvieres poder para hacerlo.

28 No digas a tu prójimo:

 Anda, y vuelve,

Y mañana te daré,

Cuando tienes contigo qué darle.

29 No intentes mal contra tu prójimo

Que habita confiado junto a ti.

30 No tengas pleito con nadie sin razón,

Si no te han hecho agravio.

31 No envidies al hombre injusto,

Ni escojas ninguno de sus caminos.

32 Porque Jehová abomina al perverso;

Mas su comunión íntima es con los justos.

33 La maldición de Jehová está en la casa del impío,

Pero bendecirá la morada de los justos.

34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,

Y a los humildes dará gracia.

35 Los sabios heredarán honra,

Mas los necios llevarán ignominia.

 

Beneficios de la sabiduría

 

PROVERBIOS 4

 

1 Oíd, hijos, la enseñanza de un padre,

Y estad atentos, para que conozcáis cordura.

2 Porque os doy buena enseñanza;

No desamparéis mi ley.

3 Porque yo también fui hijo de mi padre,

Delicado y único delante de mi madre.

4 Y él me enseñaba, y me decía:

Retenga tu corazón mis razones,

Guarda mis mandamientos, y vivirás.

5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;

No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

6 No la dejes, y ella te guardará;

Amala, y te conservará.

7 Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría;

Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.

8 Engrandécela, y ella te engrandecerá;

Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.

9 Adorno de gracia dará a tu cabeza;

Corona de hermosura te entregará.

10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones,

Y se te multiplicarán años de vida.

11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado,

Y por veredas derechas te he hecho andar.

12 Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos,

Y si corrieres, no tropezarás.

13 Retén el consejo, no lo dejes;

Guárdalo, porque eso es tu vida.

14 No entres por la vereda de los impíos,

Ni vayas por el camino de los malos.

15 Déjala, no pases por ella;

Apártate de ella, pasa.

16 Porque no duermen ellos si no han hecho mal,

Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.

17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos;

18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,

Que va en aumento hasta que el día es perfecto.

19 El camino de los impíos es como la oscuridad;

No saben en qué tropiezan.

20 Hijo mío, está atento a mis palabras;

Inclina tu oído a mis razones.

21 No se aparten de tus ojos;

Guárdalas en medio de tu corazón;

22 Porque son vida a los que las hallan,

Y medicina a todo su cuerpo.

23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;

Porque de él mana la vida.

24 Aparta de ti la perversidad de la boca,

Y aleja de ti la iniquidad de los labios.

25 Tus ojos miren lo recto,

Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.

26 Examina la senda de tus pies,

Y todos tus caminos sean rectos.

27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;

Aparta tu pie del mal.

 

Amonestación contra la impureza

 

PROVERBIOS 5

 

1 Hijo mío, está atento a mi sabiduría,

Y a mi inteligencia inclina tu oído,

2 Para que guardes consejo,

Y tus labios conserven la ciencia.

3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,

Y su paladar es más blando que el aceite;

4 Mas su fin es amargo como el ajenjo,

Agudo como espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte;

Sus pasos conducen al Seol.

6 Sus caminos son inestables; no los conocerás,

Si no considerares el camino de vida.

7 Ahora pues, hijos, oídme,

Y no os apartéis de las razones de mi boca.

8 Aleja de ella tu camino,

Y no te acerques a la puerta de su casa;

9 Para que no des a los extraños tu honor,

Y tus años al cruel;

10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza,

Y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 Y gimas al final,

Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,

12 Y digas:

 ¡Cómo aborrecí el consejo,

Y mi corazón menospreció la reprensión;

13 No oí la voz de los que me instruían,

Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado,

En medio de la sociedad y de la congregación.

15 Bebe el agua de tu misma cisterna,

Y los raudales de tu propio pozo.

16 ¿Se derramarán tus fuentes por las calles,

Y tus corrientes de aguas por las plazas?

17 Sean para ti solo,

Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendito tu manantial,

Y alégrate con la mujer de tu juventud,

19 Como cierva amada y graciosa gacela.

Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,

Y en su amor recréate siempre.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,

Y abrazarás el seno de la extraña?

21 Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,

Y él considera todas sus veredas.

22 Prenderán al impío sus propias iniquidades,

Y retenido será con las cuerdas de su pecado.

23 El morirá por falta de corrección,

Y errará por lo inmenso de su locura.

 

Amonestación contra la pereza y la falsedad

 

PROVERBIOS 6

 

1 Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo,

Si has empeñado tu palabra a un extraño,

2 Te has enlazado con las palabras de tu boca,

Y has quedado preso en los dichos de tus labios.

3 Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,

Ya que has caído en la mano de tu prójimo;

Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.

4 No des sueño a tus ojos,

Ni a tus párpados adormecimiento;

5 Escápate como gacela de la mano del cazador,

Y como ave de la mano del que arma lazos.

6 Ve a la hormiga, oh perezoso,

Mira sus caminos, y sé sabio;

7 La cual no teniendo capitán,

Ni gobernador, ni señor,

8 Prepara en el verano su comida,

Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.

9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?

¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10 Un poco de sueño, un poco de dormitar,

Y cruzar por un poco las manos para reposo;

11 Así vendrá tu necesidad como caminante,

Y tu pobreza como hombre armado.

12 El hombre malo, el hombre depravado,

Es el que anda en perversidad de boca;

13 Que guiña los ojos, que habla con los pies,

Que hace señas con los dedos.

14 Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo;

Siembra las discordias.

15 Por tanto, su calamidad vendrá de repente;

Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.

16 Seis cosas aborrece Jehová,

Y aun siete abomina su alma:

17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa,

Las manos derramadoras de sangre inocente,

18 El corazón que maquina pensamientos inicuos,

Los pies presurosos para correr al mal,

19 El testigo falso que habla mentiras,

Y el que siembra discordia entre hermanos.

 

Amonestación contra el adulterio

 

20 Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,

Y no dejes la enseñanza de tu madre;

21 Atalos siempre en tu corazón,

Enlázalos a tu cuello.

22 Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán;

Hablarán contigo cuando despiertes.

23 Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,

Y camino de vida las reprensiones que te instruyen,

24 Para que te guarden de la mala mujer,

De la blandura de la lengua de la mujer extraña.

25 No codicies su hermosura en tu corazón,

Ni ella te prenda con sus ojos;

26 Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan;

Y la mujer caza la preciosa alma del varón.

27 ¿Tomará el hombre fuego en su seno

Sin que sus vestidos ardan?

28 ¿Andará el hombre sobre brasas

Sin que sus pies se quemen?

29 Así es el que se llega a la mujer de su prójimo;

No quedará impune ninguno que la tocare.

30 No tienen en poco al ladrón si hurta

Para saciar su apetito cuando tiene hambre;

31 Pero si es sorprendido, pagará siete veces;

Entregará todo el haber de su casa.

32 Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento;

Corrompe su alma el que tal hace.

33 Heridas y vergüenza hallará,

Y su afrenta nunca será borrada.

34 Porque los celos son el furor del hombre,

Y no perdonará en el día de la venganza.

35 No aceptará ningún rescate,

Ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones.

 

Las artimañas de la ramera

 

PROVERBIOS 7

 

1 Hijo mío, guarda mis razones,

Y atesora contigo mis mandamientos.

2 Guarda mis mandamientos y vivirás,

Y mi ley como las niñas de tus ojos.

3 Lígalos a tus dedos;

Escríbelos en la tabla de tu corazón.

4 Di a la sabiduría:

 Tú eres mi hermana,

Y a la inteligencia llama parienta;

5 Para que te guarden de la mujer ajena,

Y de la extraña que ablanda sus palabras.

6 Porque mirando yo por la ventana de mi casa,

Por mi celosía,

7 Vi entre los simples,

Consideré entre los jóvenes,

A un joven falto de entendimiento,

8 El cual pasaba por la calle, junto a la esquina,

E iba camino a la casa de ella,

9 A la tarde del día, cuando ya oscurecía,

En la oscuridad y tinieblas de la noche.

10 Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,

Con atavío de ramera y astuta de corazón.

11 Alborotadora y rencillosa,

Sus pies no pueden estar en casa;

12 Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,

Acechando por todas las esquinas.

13 Se asió de él, y le besó.

Con semblante descarado le dijo:

14 Sacrificios de paz había prometido,

Hoy he pagado mis votos;

15 Por tanto, he salido a encontrarte,

Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.

16 He adornado mi cama con colchas

Recamadas con cordoncillo de Egipto;

17 He perfumado mi cámara

Con mirra, áloes y canela.

18 Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;

Alegrémonos en amores.

19 Porque el marido no está en casa;

Se ha ido a un largo viaje.

20 La bolsa de dinero llevó en su mano;

El día señalado volverá a su casa.

21 Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,

Le obligó con la zalamería de sus labios.

22 Al punto se marchó tras ella,

Como va el buey al degolladero,

Y como el necio a las prisiones para ser castigado;

23 Como el ave que se apresura a la red,

Y no sabe que es contra su vida,

Hasta que la saeta traspasa su corazón.

24 Ahora pues, hijos, oídme,

Y estad atentos a las razones de mi boca.

25 No se aparte tu corazón a sus caminos;

No yerres en sus veredas.

26 Porque a muchos ha hecho caer heridos,

Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.

27 Camino al Seol es su casa,

Que conduce a las cámaras de la muerte.

 

Excelencia y eternidad de la Sabiduría

 

PROVERBIOS 8

 

1 ¿No clama la sabiduría,

Y da su voz la inteligencia?

2 En las alturas junto al camino,

A las encrucijadas de las veredas se para;

3 En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad,

A la entrada de las puertas da voces:

4 Oh hombres, a vosotros clamo;

Dirijo mi voz a los hijos de los hombres.

5 Entended, oh simples, discreción;

Y vosotros, necios, entrad en cordura.

6 Oíd, porque hablaré cosas excelentes,

Y abriré mis labios para cosas rectas.

7 Porque mi boca hablará verdad,

Y la impiedad abominan mis labios.

8 Justas son todas las razones de mi boca;

No hay en ellas cosa perversa ni torcida.

9 Todas ellas son rectas al que entiende,

Y razonables a los que han hallado sabiduría.

10 Recibid mi enseñanza, y no plata;

Y ciencia antes que el oro escogido.

11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;

Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.

12 Yo, la sabiduría, habito con la cordura,

Y hallo la ciencia de los consejos.

13 El temor de Jehová es aborrecer el mal;

La soberbia y la arrogancia, el mal camino,

Y la boca perversa, aborrezco.

14 Conmigo está el consejo y el buen juicio;

Yo soy la inteligencia; mío es el poder.

15 Por mí reinan los reyes,

Y los príncipes determinan justicia.

16 Por mí dominan los príncipes,

Y todos los gobernadores juzgan la tierra.

17 Yo amo a los que me aman,

Y me hallan los que temprano me buscan.

18 Las riquezas y la honra están conmigo;

Riquezas duraderas, y justicia.

19 Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado;

Y mi rédito mejor que la plata escogida.

20 Por vereda de justicia guiaré,

Por en medio de sendas de juicio,

21 Para hacer que los que me aman tengan su heredad,

Y que yo llene sus tesoros.

22 Jehová me poseía en el principio,

Ya de antiguo, antes de sus obras.

23 Eternamente tuve el principado, desde el principio,

Antes de la tierra.

24 Antes de los abismos fui engendrada;

Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.

25 Antes que los montes fuesen formados,

Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;

26 No había aún hecho la tierra, ni los campos,

Ni el principio del polvo del mundo.

27 Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;

Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo;

28 Cuando afirmaba los cielos arriba,

Cuando afirmaba las fuentes del abismo;

29 Cuando ponía al mar su estatuto,

Para que las aguas no traspasasen su mandamiento;

Cuando establecía los fundamentos de la tierra,

30 Con él estaba yo ordenándolo todo,

Y era su delicia de día en día,

Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.

31 Me regocijo en la parte habitable de su tierra;

Y mis delicias son con los hijos de los hombres.

32 Ahora, pues, hijos, oídme,

Y bienaventurados los que guardan mis caminos.

33 Atended el consejo, y sed sabios,

Y no lo menospreciéis.

34 Bienaventurado el hombre que me escucha,

Velando a mis puertas cada día,

Aguardando a los postes de mis puertas.

35 Porque el que me halle, hallará la vida,

Y alcanzará el favor de Jehová.

36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma;

Todos los que me aborrecen aman la muerte.

 

La Sabiduría y la mujer insensata

 

PROVERBIOS 9

 

1 La sabiduría edificó su casa,

Labró sus siete columnas.

2 Mató sus víctimas, mezcló su vino,

Y puso su mesa.

3 Envió sus criadas;

Sobre lo más alto de la ciudad clamó.

4 Dice a cualquier simple:

 Ven acá.

A los faltos de cordura dice:

5 Venid, comed mi pan,

Y bebed del vino que yo he mezclado.

6 Dejad las simplezas, y vivid,

Y andad por el camino de la inteligencia.

7 El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;

El que reprende al impío, se atrae mancha.

8 No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;

Corrige al sabio, y te amará.

9 Da al sabio, y será más sabio;

Enseña al justo, y aumentará su saber.

10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría,

Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.

11 Porque por mí se aumentarán tus días,

Y años de vida se te añadirán.

12 Si fueres sabio, para ti lo serás;

Y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.

13 La mujer insensata es alborotadora;

Es simple e ignorante.

14 Se sienta en una silla a la puerta de su casa,

En los lugares altos de la ciudad,

15 Para llamar a los que pasan por el camino,

Que van por sus caminos derechos.

16 Dice a cualquier simple:

 Ven acá.

A los faltos de cordura dijo:

17 Las aguas hurtadas son dulces,

Y el pan comido en oculto es sabroso.

18 Y no saben que allí están los muertos;

Que sus convidados están en lo profundo del Seol.

 

Contraste entre el justo y el malvado

 

PROVERBIOS 10

 

1 Los proverbios de Salomón.

 

El hijo sabio alegra al padre,

Pero el hijo necio es tristeza de su madre.

2 Los tesoros de maldad no serán de provecho;

Mas la justicia libra de muerte.

3 Jehová no dejará padecer hambre al justo;

Mas la iniquidad lanzará a los impíos.

4 La mano negligente empobrece;

Mas la mano de los diligentes enriquece.

5 El que recoge en el verano es hombre entendido;

El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.

6 Hay bendiciones sobre la cabeza del justo;

Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.

7 La memoria del justo será bendita;

Mas el nombre de los impíos se pudrirá.

8 El sabio de corazón recibirá los mandamientos;

Mas el necio de labios caerá.

9 El que camina en integridad anda confiado;

Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.

10 El que guiña el ojo acarrea tristeza;

Y el necio de labios será castigado.

11 Manantial de vida es la boca del justo;

Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.

12 El odio despierta rencillas;

Pero el amor cubrirá todas las faltas.

13 En los labios del prudente se halla sabiduría;

Mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.

14 Los sabios guardan la sabiduría;

Mas la boca del necio es calamidad cercana.

15 Las riquezas del rico son su ciudad fortificada;

Y el desmayo de los pobres es su pobreza.

16 La obra del justo es para vida;

Mas el fruto del impío es para pecado.

17 Camino a la vida es guardar la instrucción;

Pero quien desecha la reprensión, yerra.

18 El que encubre el odio es de labios mentirosos;

Y el que propaga calumnia es necio.

19 En las muchas palabras no falta pecado;

Mas el que refrena sus labios es prudente.

20 Plata escogida es la lengua del justo;

Mas el corazón de los impíos es como nada.

21 Los labios del justo apacientan a muchos,

Mas los necios mueren por falta de entendimiento.

22 La bendición de Jehová es la que enriquece,

Y no añade tristeza con ella.

23 El hacer maldad es como una diversión al insensato;

Mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento.

24 Lo que el impío teme, eso le vendrá;

Pero a los justos les será dado lo que desean.

25 Como pasa el torbellino, así el malo no permanece;

Mas el justo permanece para siempre.

26 Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos,

Así es el perezoso a los que lo envían.

27 El temor de Jehová aumentará los días;

Mas los años de los impíos serán acortados.

28 La esperanza de los justos es alegría;

Mas la esperanza de los impíos perecerá.

29 El camino de Jehová es fortaleza al perfecto;

Pero es destrucción a los que hacen maldad.

30 El justo no será removido jamás;

Pero los impíos no habitarán la tierra.

31 La boca del justo producirá sabiduría;

Mas la lengua perversa será cortada.

32 Los labios del justo saben hablar lo que agrada;

Mas la boca de los impíos habla perversidades.

 

PROVERBIOS 11

 

1 El peso falso es abominación a Jehová;

Mas la pesa cabal le agrada.

2 Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra;

Mas con los humildes está la sabiduría.

3 La integridad de los rectos los encaminará;

Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.

4 No aprovecharán las riquezas en el día de la ira;

Mas la justicia librará de muerte.

5 La justicia del perfecto enderezará su camino;

Mas el impío por su impiedad caerá.

6 La justicia de los rectos los librará;

Mas los pecadores serán atrapados en su pecado.

7 Cuando muere el hombre impío, perece su esperanza;

Y la expectación de los malos perecerá.

8 El justo es librado de la tribulación;

Mas el impío entra en lugar suyo.

9 El hipócrita con la boca daña a su prójimo;

Mas los justos son librados con la sabiduría.

10 En el bien de los justos la ciudad se alegra;

Mas cuando los impíos perecen hay fiesta.

11 Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida;

Mas por la boca de los impíos será trastornada.

12 El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo;

Mas el hombre prudente calla.

13 El que anda en chismes descubre el secreto;

Mas el de espíritu fiel lo guarda todo.

14 Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo;

Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.

15 Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño;

Mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro.

16 La mujer agraciada tendrá honra,

Y los fuertes tendrán riquezas.

17 A su alma hace bien el hombre misericordioso;

Mas el cruel se atormenta a sí mismo.

18 El impío hace obra falsa;

Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme.

19 Como la justicia conduce a la vida,

Así el que sigue el mal lo hace para su muerte.

20 Abominación son a Jehová los perversos de corazón;

Mas los perfectos de camino le son agradables.

21 Tarde o temprano, el malo será castigado;

Mas la descendencia de los justos será librada.

22 Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo

Es la mujer hermosa y apartada de razón.

23 El deseo de los justos es solamente el bien;

Mas la esperanza de los impíos es el enojo.

24 Hay quienes reparten, y les es añadido más;

Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.

25 El alma generosa será prosperada;

Y el que saciare, él también será saciado.

26 Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá;

Pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende.

27 El que procura el bien buscará favor;

Mas al que busca el mal, éste le vendrá.

28 El que confía en sus riquezas caerá;

Mas los justos reverdecerán como ramas.

29 El que turba su casa heredará viento;

Y el necio será siervo del sabio de corazón.

30 El fruto del justo es árbol de vida;

Y el que gana almas es sabio.

31 Ciertamente el justo será recompensado en la tierra;

¡Cuánto más el impío y el pecador!

 

PROVERBIOS 12

 

1 El que ama la instrucción ama la sabiduría;

Mas el que aborrece la reprensión es ignorante.

2 El bueno alcanzará favor de Jehová;

Mas él condenará al hombre de malos pensamientos.

3 El hombre no se afirmará por medio de la impiedad;

Mas la raíz de los justos no será removida.

4 La mujer virtuosa es corona de su marido;

Mas la mala, como carcoma en sus huesos.

5 Los pensamientos de los justos son rectitud;

Mas los consejos de los impíos, engaño.

6 Las palabras de los impíos son asechanzas para derramar sangre;

Mas la boca de los rectos los librará.

7 Dios trastornará a los impíos, y no serán más;

Pero la casa de los justos permanecerá firme.

8 Según su sabiduría es alabado el hombre;

Mas el perverso de corazón será menospreciado.

9 Más vale el despreciado que tiene servidores,

Que el que se jacta, y carece de pan.

10 El justo cuida de la vida de su bestia;

Mas el corazón de los impíos es cruel.

11 El que labra su tierra se saciará de pan;

Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento.

12 Codicia el impío la red de los malvados;

Mas la raíz de los justos dará fruto.

13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios;

Mas el justo saldrá de la tribulación.

14 El hombre será saciado de bien del fruto de su boca;

Y le será pagado según la obra de sus manos.

15 El camino del necio es derecho en su opinión;

Mas el que obedece al consejo es sabio.

16 El necio al punto da a conocer su ira;

Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.

17 El que habla verdad declara justicia;

Mas el testigo mentiroso, engaño.

18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;

Mas la lengua de los sabios es medicina.

19 El labio veraz permanecerá para siempre;

Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.

20 Engaño hay en el corazón de los que piensan el mal;

Pero alegría en el de los que piensan el bien.

21 Ninguna adversidad acontecerá al justo;

Mas los impíos serán colmados de males.

22 Los labios mentirosos son abominación a Jehová;

Pero los que hacen verdad son su contentamiento.

23 El hombre cuerdo encubre su saber;

Mas el corazón de los necios publica la necedad.

24 La mano de los diligentes señoreará;

Mas la negligencia será tributaria.

25 La congoja en el corazón del hombre lo abate;

Mas la buena palabra lo alegra.

26 El justo sirve de guía a su prójimo;

Mas el camino de los impíos les hace errar.

27 El indolente ni aun asará lo que ha cazado;

Pero haber precioso del hombre es la diligencia.

28 En el camino de la justicia está la vida;

Y en sus caminos no hay muerte.

 

PROVERBIOS 13

 

1 El hijo sabio recibe el consejo del padre;

Mas el burlador no escucha las reprensiones.

2 Del fruto de su boca el hombre comerá el bien;

Mas el alma de los prevaricadores hallará el mal.

3 El que guarda su boca guarda su alma;

Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.

4 El alma del perezoso desea, y nada alcanza;

Mas el alma de los diligentes será prosperada.

5 El justo aborrece la palabra de mentira;

Mas el impío se hace odioso e infame.

6 La justicia guarda al de perfecto camino;

Mas la impiedad trastornará al pecador.

7 Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada;

Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas.

8 El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas;

Pero el pobre no oye censuras.

9 La luz de los justos se alegrará;

Mas se apagará la lámpara de los impíos.

10 Ciertamente la soberbia concebirá contienda;

Mas con los avisados está la sabiduría.

11 Las riquezas de vanidad disminuirán;

Pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta.

12 La esperanza que se demora es tormento del corazón;

Pero árbol de vida es el deseo cumplido.

13 El que menosprecia el precepto perecerá por ello;

Mas el que teme el mandamiento será recompensado.

14 La ley del sabio es manantial de vida

Para apartarse de los lazos de la muerte.

15 El buen entendimiento da gracia;

Mas el camino de los transgresores es duro.

16 Todo hombre prudente procede con sabiduría;

Mas el necio manifestará necedad.

17 El mal mensajero acarrea desgracia;

Mas el mensajero fiel acarrea salud.

18 Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo;

Mas el que guarda la corrección recibirá honra.

19 El deseo cumplido regocija el alma;

Pero apartarse del mal es abominación a los necios.

20 El que anda con sabios, sabio será;

Mas el que se junta con necios será quebrantado.

21 El mal perseguirá a los pecadores,

Mas los justos serán premiados con el bien.

22 El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos;

Pero la riqueza del pecador está guardada para el justo.

23 En el barbecho de los pobres hay mucho pan;

Mas se pierde por falta de juicio.

24 El que detiene el castigo, a su hijo aborrece;

Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.

25 El justo come hasta saciar su alma;

Mas el vientre de los impíos tendrá necesidad.

 

PROVERBIOS 14

 

1 La mujer sabia edifica su casa;

Mas la necia con sus manos la derriba.

2 El que camina en su rectitud teme a Jehová;

Mas el de caminos pervertidos lo menosprecia.

3 En la boca del necio está la vara de la soberbia;

Mas los labios de los sabios los guardarán.

4 Sin bueyes el granero está vacío;

Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.

5 El testigo verdadero no mentirá;

Mas el testigo falso hablará mentiras.

6 Busca el escarnecedor la sabiduría y no la halla;

Mas al hombre entendido la sabiduría le es fácil.

7 Vete de delante del hombre necio,

Porque en él no hallarás labios de ciencia.

8 La ciencia del prudente está en entender su camino;

Mas la indiscreción de los necios es engaño.

9 Los necios se mofan del pecado;

Mas entre los rectos hay buena voluntad.

10 El corazón conoce la amargura de su alma;

Y extraño no se entremeterá en su alegría.

11 La casa de los impíos será asolada;

Pero florecerá la tienda de los rectos.

12 Hay camino que al hombre le parece derecho;

Pero su fin es camino de muerte.

13 Aun en la risa tendrá dolor el corazón;

Y el término de la alegría es congoja.

14 De sus caminos será hastiado el necio de corazón;

Pero el hombre de bien estará contento del suyo.

15 El simple todo lo cree;

Mas el avisado mira bien sus pasos.

16 El sabio teme y se aparta del mal;

Mas el insensato se muestra insolente y confiado.

17 El que fácilmente se enoja hará locuras;

Y el hombre perverso será aborrecido.

18 Los simples heredarán necedad;

Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.

19 Los malos se inclinarán delante de los buenos,

Y los impíos a las puertas del justo.

20 El pobre es odioso aun a su amigo;

Pero muchos son los que aman al rico.

21 Peca el que menosprecia a su prójimo;

Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.

22 ¿No yerran los que piensan el mal?

Misericordia y verdad alcanzarán los que piensan el bien.

23 En toda labor hay fruto;

Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.

24 Las riquezas de los sabios son su corona;

Pero la insensatez de los necios es infatuación.

25 El testigo verdadero libra las almas;

Mas el engañoso hablará mentiras.

26 En el temor de Jehová está la fuerte confianza;

Y esperanza tendrán sus hijos.

27 El temor de Jehová es manantial de vida

Para apartarse de los lazos de la muerte.

28 En la multitud del pueblo está la gloria del rey;

Y en la falta de pueblo la debilidad del príncipe.

29 El que tarda en airarse es grande de entendimiento;

Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.

30 El corazón apacible es vida de la carne;

Mas la envidia es carcoma de los huesos.

31 El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor;

Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.

32 Por su maldad será lanzado el impío;

Mas el justo en su muerte tiene esperanza.

33 En el corazón del prudente reposa la sabiduría;

Pero no es conocida en medio de los necios.

34 La justicia engrandece a la nación;

Mas el pecado es afrenta de las naciones.

35 La benevolencia del rey es para con el servidor entendido;

Mas su enojo contra el que lo avergüenza.

 

PROVERBIOS 15

 

1 La blanda respuesta quita la ira;

Mas la palabra áspera hace subir el furor.

2 La lengua de los sabios adornará la sabiduría;

Mas la boca de los necios hablará sandeces.

3 Los ojos de Jehová están en todo lugar,

Mirando a los malos y a los buenos.

4 La lengua apacible es árbol de vida;

Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.

5 El necio menosprecia el consejo de su padre;

Mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente.

6 En la casa del justo hay gran provisión;

Pero turbación en las ganancias del impío.

7 La boca de los sabios esparce sabiduría;

No así el corazón de los necios.

8 El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová;

Mas la oración de los rectos es su gozo.

9 Abominación es a Jehová el camino del impío;

Mas él ama al que sigue justicia.

10 La reconvención es molesta al que deja el camino;

Y el que aborrece la corrección morirá.

11 El Seol y el Abadón están delante de Jehová;

¡Cuánto más los corazones de los hombres!

12 El escarnecedor no ama al que le reprende,

Ni se junta con los sabios.

13 El corazón alegre hermosea el rostro;

Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.

14 El corazón entendido busca la sabiduría;

Mas la boca de los necios se alimenta de necedades.

15 Todos los días del afligido son difíciles;

Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.

16 Mejor es lo poco con el temor de Jehová,

Que el gran tesoro donde hay turbación.

17 Mejor es la comida de legumbres donde hay amor,

Que de buey engordado donde hay odio.

18 El hombre iracundo promueve contiendas;

Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.

19 El camino del perezoso es como seto de espinos;

Mas la vereda de los rectos, como una calzada.

20 El hijo sabio alegra al padre;

Mas el hombre necio menosprecia a su madre.

21 La necedad es alegría al falto de entendimiento;

Mas el hombre entendido endereza sus pasos.

22 Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo;

Mas en la multitud de consejeros se afirman.

23 El hombre se alegra con la respuesta de su boca;

Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!

24 El camino de la vida es hacia arriba al entendido,

Para apartarse del Seol abajo.

25 Jehová asolará la casa de los soberbios;

Pero afirmará la heredad de la viuda.

26 Abominación son a Jehová los pensamientos del malo;

Mas las expresiones de los limpios son limpias.

27 Alborota su casa el codicioso;

Mas el que aborrece el soborno vivirá.

28 El corazón del justo piensa para responder;

Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.

29 Jehová está lejos de los impíos;

Pero él oye la oración de los justos.

30 La luz de los ojos alegra el corazón,

Y la buena nueva conforta los huesos.

31 El oído que escucha las amonestaciones de la vida,

Entre los sabios morará.

32 El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma;

Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento.

33 El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría;

Y a la honra precede la humildad.

 

Proverbios sobre la vida y la conducta

 

PROVERBIOS 16

 

1 Del hombre son las disposiciones del corazón;

Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.

2 Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión;

Pero Jehová pesa los espíritus.

3 Encomienda a Jehová tus obras,

Y tus pensamientos serán afirmados.

4 Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo,

Y aun al impío para el día malo.

5 Abominación es a Jehová todo altivo de corazón;

Ciertamente no quedará impune.

6 Con misericordia y verdad se corrige el pecado,

Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.

7 Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová,

Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.

8 Mejor es lo poco con justicia

Que la muchedumbre de frutos sin derecho.

9 El corazón del hombre piensa su camino;

Mas Jehová endereza sus pasos.

10 Oráculo hay en los labios del rey;

En juicio no prevaricará su boca.

11 Peso y balanzas justas son de Jehová;

Obra suya son todas las pesas de la bolsa.

12 Abominación es a los reyes hacer impiedad,

Porque con justicia será afirmado el trono.

13 Los labios justos son el contentamiento de los reyes,

Y éstos aman al que habla lo recto.

14 La ira del rey es mensajero de muerte;

Mas el hombre sabio la evitará.

15 En la alegría del rostro del rey está la vida,

Y su benevolencia es como nube de lluvia tardía.

16 Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado;

Y adquirir inteligencia vale más que la plata.

17 El camino de los rectos se aparta del mal;

Su vida guarda el que guarda su camino.

18 Antes del quebrantamiento es la soberbia,

Y antes de la caída la altivez de espíritu.

19 Mejor es humillar el espíritu con los humildes

Que repartir despojos con los soberbios.

20 El entendido en la palabra hallará el bien,

Y el que confía en Jehová es bienaventurado.

21 El sabio de corazón es llamado prudente,

Y la dulzura de labios aumenta el saber.

22 Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee;

Mas la erudición de los necios es necedad.

23 El corazón del sabio hace prudente su boca,

Y añade gracia a sus labios.

24 Panal de miel son los dichos suaves;

Suavidad al alma y medicina para los huesos.

25 Hay camino que parece derecho al hombre,

Pero su fin es camino de muerte.

26 El alma del que trabaja, trabaja para sí,

Porque su boca le estimula.

27 El hombre perverso cava en busca del mal,

Y en sus labios hay como llama de fuego.

28 El hombre perverso levanta contienda,

Y el chismoso aparta a los mejores amigos.

29 El hombre malo lisonjea a su prójimo,

Y le hace andar por camino no bueno.

30 Cierra sus ojos para pensar perversidades;

Mueve sus labios, efectúa el mal.

31 Corona de honra es la vejez

Que se halla en el camino de justicia.

32 Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte;

Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.

33 La suerte se echa en el regazo;

Mas de Jehová es la decisión de ella.

 

PROVERBIOS 17

 

1 Mejor es un bocado seco, y en paz,

Que casa de contiendas llena de provisiones.

2 El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra,

Y con los hermanos compartirá la herencia.

3 El crisol para la plata, y la hornaza para el oro;

Pero Jehová prueba los corazones.

4 El malo está atento al labio inicuo;

Y el mentiroso escucha la lengua detractora.

5 El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor;

Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.

6 Corona de los viejos son los nietos,

Y la honra de los hijos, sus padres.

7 No conviene al necio la altilocuencia;

¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!

8 Piedra preciosa es el soborno para el que lo practica;

Adondequiera que se vuelve, halla prosperidad.

9 El que cubre la falta busca amistad;

Mas el que la divulga, aparta al amigo.

10 La reprensión aprovecha al entendido,

Más que cien azotes al necio.

11 El rebelde no busca sino el mal,

Y mensajero cruel será enviado contra él.

12 Mejor es encontrarse con una osa a la cual han robado sus cachorros,

Que con un fatuo en su necedad.

13 El que da mal por bien,

No se apartará el mal de su casa.

14 El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas;

Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.

15 El que justifica al impío, y el que condena al justo,

Ambos son igualmente abominación a Jehová.

16 ¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría,

No teniendo entendimiento?

17 En todo tiempo ama el amigo,

Y es como un hermano en tiempo de angustia.

18 El hombre falto de entendimiento presta fianzas,

Y sale por fiador en presencia de su amigo.

19 El que ama la disputa, ama la transgresión;

Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.

20 El perverso de corazón nunca hallará el bien,

Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.

21 El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra;

Y el padre del necio no se alegrará.

22 El corazón alegre constituye buen remedio;

Mas el espíritu triste seca los huesos.

23 El impío toma soborno del seno

Para pervertir las sendas de la justicia.

24 En el rostro del entendido aparece la sabiduría;

Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.

25 El hijo necio es pesadumbre de su padre,

Y amargura a la que lo dio a luz.

26 Ciertamente no es bueno condenar al justo,

Ni herir a los nobles que hacen lo recto.

27 El que ahorra sus palabras tiene sabiduría;

De espíritu prudente es el hombre entendido.

28 Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio;

El que cierra sus labios es entendido.

 

PROVERBIOS 18

 

1 Su deseo busca el que se desvía,

Y se entremete en todo negocio.

2 No toma placer el necio en la inteligencia,

Sino en que su corazón se descubra.

3 Cuando viene el impío, viene también el menosprecio,

Y con el deshonrador la afrenta.

4 Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre;

Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.

5 Tener respeto a la persona del impío,

Para pervertir el derecho del justo, no es bueno.

6 Los labios del necio traen contienda;

Y su boca los azotes llama.

7 La boca del necio es quebrantamiento para sí,

Y sus labios son lazos para su alma.

8 Las palabras del chismoso son como bocados suaves,

Y penetran hasta las entrañas.

9 También el que es negligente en su trabajo

Es hermano del hombre disipador.

10 Torre fuerte es el nombre de Jehová;

A él correrá el justo, y será levantado.

11 Las riquezas del rico son su ciudad fortificada,

Y como un muro alto en su imaginación.

12 Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre,

Y antes de la honra es el abatimiento.

13 Al que responde palabra antes de oír,

Le es fatuidad y oprobio.

14 El ánimo del hombre soportará su enfermedad;

Mas ¿quién sorportará al ánimo angustiado?

15 El corazón del entendido adquiere sabiduría;

Y el oído de los sabios busca la ciencia.

16 La dádiva del hombre le ensancha el camino

Y le lleva delante de los grandes.

17 Justo parece el primero que aboga por su causa;

Pero viene su adversario, y le descubre.

18 La suerte pone fin a los pleitos,

Y decide entre los poderosos.

19 El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte,

Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.

20 Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre;

Se saciará del producto de sus labios.

21 La muerte y la vida están en poder de la lengua,

Y el que la ama comerá de sus frutos.

22 El que halla esposa halla el bien,

Y alcanza la benevolencia de Jehová.

23 El pobre habla con ruegos,

Mas el rico responde durezas.

24 El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo;

Y amigo hay más unido que un hermano.

 

PROVERBIOS 19

 

1 Mejor es el pobre que camina en integridad,

Que el de perversos labios y fatuo.

2 El alma sin ciencia no es buena,

Y aquel que se apresura con los pies, peca.

3 La insensatez del hombre tuerce su camino,

Y luego contra Jehová se irrita su corazón.

4 Las riquezas traen muchos amigos;

Mas el pobre es apartado de su amigo.

5 El testigo falso no quedará sin castigo,

Y el que habla mentiras no escapará.

6 Muchos buscan el favor del generoso,

Y cada uno es amigo del hombre que da.

7 Todos los hermanos del pobre le aborrecen;

¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él!

Buscará la palabra, y no la hallará.

8 El que posee entendimiento ama su alma;

El que guarda la inteligencia hallará el bien.

9 El testigo falso no quedará sin castigo,

Y el que habla mentiras perecerá.

10 No conviene al necio el deleite;

¡Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!

11 La cordura del hombre detiene su furor,

Y su honra es pasar por alto la ofensa.

12 Como rugido de cachorro de león es la ira del rey,

Y su favor como el rocío sobre la hierba.

13 Dolor es para su padre el hijo necio,

Y gotera continua las contiendas de la muJer.14 La casa y las riquezas son herencia de los padres;

Mas de Jehová la mujer prudente.

15 La pereza hace caer en profundo sueño,

Y el alma negligente padecerá hambre.

16 El que guarda el mandamiento guarda su alma;

Mas el que menosprecia sus caminos morirá.

17 A Jehová presta el que da al pobre,

Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

18 Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza;

Mas no se apresure tu alma para destruirlo.

19 El de grande ira llevará la pena;

Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.

20 Escucha el consejo, y recibe la corrección,

Para que seas sabio en tu vejez.

21 Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre;

Mas el consejo de Jehová permanecerá.

22 Contentamiento es a los hombres hacer misericordia;

Pero mejor es el pobre que el mentiroso.

23 El temor de Jehová es para vida,

Y con él vivirá lleno de reposo el hombre;

No será visitado de mal.

24 El perezoso mete su mano en el plato,

Y ni aun a su boca la llevará.

25 Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado;

Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.

26 El que roba a su padre y ahuyenta a su madre,

Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio.

27 Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas

Que te hacen divagar de las razones de sabiduría.

28 El testigo perverso se burlará del juicio,

Y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad.

29 Preparados están juicios para los escarnecedores,

Y azotes para las espaldas de los necios.

 

PROVERBIOS 20

 

1 El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora,

Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.

2 Como rugido de cachorro de león es el terror del rey;

El que lo enfurece peca contra sí mismo.

3 Honra es del hombre dejar la contienda;

Mas todo insensato se envolverá en ella.

4 El perezoso no ara a causa del invierno;

Pedirá, pues, en la siega, y no hallará.

5 Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre;

Mas el hombre entendido lo alcanzará.

6 Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad,

Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?

7 Camina en su integridad el justo;

Sus hijos son dichosos después de él.

8 El rey que se sienta en el trono de juicio,

Con su mirar disipa todo mal.

9 ¿Quién podrá decir:

 Yo he limpiado mi corazón,

Limpio estoy de mi pecado?

10 Pesa falsa y medida falsa,

Ambas cosas son abominación a Jehová.

11 Aun el muchacho es conocido por sus hechos,

Si su conducta fuere limpia y recta.

12 El oído que oye, y el ojo que ve,

Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.

13 No ames el sueño, para que no te empobrezcas;

Abre tus ojos, y te saciarás de pan.

14 El que compra dice:

 Malo es, malo es;

Mas cuando se aparta, se alaba.

15 Hay oro y multitud de piedras preciosas;

Mas los labios prudentes son joya preciosa.

16 Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño,

Y toma prenda del que sale fiador por los extraños.

17 Sabroso es al hombre el pan de mentira;

Pero después su boca será llena de cascajo.

18 Los pensamientos con el consejo se ordenan;

Y con dirección sabia se hace la guerra.

19 El que anda en chismes descubre el secreto;

No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.

20 Al que maldice a su padre o a su madre,

Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa.

21 Los bienes que se adquieren de prisa al principio,

No serán al final bendecidos.

22 No digas:

 Yo me vengaré;

Espera a Jehová, y él te salvará.

23 Abominación son a Jehová las pesas falsas,

Y la balanza falsa no es buena.

24 De Jehová son los pasos del hombre;

¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?

25 Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración,

Y después de hacerlo, reflexionar.

26 El rey sabio avienta a los impíos,

Y sobre ellos hace rodar la rueda.

27 Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre,

La cual escudriña lo más profundo del corazón.

28 Misericordia y verdad guardan al rey,

Y con clemencia se sustenta su trono.

29 La gloria de los jóvenes es su fuerza,

Y la hermosura de los ancianos es su vejez.

30 Los azotes que hieren son medicina para el malo,

Y el castigo purifica el corazón.

 

PROVERBIOS 21

 

1 Como los repartimientos de las aguas,

Así está el corazón del rey en la mano de Jehová;

A todo lo que quiere lo inclina.

2 Todo camino del hombre es recto en su propia opinión;

Pero Jehová pesa los corazones.

3 Hacer justicia y juicio es a Jehová

Más agradable que sacrificio.

4 Altivez de ojos, y orgullo de corazón,

Y pensamiento de impíos, son pecado.

5 Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia;

Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.

6 Amontonar tesoros con lengua mentirosa

Es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte.

7 La rapiña de los impíos los destruirá,

Por cuanto no quisieron hacer juicio.

8 El camino del hombre perverso es torcido y extraño;

Mas los hechos del limpio son rectos.

9 Mejor es vivir en un rincón del terrado

Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

10 El alma del impío desea el mal;

Su prójimo no halla favor en sus ojos.

11 Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio;

Y cuando se le amonesta al sabio, aprende ciencia.

12 Considera el justo la casa del impío,

Cómo los impíos son trastornados por el mal.

13 El que cierra su oído al clamor del pobre,

También él clamará, y no será oído.

14 La dádiva en secreto calma el furor,

Y el don en el seno, la fuerte ira.

15 Alegría es para el justo el hacer juicio;

Mas destrucción a los que hacen iniquidad.

16 El hombre que se aparta del camino de la sabiduría

Vendrá a parar en la compañía de los muertos.

17 Hombre necesitado será el que ama el deleite,

Y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.

18 Rescate del justo es el impío,

Y por los rectos, el prevaricador.

19 Mejor es morar en tierra desierta

Que con la mujer rencillosa e iracunda.

20 Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio;

Mas el hombre insensato todo lo disipa.

21 El que sigue la justicia y la misericordia

Hallará la vida, la justicia y la honra.

22 Tomó el sabio la ciudad de los fuertes,

Y derribó la fuerza en que ella confiaba.

23 El que guarda su boca y su lengua,

Su alma guarda de angustias.

24 Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso

Que obra en la insolencia de su presunción.

25 El deseo del perezoso le mata,

Porque sus manos no quieren trabajar.

26 Hay quien todo el día codicia;

Pero el justo da, y no detiene su mano.

27 El sacrificio de los impíos es abominación;

¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!

28 El testigo mentiroso perecerá;

Mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho.

29 El hombre impío endurece su rostro;

Mas el recto ordena sus caminos.

30 No hay sabiduría, ni inteligencia,

Ni consejo, contra Jehová.

31 El caballo se alista para el día de la batalla;

Mas Jehová es el que da la victoria.

 

PROVERBIOS 22

 

1 De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas,

Y la buena fama más que la plata y el oro.

2 El rico y el pobre se encuentran;

A ambos los hizo Jehová.

3 El avisado ve el mal y se esconde;

Mas los simples pasan y reciben el daño.

4 Riquezas, honra y vida

Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

5 Espinos y lazos hay en el camino del perverso;

El que guarda su alma se alejará de ellos.

6 Instruye al niño en su camino,

Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

7 El rico se enseñorea de los pobres,

Y el que toma prestado es siervo del que presta.

8 El que sembrare iniquidad, iniquidad segará,

Y la vara de su insolencia se quebrará.

9 El ojo misericordioso será bendito,

Porque dio de su pan al indigente.

10 Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda,

Y cesará el pleito y la afrenta.

11 El que ama la limpieza de corazón,

Por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey.

12 Los ojos de Jehová velan por la ciencia;

Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores.

13 Dice el perezoso:

 El león está fuera;

Seré muerto en la calle.

14 Fosa profunda es la boca de la mujer extraña;

Aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella.

15 La necedad está ligada en el corazón del muchacho;

Mas la vara de la corrección la alejará de él.

16 El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias,

O que da al rico, ciertamente se empobrecerá.

 

Preceptos y amonestaciones

 

17 Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,

Y aplica tu corazón a mi sabiduría;

18 Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti;

Si juntamente se afirmaren sobre tus labios.

19 Para que tu confianza sea en Jehová,

Te las he hecho saber hoy a ti también.

 

20 ¿No te he escrito tres veces

En consejos y en ciencia,

21 Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad,

A fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?

22 No robes al pobre, porque es pobre,

Ni quebrantes en la puerta al afligido;

23 Porque Jehová juzgará la causa de ellos,

Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.

24 No te entremetas con el iracundo,

Ni te acompañes con el hombre de enojos,

25 No sea que aprendas sus maneras,

Y tomes lazo para tu alma.

26 No seas de aquellos que se comprometen,

Ni de los que salen por fiadores de deudas.

27 Si no tuvieres para pagar,

¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?

28 No traspases los linderos antiguos

Que pusieron tus padres.

29 ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará;

No estará delante de los de baja condición.

 

PROVERBIOS 23

 

1 Cuando te sientes a comer con algún señor,

Considera bien lo que está delante de ti,

2 Y pon cuchillo a tu garganta,

Si tienes gran apetito.

3 No codicies sus manjares delicados,

Porque es pan engañoso.

4 No te afanes por hacerte rico;

Sé prudente, y desiste.

5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?

Porque se harán alas

Como alas de águila, y volarán al cielo.

6 No comas pan con el avaro,

Ni codicies sus manjares;

7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.

Come y bebe, te dirá;

Mas su corazón no está contigo.

8 Vomitarás la parte que comiste,

Y perderás tus suaves palabras.

9 No hables a oídos del necio,

Porque menospreciará la prudencia de tus razones.

10 No traspases el lindero antiguo,

Ni entres en la heredad de los huérfanos;

11 Porque el defensor de ellos es el Fuerte,

El cual juzgará la causa de ellos contra ti.

12 Aplica tu corazón a la enseñanza,

Y tus oídos a las palabras de sabiduría.

13 No rehúses corregir al muchacho;

Porque si lo castigas con vara, no morirá.

14 Lo castigarás con vara,

Y librarás su alma del Seol.

15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio,

También a mí se me alegrará el corazón;

16 Mis entrañas también se alegrarán

Cuando tus labios hablaren cosas rectas.

17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores,

Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;

18 Porque ciertamente hay fin,

Y tu esperanza no será cortada.

19 Oye, hijo mío, y sé sabio,

Y endereza tu corazón al camino.

20 No estés con los bebedores de vino,

Ni con los comedores de carne;

21 Porque el bebedor y el comilón empobrecerán,

Y el sueño hará vestir vestidos rotos.

22 Oye a tu padre, a aquel que te engendró;

Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.

23 Compra la verdad, y no la vendas;

La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.

24 Mucho se alegrará el padre del justo,

Y el que engendra sabio se gozará con él.

25 Alégrense tu padre y tu madre,

Y gócese la que te dio a luz.

26 Dame, hijo mío, tu corazón,

Y miren tus ojos por mis caminos.

27 Porque abismo profundo es la ramera,

Y pozo angosto la extraña.

28 También ella, como robador, acecha,

Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.

29 ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?

¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde?

¿Para quién lo amoratado de los ojos?

30 Para los que se detienen mucho en el vino,

Para los que van buscando la mistura.

31 No mires al vino cuando rojea,

Cuando resplandece su color en la copa.

Se entra suavemente;

32 Mas al fin como serpiente morderá,

Y como áspid dará dolor.

33 Tus ojos mirarán cosas extrañas,

Y tu corazón hablará perversidades.

34 Serás como el que yace en medio del mar,

O como el que está en la punta de un mastelero.

35 Y dirás:

 Me hirieron, mas no me dolió;

Me azotaron, mas no lo sentí;

Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

 

PROVERBIOS 24

 

1 No tengas envidia de los hombres malos,

Ni desees estar con ellos;

2 Porque su corazón piensa en robar,

E iniquidad hablan sus labios.

3 Con sabiduría se edificará la casa,

Y con prudencia se afirmará;

4 Y con ciencia se llenarán las cámaras

De todo bien preciado y agradable.

5 El hombre sabio es fuerte,

Y de pujante vigor el hombre docto.

6 Porque con ingenio harás la guerra,

Y en la multitud de consejeros está la victoria.

7 Alta está para el insensato la sabiduría;

En la puerta no abrirá él su boca.

8 Al que piensa hacer el mal,

Le llamarán hombre de malos pensamientos.

9 El pensamiento del necio es pecado,

Y abominación a los hombres el escarnecedor.

10 Si fueres flojo en el día de trabajo,

Tu fuerza será reducida.

11 Libra a los que son llevados a la muerte;

Salva a los que están en peligro de muerte.

12 Porque si dijeres:

 Ciertamente no lo supimos,

¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones?

El que mira por tu alma, él lo conocerá,

Y dará al hombre según sus obras.

13 Come, hijo mío, de la miel, porque es buena,

Y el panal es dulce a tu paladar.

14 Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría;

Si la hallares tendrás recompensa,

Y al fin tu esperanza no será cortada.

15 Oh impío, no aceches la tienda del justo,

No saquees su cámara;

16 Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse;

Mas los impíos caerán en el mal.

17 Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes,

Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;

18 No sea que Jehová lo mire, y le desagrade,

Y aparte de sobre él su enojo.

19 No te entremetas con los malignos,

Ni tengas envidia de los impíos;

20 Porque para el malo no habrá buen fin,

Y la lámpara de los impíos será apagada.

21 Teme a Jehová, hijo mío, y al rey;

No te entremetas con los veleidosos;

22 Porque su quebrantamiento vendrá de repente;

Y el quebrantamiento de ambos,

¿quién lo comprende?

23 También estos son dichos de los sabios:

Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno.

24 El que dijere al malo:

 Justo eres,

Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;

25 Mas los que lo reprendieren tendrán felicidad,

Y sobre ellos vendrá gran bendición.

26 Besados serán los labios

Del que responde palabras rectas.

27 Prepara tus labores fuera,

Y disponlas en tus campos,

Y después edificarás tu casa.

28 No seas sin causa testigo contra tu prójimo,

Y no lisonjees con tus labios.

29 No digas:

 Como me hizo, así le haré;

Daré el pago al hombre según su obra.

30 Pasé junto al campo del hombre perezoso,

Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;

31 Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos,

Ortigas habían ya cubierto su faz,

Y su cerca de piedra estaba ya destruida.

32 Miré, y lo puse en mi corazón;

Lo vi, y tomé consejo.

33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco,

Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;

34 Así vendrá como caminante tu necesidad,

Y tu pobreza como hombre armado.

 

Comparaciones y lecciones morales

 

PROVERBIOS 25

 

1 También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá:

2 Gloria de Dios es encubrir un asunto;

Pero honra del rey es escudriñarlo.

3 Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,

Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.

4 Quita las escorias de la plata,

Y saldrá alhaja al fundidor.

5 Aparta al impío de la presencia del rey,

Y su trono se afirmará en justicia.

6 No te alabes delante del rey,

Ni estés en el lugar de los grandes;

7 Porque mejor es que se te diga:

 Sube acá,

Y no que seas humillado delante del príncipe

A quien han mirado tus ojos.

8 No entres apresuradamente en pleito,

No sea que no sepas qué hacer al fin,

Después que tu prójimo te haya avergonzado.

9 Trata tu causa con tu compañero,

Y no descubras el secreto a otro,

10 No sea que te deshonre el que lo oyere,

Y tu infamia no pueda repararse.

11 Manzana de oro con figuras de plata

Es la palabra dicha como conviene.

12 Como zarcillo de oro y joyel de oro fino

Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

13 Como frío de nieve en tiempo de la siega,

Así es el mensajero fiel a los que lo envían,

Pues al alma de su señor da refrigerio.

14 Como nubes y vientos sin lluvia,

Así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.

15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe,

Y la lengua blanda quebranta los huesos.

16 ¿Hallaste miel? Come lo que te basta,

No sea que hastiado de ella la vomites.

17 Detén tu pie de la casa de tu vecino,

No sea que hastiado de ti te aborrezca.

18 Martillo y cuchillo y saeta aguda

Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

19 Como diente roto y pie descoyuntado

Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.

20 El que canta canciones al corazón afligido

Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.

21 Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan,

Y si tuviere sed, dale de beber agua;

22 Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza,

Y Jehová te lo pagará.

23 El viento del norte ahuyenta la lluvia,

Y el rostro airado la lengua detractora.

24 Mejor es estar en un rincón del terrado,

Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

25 Como el agua fría al alma sedienta,

Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

26 Como fuente turbia y manantial corrompido,

Es el justo que cae delante del impío.

27 Comer mucha miel no es bueno,

Ni el buscar la propia gloria es gloria.

28 Como ciudad derribada y sin muro

Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

 

PROVERBIOS 26

 

1 Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega,

Así no conviene al necio la honra.

2 Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo,

Así la maldición nunca vendrá sin causa.

3 El látigo para el caballo, el cabestro para el asno,

Y la vara para la espalda del necio.

4 Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad,

Para que no seas tú también como él.

5 Responde al necio como merece su necedad,

Para que no se estime sabio en su propia opinión.

6 Como el que se corta los pies y bebe su daño,

Así es el que envía recado por mano de un necio.

7 Las piernas del cojo penden inútiles;

Así es el proverbio en la boca del necio.

8 Como quien liga la piedra en la honda,

Así hace el que da honra al necio.

9 Espinas hincadas en mano del embriagado,

Tal es el proverbio en la boca de los necios.

10 Como arquero que a todos hiere,

Es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos.

11 Como perro que vuelve a su vómito,

Así es el necio que repite su necedad.

12 ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión?

Más esperanza hay del necio que de él.

13 Dice el perezoso:

 El león está en el camino;

El león está en las calles.

14 Como la puerta gira sobre sus quicios,

Así el perezoso se vuelve en su cama.

15 Mete el perezoso su mano en el plato;

Se cansa de llevarla a su boca.

16 En su propia opinión el perezoso es más sabio

Que siete que sepan aconsejar.

17 El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno

Es como el que toma al perro por las orejas.

18 Como el que enloquece, y echa llamas

Y saetas y muerte,

19 Tal es el hombre que engaña a su amigo,

Y dice:

 Ciertamente lo hice por broma.

20 Sin leña se apaga el fuego,

Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego;

Y el hombre rencilloso para encender contienda.

22 Las palabras del chismoso son como bocados suaves,

Y penetran hasta las entrañas.

23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto

Son los labios lisonjeros y el corazón malo.

24 El que odia disimula con sus labios;

Mas en su interior maquina engaño.

25 Cuando hablare amigablemente, no le creas;

Porque siete abominaciones hay en su corazón.

26 Aunque su odio se cubra con disimulo,

Su maldad será descubierta en la congregación.

27 El que cava foso caerá en él;

Y al que revuelve la piedra, sobre él le volverá.

28 La lengua falsa atormenta al que ha lastimado,

Y la boca lisonjera hace resbalar.

 

PROVERBIOS 27

 

1 No te jactes del día de mañana;

Porque no sabes qué dará de sí el día.

2 Alábete el extraño, y no tu propia boca;

El ajeno, y no los labios tuyos.

3 Pesada es la piedra, y la arena pesa;

Mas la ira del necio es más pesada que ambas.

4 Cruel es la ira, e impetuoso el furor;

Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?

5 Mejor es reprensión manifiesta

Que amor oculto.

6 Fieles son las heridas del que ama;

Pero importunos los besos del que aborrece.

7 El hombre saciado desprecia el panal de miel;

Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.

8 Cual ave que se va de su nido,

Tal es el hombre que se va de su lugar.

9 El ungüento y el perfume alegran el corazón,

Y el cordial consejo del amigo, al hombre.

10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre;

Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción.

Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.

11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón,

Y tendré qué responder al que me agravie.

12 El avisado ve el mal y se esconde;

Mas los simples pasan y llevan el daño.

13 Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño;

Y al que fía a la extraña, tómale prenda.

14 El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana,

Por maldición se le contará.

15 Gotera continua en tiempo de lluvia

Y la mujer rencillosa, son semejantes;

16 Pretender contenerla es como refrenar el viento,

O sujetar el aceite en la mano derecha.

17 Hierro con hierro se aguza;

Y así el hombre aguza el rostro de su amigo.

18 Quien cuida la higuera comerá su fruto,

Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.

19 Como en el agua el rostro corresponde al rostro,

Así el corazón del hombre al del hombre.

20 El Seol y el Abadón nunca se sacian;

Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.

21 El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro,

Y al hombre la boca del que lo alaba.

22 Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón,

No se apartará de él su necedad.

23 Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas,

Y mira con cuidado por tus rebaños;

24 Porque las riquezas no duran para siempre;

¿Y será la corona para perpetuas generaciones?

25 Saldrá la grama, aparecerá la hierba,

Y se segarán las hierbas de los montes.

26 Los corderos son para tus vestidos,

Y los cabritos para el precio del campo;

27 Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa,

Y para sustento de tus criadas.

 

Proverbios antitéticos

 

PROVERBIOS 28

 

1 Huye el impío sin que nadie lo persiga;

Mas el justo está confiado como un león.

2 Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos;

Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.

3 El hombre pobre y robador de los pobres

Es como lluvia torrencial que deja sin pan.

4 Los que dejan la ley alaban a los impíos;

Mas los que la guardan contenderán con ellos.

5 Los hombres malos no entienden el juicio;

Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas.

6 Mejor es el pobre que camina en su integridad,

Que el de perversos caminos y rico.

7 El que guarda la ley es hijo prudente;

Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.

8 El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,

Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta.

9 El que aparta su oído para no oír la ley,

Su oración también es abominable.

10 El que hace errar a los rectos por el mal camino,

El caerá en su misma fosa;

Mas los perfectos heredarán el bien.

11 El hombre rico es sabio en su propia opinión;

Mas el pobre entendido lo escudriña.

12 Cuando los justos se alegran, grande es la gloria;

Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres.

13 El que encubre sus pecados no prosperará;

Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

14 Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios;

Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.

15 León rugiente y oso hambriento

Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.

16 El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión;

Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.

17 El hombre cargado de la sangre de alguno

Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.

18 El que en integridad camina será salvo;

Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

19 El que labra su tierra se saciará de pan;

Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.

20 El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones;

Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.

21 Hacer acepción de personas no es bueno;

Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.

22 Se apresura a ser rico el avaro,

Y no sabe que le ha de venir pobreza.

23 El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia

Que el que lisonjea con la lengua.

24 El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad,

Compañero es del hombre destruidor.

25 El altivo de ánimo suscita contiendas;

Mas el que confía en Jehová prosperará.

26 El que confía en su propio corazón es necio;

Mas el que camina en sabiduría será librado.

27 El que da al pobre no tendrá pobreza;

Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.

28 Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre;

Mas cuando perecen, los justos se multiplican.

 

PROVERBIOS 29

 

1 El hombre que reprendido endurece la cerviz,

De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

2 Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra;

Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.

3 El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre;

Mas el que frecuenta rameras perderá los bienes.

4 El rey con el juicio afirma la tierra;

Mas el que exige presentes la destruye.

5 El hombre que lisonjea a su prójimo,

Red tiende delante de sus pasos.

6 En la transgresión del hombre malo hay lazo;

Mas el justo cantará y se alegrará.

7 Conoce el justo la causa de los pobres;

Mas el impío no entiende sabiduría.

8 Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas;

Mas los sabios apartan la ira.

9 Si el hombre sabio contendiere con el necio,

Que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.

10 Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto,

Mas los rectos buscan su contentamiento.

11 El necio da rienda suelta a toda su ira,

Mas el sabio al fin la sosiega.

12 Si un gobernante atiende la palabra mentirosa,

Todos sus servidores serán impíos.

13 El pobre y el usurero se encuentran;

Jehová alumbra los ojos de ambos.

14 Del rey que juzga con verdad a los pobres,

El trono será firme para siempre.

15 La vara y la corrección dan sabiduría;

Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.

16 Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión;

Mas los justos verán la ruina de ellos.

17 Corrige a tu hijo, y te dará descanso,

Y dará alegría a tu alma.

18 Sin profecía el pueblo se desenfrena;

Mas el que guarda la ley es bienaventurado.

19 El siervo no se corrige con palabras;

Porque entiende, mas no hace caso.

20 ¿Has visto hombre ligero en sus palabras?

Más esperanza hay del necio que de él.

21 El siervo mimado desde la niñez por su amo,

A la postre será su heredero.

22 El hombre iracundo levanta contiendas,

Y el furioso muchas veces peca.

23 La soberbia del hombre le abate;

Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.

24 El cómplice del ladrón aborrece su propia alma;

Pues oye la imprecación y no dice nada.

25 El temor del hombre pondrá lazo;

Mas el que confía en Jehová será exaltado.

26 Muchos buscan el favor del príncipe;

Mas de Jehová viene el juicio de cada uno.

27 Abominación es a los justos el hombre inicuo;

Y abominación es al impío el de caminos rectos.

 

Las palabras de Agur

 

PROVERBIOS 30

 

1 Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.

 

2 Ciertamente más rudo soy yo que ninguno,

Ni tengo entendimiento de hombre.

3 Yo ni aprendí sabiduría,

Ni conozco la ciencia del Santo.

4 ¿Quién subió al cielo, y descendió?

¿Quién encerró los vientos en sus puños?

¿Quién ató las aguas en un paño?

¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?

¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?

5 Toda palabra de Dios es limpia;

El es escudo a los que en él esperan.

6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda,

Y seas hallado mentiroso.

7 Dos cosas te he demandado;

No me las niegues antes que muera:

8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;

No me des pobreza ni riquezas;

Manténme del pan necesario;

9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga:

 ¿Quién es Jehová?

O que siendo pobre, hurte,

Y blasfeme el nombre de mi Dios.

10 No acuses al siervo ante su señor,

No sea que te maldiga, y lleves el castigo.

11 Hay generación que maldice a su padre

Y a su madre no bendice.

12 Hay generación limpia en su propia opinión,

Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.

13 Hay generación cuyos ojos son altivos

Y cuyos párpados están levantados en alto.

14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,

Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.

15 La sanguijuela tiene dos hijas que dicen:

 ¡Dame! ¡dame!

Tres cosas hay que nunca se sacian;

Aun la cuarta nunca dice:

 ¡Basta!

16 El Seol, la matriz estéril,

La tierra que no se sacia de aguas,

Y el fuego que jamás dice:

 ¡Basta!

17 El ojo que escarnece a su padre

Y menosprecia la enseñanza de la madre,

Los cuervos de la cañada lo saquen,

Y lo devoren los hijos del águila.

18 Tres cosas me son ocultas;

Aun tampoco sé la cuarta:

19 El rastro del águila en el aire;

El rastro de la culebra sobre la peña;

El rastro de la nave en medio del mar;

Y el rastro del hombre en la doncella.

20 El proceder de la mujer adúltera es así:

Come, y limpia su boca

Y dice:

 No he hecho maldad.

21 Por tres cosas se alborota la tierra,

Y la cuarta ella no puede sufrir:

22 Por el siervo cuando reina;

Por el necio cuando se sacia de pan;

23 Por la mujer odiada cuando se casa;

Y por la sierva cuando hereda a su señora.

24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra,

Y las mismas son más sabias que los sabios:

25 Las hormigas, pueblo no fuerte,

Y en el verano preparan su comida;

26 Los conejos, pueblo nada esforzado,

Y ponen su casa en la piedra;

27 Las langostas, que no tienen rey,

Y salen todas por cuadrillas;

28 La araña que atrapas con la mano,

Y está en palacios de rey.

29 Tres cosas hay de hermoso andar,

Y la cuarta pasea muy bien:

30 El león, fuerte entre todos los animales,

Que no vuelve atrás por nada;

31 El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío;

Y el rey, a quien nadie resiste.

32 Si neciamente has procurado enaltecerte,

O si has pensado hacer mal,

Pon el dedo sobre tu boca.

33 Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla,

Y el que recio se suena las narices sacará sangre;

Y el que provoca la ira causará contienda.

 

Exhortación a un rey

 

PROVERBIOS 31

 

1 Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.

 

2 ¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre?

¿Y qué, hijo de mis deseos?

3 No des a las mujeres tu fuerza,

Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.

4 No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino,

Ni de los príncipes la sidra;

5 No sea que bebiendo olviden la ley,

Y perviertan el derecho de todos los afligidos.

6 Dad la sidra al desfallecido,

Y el vino a los de amargado ánimo.

7 Beban, y olvídense de su necesidad,

Y de su miseria no se acuerden más.

8 Abre tu boca por el mudo

En el juicio de todos los desvalidos.

9 Abre tu boca, juzga con justicia,

Y defiende la causa del pobre y del menesteroso.

 

Elogio de la mujer virtuosa

 

10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?

Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

11 El corazón de su marido está en ella confiado,

Y no carecerá de ganancias.

12 Le da ella bien y no mal

Todos los días de su vida.

13 Busca lana y lino,

Y con voluntad trabaja con sus manos.

14 Es como nave de mercader;

Trae su pan de lejos.

15 Se levanta aun de noche

Y da comida a su familia

Y ración a sus criadas.

16 Considera la heredad, y la compra,

Y planta viña del fruto de sus manos.

17 Ciñe de fuerza sus lomos,

Y esfuerza sus brazos.

18 Ve que van bien sus negocios;

Su lámpara no se apaga de noche.

19 Aplica su mano al huso,

Y sus manos a la rueca.

20 Alarga su mano al pobre,

Y extiende sus manos al menesteroso.

21 No tiene temor de la nieve por su familia,

Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.

22 Ella se hace tapices;

De lino fino y púrpura es su vestido.

23 Su marido es conocido en las puertas,

Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.

24 Hace telas, y vende,

Y da cintas al mercader.

25 Fuerza y honor son su vestidura;

Y se ríe de lo por venir.

26 Abre su boca con sabiduría,

Y la ley de clemencia está en su lengua.

27 Considera los caminos de su casa,

Y no come el pan de balde.

28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;

Y su marido también la alaba:

29 Muchas mujeres hicieron el bien;

Mas tú sobrepasas a todas.

30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;

La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.

31 Dadle del fruto de sus manos,

Y alábenla en las puertas sus hechos. 


ECLESTIASTÉS

 

O EL PREDICADOR

 

Todo es vanidad

 

ECLESTIASTÉS 1

 

1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

 

2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.

3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.

5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.

6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.

7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.

8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.

9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.

10 ¿Hay algo de que se puede decir:

 He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.

11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

 

La experiencia del Predicador

 

12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.

13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.

14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

 

16 Hablé yo en mi corazón, diciendo:

 He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.

17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.

18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

 

ECLESTIASTÉS 2

 

1 Dije yo en mi corazón:

 Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.

2 A la risa dije:

 Enloqueces; y al placer:

 ¿De qué sirve esto?

3 Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.

4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;

5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto.

6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.

7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.

8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.

9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría.

10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.

11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.

13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.

14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.

15 Entonces dije yo en mi corazón:

 Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.

16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.

17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.

19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.

20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.

21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.

22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?

23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.

25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?

26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

 

Todo tiene su tiempo

 

ECLESTIASTÉS 3

 

1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

4 tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;

5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;

6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;

13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.

14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.

15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

 

Injusticias de la vida

 

16 Vi más debajo del sol:

 en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.

17 Y dije yo en mi corazón:

 Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.

18 Dije en mi corazón:

 Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.

19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es:

 como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.

21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?

22 Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?

 

ECLESTIASTÉS 4

 

1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.

2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.

3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.

4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.

6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.

7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.

8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta:

 ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.

10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.

11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?

12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;

14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.

15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.

16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.

 

La insensatez de hacer votos a la ligera

 

ECLESTIASTÉS 5

 

1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.

2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.

3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.

4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.

5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.

6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.

 

La vanidad de la vida

 

8 Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.

9 Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.

10 El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.

11 Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?

12 Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.

13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol:

 las riquezas guardadas por sus dueños para su mal;

14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano.

15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.

16 Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?

17 Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.

18 He aquí, pues, el bien que yo he visto:

 que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.

19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.

20 Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.

 

ECLESTIASTÉS 6

 

1 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres:

 2 El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.

3 Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él.

4 Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto.

5 Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél.

6 Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?

7 Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia.

8 Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos?

9 Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

10 Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él.

11 Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?

12 Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

 

Contraste entre la sabiduría y la insensatez

 

ECLESTIASTÉS 7

 

1 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.

2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.

3 Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.

4 El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría.

5 Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios.

6 Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.

7 Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón.

8 Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.

9 No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.

10 Nunca digas:

 ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.

11 Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol.

12 Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.

13 Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?

14 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.

15 Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días.

16 No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?

17 No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?

18 Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.

19 La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.

20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.

21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;

22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.

23 Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo:

 Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí.

24 Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará?

25 Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error.

26 Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso.

27 He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón;

28 lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra:

 un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé.

29 He aquí, solamente esto he hallado:

 que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.

 

ECLESTIASTÉS 8

 

1 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.

2 Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.

3 No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.

4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá:

 ¿Qué haces?

5 El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.

6 Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él;

7 pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?

8 No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.

9 Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.

 

Desigualdades de la vida

 

10 Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad.

11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.

12 Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia;

13 y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.

14 Hay vanidad que se hace sobre la tierra:

 que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.

15 Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.

16 Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos);

17 y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.

 

ECLESTIASTÉS 9

 

1 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto:

 que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos.

2 Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.

3 Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos.

4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.

5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.

6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.

7 Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.

8 En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.

9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.

10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.

12 Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.

13 También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande:

 14 una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes;

15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre.

16 Entonces dije yo:

 Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.

17 Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.

18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.

 

Excelencia de la sabiduría

 

ECLESTIASTÉS 10

 

1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.

2 El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.

3 Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio.

4 Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.

5 Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe:

 6 la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo.

7 Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.

8 El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente.

9 Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra.

10 Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir.

11 Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

12 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.

13 El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío.

14 El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será?

15 El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.

16 ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17 ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! 18 Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa.

19 Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo.

20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.

 

ECLESTIASTÉS 11

 

1 Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.

2 Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.

3 Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará.

4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.

5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.

7 Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol;

8 pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.

 

Consejos para la juventud

 

9 Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.

10 Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.

 

ECLESTIASTÉS 12

 

1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas:

 No tengo en ellos contentamiento;

2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;

3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;

4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;

5 cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;

6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;

7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.

8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.

 

Resumen del deber del hombre

 

9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.

10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.

11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.

12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.

13 El fin de todo el discurso oído es este:

 Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.

14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. 


CANTAR DE LOS CANTARES

 

DE SALOMÓN

 

La esposa y las hijas de Jerusalén

 

CANTARES 1

 

1 Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.

 

2 ¡Oh, si él me besara con besos de su boca!

Porque mejores son tus amores que el vino.

3 A más del olor de tus suaves ungüentos,

Tu nombre es como ungüento derramado;

Por eso las doncellas te aman.

4 Atráeme; en pos de ti correremos.

El rey me ha metido en sus cámaras;

Nos gozaremos y alegraremos en ti;

Nos acordaremos de tus amores más que del vino;

Con razón te aman.

5 Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable

Como las tiendas de Cedar,

Como las cortinas de Salomón.

6 No reparéis en que soy morena,

Porque el sol me miró.

Los hijos de mi madre se airaron contra mí;

Me pusieron a guardar las viñas;

Y mi viña, que era mía, no guardé.

7 Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,

Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;

Pues ¿por qué había de estar yo como errante

Junto a los rebaños de tus compañeros?

8 Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,

Ve, sigue las huellas del rebaño,

Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

 

La esposa y el esposo

 

9 A yegua de los carros de Faraón

Te he comparado, amiga mía.

10 Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,

Tu cuello entre los collares.

11 Zarcillos de oro te haremos,

Tachonados de plata.

12 Mientras el rey estaba en su reclinatorio,

Mi nardo dio su olor.

13 Mi amado es para mí un manojito de mirra,

Que reposa entre mis pechos.

14 Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi

Es para mí mi amado.

15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;

He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.

16 He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;

Nuestro lecho es de flores.

17 Las vigas de nuestra casa son de cedro,

Y de ciprés los artesonados.

 

CANTARES 2

 

1 Yo soy la rosa de Sarón,

Y el lirio de los valles.

2 Como el lirio entre los espinos,

Así es mi amiga entre las doncellas.

3 Como el manzano entre los árboles silvestres,

Así es mi amado entre los jóvenes;

Bajo la sombra del deseado me senté,

Y su fruto fue dulce a mi paladar.

4 Me llevó a la casa del banquete,

Y su bandera sobre mí fue amor.

5 Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;

Porque estoy enferma de amor.

6 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

7 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

8 ¡La voz de mi amado! He aquí él viene

Saltando sobre los montes,

Brincando sobre los collados.

9 Mi amado es semejante al corzo,

O al cervatillo.

Helo aquí, está tras nuestra pared,

Mirando por las ventanas,

Atisbando por las celosías.

10 Mi amado habló, y me dijo:

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

11 Porque he aquí ha pasado el invierno,

Se ha mudado, la lluvia se fue;

12 Se han mostrado las flores en la tierra,

El tiempo de la canción ha venido,

Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

13 La higuera ha echado sus higos,

Y las vides en cierne dieron olor;

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,

Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;

Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.

15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;

Porque nuestras viñas están en cierne.

16 Mi amado es mío, y yo suya;

El apacienta entre lirios.

17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,

Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo

Sobre los montes de Beter.

 

El ensueño de la esposa

 

CANTARES 3

 

1 Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;

Lo busqué, y no lo hallé.

2 Y dije:

 Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;

Por las calles y por las plazas

Buscaré al que ama mi alma;

Lo busqué, y no lo hallé.

3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,

Y les dije:

 ¿Habéis visto al que ama mi alma?

4 Apenas hube pasado de ellos un poco,

Hallé luego al que ama mi alma;

Lo así, y no lo dejé,

Hasta que lo metí en casa de mi madre,

Y en la cámara de la que me dio a luz.

5 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

 

El cortejo de bodas

 

6 ¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo,

Sahumada de mirra y de incienso

Y de todo polvo aromático?

7 He aquí es la litera de Salomón;

Sesenta valientes la rodean,

De los fuertes de Israel.

8 Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra;

Cada uno su espada sobre su muslo,

Por los temores de la noche.

9 El rey Salomón se hizo una carroza

De madera del Líbano.

10 Hizo sus columnas de plata,

Su respaldo de oro,

Su asiento de grana,

Su interior recamado de amor

Por las doncellas de Jerusalén.

11 Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón

Con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio,

Y el día del gozo de su corazón.

 

El esposo alaba a la esposa

 

CANTARES 4

 

1 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa;

Tus ojos entre tus guedejas como de paloma;

Tus cabellos como manada de cabras

Que se recuestan en las laderas de Galaad.

2 Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas,

Que suben del lavadero,

Todas con crías gemelas,

Y ninguna entre ellas estéril.

3 Tus labios como hilo de grana,

Y tu habla hermosa;

Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo.

4 Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería;

Mil escudos están colgados en ella,

Todos escudos de valientes.

5 Tus dos pechos, como gemelos de gacela,

Que se apacientan entre lirios.

6 Hasta que apunte el día y huyan las sombras,

Me iré al monte de la mirra,

Y al collado del incienso.

7 Toda tú eres hermosa, amiga mía,

Y en ti no hay mancha.

8 Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía;

Ven conmigo desde el Líbano.

Mira desde la cumbre de Amana,

Desde la cumbre de Senir y de Hermón,

Desde las guaridas de los leones,

Desde los montes de los leopardos.

 

9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía;

Has apresado mi corazón con uno de tus ojos,

Con una gargantilla de tu cuello.

10 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía!

¡Cuánto mejores que el vino tus amores,

Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!

11 Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa;

Miel y leche hay debajo de tu lengua;

Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.

12 Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía;

Fuente cerrada, fuente sellada.

13 Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves,

De flores de alheña y nardos;

14 Nardo y azafrán, caña aromática y canela,

Con todos los árboles de incienso;

Mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas.

15 Fuente de huertos,

Pozo de aguas vivas,

Que corren del Líbano.

16 Levántate, Aquilón, y ven, Austro;

Soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas.

Venga mi amado a su huerto,

Y coma de su dulce fruta.

 

CANTARES 5

 

1 Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía;

He recogido mi mirra y mis aromas;

He comido mi panal y mi miel,

Mi vino y mi leche he bebido.

Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.

 

El tormento de la separación

 

2 Yo dormía, pero mi corazón velaba.

Es la voz de mi amado que llama:

Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía,

Porque mi cabeza está llena de rocío,

Mis cabellos de las gotas de la noche.

3 Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir?

He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?

4 Mi amado metió su mano por la ventanilla,

Y mi corazón se conmovió dentro de mí.

5 Yo me levanté para abrir a mi amado,

Y mis manos gotearon mirra,

Y mis dedos mirra, que corría

Sobre la manecilla del cerrojo.

6 Abrí yo a mi amado;

Pero mi amado se había ido, había ya pasado;

Y tras su hablar salió mi alma.

Lo busqué, y no lo hallé;

Lo llamé, y no me respondió.

7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad;

Me golpearon, me hirieron;

Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado,

Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.

 

La esposa alaba al esposo

 

9 ¿Qué es tu amado más que otro amado,

Oh la más hermosa de todas las mujeres?

¿Qué es tu amado más que otro amado,

Que así nos conjuras?

10 Mi amado es blanco y rubio,

Señalado entre diez mil.

11 Su cabeza como oro finísimo;

Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.

12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas,

Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.

13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores;

Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante.

14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos;

Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros.

15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino;

Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.

16 Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable.

Tal es mi amado, tal es mi amigo,

Oh doncellas de Jerusalén.

 

Mutuo encanto del esposo y de la esposa

 

CANTARES 6

 

1 ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres?

¿A dónde se apartó tu amado,

Y lo buscaremos contigo?

2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias,

Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.

3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;

El apacienta entre los lirios.

4 Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa;

De desear, como Jerusalén;

Imponente como ejércitos en orden.

5 Aparta tus ojos de delante de mí,

Porque ellos me vencieron.

Tu cabello es como manada de cabras

Que se recuestan en las laderas de Galaad.

6 Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,

Todas con crías gemelas,

Y estéril no hay entre ellas.

7 Como cachos de granada son tus mejillas

Detrás de tu velo.

8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas,

Y las doncellas sin número;

9 Mas una es la paloma mía, la perfecta mía;

Es la única de su madre,

La escogida de la que la dio a luz.

La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada;

Las reinas y las concubinas, y la alabaron.

10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba,

Hermosa como la luna,

Esclarecida como el sol,

Imponente como ejércitos en orden?

11 Al huerto de los nogales descendí

A ver los frutos del valle,

Y para ver si brotaban las vides,

Si florecían los granados.

12 Antes que lo supiera, mi alma me puso

Entre los carros de Aminadab.

13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita;

Vuélvete, vuélvete, y te miraremos.

¿Qué veréis en la sulamita?

Algo como la reunión de dos campamentos.

 

CANTARES 7

 

1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,

Oh hija de príncipe!

Los contornos de tus muslos son como joyas,

Obra de mano de excelente maestro.

2 Tu ombligo como una taza redonda

Que no le falta bebida.

Tu vientre como montón de trigo

Cercado de lirios.

3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.

4 Tu cuello, como torre de marfil;

Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;

Tu nariz, como la torre del Líbano,

Que mira hacia Damasco.

5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;

Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey

Suspendida en los corredores.

6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave,

Oh amor deleitoso!

7 Tu estatura es semejante a la palmera,

Y tus pechos a los racimos.

8 Yo dije:

 Subiré a la palmera,

Asiré sus ramas.

Deja que tus pechos sean como racimos de vid,

Y el olor de tu boca como de manzanas,

9 Y tu paladar como el buen vino,

Que se entra a mi amado suavemente,

Y hace hablar los labios de los viejos.

10 Yo soy de mi amado,

Y conmigo tiene su contentamiento.

11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo,

Moremos en las aldeas.

12 Levantémonos de mañana a las viñas;

Veamos si brotan las vides, si están en cierne,

Si han florecido los granados;

Allí te daré mis amores.

13 Las mandrágoras han dado olor,

Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas,

Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.

 

CANTARES 8

 

1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío

Que mamó los pechos de mi madre!

Entonces, hallándote fuera, te besaría,

Y no me menospreciarían.

2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;

Tú me enseñarías,

Y yo te haría beber vino

Adobado del mosto de mis granadas.

3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

 

El poder del amor

 

5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,

Recostada sobre su amado?

Debajo de un manzano te desperté;

Allí tuvo tu madre dolores,

Allí tuvo dolores la que te dio a luz.

6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;

Porque fuerte es como la muerte el amor;

Duros como el Seol los celos;

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,

Ni lo ahogarán los ríos.

Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,

De cierto lo menospreciarían.

8 Tenemos una pequeña hermana,

Que no tiene pechos;

¿Qué haremos a nuestra hermana

Cuando de ella se hablare?

9 Si ella es muro,

Edificaremos sobre él un palacio de plata;

Si fuere puerta,

La guarneceremos con tablas de cedro.

10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,

Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.

11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,

La cual entregó a guardas,

Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.

12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;

Las mil serán tuyas, oh Salomón,

Y doscientas para los que guardan su fruto.

13 Oh, tú que habitas en los huertos,

Los compañeros escuchan tu voz;

Házmela oír.

14 Apresúrate, amado mío,

Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,

Sobre las montañas de los aromas.


ISAÍAS

 

Una nación pecadora

 

 ISAÍAS 1

 

 1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.

 2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová:

 Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.

3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.

 4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.

 5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.

6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.

 7 Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.

8 Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.

 9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.

 

Llamamiento al arrepentimiento verdadero

 

 10 Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.

11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.

12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?

13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.

14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.

15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.

16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;

17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta:

 si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;

20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.

 

Juicio y redención de Jerusalén

 

 21 ¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas.

22 Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua.

23 Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.

 24 Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel:

 Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios;

25 y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza.

26 Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.

 27 Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia.

28 Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos.

29 Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis.

30 Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas.

31 Y el fuerte será como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.

 

Reinado universal de Jehová

 

 (Mi.4.1-3)

 

 ISAÍAS 2

 

 1 Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.

 

 2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.

3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán:

 Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.

4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

 

Juicio de Jehová contra los soberbios

 

 5 Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová.

6 Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres traídas del oriente, y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros.

7 Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos, y sus carros son innumerables.

8 Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos.

9 Y se ha inclinado el hombre, y el varón se ha humillado; por tanto, no los perdones.

10 Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad.

11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.

12 Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido;

13 sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán;

14 sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados;

15 sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte;

16 sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas.

17 La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día.

18 Y quitará totalmente los ídolos.

19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.

 20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase,

21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra.

22 Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?

 Juicio de Jehová contra Judá y Jerusalén

 

 ISAÍAS 3

 

 1 Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua;

2 el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano;

3 el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador.

4 Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores.

5 Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble.

 6 Cuando alguno tomare de la mano a su hermano, de la familia de su padre, y le dijere:

 Tú tienes vestido, tú serás nuestro príncipe, y toma en tus manos esta ruina;

7 él jurará aquel día, diciendo:

 No tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo.

8 Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad.

 9 La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí.

10 Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos.

11 ¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado.

12 Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos.

 13 Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos.

14 Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas.

15 ¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los pobres? dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

 

Juicio contra las hijas de Sion

 

 16 Asimismo dice Jehová:

 Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies;

17 por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas.

 18 Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas,

19 los collares, los pendientes y los brazaletes,

20 las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos,

21 los anillos, y los joyeles de las narices,

22 las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas,

23 los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.

24 Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura.

25 Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la guerra.

26 Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra.

 

 ISAÍAS 4

 

 1 Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo:

 Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.

 

Futuro glorioso de Jerusalén

 

 2 En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel.

3 Y acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes,

4 cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación.

5 Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel,

6 y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero.

 

Parábola de la viña

 

 ISAÍAS 5

 

 1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.

2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.

 3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.

4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?

 5 Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña:

 Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.

6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.

7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.

 

Ayes sobre los malvados

 

 8 ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?

9 Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas.

10 Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa.

 11 ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! 12 Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.

13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.

14 Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba.

15 Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos.

16 Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia.

17 Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y extraños devorarán los campos desolados de los ricos.

 18 ¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta,

19 los cuales dicen:

 Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos! 20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! 22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida;

23 los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!

 24 Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.

25 Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

 26 Alzará pendón a naciones lejanas, y silbará al que está en el extremo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente.

27 No habrá entre ellos cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá, ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de sus sandalias.

28 Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino.

29 Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, crujirá los dientes, y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad, y nadie se la quitará.

30 Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz.

 

 Visión y llamamiento de Isaías

 

 ISAÍAS 6

 

 1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.

2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.

3 Y el uno al otro daba voces, diciendo:

 Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.

4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.

5 Entonces dije:

 ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

 6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas;

7 y tocando con él sobre mi boca, dijo:

 He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.

8 Después oí la voz del Señor, que decía:

 ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo:

 Heme aquí, envíame a mí.

9 Y dijo:

 Anda, y di a este pueblo:

 Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.

10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.

11 Y yo dije:

 ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él:

 Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto;

12 hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra.

13 Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa.

 

Mensaje de Isaías a Acaz

 

 ISAÍAS 7

 

 1 Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar.

2 Y vino la nueva a la casa de David, diciendo:

 Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento.

 3 Entonces dijo Jehová a Isaías:

 Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador,

4 y dile:

 Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías.

5 Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efraín y con el hijo de Remalías, diciendo:

 6 Vamos contra Judá y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel.

7 Por tanto, Jehová el Señor dice así:

 No subsistirá, ni será.

8 Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo.

9 Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías. Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis.

 10 Habló también Jehová a Acaz, diciendo:

 11 Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto.

12 Y respondió Acaz:

 No pediré, y no tentaré a Jehová.

13 Dijo entonces Isaías:

 Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios?

14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal:

 He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

15 Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.

16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada.

17 Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, al rey de Asiria.

 18 Y acontecerá que aquel día silbará Jehová a la mosca que está en el fin de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria;

19 y vendrán y acamparán todos en los valles desiertos, y en las cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todas las matas.

 20 En aquel día el Señor raerá con navaja alquilada, con los que habitan al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, cabeza y pelo de los pies, y aun la barba también quitará.

21 Acontecerá en aquel tiempo, que criará un hombre una vaca y dos ovejas;

22 y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla; ciertamente mantequilla y miel comerá el que quede en medio de la tierra.

 23 Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y cardos.

24 Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y cardos.

25 Y a todos los montes que se cavaban con azada, no llegarán allá por el temor de los espinos y de los cardos, sino que serán para pasto de bueyes y para ser hollados de los ganados.

 

Sea Jehová vuestro temor

 

 ISAÍAS 8

 

 1 Me dijo Jehová:

 Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres legibles tocante a Maher-salal-hasbaz.

2 Y junté conmigo por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías.

3 Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová:

 Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz.

4 Porque antes que el niño sepa decir:

 Padre mío, y Madre mía, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria.

5 Otra vez volvió Jehová a hablarme, diciendo:

 6 Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías;

7 he aquí, por tanto, que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, esto es, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas;

8 y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, y llegará hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emanuel.

 9 Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados; disponeos, y seréis quebrantados.

10 Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros.

 11 Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo:

 12 No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo.

13 A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.

14 Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén.

15 Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; y se enredarán y serán apresados.

 16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos.

17 Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré.

18 He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion.

19 Y si os dijeren:

 Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded:

 ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?

20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.

21 Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto.

22 Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas.

 

Nacimiento y reinado del Mesías

 

 ISAÍAS 9

 

 1 Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.

2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.

3 Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.

4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.

5 Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego.

6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

 

La ira de Jehová contra Israel

 

 8 El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel.

9 Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen:

 10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahigos, pero en su lugar pondremos cedros.

11 Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos;

12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

 13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos.

14 Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día.

15 El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola.

16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden.

17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

 18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo.

19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano.

20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo;

21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

 

 ISAÍAS 10

 

 1 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía,

2 para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! 3 ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria?

4 Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

 

Asiria, instrumento de Dios

 

 5 Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira.

6 Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles.

7 Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas.

8 Porque él dice:

 Mis príncipes, ¿no son todos reyes?

9 ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco?

10 Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria;

11 como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?

 12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos.

13 Porque dijo:

 Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados;

14 y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase.

 15 ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño! 16 Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego.

17 Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos.

18 La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota.

19 Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar.

 20 Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel.

21 El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte.

22 Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia.

23 Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra.

 24 Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así:

 Pueblo mío, morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto;

25 mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para destrucción de ellos.

26 Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto.

27 Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.

 28 Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército.

29 Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó.

30 Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot.

31 Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen.

32 Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén.

33 He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán humillados.

34 Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo.

 

Reinado justo del Mesías

 

 ISAÍAS 11

 

 1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.

2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.

3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;

4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío.

5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.

 6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.

7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja.

8 Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.

9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.

 10 Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.

 11 Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

12 Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.

13 Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín;

14 sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán.

15 Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias.

16 Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.

 

Cántico de acción de gracias

 

 ISAÍAS 12

 

 1 En aquel día dirás:

 Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado.

2 He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí.

3 Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.

4 Y diréis en aquel día:

 Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido.

5 Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra.

6 Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.

 

Profecía sobre Babilonia

 

 ISAÍAS 13

 

 1 Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz.

 

 2 Levantad bandera sobre un alto monte; alzad la voz a ellos, alzad la mano, para que entren por puertas de príncipes.

3 Yo mandé a mis consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se alegran con mi gloria.

 4 Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla.

5 Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, Jehová y los instrumentos de su ira, para destruir toda la tierra.

 6 Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso.

7 Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre,

8 y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas.

 9 He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores.

10 Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.

11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes.

12 Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre.

13 Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira.

14 Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual mirará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.

15 Cualquiera que sea hallado será alanceado; y cualquiera que por ellos sea tomado, caerá a espada.

16 Sus niños serán estrellados delante de ellos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres.

17 He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no se ocuparán de la plata, ni codiciarán oro.

18 Con arco tirarán a los niños, y no tendrán misericordia del fruto del vientre, ni su ojo perdonará a los hijos.

19 Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios.

20 Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; ni levantará allí tienda el árabe, ni pastores tendrán allí majada;

21 sino que dormirán allí las fieras del desierto, y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán avestruces, y allí saltarán las cabras salvajes.

22 En sus palacios aullarán hienas, y chacales en sus casas de deleite; y cercano a llegar está su tiempo, y sus días no se alargarán.

 

Escarnio contra el rey de Babilonia

 

 ISAÍAS 14

 

 1 Porque Jehová tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y lo hará reposar en su tierra; y a ellos se unirán extranjeros, y se juntarán a la familia de Jacob.

2 Y los tomarán los pueblos, y los traerán a su lugar; y la casa de Israel los poseerá por siervos y criadas en la tierra de Jehová; y cautivarán a los que los cautivaron, y señorearán sobre los que los oprimieron.

 3 Y en el día que Jehová te dé reposo de tu trabajo y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir,

4 pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás:

 ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro! 5 Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el cetro de los señores;

6 el que hería a los pueblos con furor, con llaga permanente, el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad.

7 Toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas.

8 Aun los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo:

 Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.

9 El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones.

10 Todos ellos darán voces, y te dirán:

 ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros?

11 Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.

 12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.

13 Tú que decías en tu corazón:

 Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;

14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

15 Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.

16 Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo:

 ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos;

17 que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel?

18 Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada;

19 pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado.

20 No serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos.

21 Preparad sus hijos para el matadero, por la maldad de sus padres; no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de ciudades la faz del mundo.

 22 Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová.

23 Y la convertiré en posesión de erizos, y en lagunas de agua; y la barreré con escobas de destrucción, dice Jehová de los ejércitos.

 

Asiria será destruida

 

 24 Jehová de los ejércitos juró diciendo:

 Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado;

25 que quebrantaré al asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré; y su yugo será apartado de ellos, y su carga será quitada de su hombro.

26 Este es el consejo que está acordado sobre toda la tierra, y esta, la mano extendida sobre todas las naciones.

27 Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?

 

Profecía sobre Filistea

 

 28 En el año que murió el rey Acaz fue esta profecía:

 29 No te alegres tú, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del que te hería; porque de la raíz de la culebra saldrá áspid, y su fruto, serpiente voladora.

30 Y los primogénitos de los pobres serán apacentados, y los menesterosos se acostarán confiados; mas yo haré morir de hambre tu raíz, y destruiré lo que de ti quedare.

31 Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta estás toda tú, Filistea; porque humo vendrá del norte, no quedará uno solo en sus asambleas.

32 ¿Y qué se responderá a los mensajeros de las naciones? Que Jehová fundó a Sion, y que a ella se acogerán los afligidos de su pueblo.

 

Profecía sobre Moab

 

 ISAÍAS 15

 

 1 Profecía sobre Moab. Cierto, de noche fue destruida Ar de Moab, puesta en silencio. Cierto, de noche fue destruida Kir de Moab, reducida a silencio.

2 Subió a Bayit y a Dibón, lugares altos, a llorar; sobre Nebo y sobre Medeba aullará Moab; toda cabeza de ella será rapada, y toda barba rasurada.

3 Se ceñirán de cilicio en sus calles; en sus terrados y en sus plazas aullarán todos, deshaciéndose en llanto.

4 Hesbón y Eleale gritarán, hasta Jahaza se oirá su voz; por lo que aullarán los guerreros de Moab, se lamentará el alma de cada uno dentro de él.

5 Mi corazón dará gritos por Moab; sus fugitivos huirán hasta Zoar, como novilla de tres años. Por la cuesta de Luhit subirán llorando, y levantarán grito de quebrantamiento por el camino de Horonaim.

6 Las aguas de Nimrim serán consumidas, y se secará la hierba, se marchitarán los retoños, todo verdor perecerá.

7 Por tanto, las riquezas que habrán adquirido, y las que habrán reservado, las llevarán al torrente de los sauces.

8 Porque el llanto rodeó los límites de Moab; hasta Eglaim llegó su alarido, y hasta Beer-elim su clamor.

9 Y las aguas de Dimón se llenarán de sangre; porque yo traeré sobre Dimón males mayores, leones a los que escaparen de Moab, y a los sobrevivientes de la tierra.

 

 ISAÍAS 16

 

 1 Enviad cordero al señor de la tierra, desde Sela del desierto al monte de la hija de Sion.

2 Y cual ave espantada que huye de su nido, así serán las hijas de Moab en los vados de Arnón.

3 Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del día como la noche; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes.

4 Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.

5 Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia.

 6 Hemos oído la soberbia de Moab; muy grandes son su soberbia, su arrogancia y su altivez; pero sus mentiras no serán firmes.

7 Por tanto, aullará Moab, todo él aullará; gemiréis en gran manera abatidos, por las tortas de uvas de Kir-hareset.

 8 Porque los campos de Hesbón fueron talados, y las vides de Sibma; señores de naciones pisotearon sus generosos sarmientos; habían llegado hasta Jazer, y se habían extendido por el desierto; se extendieron sus plantas, pasaron el mar.

9 Por lo cual lamentaré con lloro de Jazer por la viña de Sibma; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale; porque sobre tus cosechas y sobre tu siega caerá el grito de guerra.

10 Quitado es el gozo y la alegría del campo fértil; en las viñas no cantarán, ni se regocijarán; no pisará vino en los lagares el pisador; he hecho cesar el grito del lagarero.

11 Por tanto, mis entrañas vibrarán como arpa por Moab, y mi corazón por Kir-hareset.

12 Y cuando apareciere Moab cansado sobre los lugares altos, cuando venga a su santuario a orar, no le valdrá.

 13 Esta es la palabra que pronunció Jehová sobre Moab desde aquel tiempo;

14 pero ahora Jehová ha hablado, diciendo:

 Dentro de tres años, como los años de un jornalero, será abatida la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y los sobrevivientes serán pocos, pequeños y débiles.

 

Profecía sobre Damasco

 

 ISAÍAS 17

 

 1 Profecía sobre Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas.

2 Las ciudades de Aroer están desamparadas, en majadas se convertirán; dormirán allí, y no habrá quien los espante.

3 Y cesará el socorro de Efraín, y el reino de Damasco; y lo que quede de Siria será como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los ejércitos.

 

Juicio sobre Israel

 

 4 En aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará, y se enflaquecerá la grosura de su carne.

5 Y será como cuando el segador recoge la mies, y con su brazo siega las espigas; será también como el que recoge espigas en el valle de Refaim.

6 Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el olivo; dos o tres frutos en la punta de la rama, cuatro o cinco en sus ramas más fructíferas, dice Jehová Dios de Israel.

 7 En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel.

8 Y no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a los símbolos de Asera, ni a las imágenes del sol.

9 En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa de los hijos de Israel; y habrá desolación.

10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño.

11 El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado.

 12 ¡Ay! multitud de muchos pueblos que harán ruido como estruendo del mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas aguas.

13 Los pueblos harán estrépito como de ruido de muchas aguas; pero Dios los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino.

14 Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe. Esta es la parte de los que nos aplastan, y la suerte de los que nos saquean.

 

Profecía sobre Etiopía

 

 ISAÍAS 18

 

 1 ¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía;

2 que envía mensajeros por el mar, y en naves de junco sobre las aguas! Andad, mensajeros veloces, a la nación de elevada estatura y tez brillante, al pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos.

3 Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando se levante bandera en los montes, mirad; y cuando se toque trompeta, escuchad.

 4 Porque Jehová me dijo así:

 Me estaré quieto, y los miraré desde mi morada, como sol claro después de la lluvia, como nube de rocío en el calor de la siega.

5 Porque antes de la siega, cuando el fruto sea perfecto, y pasada la flor se maduren los frutos, entonces podará con podaderas las ramitas, y cortará y quitará las ramas.

6 Y serán dejados todos para las aves de los montes y para las bestias de la tierra; sobre ellos tendrán el verano las aves, e invernarán todas las bestias de la tierra.

 7 En aquel tiempo será traída ofrenda a Jehová de los ejércitos, del pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de Sion.

 

Profecía sobre Egipto

 

 ISAÍAS 19

 

 1 Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos.

2 Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino.

3 Y el espíritu de Egipto se desvanecerá en medio de él, y destruiré su consejo; y preguntarán a sus imágenes, a sus hechiceros, a sus evocadores y a sus adivinos.

4 Y entregaré a Egipto en manos de señor duro, y rey violento se enseñoreará de ellos, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

 5 Y las aguas del mar faltarán, y el río se agotará y secará.

6 Y se alejarán los ríos, se agotarán y secarán las corrientes de los fosos; la caña y el carrizo serán cortados.

7 La pradera de junto al río, de junto a la ribera del río, y toda sementera del río, se secarán, se perderán, y no serán más.

8 Los pescadores también se entristecerán; harán duelo todos los que echan anzuelo en el río, y desfallecerán los que extienden red sobre las aguas.

9 Los que labran lino fino y los que tejen redes serán confundidos,

10 porque todas sus redes serán rotas; y se entristecerán todos los que hacen viveros para peces.

 11 Ciertamente son necios los príncipes de Zoán; el consejo de los prudentes consejeros de Faraón se ha desvanecido. ¿Cómo diréis a Faraón:

 Yo soy hijo de los sabios, e hijo de los reyes antiguos?

12 ¿Dónde están ahora aquellos tus sabios? Que te digan ahora, o te hagan saber qué es lo que Jehová de los ejércitos ha determinado sobre Egipto.

13 Se han desvanecido los príncipes de Zoán, se han engañado los príncipes de Menfis; engañaron a Egipto los que son la piedra angular de sus familias.

14 Jehová mezcló espíritu de vértigo en medio de él; e hicieron errar a Egipto en toda su obra, como tambalea el ebrio en su vómito.

15 Y no aprovechará a Egipto cosa que haga la cabeza o la cola, la rama o el junco.

 16 En aquel día los egipcios serán como mujeres; porque se asombrarán y temerán en la presencia de la mano alta de Jehová de los ejércitos, que él levantará contra ellos.

17 Y la tierra de Judá será de espanto a Egipto; todo hombre que de ella se acordare temerá por causa del consejo que Jehová de los ejércitos acordó sobre aquél.

 18 En aquel tiempo habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto que hablen la lengua de Canaán, y que juren por Jehová de los ejércitos; una será llamada la ciudad de Herez.

 19 En aquel tiempo habrá altar para Jehová en medio de la tierra de Egipto, y monumento a Jehová junto a su frontera.

20 Y será por señal y por testimonio a Jehová de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él les enviará salvador y príncipe que los libre.

21 Y Jehová será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán a Jehová en aquel día, y harán sacrificio y oblación; y harán votos a Jehová, y los cumplirán.

22 Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará.

 23 En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria; y los egipcios servirán con los asirios a Jehová.

 24 En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra;

25 porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo:

 Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad.

 

Predicción de la conquista de Egipto y de Etiopía por Asiria

 

 ISAÍAS 20

 

 1 En el año que vino el Tartán a Asdod, cuando lo envió Sargón rey de Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó;

2 en aquel tiempo habló Jehová por medio de Isaías hijo de Amoz, diciendo:

 Ve y quita el cilicio de tus lomos, y descalza las sandalias de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo.

3 Y dijo Jehová:

 De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía,

4 así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos, y descubiertas las nalgas para vergüenza de Egipto.

5 Y se turbarán y avergonzarán de Etiopía su esperanza, y de Egipto su gloria.

6 Y dirá en aquel día el morador de esta costa:

 Mirad qué tal fue nuestra esperanza, a donde nos acogimos por socorro para ser libres de la presencia del rey de Asiria; ¿y cómo escaparemos nosotros?

 

Profecía sobre el desierto del mar

 

 ISAÍAS 21

 

 1 Profecía sobre el desierto del mar. Como torbellino del Neguev, así viene del desierto, de la tierra horrenda.

2 Visión dura me ha sido mostrada. El prevaricador prevarica, y el destructor destruye. Sube, oh Elam; sitia, oh Media. Todo su gemido hice cesar.

3 Por tanto, mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de mí, como angustias de mujer de parto; me agobié oyendo, y al ver me he espantado.

4 Se pasmó mi corazón, el horror me ha intimidado; la noche de mi deseo se me volvió en espanto.

5 Ponen la mesa, extienden tapices; comen, beben. ¡Levantaos, oh príncipes, ungid el escudo! 6 Porque el Señor me dijo así:

 Ve, pon centinela que haga saber lo que vea.

7 Y vio hombres montados, jinetes de dos en dos, montados sobre asnos, montados sobre camellos; y miró más atentamente,

8 y gritó como un león:

 Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guarda;

9 y he aquí vienen hombres montados, jinetes de dos en dos. Después habló y dijo:

 Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra.

10 Oh pueblo mío, trillado y aventado, os he dicho lo que oí de Jehová de los ejércitos, Dios de Israel.

 

Profecía sobre Duma

 

 11 Profecía sobre Duma. Me dan voces de Seir:

 Guarda, ¿qué de la noche? Guarda, ¿qué de la noche?

12 El guarda respondió:

 La mañana viene, y después la noche; preguntad si queréis, preguntad; volved, venid.

 

Profecía sobre Arabia

 

 13 Profecía sobre Arabia. En el bosque pasaréis la noche en Arabia, oh caminantes de Dedán.

14 Salid a encontrar al sediento; llevadle agua, moradores de tierra de Tema, socorred con pan al que huye.

15 Porque ante la espada huye, ante la espada desnuda, ante el arco entesado, ante el peso de la batalla.

 16 Porque así me ha dicho Jehová:

 De aquí a un año, semejante a años de jornalero, toda la gloria de Cedar será deshecha;

17 y los sobrevivientes del número de los valientes flecheros, hijos de Cedar, serán reducidos; porque Jehová Dios de Israel lo ha dicho.

 

Profecía sobre el valle de la visión

 

 ISAÍAS 22

 

 1 Profecía sobre el valle de la visión. ¿Qué tienes ahora, que con todos los tuyos has subido sobre los terrados?

2 Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.

3 Todos tus príncipes juntos huyeron del arco, fueron atados; todos los que en ti se hallaron, fueron atados juntamente, aunque habían huido lejos.

4 Por esto dije:

 Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo.

 5 Porque día es de alboroto, de angustia y de confusión, de parte del Señor, Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para derribar el muro, y clamar al monte.

6 Y Elam tomó aljaba, con carros y con jinetes, y Kir sacó el escudo.

7 Tus hermosos valles fueron llenos de carros, y los de a caballo acamparon a la puerta.

8 Y desnudó la cubierta de Judá; y miraste en aquel día hacia la casa de armas del bosque.

9 Visteis las brechas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y recogisteis las aguas del estanque de abajo.

10 Y contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas para fortificar el muro.

11 Hicisteis foso entre los dos muros para las aguas del estanque viejo; y no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis de lejos al que lo labró.

 12 Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en este día a llanto y a endechas, a raparse el cabello y a vestir cilicio;

13 y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo:

 Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.

14 Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos:

 Que este pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

 

Sebna será sustituido por Eliaquim

 

 15 Jehová de los ejércitos dice así:

 Ve, entra a este tesorero, a Sebna el mayordomo, y dile:

 16 ¿Qué tienes tú aquí, o a quién tienes aquí, que labraste aquí sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que esculpe para sí morada en una peña?

17 He aquí que Jehová te transportará en duro cautiverio, y de cierto te cubrirá el rostro.

18 Te echará a rodar con ímpetu, como a bola por tierra extensa; allá morirás, y allá estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor.

19 Y te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto te empujaré.

20 En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcías,

21 y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al morador de Jerusalén, y a la casa de Judá.

22 Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.

23 Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre.

24 Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de jarros.

25 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado; será quebrado y caerá, y la carga que sobre él se puso se echará a perder; porque Jehová habló.

 

Profecía sobre Tiro

 

 ISAÍAS 23

 

 1 Profecía sobre Tiro. Aullad, naves de Tarsis, porque destruida es Tiro hasta no quedar casa, ni a donde entrar; desde la tierra de Quitim les es revelado.

2 Callad, moradores de la costa, mercaderes de Sidón, que pasando el mar te abastecían.

3 Su provisión procedía de las sementeras que crecen con las muchas aguas del Nilo, de la mies del río. Fue también emporio de las naciones.

4 Avergüénzate, Sidón, porque el mar, la fortaleza del mar habló, diciendo:

 Nunca estuve de parto, ni di a luz, ni crié jóvenes, ni levanté vírgenes.

5 Cuando llegue la noticia a Egipto, tendrán dolor de las nuevas de Tiro.

6 Pasaos a Tarsis; aullad, moradores de la costa.

7 ¿No era ésta vuestra ciudad alegre, con muchos días de antigüedad? Sus pies la llevarán a morar lejos.

8 ¿Quién decretó esto sobre Tiro, la que repartía coronas, cuyos negociantes eran príncipes, cuyos mercaderes eran los nobles de la tierra?

9 Jehová de los ejércitos lo decretó, para envilecer la soberbia de toda gloria, y para abatir a todos los ilustres de la tierra.

10 Pasa cual río de tu tierra, oh hija de Tarsis, porque no tendrás ya más poder.

11 Extendió su mano sobre el mar, hizo temblar los reinos; Jehová mandó respecto a Canaán, que sus fortalezas sean destruidas.

12 Y dijo:

 No te alegrarás más, oh oprimida virgen hija de Sidón. Levántate para pasar a Quitim, y aun allí no tendrás reposo.

13 Mira la tierra de los caldeos. Este pueblo no existía; Asiria la fundó para los moradores del desierto. Levantaron sus fortalezas, edificaron sus palacios; él la convirtió en ruinas.

14 Aullad, naves de Tarsis, porque destruida es vuestra fortaleza.

15 Acontecerá en aquel día, que Tiro será puesta en olvido por setenta años, como días de un rey. Después de los setenta años, cantará Tiro canción como de ramera.

16 Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que seas recordada.

17 Y acontecerá que al fin de los setenta años visitará Jehová a Tiro; y volverá a comerciar, y otra vez fornicará con todos los reinos del mundo sobre la faz de la tierra.

18 Pero sus negocios y ganancias serán consagrados a Jehová; no se guardarán ni se atesorarán, porque sus ganancias serán para los que estuvieren delante de Jehová, para que coman hasta saciarse, y vistan espléndidamente.

 

El juicio de Jehová sobre la tierra

 

 ISAÍAS 24

 

 1 He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores.

2 Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe.

3 La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra.

 4 Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra.

5 Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.

6 Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres.

7 Se perdió el vino, enfermó la vid, gimieron todos los que eran alegres de corazón.

8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa.

9 No beberán vino con cantar; la sidra les será amarga a los que la bebieren.

10 Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie.

11 Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.

12 La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta.

13 Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia.

 14 Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová; desde el mar darán voces.

15 Glorificad por esto a Jehová en los valles; en las orillas del mar sea nombrado Jehová Dios de Israel.

16 De lo postrero de la tierra oímos cánticos:

 Gloria al justo. Y yo dije:

 ¡Mi desdicha, mi desdicha, ay de mí! Prevaricadores han prevaricado; y han prevaricado con prevaricación de desleales.

 17 Terror, foso y red sobre ti, oh morador de la tierra.

18 Y acontecerá que el que huyere de la voz del terror caerá en el foso; y el que saliere de en medio del foso será preso en la red; porque de lo alto se abrirán ventanas, y temblarán los cimientos de la tierra.

19 Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida.

20 Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará.

 21 Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra.

22 Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos días.

23 La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso.

 

Cántico de alabanza por el favor de Jehová

 

 ISAÍAS 25

 

 1 Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza.

2 Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado.

3 Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas.

4 Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro.

5 Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos.

 6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados.

7 Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones.

8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.

 9 Y se dirá en aquel día:

 He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación.

 10 Porque la mano de Jehová reposará en este monte; pero Moab será hollado en su mismo sitio, como es hollada la paja en el muladar.

11 Y extenderá su mano por en medio de él, como la extiende el nadador para nadar; y abatirá su soberbia y la destreza de sus manos;

12 Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la echará a tierra, hasta el polvo.

 

Cántico de confianza en la protección de Jehová

 

 ISAÍAS 26

 

 1 En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá:

 Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro.

2 Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades.

3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.

4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.

5 Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo.

6 La hollará pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos.

 7 El camino del justo es rectitud; tú, que eres recto, pesas el camino del justo.

8 También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma.

9 Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.

10 Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová.

11 Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá.

12 Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.

13 Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre.

14 Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; porque los castigaste, y destruiste y deshiciste todo su recuerdo.

15 Aumentaste el pueblo, oh Jehová, aumentaste el pueblo; te hiciste glorioso; ensanchaste todos los confines de la tierra.

 16 Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los castigaste.

17 Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová.

18 Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento; ninguna liberación hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo.

19 Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos.

 20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.

21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.

 

Liberación y regreso de Israel

 

 ISAÍAS 27

 

 1 En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte al leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar.

 2 En aquel día cantad acerca de la viña del vino rojo.

3 Yo Jehová la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día, para que nadie la dañe.

4 No hay enojo en mí. ¿Quién pondrá contra mí en batalla espinos y cardos? Yo los hollaré, los quemaré a una.

5 ¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo.

 6 Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de fruto.

7 ¿Acaso ha sido herido como quien lo hirió, o ha sido muerto como los que lo mataron?

8 Con medida lo castigarás en sus vástagos. El los remueve con su recio viento en el día del aire solano.

9 De esta manera, pues, será perdonada la iniquidad de Jacob, y este será todo el fruto, la remoción de su pecado; cuando haga todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levanten los símbolos de Asera ni las imágenes del sol.

10 Porque la ciudad fortificada será desolada, la ciudad habitada será abandonada y dejada como un desierto; allí pastará el becerro, allí tendrá su majada, y acabará sus ramas.

11 Cuando sus ramas se sequen, serán quebradas; mujeres vendrán a encenderlas; porque aquel no es pueblo de entendimiento; por tanto, su Hacedor no tendrá de él misericordia, ni se compadecerá de él el que lo formó.

 12 Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Eufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.

13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.

 

Condenación de Efraín

 

 ISAÍAS 28

 

 1 ¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos del vino! 2 He aquí, Jehová tiene uno que es fuerte y poderoso; como turbión de granizo y como torbellino trastornador, como ímpetu de recias aguas que inundan, con fuerza derriba a tierra.

3 Con los pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de Efraín.

4 Y será la flor caduca de la hermosura de su gloria que está sobre la cabeza del valle fértil, como la fruta temprana, la primera del verano, la cual, apenas la ve el que la mira, se la traga tan luego como la tiene a mano.

 5 En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de su pueblo;

6 y por espíritu de juicio al que se sienta en juicio, y por fuerzas a los que rechacen la batalla en la puerta.

 7 Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio.

8 Porque toda mesa está llena de vómito y suciedad, hasta no haber lugar limpio.

9 ¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos?

10 Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;

11 porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo,

12 a los cuales él dijo:

 Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el refrigerio; mas no quisieron oir.

13 La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos.

 

Amonestación a Jerusalén

 

 14 Por tanto, varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén, oíd la palabra de Jehová.

15 Por cuanto habéis dicho:

 Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos;

16 por tanto, Jehová el Señor dice así:

 He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure.

17 Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo.

18 Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el Seol no será firme; cuando pase el turbión del azote, seréis de él pisoteados.

19 Luego que comience a pasar, él os arrebatará; porque de mañana en mañana pasará, de día y de noche; y será ciertamente espanto el entender lo oído.

20 La cama será corta para poder estirarse, y la manta estrecha para poder envolverse.

21 Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación.

22 Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído del Señor, Jehová de los ejércitos.

 23 Estad atentos, y oíd mi voz; atended, y oíd mi dicho.

24 El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿Romperá y quebrará los terrones de la tierra?

25 Cuando ha igualado su superficie, ¿no derrama el eneldo, siembra el comino, pone el trigo en hileras, y la cebada en el lugar señalado, y la avena en su borde apropiado?

26 Porque su Dios le instruye, y le enseña lo recto;

27 que el eneldo no se trilla con trillo, ni sobre el comino se pasa rueda de carreta; sino que con un palo se sacude el eneldo, y el comino con una vara.

28 El grano se trilla; pero no lo trillará para siempre, ni lo comprime con la rueda de su carreta, ni lo quebranta con los dientes de su trillo.

29 También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría.

 

Ariel y sus enemigos

 

 ISAÍAS 29

 

 1 ¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, las fiestas sigan su curso.

2 Mas yo pondré a Ariel en apretura, y será desconsolada y triste; y será a mí como Ariel.

3 Porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y levantaré contra ti baluartes.

4 Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz de la tierra como la de un fantasma, y tu habla susurrará desde el polvo.

5 Y la muchedumbre de tus enemigos será como polvo menudo, y la multitud de los fuertes como tamo que pasa; y será repentinamente, en un momento.

6 Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor.

7 Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y su fortaleza, y los que la ponen en apretura.

8 Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y sediento; así será la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion.

 

Ceguera e hipocresía de Israel

 

 9 Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegaos; embriagaos, y no de vino; tambalead, y no de sidra.

10 Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró los ojos de vuestros profetas, y puso velo sobre las cabezas de vuestros videntes.

11 Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren:

 Lee ahora esto; él dirá:

 No puedo, porque está sellado.

12 Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole:

 Lee ahora esto; él dirá:

 No sé leer.

13 Dice, pues, el Señor:

 Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;

14 por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.

 15 ¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen:

 ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?

16 Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor:

 No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado:

 No entendió?

 

Redención de Israel

 

 17 ¿No se convertirá de aquí a muy poco tiempo el Líbano en campo fructífero, y el campo fértil será estimado por bosque?

18 En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.

19 Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel.

20 Porque el violento será acabado, y el escarnecedor será consumido; serán destruidos todos los que se desvelan para hacer iniquidad,

21 los que hacen pecar al hombre en palabra; los que arman lazo al que reprendía en la puerta, y pervierten la causa del justo con vanidad.

 22 Por tanto, Jehová, que redimió a Abraham, dice así a la casa de Jacob:

 No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido;

23 porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán mi nombre; y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel.

24 Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina.

 

La futilidad de confiar en Egipto

 

 ISAÍAS 30

 

 1 ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! 2 Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto.

3 Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza, y el amparo en la sombra de Egipto en confusión.

4 Cuando estén sus príncipes en Zoán, y sus embajadores lleguen a Hanes,

5 todos se avergonzarán del pueblo que no les aprovecha, ni los socorre, ni les trae provecho; antes les será para vergüenza y aun para oprobio.

 6 Profecía sobre las bestias del Neguev:

 Por tierra de tribulación y de angustia, de donde salen la leona y el león, la víbora y la serpiente que vuela, llevan sobre lomos de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre jorobas de camellos, a un pueblo que no les será de provecho.

7 Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le di voces, que su fortaleza sería estarse quietos.

 8 Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre.

9 Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová;

10 que dicen a los videntes:

 No veáis; y a los profetas:

 No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras;

11 dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel.

12 Por tanto, el Santo de Israel dice así:

 Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado;

13 por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente.

14 Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos; tanto, que entre los pedazos no se halla tiesto para traer fuego del hogar, o para sacar agua del pozo.

 15 Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel:

 En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis,

16 sino que dijisteis:

 No, antes huiremos en caballos; por tanto, vosotros huiréis. Sobre corceles veloces cabalgaremos; por tanto, serán veloces vuestros perseguidores.

17 Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis vosotros todos, hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte, y como bandera sobre una colina.

 

Promesa de la gracia de Dios a Israel

 

 18 Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él.

19 Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá.

 20 Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros.

21 Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga:

 Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.

22 Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata, y la vestidura de tus imágenes fundidas de oro; las apartarás como trapo asqueroso; ¡Sal fuera! les dirás.

 23 Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera, cuando siembres la tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe; tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en espaciosas dehesas.

24 Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra comerán grano limpio, aventado con pala y criba.

25 Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y corrientes de aguas el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.

26 Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo, y curare la llaga que él causó.

 

El juicio de Jehová sobre Asiria

 

 27 He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; su rostro encendido, y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume.

28 Su aliento, cual torrente que inunda; llegará hasta el cuello, para zarandear a las naciones con criba de destrucción; y el freno estará en las quijadas de los pueblos, haciéndoles errar.

 29 Vosotros tendréis cántico como de noche en que se celebra pascua, y alegría de corazón, como el que va con flauta para venir al monte de Jehová, al Fuerte de Israel.

30 Y Jehová hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su brazo, con furor de rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo.

31 Porque Asiria que hirió con vara, con la voz de Jehová será quebrantada.

32 Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él, será con panderos y con arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos.

33 Porque Tofet ya de tiempo está dispuesto y preparado para el rey, profundo y ancho, cuya pira es de fuego, y mucha leña; el soplo de Jehová, como torrente de azufre, lo enciende.

 

Los egipcios son hombres y no dioses

 

 ISAÍAS 31

 

 1 ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! 2 Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los que hacen iniquidad.

3 Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.

 4 Porque Jehová me dijo a mí de esta manera:

 Como el león y el cachorro de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de pastores contra él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y sobre su collado.

5 Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén, amparando, librando, preservando y salvando.

 6 Volved a aquel contra quien se rebelaron profundamente los hijos de Israel.

7 Porque en aquel día arrojará el hombre sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras.

8 Entonces caerá Asiria por espada no de varón, y la consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán tributarios.

9 Y de miedo pasará su fortaleza, y sus príncipes, con pavor, dejarán sus banderas, dice Jehová, cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén.

 

El Rey justo

 

 ISAÍAS 32

 

 1 He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio.

2 Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.

3 No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos.

4 Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente.

5 El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido.

6 Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento.

7 Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre.

8 Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado.

 

Advertencia a las mujeres de Jerusalén

 

 9 Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón.

10 De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltará, y la cosecha no vendrá.

11 Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos, ceñid los lomos con cilicio.

12 Golpeándose el pecho lamentarán por los campos deleitosos, por la vid fértil.

13 Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría.

14 Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses, y ganados hagan majada;

15 hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.

16 Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia.

17 Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.

18 Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo.

19 Y cuando caiga granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del todo abatida.

20 Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno.

 

Jehová traerá salvación

 

 ISAÍAS 33

 

 1 ¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti.

 2 Oh Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; tú, brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la tribulación.

3 Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú.

4 Sus despojos serán recogidos como cuando recogen orugas; correrán sobre ellos como de una a otra parte corren las langostas.

5 Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas; llenó a Sion de juicio y de justicia.

6 Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro.

 7 He aquí que sus embajadores darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente.

8 Las calzadas están deshechas, cesaron los caminantes; ha anulado el pacto, aborreció las ciudades, tuvo en nada a los hombres.

9 Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y fue cortado; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos.

 10 Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido.

11 Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá.

12 Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego.

13 Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder.

14 Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas?

15 El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala;

16 éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.

 17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos.

18 Tu corazón imaginará el espanto, y dirá:

 ¿Qué es del escriba? ¿qué del pesador del tributo? ¿qué del que pone en lista las casas más insignes?

19 No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas.

20 Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota.

21 Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave.

22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.

23 Tus cuerdas se aflojaron; no afirmaron su mástil, ni entesaron la vela; se repartirá entonces botín de muchos despojos; los cojos arrebatarán el botín.

24 No dirá el morador:

 Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad.

 

La ira de Jehová contra las naciones

 

 ISAÍAS 34

 

 1 Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce.

2 Porque Jehová está airado contra todas las naciones, e indignado contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al matadero.

3 Y los muertos de ellas serán arrojados, y de sus cadáveres se levantará hedor; y los montes se disolverán por la sangre de ellos.

4 Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera.

 5 Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi anatema.

6 Llena está de sangre la espada de Jehová, engrasada está de grosura, de sangre de corderos y de machos cabríos, de grosura de riñones de carneros; porque Jehová tiene sacrificios en Bosra, y grande matanza en tierra de Edom.

7 Y con ellos caerán búfalos, y toros con becerros; y su tierra se embriagará de sangre, y su polvo se engrasará de grosura.

 8 Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sion.

9 Y sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente.

10 No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada, nunca jamás pasará nadie por ella.

11 Se adueñarán de ella el pelícano y el erizo, la lechuza y el cuervo morarán en ella; y se extenderá sobre ella cordel de destrucción, y niveles de asolamiento.

12 Llamarán a sus príncipes, príncipes sin reino; y todos sus grandes serán nada.

 13 En sus alcázares crecerán espinos, y ortigas y cardos en sus fortalezas; y serán morada de chacales, y patio para los pollos de los avestruces.

14 Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y la cabra salvaje gritará a su compañero; la lechuza también tendrá allí morada, y hallará para sí reposo.

 15 Allí anidará el buho, pondrá sus huevos, y sacará sus pollos, y los juntará debajo de sus alas; también se juntarán allí buitres, cada uno con su compañera.

16 Inquirid en el libro de Jehová, y leed si faltó alguno de ellos; ninguno faltó con su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su mismo Espíritu.

17 Y él les echó suertes, y su mano les repartió con cordel; para siempre la tendrán por heredad; de generación en generación morarán allí.

 

Futuro glorioso de Sion

 

 ISAÍAS 35

 

 1 Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.

2 Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.

3 Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles.

4 Decid a los de corazón apocado:

 Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.

 5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.

6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.

7 El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos.

 8 Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará.

9 No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos.

10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.

 

La invasión de Senaquerib

 

 (2 R.18.13-37;2 Cr.32.1-19)

 

 ISAÍAS 36

 

 1 Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.

2 Y el rey de Asiria envió al Rabsaces con un gran ejército desde Laquis a Jerusalén contra el rey Ezequías; y acampó junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador.

3 Y salió a él Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna, escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller,

4 a los cuales dijo el Rabsaces:

 Decid ahora a Ezequías:

 El gran rey, el rey de Asiria, dice así:

 ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?

5 Yo digo que el consejo y poderío para la guerra, de que tú hablas, no son más que palabras vacías. Ahora bien, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí?

6 He aquí que confías en este báculo de caña frágil, en Egipto, en el cual si alguien se apoyare, se le entrará por la mano, y la atravesará. Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que en él confían.

7 Y si me decís:

 En Jehová nuestro Dios confiamos; ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén:

 Delante de este altar adoraréis?

8 Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que cabalguen sobre ellos.

9 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo?

10 ¿Acaso vine yo ahora a esta tierra para destruirla sin Jehová? Jehová me dijo:

 Sube a esta tierra y destrúyela.

 11 Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y Joa al Rabsaces:

 Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos; y no hables con nosotros en lengua de Judá, porque lo oye el pueblo que está sobre el muro.

12 Y dijo el Rabsaces:

 ¿Acaso me envió mi señor a que dijese estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos a comer su estiércol y beber su orina con vosotros?

 13 Entonces el Rabsaces se puso en pie y gritó a gran voz en lengua de Judá, diciendo:

 Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria.

14 El rey dice así:

 No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar.

15 Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo:

 Ciertamente Jehová nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.

16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria:

 Haced conmigo paz, y salid a mí; y coma cada uno de su viña, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo,

17 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas.

18 Mirad que no os engañe Ezequías diciendo:

 Jehová nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones cada uno su tierra de la mano del rey de Asiria?

19 ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim? ¿Libraron a Samaria de mi mano?

20 ¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?

 21 Pero ellos callaron, y no le respondieron palabra; porque el rey así lo había mandado, diciendo:

 No le respondáis.

22 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.

 

Judá es librado de Senaquerib

 

 (2 R.19.1-37;2 Cr.32.20-23)

 

 ISAÍAS 37

 

 1 Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la casa de Jehová.

2 Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz.

3 Los cuales le dijeron:

 Así ha dicho Ezequías:

 Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.

4 Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsaces, al cual el rey de Asiria su señor envió para blasfemar al Dios vivo, y para vituperar con las palabras que oyó Jehová tu Dios; eleva, pues, oración tú por el remanente que aún ha quedado.

 5 Vinieron, pues, los siervos de Ezequías a Isaías.

6 Y les dijo Isaías:

 Diréis así a vuestro señor:

 Así ha dicho Jehová:

 No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.

7 He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra perezca a espada.

 8 Vuelto, pues, el Rabsaces, halló al rey de Asiria que combatía contra Libna; porque ya había oído que se había apartado de Laquis.

9 Mas oyendo decir de Tirhaca rey de Etiopía:

 He aquí que ha salido para hacerte guerra; al oírlo, envió embajadores a Ezequías, diciendo:

 10 Así diréis a Ezequías rey de Judá:

 No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo:

 Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.

11 He aquí que tú oíste lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, que las destruyeron; ¿y escaparás tú?

12 ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que destruyeron mis antepasados, a Gozán, Harán, Resef y a los hijos de Edén que moraban en Telasar?

13 ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?

 14 Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová.

15 Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo:

 16 Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.

17 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.

18 Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas,

19 y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron.

20 Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová.

 21 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías:

 Así ha dicho Jehová Dios de Israel:

 Acerca de lo que me rogaste sobre Senaquerib rey de Asiria,

22 estas son las palabras que Jehová habló contra él:

 La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.

 23 ¿A quién vituperaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién has alzado tu voz, y levantado tus ojos en alto? Contra el Santo de Israel.

24 Por mano de tus siervos has vituperado al Señor, y dijiste:

 Con la multitud de mis carros subiré a las alturas de los montes, a las laderas del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses escogidos; llegaré hasta sus más elevadas cumbres, al bosque de sus feraces campos.

25 Yo cavé, y bebí las aguas, y con las pisadas de mis pies secaré todos los ríos de Egipto.

 26 ¿No has oído decir que desde tiempos antiguos yo lo hice, que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú serás para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros.

27 Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confusos, fueron como hierba del campo y hortaliza verde, como heno de los terrados, que antes de sazón se seca.

 28 He conocido tu condición, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí.

29 Porque contra mí te airaste, y tu arrogancia ha subido a mis oídos; pondré, pues, mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

 30 Y esto te será por señal:

 Comeréis este año lo que nace de suyo, y el año segundo lo que nace de suyo; y el año tercero sembraréis y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis su fruto.

31 Y lo que hubiere quedado de la casa de Judá y lo que hubiere escapado, volverá a echar raíz abajo, y dará fruto arriba.

32 Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

 33 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria:

 No entrará en esta ciudad, ni arrojará saeta en ella; no vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte.

34 Por el camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.

35 Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo.

 36 Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.

37 Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, e hizo su morada en Nínive.

38 Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc su dios, sus hijos Adramelec y Sarezer le mataron a espada, y huyeron a la tierra de Ararat; y reinó en su lugar Esarhadón su hijo.

 

Enfermedad de Ezequías

 

 (2 R.20.1-11;2 Cr.32.24-26)

 

 ISAÍAS 38

 

 1 En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo:

 Jehová dice así:

 Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.

2 Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová,

3 y dijo:

 Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro.

4 Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:

 5 Ve y di a Ezequías:

 Jehová Dios de David tu padre dice así:

 He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años.

6 Y te libraré a ti y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé.

 7 Y esto te será señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha dicho:

 8 He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido.

 9 Escritura de Ezequías rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad:

 10 Yo dije:

 A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años.

11 Dije:

 No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré más hombre con los moradores del mundo.

12 Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche.

13 Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás.

 14 Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme.

15 ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma.

 16 Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva.

17 He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.

18 Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad.

19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.

20 Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.

 21 Y había dicho Isaías:

 Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará.

22 Había asimismo dicho Ezequías:

 ¿Qué señal tendré de que subiré a la casa de Jehová?

 

Ezequías recibe a los enviados de Babilonia

 

 (2 R.20.12-19;2 Cr.32.27-31)

 

 ISAÍAS 39

 

 1 En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías; porque supo que había estado enfermo, y que había convalecido.

2 Y se regocijó con ellos Ezequías, y les mostró la casa de su tesoro, plata y oro, especias, ungüentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que Ezequías no les mostrase.

3 Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo:

 ¿Qué dicen estos hombres, y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió:

 De tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia.

4 Dijo entonces:

 ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías:

 Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado.

 5 Entonces dijo Isaías a Ezequías:

 Oye palabra de Jehová de los ejércitos:

 6 He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová.

7 De tus hijos que saldrán de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.

8 Y dijo Ezequías a Isaías:

 La palabra de Jehová que has hablado es buena. Y añadió:

 A lo menos, haya paz y seguridad en mis días.

 

Jehová consuela a Sion

 

 ISAÍAS 40

 

 1 Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.

2 Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.

 3 Voz que clama en el desierto:

 Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

4 Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.

5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.

 6 Voz que decía:

 Da voces. Y yo respondí:

 ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo.

7 La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.

8 Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

 9 Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá:

 ¡Ved aquí al Dios vuestro! 10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.

11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.

 

El incomparable Dios de Israel

 

 12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

13 ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?

14 ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?

15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.

16 Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio.

17 Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.

 18 ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?

19 El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata.

20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.

 21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?

22 El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar.

23 El convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana.

24 Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca.

25 ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.

26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

 27 ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel:

 Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?

28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.

29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.

30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;

31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

 

Seguridad de Dios para Israel

 

 ISAÍAS 41

 

 1 Escuchadme, costas, y esfuércense los pueblos; acérquense, y entonces hablen; estemos juntamente a juicio.

2 ¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamó para que le siguiese, entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorear de reyes; los entregó a su espada como polvo, como hojarasca que su arco arrebata?

3 Los siguió, pasó en paz por camino por donde sus pies nunca habían entrado.

4 ¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las generaciones desde el principio? Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros.

5 Las costas vieron, y tuvieron temor; los confines de la tierra se espantaron; se congregaron, y vinieron.

6 Cada cual ayudó a su vecino, y a su hermano dijo:

 Esfuérzate.

7 El carpintero animó al platero, y el que alisaba con martillo al que batía en el yunque, diciendo:

 Buena está la soldadura; y lo afirmó con clavos, para que no se moviese.

 8 Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.

9 Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije:

 Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché.

10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo.

12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra.

13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice:

 No temas, yo te ayudo.

 14 No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.

15 He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de dientes; trillarás montes y los molerás, y collados reducirás a tamo.

16 Los aventarás, y los llevará el viento, y los esparcirá el torbellino; pero tú te regocijarás en Jehová, te gloriarás en el Santo de Israel.

 17 Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.

18 En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca.

19 Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente,

20 para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó.

 

Dios reta a los falsos dioses

 

 21 Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas, dice el Rey de Jacob.

22 Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir.

23 Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; o a lo menos haced bien, o mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos.

24 He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad; abominación es el que os escogió.

 25 Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero.

26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; o de tiempo atrás, y diremos:

 Es justo? Cierto, no hay quien anuncie; sí, no hay quien enseñe; ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras.

27 Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sion, y a Jerusalén daré un mensajero de alegres nuevas.

28 Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún consejero hubo; les pregunté, y no respondieron palabra.

29 He aquí, todos son vanidad, y las obras de ellos nada; viento y vanidad son sus imágenes fundidas.

 

El Siervo de Jehová

 

 ISAÍAS 42

 

 1 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.

2 No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles.

3 No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia.

4 No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.

 5 Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan:

 6 Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,

7 para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.

8 Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.

9 He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias.

 

Alabanza por la liberación poderosa de Jehová

 

 10 Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas.

11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar; canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo.

12 Den gloria a Jehová, y anuncien sus loores en las costas.

13 Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.

 14 Desde el siglo he callado, he guardado silencio, y me he detenido; daré voces como la que está de parto; asolaré y devoraré juntamente.

15 Convertiré en soledad montes y collados, haré secar toda su hierba; los ríos tornaré en islas, y secaré los estanques.

16 Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé.

17 Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición:

 Vosotros sois nuestros dioses.

 

Israel no aprende de la disciplina

 

 18 Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver.

19 ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová,

20 que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?

21 Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla.

22 Mas este es pueblo saqueado y pisoteado, todos ellos atrapados en cavernas y escondidos en cárceles; son puestos para despojo, y no hay quien libre; despojados, y no hay quien diga:

 Restituid.

23 ¿Quién de vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará respecto al porvenir?

24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley.

25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso.

 

Jehová es el único Redentor

 

 ISAÍAS 43

 

 1 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel:

 No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.

2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

3 Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.

4 Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.

5 No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.

6 Diré al norte:

 Da acá; y al sur:

 No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra,

7 todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.

 8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos.

9 Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan:

 Verdad es.

10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.

11 Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.

12 Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios.

13 Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?

 14 Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel:

 Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban.

15 Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.

16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas;

17 el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados.

18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.

19 He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.

20 Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido.

21 Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.

 22 Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel.

23 No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso.

24 No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.

 25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.

26 Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte.

27 Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí.

28 Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel.

 

Jehová es el único Dios

 

 ISAÍAS 44

 

 1 Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí.

2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará:

 No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí.

3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;

4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.

5 Este dirá:

 Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano:

 A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.

 6 Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos:

 Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.

7 ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.

8 No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.

 

La insensatez de la idolatría

 

 9 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.

10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?

11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.

 12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.

13 El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.

14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.

15 De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él.

16 Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice:

 ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego;

17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo:

 Líbrame, porque mi Dios eres tú.

 18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.

19 No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir:

 Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?

20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga:

 ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?

 

Jehová es el Redentor de Israel

 

 21 Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides.

22 Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí.

23 Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado.

 24 Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre:

 Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo;

25 que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría.

26 Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; que dice a Jerusalén:

 Serás habitada; y a las ciudades de Judá:

 Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré;

27 que dice a las profundidades:

 Secaos, y tus ríos haré secar;

28 que dice de Ciro:

 Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén:

 Serás edificada; y al templo:

 Serás fundado.

 

Encargo de Dios para Ciro

 

 ISAÍAS 45

 

 1 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán:

 2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos;

3 y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre.

4 Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste.

5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste,

6 para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,

7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.

 

Jehová el Creador

 

 8 Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado.

 9 ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra:

 ¿Qué haces?; o tu obra:

 No tiene manos?

10 ¡Ay del que dice al padre:

 ¿Por qué engendraste? y a la mujer:

 ¿Por qué diste a luz?! 11 Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador:

 Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos.

12 Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé.

13 Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos.

 14 Así dice Jehová:

 El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán con grillos; te harán reverencia y te suplicarán diciendo:

 Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de Dios.

15 Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas.

16 Confusos y avergonzados serán todos ellos; irán con afrenta todos los fabricadores de imágenes.

17 Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los siglos.

 18 Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó:

 Yo soy Jehová, y no hay otro.

19 No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob:

 En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud.

 

Jehová y los ídolos de Babilonia

 

 20 Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva.

21 Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.

22 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.

23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada:

 Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.

 24 Y se dirá de mí:

 Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados.

25 En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.

 

 ISAÍAS 46

 

 1 Se postró Bel, se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar son alzadas cual carga, sobre las bestias cansadas.

2 Fueron humillados, fueron abatidos juntamente; no pudieron escaparse de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio.

 3 Oídme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que sois traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz.

4 Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré.

 5 ¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que seamos semejantes?

6 Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un platero para hacer un dios de ello; se postran y adoran.

7 Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.

 8 Acordaos de esto, y tened vergüenza; volved en vosotros, prevaricadores.

9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,

10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo:

 Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;

11 que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré.

 12 Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia:

 13 Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sion, y mi gloria en Israel.

 

Juicio sobre Babilonia

 

 ISAÍAS 47

 

 1 Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. Siéntate en la tierra, sin trono, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada.

2 Toma el molino y muele harina; descubre tus guedejas, descalza los pies, descubre las piernas, pasa los ríos.

3 Será tu vergüenza descubierta, y tu deshonra será vista; haré retribución, y no se librará hombre alguno.

4 Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.

 5 Siéntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos.

6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.

7 Dijiste:

 Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería.

8 Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón:

 Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.

9 Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos.

 10 Porque te confiaste en tu maldad, diciendo:

 Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón:

 Yo, y nadie más.

11 Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti.

 12 Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá podrás mejorarte, quizá te fortalecerás.

13 Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti.

 14 He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten.

15 Así te serán aquellos con quienes te fatigaste, los que traficaron contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino, no habrá quien te salve.

 

Dios reprende la infidelidad de Israel

 

 ISAÍAS 48

 

 1 Oíd esto, casa de Jacob, que os llamáis del nombre de Israel, los que salieron de las aguas de Judá, los que juran en el nombre de Jehová, y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia;

2 porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de Israel confían; su nombre es Jehová de los ejércitos.

 3 Lo que pasó, ya antes lo dije, y de mi boca salió; lo publiqué, lo hice pronto, y fue realidad.

4 Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce,

5 te lo dije ya hace tiempo; antes que sucediera te lo advertí, para que no dijeras:

 Mi ídolo lo hizo, mis imágenes de escultura y de fundición mandaron estas cosas.

 6 Lo oíste, y lo viste todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas que tú no sabías.

7 Ahora han sido creadas, no en días pasados, ni antes de este día las habías oído, para que no digas:

 He aquí que yo lo sabía.

8 Sí, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no se abrió antes tu oído; porque sabía que siendo desleal habías de desobedecer, por tanto te llamé rebelde desde el vientre.

 9 Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte.

10 He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción.

11 Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.

 12 Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé:

 Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero.

13 Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente.

 14 Juntaos todos vosotros, y oíd. ¿Quién hay entre ellos que anuncie estas cosas? Aquel a quien Jehová amó ejecutará su voluntad en Babilonia, y su brazo estará sobre los caldeos.

15 Yo, yo hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su camino.

16 Acercaos a mí, oíd esto:

 desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu.

 17 Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel:

 Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.

18 ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.

19 Fuera como la arena tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca su nombre sería cortado, ni raído de mi presencia.

20 Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid:

 Redimió Jehová a Jacob su siervo.

21 No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron las aguas.

22 No hay paz para los malos, dijo Jehová.

 

Israel, siervo de Jehová

 

 ISAÍAS 49

 

 1 Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.

2 Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba;

3 y me dijo:

 Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré.

4 Pero yo dije:

 Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios.

 5 Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza);

6 dice:

 Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.

 7 Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las naciones, al siervo de los tiranos:

 Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.

 

Dios promete restaurar a Sion

 

 8 Así dijo Jehová:

 En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;

9 para que digas a los presos:

 Salid; y a los que están en tinieblas:

 Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos.

10 No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas.

11 Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas.

12 He aquí éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim.

 13 Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia.

14 Pero Sion dijo:

 Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí.

15 ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.

16 He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.

17 Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores y tus asoladores saldrán de ti.

18 Alza tus ojos alrededor, y mira:

 todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.

 19 Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos.

20 Aun los hijos de tu orfandad dirán a tus oídos:

 Estrecho es para mí este lugar; apártate, para que yo more.

21 Y dirás en tu corazón:

 ¿Quién me engendró éstos? Porque yo había sido privada de hijos y estaba sola, peregrina y desterrada; ¿quién, pues, crió éstos? He aquí yo había sido dejada sola; ¿dónde estaban éstos?

 22 Así dijo Jehová el Señor:

 He aquí, yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros.

23 Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí.

 24 ¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo de un tirano?

25 Pero así dice Jehová:

 Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos.

26 Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.

 

Jehová ayuda a quienes confían en él

 

 ISAÍAS 50

 

 1 Así dijo Jehová:

 ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre.

2 ¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces se pudren por falta de agua, y mueren de sed.

3 Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta.

 4 Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.

5 Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás.

6 Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.

 7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.

8 Cercano está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.

9 He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos se envejecerán como ropa de vestir, serán comidos por la polilla.

 10 ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.

11 He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados.

 

Palabras de consuelo para Sion

 

 ISAÍAS 51

 

 1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.

2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.

3 Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.

 4 Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos.

5 Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperan los de la costa, y en mi brazo ponen su esperanza.

6 Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá.

 7 Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes.

8 Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos.

 9 Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón?

10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?

11 Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.

 12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?

13 Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?

14 El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan.

15 Porque yo Jehová, que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.

16 Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion:

 Pueblo mío eres tú.

 17 Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; porque el cáliz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.

18 De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió.

19 Estas dos cosas te han acontecido:

 asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién se dolerá de ti? ¿Quién te consolará?

20 Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la ira del Dios tuyo.

21 Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, y no de vino:

 22 Así dijo Jehová tu Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo:

 He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, los sedimentos del cáliz de mi ira; nunca más lo beberás.

23 Y lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma:

 Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, para que pasaran.

 

Dios librará del cautiverio a Sion

 

 ISAÍAS 52

 

 1 Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo.

2 Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.

 3 Porque así dice Jehová:

 De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados.

4 Porque así dijo Jehová el Señor:

 Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado, para morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón.

5 Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.

6 Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.

 7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion:

 ¡Tu Dios reina! 8 ¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion.

9 Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén; porque Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido.

10 Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.

 11 Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváislos utensilios de Jehová.

12 Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Jehová irá delante de vosotros, y os congregará el Dios de Israel.

 

Sufrimientos del Siervo de Jehová

 

 13 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto.

14 Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres,

15 así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.

 

 ISAÍAS 53

 

 1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?

2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.

3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.

9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

 10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

 

El amor eterno de Jehová hacia Israel

 

 ISAÍAS 54

 

 1 Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.

2 Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas.

3 Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas.

 4 No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria.

5 Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.

6 Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo.

7 Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias.

8 Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.

 9 Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré.

10 Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.

 11 Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré.

12 Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu muralla de piedras preciosas.

13 Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.

14 Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti.

15 Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá.

16 He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir.

17 Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.

 

Misericordia gratuita para todos

 

 ISAÍAS 55

 

 1 A todos los sedientos:

 Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.

2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.

4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.

5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.

6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.

7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.

8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.

9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

 10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,

11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

 12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.

13 En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.

 

Recompensa de los que guardan el pacto de Dios

 

 ISAÍAS 56

 

 1 Así dijo Jehová:

 Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse.

2 Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.

 3 Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo:

 Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco:

 He aquí yo soy árbol seco.

4 Porque así dijo Jehová:

 A los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto,

5 yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá.

6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto,

7 yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

8 Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel:

 Aún juntaré sobre él a sus congregados.

 9 Todas las bestias del campo, todas las fieras del bosque, venid a devorar.

10 Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir.

11 Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.

12 Venid, dicen, tomemos vino, embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más excelente.

 

Condenación de la idolatría de Israel

 

 ISAÍAS 57

 

 1 Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo.

2 Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios.

3 Mas vosotros llegaos acá, hijos de la hechicera, generación del adúltero y de la fornicaria.

4 ¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, generación mentirosa,

5 que os enfervorizáis con los ídolos debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos?

6 En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste presente. ¿No habré de castigar estas cosas?

7 Sobre el monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a hacer sacrificio.

8 Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo; porque a otro, y no a mí, te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto; amaste su cama dondequiera que la veías.

9 Y fuiste al rey con ungüento, y multiplicaste tus perfumes, y enviaste tus embajadores lejos, y te abatiste hasta la profundidad del Seol.

10 En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste:

 No hay remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste.

 11 ¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?

12 Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán.

 13 Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.

14 Y dirá:

 Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo.

15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo:

 Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

16 Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado.

17 Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón.

18 He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados;

19 produciré fruto de labios:

 Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré.

20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.

21 No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.

 

El verdadero ayuno

 

 ISAÍAS 58

 

 1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.

2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.

3 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores.

4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.

5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?

 6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?

7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?

8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.

 9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él:

 Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad;

10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.

11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.

12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.

 

La observancia del día de reposo

 

 13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,

14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.

 

Confesión del pecado de Israel

 

 ISAÍAS 59

 

 1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír;

2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.

3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua.

4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad.

5 Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá; y si los apretaren, saldrán víboras.

6 Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos.

7 Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos.

8 No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz.

 9 Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.

10 Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos.

11 Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros.

12 Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados:

 13 el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira.

14 Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.

15 Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho.

16 Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia.

17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto,

18 como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa.

19 Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.

20 Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

 21 Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová:

 El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.

 

La futura gloria de Sion

 

 ISAÍAS 60

 

 1 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.

2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.

3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.

 4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.

5 Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti.

6 Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová.

7 Todo el ganado de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebaiot te serán servidos; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria.

 8 ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas?

9 Ciertamente a mí esperarán los de la costa, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado.

 10 Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia.

11 Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes.

12 Porque la nación o el reino que no te sirviere perecerá, y del todo será asolado.

13 La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario; y yo honraré el lugar de mis pies.

14 Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel.

 15 En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos.

16 Y mamarás la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy el Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.

 17 En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu tributo, y justicia por tus opresores.

18 Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio, sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.

 19 El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria.

20 No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados.

21 Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme.

22 El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto.

 

Buenas nuevas de salvación para Sion

 

 ISAÍAS 61

 

 1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;

3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.

4 Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.

 5 Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores.

6 Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes.

7 En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo.

 8 Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo.

9 Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de Jehová.

 10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.

11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.

 

 ISAÍAS 62

 

 1 Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha.

2 Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará.

3 Y serás corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo.

4 Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada.

5 Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.

6 Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis,

7 ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra.

8 Juró Jehová por su mano derecha, y por su poderoso brazo:

 Que jamás daré tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los extraños el vino que es fruto de tu trabajo;

9 sino que los que lo cosechan lo comerán, y alabarán a Jehová; y los que lo vendimian, lo beberán en los atrios de mi santuario.

10 Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos.

11 He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra:

 Decid a la hija de Sion:

 He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra.

12 Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.

 

El día de la venganza de Jehová

 

 ISAÍAS 63

 

 1 ¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar.

2 ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar?

3 He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas.

4 Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado.

5 Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.

6 Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre.

 

Bondad de Jehová hacia Israel

 

 7 De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus piedades.

8 Porque dijo:

 Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue su Salvador.

9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.

10 Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.

11 Pero se acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo:

 ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿dónde el que puso en medio de él su santo espíritu,

12 el que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria; el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose así nombre perpetuo,

13 el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran?

14 El Espíritu de Jehová los pastoreó, como a una bestia que desciende al valle; así pastoreaste a tu pueblo, para hacerte nombre glorioso.

 

Plegaria pidiendo misericordia y ayuda

 

 15 Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo, y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo? ¿Se han estrechado?

16 Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.

17 ¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos, y endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad.

18 Por poco tiempo lo poseyó tu santo pueblo; nuestros enemigos han hollado tu santuario.

19 Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre.

 

 ISAÍAS 64

 

 1 ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes,

2 como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! 3 Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti.

4 Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.

5 Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?

6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

7 Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.

 8 Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.

9 No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.

10 Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén una soledad.

11 La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas.

12 ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera?

 

Castigo de los rebeldes

 

 ISAÍAS 65

 

 1 Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre:

 Heme aquí, heme aquí.

2 Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos;

3 pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos;

4 que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas;

5 que dicen:

 Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día.

6 He aquí que escrito está delante de mí; no callaré, sino que recompensaré, y daré el pago en su seno 7 por vuestras iniquidades, dice Jehová, y por las iniquidades de vuestros padres juntamente, los cuales quemaron incienso sobre los montes, y sobre los collados me afrentaron; por tanto, yo les mediré su obra antigua en su seno.

 8 Así ha dicho Jehová:

 Como si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese:

 No lo desperdicies, porque bendición hay en él; así haré yo por mis siervos, que no lo destruiré todo.

9 Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá heredero de mis montes; y mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí.

10 Y será Sarón para habitación de ovejas, y el valle de Acor para majada de vacas, para mi pueblo que me buscó.

11 Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino;

12 yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero, por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada.

 13 Por tanto, así dijo Jehová el Señor:

 He aquí que mis siervos comerán, y vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, y vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, y vosotros seréis avergonzados;

14 he aquí que mis siervos cantarán por júbilo del corazón, y vosotros clamaréis por el dolor del corazón, y por el quebrantamiento de espíritu aullaréis.

15 Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos, y Jehová el Señor te matará, y a sus siervos llamará por otro nombre.

16 El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos.

 

Cielos nuevos y tierra nueva

 

 17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.

18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo.

19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor.

20 No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.

21 Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas.

22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos.

23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.

24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.

25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.

 

Los juicios de Jehová y la futura prosperidad de Sion

 

 ISAÍAS 66

 

 1 Jehová dijo así:

 El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?

2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

 3 El que sacrifica buey es como si matase a un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollase un perro; el que hace ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijese a un ídolo. Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones,

4 también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada.

 5 Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra:

 Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron:

 Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán confundidos.

 6 Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos.

 7 Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo.

8 ¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.

9 Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios.

 10 Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella;

11 para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria.

 12 Porque así dice Jehová:

 He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados.

13 Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.

14 Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos.

15 Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego.

16 Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados.

 17 Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová.

 18 Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria.

19 Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones.

20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová.

21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y levitas, dice Jehová.

 22 Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.

23 Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.

 24 Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre.


JEREMÍAS

 

 

39 ¡Lamentad! ¡Cómo ha sido quebrantado! ¡Cómo volvió la espalda Moab, y fue avergonzado! Fue Moab objeto de escarnio y de espanto a todos los que están en sus alrededores.

40 Porque así ha dicho Jehová:

 He aquí que como águila volará, y extenderá sus alas contra Moab.

41 Tomadas serán las ciudades, y tomadas serán las fortalezas; y será aquel día el corazón de los valientes de Moab como el corazón de mujer en angustias.

42 Y Moab será destruido hasta dejar de ser pueblo, porque se engrandeció contra Jehová.

43 Miedo y hoyo y lazo contra ti, oh morador de Moab, dice Jehová.

44 El que huyere del miedo caerá en el hoyo, y el que saliere del hoyo será preso en el lazo; porque yo traeré sobre él, sobre Moab, el año de su castigo, dice Jehová.

45 A la sombra de Hesbón se pararon sin fuerzas los que huían; mas salió fuego de Hesbón, y llama de en medio de Sehón, y quemó el rincón de Moab, y la coronilla de los hijos revoltosos.

46 ¡Ay de ti, Moab! pereció el pueblo de Quemos; porque tus hijos fueron puestos presos para cautividad, y tus hijas para cautiverio.

47 Pero haré volver a los cautivos de Moab en lo postrero de los tiempos, dice Jehová. Hasta aquí es el juicio de Moab.

 

Profecía sobre los amonitas

 

JEREMÍAS 49

 

1 Acerca de los hijos de Amón. Así ha dicho Jehová:

 ¿No tiene hijos Israel? ¿No tiene heredero? ¿Por qué Milcom ha desposeído a Gad, y su pueblo se ha establecido en sus ciudades?

2 Por tanto, vienen días, ha dicho Jehová, en que haré oír clamor de guerra en Rabá de los hijos de Amón; y será convertida en montón de ruinas, y sus ciudades serán puestas a fuego, e Israel tomará por heredad a los que los tomaron a ellos, ha dicho Jehová.

3 Lamenta, oh Hesbón, porque destruida es Hai; clamad, hijas de Rabá, vestíos de cilicio, endechad, y rodead los vallados, porque Milcom fue llevado en cautiverio, sus sacerdotes y sus príncipes juntamente.

4 ¿Por qué te glorías de los valles? Tu valle se deshizo, oh hija contumaz, la que confía en sus tesoros, la que dice:

 ¿Quién vendrá contra mí?

5 He aquí yo traigo sobre ti espanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, de todos tus alrededores; y seréis lanzados cada uno derecho hacia adelante, y no habrá quien recoja a los fugitivos.

6 Y después de esto haré volver a los cautivos de los hijos de Amón, dice Jehová.

 

Profecía sobre Edom

 

7 Acerca de Edom. Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 ¿No hay más sabiduría en Temán? ¿Se ha acabado el consejo en los sabios? ¿Se corrompió su sabiduría?

8 Huid, volveos atrás, habitad en lugares profundos, oh moradores de Dedán; porque el quebrantamiento de Esaú traeré sobre él en el tiempo en que lo castigue.

9 Si vendimiadores hubieran venido contra ti, ¿no habrían dejado rebuscos? Si ladrones de noche, ¿no habrían tomado lo que les bastase?

10 Mas yo desnudaré a Esaú, descubriré sus escondrijos, y no podrá esconderse; será destruida su descendencia, sus hermanos y sus vecinos, y dejará de ser.

11 Deja tus huérfanos, yo los criaré; y en mí confiarán tus viudas.

12 Porque así ha dicho Jehová:

 He aquí que los que no estaban condenados a beber el cáliz, beberán ciertamente; ¿y serás tú absuelto del todo? No serás absuelto, sino que ciertamente beberás.

13 Porque por mí he jurado, dice Jehová, que asolamiento, oprobio, soledad y maldición será Bosra, y todas sus ciudades serán desolaciones perpetuas.

14 La noticia oí, que de Jehová había sido enviado mensajero a las naciones, diciendo:

 Juntaos y venid contra ella, y subid a la batalla.

15 He aquí que te haré pequeño entre las naciones, menospreciado entre los hombres.

16 Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón. Tú que habitas en cavernas de peñas, que tienes la altura del monte, aunque alces como águila tu nido, de allí te haré descender, dice Jehová.

17 Y se convertirá Edom en desolación; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y se burlará de todas sus calamidades.

18 Como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra y de sus ciudades vecinas, dice Jehová, así no morará allí nadie, ni la habitará hijo de hombre.

19 He aquí que como león subirá de la espesura del Jordán contra la bella y robusta; porque muy pronto le haré huir de ella, y al que fuere escogido la encargaré; porque ¿quién es semejante a mí, y quién me emplazará? ¿Quién será aquel pastor que me podrá resistir?

20 Por tanto, oíd el consejo que Jehová ha acordado sobre Edom, y sus pensamientos que ha resuelto sobre los moradores de Temán. Ciertamente a los más pequeños de su rebaño los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos.

21 Del estruendo de la caída de ellos la tierra temblará, y el grito de su voz se oirá en el Mar Rojo.

22 He aquí que como águila subirá y volará, y extenderá sus alas contra Bosra; y el corazón de los valientes de Edom será en aquel día como el corazón de mujer en angustias.

 

Profecía sobre Damasco

 

23 Acerca de Damasco. Se confundieron Hamat y Arfad, porque oyeron malas nuevas; se derritieron en aguas de desmayo, no pueden sosegarse.

24 Se desmayó Damasco, se volvió para huir, y le tomó temblor y angustia, y dolores le tomaron, como de mujer que está de parto.

25 ¡Cómo dejaron a la ciudad tan alabada, la ciudad de mi gozo! 26 Por tanto, sus jóvenes caerán en sus plazas, y todos los hombres de guerra morirán en aquel día, ha dicho Jehová de los ejércitos.

27 Y haré encender fuego en el muro de Damasco, y consumirá las casas de Ben-adad.

 

Profecía sobre Cedar y Hazor

 

28 Acerca de Cedar y de los reinos de Hazor, los cuales asoló Nabucodonosor rey de Babilonia. Así ha dicho Jehová:

 Levantaos, subid contra Cedar, y destruid a los hijos del oriente.

29 Sus tiendas y sus ganados tomarán; sus cortinas y todos sus utensilios y sus camellos tomarán para sí, y clamarán contra ellos:

 Miedo alrededor.

30 Huid, idos muy lejos, habitad en lugares profundos, oh moradores de Hazor, dice Jehová; porque tomó consejo contra vosotros Nabucodonosor rey de Babilonia, y contra vosotros ha formado un designio.

31 Levantaos, subid contra una nación pacífica que vive confiadamente, dice Jehová, que ni tiene puertas ni cerrojos, que vive solitaria.

32 Serán sus camellos por botín, y la multitud de sus ganados por despojo; y los esparciré por todos los vientos, arrojados hasta el último rincón; y de todos lados les traeré su ruina, dice Jehová.

33 Hazor será morada de chacales, soledad para siempre; ninguno morará allí, ni la habitará hijo de hombre.

 

Profecía sobre Elam

 

34 Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías acerca de Elam, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, diciendo:

 35 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 He aquí que yo quiebro el arco de Elam, parte principal de su fortaleza.

36 Traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y los aventaré a todos estos vientos; y no habrá nación a donde no vayan fugitivos de Elam.

37 Y haré que Elam se intimide delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su vida; y traeré sobre ellos mal, y el ardor de mi ira, dice Jehová; y enviaré en pos de ellos espada hasta que los acabe.

38 Y pondré mi trono en Elam, y destruiré a su rey y a su príncipe, dice Jehová.

39 Pero acontecerá en los últimos días, que haré volver a los cautivos de Elam, dice Jehová.

 

Profecía sobre Babilonia

 

JEREMÍAS 50

 

1 Palabra que habló Jehová contra Babilonia, contra la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías.

2 Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid:

 Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos.

3 Porque subió contra ella una nación del norte, la cual pondrá su tierra en asolamiento, y no habrá ni hombre ni animal que en ella more; huyeron, y se fueron.

4 En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente; e irán andando y llorando, y buscarán a Jehová su Dios.

5 Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros, diciendo:

 Venid, y juntémonos a Jehová con pacto eterno que jamás se ponga en olvido.

6 Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de sus rediles.

7 Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemigos:

 No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia, contra Jehová esperanza de sus padres.

8 Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los caldeos, y sed como los machos cabríos que van delante del rebaño.

9 Porque yo levanto y hago subir contra Babilonia reunión de grandes pueblos de la tierra del norte; desde allí se prepararán contra ella, y será tomada; sus flechas son como de valiente diestro, que no volverá vacío.

10 Y Caldea será para botín; todos los que la saquearen se saciarán, dice Jehová.

11 Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad, porque os llenasteis como novilla sobre la hierba, y relinchasteis como caballos.

12 Vuestra madre se avergonzó mucho, se afrentó la que os dio a luz; he aquí será la última de las naciones; desierto, sequedal y páramo.

13 Por la ira de Jehová no será habitada, sino será asolada toda ella; todo hombre que pasare por Babilonia se asombrará, y se burlará de sus calamidades.

14 Poneos en orden contra Babilonia alrededor, todos los que entesáis arco; tirad contra ella, no escatiméis las saetas, porque pecó contra Jehová.

15 Gritad contra ella en derredor; se rindió; han caído sus cimientos, derribados son sus muros, porque es venganza de Jehová. Tomad venganza de ella; haced con ella como ella hizo.

16 Destruid en Babilonia al que siembra, y al que mete hoz en tiempo de la siega; delante de la espada destructora cada uno volverá el rostro hacia su pueblo, cada uno huirá hacia su tierra.

17 Rebaño descarriado es Israel; leones lo dispersaron; el rey de Asiria lo devoró primero, Nabucodonosor rey de Babilonia lo deshuesó después.

18 Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel:

 Yo castigo al rey de Babilonia y a su tierra, como castigué al rey de Asiria.

19 Y volveré a traer a Israel a su morada, y pacerá en el Carmelo y en Basán; y en el monte de Efraín y en Galaad se saciará su alma.

20 En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, la maldad de Israel será buscada, y no aparecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que yo hubiere dejado.

21 Sube contra la tierra de Merataim, contra ella y contra los moradores de Pecod; destruye y mata en pos de ellos, dice Jehová, y haz conforme a todo lo que yo te he mandado.

22 Estruendo de guerra en la tierra, y quebrantamiento grande.

23 ¡Cómo fue cortado y quebrado el martillo de toda la tierra! ¡cómo se convirtió Babilonia en desolación entre las naciones! 24 Te puse lazos, y fuiste tomada, oh Babilonia, y tú no lo supiste; fuiste hallada, y aun presa, porque provocaste a Jehová.

25 Abrió Jehová su tesoro, y sacó los instrumentos de su furor; porque esta es obra de Jehová, Dios de los ejércitos, en la tierra de los caldeos.

26 Venid contra ella desde el extremo de la tierra; abrid sus almacenes, convertidla en montón de ruinas, y destruidla; que no le quede nada.

27 Matad a todos sus novillos; que vayan al matadero. ¡Ay de ellos! pues ha venido su día, el tiempo de su castigo.

28 Voz de los que huyen y escapan de la tierra de Babilonia, para dar en Sion las nuevas de la retribución de Jehová nuestro Dios, de la venganza de su templo.

29 Haced juntar contra Babilonia flecheros, a todos los que entesan arco; acampad contra ella alrededor; no escape de ella ninguno; pagadle según su obra; conforme a todo lo que ella hizo, haced con ella; porque contra Jehová se ensoberbeció, contra el Santo de Israel.

30 Por tanto, sus jóvenes caerán en sus plazas, y todos sus hombres de guerra serán destruidos en aquel día, dice Jehová.

31 He aquí yo estoy contra ti, oh soberbio, dice el Señor, Jehová de los ejércitos; porque tu día ha venido, el tiempo en que te castigaré.

32 Y el soberbio tropezará y caerá, y no tendrá quien lo levante; y encenderé fuego en sus ciudades, y quemaré todos sus alrededores.

33 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Oprimidos fueron los hijos de Israel y los hijos de Judá juntamente; y todos los que los tomaron cautivos los retuvieron; no los quisieron soltar.

34 El redentor de ellos es el Fuerte; Jehová de los ejércitos es su nombre; de cierto abogará la causa de ellos para hacer reposar la tierra, y turbar a los moradores de Babilonia.

35 Espada contra los caldeos, dice Jehová, y contra los moradores de Babilonia, contra sus príncipes y contra sus sabios.

36 Espada contra los adivinos, y se entontecerán; espada contra sus valientes, y serán quebrantados.

37 Espada contra sus caballos, contra sus carros, y contra todo el pueblo que está en medio de ella, y serán como mujeres; espada contra sus tesoros, y serán saqueados.

38 Sequedad sobre sus aguas, y se secarán; porque es tierra de ídolos, y se entontecen con imágenes.

39 Por tanto, allí morarán fieras del desierto y chacales, morarán también en ella polluelos de avestruz; nunca más será poblada ni se habitará por generaciones y generaciones.

40 Como en la destrucción que Dios hizo de Sodoma y de Gomorra y de sus ciudades vecinas, dice Jehová, así no morará allí hombre, ni hijo de hombre la habitará.

41 He aquí viene un pueblo del norte, y una nación grande y muchos reyes se levantarán de los extremos de la tierra.

42 Arco y lanza manejarán; serán crueles, y no tendrán compasión; su voz rugirá como el mar, y montarán sobre caballos; se prepararán contra ti como hombres a la pelea, oh hija de Babilonia.

43 Oyó la noticia el rey de Babilonia, y sus manos se debilitaron; angustia le tomó, dolor como de mujer de parto.

44 He aquí que como león subirá de la espesura del Jordán a la morada fortificada; porque muy pronto le haré huir de ella, y al que yo escoja la encargaré; porque ¿quién es semejante a mí? ¿y quién me emplazará? ¿o quién será aquel pastor que podrá resistirme?

45 Por tanto, oíd la determinación que Jehová ha acordado contra Babilonia, y los pensamientos que ha formado contra la tierra de los caldeos:

 Ciertamente a los más pequeños de su rebaño los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos.

46 Al grito de la toma de Babilonia la tierra tembló, y el clamor se oyó entre las naciones.

 

Juicios de Jehová contra Babilonia

 

JEREMÍAS 51

 

1 Así ha dicho Jehová:

 He aquí que yo levanto un viento destruidor contra Babilonia, y contra sus moradores que se levantan contra mí.

2 Y enviaré a Babilonia aventadores que la avienten, y vaciarán su tierra; porque se pondrán contra ella de todas partes en el día del mal.

3 Diré al flechero que entesa su arco, y al que se enorgullece de su coraza:

 No perdonéis a sus jóvenes, destruid todo su ejército.

4 Y caerán muertos en la tierra de los caldeos, y alanceados en sus calles.

5 Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios, Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fue llena de pecado contra el Santo de Israel.

6 Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de Jehová; le dará su pago.

7 Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones.

8 En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sane.

9 Curamos a Babilonia, y no ha sanado; dejadla, y vámonos cada uno a su tierra; porque ha llegado hasta el cielo su juicio, y se ha alzado hasta las nubes.

10 Jehová sacó a luz nuestras justicias; venid, y contemos en Sion la obra de Jehová nuestro Dios.

11 Limpiad las saetas, embrazad los escudos; ha despertado Jehová el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de Jehová, y venganza de su templo.

12 Levantad bandera sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, poned centinelas, disponed celadas; porque deliberó Jehová, y aun pondrá en efecto lo que ha dicho contra los moradores de Babilonia.

13 Tú, la que moras entre muchas aguas, rica en tesoros, ha venido tu fin, la medida de tu codicia.

14 Jehová de los ejércitos juró por sí mismo, diciendo:

 Yo te llenaré de hombres como de langostas, y levantarán contra ti gritería.

15 El es el que hizo la tierra con su poder, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con su inteligencia.

16 A su voz se producen tumultos de aguas en los cielos, y hace subir las nubes de lo último de la tierra; él hace relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.

17 Todo hombre se ha infatuado, y no tiene ciencia; se avergüenza todo artífice de su escultura, porque mentira es su ídolo, no tiene espíritu.

18 Vanidad son, obra digna de burla; en el tiempo del castigo perecerán.

19 No es como ellos la porción de Jacob; porque él es el Formador de todo, e Israel es el cetro de su herencia; Jehová de los ejércitos es su nombre.

20 Martillo me sois, y armas de guerra; y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de ti destruiré reinos.

21 Por tu medio quebrantaré caballos y a sus jinetes, y por medio de ti quebrantaré carros y a los que en ellos suben.

22 Asimismo por tu medio quebrantaré hombres y mujeres, y por medio de ti quebrantaré viejos y jóvenes, y por tu medio quebrantaré jóvenes y vírgenes.

23 También quebrantaré por medio de ti al pastor y a su rebaño; quebrantaré por tu medio a labradores y a sus yuntas; a jefes y a príncipes quebrantaré por medio de ti.

24 Y pagaré a Babilonia y a todos los moradores de Caldea, todo el mal que ellos hicieron en Sion delante de vuestros ojos, dice Jehová.

25 He aquí yo estoy contra ti, oh monte destruidor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano contra ti, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a monte quemado.

26 Y nadie tomará de ti piedra para esquina, ni piedra para cimiento; porque perpetuo asolamiento serás, ha dicho Jehová.

27 Alzad bandera en la tierra, tocad trompeta en las naciones, preparad pueblos contra ella; juntad contra ella los reinos de Ararat, de Mini y de Askenaz; señalad contra ella capitán, haced subir caballos como langostas erizadas.

28 Preparad contra ella naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes, y todo territorio de su dominio.

29 Temblará la tierra, y se afligirá; porque es confirmado contra Babilonia todo el pensamiento de Jehová, para poner la tierra de Babilonia en soledad, para que no haya morador en ella.

30 Los valientes de Babilonia dejaron de pelear, se encerraron en sus fortalezas; les faltaron las fuerzas, se volvieron como mujeres; incendiadas están sus casas, rotos sus cerrojos.

31 Correo se encontrará con correo, mensajero se encontrará con mensajero, para anunciar al rey de Babilonia que su ciudad es tomada por todas partes.

32 Los vados fueron tomados, y los baluartes quemados a fuego, y se consternaron los hombres de guerra.

33 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel:

 La hija de Babilonia es como una era cuando está de trillar; de aquí a poco le vendrá el tiempo de la siega.

34 Me devoró, me desmenuzó Nabucodonosor rey de Babilonia, y me dejó como vaso vacío; me tragó como dragón, llenó su vientre de mis delicadezas, y me echó fuera.

35 Sobre Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sion; y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén.

36 Por tanto, así ha dicho Jehová:

 He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar, y haré que su corriente quede seca.

37 Y será Babilonia montones de ruinas, morada de chacales, espanto y burla, sin morador.

38 Todos a una rugirán como leones; como cachorros de leones gruñirán.

39 En medio de su calor les pondré banquetes, y haré que se embriaguen, para que se alegren, y duerman eterno sueño y no despierten, dice Jehová.

40 Los haré traer como corderos al matadero, como carneros y machos cabríos.

41 ¡Cómo fue apresada Babilonia, y fue tomada la que era alabada por toda la tierra! ¡Cómo vino a ser Babilonia objeto de espanto entre las naciones! 42 Subió el mar sobre Babilonia; de la multitud de sus olas fue cubierta.

43 Sus ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra en que no morará nadie, ni pasará por ella hijo de hombre.

44 Y juzgaré a Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que se ha tragado; y no vendrán más naciones a él, y el muro de Babilonia caerá.

45 Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová.

46 Y no desmaye vuestro corazón, ni temáis a causa del rumor que se oirá por la tierra; en un año vendrá el rumor, y después en otro año rumor, y habrá violencia en la tierra, dominador contra dominador.

47 Por tanto, he aquí vienen días en que yo destruiré los ídolos de Babilonia, y toda su tierra será avergonzada, y todos sus muertos caerán en medio de ella.

48 Los cielos y la tierra y todo lo que está en ellos cantarán de gozo sobre Babilonia; porque del norte vendrán contra ella destruidores, dice Jehová.

49 Por los muertos de Israel caerá Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra.

50 Los que escapasteis de la espada, andad, no os detengáis; acordaos por muchos días de Jehová, y acordaos de Jerusalén.

51 Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta; la confusión cubrió nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los santuarios de la casa de Jehová.

52 Por tanto, vienen días, dice Jehová, en que yo destruiré sus ídolos, y en toda su tierra gemirán los heridos.

53 Aunque suba Babilonia hasta el cielo, y se fortifique en las alturas, de mí vendrán a ella destruidores, dice Jehová.

54 ¡Oyese el clamor de Babilonia, y el gran quebrantamiento de la tierra de los caldeos! 55 Porque Jehová destruirá a Babilonia, y quitará de ella la mucha jactancia; y bramarán sus olas, y como sonido de muchas aguas será la voz de ellos.

56 Porque vino destruidor contra ella, contra Babilonia, y sus valientes fueron apresados; el arco de ellos fue quebrado; porque Jehová, Dios de retribuciones, dará la paga.

57 Y embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus capitanes, a sus nobles y a sus fuertes; y dormirán sueño eterno y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.

58 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas puertas serán quemadas a fuego; en vano trabajaron los pueblos, y las naciones se cansaron sólo para el fuego.

59 Palabra que envió el profeta Jeremías a Seraías hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando iba con Sedequías rey de Judá a Babilonia, en el cuarto año de su reinado. Y era Seraías el principal camarero.

60 Escribió, pues, Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas contra Babilonia.

61 Y dijo Jeremías a Seraías:

 Cuando llegues a Babilonia, y veas y leas todas estas cosas,

62 dirás:

 Oh Jehová, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado.

63 Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Eufrates,

64 y dirás:

 Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos. Hasta aquí son las palabras de Jeremías.

 

Reinado de Sedequías

 

(2 R.24.18-20;2 Cr.36.11-16)

 

JEREMÍAS 52

 

1 Era Sedequías de edad de veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Hamutal, hija de Jeremías de Libna.

2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo lo que hizo Joacim.

3 Y a causa de la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, llegó a echarlos de su presencia. Y se rebeló Sedequías contra el rey de Babilonia.

 

Caída de Jerusalén

 

(2 R.24.20--25.7; Jer.39.1-7)

 

4 Aconteció, por tanto, a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén, y acamparon contra ella, y de todas partes edificaron contra ella baluartes.

5 Y estuvo sitiada la ciudad hasta el undécimo año del rey Sedequías.

6 En el mes cuarto, a los nueve días del mes, prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el pueblo.

7 Y fue abierta una brecha en el muro de la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y salieron de la ciudad de noche por el camino de la puerta entre los dos muros que había cerca del jardín del rey, y se fueron por el camino del Arabá, estando aún los caldeos junto a la ciudad alrededor.

8 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y lo abandonó todo su ejército.

9 Entonces prendieron al rey, y le hicieron venir al rey de Babilonia, a Ribla en tierra de Hamat, donde pronunció sentencia contra él.

10 Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías delante de sus ojos, y también degolló en Ribla a todos los príncipes de Judá.

11 No obstante, el rey de Babilonia sólo le sacó los ojos a Sedequías, y le ató con grillos, y lo hizo llevar a Babilonia; y lo puso en la cárcel hasta el día en que murió.

 

Cautividad de Judá

 

(2 R.25.8-21;2 Cr.36.17-21; Jer.39.8-10)

 

12 Y en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia.

13 Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo edificio grande.

14 Y todo el ejército de los caldeos, que venía con el capitán de la guardia, destruyó todos los muros en derredor de Jerusalén.

15 E hizo transportar Nabuzaradán capitán de la guardia a los pobres del pueblo, y a toda la otra gente del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, y a todo el resto de la multitud del pueblo.

16 Mas de los pobres del país dejó Nabuzaradán capitán de la guardia para viñadores y labradores.

17 Y los caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron todo el bronce a Babilonia.

18 Se llevaron también los calderos, las palas, las despabiladeras, los tazones, las cucharas, y todos los utensilios de bronce con que se ministraba,

19 y los incensarios, tazones, copas, ollas, candeleros, escudillas y tazas; lo de oro por oro, y lo de plata por plata, se llevó el capitán de la guardia.

20 Las dos columnas, un mar, y los doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas, que había hecho el rey Salomón en la casa de Jehová; el peso del bronce de todo esto era incalculable.

21 En cuanto a las columnas, la altura de cada columna era de dieciocho codos, y un cordón de doce codos la rodeaba; y su espesor era de cuatro dedos, y eran huecas.

22 Y el capitel de bronce que había sobre ella era de una altura de cinco codos, con una red y granadas alrededor del capitel, todo de bronce; y lo mismo era lo de la segunda columna con sus granadas.

23 Había noventa y seis granadas en cada hilera; todas ellas eran ciento sobre la red alrededor.

24 Tomó también el capitán de la guardia a Seraías el principal sacerdote, a Sofonías el segundo sacerdote, y tres guardas del atrio.

25 Y de la ciudad tomó a un oficial que era capitán de los hombres de guerra, a siete hombres de los consejeros íntimos del rey, que estaban en la ciudad, y al principal secretario de la milicia, que pasaba revista al pueblo de la tierra para la guerra, y sesenta hombres del pueblo que se hallaron dentro de la ciudad.

26 Los tomó, pues, Nabuzaradán capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia en Ribla.

27 Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla en tierra de Hamat. Así Judá fue transportada de su tierra.

28 Este es el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo:

 En el año séptimo, a tres mil veintitrés hombres de Judá.

29 En el año dieciocho de Nabucodonosor él llevó cautivas de Jerusalén a ochocientas treinta y dos personas.

30 El año veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán capitán de la guardia llevó cautivas a setecientas cuarenta y cinco personas de los hombres de Judá; todas las personas en total fueron cuatro mil seiscientas.

 

Joaquín es libertado y recibe honores en Babilonia

 

(2 R.25.27-30)

 

31 Y sucedió que en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veinticinco días del mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo sacó de la cárcel.

32 Y habló con él amigablemente, e hizo poner su trono sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.

33 Le hizo mudar también los vestidos de prisionero, y comía pan en la mesa del rey siempre todos los días de su vida.

34 Y continuamente se le daba una ración de parte del rey de Babilonia, cada día durante todos los días de su vida, hasta el día de su muerte.


LAMENTACIONES

 

DE JEREMÍAS

 

Tristezas de Sion la cautiva

 

LAMENTACIONES 1

 

1 ¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa!

La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda,

La señora de provincias ha sido hecha tributaria.

 

2 Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas.

No tiene quien la consuele de todos sus amantes;

Todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos.

 

3 Judá ha ido en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre;

Ella habitó entre las naciones, y no halló descanso;

Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.

 

4 Las calzadas de Sion tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes;

Todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen,

Sus vírgenes están afligidas, y ella tiene amargura.

 

5 Sus enemigos han sido hechos príncipes, sus aborrecedores fueron prosperados,

Porque Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones;

Sus hijos fueron en cautividad delante del enemigo.

 

6 Desapareció de la hija de Sion toda su hermosura;

Sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto,

Y anduvieron sin fuerzas delante del perseguidor.

 

7 Jerusalén, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien la ayudase,

Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones,

Y de todas las cosas agradables que tuvo desde los tiempos antiguos.

La miraron los enemigos, y se burlaron de su caída.

 

8 Pecado cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida;

Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza;

Y ella suspira, y se vuelve atrás.

 

9 Su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin;

Por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, y no tiene quien la consuele.

Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.

 

10 Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas;

Ella ha visto entrar en su santuario a las naciones

De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.

 

11 Todo su pueblo buscó su pan suspirando;

Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida.

Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.

 

12 ¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino?

Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido;

Porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.

 

13 Desde lo alto envió fuego que consume mis huesos;

Ha extendido red a mis pies, me volvió atrás,

Me dejó desolada, y con dolor todo el día.

 

14 El yugo de mis rebeliones ha sido atado por su mano;

Ataduras han sido echadas sobre mi cerviz; ha debilitado mis fuerzas;

Me ha entregado el Señor en manos contra las cuales no podré levantarme.

 

15 El Señor ha hollado a todos mis hombres fuertes en medio de mí;

Llamó contra mí compañía para quebrantar a mis jóvenes;

Como lagar ha hollado el Señor a la virgen hija de Judá.

 

16 Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas,

Porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma;

Mis hijos son destruidos, porque el enemigo prevaleció.

 

17 Sion extendió sus manos; no tiene quien la consuele;

Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus vecinos fuesen sus enemigos;

Jerusalén fue objeto de abominación entre ellos.

 

18 Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé.

Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor;

Mis vírgenes y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio.

 

19 Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado;

Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron,

Buscando comida para sí con que entretener su vida.

 

20 Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.

Mi corazón se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.

Por fuera hizo estragos la espada; por dentro señoreó la muerte.

 

21 Oyeron que gemía, mas no hay consolador para mí;

Todos mis enemigos han oído mi mal, se alegran de lo que tú hiciste.

Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo.

 

22 Venga delante de ti toda su maldad,

Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones;

Porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está adolorido.

 

Las tristezas de Sion vienen de Jehová

 

LAMENTACIONES 2

 

1 ¡Cómo oscureció el Señor en su furor a la hija de Sion!

Derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel,

Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su furor.

 

2 Destruyó el Señor, y no perdonó;

Destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob;

Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá,

Humilló al reino y a sus príncipes.

 

3 Cortó con el ardor de su ira todo el poderío de Israel;

Retiró de él su diestra frente al enemigo,

Y se encendió en Jacob como llama de fuego que ha devorado alrededor.

 

4 Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario,

Y destruyó cuanto era hermoso.

En la tienda de la hija de Sion derramó como fuego su enojo.

 

5 El Señor llegó a ser como enemigo, destruyó a Israel;

Destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas,

Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el lamento.

 

6 Quitó su tienda como enramada de huerto;

Destruyó el lugar en donde se congregaban;

Jehová ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los días de reposo en Sion,

Y en el ardor de su ira ha desechado al rey y al sacerdote.

 

7 Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario;

Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios;

Hicieron resonar su voz en la casa de Jehová como en día de fiesta.

 

8 Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sion;

Extendió el cordel, no retrajo su mano de la destrucción;

Hizo, pues, que se lamentara el antemuro y el muro; fueron desolados juntamente.

 

9 Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos;

Su rey y sus príncipes están entre las naciones donde no hay ley;

Sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.

 

10 Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sion;

Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio;

Las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

 

11 Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas,

Mi hígado se derramó por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo,

Cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.

 

12 Decían a sus madres:

 ¿Dónde está el trigo y el vino?

Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad,

Derramando sus almas en el regazo de sus madres.

 

13 ¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén?

¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sion?

Porque grande como el mar es tu quebrantamiento; ¿quién te sanará?

 

14 Tus profetas vieron para ti vanidad y locura;

Y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio,

Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.

 

15 Todos los que pasaban por el camino batieron las manos sobre ti;

Silbaron, y movieron despectivamente sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo:

¿Es esta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

 

16 Todos tus enemigos abrieron contra ti su boca;

Se burlaron, y crujieron los dientes; dijeron:

 Devorémosla;

Ciertamente este es el día que esperábamos; lo hemos hallado, lo hemos visto.

 

17 Jehová ha hecho lo que tenía determinado;

Ha cumplido su palabra, la cual él había mandado desde tiempo antiguo.

Destruyó, y no perdonó;

Y ha hecho que el enemigo se alegre sobre ti,

Y enalteció el poder de tus adversarios.

 

18 El corazón de ellos clamaba al Señor;

Oh hija de Sion, echa lágrimas cual arroyo día y noche;

No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.

 

19 Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias;

Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;

Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,

Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.

 

20 Mira, oh Jehová, y considera a quién has hecho así.

¿Han de comer las mujeres el fruto de sus entrañas, los pequeñitos a su tierno cuidado?

¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

 

21 Niños y viejos yacían por tierra en las calles;

Mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a espada;

Mataste en el día de tu furor; degollaste, no perdonaste.

 

22 Has convocado de todas partes mis temores, como en un día de solemnidad;

Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo;

Los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó.

 

Esperanza de liberación por la misericordia de Dios

 

LAMENTACIONES 3

 

1 Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.

2 Me guió y me llevó en tinieblas, y no en luz;

3 Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.

 

4 Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos;

5 Edificó baluartes contra mí, y me rodeó de amargura y de trabajo.

6 Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo.

 

7 Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;

8 Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración;

9 Cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos.

 

10 Fue para mí como oso que acecha, como león en escondrijos;

11 Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó desolado.

12 Entesó su arco, y me puso como blanco para la saeta.

 

13 Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba.

14 Fui escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días;

15 Me llenó de amarguras, me embriagó de ajenjos.

 

16 Mis dientes quebró con cascajo, me cubrió de ceniza;

17 Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien,

18 Y dije:

 Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.

 

19 Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;

20 Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí;

21 Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.

22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.

23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.

 

25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.

26 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.

27 Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.

 

28 Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso;

29 Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza;

30 Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.

 

31 Porque el Señor no desecha para siempre;

32 Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;

33 Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.

 

34 Desmenuzar bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,

35 Torcer el derecho del hombre delante de la presencia del Altísimo,

36 Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.

 

37 ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?

38 ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?

39 ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado.

 

40 Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová;

41 Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos;

42 Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste.

 

43 Desplegaste la ira y nos perseguiste; mataste, y no perdonaste;

44 Te cubriste de nube para que no pasase la oración nuestra;

45 Nos volviste en oprobio y abominación en medio de los pueblos.

 

46 Todos nuestros enemigos abrieron contra nosotros su boca;

47 Temor y lazo fueron para nosotros, asolamiento y quebranto;

48 Ríos de aguas echan mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

 

49 Mis ojos destilan y no cesan, porque no hay alivio

50 Hasta que Jehová mire y vea desde los cielos;

51 Mis ojos contristaron mi alma por todas las hijas de mi ciudad.

 

52 Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué;

53 Ataron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí;

54 Aguas cubrieron mi cabeza; yo dije:

 Muerto soy.

 

55 Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda;

56 Oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros.

57 Te acercaste el día que te invoqué; dijiste:

 No temas.

 

58 Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.

59 Tú has visto, oh Jehová, mi agravio; defiende mi causa.

60 Has visto toda su venganza, todos sus pensamientos contra mí.

 

61 Has oído el oprobio de ellos, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí;

62 Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.

63 Su sentarse y su levantarse mira; yo soy su canción.

 

64 Dales el pago, oh Jehová, según la obra de sus manos.

65 Entrégalos al endurecimiento de corazón; tu maldición caiga sobre ellos.

66 Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh Jehová.

 

El castigo de Sion consumado

 

LAMENTACIONES 4

 

1 ¡Cómo se ha ennegrecido el oro!

¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!

Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

 

2 Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro,

¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

 

3 Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros;

La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto.

 

4 La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed;

Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.

 

5 Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles;

Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros.

 

6 Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma,

Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías.

 

7 Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche;

Más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro.

 

8 Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles;

Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.

 

9 Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre;

Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.

 

10 Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos;

Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

 

11 Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira;

Y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos.

 

12 Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo,

Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalén.

 

13 Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes,

Quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos.

 

14 Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados con sangre,

De modo que no pudiesen tocarse sus vestiduras.

 

15 ¡Apartaos! ¡Inmundos! les gritaban; ¡Apartaos, apartaos, no toquéis!

Huyeron y fueron dispersados; se dijo entre las naciones:

Nunca más morarán aquí.

 

16 La ira de Jehová los apartó, no los mirará más;

No respetaron la presencia de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.

 

17 Aun han desfallecido nuestros ojos esperando en vano nuestro socorro;

En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar.

 

18 Cazaron nuestros pasos, para que no anduviésemos por nuestras calles;

Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro fin.

 

19 Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo;

Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscadas.

 

20 El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová,

De quien habíamos dicho:

 A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos.

 

21 Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz;

Aun hasta ti llegará la copa; te embriagarás, y vomitarás.

 

22 Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sion;

Nunca más te hará llevar cautiva.

Castigará tu iniquidad, oh hija de Edom;

Descubrirá tus pecados.

 

Oración del pueblo afligido

 

LAMENTACIONES 5

 

1 Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido;

Mira, y ve nuestro oprobio.

2 Nuestra heredad ha pasado a extraños,

Nuestras casas a forasteros.

3 Huérfanos somos sin padre;

Nuestras madres son como viudas.

4 Nuestra agua bebemos por dinero;

Compramos nuestra leña por precio.

5 Padecemos persecución sobre nosotros;

Nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.

6 Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan.

7 Nuestros padres pecaron, y han muerto;

Y nosotros llevamos su castigo.

8 Siervos se enseñorearon de nosotros;

No hubo quien nos librase de su mano.

9 Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan

Ante la espada del desierto.

10 Nuestra piel se ennegreció como un horno

A causa del ardor del hambre.

11 Violaron a las mujeres en Sion,

A las vírgenes en las ciudades de Judá.

12 A los príncipes colgaron de las manos;

No respetaron el rostro de los viejos.

13 Llevaron a los jóvenes a moler,

Y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña.

14 Los ancianos no se ven más en la puerta,

Los jóvenes dejaron sus canciones.

15 Cesó el gozo de nuestro corazón;

Nuestra danza se cambió en luto.

16 Cayó la corona de nuestra cabeza;

¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.

17 Por esto fue entristecido nuestro corazón,

Por esto se entenebrecieron nuestros ojos,

18 Por el monte de Sion que está asolado;

Zorras andan por él.

19 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre;

Tu trono de generación en generación.

20 ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros,

Y nos abandonas tan largo tiempo?

21 Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos;

Renueva nuestros días como al principio.

22 Porque nos has desechado;

Te has airado contra nosotros en gran manera.


EZEQUIEL

 

La visión de la gloria divina

 

EZEQUIEL 1

 

1 Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.

2 En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes,

3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.

4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,

5 y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia:

 había en ellos semejanza de hombre.

6 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.

7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.

8 Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.

9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.

10 Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila.

11 Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.

12 Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían.

13 Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.

14 Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.

15 Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados.

16 El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda.

17 Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban.

18 Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro.

19 Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.

20 Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

21 Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

22 Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.

23 Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo.

24 Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas.

25 Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.

26 Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él.

27 Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor.

28 Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor.

Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.

 

Llamamiento de Ezequiel

 

EZEQUIEL 2

 

1 Me dijo:

 Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.

2 Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba.

3 Y me dijo:

 Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.

4 Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás:

 Así ha dicho Jehová el Señor.

5 Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.

6 Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde.

7 Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes.

8 Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.

9 Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro.

10 Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.

 

EZEQUIEL 3

 

1 Me dijo:

 Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.

2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

3 Y me dijo:

 Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.

4 Luego me dijo:

 Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.

5 Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel.

6 No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran.

7 Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.

8 He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.

9 Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.

10 Y me dijo:

 Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos.

11 Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.

12 Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía:

 Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.

13 Oí también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de gran estruendo.

14 Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí.

15 Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.

 

El atalaya de Israel

 

(Ez.33.1-9)

 

16 Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 17 Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.

18 Cuando yo dijere al impío:

 De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.

19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.

20 Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.

21 Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.

 

El profeta mudo

 

22 Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo:

 Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo.

23 Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.

24 Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo:

 Entra, y enciérrate dentro de tu casa.

25 Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos.

26 Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde.

27 Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.

 

Predicción del sitio de Jerusalén

 

EZEQUIEL 4

 

1 Tú, hijo de hombre, tómate un adobe, y ponlo delante de ti, y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén.

2 Y pondrás contra ella sitio, y edificarás contra ella fortaleza, y sacarás contra ella baluarte, y pondrás delante de ella campamento, y colocarás contra ella arietes alrededor.

3 Tómate también una plancha de hierro, y ponla en lugar de muro de hierro entre ti y la ciudad; afirmarás luego tu rostro contra ella, y será en lugar de cerco, y la sitiarás. Es señal a la casa de Israel.

4 Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos.

5 Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días, trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel.

6 Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado.

7 Al asedio de Jerusalén afirmarás tu rostro, y descubierto tu brazo, profetizarás contra ella.

8 Y he aquí he puesto sobre ti ataduras, y no te volverás de un lado a otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.

9 Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos el número de los días que te acuestes sobre tu lado; trescientos noventa días comerás de él.

10 La comida que comerás será de peso de veinte siclos al día; de tiempo en tiempo la comerás.

11 Y beberás el agua por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás.

12 Y comerás pan de cebada cocido debajo de la ceniza; y lo cocerás a vista de ellos al fuego de excremento humano.

13 Y dijo Jehová:

 Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo, entre las naciones a donde los arrojaré yo.

14 Y dije:

 ¡Ah, Señor Jehová! he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda.

15 Y me respondió:

 He aquí te permito usar estiércol de bueyes en lugar de excremento humano para cocer tu pan.

16 Me dijo luego:

 Hijo de hombre, he aquí quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto,

17 para que al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto, y se consuman en su maldad.

 

EZEQUIEL 5

 

1 Y tú, hijo de hombre, tómate un cuchillo agudo, toma una navaja de barbero, y hazla pasar sobre tu cabeza y tu barba; toma después una balanza de pesar y divide los cabellos.

2 Una tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio; y tomarás una tercera parte y la cortarás con espada alrededor de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento, y yo desenvainaré espada en pos de ellos.

3 Tomarás también de allí unos pocos en número, y los atarás en la falda de tu manto.

4 Y tomarás otra vez de ellos, y los echarás en medio del fuego, y en el fuego los quemarás; de allí saldrá el fuego a toda la casa de Israel.

5 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella.

6 Y ella cambió mis decretos y mis ordenanzas en impiedad más que las naciones, y más que las tierras que están alrededor de ella; porque desecharon mis decretos y mis mandamientos, y no anduvieron en ellos.

7 Por tanto, así ha dicho Jehová:

 ¿Por haberos multiplicado más que las naciones que están alrededor de vosotros, no habéis andado en mis mandamientos, ni habéis guardado mis leyes? Ni aun según las leyes de las naciones que están alrededor de vosotros habéis andado.

8 Así, pues, ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en medio de ti ante los ojos de las naciones.

9 Y haré en ti lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante, a causa de todas tus abominaciones.

10 Por eso los padres comerán a los hijos en medio de ti, y los hijos comerán a sus padres; y haré en ti juicios, y esparciré a todos los vientos todo lo que quedare de ti.

11 Por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, ciertamente por haber profanado mi santuario con todas tus abominaciones, te quebrantaré yo también; mi ojo no perdonará, ni tampoco tendré yo misericordia.

12 Una tercera parte de ti morirá de pestilencia y será consumida de hambre en medio de ti; y una tercera parte caerá a espada alrededor de ti; y una tercera parte esparciré a todos los vientos, y tras ellos desenvainaré espada.

13 Y se cumplirá mi furor y saciaré en ellos mi enojo, y tomaré satisfacción; y sabrán que yo Jehová he hablado en mi celo, cuando cumpla en ellos mi enojo.

14 Y te convertiré en soledad y en oprobio entre las naciones que están alrededor de ti, a los ojos de todo transeúnte.

15 Y serás oprobio y escarnio y escarmiento y espanto a las naciones que están alrededor de ti, cuando yo haga en ti juicios con furor e indignación, y en reprensiones de ira. Yo Jehová he hablado.

16 Cuando arroje yo sobre ellos las perniciosas saetas del hambre, que serán para destrucción, las cuales enviaré para destruiros, entonces aumentaré el hambre sobre vosotros, y quebrantaré entre vosotros el sustento del pan.

17 Enviaré, pues, sobre vosotros hambre, y bestias feroces que te destruyan; y pestilencia y sangre pasarán por en medio de ti, y enviaré sobre ti espada. Yo Jehová he hablado.

 

Profecía contra los montes de Israel

 

EZEQUIEL 6

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos.

3 Y dirás:

 Montes de Israel, oíd palabra de Jehová el Señor:

 Así ha dicho Jehová el Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles:

 He aquí que yo, yo haré venir sobre vosotros espada, y destruiré vuestros lugares altos.

4 Vuestros altares serán asolados, y vuestras imágenes del sol serán quebradas; y haré que caigan vuestros muertos delante de vuestros ídolos.

5 Y pondré los cuerpos muertos de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y vuestros huesos esparciré en derredor de vuestros altares.

6 Dondequiera que habitéis, serán desiertas las ciudades, y los lugares altos serán asolados, para que sean asolados y se hagan desiertos vuestros altares; y vuestros ídolos serán quebrados y acabarán, vuestras imágenes del sol serán destruidas, y vuestras obras serán deshechas.

7 Y los muertos caerán en medio de vosotros; y sabréis que yo soy Jehová.

8 Mas dejaré un resto, de modo que tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos por las tierras.

9 Y los que de vosotros escaparen se acordarán de mí entre las naciones en las cuales serán cautivos; porque yo me quebranté a causa de su corazón fornicario que se apartó de mí, y a causa de sus ojos que fornicaron tras sus ídolos; y se avergonzarán de sí mismos, a causa de los males que hicieron en todas sus abominaciones.

10 Y sabrán que yo soy Jehová; no en vano dije que les había de hacer este mal.

11 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Palmotea con tus manos, y golpea con tu pie, y di:

 ¡Ay, por todas las grandes abominaciones de la casa de Israel! porque con espada y con hambre y con pestilencia caerán.

12 El que esté lejos morirá de pestilencia, el que esté cerca caerá a espada, y el que quede y sea asediado morirá de hambre; así cumpliré en ellos mi enojo.

13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando sus muertos estén en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares, sobre todo collado alto, en todas las cumbres de los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina espesa, lugares donde ofrecieron incienso a todos sus ídolos.

14 Y extenderé mi mano contra ellos, y dondequiera que habiten haré la tierra más asolada y devastada que el desierto hacia Diblat; y conocerán que yo soy Jehová.

 

El fin viene

 

EZEQUIEL 7

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor a la tierra de Israel:

 El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra.

3 Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones.

4 Y mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus caminos, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo soy Jehová.

5 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Un mal, he aquí que viene un mal.

6 Viene el fin, el fin viene; se ha despertado contra ti; he aquí que viene.

7 La mañana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día; día de tumulto, y no de alegría, sobre los montes.

8 Ahora pronto derramaré mi ira sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti tus abominaciones.

9 Y mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; según tus caminos pondré sobre ti, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo Jehová soy el que castiga.

10 He aquí el día, he aquí que viene; ha salido la mañana; ha florecido la vara, ha reverdecido la soberbia.

11 La violencia se ha levantado en vara de maldad; ninguno quedará de ellos, ni de su multitud, ni uno de los suyos, ni habrá entre ellos quien se lamente.

12 El tiempo ha venido, se acercó el día; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira está sobre toda la multitud.

13 Porque el que vende no volverá a lo vendido, aunque queden vivos; porque la visión sobre toda la multitud no se revocará, y a causa de su iniquidad ninguno podrá amparar su vida.

14 Tocarán trompeta, y prepararán todas las cosas, y no habrá quien vaya a la batalla; porque mi ira está sobre toda la multitud.

15 De fuera espada, de dentro pestilencia y hambre; el que esté en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad lo consumirá el hambre y la pestilencia.

16 Y los que escapen de ellos huirán y estarán sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos, cada uno por su iniquidad.

17 Toda mano se debilitará, y toda rodilla será débil como el agua.

18 Se ceñirán también de cilicio, y les cubrirá terror; en todo rostro habrá vergüenza, y todas sus cabezas estarán rapadas.

19 Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; no saciarán su alma, ni llenarán sus entrañas, porque ha sido tropiezo para su maldad.

20 Por cuanto convirtieron la gloria de su ornamento en soberbia, e hicieron de ello las imágenes de sus abominables ídolos, por eso se lo convertí en cosa repugnante.

21 En mano de extraños la entregué para ser saqueada, y será presa de los impíos de la tierra, y la profanarán.

22 Y apartaré de ellos mi rostro, y será violado mi lugar secreto; pues entrarán en él invasores y lo profanarán.

23 Haz una cadena, porque la tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia.

24 Traeré, por tanto, los más perversos de las naciones, los cuales poseerán las casas de ellos; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados.

25 Destrucción viene; y buscarán la paz, y no la habrá.

26 Quebrantamiento vendrá sobre quebrantamiento, y habrá rumor sobre rumor; y buscarán respuesta del profeta, mas la ley se alejará del sacerdote, y de los ancianos el consejo.

27 El rey se enlutará, y el príncipe se vestirá de tristeza, y las manos del pueblo de la tierra temblarán; según su camino haré con ellos, y con los juicios de ellos los juzgaré; y sabrán que yo soy Jehová.

 

Visión de las abominaciones en Jerusalén

 

EZEQUIEL 8

 

1 En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor.

2 Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente.

3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos.

4 Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.

5 Y me dijo:

 Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada.

6 Me dijo entonces:

 Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores.

7 Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero.

8 Y me dijo:

 Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta.

9 Me dijo luego:

 Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí.

10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.

11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.

12 Y me dijo:

 Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos:

 No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.

13 Me dijo después:

 Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos.

14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz.

15 Luego me dijo:

 ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas.

16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.

17 Y me dijo:

 ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices.

18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré.

 

Visión de la muerte de los culpables

 

EZEQUIEL 9

 

1 Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo:

 Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.

2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.

3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,

4 y le dijo Jehová:

 Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.

5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo:

 Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.

6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.

7 Y les dijo:

 Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.

8 Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije:

 ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

9 Y me dijo:

 La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho:

 Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.

10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.

11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo:

 He hecho conforme a todo lo que me mandaste.

 

La gloria de Dios abandona el templo

 

EZEQUIEL 10

 

1 Miré, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos.

2 Y habló al varón vestido de lino, y le dijo:

 Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y entró a vista mía.

3 Y los querubines estaban a la mano derecha de la casa cuando este varón entró; y la nube llenaba el atrio de adentro.

4 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová.

5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla.

6 Aconteció, pues, que al mandar al varón vestido de lino, diciendo:

 Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró y se paró entre las ruedas.

7 Y un querubín extendió su mano de en medio de los querubines al fuego que estaba entre ellos, y tomó de él y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino, el cual lo tomó y salió.

8 Y apareció en los querubines la figura de una mano de hombre debajo de sus alas.

9 Y miré, y he aquí cuatro ruedas junto a los querubines, junto a cada querubín una rueda; y el aspecto de las ruedas era como de crisólito.

10 En cuanto a su apariencia, las cuatro eran de una misma forma, como si estuviera una en medio de otra.

11 Cuando andaban, hacia los cuatro frentes andaban; no se volvían cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía la primera, en pos de ella iban; ni se volvían cuando andaban.

12 Y todo su cuerpo, sus espaldas, sus manos, sus alas y las ruedas estaban llenos de ojos alrededor en sus cuatro ruedas.

13 A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba:

 ¡Rueda! 14 Y cada uno tenía cuatro caras. La primera era rostro de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, cara de león; la cuarta, cara de águila.

15 Y se levantaron los querubines; este es el ser viviente que vi en el río Quebar.

16 Y cuando andaban los querubines, andaban las ruedas junto con ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas tampoco se apartaban de ellos.

17 Cuando se paraban ellos, se paraban ellas, y cuando ellos se alzaban, se alzaban con ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.

18 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa, y se puso sobre los querubines.

19 Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima sobre ellos.

20 Estos eran los mismos seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel junto al río Quebar; y conocí que eran querubines.

21 Cada uno tenía cuatro caras y cada uno cuatro alas, y figuras de manos de hombre debajo de sus alas.

22 Y la semejanza de sus rostros era la de los rostros que vi junto al río Quebar, su misma apariencia y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante.

 

Reprensión de los príncipes malvados

 

EZEQUIEL 11

 

1 El Espíritu me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo.

2 Y me dijo:

 Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo;

3 los cuales dicen:

 No será tan pronto; edifiquemos casas; esta será la olla, y nosotros la carne.

4 Por tanto profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre.

5 Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo:

 Di:

 Así ha dicho Jehová:

 Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he entendido.

6 Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y habéis llenado de muertos sus calles.

7 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Vuestros muertos que habéis puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla; mas yo os sacaré a vosotros de en medio de ella.

8 Espada habéis temido, y espada traeré sobre vosotros, dice Jehová el Señor.

9 Y os sacaré de en medio de ella, y os entregaré en manos de extraños, y haré juicios entre vosotros.

10 A espada caeréis; en los límites de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Jehová.

11 La ciudad no os será por olla, ni vosotros seréis en medio de ella la carne; en los límites de Israel os juzgaré.

12 Y sabréis que yo soy Jehová; porque no habéis andado en mis estatutos, ni habéis obedecido mis decretos, sino según las costumbres de las naciones que os rodean habéis hecho.

13 Y aconteció que mientras yo profetizaba, aquel Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces me postré rostro a tierra y clamé con gran voz, y dije:

 ¡Ah, Señor Jehová! ¿Destruirás del todo al remanente de Israel?

 

Promesa de restauración y renovación

 

14 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 15 Hijo de hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentesco y toda la casa de Israel, toda ella son aquellos a quienes dijeron los moradores de Jerusalén:

 Alejaos de Jehová; a nosotros es dada la tierra en posesión.

16 Por tanto, di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen.

17 Di, por tanto:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel.

18 Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones.

19 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne,

20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.

21 Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor.

22 Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos.

23 Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad.

24 Luego me levantó el Espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue de mí la visión que había visto.

25 Y hablé a los cautivos todas las cosas que Jehová me había mostrado.

 

Salida de Ezequiel en señal de la cautividad

 

EZEQUIEL 12

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no oyen, porque son casa rebelde.

3 Por tanto tú, hijo de hombre, prepárate enseres de marcha, y parte de día delante de sus ojos; y te pasarás de tu lugar a otro lugar a vista de ellos, por si tal vez atienden, porque son casa rebelde.

4 Y sacarás tus enseres de día delante de sus ojos, como enseres de cautiverio; mas tú saldrás por la tarde a vista de ellos, como quien sale en cautiverio.

5 Delante de sus ojos te abrirás paso por entre la pared, y saldrás por ella.

6 Delante de sus ojos los llevarás sobre tus hombros, de noche los sacarás; cubrirás tu rostro, y no mirarás la tierra; porque por señal te he dado a la casa de Israel.

7 Y yo hice así como me fue mandado; saqué mis enseres de día, como enseres de cautiverio, y a la tarde me abrí paso por entre la pared con mi propia mano; salí de noche, y los llevé sobre los hombros a vista de ellos.

8 Y vino a mí palabra de Jehová por la mañana, diciendo:

 9 Hijo de hombre, ¿no te ha dicho la casa de Israel, aquella casa rebelde:

 ¿Qué haces?

10 Diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Esta profecía se refiere al príncipe en Jerusalén, y a toda la casa de Israel que está en medio de ella.

11 Diles:

 Yo soy vuestra señal; como yo hice, así se hará con vosotros; partiréis al destierro, en cautividad.

12 Y al príncipe que está en medio de ellos llevarán a cuestas de noche, y saldrán; por la pared abrirán paso para sacarlo por ella; cubrirá su rostro para no ver con sus ojos la tierra.

13 Mas yo extenderé mi red sobre él, y caerá preso en mi trampa, y haré llevarlo a Babilonia, a tierra de caldeos, pero no la verá, y allá morirá.

14 Y a todos los que estuvieren alrededor de él para ayudarle, y a todas sus tropas, esparciré a todos los vientos, y desenvainaré espada en pos de ellos.

15 Y sabrán que yo soy Jehová, cuando los esparciere entre las naciones, y los dispersare por la tierra.

16 Y haré que unos pocos de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde llegaren; y sabrán que yo soy Jehová.

17 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 18 Hijo de hombre, come tu pan con temblor, y bebe tu agua con estremecimiento y con ansiedad.

19 Y di al pueblo de la tierra:

 Así ha dicho Jehová el Señor sobre los moradores de Jerusalén y sobre la tierra de Israel:

 Su pan comerán con temor, y con espanto beberán su agua; porque su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran.

20 Y las ciudades habitadas quedarán desiertas, y la tierra será asolada; y sabréis que yo soy Jehová.

21 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 22 Hijo de hombre, ¿qué refrán es este que tenéis vosotros en la tierra de Israel, que dice:

 Se van prolongando los días, y desaparecerá toda visión?

23 Diles, por tanto:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Haré cesar este refrán, y no repetirán más este refrán en Israel. Diles, pues:

 Se han acercado aquellos días, y el cumplimiento de toda visión.

24 Porque no habrá más visión vana, ni habrá adivinación de lisonjeros en medio de la casa de Israel.

25 Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor.

26 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 27 Hijo de hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen:

 La visión que éste ve es para de aquí a muchos días, para lejanos tiempos profetiza éste.

28 Diles, por tanto:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 No se tardará más ninguna de mis palabras, sino que la palabra que yo hable se cumplirá, dice Jehová el Señor.

 

Condenación de los falsos profetas

 

EZEQUIEL 13

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan, y di a los que profetizan de su propio corazón:

 Oíd palabra de Jehová.

3 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto! 4 Como zorras en los desiertos fueron tus profetas, oh Israel.

5 No habéis subido a las brechas, ni habéis edificado un muro alrededor de la casa de Israel, para que resista firme en la batalla en el día de Jehová.

6 Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen:

 Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos.

7 ¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís:

 Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?

8 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto vosotros habéis hablado vanidad, y habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros, dice Jehová el Señor.

9 Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor.

10 Sí, por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo:

 Paz, no habiendo paz; y uno edificaba la pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto,

11 di a los recubridores con lodo suelto, que caerá; vendrá lluvia torrencial, y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá.

12 Y he aquí cuando la pared haya caído, ¿no os dirán:

 ¿Dónde está la embarradura con que la recubristeis?

13 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Haré que la rompa viento tempestuoso con mi ira, y lluvia torrencial vendrá con mi furor, y piedras de granizo con enojo para consumir.

14 Así desbarataré la pared que vosotros recubristeis con lodo suelto, y la echaré a tierra, y será descubierto su cimiento, y caerá, y seréis consumidos en medio de ella; y sabréis que yo soy Jehová.

15 Cumpliré así mi furor en la pared y en los que la recubrieron con lodo suelto; y os diré:

 No existe la pared, ni los que la recubrieron,

16 los profetas de Israel que profetizan acerca de Jerusalén, y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor.

17 Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas,

18 y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida?

19 ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?

20 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de vuestras manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras cazáis volando.

21 Romperé asimismo vuestros velos mágicos, y libraré a mi pueblo de vuestra mano, y no estarán más como presa en vuestra mano; y sabréis que yo soy Jehová.

22 Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino, infundiéndole ánimo,

23 por tanto, no veréis más visión vana, ni practicaréis más adivinación; y libraré mi pueblo de vuestra mano, y sabréis que yo soy Jehová.

 

Juicio contra los idólatras que consultan al profeta

 

EZEQUIEL 14

 

1 Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí.

2 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 3 Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos?

4 Háblales, por tanto, y diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos,

5 para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos.

6 Por tanto, di a la casa de Israel:

 Así dice Jehová el Señor:

 Convertíos, y volveos de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones.

7 Porque cualquier hombre de la casa de Israel, y de los extranjeros que moran en Israel, que se hubiere apartado de andar en pos de mí, y hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido delante de su rostro el tropiezo de su maldad, y viniere al profeta para preguntarle por mí, yo Jehová le responderé por mí mismo;

8 y pondré mi rostro contra aquel hombre, y le pondré por señal y por escarmiento, y lo cortaré de en medio de mi pueblo; y sabréis que yo soy Jehová.

9 Y cuando el profeta fuere engañado y hablare palabra, yo Jehová engañé al tal profeta; y extenderé mi mano contra él, y lo destruiré de en medio de mi pueblo Israel.

10 Y llevarán ambos el castigo de su maldad; como la maldad del que consultare, así será la maldad del profeta,

11 para que la casa de Israel no se desvíe más de en pos de mí, ni se contamine más en todas sus rebeliones; y me sean por pueblo, y yo les sea por Dios, dice Jehová el Señor.

 

Justicia del castigo de Jerusalén

 

12 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 13 Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias,

14 si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor.

15 Y si hiciere pasar bestias feroces por la tierra y la asolaren, y quedare desolada de modo que no haya quien pase a causa de las fieras,

16 y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, ni a sus hijos ni a sus hijas librarían; ellos solos serían librados, y la tierra quedaría desolada.

17 O si yo trajere espada sobre la tierra, y dijere:

 Espada, pasa por la tierra; e hiciere cortar de ella hombres y bestias,

18 y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos serían librados.

19 O si enviare pestilencia sobre esa tierra y derramare mi ira sobre ella en sangre, para cortar de ella hombres y bestias,

20 y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su justicia librarían solamente sus propias vidas.

21 Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor:

 ¿Cuánto más cuando yo enviare contra Jerusalén mis cuatro juicios terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia, para cortar de ella hombres y bestias?

22 Sin embargo, he aquí quedará en ella un remanente, hijos e hijas, que serán llevados fuera; he aquí que ellos vendrán a vosotros, y veréis su camino y sus hechos, y seréis consolados del mal que hice venir sobre Jerusalén, de todas las cosas que traje sobre ella.

23 Y os consolarán cuando viereis su camino y sus hechos, y conoceréis que no sin causa hice todo lo que he hecho en ella, dice Jehová el Señor.

 

Jerusalén es como una vid inútil

 

EZEQUIEL 15

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque?

3 ¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa?

4 He aquí, es puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra alguna?

5 He aquí que cuando estaba entera no servía para obra alguna; ¿cuánto menos después que el fuego la hubiere consumido, y fuere quemada? ¿Servirá más para obra alguna?

6 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén.

7 Y pondré mi rostro contra ellos; aunque del fuego se escaparon, fuego los consumirá; y sabréis que yo soy Jehová, cuando pusiere mi rostro contra ellos.

8 Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor.

 

Infidelidad de Jerusalén

 

EZEQUIEL 16

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, notifica a Jerusalén sus abominaciones,

3 y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor sobre Jerusalén:

 Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea.

4 Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas.

5 No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.

6 Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije:

 ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres:

 ¡Vive! 7 Te hice multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se habían formado, y tu pelo había crecido; pero estabas desnuda y descubierta.

8 Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía.

9 Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite;

10 y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda.

11 Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello.

12 Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza.

13 Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar.

14 Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor.

15 Pero confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus fornicaciones a cuantos pasaron; suya eras.

16 Y tomaste de tus vestidos, y te hiciste diversos lugares altos, y fornicaste sobre ellos; cosa semejante nunca había sucedido, ni sucederá más.

17 Tomaste asimismo tus hermosas alhajas de oro y de plata que yo te había dado, y te hiciste imágenes de hombre y fornicaste con ellas;

18 y tomaste tus vestidos de diversos colores y las cubriste; y mi aceite y mi incienso pusiste delante de ellas.

19 Mi pan también, que yo te había dado, la flor de la harina, el aceite y la miel, con que yo te mantuve, pusiste delante de ellas para olor agradable; y fue así, dice Jehová el Señor.

20 Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí, y los sacrificaste a ellas para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus fornicaciones,

21 para que degollases también a mis hijos y los ofrecieras a aquellas imágenes como ofrenda que el fuego consumía?

22 Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre.

23 Y sucedió que después de toda tu maldad (¡ay, ay de ti! dice Jehová el Señor),

24 te edificaste lugares altos, y te hiciste altar en todas las plazas.

25 En toda cabeza de camino edificaste lugar alto, e hiciste abominable tu hermosura, y te ofreciste a cuantos pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones.

26 Y fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes; y aumentaste tus fornicaciones para enojarme.

27 Por tanto, he aquí que yo extendí contra ti mi mano, y disminuí tu provisión ordinaria, y te entregué a la voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen, las cuales se avergüenzan de tu camino deshonesto.

28 Fornicaste también con los asirios, por no haberte saciado; y fornicaste con ellos y tampoco te saciaste.

29 Multiplicaste asimismo tu fornicación en la tierra de Canaán y de los caldeos, y tampoco con esto te saciaste.

30 ¡Cuán inconstante es tu corazón, dice Jehová el Señor, habiendo hecho todas estas cosas, obras de una ramera desvergonzada,

31 edificando tus lugares altos en toda cabeza de camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! Y no fuiste semejante a ramera, en que menospreciaste la paga,

32 sino como mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos.

33 A todas las rameras les dan dones; mas tú diste tus dones a todos tus enamorados; y les diste presentes, para que de todas partes se llegasen a ti en tus fornicaciones.

34 Y ha sucedido contigo, en tus fornicaciones, lo contrario de las demás mujeres:

 porque ninguno te ha solicitado para fornicar, y tú das la paga, en lugar de recibirla; por esto has sido diferente.

35 Por tanto, ramera, oye palabra de Jehová.

36 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto han sido descubiertas tus desnudeces en tus fornicaciones, y tu confusión ha sido manifestada a tus enamorados, y a los ídolos de tus abominaciones, y en la sangre de tus hijos, los cuales les diste;

37 por tanto, he aquí que yo reuniré a todos tus enamorados con los cuales tomaste placer, y a todos los que amaste, con todos los que aborreciste; y los reuniré alrededor de ti y les descubriré tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez.

38 Y yo te juzgaré por las leyes de las adúlteras, y de las que derraman sangre; y traeré sobre ti sangre de ira y de celos.

39 Y te entregaré en manos de ellos; y destruirán tus lugares altos, y derribarán tus altares, y te despojarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas alhajas, y te dejarán desnuda y descubierta.

40 Y harán subir contra ti muchedumbre de gente, y te apedrearán, y te atravesarán con sus espadas.

41 Quemarán tus casas a fuego, y harán en ti juicios en presencia de muchas mujeres; y así haré que dejes de ser ramera, y que ceses de prodigar tus dones.

42 Y saciaré mi ira sobre ti, y se apartará de ti mi celo, y descansaré y no me enojaré más.

43 Por cuanto no te acordaste de los días de tu juventud, y me provocaste a ira en todo esto, por eso, he aquí yo también traeré tu camino sobre tu cabeza, dice Jehová el Señor; pues ni aun has pensado sobre toda tu lujuria.

44 He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice:

 Cual la madre, tal la hija.

45 Hija eres tú de tu madre, que desechó a su marido y a sus hijos; y hermana eres tú de tus hermanas, que desecharon a sus maridos y a sus hijos; vuestra madre fue hetea, y vuestro padre amorreo.

46 Y tu hermana mayor es Samaria, ella y sus hijas, que habitan al norte de ti; y tu hermana menor es Sodoma con sus hijas, la cual habita al sur de ti.

47 Ni aun anduviste en sus caminos, ni hiciste según sus abominaciones; antes, como si esto fuera poco y muy poco, te corrompiste más que ellas en todos tus caminos.

48 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que Sodoma tu hermana y sus hijas no han hecho como hiciste tú y tus hijas.

49 He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana:

 soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso.

50 Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité.

51 Y Samaria no cometió ni la mitad de tus pecados; porque tú multiplicaste tus abominaciones más que ellas, y has justificado a tus hermanas con todas las abominaciones que tú hiciste.

52 Tú también, que juzgaste a tus hermanas, lleva tu vergüenza en los pecados que tú hiciste, más abominables que los de ellas; más justas son que tú; avergüénzate, pues, tú también, y lleva tu confusión, por cuanto has justificado a tus hermanas.

53 Yo, pues, haré volver a sus cautivos, los cautivos de Sodoma y de sus hijas, y los cautivos de Samaria y de sus hijas, y haré volver los cautivos de tus cautiverios entre ellas,

54 para que lleves tu confusión, y te avergüences de todo lo que has hecho, siendo tú motivo de consuelo para ellas.

55 Y tus hermanas, Sodoma con sus hijas y Samaria con sus hijas, volverán a su primer estado; tú también y tus hijas volveréis a vuestro primer estado.

56 No era tu hermana Sodoma digna de mención en tu boca en el tiempo de tus soberbias,

57 antes que tu maldad fuese descubierta. Así también ahora llevas tú la afrenta de las hijas de Siria y de todas las hijas de los filisteos, las cuales por todos lados te desprecian.

58 Sufre tú el castigo de tu lujuria y de tus abominaciones, dice Jehová.

59 Pero más ha dicho Jehová el Señor:

 ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para invalidar el pacto?

60 Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto sempiterno.

61 Y te acordarás de tus caminos y te avergonzarás, cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores que tú, las cuales yo te daré por hijas, mas no por tu pacto,

62 sino por mi pacto que yo confirmaré contigo; y sabrás que yo soy Jehová;

63 para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice Jehová el Señor.

 

Parábola de las águilas y la vid

 

EZEQUIEL 17

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, propón una figura, y compón una parábola a la casa de Israel.

3 Y dirás:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Una gran águila, de grandes alas y de largos miembros, llena de plumas de diversos colores, vino al Líbano, y tomó el cogollo del cedro.

4 Arrancó el principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes, y lo puso en una ciudad de comerciantes.

5 Tomó también de la simiente de la tierra, y la puso en un campo bueno para sembrar, la plantó junto a aguas abundantes, la puso como un sauce.

6 Y brotó, y se hizo una vid de mucho ramaje, de poca altura, y sus ramas miraban al águila, y sus raíces estaban debajo de ella; así que se hizo una vid, y arrojó sarmientos y echó mugrones.

7 Había también otra gran águila, de grandes alas y de muchas plumas; y he aquí que esta vid juntó cerca de ella sus raíces, y extendió hacia ella sus ramas, para ser regada por ella por los surcos de su plantío.

8 En un buen campo, junto a muchas aguas, fue plantada, para que hiciese ramas y diese fruto, y para que fuese vid robusta.

9 Diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¿Será prosperada? ¿No arrancará sus raíces, y destruirá su fruto, y se secará? Todas sus hojas lozanas se secarán; y eso sin gran poder ni mucha gente para arrancarla de sus raíces.

10 Y he aquí está plantada; ¿será prosperada? ¿No se secará del todo cuando el viento solano la toque? En los surcos de su verdor se secará.

11 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 12 Di ahora a la casa rebelde:

 ¿No habéis entendido qué significan estas cosas? Diles:

 He aquí que el rey de Babilonia vino a Jerusalén, y tomó a tu rey y a sus príncipes, y los llevó consigo a Babilonia.

13 Tomó también a uno de la descendencia real e hizo pacto con él, y le hizo prestar juramento; y se llevó consigo a los poderosos de la tierra,

14 para que el reino fuese abatido y no se levantase, a fin de que guardando el pacto, permaneciese en pie.

15 Pero se rebeló contra él, enviando embajadores a Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Será prosperado, escapará el que estas cosas hizo? El que rompió el pacto, ¿podrá escapar?

16 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que morirá en medio de Babilonia, en el lugar donde habita el rey que le hizo reinar, cuyo juramento menospreció, y cuyo pacto hecho con él rompió.

17 Y ni con gran ejército ni con mucha compañía hará Faraón nada por él en la batalla, cuando se levanten vallados y se edifiquen torres para cortar muchas vidas.

18 Por cuanto menospreció el juramento y quebrantó el pacto, cuando he aquí que había dado su mano, y ha hecho todas estas cosas, no escapará.

19 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Vivo yo, que el juramento mío que menospreció, y mi pacto que ha quebrantado, lo traeré sobre su misma cabeza.

20 Extenderé sobre él mi red, y será preso en mi lazo, y lo haré venir a Babilonia, y allí entraré en juicio con él por su prevaricación con que contra mí se ha rebelado.

21 Y todos sus fugitivos, con todas sus tropas, caerán a espada, y los que queden serán esparcidos a todos los vientos; y sabréis que yo Jehová he hablado.

22 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y sublime.

23 En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas, y dará fruto, y se hará magnífico cedro; y habitarán debajo de él todas las aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán.

24 Y sabrán todos los árboles del campo que yo Jehová abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo Jehová lo he dicho, y lo haré.

 

El alma que pecare morirá

 

EZEQUIEL 18

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice:

 Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera?

3 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel.

4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.

5 Y el hombre que fuere justo, e hiciere según el derecho y la justicia;

6 que no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, ni violare la mujer de su prójimo, ni se llegare a la mujer menstruosa,

7 ni oprimiere a ninguno; que al deudor devolviere su prenda, que no cometiere robo, y que diere de su pan al hambriento y cubriere al desnudo con vestido,

8 que no prestare a interés ni tomare usura; que de la maldad retrajere su mano, e hiciere juicio verdadero entre hombre y hombre,

9 en mis ordenanzas caminare, y guardare mis decretos para hacer rectamente, éste es justo; éste vivirá, dice Jehová el Señor.

10 Mas si engendrare hijo ladrón, derramador de sangre, o que haga alguna cosa de estas,

11 y que no haga las otras, sino que comiere sobre los montes, o violare la mujer de su prójimo,

12 al pobre y menesteroso oprimiere, cometiere robos, no devolviere la prenda, o alzare sus ojos a los ídolos e hiciere abominación,

13 prestare a interés y tomare usura; ¿vivirá éste? No vivirá. Todas estas abominaciones hizo; de cierto morirá, su sangre será sobre él.

14 Pero si éste engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y viéndolos no hiciere según ellos;

15 no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel; la mujer de su prójimo no violare,

16 ni oprimiere a nadie, la prenda no retuviere, ni cometiere robos; al hambriento diere de su pan, y cubriere con vestido al desnudo;

17 apartare su mano del pobre, interés y usura no recibiere; guardare mis decretos y anduviere en mis ordenanzas; éste no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá.

18 Su padre, por cuanto hizo agravio, despojó violentamente al hermano, e hizo en medio de su pueblo lo que no es bueno, he aquí que él morirá por su maldad.

19 Y si dijereis:

 ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá.

20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.

 

El camino de Dios es justo

 

(Ez.33.10-20)

 

21 Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá.

22 Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá.

23 ¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?

24 Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá.

25 Y si dijereis:

 No es recto el camino del Señor; oíd ahora, casa de Israel:

 ¿No es recto mi camino? ¿no son vuestros caminos torcidos?

26 Apartándose el justo de su justicia, y haciendo iniquidad, él morirá por ello; por la iniquidad que hizo, morirá.

27 Y apartándose el impío de su impiedad que hizo, y haciendo según el derecho y la justicia, hará vivir su alma.

28 Porque miró y se apartó de todas sus transgresiones que había cometido, de cierto vivirá; no morirá.

29 Si aún dijere la casa de Israel:

 No es recto el camino del Señor; ¿no son rectos mis caminos, casa de Israel? Ciertamente, vuestros caminos no son rectos.

30 Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina.

31 Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel?

32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.

 

Lamentación sobre los príncipes de Israel

 

EZEQUIEL 19

 

1 Y tú, levanta endecha sobre los príncipes de Israel.

2 Dirás:

 ¡Cómo se echó entre los leones tu madre la leona! Entre los leoncillos crió sus cachorros,

3 e hizo subir uno de sus cachorros; vino a ser leoncillo, y aprendió a arrebatar la presa, y a devorar hombres.

4 Y las naciones oyeron de él; fue tomado en la trampa de ellas, y lo llevaron con grillos a la tierra de Egipto.

5 Viendo ella que había esperado mucho tiempo, y que se perdía su esperanza, tomó otro de sus cachorros, y lo puso por leoncillo.

6 Y él andaba entre los leones; se hizo leoncillo, aprendió a arrebatar la presa, devoró hombres.

7 Saqueó fortalezas, y asoló ciudades; y la tierra fue desolada, y cuanto había en ella, al estruendo de sus rugidos.

8 Arremetieron contra él las gentes de las provincias de alrededor, y extendieron sobre él su red, y en el foso fue apresado.

9 Y lo pusieron en una jaula y lo llevaron con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo pusieron en las fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel.

10 Tu madre fue como una vid en medio de la viña, plantada junto a las aguas, dando fruto y echando vástagos a causa de las muchas aguas.

11 Y ella tuvo varas fuertes para cetros de reyes; y se elevó su estatura por encima entre las ramas, y fue vista por causa de su altura y la multitud de sus sarmientos.

12 Pero fue arrancada con ira, derribada en tierra, y el viento solano secó su fruto; sus ramas fuertes fueron quebradas y se secaron; las consumió el fuego.

13 Y ahora está plantada en el desierto, en tierra de sequedad y de aridez.

14 Y ha salido fuego de la vara de sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara fuerte para cetro de rey.

Endecha es esta, y de endecha servirá.

 

Modo de proceder de Dios con Israel

 

EZEQUIEL 20

 

1 Aconteció en el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Jehová, y se sentaron delante de mí.

2 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel, y diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¿A consultarme venís vosotros? Vivo yo, que no os responderé, dice Jehová el Señor.

4 ¿Quieres tú juzgarlos? ¿Los quieres juzgar tú, hijo de hombre? Hazles conocer las abominaciones de sus padres,

5 y diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 El día que escogí a Israel, y que alcé mi mano para jurar a la descendencia de la casa de Jacob, cuando me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré diciendo:

 Yo soy Jehová vuestro Dios;

6 aquel día que les alcé mi mano, jurando así que los sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que les había provisto, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras;

7 entonces les dije:

 Cada uno eche de sí las abominaciones de delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy Jehová vuestro Dios.

8 Mas ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones de delante de sus ojos, ni dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en medio de la tierra de Egipto.

9 Con todo, a causa de mi nombre, para que no se infamase ante los ojos de las naciones en medio de las cuales estaban, en cuyos ojos fui conocido, actué para sacarlos de la tierra de Egipto.

10 Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto,

11 y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá.

12 Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.

13 Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de reposo profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos.

14 Pero actué a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado.

15 También yo les alcé mi mano en el desierto, jurando que no los traería a la tierra que les había dado, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras;

16 porque desecharon mis decretos, y no anduvieron en mis estatutos, y mis días de reposo profanaron, porque tras sus ídolos iba su corazón.

17 Con todo, los perdonó mi ojo, pues no los maté, ni los exterminé en el desierto;

18 antes dije en el desierto a sus hijos:

 No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.

19 Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis estatutos, y guardad mis preceptos, y ponedlos por obra;

20 y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.

21 Mas los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis estatutos, ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá; profanaron mis días de reposo.

Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en el desierto.

22 Mas retraje mi mano a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado.

23 También les alcé yo mi mano en el desierto, jurando que los esparciría entre las naciones, y que los dispersaría por las tierras,

24 porque no pusieron por obra mis decretos, sino que desecharon mis estatutos y profanaron mis días de reposo, y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos.

25 Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir.

26 Y los contaminé en sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy Jehová.

27 Por tanto, hijo de hombre, habla a la casa de Israel, y diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Aun en esto me afrentaron vuestros padres cuando cometieron rebelión contra mí.

28 Porque yo los traje a la tierra sobre la cual había alzado mi mano jurando que había de dársela, y miraron a todo collado alto y a todo árbol frondoso, y allí sacrificaron sus víctimas, y allí presentaron ofrendas que me irritan, allí pusieron también su incienso agradable, y allí derramaron sus libaciones.

29 Y yo les dije:

 ¿Qué es ese lugar alto adonde vosotros vais? Y fue llamado su nombre Bama hasta el día de hoy.

30 Di, pues, a la casa de Israel:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¿No os contamináis vosotros a la manera de vuestros padres, y fornicáis tras sus abominaciones?

31 Porque ofreciendo vuestras ofrendas, haciendo pasar vuestros hijos por el fuego, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos hasta hoy; ¿y he de responderos yo, casa de Israel? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no os responderé.

32 Y no ha de ser lo que habéis pensado. Porque vosotros decís:

 Seamos como las naciones, como las demás familias de la tierra, que sirven al palo y a la piedra.

33 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado, he de reinar sobre vosotros;

34 y os sacaré de entre los pueblos, y os reuniré de las tierras en que estáis esparcidos, con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado;

35 y os traeré al desierto de los pueblos, y allí litigaré con vosotros cara a cara.

36 Como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así litigaré con vosotros, dice Jehová el Señor.

37 Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto;

38 y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová.

39 Y a vosotros, oh casa de Israel, así ha dicho Jehová el Señor:

 Andad cada uno tras sus ídolos, y servidles, si es que a mí no me obedecéis; pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ídolos.

40 Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice Jehová el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas.

41 Como incienso agradable os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que estáis esparcidos; y seré santificado en vosotros a los ojos de las naciones.

42 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando os haya traído a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a vuestros padres.

43 Y allí os acordaréis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis.

44 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando haga con vosotros por amor de mi nombre, no según vuestros caminos malos ni según vuestras perversas obras, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor.

 

Profecía contra el Neguev

 

45 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 46 Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el sur, derrama tu palabra hacia la parte austral, profetiza contra el bosque del Neguev.

47 Y dirás al bosque del Neguev:

 Oye la palabra de Jehová:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí que yo enciendo en ti fuego, el cual consumirá en ti todo árbol verde y todo árbol seco; no se apagará la llama del fuego; y serán quemados en ella todos los rostros, desde el sur hasta el norte.

48 Y verá toda carne que yo Jehová lo encendí; no se apagará.

49 Y dije:

 ¡Ah, Señor Jehová! ellos dicen de mí:

 ¿No profiere éste parábolas?

 

La espada afilada de Jehová

 

EZEQUIEL 21

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, pon tu rostro contra Jerusalén, y derrama palabra sobre los santuarios, y profetiza contra la tierra de Israel.

3 Dirás a la tierra de Israel:

 Así ha dicho Jehová:

 He aquí que yo estoy contra ti, y sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti al justo y al impío.

4 Y por cuanto he de cortar de ti al justo y al impío, por tanto, mi espada saldrá de su vaina contra toda carne, desde el sur hasta el norte.

5 Y sabrá toda carne que yo Jehová saqué mi espada de su vaina; no la envainaré más.

6 Y tú, hijo de hombre, gime con quebrantamiento de tus lomos y con amargura; gime delante de los ojos de ellos.

7 Y cuando te dijeren:

 ¿Por qué gimes tú? dirás:

 Por una noticia que cuando llegue hará que desfallezca todo corazón, y toda mano se debilitará, y se angustiará todo espíritu, y toda rodilla será débil como el agua; he aquí que viene, y se hará, dice Jehová el Señor.

8 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 9 Hijo de hombre, profetiza, y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Di:

 La espada, la espada está afilada, y también pulida.

10 Para degollar víctimas está afilada, pulida está para que relumbre. ¿Hemos de alegrarnos? Al cetro de mi hijo ha despreciado como a un palo cualquiera.

11 Y la dio a pulir para tenerla a mano; la espada está afilada, y está pulida para entregarla en mano del matador.

12 Clama y lamenta, oh hijo de hombre; porque ésta será sobre mi pueblo, será ella sobre todos los príncipes de Israel; caerán ellos a espada juntamente con mi pueblo; hiere, pues, tu muslo;

13 porque está probado. ¿Y qué, si la espada desprecia aun al cetro? El no será más, dice Jehová el Señor.

14 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza, y bate una mano contra otra, y duplíquese y triplíquese el furor de la espada homicida; esta es la espada de la gran matanza que los traspasará,

15 para que el corazón desmaye, y los estragos se multipliquen; en todas las puertas de ellos he puesto espanto de espada. ¡Ah! dispuesta está para que relumbre, y preparada para degollar.

16 Corta a la derecha, hiere a la izquierda, adonde quiera que te vuelvas.

17 Y yo también batiré mi mano contra mi mano, y haré reposar mi ira. Yo Jehová he hablado.

18 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 19 Tú, hijo de hombre, traza dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia; de una misma tierra salgan ambos; y pon una señal al comienzo de cada camino, que indique la ciudad adonde va.

20 El camino señalarás por donde venga la espada a Rabá de los hijos de Amón, y a Judá contra Jerusalén, la ciudad fortificada.

21 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en una encrucijada, al principio de los dos caminos, para usar de adivinación; ha sacudido las saetas, consultó a sus ídolos, miró el hígado.

22 La adivinación señaló a su mano derecha, sobre Jerusalén, para dar la orden de ataque, para dar comienzo a la matanza, para levantar la voz en grito de guerra, para poner arietes contra las puertas, para levantar vallados, y edificar torres de sitio.

23 Mas para ellos esto será como adivinación mentirosa, ya que les ha hecho solemnes juramentos; pero él trae a la memoria la maldad de ellos, para apresarlos.

24 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto habéis hecho traer a la memoria vuestras maldades, manifestando vuestras traiciones, y descubriendo vuestros pecados en todas vuestras obras; por cuanto habéis venido en memoria, seréis entregados en su mano.

25 Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad,

26 así ha dicho Jehová el Señor:

 Depón la tiara, quita la corona; esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto.

27 A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré.

 

Juicio contra los amonitas

 

28 Y tú, hijo de hombre, profetiza, y dí:

 Así ha dicho Jehová el Señor acerca de los hijos de Amón, y de su oprobio. Dirás, pues:

 La espada, la espada está desenvainada para degollar; para consumir está pulida con resplandor.

29 Te profetizan vanidad, te adivinan mentira, para que la emplees sobre los cuellos de los malos sentenciados a muerte, cuyo día vino en el tiempo de la consumación de la maldad.

30 ¿La volveré a su vaina? En el lugar donde te criaste, en la tierra donde has vivido, te juzgaré,

31 y derramaré sobre ti mi ira; el fuego de mi enojo haré encender sobre ti, y te entregaré en mano de hombres temerarios, artífices de destrucción.

32 Serás pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre; no habrá más memoria de ti, porque yo Jehová he hablado.

 

Los pecados de Jerusalén

 

EZEQUIEL 22

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Tú, hijo de hombre, ¿no juzgarás tú, no juzgarás tú a la ciudad derramadora de sangre, y le mostrarás todas sus abominaciones?

3 Dirás, pues:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¡Ciudad derramadora de sangre en medio de sí, para que venga su hora, y que hizo ídolos contra sí misma para contaminarse! 4 En tu sangre que derramaste has pecado, y te has contaminado en tus ídolos que hiciste; y has hecho acercar tu día, y has llegado al término de tus años; por tanto, te he dado en oprobio a las naciones, y en escarnio a todas las tierras.

5 Las que están cerca de ti y las que están lejos se reirán de ti, amancillada de nombre, y de grande turbación.

6 He aquí que los príncipes de Israel, cada uno según su poder, se esfuerzan en derramar sangre.

7 Al padre y a la madre despreciaron en ti; al extranjero trataron con violencia en medio de ti; al huérfano y a la viuda despojaron en ti.

8 Mis santuarios menospreciaste, y mis días de reposo has profanado.

9 Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti perversidades.

10 La desnudez del padre descubrieron en ti, y en ti hicieron violencia a la que estaba inmunda por su menstruo.

11 Cada uno hizo abominación con la mujer de su prójimo, cada uno contaminó pervertidamente a su nuera, y cada uno violó en ti a su hermana, hija de su padre.

12 Precio recibieron en ti para derramar sangre; interés y usura tomaste, y a tus prójimos defraudaste con violencia; te olvidaste de mí, dice Jehová el Señor.

13 Y he aquí que batí mis manos a causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en medio de ti.

14 ¿Estará firme tu corazón? ¿Serán fuertes tus manos en los días en que yo proceda contra ti? Yo Jehová he hablado, y lo haré.

15 Te dispersaré por las naciones, y te esparciré por las tierras; y haré fenecer de ti tu inmundicia.

16 Y por ti misma serás degradada a la vista de las naciones; y sabrás que yo soy Jehová.

17 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 18 Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce y estaño y hierro y plomo en medio del horno; y en escorias de plata se convirtieron.

19 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto todos vosotros os habéis convertido en escorias, por tanto, he aquí que yo os reuniré en medio de Jerusalén.

20 Como quien junta plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, para encender fuego en él para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en mi ira, y os pondré allí, y os fundiré.

21 Yo os juntaré y soplaré sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de él seréis fundidos.

22 Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos en medio de él; y sabréis que yo Jehová habré derramado mi enojo sobre vosotros.

23 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 24 Hijo de hombre, di a ella:

 Tú no eres tierra limpia, ni rociada con lluvia en el día del furor.

25 Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como león rugiente que arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella.

26 Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos.

27 Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas.

28 Y sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo:

 Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado.

29 El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho.

30 Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.

31 Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.

 

Las dos hermanas

 

EZEQUIEL 23

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre,

3 las cuales fornicaron en Egipto; en su juventud fornicaron. Allí fueron apretados sus pechos, allí fueron estrujados sus pechos virginales.

4 Y se llamaban, la mayor, Ahola, y su hermana, Aholiba; las cuales llegaron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron:

 Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba.

5 Y Ahola cometió fornicación aun estando en mi poder; y se enamoró de sus amantes los asirios, vecinos suyos,

6 vestidos de púrpura, gobernadores y capitanes, jóvenes codiciables todos ellos, jinetes que iban a caballo.

7 Y se prostituyó con ellos, con todos los más escogidos de los hijos de los asirios, y con todos aquellos de quienes se enamoró; se contaminó con todos los ídolos de ellos.

8 Y no dejó sus fornicaciones de Egipto; porque con ella se echaron en su juventud, y ellos comprimieron sus pechos virginales, y derramaron sobre ella su fornicación.

9 Por lo cual la entregué en mano de sus amantes, en mano de los hijos de los asirios, de quienes se había enamorado.

10 Ellos descubrieron su desnudez, tomaron sus hijos y sus hijas, y a ella mataron a espada; y vino a ser famosa entre las mujeres, pues en ella hicieron escarmiento.

11 Y lo vio su hermana Aholiba, y enloqueció de lujuria más que ella; y sus fornicaciones fueron más que las fornicaciones de su hermana.

12 Se enamoró de los hijos de los asirios sus vecinos, gobernadores y capitanes, vestidos de ropas y armas excelentes, jinetes que iban a caballo, todos ellos jóvenes codiciables.

13 Y vi que se había contaminado; un mismo camino era el de ambas.

14 Y aumentó sus fornicaciones; pues cuando vio a hombres pintados en la pared, imágenes de caldeos pintadas de color,

15 ceñidos por sus lomos con talabartes, y tiaras de colores en sus cabezas, teniendo todos ellos apariencia de capitanes, a la manera de los hombres de Babilonia, de Caldea, tierra de su nacimiento,

16 se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos.

17 Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos.

18 Así hizo patentes sus fornicaciones y descubrió sus desnudeces, por lo cual mi alma se hastió de ella, como se había ya hastiado mi alma de su hermana.

19 Aun multiplicó sus fornicaciones, trayendo en memoria los días de su juventud, en los cuales había fornicado en la tierra de Egipto.

20 Y se enamoró de sus rufianes, cuya lujuria es como el ardor carnal de los asnos, y cuyo flujo como flujo de caballos.

21 Así trajiste de nuevo a la memoria la lujuria de tu juventud, cuando los egipcios comprimieron tus pechos, los pechos de tu juventud.

22 Por tanto, Aholiba, así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí que yo suscitaré contra ti a tus amantes, de los cuales se hastió tu alma, y les haré venir contra ti en derredor;

23 los de Babilonia, y todos los caldeos, los de Pecod, Soa y Coa, y todos los de Asiria con ellos; jóvenes codiciables, gobernadores y capitanes, nobles y varones de renombre, que montan a caballo todos ellos.

24 Y vendrán contra ti carros, carretas y ruedas, y multitud de pueblos. Escudos, paveses y yelmos pondrán contra ti en derredor; y yo pondré delante de ellos el juicio, y por sus leyes te juzgarán.

25 Y pondré mi celo contra ti, y procederán contigo con furor; te quitarán tu nariz y tus orejas, y lo que te quedare caerá a espada. Ellos tomarán a tus hijos y a tus hijas, y tu remanente será consumido por el fuego.

26 Y te despojarán de tus vestidos, y te arrebatarán todos los adornos de tu hermosura.

27 Y haré cesar de ti tu lujuria, y tu fornicación de la tierra de Egipto; y no levantarás ya más a ellos tus ojos, ni nunca más te acordarás de Egipto.

28 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí, yo te entrego en mano de aquellos que aborreciste, en mano de aquellos de los cuales se hastió tu alma;

29 los cuales procederán contigo con odio, y tomarán todo el fruto de tu labor, y te dejarán desnuda y descubierta; y se descubrirá la inmundicia de tus fornicaciones, y tu lujuria y tu prostitución.

30 Estas cosas se harán contigo porque fornicaste en pos de las naciones, con las cuales te contaminaste en sus ídolos.

31 En el camino de tu hermana anduviste; yo, pues, pondré su cáliz en tu mano.

32 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Beberás el hondo y ancho cáliz de tu hermana, que es de gran capacidad; de ti se mofarán las naciones, y te escarnecerán.

33 Serás llena de embriaguez y de dolor por el cáliz de soledad y de desolación, por el cáliz de tu hermana Samaria.

34 Lo beberás, pues, y lo agotarás, y quebrarás sus tiestos; y rasgarás tus pechos, porque yo he hablado, dice Jehová el Señor.

35 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto te has olvidado de mí, y me has echado tras tus espaldas, por eso, lleva tú también tu lujuria y tus fornicaciones.

36 Y me dijo Jehová:

 Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Ahola y a Aholiba, y les denunciarás sus abominaciones?

37 Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus ídolos; y aun a sus hijos que habían dado a luz para mí, hicieron pasar por el fuego, quemándolos.

38 Aun esto más me hicieron:

 contaminaron mi santuario en aquel día, y profanaron mis días de reposo.

39 Pues habiendo sacrificado sus hijos a sus ídolos, entraban en mi santuario el mismo día para contaminarlo; y he aquí, así hicieron en medio de mi casa.

40 Además, enviaron por hombres que viniesen de lejos, a los cuales había sido enviado mensajero, y he aquí vinieron; y por amor de ellos te lavaste, y pintaste tus ojos, y te ataviaste con adornos;

41 y te sentaste sobre suntuoso estrado, y fue preparada mesa delante de él, y sobre ella pusiste mi incienso y mi aceite.

42 Y se oyó en ella voz de compañía que se solazaba con ella; y con los varones de la gente común fueron traídos los sabeos del desierto, y pusieron pulseras en sus manos, y bellas coronas sobre sus cabezas.

43 Y dije respecto de la envejecida en adulterios:

 ¿Todavía cometerán fornicaciones con ella, y ella con ellos?

44 Porque han venido a ella como quien viene a mujer ramera; así vinieron a Ahola y a Aholiba, mujeres depravadas.

45 Por tanto, hombres justos las juzgarán por la ley de las adúlteras, y por la ley de las que derraman sangre; porque son adúlteras, y sangre hay en sus manos.

46 Por lo que así ha dicho Jehová el Señor:

 Yo haré subir contra ellas tropas, las entregaré a turbación y a rapiña,

47 y las turbas las apedrearán, y las atravesarán con sus espadas; matarán a sus hijos y a sus hijas, y sus casas consumirán con fuego.

48 Y haré cesar la lujuria de la tierra, y escarmentarán todas las mujeres, y no harán según vuestras perversidades.

49 Y sobre vosotras pondrán vuestras perversidades, y pagaréis los pecados de vuestra idolatría; y sabréis que yo soy Jehová el Señor.

 

Parábola de la olla hirviente

 

EZEQUIEL 24

 

1 Vino a mí palabra de Jehová en el año noveno, en el mes décimo, a los diez días del mes, diciendo:

 2 Hijo de hombre, escribe la fecha de este día; el rey de Babilonia puso sitio a Jerusalén este mismo día.

3 Y habla por parábola a la casa rebelde, y diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Pon una olla, ponla, y echa también en ella agua;

4 junta sus piezas de carne en ella; todas buenas piezas, pierna y espalda; llénala de huesos escogidos.

5 Toma una oveja escogida, y también enciende los huesos debajo de ella; haz que hierva bien; cuece también sus huesos dentro de ella.

6 Pues así ha dicho Jehová el Señor:

 ¡Ay de la ciudad de sangres, de la olla herrumbrosa cuya herrumbre no ha sido quitada! Por sus piezas, por sus piezas sácala, sin echar suerte sobre ella.

7 Porque su sangre está en medio de ella; sobre una piedra alisada la ha derramado; no la derramó sobre la tierra para que fuese cubierta con polvo.

8 Habiendo, pues, hecho subir la ira para hacer venganza, yo pondré su sangre sobre la dura piedra, para que no sea cubierta.

9 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 ¡Ay de la ciudad de sangres! Pues también haré yo gran hoguera,

10 multiplicando la leña, y encendiendo el fuego para consumir la carne y hacer la salsa; y los huesos serán quemados.

11 Asentando después la olla vacía sobre sus brasas, para que se caldee, y se queme su fondo, y se funda en ella su suciedad, y se consuma su herrumbre.

12 En vano se cansó, y no salió de ella su mucha herrumbre. Sólo en fuego será su herrumbre consumida.

13 En tu inmunda lujuria padecerás, porque te limpié, y tú no te limpiaste de tu inmundicia; nunca más te limpiarás, hasta que yo sacie mi ira sobre ti.

14 Yo Jehová he hablado; vendrá, y yo lo haré. No me volveré atrás, ni tendré misericordia, ni me arrepentiré; según tus caminos y tus obras te juzgarán, dice Jehová el Señor.

 

Muerte de la esposa de Ezequiel

 

15 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

17 Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de enlutados.

18 Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado.

19 Y me dijo el pueblo:

 ¿No nos enseñarás qué significan para nosotros estas cosas que haces?

20 Y yo les dije:

 La palabra de Jehová vino a mí, diciendo:

 21 Di a la casa de Israel:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo profano mi santuario, la gloria de vuestro poderío, el deseo de vuestros ojos y el deleite de vuestra alma; y vuestros hijos y vuestras hijas que dejasteis caerán a espada.

22 Y haréis de la manera que yo hice; no os cubriréis con rebozo, ni comeréis pan de hombres en luto.

23 Vuestros turbantes estarán sobre vuestras cabezas, y vuestros zapatos en vuestros pies; no endecharéis ni lloraréis, sino que os consumiréis a causa de vuestras maldades, y gemiréis unos con otros.

24 Ezequiel, pues, os será por señal; según todas las cosas que él hizo, haréis; cuando esto ocurra, entonces sabréis que yo soy Jehová el Señor.

25 Y tú, hijo de hombre, el día que yo arrebate a ellos su fortaleza, el gozo de su gloria, el deleite de sus ojos y el anhelo de sus almas, y también sus hijos y sus hijas,

26 ese día vendrá a ti uno que haya escapado para traer las noticias.

27 En aquel día se abrirá tu boca para hablar con el fugitivo, y hablarás, y no estarás más mudo; y les serás por señal, y sabrán que yo soy Jehová.

 

Profecía contra Amón

 

EZEQUIEL 25

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los hijos de Amón, y profetiza contra ellos.

3 Y dirás a los hijos de Amón:

 Oíd palabra de Jehová el Señor. Así dice Jehová el Señor:

 Por cuanto dijiste:

 ¡Ea, bien!, cuando mi santuario era profanado, y la tierra de Israel era asolada, y llevada en cautiverio la casa de Judá;

4 por tanto, he aquí yo te entrego por heredad a los orientales, y pondrán en ti sus apriscos y plantarán en ti sus tiendas; ellos comerán tus sementeras, y beberán tu leche.

5 Y pondré a Rabá por habitación de camellos, y a los hijos de Amón por majada de ovejas; y sabréis que yo soy Jehová.

6 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto batiste tus manos, y golpeaste con tu pie, y te gozaste en el alma con todo tu menosprecio para la tierra de Israel,

7 por tanto, he aquí yo extenderé mi mano contra ti, y te entregaré a las naciones para ser saqueada; te cortaré de entre los pueblos, y te destruiré de entre las tierras; te exterminaré, y sabrás que yo soy Jehová.

 

Profecía contra Moab

 

8 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto dijo Moab y Seir:

 He aquí la casa de Judá es como todas las naciones;

9 por tanto, he aquí yo abro el lado de Moab desde las ciudades, desde sus ciudades que están en su confín, las tierras deseables de Bet-jesimot, Baal-meón y Quiriataim,

10 a los hijos del oriente contra los hijos de Amón; y la entregaré por heredad, para que no haya más memoria de los hijos de Amón entre las naciones.

11 También en Moab haré juicios, y sabrán que yo soy Jehová.

 

Profecía contra Edom

 

12 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por lo que hizo Edom, tomando venganza de la casa de Judá, pues delinquieron en extremo, y se vengaron de ellos;

13 por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Yo también extenderé mi mano sobre Edom, y cortaré de ella hombres y bestias, y la asolaré; desde Temán hasta Dedán caerán a espada.

14 Y pondré mi venganza contra Edom en manos de mi pueblo Israel, y harán en Edom según mi enojo y conforme a mi ira; y conocerán mi venganza, dice Jehová el Señor.

 

Profecía contra los filisteos

 

15 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por lo que hicieron los filisteos con venganza, cuando se vengaron con despecho de ánimo, destruyendo por antiguas enemistades;

16 por tanto, así ha dicho Jehová:

 He aquí yo extiendo mi mano contra los filisteos, y cortaré a los cereteos, y destruiré el resto que queda en la costa del mar.

17 Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán que yo soy Jehová, cuando haga mi venganza en ellos.

 

Profecía contra Tiro

 

EZEQUIEL 26

 

1 Aconteció en el undécimo año, en el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, por cuanto dijo Tiro contra Jerusalén:

 Ea, bien; quebrantada está la que era puerta de las naciones; a mí se volvió; yo seré llena, y ella desierta;

3 por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo estoy contra ti, oh Tiro, y haré subir contra ti muchas naciones, como el mar hace subir sus olas.

4 Y demolerán los muros de Tiro, y derribarán sus torres; y barreré de ella hasta su polvo, y la dejaré como una peña lisa.

5 Tendedero de redes será en medio del mar, porque yo he hablado, dice Jehová el Señor; y será saqueada por las naciones.

6 Y sus hijas que están en el campo serán muertas a espada; y sabrán que yo soy Jehová.

7 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí que del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos y carros y jinetes, y tropas y mucho pueblo.

8 Matará a espada a tus hijas que están en el campo, y pondrá contra ti torres de sitio, y levantará contra ti baluarte, y escudo afirmará contra ti.

9 Y pondrá contra ti arietes, contra tus muros, y tus torres destruirá con hachas.

10 Por la multitud de sus caballos te cubrirá el polvo de ellos; con el estruendo de su caballería y de las ruedas y de los carros, temblarán tus muros, cuando entre por tus puertas como por portillos de ciudad destruida.

11 Con los cascos de sus caballos hollará todas tus calles; a tu pueblo matará a filo de espada, y tus fuertes columnas caerán a tierra.

12 Y robarán tus riquezas y saquearán tus mercaderías; arruinarán tus muros, y tus casas preciosas destruirán; y pondrán tus piedras y tu madera y tu polvo en medio de las aguas.

13 Y haré cesar el estrépito de tus canciones, y no se oirá más el son de tus cítaras.

14 Y te pondré como una peña lisa; tendedero de redes serás, y nunca más serás edificada; porque yo Jehová he hablado, dice Jehová el Señor.

15 Así ha dicho Jehová el Señor a Tiro:

 ¿No se estremecerán las costas al estruendo de tu caída, cuando griten los heridos, cuando se haga la matanza en medio de ti?

16 Entonces todos los príncipes del mar descenderán de sus tronos, y se quitarán sus mantos, y desnudarán sus ropas bordadas; de espanto se vestirán, se sentarán sobre la tierra, y temblarán a cada momento, y estarán atónitos sobre ti.

17 Y levantarán sobre ti endechas, y te dirán:

 ¿Cómo pereciste tú, poblada por gente de mar, ciudad que era alabada, que era fuerte en el mar, ella y sus habitantes, que infundían terror a todos los que la rodeaban?

18 Ahora se estremecerán las islas en el día de tu caída; sí, las islas que están en el mar se espantarán a causa de tu fin.

19 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 Yo te convertiré en ciudad asolada, como las ciudades que no se habitan; haré subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrirán.

20 Y te haré descender con los que descienden al sepulcro, con los pueblos de otros siglos, y te pondré en las profundidades de la tierra, como los desiertos antiguos, con los que descienden al sepulcro, para que nunca más seas poblada; y daré gloria en la tierra de los vivientes.

21 Te convertiré en espanto, y dejarás de ser; serás buscada, y nunca más serás hallada, dice Jehová el Señor.

 

EZEQUIEL 27

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Tú, hijo de hombre, levanta endechas sobre Tiro.

3 Dirás a Tiro, que está asentada a las orillas del mar, la que trafica con los pueblos de muchas costas:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Tiro, tú has dicho:

 Yo soy de perfecta hermosura.

4 En el corazón de los mares están tus confines; los que te edificaron completaron tu belleza.

5 De hayas del monte Senir te fabricaron todo el maderaje; tomaron cedros del Líbano para hacerte el mástil.

6 De encinas de Basán hicieron tus remos; tus bancos de pino de las costas de Quitim, incrustados de marfil.

7 De lino fino bordado de Egipto era tu cortina, para que te sirviese de vela; de azul y púrpura de las costas de Elisa era tu pabellón.

8 Los moradores de Sidón y de Arvad fueron tus remeros; tus sabios, oh Tiro, estaban en ti; ellos fueron tus pilotos.

9 Los ancianos de Gebal y sus más hábiles obreros calafateaban tus junturas; todas las naves del mar y los remeros de ellas fueron a ti para negociar, para participar de tus negocios.

10 Persas y los de Lud y Fut fueron en tu ejército tus hombres de guerra; escudos y yelmos colgaron en ti; ellos te dieron tu esplendor.

11 Y los hijos de Arvad con tu ejército estuvieron sobre tus muros alrededor, y los gamadeos en tus torres; sus escudos colgaron sobre tus muros alrededor; ellos completaron tu hermosura.

12 Tarsis comerciaba contigo por la abundancia de todas tus riquezas; con plata, hierro, estaño y plomo comerciaba en tus ferias.

13 Javán, Tubal y Mesec comerciaban también contigo; con hombres y con utensilios de bronce comerciaban en tus ferias.

14 Los de la casa de Togarma, con caballos y corceles de guerra y mulos, comerciaban en tu mercado.

15 Los hijos de Dedán traficaban contigo; muchas costas tomaban mercadería de tu mano; colmillos de marfil y ébano te dieron por sus pagos.

16 Edom traficaba contigo por la multitud de tus productos; con perlas, púrpura, vestidos bordados, linos finos, corales y rubíes venía a tus ferias.

17 Judá y la tierra de Israel comerciaban contigo; con trigos de Minit y Panag, miel, aceite y resina negociaban en tus mercados.

18 Damasco comerciaba contigo por tus muchos productos, por la abundancia de toda riqueza; con vino de Helbón y lana blanca negociaban.

19 Asimismo Dan y el errante Javán vinieron a tus ferias, para negociar en tu mercado con hierro labrado, mirra destilada y caña aromática.

20 Dedán comerciaba contigo en paños preciosos para carros.

21 Arabia y todos los príncipes de Cedar traficaban contigo en corderos y carneros y machos cabríos; en estas cosas fueron tus mercaderes.

22 Los mercaderes de Sabá y de Raama fueron también tus mercaderes; con lo principal de toda especiería, y toda piedra preciosa, y oro, vinieron a tus ferias.

23 Harán, Cane, Edén, y los mercaderes de Sabá, de Asiria y de Quilmad, contrataban contigo.

24 Estos mercaderes tuyos negociaban contigo en varias cosas; en mantos de azul y bordados, y en cajas de ropas preciosas, enlazadas con cordones, y en madera de cedro.

25 Las naves de Tarsis eran como tus caravanas que traían tus mercancías; así llegaste a ser opulenta, te multiplicaste en gran manera en medio de los mares.

26 En muchas aguas te engolfaron tus remeros; viento solano te quebrantó en medio de los mares.

27 Tus riquezas, tus mercaderías, tu tráfico, tus remeros, tus pilotos, tus calafateadores y los agentes de tus negocios, y todos tus hombres de guerra que hay en ti, con toda tu compañía que en medio de ti se halla, caerán en medio de los mares el día de tu caída.

28 Al estrépito de las voces de tus marineros temblarán las costas.

29 Descenderán de sus naves todos los que toman remo; remeros y todos los pilotos del mar se quedarán en tierra,

30 y harán oír su voz sobre ti, y gritarán amargamente, y echarán polvo sobre sus cabezas, y se revolcarán en ceniza.

31 Se raerán por ti los cabellos, se ceñirán de cilicio, y endecharán por ti endechas amargas, con amargura del alma.

32 Y levantarán sobre ti endechas en sus lamentaciones, y endecharán sobre ti, diciendo:

 ¿Quién como Tiro, como la destruida en medio del mar?

33 Cuando tus mercaderías salían de las naves, saciabas a muchos pueblos; a los reyes de la tierra enriqueciste con la multitud de tus riquezas y de tu comercio.

34 En el tiempo en que seas quebrantada por los mares en lo profundo de las aguas, tu comercio y toda tu compañía caerán en medio de ti.

35 Todos los moradores de las costas se maravillarán sobre ti, y sus reyes temblarán de espanto; demudarán sus rostros.

36 Los mercaderes en los pueblos silbarán contra ti; vendrás a ser espanto, y para siempre dejarás de ser.

 

EZEQUIEL 28

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste:

 Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios;

3 he aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto.

4 Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros.

5 Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón.

6 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios,

7 por tanto, he aquí yo traigo sobre ti extranjeros, los fuertes de las naciones, que desenvainarán sus espadas contra la hermosura de tu sabiduría, y mancharán tu esplendor.

8 Al sepulcro te harán descender, y morirás con la muerte de los que mueren en medio de los mares.

9 ¿Hablarás delante del que te mate, diciendo:

 Yo soy Dios? Tú, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu matador.

10 De muerte de incircuncisos morirás por mano de extranjeros; porque yo he hablado, dice Jehová el Señor.

11 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 12 Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.

13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.

14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.

15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.

16 A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.

17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.

18 Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.

19 Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.

 

Profecía contra Sidón

 

20 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 21 Hijo de hombre, pon tu rostro hacia Sidón, y profetiza contra ella,

22 y dirás:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo estoy contra ti, oh Sidón, y en medio de ti seré glorificado; y sabrán que yo soy Jehová, cuando haga en ella juicios, y en ella me santifique.

23 Enviaré a ella pestilencia y sangre en sus calles, y caerán muertos en medio de ella, con espada contra ella por todos lados; y sabrán que yo soy Jehová.

24 Y nunca más será a la casa de Israel espina desgarradora, ni aguijón que le dé dolor, en medio de cuantos la rodean y la menosprecian; y sabrán que yo soy Jehová.

25 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Cuando recoja a la casa de Israel de los pueblos entre los cuales está esparcida, entonces me santificaré en ellos ante los ojos de las naciones, y habitarán en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob.

26 Y habitarán en ella seguros, y edificarán casas, y plantarán viñas, y vivirán confiadamente, cuando yo haga juicios en todos los que los despojan en sus alrededores; y sabrán que yo soy Jehová su Dios.

 

Profecías contra Egipto

 

EZEQUIEL 29

 

1 En el año décimo, en el mes décimo, a los doce días del mes, vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, pon tu rostro contra Faraón rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto.

3 Habla, y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, el gran dragón que yace en medio de sus ríos, el cual dijo:

 Mío es el Nilo, pues yo lo hice.

4 Yo, pues, pondré garfios en tus quijadas, y pegaré los peces de tus ríos a tus escamas, y te sacaré de en medio de tus ríos, y todos los peces de tus ríos saldrán pegados a tus escamas.

5 Y te dejaré en el desierto a ti y a todos los peces de tus ríos; sobre la faz del campo caerás; no serás recogido, ni serás juntado; a las fieras de la tierra y a las aves del cielo te he dado por comida.

6 Y sabrán todos los moradores de Egipto que yo soy Jehová, por cuanto fueron báculo de caña a la casa de Israel.

7 Cuando te tomaron con la mano, te quebraste, y les rompiste todo el hombro; y cuando se apoyaron en ti, te quebraste, y les rompiste sus lomos enteramente.

8 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí que yo traigo contra ti espada, y cortaré de ti hombres y bestias.

9 Y la tierra de Egipto será asolada y desierta, y sabrán que yo soy Jehová; por cuanto dijo:

 El Nilo es mío, y yo lo hice.

10 Por tanto, he aquí yo estoy contra ti, y contra tus ríos; y pondré la tierra de Egipto en desolación, en la soledad del desierto, desde Migdol hasta Sevene, hasta el límite de Etiopía.

11 No pasará por ella pie de hombre, ni pie de animal pasará por ella, ni será habitada, por cuarenta años.

12 Y pondré a la tierra de Egipto en soledad entre las tierras asoladas, y sus ciudades entre las ciudades destruidas estarán desoladas por cuarenta años; y esparciré a Egipto entre las naciones, y lo dispersaré por las tierras.

13 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 Al fin de cuarenta años recogeré a Egipto de entre los pueblos entre los cuales fueren esparcidos;

14 y volveré a traer los cautivos de Egipto, y los llevaré a la tierra de Patros, a la tierra de su origen; y allí serán un reino despreciable.

15 En comparación con los otros reinos será humilde; nunca más se alzará sobre las naciones; porque yo los disminuiré, para que no vuelvan a tener dominio sobre las naciones.

16 Y no será ya más para la casa de Israel apoyo de confianza, que les haga recordar el pecado de mirar en pos de ellos; y sabrán que yo soy Jehová el Señor.

17 Aconteció en el año veintisiete en el mes primero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 18 Hijo de hombre, Nabucodonosor rey de Babilonia hizo a su ejército prestar un arduo servicio contra Tiro. Toda cabeza ha quedado calva, y toda espalda desollada; y ni para él ni para su ejército hubo paga de Tiro, por el servicio que prestó contra ella.

19 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor; He aquí que yo doy a Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto; y él tomará sus riquezas, y recogerá sus despojos, y arrebatará botín, y habrá paga para su ejército.

20 Por su trabajo con que sirvió contra ella le he dado la tierra de Egipto; porque trabajaron para mí, dice Jehová el Señor.

21 En aquel tiempo haré retoñar el poder de la casa de Israel. Y abriré tu boca en medio de ellos, y sabrán que yo soy Jehová.

 

EZEQUIEL 30

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, profetiza, y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Lamentad:

 ¡Ay de aquel día! 3 Porque cerca está el día, cerca está el día de Jehová; día de nublado, día de castigo de las naciones será.

4 Y vendrá espada a Egipto, y habrá miedo en Etiopía, cuando caigan heridos en Egipto; y tomarán sus riquezas, y serán destruidos sus fundamentos.

5 Etiopía, Fut, Lud, toda Arabia, Libia, y los hijos de las tierras aliadas, caerán con ellos a filo de espada.

6 Así ha dicho Jehová:

 También caerán los que sostienen a Egipto, y la altivez de su poderío caerá; desde Migdol hasta Sevene caerán en él a filo de espada, dice Jehová el Señor.

7 Y serán asolados entre las tierras asoladas, y sus ciudades serán entre las ciudades desiertas.

8 Y sabrán que yo soy Jehová, cuando ponga fuego a Egipto, y sean quebrantados todos sus ayudadores.

9 En aquel tiempo saldrán mensajeros de delante de mí en naves, para espantar a Etiopía la confiada, y tendrán espanto como en el día de Egipto; porque he aquí viene.

10 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Destruiré las riquezas de Egipto por mano de Nabucodonosor rey de Babilonia.

11 El, y con él su pueblo, los más fuertes de las naciones, serán traídos para destruir la tierra; y desenvainarán sus espadas sobre Egipto, y llenarán de muertos la tierra.

12 Y secaré los ríos, y entregaré la tierra en manos de malos, y por mano de extranjeros destruiré la tierra y cuanto en ella hay. Yo Jehová he hablado.

13 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Destruiré también las imágenes, y destruiré los ídolos de Menfis; y no habrá más príncipe de la tierra de Egipto, y en la tierra de Egipto pondré temor.

14 Asolaré a Patros, y pondré fuego a Zoán, y haré juicios en Tebas.

15 Y derramaré mi ira sobre Sin, fortaleza de Egipto, y exterminaré a la multitud de Tebas.

16 Y pondré fuego a Egipto; Sin tendrá gran dolor, y Tebas será destrozada, y Menfis tendrá continuas angustias.

17 Los jóvenes de Avén y de Pibeset caerán a filo de espada, y las mujeres irán en cautiverio.

18 Y en Tafnes se oscurecerá el día, cuando quebrante yo allí el poder de Egipto, y cesará en ella la soberbia de su poderío; tiniebla la cubrirá, y los moradores de sus aldeas irán en cautiverio.

19 Haré, pues, juicios en Egipto, y sabrán que yo soy Jehová.

20 Aconteció en el año undécimo, en el mes primero, a los siete días del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 21 Hijo de hombre, he quebrado el brazo de Faraón rey de Egipto; y he aquí que no ha sido vendado poniéndole medicinas, ni poniéndole faja para ligarlo, a fin de fortalecerlo para que pueda sostener la espada.

22 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Heme aquí contra Faraón rey de Egipto, y quebraré sus brazos, el fuerte y el fracturado, y haré que la espada se le caiga de la mano.

23 Y esparciré a los egipcios entre las naciones, y los dispersaré por las tierras.

24 Y fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y pondré mi espada en su mano; mas quebraré los brazos de Faraón, y delante de aquél gemirá con gemidos de herido de muerte.

25 Fortaleceré, pues, los brazos del rey de Babilonia, y los brazos de Faraón caerán; y sabrán que yo soy Jehová, cuando yo ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia, y él la extienda contra la tierra de Egipto.

26 Y esparciré a los egipcios entre las naciones, y los dispersaré por las tierras; y sabrán que yo soy Jehová.

 

EZEQUIEL 31

 

1 Aconteció en el año undécimo, en el mes tercero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, di a Faraón rey de Egipto, y a su pueblo:

 ¿A quién te comparaste en tu grandeza?

3 He aquí era el asirio cedro en el Líbano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y de grande altura, y su copa estaba entre densas ramas.

4 Las aguas lo hicieron crecer, lo encumbró el abismo; sus ríos corrían alrededor de su pie, y a todos los árboles del campo enviaba sus corrientes.

5 Por tanto, se encumbró su altura sobre todos los árboles del campo, y se multiplicaron sus ramas, y a causa de las muchas aguas se alargó su ramaje que había echado.

6 En sus ramas hacían nido todas las aves del cielo, y debajo de su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban muchas naciones.

7 Se hizo, pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus ramas; porque su raíz estaba junto a muchas aguas.

8 Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios; las hayas no fueron semejantes a sus ramas, ni los castaños fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el huerto de Dios fue semejante a él en su hermosura.

9 Lo hice hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los árboles del Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia.

10 Por tanto, así dijo Jehová el Señor:

 Ya que por ser encumbrado en altura, y haber levantado su cumbre entre densas ramas, su corazón se elevó con su altura,

11 yo lo entregaré en manos del poderoso de las naciones, que de cierto le tratará según su maldad. Yo lo he desechado.

12 Y lo destruirán extranjeros, los poderosos de las naciones, y lo derribarán; sus ramas caerán sobre los montes y por todos los valles, y por todos los arroyos de la tierra será quebrado su ramaje; y se irán de su sombra todos los pueblos de la tierra, y lo dejarán.

13 Sobre su ruina habitarán todas las aves del cielo, y sobre sus ramas estarán todas las bestias del campo,

14 para que no se exalten en su altura todos los árboles que crecen junto a las aguas, ni levanten su copa entre la espesura, ni confíen en su altura todos los que beben aguas; porque todos están destinados a muerte, a lo profundo de la tierra, entre los hijos de los hombres, con los que descienden a la fosa.

15 Así ha dicho Jehová el Señor:

 El día que descendió al Seol, hice hacer luto, hice cubrir por él el abismo, y detuve sus ríos, y las muchas aguas fueron detenidas; al Líbano cubrí de tinieblas por él, y todos los árboles del campo se desmayaron.

16 Del estruendo de su caída hice temblar a las naciones, cuando las hice descender al Seol con todos los que descienden a la sepultura; y todos los árboles escogidos del Edén, y los mejores del Líbano, todos los que beben aguas, fueron consolados en lo profundo de la tierra.

17 También ellos descendieron con él al Seol, con los muertos a espada, los que fueron su brazo, los que estuvieron a su sombra en medio de las naciones.

18 ¿A quién te has comparado así en gloria y en grandeza entre los árboles del Edén? Pues derribado serás con los árboles del Edén en lo profundo de la tierra; entre los incircuncisos yacerás, con los muertos a espada.

Este es Faraón y todo su pueblo, dice Jehová el Señor.

 

EZEQUIEL 32

 

1 Aconteció en el año duodécimo, en el mes duodécimo, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, levanta endechas sobre Faraón rey de Egipto, y dile:

 A leoncillo de naciones eres semejante, y eres como el dragón en los mares; pues secabas tus ríos, y enturbiabas las aguas con tus pies, y hollabas sus riberas.

3 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Yo extenderé sobre ti mi red con reunión de muchos pueblos, y te harán subir con mi red.

4 Y te dejaré en tierra, te echaré sobre la faz del campo, y haré posar sobre ti todas las aves del cielo, y saciaré de ti a las fieras de toda la tierra.

5 Pondré tus carnes sobre los montes, y llenaré los valles de tus cadáveres.

6 Y regaré de tu sangre la tierra donde nadas, hasta los montes; y los arroyos se llenarán de ti.

7 Y cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz.

8 Haré entenebrecer todos los astros brillantes del cielo por ti, y pondré tinieblas sobre tu tierra, dice Jehová el Señor.

9 Y entristeceré el corazón de muchos pueblos, cuando lleve al cautiverio a los tuyos entre las naciones, por las tierras que no conociste.

10 Y dejaré atónitos por ti a muchos pueblos, y sus reyes tendrán horror grande a causa de ti, cuando haga resplandecer mi espada delante de sus rostros; y todos se sobresaltarán en sus ánimos a cada momento en el día de tu caída.

11 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 La espada del rey de Babilonia vendrá sobre ti.

12 Con espadas de fuertes haré caer tu pueblo; todos ellos serán los poderosos de las naciones; y destruirán la soberbia de Egipto, y toda su multitud será deshecha.

13 Todas sus bestias destruiré de sobre las muchas aguas; ni más las enturbiará pie de hombre, ni pezuña de bestia las enturbiará.

14 Entonces haré asentarse sus aguas, y haré correr sus ríos como aceite, dice Jehová el Señor.

15 Cuando asuele la tierra de Egipto, y la tierra quede despojada de todo cuanto en ella hay, cuando mate a todos los que en ella moran, sabrán que yo soy Jehová.

16 Esta es la endecha, y la cantarán; las hijas de las naciones la cantarán; endecharán sobre Egipto y sobre toda su multitud, dice Jehová el Señor.

17 Aconteció en el año duodécimo, a los quince días del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 18 Hijo de hombre, endecha sobre la multitud de Egipto, y despéñalo a él, y a las hijas de las naciones poderosas, a lo profundo de la tierra, con los que descienden a la sepultura.

19 Porque eres tan hermoso, desciende, y yace con los incircuncisos.

20 Entre los muertos a espada caerá; a la espada es entregado; traedlo a él y a todos sus pueblos.

21 De en medio del Seol hablarán a él los fuertes de los fuertes, con los que le ayudaron, que descendieron y yacen con los incircuncisos muertos a espada.

22 Allí está Asiria con toda su multitud; en derredor de él están sus sepulcros; todos ellos cayeron muertos a espada.

23 Sus sepulcros fueron puestos a los lados de la fosa, y su gente está por los alrededores de su sepulcro; todos ellos cayeron muertos a espada, los cuales sembraron el terror en la tierra de los vivientes.

24 Allí Elam, y toda su multitud por los alrededores de su sepulcro; todos ellos cayeron muertos a espada, los cuales descendieron incircuncisos a lo más profundo de la tierra, porque sembraron su terror en la tierra de los vivientes, mas llevaron su confusión con los que descienden al sepulcro.

25 En medio de los muertos le pusieron lecho con toda su multitud; a sus alrededores están sus sepulcros; todos ellos incircuncisos, muertos a espada, porque fue puesto su espanto en la tierra de los vivientes, mas llevaron su confusión con los que descienden al sepulcro; él fue puesto en medio de los muertos.

26 Allí Mesec y Tubal, y toda su multitud; sus sepulcros en sus alrededores; todos ellos incircuncisos, muertos a espada, porque habían sembrado su terror en la tierra de los vivientes.

27 Y no yacerán con los fuertes de los incircuncisos que cayeron, los cuales descendieron al Seol con sus armas de guerra, y sus espadas puestas debajo de sus cabezas; mas sus pecados estarán sobre sus huesos, por cuanto fueron terror de fuertes en la tierra de los vivientes.

28 Tú, pues, serás quebrantado entre los incircuncisos, y yacerás con los muertos a espada.

29 Allí Edom, sus reyes y todos sus príncipes, los cuales con su poderío fueron puestos con los muertos a espada; ellos yacerán con los incircuncisos, y con los que descienden al sepulcro.

30 Allí los príncipes del norte, todos ellos, y todos los sidonios, que con su terror descendieron con los muertos, avergonzados de su poderío, yacen también incircuncisos con los muertos a espada, y comparten su confusión con los que descienden al sepulcro.

31 A éstos verá Faraón, y se consolará sobre toda su multitud; Faraón muerto a espada, y todo su ejército, dice Jehová el Señor.

32 Porque puse mi terror en la tierra de los vivientes, también Faraón y toda su multitud yacerán entre los incircuncisos con los muertos a espada, dice Jehová el Señor.

 

El deber del atalaya

 

(Ez.3.16-21)

 

EZEQUIEL 33

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles:

 Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de su territorio y lo pusiere por atalaya,

3 y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare trompeta y avisare al pueblo,

4 cualquiera que oyere el sonido de la trompeta y no se apercibiere, y viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza.

5 El sonido de la trompeta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él; mas el que se apercibiere librará su vida.

6 Pero si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, éste fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de mano del atalaya.

7 A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.

8 Cuando yo dijere al impío:

 Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano.

9 Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida.

 

El camino de Dios es justo

 

(Ez.18.21-32)

 

10 Tú, pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel:

 Vosotros habéis hablado así, diciendo:

 Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos?

11 Diles:

 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?

12 Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo:

 La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.

13 Cuando yo dijere al justo:

 De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo.

14 Y cuando yo dijere al impío:

 De cierto morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia,

15 si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá.

16 No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente.

17 Luego dirán los hijos de tu pueblo:

 No es recto el camino del Señor; el camino de ellos es el que no es recto.

18 Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello.

19 Y cuando el impío se apartare de su impiedad, e hiciere según el derecho y la justicia, vivirá por ello.

20 Y dijisteis:

 No es recto el camino del Señor. Yo os juzgaré, oh casa de Israel, a cada uno conforme a sus caminos.

 

Nuevas de la caída de Jerusalén

 

21 Aconteció en el año duodécimo de nuestro cautiverio, en el mes décimo, a los cinco días del mes, que vino a mí un fugitivo de Jerusalén, diciendo:

 La ciudad ha sido conquistada.

22 Y la mano de Jehová había sido sobre mí la tarde antes de llegar el fugitivo, y había abierto mi boca, hasta que vino a mí por la mañana; y abrió mi boca, y ya no más estuve callado.

23 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 24 Hijo de hombre, los que habitan aquellos lugares asolados en la tierra de Israel hablan diciendo:

 Abraham era uno, y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos; a nosotros nos es dada la tierra en posesión.

25 Por tanto, diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¿Comeréis con sangre, y a vuestros ídolos alzaréis vuestros ojos, y derramaréis sangre, y poseeréis vosotros la tierra?

26 Estuvisteis sobre vuestras espadas, hicisteis abominación, y contaminasteis cada cual a la mujer de su prójimo; ¿y habréis de poseer la tierra?

27 Les dirás así:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Vivo yo, que los que están en aquellos lugares asolados caerán a espada, y al que está sobre la faz del campo entregaré a las fieras para que lo devoren; y los que están en las fortalezas y en las cuevas, de pestilencia morirán.

28 Y convertiré la tierra en desierto y en soledad, y cesará la soberbia de su poderío; y los montes de Israel serán asolados hasta que no haya quien pase.

29 Y sabrán que yo soy Jehová, cuando convierta la tierra en soledad y desierto, por todas las abominaciones que han hecho.

30 Y tú, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo se mofan de ti junto a las paredes y a las puertas de las casas, y habla el uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo:

 Venid ahora, y oíd qué palabra viene de Jehová.

31 Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia.

32 Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra.

33 Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo profeta entre ellos.

 

Profecía contra los pastores de Israel

 

EZEQUIEL 34

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños?

3 Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas.

4 No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.

5 Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado.

6 Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.

7 Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová:

 8 Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas;

9 por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová.

10 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.

11 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.

12 Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad.

13 Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país.

14 En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel.

15 Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor.

16 Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia.

17 Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos.

18 ¿Os es poco que comáis los buenos pastos, sino que también holláis con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas claras, enturbiáis además con vuestros pies las que quedan?

19 Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis enturbiado.

20 Por tanto, así les dice Jehová el Señor:

 He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca,

21 por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis.

22 Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja.

23 Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.

24 Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado.

25 Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques.

26 Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán.

27 Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos.

28 No serán más por despojo de las naciones, ni las fieras de la tierra las devorarán; sino que habitarán con seguridad, y no habrá quien las espante.

29 Y levantaré para ellos una planta de renombre, y no serán ya más consumidos de hambre en la tierra, ni ya más serán avergonzados por las naciones.

30 Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor.

31 Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor.

 

Profecía contra el Monte Seir

 

EZEQUIEL 35

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte de Seir, y profetiza contra él,

3 y dile:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo estoy contra ti, oh monte de Seir, y extenderé mi mano contra ti, y te convertiré en desierto y en soledad.

4 A tus ciudades asolaré, y tú serás asolado; y sabrás que yo soy Jehová.

5 Por cuanto tuviste enemistad perpetua, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo,

6 por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, que a sangre te destinaré, y sangre te perseguirá; y porque la sangre no aborreciste, sangre te perseguirá.

7 Y convertiré al monte de Seir en desierto y en soledad, y cortaré de él al que vaya y al que venga.

8 Y llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados, en tus valles y en todos tus arroyos, caerán muertos a espada.

9 Yo te pondré en asolamiento perpetuo, y tus ciudades nunca más se restaurarán; y sabréis que yo soy Jehová.

10 Por cuanto dijiste:

 Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas; estando allí Jehová;

11 por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, yo haré conforme a tu ira, y conforme a tu celo con que procediste, a causa de tus enemistades con ellos; y seré conocido en ellos, cuando te juzgue.

12 Y sabrás que yo Jehová he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo:

 Destruidos son, nos han sido dados para que los devoremos.

13 Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras. Yo lo oí.

14 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Para que toda la tierra se regocije, yo te haré una desolación.

15 Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fue asolada, así te haré a ti; asolado será el monte de Seir, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy Jehová.

 

Restauración futura de Israel

 

EZEQUIEL 36

 

1 Tú, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, y di:

 Montes de Israel, oíd palabra de Jehová.

2 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto el enemigo dijo de vosotros:

 ¡Ea! también las alturas eternas nos han sido dadas por heredad;

3 profetiza, por tanto, y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto os asolaron y os tragaron de todas partes, para que fueseis heredad de las otras naciones, y se os ha hecho caer en boca de habladores y ser el oprobio de los pueblos,

4 por tanto, montes de Israel, oíd palabra de Jehová el Señor:

 Así ha dicho Jehová el Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles, a las ruinas y asolamientos y a las ciudades desamparadas, que fueron puestas por botín y escarnio de las otras naciones alrededor;

5 por eso, así ha dicho Jehová el Señor:

 He hablado por cierto en el fuego de mi celo contra las demás naciones, y contra todo Edom, que se disputaron mi tierra por heredad con alegría, de todo corazón y con enconamiento de ánimo, para que sus expulsados fuesen presa suya.

6 Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y dí a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí, en mi celo y en mi furor he hablado, por cuanto habéis llevado el oprobio de las naciones.

7 Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor:

 Yo he alzado mi mano, he jurado que las naciones que están a vuestro alrededor han de llevar su afrenta.

8 Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca están para venir.

9 Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados.

10 Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas.

11 Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová.

12 Y haré andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel; y tomarán posesión de ti, y les serás por heredad, y nunca más les matarás los hijos.

13 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Por cuanto dicen de vosotros:

 Comedora de hombres, y matadora de los hijos de tu nación has sido;

14 por tanto, no devorarás más hombres, y nunca más matarás a los hijos de tu nación, dice Jehová el Señor.

15 Y nunca más te haré oír injuria de naciones, ni más llevarás denuestos de pueblos, ni harás más morir a los hijos de tu nación, dice Jehová el Señor.

16 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 17 Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí.

18 Y derramé mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque con sus ídolos la contaminaron.

19 Les esparcí por las naciones, y fueron dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les juzgué.

20 Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos:

 Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido.

21 Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.

22 Por tanto, di a la casa de Israel:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado.

23 Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.

24 Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.

25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.

26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.

29 Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre.

30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones.

31 Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones.

32 No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel.

33 Así ha dicho Jehová el Señor:

 El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas.

34 Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron.

35 Y dirán:

 Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas.

36 Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré.

37 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños.

38 Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus fiestas solemnes, así las ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy Jehová.

 

El valle de los huesos secos

 

EZEQUIEL 37

 

1 La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.

2 Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.

3 Y me dijo:

 Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije:

 Señor Jehová, tú lo sabes.

4 Me dijo entonces:

 Profetiza sobre estos huesos, y diles:

 Huesos secos, oíd palabra de Jehová.

5 Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos:

 He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.

6 Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.

7 Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.

8 Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.

9 Y me dijo:

 Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.

10 Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.

11 Me dijo luego:

 Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen:

 Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.

12 Por tanto, profetiza, y diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.

13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.

14 Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.

 

La reunión de Judá e Israel

 

15 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 16 Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él:

 Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él:

 Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros.

17 Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.

18 Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo:

 ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?,

19 diles:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano.

20 Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos,

21 y les dirás:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra;

22 y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.

23 Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.

24 Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra.

25 Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre.

26 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre.

27 Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

28 Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.

 

Profecía contra Gog

 

EZEQUIEL 38

 

1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 2 Hijo de hombre, pon tu rostro contra Gog en tierra de Magog, príncipe soberano de Mesec y Tubal, y profetiza contra él,

3 y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí, yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal.

4 Y te quebrantaré, y pondré garfios en tus quijadas, y te sacaré a ti y a todo tu ejército, caballos y jinetes, de todo en todo equipados, gran multitud con paveses y escudos, teniendo todos ellos espadas;

5 Persia, Cus y Fut con ellos; todos ellos con escudo y yelmo;

6 Gomer, y todas sus tropas; la casa de Togarma, de los confines del norte, y todas sus tropas; muchos pueblos contigo.

7 Prepárate y apercíbete, tú y toda tu multitud que se ha reunido a ti, y sé tú su guarda.

8 De aquí a muchos días serás visitado; al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la espada, recogida de muchos pueblos, a los montes de Israel, que siempre fueron una desolación; mas fue sacada de las naciones, y todos ellos morarán confiadamente.

9 Subirás tú, y vendrás como tempestad; como nublado para cubrir la tierra serás tú y todas tus tropas, y muchos pueblos contigo.

10 Así ha dicho Jehová el Señor:

 En aquel día subirán palabras en tu corazón, y concebirás mal pensamiento,

11 y dirás:

 Subiré contra una tierra indefensa, iré contra gentes tranquilas que habitan confiadamente; todas ellas habitan sin muros, y no tienen cerrojos ni puertas;

12 para arrebatar despojos y para tomar botín, para poner tus manos sobre las tierras desiertas ya pobladas, y sobre el pueblo recogido de entre las naciones, que se hace de ganado y posesiones, que mora en la parte central de la tierra.

13 Sabá y Dedán, y los mercaderes de Tarsis y todos sus príncipes, te dirán:

 ¿Has venido a arrebatar despojos? ¿Has reunido tu multitud para tomar botín, para quitar plata y oro, para tomar ganados y posesiones, para tomar grandes despojos?

14 Por tanto, profetiza, hijo de hombre, y di a Gog:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 En aquel tiempo, cuando mi pueblo Israel habite con seguridad, ¿no lo sabrás tú?

15 Vendrás de tu lugar, de las regiones del norte, tú y muchos pueblos contigo, todos ellos a caballo, gran multitud y poderoso ejército,

16 y subirás contra mi pueblo Israel como nublado para cubrir la tierra; será al cabo de los días; y te traeré sobre mi tierra, para que las naciones me conozcan, cuando sea santificado en ti, oh Gog, delante de sus ojos.

17 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¿No eres tú aquel de quien hablé yo en tiempos pasados por mis siervos los profetas de Israel, los cuales profetizaron en aquellos tiempos que yo te había de traer sobre ellos?

18 En aquel tiempo, cuando venga Gog contra la tierra de Israel, dijo Jehová el Señor, subirá mi ira y mi enojo.

19 Porque he hablado en mi celo, y en el fuego de mi ira:

 Que en aquel tiempo habrá gran temblor sobre la tierra de Israel;

20 que los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo y toda serpiente que se arrastra sobre la tierra, y todos los hombres que están sobre la faz de la tierra, temblarán ante mi presencia; y se desmoronarán los montes, y los vallados caerán, y todo muro caerá a tierra.

21 Y en todos mis montes llamaré contra él la espada, dice Jehová el Señor; la espada de cada cual será contra su hermano.

22 Y yo litigaré contra él con pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él, sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con él, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre.

23 Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido ante los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová.

 

EZEQUIEL 39

 

1 Tú pues, hijo de hombre, profetiza contra Gog, y di:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 He aquí yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal.

2 Y te quebrantaré, y te conduciré y te haré subir de las partes del norte, y te traeré sobre los montes de Israel;

3 y sacaré tu arco de tu mano izquierda, y derribaré tus saetas de tu mano derecha.

4 Sobre los montes de Israel caerás tú y todas tus tropas, y los pueblos que fueron contigo; a aves de rapiña de toda especie, y a las fieras del campo, te he dado por comida.

5 Sobre la faz del campo caerás; porque yo he hablado, dice Jehová el Señor.

6 Y enviaré fuego sobre Magog, y sobre los que moran con seguridad en las costas; y sabrán que yo soy Jehová.

7 Y haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, y nunca más dejaré profanar mi santo nombre; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, el Santo en Israel.

8 He aquí viene, y se cumplirá, dice Jehová el Señor; este es el día del cual he hablado.

9 Y los moradores de las ciudades de Israel saldrán, y encenderán y quemarán armas, escudos, paveses, arcos y saetas, dardos de mano y lanzas; y los quemarán en el fuego por siete años.

10 No traerán leña del campo, ni cortarán de los bosques, sino quemarán las armas en el fuego; y despojarán a sus despojadores, y robarán a los que les robaron, dice Jehová el Señor.

11 En aquel tiempo yo daré a Gog lugar para sepultura allí en Israel, el valle de los que pasan al oriente del mar; y obstruirá el paso a los transeúntes, pues allí enterrarán a Gog y a toda su multitud; y lo llamarán el Valle de Hamón-gog.

12 Y la casa de Israel los estará enterrando por siete meses, para limpiar la tierra.

13 Los enterrará todo el pueblo de la tierra; y será para ellos célebre el día en que yo sea glorificado, dice Jehová el Señor.

14 Y tomarán hombres a jornal que vayan por el país con los que viajen, para enterrar a los que queden sobre la faz de la tierra, a fin de limpiarla; al cabo de siete meses harán el reconocimiento.

15 Y pasarán los que irán por el país, y el que vea los huesos de algún hombre pondrá junto a ellos una señal, hasta que los entierren los sepultureros en el valle de Hamón-gog.

16 Y también el nombre de la ciudad será Hamona; y limpiarán la tierra.

17 Y tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor:

 Di a las aves de toda especie, y a toda fiera del campo:

 Juntaos, y venid; reuníos de todas partes a mi víctima que sacrifico para vosotros, un sacrificio grande sobre los montes de Israel; y comeréis carne y beberéis sangre.

18 Comeréis carne de fuertes, y beberéis sangre de príncipes de la tierra; de carneros, de corderos, de machos cabríos, de bueyes y de toros, engordados todos en Basán.

19 Comeréis grosura hasta saciaros, y beberéis hasta embriagaros de sangre de las víctimas que para vosotros sacrifiqué.

20 Y os saciaréis sobre mi mesa, de caballos y de jinetes fuertes y de todos los hombres de guerra, dice Jehová el Señor.

21 Y pondré mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán mi juicio que habré hecho, y mi mano que sobre ellos puse.

22 Y de aquel día en adelante sabrá la casa de Israel que yo soy Jehová su Dios.

23 Y sabrán las naciones que la casa de Israel fue llevada cautiva por su pecado, por cuanto se rebelaron contra mí, y yo escondí de ellos mi rostro, y los entregué en manos de sus enemigos, y cayeron todos a espada.

24 Conforme a su inmundicia y conforme a sus rebeliones hice con ellos, y de ellos escondí mi rostro.

25 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:

 Ahora volveré la cautividad de Jacob, y tendré misericordia de toda la casa de Israel, y me mostraré celoso por mi santo nombre.

26 Y ellos sentirán su vergüenza, y toda su rebelión con que prevaricaron contra mí, cuando habiten en su tierra con seguridad, y no haya quien los espante;

27 cuando los saque de entre los pueblos, y los reúna de la tierra de sus enemigos, y sea santificado en ellos ante los ojos de muchas naciones.

28 Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos.

29 Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor.

 

La visión del templo

 

EZEQUIEL 40

 

1 En el año veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del año, a los diez días del mes, a los catorce años después que la ciudad fue conquistada, en aquel mismo día vino sobre mí la mano de Jehová, y me llevó allá.

2 En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur.

3 Me llevó allí, y he aquí un varón, cuyo aspecto era como aspecto de bronce; y tenía un cordel de lino en su mano, y una caña de medir; y él estaba a la puerta.

4 Y me habló aquel varón, diciendo:

 Hijo de hombre, mira con tus ojos, y oye con tus oídos, y pon tu corazón a todas las cosas que te muestro; porque para que yo te las mostrase has sido traído aquí. Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel.

5 Y he aquí un muro fuera de la casa; y la caña de medir que aquel varón tenía en la mano era de seis codos de a codo y palmo menor; y midió el espesor del muro, de una caña, y la altura, de otra caña.

6 Después vino a la puerta que mira hacia el oriente, y subió por sus gradas, y midió un poste de la puerta, de una caña de ancho, y el otro poste, de otra caña de ancho.

7 Y cada cámara tenía una caña de largo, y una caña de ancho; y entre las cámaras había cinco codos de ancho; y cada poste de la puerta junto a la entrada de la puerta por dentro, una caña.

8 Midió asimismo la entrada de la puerta por dentro, una caña.

9 Midió luego la entrada del portal, de ocho codos, y sus postes de dos codos; y la puerta del portal estaba por el lado de adentro.

10 Y la puerta oriental tenía tres cámaras a cada lado, las tres de una medida; también de una medida los portales a cada lado.

11 Midió el ancho de la entrada de la puerta, de diez codos, y la longitud del portal, de trece codos.

12 El espacio delante de las cámaras era de un codo a un lado, y de otro codo al otro lado; y cada cámara tenía seis codos por un lado, y seis codos por el otro.

13 Midió la puerta desde el techo de una cámara hasta el techo de la otra, veinticinco codos de ancho, puerta contra puerta.

14 Y midió los postes, de sesenta codos, cada poste del atrio y del portal todo en derredor.

15 Y desde el frente de la puerta de la entrada hasta el frente de la entrada de la puerta interior, cincuenta codos.

16 Y había ventanas estrechas en las cámaras, y en sus portales por dentro de la puerta alrededor, y asimismo en los corredores; y las ventanas estaban alrededor por dentro; y en cada poste había palmeras.

17 Me llevó luego al atrio exterior, y he aquí había cámaras, y estaba enlosado todo en derredor; treinta cámaras había alrededor en aquel atrio.

18 El enlosado a los lados de las puertas, en proporción a la longitud de los portales, era el enlosado más bajo.

19 Y midió la anchura desde el frente de la puerta de abajo hasta el frente del atrio interior por fuera, de cien codos hacia el oriente y el norte.

20 Y de la puerta que estaba hacia el norte en el atrio exterior, midió su longitud y su anchura.

21 Sus cámaras eran tres de un lado, y tres del otro; y sus postes y sus arcos eran como la medida de la puerta primera:

 cincuenta codos de longitud, y veinticinco de ancho.

22 Y sus ventanas y sus arcos y sus palmeras eran conforme a la medida de la puerta que estaba hacia el oriente; y se subía a ella por siete gradas, y delante de ellas estaban sus arcos.

23 La puerta del atrio interior estaba enfrente de la puerta hacia el norte, y así al oriente; y midió de puerta a puerta, cien codos.

24 Me llevó después hacia el sur, y he aquí una puerta hacia el sur; y midió sus portales y sus arcos conforme a estas medidas.

25 Y tenía sus ventanas y sus arcos alrededor, como las otras ventanas; la longitud era de cincuenta codos, y el ancho de veinticinco codos.

26 Sus gradas eran de siete peldaños, con sus arcos delante de ellas; y tenía palmeras, una de un lado, y otra del otro lado, en sus postes.

27 Había también puerta hacia el sur del atrio interior; y midió de puerta a puerta hacia el sur cien codos.

28 Me llevó después en el atrio de adentro a la puerta del sur, y midió la puerta del sur conforme a estas medidas.

29 Sus cámaras y sus postes y sus arcos eran conforme a estas medidas, y tenía sus ventanas y sus arcos alrededor; la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos el ancho.

30 Los arcos alrededor eran de veinticinco codos de largo, y cinco codos de ancho.

31 Y sus arcos caían afuera al atrio, con palmeras en sus postes; y sus gradas eran de ocho peldaños.

32 Y me llevó al atrio interior hacia el oriente, y midió la puerta conforme a estas medidas.

33 Eran sus cámaras y sus postes y sus arcos conforme a estas medidas, y tenía sus ventanas y sus arcos alrededor; la longitud era de cincuenta codos, y la anchura de veinticinco codos.

34 Y sus arcos caían afuera al atrio, con palmeras en sus postes de un lado y de otro; y sus gradas eran de ocho peldaños.

35 Me llevó luego a la puerta del norte, y midió conforme a estas medidas;

36 sus cámaras, sus postes, sus arcos y sus ventanas alrededor; la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos el ancho.

37 Sus postes caían afuera al atrio, con palmeras a cada uno de sus postes de un lado y de otro; y sus gradas eran de ocho peldaños.

38 Y había allí una cámara, y su puerta con postes de portales; allí lavarán el holocausto.

39 Y en la entrada de la puerta había dos mesas a un lado, y otras dos al otro, para degollar sobre ellas el holocausto y la expiación y el sacrificio por el pecado.

40 A un lado, por fuera de las gradas, a la entrada de la puerta del norte, había dos mesas; y al otro lado que estaba a la entrada de la puerta, dos mesas.

41 Cuatro mesas a un lado, y cuatro mesas al otro lado, junto a la puerta; ocho mesas, sobre las cuales degollarán las víctimas.

42 Las cuatro mesas para el holocausto eran de piedra labrada, de un codo y medio de longitud, y codo y medio de ancho, y de un codo de altura; sobre éstas pondrán los utensilios con que degollarán el holocausto y el sacrificio.

43 Y adentro, ganchos, de un palmo menor, dispuestos en derredor; y sobre las mesas la carne de las víctimas.

44 Y fuera de la puerta interior, en el atrio de adentro que estaba al lado de la puerta del norte, estaban las cámaras de los cantores, las cuales miraban hacia el sur; una estaba al lado de la puerta del oriente que miraba hacia el norte.

45 Y me dijo:

 Esta cámara que mira hacia el sur es de los sacerdotes que hacen la guardia del templo.

46 Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que hacen la guardia del altar; estos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví para ministrar a Jehová.

47 Y midió el atrio, cien codos de longitud, y cien codos de anchura; era cuadrado; y el altar estaba delante de la casa.

48 Y me llevó al pórtico del templo, y midió cada poste del pórtico, cinco codos de un lado, y cinco codos de otro; y la anchura de la puerta tres codos de un lado, y tres codos de otro.

49 La longitud del pórtico, veinte codos, y el ancho once codos, al cual subían por gradas; y había columnas junto a los postes, una de un lado, y otra de otro.

 

EZEQUIEL 41

 

1 Me introdujo luego en el templo, y midió los postes, siendo el ancho seis codos de un lado, y seis codos de otro, que era el ancho del tabernáculo.

2 El ancho de la puerta era de diez codos, y los lados de la puerta, de cinco codos de un lado, y cinco del otro. Y midió su longitud, de cuarenta codos, y la anchura de veinte codos.

3 Y pasó al interior, y midió cada poste de la puerta, de dos codos; y la puerta, de seis codos; y la anchura de la entrada, de siete codos.

4 Midió también su longitud, de veinte codos, y la anchura de veinte codos, delante del templo; y me dijo:

 Este es el lugar santísimo.

5 Después midió el muro de la casa, de seis codos; y de cuatro codos la anchura de las cámaras, en torno de la casa alrededor.

6 Las cámaras laterales estaban sobrepuestas unas a otras, treinta en cada uno de los tres pisos; y entraban modillones en la pared de la casa alrededor, sobre los que estribasen las cámaras, para que no estribasen en la pared de la casa.

7 Y había mayor anchura en las cámaras de más arriba; la escalera de caracol de la casa subía muy alto alrededor por dentro de la casa; por tanto, la casa tenía más anchura arriba. Del piso inferior se podía subir al de en medio, y de éste al superior.

8 Y miré la altura de la casa alrededor; los cimientos de las cámaras eran de una caña entera de seis codos largos.

9 El ancho de la pared de afuera de las cámaras era de cinco codos, igual al espacio que quedaba de las cámaras de la casa por dentro.

10 Y entre las cámaras había anchura de veinte codos por todos lados alrededor de la casa.

11 La puerta de cada cámara salía al espacio que quedaba, una puerta hacia el norte, y otra puerta hacia el sur; y el ancho del espacio que quedaba era de cinco codos por todo alrededor.

12 Y el edificio que estaba delante del espacio abierto al lado del occidente era de setenta codos; y la pared del edificio, de cinco codos de grueso alrededor, y noventa codos de largo.

13 Luego midió la casa, cien codos de largo; y el espacio abierto y el edificio y sus paredes, de cien codos de longitud.

14 Y el ancho del frente de la casa y del espacio abierto al oriente era de cien codos.

15 Y midió la longitud del edificio que estaba delante del espacio abierto que había detrás de él, y las cámaras de uno y otro lado, cien codos; y el templo de dentro, y los portales del atrio.

16 Los umbrales y las ventanas estrechas y las cámaras alrededor de los tres pisos estaba todo cubierto de madera desde el suelo hasta las ventanas; y las ventanas también cubiertas.

17 Por encima de la puerta, y hasta la casa de adentro, y afuera de ella, y por toda la pared en derredor por dentro y por fuera, tomó medidas.

18 Y estaba labrada con querubines y palmeras, entre querubín y querubín una palmera; y cada querubín tenía dos rostros;

19 un rostro de hombre hacia la palmera del un lado, y un rostro de león hacia la palmera del otro lado, por toda la casa alrededor.

20 Desde el suelo hasta encima de la puerta había querubines labrados y palmeras, por toda la pared del templo.

21 Cada poste del templo era cuadrado, y el frente del santuario era como el otro frente.

22 La altura del altar de madera era de tres codos, y su longitud de dos codos; y sus esquinas, su superficie y sus paredes eran de madera. Y me dijo:

 Esta es la mesa que está delante de Jehová.

23 El templo y el santuario tenían dos puertas.

24 Y en cada puerta había dos hojas, dos hojas que giraban; dos hojas en una puerta, y otras dos en la otra.

25 En las puertas del templo había labrados de querubines y palmeras, así como los que había en las paredes; y en la fachada del atrio al exterior había un portal de madera.

26 Y había ventanas estrechas, y palmeras de uno y otro lado a los lados del pórtico; así eran las cámaras de la casa y los umbrales.

 

EZEQUIEL 42

 

1 Me trajo luego al atrio exterior hacia el norte, y me llevó a la cámara que estaba delante del espacio abierto que quedaba enfrente del edificio, hacia el norte.

2 Por delante de la puerta del norte su longitud era de cien codos, y el ancho de cincuenta codos.

3 Frente a los veinte codos que había en el atrio interior, y enfrente del enlosado que había en el atrio exterior, estaban las cámaras, las unas enfrente de las otras en tres pisos.

4 Y delante de las cámaras había un corredor de diez codos de ancho hacia adentro, con una vía de un codo; y sus puertas daban al norte.

5 Y las cámaras más altas eran más estrechas; porque las galerías quitaban de ellas más que de las bajas y de las de en medio del edificio.

6 Porque estaban en tres pisos, y no tenían columnas como las columnas de los atrios; por tanto, eran más estrechas que las de abajo y las de en medio, desde el suelo.

7 Y el muro que estaba afuera enfrente de las cámaras, hacia el atrio exterior delante de las cámaras, tenía cincuenta codos de largo.

8 Porque la longitud de las cámaras del atrio de afuera era de cincuenta codos; y delante de la fachada del templo había cien codos.

9 Y debajo de las cámaras estaba la entrada al lado oriental, para entrar en él desde el atrio exterior.

10 A lo largo del muro del atrio, hacia el oriente, enfrente del espacio abierto, y delante del edificio, había cámaras.

11 Y el corredor que había delante de ellas era semejante al de las cámaras que estaban hacia el norte; tanto su longitud como su ancho eran lo mismo, y todas sus salidas, conforme a sus puertas y conforme a sus entradas.

12 Así también eran las puertas de las cámaras que estaban hacia el sur; había una puerta al comienzo del corredor que había enfrente del muro al lado oriental, para quien entraba en las cámaras.

13 Y me dijo:

 Las cámaras del norte y las del sur, que están delante del espacio abierto, son cámaras santas en las cuales los sacerdotes que se acercan a Jehová comerán las santas ofrendas; allí pondrán las ofrendas santas, la ofrenda y la expiación y el sacrifico por el pecado, porque el lugar es santo.

14 Cuando los sacerdotes entren, no saldrán del lugar santo al atrio exterior, sino que allí dejarán sus vestiduras con que ministran, porque son santas; y se vestirán otros vestidos, y así se acercarán a lo que es del pueblo.

15 Y luego que acabó las medidas de la casa de adentro, me sacó por el camino de la puerta que miraba hacia el oriente, y lo midió todo alrededor.

16 Midió el lado oriental con la caña de medir, quinientas cañas de la caña de medir alrededor.

17 Midió al lado del norte, quinientas cañas de la caña de medir alrededor.

18 Midió al lado del sur, quinientas cañas de la caña de medir.

19 Rodeó al lado del occidente, y midió quinientas cañas de la caña de medir.

20 A los cuatro lados lo midió; tenía un muro todo alrededor, de quinientas cañas de longitud y quinientas cañas de ancho, para hacer separación entre el santuario y el lugar profano.

 

La gloria de Jehová llena el templo

 

EZEQUIEL 43

 

1 Me llevó luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente;

2 y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria.

3 Y el aspecto de lo que vi era como una visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.

4 Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente.

5 Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa.

 

Leyes del templo

 

6 Y oí uno que me hablaba desde la casa; y un varón estaba junto a mí,

7 y me dijo:

 Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre; y nunca más profanará la casa de Israel mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicaciones, ni con los cuerpos muertos de sus reyes en sus lugares altos.

8 Porque poniendo ellos su umbral junto a mi umbral, y su contrafuerte junto a mi contrafuerte, mediando sólo una pared entre mí y ellos, han contaminado mi santo nombre con sus abominaciones que hicieron; por tanto, los consumí en mi furor.

9 Ahora arrojarán lejos de mí sus fornicaciones, y los cuerpos muertos de sus reyes, y habitaré en medio de ellos para siempre.

10 Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados; y midan el diseño de ella.

11 Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender el diseño de la casa, su disposición, sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas sus descripciones, y todas sus configuraciones, y todas sus leyes; y descríbelo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma y todas sus reglas, y las pongan por obra.

12 Esta es la ley de la casa:

 Sobre la cumbre del monte, el recinto entero, todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta es la ley de la casa.

13 Estas son las medidas del altar por codos (el codo de a codo y palmo menor). La base, de un codo, y de un codo el ancho; y su remate por su borde alrededor, de un palmo. Este será el zócalo del altar.

14 Y desde la base, sobre el suelo, hasta el lugar de abajo, dos codos, y la anchura de un codo; y desde la cornisa menor hasta la cornisa mayor, cuatro codos, y el ancho de un codo.

15 El altar era de cuatro codos, y encima del altar había cuatro cuernos.

16 Y el altar tenía doce codos de largo, y doce de ancho, cuadrado a sus cuatro lados.

17 El descanso era de catorce codos de longitud y catorce de anchura en sus cuatro lados, y de medio codo el borde alrededor; y la base de un codo por todos lados; y sus gradas estaban al oriente.

18 Y me dijo:

 Hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor:

 Estas son las ordenanzas del altar el día en que sea hecho, para ofrecer holocausto sobre él y para esparcir sobre él sangre.

19 A los sacerdotes levitas que son del linaje de Sadoc, que se acerquen a mí, dice Jehová el Señor, para ministrar ante mí, darás un becerro de la vacada para expiación.

20 Y tomarás de su sangre, y pondrás en los cuatro cuernos del altar, y en las cuatro esquinas del descanso, y en el borde alrededor; así lo limpiarás y purificarás.

21 Tomarás luego el becerro de la expiación, y lo quemarás conforme a la ley de la casa, fuera del santuario.

22 Al segundo día ofrecerás un macho cabrío sin defecto, para expiación; y purificarán el altar como lo purificaron con el becerro.

23 Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada;

24 y los ofrecerás delante de Jehová, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a Jehová.

25 Por siete días sacrificarán un macho cabrío cada día en expiación; asimismo sacrificarán el becerro de la vacada y un carnero sin tacha del rebaño.

26 Por siete días harán expiación por el altar, y lo limpiarán, y así lo consagrarán.

27 Y acabados estos días, del octavo día en adelante, los sacerdotes sacrificarán sobre el altar vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de paz; y me seréis aceptos, dice Jehová el Señor.

 

EZEQUIEL 44

 

1 Me hizo volver hacia la puerta exterior del santuario, la cual mira hacia el oriente; y estaba cerrada.

2 Y me dijo Jehová:

 Esta puerta estará cerrada; no se abrirá, ni entrará por ella hombre, porque Jehová Dios de Israel entró por ella; estará, por tanto, cerrada.

3 En cuanto al príncipe, por ser el príncipe, él se sentará allí para comer pan delante de Jehová; por el vestíbulo de la puerta entrará, y por ese mismo camino saldrá.

4 Y me llevó hacia la puerta del norte por delante de la casa; y miré, y he aquí la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová; y me postré sobre mi rostro.

5 Y me dijo Jehová:

 Hijo de hombre, pon atención, y mira con tus ojos, y oye con tus oídos todo lo que yo hablo contigo sobre todas las ordenanzas de la casa de Jehová, y todas sus leyes; y pon atención a las entradas de la casa, y a todas las salidas del santuario.

6 Y dirás a los rebeldes, a la casa de Israel:

 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Basta ya de todas vuestras abominaciones, oh casa de Israel;

7 de traer extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos de carne, para estar en mi santuario y para contaminar mi casa; de ofrecer mi pan, la grosura y la sangre, y de invalidar mi pacto con todas vuestras abominaciones.

8 Pues no habéis guardado lo establecido acerca de mis cosas santas, sino que habéis puesto extranjeros como guardas de las ordenanzas en mi santuario.

9 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Ningún hijo de extranjero, incircunciso de corazón e incircunciso de carne, entrará en mi santuario, de todos los hijos de extranjeros que están entre los hijos de Israel.

10 Y los levitas que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí, yéndose tras sus ídolos, llevarán su iniquidad.

11 Y servirán en mi santuario como porteros a las puertas de la casa y sirvientes en la casa; ellos matarán el holocausto y la víctima para el pueblo, y estarán ante él para servirle.

12 Por cuanto les sirvieron delante de sus ídolos, y fueron a la casa de Israel por tropezadero de maldad; por tanto, he alzado mi mano y jurado, dice Jehová el Señor, que ellos llevarán su iniquidad.

13 No se acercarán a mí para servirme como sacerdotes, ni se acercarán a ninguna de mis cosas santas, a mis cosas santísimas, sino que llevarán su vergüenza y las abominaciones que hicieron.

14 Les pondré, pues, por guardas encargados de la custodia de la casa, para todo el servicio de ella, y para todo lo que en ella haya de hacerse.

15 Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán para ministrar ante mí, y delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice Jehová el Señor.

16 Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi mesa para servirme, y guardarán mis ordenanzas.

17 Y cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de lino; no llevarán sobre ellos cosa de lana, cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la casa.

18 Turbantes de lino tendrán sobre sus cabezas, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; no se ceñirán cosa que los haga sudar.

19 Cuando salgan al atrio exterior, al atrio de afuera, al pueblo, se quitarán las vestiduras con que ministraron, y las dejarán en las cámaras del santuario, y se vestirán de otros vestidos, para no santificar al pueblo con sus vestiduras.

20 Y no se raparán su cabeza, ni dejarán crecer su cabello, sino que lo recortarán solamente.

21 Ninguno de los sacerdotes beberá vino cuando haya de entrar en el atrio interior.

22 Ni viuda ni repudiada tomará por mujer, sino que tomará virgen del linaje de la casa de Israel, o viuda que fuere viuda de sacerdote.

23 Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio.

24 En los casos de pleito ellos estarán para juzgar; conforme a mis juicios juzgarán; y mis leyes y mis decretos guardarán en todas mis fiestas solemnes, y santificarán mis días de reposo.

25 No se acercarán a hombre muerto para contaminarse; pero por padre o madre, hijo o hija, hermano, o hermana que no haya tenido marido, sí podrán contaminarse.

26 Y después de su purificación, le contarán siete días.

27 Y el día que entre al santuario, al atrio interior, para ministrar en el santuario, ofrecerá su expiación, dice Jehová el Señor.

28 Y habrá para ellos heredad; yo seré su heredad, pero no les daréis posesión en Israel; yo soy su posesión.

29 La ofrenda y la expiación y el sacrificio por el pecado comerán, y toda cosa consagrada en Israel será de ellos.

30 Y las primicias de todos los primeros frutos de todo, y toda ofrenda de todo lo que se presente de todas vuestras ofrendas, será de los sacerdotes; asimismo daréis al sacerdote las primicias de todas vuestras masas, para que repose la bendición en vuestras casas.

31 Ninguna cosa mortecina ni desgarrada, así de aves como de animales, comerán los sacerdotes.

 

EZEQUIEL 45

 

1 Cuando repartáis por suertes la tierra en heredad, apartaréis una porción para Jehová, que le consagraréis en la tierra, de longitud de veinticinco mil cañas y diez mil de ancho; esto será santificado en todo su territorio alrededor.

2 De esto será para el santuario quinientas cañas de longitud y quinientas de ancho, en cuadro alrededor; y cincuenta codos en derredor para sus ejidos.

3 Y de esta medida medirás en longitud veinticinco mil cañas, y en ancho diez mil, en lo cual estará el santuario y el lugar santísimo.

4 Lo consagrado de esta tierra será para los sacerdotes, ministros del santuario, que se acercan para ministrar a Jehová; y servirá de lugar para sus casas, y como recinto sagrado para el santuario.

5 Asimismo veinticinco mil cañas de longitud y diez mil de ancho, lo cual será para los levitas ministros de la casa, como posesión para sí, con veinte cámaras.

6 Para propiedad de la ciudad señalaréis cinco mil de anchura y veinticinco mil de longitud, delante de lo que se apartó para el santuario; será para toda la casa de Israel.

7 Y la parte del príncipe estará junto a lo que se apartó para el santuario, de uno y otro lado, y junto a la posesión de la ciudad, delante de lo que se apartó para el santuario, y delante de la posesión de la ciudad, desde el extremo occidental hasta el extremo oriental, y la longitud será desde el límite occidental hasta el límite oriental.

8 Esta tierra tendrá por posesión en Israel, y nunca más mis príncipes oprimirán a mi pueblo; y darán la tierra a la casa de Israel conforme a sus tribus.

9 Así ha dicho Jehová el Señor:

 ¡Basta ya, oh príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia; quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice Jehová el Señor.

10 Balanzas justas, efa justo, y bato justo tendréis.

11 El efa y el bato serán de una misma medida:

 que el bato tenga la décima parte del homer, y la décima parte del homer el efa; la medida de ellos será según el homer.

12 Y el siclo será de veinte geras. Veinte siclos, veinticinco siclos, quince siclos, os serán una mina.

13 Esta será la ofrenda que ofreceréis:

 la sexta parte de un efa por cada homer del trigo, y la sexta parte de un efa por cada homer de la cebada.

14 La ordenanza para el aceite será que ofreceréis un bato de aceite, que es la décima parte de un coro; diez batos harán un homer; porque diez batos son un homer.

15 Y una cordera del rebaño de doscientas, de las engordadas de Israel, para sacrificio, y para holocausto y para ofrendas de paz, para expiación por ellos, dice Jehová el Señor.

16 Todo el pueblo de la tierra estará obligado a dar esta ofrenda para el príncipe de Israel.

17 Mas al príncipe corresponderá el dar el holocausto y el sacrificio y la libación en las fiestas solemnes, en las lunas nuevas, en los días de reposo y en todas las fiestas de la casa de Israel; él dispondrá la expiación, la ofrenda, el holocausto y las ofrendas de paz, para hacer expiación por la casa de Israel.

18 Así ha dicho Jehová el Señor:

 El mes primero, el día primero del mes, tomarás de la vacada un becerro sin defecto, y purificarás el santuario.

19 Y el sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y pondrá sobre los postes de la casa, y sobre los cuatro ángulos del descanso del altar, y sobre los postes de las puertas del atrio interior.

20 Así harás el séptimo día del mes para los que pecaron por error y por engaño, y harás expiación por la casa.

21 El mes primero, a los catorce días del mes, tendréis la pascua, fiesta de siete días; se comerá pan sin levadura.

22 Aquel día el príncipe sacrificará por sí mismo y por todo el pueblo de la tierra, un becerro por el pecado.

23 Y en los siete días de la fiesta solemne ofrecerá holocausto a Jehová, siete becerros y siete carneros sin defecto, cada día de los siete días; y por el pecado un macho cabrío cada día.

24 Y con cada becerro ofrecerá ofrenda de un efa, y con cada carnero un efa; y por cada efa un hin de aceite.

25 En el mes séptimo, a los quince días del mes, en la fiesta, hará como en estos siete días en cuanto a la expiación, en cuanto al holocausto, en cuanto al presente y en cuanto al aceite.

 

EZEQUIEL 46

 

1 Así ha dicho Jehová el Señor:

 La puerta del atrio interior que mira al oriente estará cerrada los seis días de trabajo, y el día de reposo se abrirá; se abrirá también el día de la luna nueva.

2 Y el príncipe entrará por el camino del portal de la puerta exterior, y estará en pie junto al umbral de la puerta mientras los sacerdotes ofrezcan su holocausto y sus ofrendas de paz, y adorará junto a la entrada de la puerta; después saldrá; pero no se cerrará la puerta hasta la tarde.

3 Asimismo adorará el pueblo de la tierra delante de Jehová, a la entrada de la puerta, en los días de reposo y en las lunas nuevas.

4 El holocausto que el príncipe ofrecerá a Jehová en el día de reposo será seis corderos sin defecto, y un carnero sin tacha;

5 y por ofrenda un efa con cada carnero; y con cada cordero una ofrenda conforme a sus posibilidades, y un hin de aceite con el efa.

6 Mas el día de la luna nueva, un becerro sin tacha de la vacada, seis corderos, y un carnero; deberán ser sin defecto.

7 Y hará ofrenda de un efa con el becerro, y un efa con cada carnero; pero con los corderos, conforme a sus posibilidades; y un hin de aceite por cada efa.

8 Y cuando el príncipe entrare, entrará por el camino del portal de la puerta, y por el mismo camino saldrá.

9 Mas cuando el pueblo de la tierra entrare delante de Jehová en las fiestas, el que entrare por la puerta del norte saldrá por la puerta del sur, y el que entrare por la puerta del sur saldrá por la puerta del norte; no volverá por la puerta por donde entró, sino que saldrá por la de enfrente de ella.

10 Y el príncipe, cuando ellos entraren, entrará en medio de ellos; y cuando ellos salieren, él saldrá.

11 Y en las fiestas y en las asambleas solemnes será la ofrenda un efa con cada becerro, y un efa con cada carnero; y con los corderos, conforme a sus posibilidades; y un hin de aceite con cada efa.

12 Mas cuando el príncipe libremente hiciere holocausto u ofrendas de paz a Jehová, le abrirán la puerta que mira al oriente, y hará su holocausto y sus ofrendas de paz, como hace en el día de reposo; después saldrá, y cerrarán la puerta después que saliere.

13 Y ofrecerás en sacrificio a Jehová cada día en holocausto un cordero de un año sin defecto; cada mañana lo sacrificarás.

14 Y con él harás todas las mañanas ofrenda de la sexta parte de un efa, y la tercera parte de un hin de aceite para mezclar con la flor de harina; ofrenda para Jehová continuamente, por estatuto perpetuo.

15 Ofrecerán, pues, el cordero y la ofrenda y el aceite, todas las mañanas en holocausto continuo.

16 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Si el príncipe diere parte de su heredad a sus hijos, será de ellos; posesión de ellos será por herencia.

17 Mas si de su heredad diere parte a alguno de sus siervos, será de él hasta el año del jubileo, y volverá al príncipe; mas su herencia será de sus hijos.

18 Y el príncipe no tomará nada de la herencia del pueblo, para no defraudarlos de su posesión; de lo que él posee dará herencia a sus hijos, a fin de que ninguno de mi pueblo sea echado de su posesión.

19 Me trajo después por la entrada que estaba hacia la puerta, a las cámaras santas de los sacerdotes, las cuales miraban al norte, y vi que había allí un lugar en el fondo del lado de occidente.

20 Y me dijo:

 Este es el lugar donde los sacerdotes cocerán la ofrenda por el pecado y la expiación; allí cocerán la ofrenda, para no sacarla al atrio exterior, santificando así al pueblo.

21 Y luego me sacó al atrio exterior, y me llevó por los cuatro rincones del atrio; y en cada rincón había un patio.

22 En los cuatro rincones del atrio había patios cercados, de cuarenta codos de longitud y treinta de ancho; una misma medida tenían los cuatro.

23 Y había una pared alrededor de ellos, alrededor de los cuatro, y abajo fogones alrededor de las paredes.

24 Y me dijo:

 Estas son las cocinas, donde los servidores de la casa cocerán la ofrenda del pueblo.

 

Las aguas salutíferas

 

EZEQUIEL 47

 

1 Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar.

2 Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho.

3 Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos.

4 Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos.

5 Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado.

6 Y me dijo:

 ¿Has visto, hijo de hombre?

Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río.

7 Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado.

8 Y me dijo:

 Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas.

9 Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río.

10 Y junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande.

11 Sus pantanos y sus lagunas no se sanearán; quedarán para salinas.

12 Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.

 

Límites y repartición de la tierra

 

13 Así ha dicho Jehová el Señor:

 Estos son los límites en que repartiréis la tierra por heredad entre las doce tribus de Israel. José tendrá dos partes.

14 Y la heredaréis así los unos como los otros; por ella alcé mi mano jurando que la había de dar a vuestros padres; por tanto, esta será la tierra de vuestra heredad.

15 Y este será el límite de la tierra hacia el lado del norte; desde el Mar Grande, camino de Hetlón viniendo a Zedad,

16 Hamat, Berota, Sibraim, que está entre el límite de Damasco y el límite de Hamat; Hazar-haticón, que es el límite de Haurán.

17 Y será el límite del norte desde el mar hasta Hazar-enán en el límite de Damasco al norte, y al límite de Hamat al lado del norte.

18 Del lado del oriente, en medio de Haurán y de Damasco, y de Galaad y de la tierra de Israel, al Jordán; esto mediréis de límite hasta el mar oriental.

19 Del lado meridional, hacia el sur, desde Tamar hasta las aguas de las rencillas; desde Cades y el arroyo hasta el Mar Grande; y esto será el lado meridional, al sur.

20 Del lado del occidente el Mar Grande será el límite hasta enfrente de la entrada de Hamat; este será el lado occidental.

21 Repartiréis, pues, esta tierra entre vosotros según las tribus de Israel.

22 Y echaréis sobre ella suertes por heredad para vosotros, y para los extranjeros que moran entre vosotros, que entre vosotros han engendrado hijos; y los tendréis como naturales entre los hijos de Israel; echarán suertes con vosotros para tener heredad entre las tribus de Israel.

23 En la tribu en que morare el extranjero, allí le daréis su heredad, ha dicho Jehová el Señor.

 

EZEQUIEL 48

 

1 Estos son los nombres de las tribus:

 Desde el extremo norte por la vía de Hetlón viniendo a Hamat, Hazar-enán, en los confines de Damasco, al norte, hacia Hamat, tendrá Dan una parte, desde el lado oriental hasta el occidental.

2 Junto a la frontera de Dan, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, tendrá Aser una parte.

3 Junto al límite de Aser, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Neftalí, otra.

4 Junto al límite de Neftalí, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Manasés, otra.

5 Junto al límite de Manasés, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Efraín, otra.

6 Junto al límite de Efraín, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Rubén, otra.

7 Junto al límite de Rubén, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Judá, otra.

8 Junto al límite de Judá, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, estará la porción que reservaréis de veinticinco mil cañas de anchura, y de longitud como cualquiera de las otras partes, esto es, desde el lado del oriente hasta el lado del mar; y el santuario estará en medio de ella.

9 La porción que reservaréis para Jehová tendrá de longitud veinticinco mil cañas, y diez mil de ancho.

10 La porción santa que pertenecerá a los sacerdotes será de veinticinco mil cañas al norte, y de diez mil de anchura al occidente, y de diez mil de ancho al oriente, y de veinticinco mil de longitud al sur; y el santuario de Jehová estará en medio de ella.

11 Los sacerdotes santificados de los hijos de Sadoc que me guardaron fidelidad, que no erraron cuando erraron los hijos de Israel, como erraron los levitas,

12 ellos tendrán como parte santísima la porción de la tierra reservada, junto al límite de la de los levitas.

13 Y la de los levitas, al lado de los límites de la de los sacerdotes, será de veinticinco mil cañas de longitud, y de diez mil de anchura; toda la longitud de veinticinco mil, y la anchura de diez mil.

14 No venderán nada de ello, ni lo permutarán, ni traspasarán las primicias de la tierra; porque es cosa consagrada a Jehová.

15 Y las cinco mil cañas de anchura que quedan de las veinticinco mil, serán profanas, para la ciudad, para habitación y para ejido; y la ciudad estará en medio.

16 Estas serán sus medidas:

 al lado del norte cuatro mil quinientas cañas, al lado del sur cuatro mil quinientas, al lado del oriente cuatro mil quinientas, y al lado del occidente cuatro mil quinientas.

17 Y el ejido de la ciudad será al norte de doscientas cincuenta cañas, al sur de doscientas cincuenta, al oriente de doscientas cincuenta, y de doscientas cincuenta al occidente.

18 Y lo que quedare de longitud delante de la porción santa, diez mil cañas al oriente y diez mil al occidente, que será lo que quedará de la porción santa, será para sembrar para los que sirven a la ciudad.

19 Y los que sirvan a la ciudad serán de todas la tribus de Israel.

20 Toda la porción reservada de veinticinco mil cañas por veinticinco mil en cuadro, reservaréis como porción para el santuario, y para la posesión de la ciudad.

21 Y del príncipe será lo que quedare a uno y otro lado de la porción santa y de la posesión de la ciudad, esto es, delante de las veinticinco mil cañas de la porción hasta el límite oriental, y al occidente delante de las veinticinco mil hasta el límite occidental, delante de las partes dichas será del príncipe; porción santa será, y el santuario de la casa estará en medio de ella.

22 De este modo la parte del príncipe será la comprendida desde la porción de los levitas y la porción de la ciudad, entre el límite de Judá y el límite de Benjamín.

23 En cuanto a las demás tribus, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, tendrá Benjamín una porción.

24 Junto al límite de Benjamín, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Simeón, otra.

25 Junto al límite de Simeón, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Isacar, otra.

26 Junto al límite de Isacar, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Zabulón, otra.

27 Junto al límite de Zabulón, desde el lado del oriente hasta el lado del mar, Gad, otra.

28 Junto al límite de Gad, al lado meridional al sur, será el límite desde Tamar hasta las aguas de las rencillas, y desde Cades y el arroyo hasta el Mar Grande.

29 Esta es la tierra que repartiréis por suertes en heredad a las tribus de Israel, y estas son sus porciones, ha dicho Jehová el Señor.

30 Y estas son las salidas de la ciudad:

 al lado del norte, cuatro mil quinientas cañas por medida.

31 Y las puertas de la ciudad serán según los nombres de las tribus de Israel:

 tres puertas al norte:

 la puerta de Rubén, una; la puerta de Judá, otra; la puerta de Leví, otra.

32 Al lado oriental cuatro mil quinientas cañas, y tres puertas:

 la puerta de José, una; la puerta de Benjamín, otra; la puerta de Dan, otra.

33 Al lado del sur, cuatro mil quinientas cañas por medida, y tres puertas:

 la puerta de Simeón, una; la puerta de Isacar, otra; la puerta de Zabulón, otra.

34 Y al lado occidental cuatro mil quinientas cañas, y sus tres puertas:

 la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, otra; la puerta de Neftalí, otra.

35 En derredor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama.


DANIEL

 

Daniel y sus compañeros en Babilonia

 

DANIEL 1

 

1 En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.

2 Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.

3 Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes,

4 muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.

5 Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.

6 Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.

7 A éstos el jefe de los eunucos puso nombres:

 puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.

8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.

9 Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos;

10 y dijo el jefe de los eunucos a Daniel:

 Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza.

11 Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías:

 12 Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber.

13 Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas.

14 Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días.

15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey.

16 Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.

17 A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.

18 Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor.

19 Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey.

20 En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.

21 Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro.

 

Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor

 

DANIEL 2

 

1 En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño.

2 Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey.

3 Y el rey les dijo:

 He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño.

4 Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea:

 Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación.

5 Respondió el rey y dijo a los caldeos:

 El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares.

6 Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación.

7 Respondieron por segunda vez, y dijeron:

 Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación.

8 El rey respondió y dijo:

 Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido.

9 Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación.

10 Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron:

 No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo.

11 Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

12 Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia.

13 Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos.

14 Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.

15 Habló y dijo a Arioc capitán del rey:

 ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había.

16 Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.

17 Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros,

18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.

19 Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.

20 Y Daniel habló y dijo:

 Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.

21 El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.

22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.

23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

24 Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así:

 No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación.

25 Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así:

 He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación.

26 Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar:

 ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?

27 Daniel respondió delante del rey, diciendo:

 El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.

28 Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:

 29 Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.

30 Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

31 Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.

32 La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;

33 sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.

34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.

35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.

36 Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey.

37 Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad.

38 Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.

39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.

40 Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo.

41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.

42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil.

43 Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.

44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,

45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.

47 El rey habló a Daniel, y dijo:

 Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.

48 Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.

49 Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.

 

Rescatados del horno de fuego

 

DANIEL 3

 

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.

2 Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

3 Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.

4 Y el pregonero anunciaba en alta voz:

 Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas,

5 que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado;

6 y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.

7 Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

8 Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.

9 Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor:

 Rey, para siempre vive.

10 Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro;

11 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo.

12 Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia:

 Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey.

14 Habló Nabucodonosor y les dijo:

 ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?

15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo:

 No es necesario que te respondamos sobre este asunto.

17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.

18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.

20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.

21 Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.

22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.

23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo:

 ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey:

 Es verdad, oh rey.

25 Y él dijo:

 He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo:

 Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.

27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.

28 Entonces Nabucodonosor dijo:

 Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.

29 Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.

30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

 

La locura de Nabucodonosor

 

DANIEL 4

 

1 Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra:

 Paz os sea multiplicada.

2 Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo.

3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.

4 Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio.

5 Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron.

6 Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño.

7 Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación,

8 hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo:

 9 Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación.

10 Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama:

 Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande.

11 Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra.

12 Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.

13 Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo.

14 Y clamaba fuertemente y decía así:

 Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas.

15 Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra.

16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos.

17 La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.

18 Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos.

19 Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo:

 Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo:

 Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren.

20 El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía desde todos los confines de la tierra,

21 cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo,

22 tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra.

23 Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía:

 Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos;

24 esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey:

 25 Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere.

26 Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna.

27 Por tanto, oh rey, acepta mi consejo:

 tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.

28 Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor.

29 Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia,

30 habló el rey y dijo:

 ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?

31 Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo:

 A ti se te dice, rey Nabucodonosor:

 El reino ha sido quitado de ti;

32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.

33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.

35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga:

 ¿Qué haces?

36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.

37 Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

 

La escritura en la pared

 

DANIEL 5

 

1 El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino.

2 Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.

3 Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.

4 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

5 En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía.

6 Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra.

7 El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia:

 Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino.

8 Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación.

9 Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos.

10 La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo:

 Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro.

11 En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos,

12 por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación.

13 Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a Daniel:

 ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?

14 Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría.

15 Y ahora fueron traídos delante de mí sabios y astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido mostrarme la interpretación del asunto.

16 Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino.

17 Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey:

 Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.

18 El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la majestad.

19 Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba.

20 Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria.

21 Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place.

22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto;

23 sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.

24 Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura.

25 Y la escritura que trazó es:

 MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.

26 Esta es la interpretación del asunto:

 MENE:

 Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin.

27 TEKEL:

 Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.

28 PERES:

 Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas.

29 Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino.

30 La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos.

31 Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.

 

Daniel en el foso de los leones

 

DANIEL 6

 

1 Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino.

2 Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado.

3 Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino.

4 Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.

5 Entonces dijeron aquellos hombres:

 No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.

6 Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así:

 ¡Rey Darío, para siempre vive! 7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.

8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.

9 Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.

10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.

11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.

12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real:

 ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo:

 Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.

13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey:

 Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.

14 Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.

15 Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron:

 Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado.

16 Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel:

 El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.

17 Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase.

18 Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño.

19 El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones.

20 Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo:

 Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?

21 Entonces Daniel respondió al rey:

 Oh rey, vive para siempre.

22 Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.

23 Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.

24 Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.

25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra:

 Paz os sea multiplicada.

26 De parte mía es puesta esta ordenanza:

 Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin.

27 El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.

28 Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.

 

Visión de las cuatro bestias

 

DANIEL 7

 

1 En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto.

2 Daniel dijo:

 Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.

3 Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar.

4 La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre.

5 Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así:

 Levántate, devora mucha carne.

6 Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio.

7 Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos.

8 Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas.

9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.

10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.

11 Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego.

12 Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo.

13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.

14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

15 Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron.

16 Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la interpretación de las cosas.

17 Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.

18 Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.

19 Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies;

20 asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros.

21 Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía,

22 hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.

23 Dijo así:

 La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará.

24 Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará.

25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.

26 Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin,

27 y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.

28 Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.

 

Visión del carnero y del macho cabrío

 

DANIEL 8

 

1 En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.

2 Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.

3 Alcé los ojos y miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro; y el más alto creció después.

4 Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía.

5 Mientras yo consideraba esto, he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos.

6 Y vino hasta el carnero de dos cuernos, que yo había visto en la ribera del río, y corrió contra él con la furia de su fuerza.

7 Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder.

8 Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo.

9 Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa.

10 Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó.

11 Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.

12 Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.

13 Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba:

 ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?

14 Y él dijo:

 Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.

15 Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre.

16 Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo:

 Gabriel, enseña a éste la visión.

17 Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo:

 Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin.

18 Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie.

19 Y dijo:

 He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin.

20 En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia.

21 El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero.

22 Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él.

23 Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas.

24 Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos.

25 Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana.

26 La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días.

27 Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.

 

Oración de Daniel por su pueblo

 

DANIEL 9

 

1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos,

2 en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.

3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.

4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo:

 Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.

6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti.

8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.

9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado,

10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.

11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos.

12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.

13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad.

14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz.

15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente.

16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro.

17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor.

18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.

19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

 

Profecía de las setenta semanas

 

20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios;

21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.

22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo:

 Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.

23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

 

Visión de Daniel junto al río

 

DANIEL 10

 

1 En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.

2 En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas.

3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.

4 Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.

5 Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.

6 Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.

7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.

8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.

9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.

10 Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.

11 Y me dijo:

 Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.

12 Entonces me dijo:

 Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.

13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

14 He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.

15 Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.

16 Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí:

 Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.

17 ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.

18 Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,

19 y me dijo:

 Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije:

 Hable mi señor, porque me has fortalecido.

20 El me dijo:

 ¿Sabes por qué he venido a tí? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.

21 Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.

 

DANIEL 11

 

1 Y yo mismo, en el año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo.

 

Los reyes del norte y del sur

 

2 Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia.

3 Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran poder y hará su voluntad.

4 Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros fuera de ellos.

5 Y se hará fuerte el rey del sur; mas uno de sus príncipes será más fuerte que él, y se hará poderoso; su dominio será grande.

6 Al cabo de años harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer la paz. Pero ella no podrá retener la fuerza de su brazo, ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo.

7 Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey del norte, y entrará en la fortaleza, y hará en ellos a su arbitrio, y predominará.

8 Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y por años se mantendrá él contra el rey del norte.

9 Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra.

10 Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza.

11 Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano.

12 Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares; mas no prevalecerá.

13 Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas.

14 En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán.

15 Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir.

16 Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder.

17 Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito.

18 Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio.

19 Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado.

20 Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla.

21 Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos.

22 Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos, junto con el príncipe del pacto.

23 Y después del pacto con él, engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente.

24 Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra las fortalezas formará sus designios; y esto por un tiempo.

25 Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur con gran ejército; y el rey del sur se empeñará en la guerra con grande y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá, porque le harán traición.

26 Aun los que coman de sus manjares le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán muchos muertos.

27 El corazón de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado.

28 Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón será contra el pacto santo; hará su voluntad, y volverá a su tierra.

29 Al tiempo señalado volverá al sur; mas no será la postrera venida como la primera.

30 Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto.

31 Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora.

32 Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.

33 Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo.

34 Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas.

35 También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo.

36 Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá.

37 Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá.

38 Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio.

39 Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra.

40 Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará.

41 Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano:

 Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón.

42 Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto.

43 Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán.

44 Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos.

45 Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude.

 

El tiempo del fin

 

DANIEL 12

 

1 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.

2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

4 Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.

5 Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río.

6 Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río:

 ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?

7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.

8 Y yo oí, mas no entendí. Y dije:

 Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?

9 El respondió:

 Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.

10 Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.

11 Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días.

12 Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.

13 Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días. 


OSEAS

 

La esposa infiel de Oseas, y sus hijos

 

OSEAS 1

 

1 Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel.

2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas:

 Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.

3 Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.

4 Y le dijo Jehová:

 Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel.

5 Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.

6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios:

 Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo.

7 Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.

8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo.

9 Y dijo Dios:

 Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.

10 Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho:

 Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho:

 Sois hijos del Dios viviente.

11 Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.

 

El amor de Jehová hacia su pueblo infiel

 

OSEAS 2

 

1 Decid a vuestros hermanos:

 Ammi; y a vuestras hermanas:

 Ruhama.

2 Contended con vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte, pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos;

3 no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed.

4 Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución.

5 Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo:

 Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.

6 Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos.

7 Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá:

 Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.

8 Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.

9 Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez.

10 Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.

11 Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades.

12 Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo:

 Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.

13 Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová.

14 Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.

15 Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.

16 En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali.

17 Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres.

18 En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura.

19 Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia.

20 Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová.

21 En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra.

22 Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel.

23 Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi:

 Tú eres pueblo mío, y él dirá:

 Dios mío.

 

Oseas y la adúltera

 

OSEAS 3

 

1 Me dijo otra vez Jehová:

 Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas.

2 La compré entonces para mí por quince siclos de plata y un homer y medio de cebada.

3 Y le dije:

 Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo.

4 Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines.

5 Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.

 

Controversia de Jehová con Israel

 

OSEAS 4

 

1 Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.

2 Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden.

3 Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán.

4 Ciertamente hombre no contienda ni reprenda a hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote.

5 Caerás por tanto en el día, y caerá también contigo el profeta de noche; y a tu madre destruiré.

6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.

7 Conforme a su grandeza, así pecaron contra mí; también yo cambiaré su honra en afrenta.

8 Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma.

9 Y será el pueblo como el sacerdote; le castigaré por su conducta, y le pagaré conforme a sus obras.

10 Comerán, pero no se saciarán; fornicarán, mas no se multiplicarán, porque dejaron de servir a Jehová.

11 Fornicación, vino y mosto quitan el juicio.

12 Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar.

13 Sobre las cimas de los montes sacrificaron, e incensaron sobre los collados, debajo de las encinas, álamos y olmos que tuviesen buena sombra; por tanto, vuestras hijas fornicarán, y adulterarán vuestras nueras.

14 No castigaré a vuestras hijas cuando forniquen, ni a vuestras nueras cuando adulteren; porque ellos mismos se van con rameras, y con malas mujeres sacrifican; por tanto, el pueblo sin entendimiento caerá.

15 Si fornicas tú, Israel, a lo menos no peque Judá; y no entréis en Gilgal, ni subáis a Bet-avén, ni juréis:

 Vive Jehová.

16 Porque como novilla indómita se apartó Israel; ¿los apacentará ahora Jehová como a corderos en lugar espacioso?

17 Efraín es dado a ídolos; déjalo.

18 Su bebida se corrompió; fornicaron sin cesar; sus príncipes amaron lo que avergüenza.

19 El viento los ató en sus alas, y de sus sacrificios serán avergonzados.

 

Castigo de la apostasía de Israel

 

OSEAS 5

 

1 Sacerdotes, oíd esto, y estad atentos, casa de Israel, y casa del rey, escuchad; porque para vosotros es el juicio, pues habéis sido lazo en Mizpa, y red tendida sobre Tabor.

2 Y haciendo víctimas han bajado hasta lo profundo; por tanto, yo castigaré a todos ellos.

3 Yo conozco a Efraín, e Israel no me es desconocido; porque ahora, oh Efraín, te has prostituido, y se ha contaminado Israel.

4 No piensan en convertirse a su Dios, porque espíritu de fornicación está en medio de ellos, y no conocen a Jehová.

5 La soberbia de Israel le desmentirá en su cara; Israel y Efraín tropezarán en su pecado, y Judá tropezará también con ellos.

6 Con sus ovejas y con sus vacas andarán buscando a Jehová, y no le hallarán; se apartó de ellos.

7 Contra Jehová prevaricaron, porque han engendrado hijos extraños; ahora en un solo mes serán consumidos ellos y sus heredades.

8 Tocad bocina en Gabaa, trompeta en Ramá:

 sonad alarma en Bet-avén; tiembla, oh Benjamín.

9 Efraín será asolado en el día del castigo; en las tribus de Israel hice conocer la verdad.

10 Los príncipes de Judá fueron como los que traspasan los linderos; derramaré sobre ellos como agua mi ira.

11 Efraín es vejado, quebrantado en juicio, porque quiso andar en pos de vanidades.

12 Yo, pues, seré como polilla a Efraín, y como carcoma a la casa de Judá.

13 Y verá Efraín su enfermedad, y Judá su llaga; irá entonces Efraín a Asiria, y enviará al rey Jareb; mas él no os podrá sanar, ni os curará la llaga.

14 Porque yo seré como león a Efraín, y como cachorro de león a la casa de Judá; yo, yo arrebataré, y me iré; tomaré, y no habrá quien liberte.

15 Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.

 

 Insinceridad del arrepentimiento de Israel

 

OSEAS 6

 

1 Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

2 Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.

3 Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.

4 ¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece.

5 Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale.

6 Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.

7 Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí.

8 Galaad, ciudad de hacedores de iniquidad, manchada de sangre.

9 Y como ladrones que esperan a algún hombre, así una compañía de sacerdotes mata en el camino hacia Siquem; así cometieron abominación.

10 En la casa de Israel he visto inmundicia; allí fornicó Efraín, y se contaminó Israel.

11 Para ti también, oh Judá, está preparada una siega, cuando yo haga volver el cautiverio de mi pueblo.

 

Iniquidad y rebelión de Israel

 

OSEAS 7

 

1 Mientras curaba yo a Israel, se descubrió la iniquidad de Efraín, y las maldades de Samaria; porque hicieron engaño; y entra el ladrón, y el salteador despoja por fuera.

2 Y no consideran en su corazón que tengo en memoria toda su maldad; ahora les rodearán sus obras; delante de mí están.

3 Con su maldad alegran al rey, y a los príncipes con sus mentiras.

4 Todos ellos son adúlteros; son como horno encendido por el hornero, que cesa de avivar el fuego después que está hecha la masa, hasta que se haya leudado.

5 En el día de nuestro rey los príncipes lo hicieron enfermar con copas de vino; extendió su mano con los escarnecedores.

6 Aplicaron su corazón, semejante a un horno, a sus artificios; toda la noche duerme su hornero; a la mañana está encendido como llama de fuego.

7 Todos ellos arden como un horno, y devoraron a sus jueces; cayeron todos sus reyes; no hay entre ellos quien a mí clame.

8 Efraín se ha mezclado con los demás pueblos; Efraín fue torta no volteada.

9 Devoraron extraños su fuerza, y él no lo supo; y aun canas le han cubierto, y él no lo supo.

10 Y la soberbia de Israel testificará contra él en su cara; y no se volvieron a Jehová su Dios, ni lo buscaron con todo esto.

11 Efraín fue como paloma incauta, sin entendimiento; llamarán a Egipto, acudirán a Asiria.

12 Cuando fueren, tenderé sobre ellos mi red; les haré caer como aves del cielo; les castigaré conforme a lo que se ha anunciado en sus congregaciones.

13 ¡Ay de ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra mí.

14 Y no clamaron a mí con su corazón cuando gritaban sobre sus camas; para el trigo y el mosto se congregaron, se rebelaron contra mí.

15 Y aunque yo los enseñé y fortalecí sus brazos, contra mí pensaron mal.

16 Volvieron, pero no al Altísimo; fueron como arco engañoso; cayeron sus príncipes a espada por la soberbia de su lengua; esto será su escarnio en la tierra de Egipto.

 

Reprensión de la idolatría de Israel

 

OSEAS 8

 

1 Pon a tu boca trompeta. Como águila viene contra la casa de Jehová, porque traspasaron mi pacto, y se rebelaron contra mi ley.

2 A mí clamará Israel:

 Dios mío, te hemos conocido.

3 Israel desechó el bien; enemigo lo perseguirá.

4 Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser ellos mismos destruidos.

5 Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejarte; se encendió mi enojo contra ellos, hasta que no pudieron alcanzar purificación.

6 Porque de Israel es también éste, y artífice lo hizo; no es Dios; por lo que será deshecho en pedazos el becerro de Samaria.

7 Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la comerán.

8 Devorado será Israel; pronto será entre las naciones como vasija que no se estima.

9 Porque ellos subieron a Asiria, como asno montés para sí solo; Efraín con salario alquiló amantes.

10 Aunque alquilen entre las naciones, ahora las juntaré, y serán afligidos un poco de tiempo por la carga del rey y de los príncipes.

11 Porque multiplicó Efraín altares para pecar, tuvo altares para pecar.

12 Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña.

13 En los sacrificios de mis ofrendas sacrificaron carne, y comieron; no los quiso Jehová; ahora se acordará de su iniquidad, y castigará su pecado; ellos volverán a Egipto.

14 Olvidó, pues, Israel a su Hacedor, y edificó templos, y Judá multiplicó ciudades fortificadas; mas yo meteré fuego en sus ciudades, el cual consumirá sus palacios.

 

Castigo de la persistente infidelidad de Israel

 

OSEAS 9

 

1 No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los pueblos, pues has fornicado apartándote de tu Dios; amaste salario de ramera en todas las eras de trigo.

2 La era y el lagar no los mantendrán, y les fallará el mosto.

3 No quedarán en la tierra de Jehová, sino que volverá Efraín a Egipto y a Asiria, donde comerán vianda inmunda.

4 No harán libaciones a Jehová, ni sus sacrificios le serán gratos; como pan de enlutados les serán a ellos; todos los que coman de él serán inmundos. Será, pues, el pan de ellos para sí mismos; ese pan no entrará en la casa de Jehová.

5 ¿Qué haréis en el día de la solemnidad, y en el día de la fiesta de Jehová?

6 Porque he aquí se fueron ellos a causa de la destrucción. Egipto los recogerá, Menfis los enterrará. La ortiga conquistará lo deseable de su plata, y espino crecerá en sus moradas.

7 Vinieron los días del castigo, vinieron los días de la retribución; e Israel lo conocerá. Necio es el profeta, insensato es el varón de espíritu, a causa de la multitud de tu maldad, y grande odio.

8 Atalaya es Efraín para con mi Dios; el profeta es lazo de cazador en todos sus caminos, odio en la casa de su Dios.

9 Llegaron hasta lo más bajo en su corrupción, como en los días de Gabaa; ahora se acordará de su iniquidad, castigará su pecado.

10 Como uvas en el desierto hallé a Israel; como la fruta temprana de la higuera en su principio vi a vuestros padres. Ellos acudieron a Baal-peor, se apartaron para vergüenza, y se hicieron abominables como aquello que amaron.

11 La gloria de Efraín volará cual ave, de modo que no habrá nacimientos, ni embarazos, ni concepciones.

12 Y si llegaren a grandes sus hijos, los quitaré de entre los hombres, porque ¡ay de ellos también, cuando de ellos me aparte! 13 Efraín, según veo, es semejante a Tiro, situado en lugar delicioso; pero Efraín sacará sus hijos a la matanza.

14 Dales, oh Jehová, lo que les has de dar; dales matriz que aborte, y pechos enjutos.

15 Toda la maldad de ellos fue en Gilgal; allí, pues, les tomé aversión; por la perversidad de sus obras los echaré de mi casa; no los amaré más; todos sus príncipes son desleales.

16 Efraín fue herido, su raíz está seca, no dará más fruto; aunque engendren, yo mataré lo deseable de su vientre.

17 Mi Dios los desechará, porque ellos no le oyeron; y andarán errantes entre las naciones.

 

OSEAS 10

 

1 Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo; conforme a la abundancia de su fruto multiplicó también los altares, conforme a la bondad de su tierra aumentaron sus ídolos.

2 Está dividido su corazón. Ahora serán hallados culpables; Jehová demolerá sus altares, destruirá sus ídolos.

3 Seguramente dirán ahora:

 No tenemos rey, porque no temimos a Jehová; ¿y qué haría el rey por nosotros?

4 Han hablado palabras jurando en vano al hacer pacto; por tanto, el juicio florecerá como ajenjo en los surcos del campo.

5 Por las becerras de Bet-avén serán atemorizados los moradores de Samaria; porque su pueblo lamentará a causa del becerro, y sus sacerdotes que en él se regocijaban por su gloria, la cual será disipada.

6 Aun será él llevado a Asiria como presente al rey Jareb; Efraín será avergonzado, e Israel se avergonzará de su consejo.

7 De Samaria fue cortado su rey como espuma sobre la superficie de las aguas.

8 Y los lugares altos de Avén serán destruidos, el pecado de Israel; crecerá sobre sus altares espino y cardo. Y dirán a los montes:

 Cubridnos; y a los collados:

 Caed sobre nosotros.

9 Desde los días de Gabaa has pecado, oh Israel; allí estuvieron; no los tomó la batalla en Gabaa contra los inicuos.

10 Y los castigaré cuando lo desee; y pueblos se juntarán sobre ellos cuando sean atados por su doble crimen.

11 Efraín es novilla domada, que le gusta trillar, mas yo pasaré sobre su lozana cerviz; haré llevar yugo a Efraín; arará Judá, quebrará sus terrones Jacob.

12 Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia.

13 Habéis arado impiedad, y segasteis iniquidad; comeréis fruto de mentira, porque confiaste en tu camino y en la multitud de tus valientes.

14 Por tanto, en tus pueblos se levantará alboroto, y todas tus fortalezas serán destruidas, como destruyó Salmán a Bet-arbel en el día de la batalla, cuando la madre fue destrozada con los hijos.

15 Así hará a vosotros Bet-el, por causa de vuestra gran maldad; a la mañana será del todo cortado el rey de Israel.

 

Dios se compadece de su pueblo obstinado

 

OSEAS 11

 

1 Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.

2 Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios.

3 Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba.

4 Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.

5 No volverá a tierra de Egipto, sino que el asirio mismo será su rey, porque no se quisieron convertir.

6 Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos.

7 Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer.

8 ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.

9 No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad.

10 En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde el occidente.

11 Como ave acudirán velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma; y los haré habitar en sus casas, dice Jehová.

12 Me rodeó Efraín de mentira, y la casa de Israel de engaño. Judá aún gobierna con Dios, y es fiel con los santos.

 

Efraín reprendido por su falsedad y opresión

 

OSEAS 12

 

1 Efraín se apacienta de viento, y sigue al solano; mentira y destrucción aumenta continuamente; porque hicieron pacto con los asirios, y el aceite se lleva a Egipto.

2 Pleito tiene Jehová con Judá para castigar a Jacob conforme a sus caminos; le pagará conforme a sus obras.

3 En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel.

4 Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros.

5 Mas Jehová es Dios de los ejércitos; Jehová es su nombre.

6 Tú, pues, vuélvete a tu Dios; guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre.

7 Mercader que tiene en su mano peso falso, amador de opresión,

8 Efraín dijo:

 Ciertamente he enriquecido, he hallado riquezas para mí; nadie hallará iniquidad en mí, ni pecado en todos mis trabajos.

9 Pero yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; aún te haré morar en tiendas, como en los días de la fiesta.

10 Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas.

11 ¿Es Galaad iniquidad? Ciertamente vanidad han sido; en Gilgal sacrificaron bueyes, y sus altares son como montones en los surcos del campo.

12 Pero Jacob huyó a tierra de Aram, Israel sirvió para adquirir mujer, y por adquirir mujer fue pastor.

13 Y por un profeta Jehová hizo subir a Israel de Egipto, y por un profeta fue guardado.

14 Efraín ha provocado a Dios con amarguras; por tanto, hará recaer sobre él la sangre que ha derramado, y su Señor le pagará su oprobio.

 

Destrucción total de Efraín predicha

 

OSEAS 13

 

1 Cuando Efraín hablaba, hubo temor; fue exaltado en Israel; mas pecó en Baal, y murió.

2 Y ahora añadieron a su pecado, y de su plata se han hecho según su entendimiento imágenes de fundición, ídolos, toda obra de artífices, acerca de los cuales dicen a los hombres que sacrifican, que besen los becerros.

3 Por tanto, serán como la niebla de la mañana, y como el rocío de la madrugada que se pasa; como el tamo que la tempestad arroja de la era, y como el humo que sale de la chimenea.

4 Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí.

5 Yo te conocí en el desierto, en tierra seca.

6 En sus pastos se saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí.

7 Por tanto, yo seré para ellos como león; como un leopardo en el camino los acecharé.

8 Como osa que ha perdido los hijos los encontraré, y desgarraré las fibras de su corazón, y allí los devoraré como león; fiera del campo los despedazará.

9 Te perdiste, oh Israel, mas en mí está tu ayuda.

10 ¿Dónde está tu rey, para que te guarde con todas tus ciudades; y tus jueces, de los cuales dijiste:

 Dame rey y príncipes?

11 Te di rey en mi furor, y te lo quité en mi ira.

12 Atada está la maldad de Efraín; su pecado está guardado.

13 Dolores de mujer que da a luz le vendrán; es un hijo no sabio, porque ya hace tiempo que no debiera detenerse al punto mismo de nacer.

14 De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista.

15 Aunque él fructifique entre los hermanos, vendrá el solano, viento de Jehová; se levantará desde el desierto, y se secará su manantial, y se agotará su fuente; él saqueará el tesoro de todas sus preciosas alhajas.

16 Samaria será asolada, porque se rebeló contra su Dios; caerán a espada; sus niños serán estrellados, y sus mujeres encintas serán abiertas.

 

Súplica a Israel para que vuelva a Jehová

 

OSEAS 14

 

1 Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído.

2 Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle:

 Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.

3 No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos:

 Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.

4 Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.

5 Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.

6 Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano.

7 Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid; su olor será como de vino del Líbano.

8 Efraín dirá:

 ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo oiré, y miraré; yo seré a él como la haya verde; de mí será hallado tu fruto.

9 ¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos.


AMÓS

 

Juicios contra las naciones vecinas

 

AMÓS 1

 

1 Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías rey de Judá y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.

2 Dijo:

 Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo.

3 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro.

4 Prenderé fuego en la casa de Hazael, y consumirá los palacios de Ben-adad.

5 Y quebraré los cerrojos de Damasco, y destruiré a los moradores del valle de Avén, y los gobernadores de Bet-edén; y el pueblo de Siria será transportado a Kir, dice Jehová.

6 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de Gaza, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque llevó cautivo a todo un pueblo para entregarlo a Edom.

7 Prenderé fuego en el muro de Gaza, y consumirá sus palacios.

8 Y destruiré a los moradores de Asdod, y a los gobernadores de Ascalón; y volveré mi mano contra Ecrón, y el resto de los filisteos perecerá, ha dicho Jehová el Señor.

9 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos.

10 Prenderé fuego en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios.

11 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor.

12 Prenderé fuego en Temán, y consumirá los palacios de Bosra.

13 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de los hijos de Amón, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque para ensanchar sus tierras abrieron a las mujeres de Galaad que estaban encintas.

14 Encenderé fuego en el muro de Rabá, y consumirá sus palacios con estruendo en el día de la batalla, con tempestad en día tempestuoso;

15 y su rey irá en cautiverio, él y todos sus príncipes, dice Jehová.

 

AMÓS 2

 

1 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de Moab, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque quemó los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos.

2 Prenderé fuego en Moab, y consumirá los palacios de Queriot; y morirá Moab con tumulto, con estrépito y sonido de trompeta.

3 Y quitaré el juez de en medio de él, y mataré con él a todos sus príncipes, dice Jehová.

4 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres.

5 Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén.

 

Juicio contra Israel

 

6 Así ha dicho Jehová:

 Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos.

7 Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi santo nombre.

8 Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar; y el vino de los multados beben en la casa de sus dioses.

9 Yo destruí delante de ellos al amorreo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como una encina; y destruí su fruto arriba y sus raíces abajo.

10 Y a vosotros os hice subir de la tierra de Egipto, y os conduje por el desierto cuarenta años, para que entraseis en posesión de la tierra del amorreo.

11 Y levanté de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos. ¿No es esto así, dice Jehová, hijos de Israel?

12 Mas vosotros disteis de beber vino a los nazareos, y a los profetas mandasteis diciendo:

 No profeticéis.

13 Pues he aquí, yo os apretaré en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de gavillas;

14 y el ligero no podrá huir, y al fuerte no le ayudará su fuerza, ni el valiente librará su vida.

15 El que maneja el arco no resistirá, ni escapará el ligero de pies, ni el que cabalga en caballo salvará su vida.

16 El esforzado de entre los valientes huirá desnudo aquel día, dice Jehová.

 

El rugido del león

 

AMÓS 3

 

1 Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice así:

 2 A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.

3 ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?

4 ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare?

5 ¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo?

6 ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?

7 Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.

8 Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?

 

Destrucción de Samaria

 

9 Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de Egipto, y decid:

 Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio.

10 No saben hacer lo recto, dice Jehová, atesorando rapiña y despojo en sus palacios.

11 Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así:

 Un enemigo vendrá por todos lados de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados.

12 Así ha dicho Jehová:

 De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho.

13 Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los ejércitos:

 14 Que el día que castigue las rebeliones de Israel, castigaré también los altares de Bet-el; y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a tierra.

15 Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice Jehová.

 

AMÓS 4

 

1 Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores:

 Traed, y beberemos.

2 Jehová el Señor juró por su santidad:

 He aquí, vienen sobre vosotras días en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador;

3 y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis echadas del palacio, dice Jehová.

 

Aunque castigado, Israel no aprende

 

4 Id a Bet-el, y prevaricad; aumentad en Gilgal la rebelión, y traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días.

5 Y ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamad, publicad ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el Señor.

6 Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

7 También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó.

8 Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice Jehová.

9 Os herí con viento solano y con oruga; la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestras viñas, y vuestros higuerales y vuestros olivares; pero nunca os volvisteis a mí, dice Jehová.

10 Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

11 Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

12 Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel.

13 Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre.

 

Llamamiento al arrepentimiento

 

AMÓS 5

 

1 Oíd esta palabra que yo levanto para lamentación sobre vosotros, casa de Israel.

2 Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante.

3 Porque así ha dicho Jehová el Señor:

 La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel.

4 Pero así dice Jehová a la casa de Israel:

 Buscadme, y viviréis;

5 y no busquéis a Bet-el, ni entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque Gilgal será llevada en cautiverio, y Bet-el será deshecha.

6 Buscad a Jehová, y vivid; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en

Bet-el quien lo apague.

7 Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por tierra,

8 buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre;

9 que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza.

10 Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo recto abominaron.

11 Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de él carga de trigo, edificasteis casas de piedra labrada, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas.

12 Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres.

13 Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo.

14 Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís.

15 Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José.

16 Por tanto, así ha dicho Jehová, Dios de los ejércitos:

 En todas las plazas habrá llanto, y en todas las calles dirán:

 ¡Ay! ¡Ay!, y al labrador llamarán a lloro, y a endecha a los que sepan endechar.

17 Y en todas las viñas habrá llanto; porque pasaré en medio de ti, dice Jehová.

18 ¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz;

19 como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra.

20 ¿No será el día de Jehová tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor?

21 Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas.

22 Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados.

23 Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos.

24 Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo.

25 ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel?

26 Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis.

27 Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos.

 

Destrucción de Israel

 

AMÓS 6

 

1 ¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel! 2 Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamat; descended luego a Gat de los filisteos; ved si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su extensión es mayor que la vuestra,

3 oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de iniquidad.

4 Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero;

5 gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos musicales, como David;

6 beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José.

7 Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres.

8 Jehová el Señor juró por sí mismo, Jehová Dios de los ejércitos ha dicho:

 Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella.

9 Y acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán.

10 Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para sacar los huesos de casa; y dirá al que estará en los rincones de la casa:

 ¿Hay aún alguno contigo? Y dirá:

 No. Y dirá aquél:

 Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová.

11 Porque he aquí, Jehová mandará, y herirá con hendiduras la casa mayor, y la casa menor con aberturas.

12 ¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué habéis vosotros convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajenjo?

13 Vosotros que os alegráis en nada, que decís:

 ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza?

14 Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá.

 

Tres visiones de destrucción

 

AMÓS 7

 

1 Así me ha mostrado Jehová el Señor:

 He aquí, él criaba langostas cuando comenzaba a crecer el heno tardío; y he aquí era el heno tardío después de las siegas del rey.

2 Y aconteció que cuando acabó de comer la hierba de la tierra, yo dije:

 Señor Jehová, perdona ahora; ¿quién levantará a Jacob? porque es pequeño.

3 Se arrepintió Jehová de esto:

 No será, dijo Jehová.

4 Jehová el Señor me mostró así:

 He aquí, Jehová el Señor llamaba para juzgar con fuego; y consumió un gran abismo, y consumió una parte de la tierra.

5 Y dije:

 Señor Jehová, cesa ahora; ¿quién levantará a Jacob? porque es pequeño.

6 Se arrepintió Jehová de esto:

 No será esto tampoco, dijo Jehová el Señor.

7 Me enseñó así:

 He aquí el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil.

8 Jehová entonces me dijo:

 ¿Qué ves, Amós? Y dije:

 Una plomada de albañil. Y el Señor dijo:

 He aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más.

9 Los lugares altos de Isaac serán destruidos, y los santuarios de Israel serán asolados, y me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam.

 

Amós y Amasías

 

10 Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam rey de Israel:

 Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras.

11 Porque así ha dicho Amós:

 Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio.

12 Y Amasías dijo a Amós:

 Vidente, vete, huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allá;

13 y no profetices más en Bet-el, porque es santuario del rey, y capital del reino.

14 Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías:

 No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres.

15 Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo:

 Ve y profetiza a mi pueblo Israel.

16 Ahora, pues, oye palabra de Jehová. Tú dices:

 No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac.

17 Por tanto, así ha dicho Jehová:

 Tu mujer será ramera en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra.

 

El canastillo de fruta de verano

 

AMÓS 8

 

1 Así me ha mostrado Jehová el Señor:

 He aquí un canastillo de fruta de verano.

2 Y dijo:

 ¿Qué ves, Amós? Y respondí:

 Un canastillo de fruta de verano. Y me dijo Jehová:

 Ha venido el fin sobre mi pueblo Israel; no lo toleraré más.

3 Y los cantores del templo gemirán en aquel día, dice Jehová el Señor; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar los echarán fuera en silencio.

 

El juicio sobre Israel se acerca

 

4 Oíd esto, los que explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra,

5 diciendo:

 ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza,

6 para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos, y venderemos los desechos del trigo?

7 Jehová juró por la gloria de Jacob:

 No me olvidaré jamás de todas sus obras.

8 ¿No se estremecerá la tierra sobre esto? ¿No llorará todo habitante de ella? Subirá toda, como un río, y crecerá y mermará como el río de Egipto.

9 Acontecerá en aquel día, dice Jehová el Señor, que haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro.

10 Y cambiaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones; y haré poner cilicio sobre todo lomo, y que se rape toda cabeza; y la volveré como en llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo.

11 He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.

12 E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.

13 En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed.

14 Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen:

 Por tu Dios, oh Dan, y:

 Por el camino de Beerseba, caerán, y nunca más se levantarán.

 

Los juicios de Jehová son ineludibles

 

AMÓS 9

 

1 Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo:

 Derriba el capitel, y estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni quien escape.

2 Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender.

3 Si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá.

4 Y si fueren en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien.

5 El Señor, Jehová de los ejércitos, es el que toca la tierra, y se derretirá, y llorarán todos los que en ella moran; y crecerá toda como un río, y mermará luego como el río de Egipto.

6 El edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; Jehová es su nombre.

7 Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?

8 He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová.

9 Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra.

10 A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen:

 No se acercará, ni nos alcanzará el mal.

 

Restauración futura de Israel

 

11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;

12 para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto.

13 He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán.

14 Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.

15 Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo.


ABDÍAS

 

La humillación de Edom

 

ABDÍAS 1

 

1 Visión de Abdías.

 

Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom:

 Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla.

2 He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera.

3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón:

 ¿Quién me derribará a tierra?

4 Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.

5 Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?

6 ¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados.

7 Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento.

8 ¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?

9 Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago.

10 Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre.

11 El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos.

12 Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia.

13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad.

14 Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia.

 

La exaltación de Israel

 

15 Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.

16 De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido.

17 Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.

18 La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho.

19 Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad.

20 Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev.

21 Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová.


JONÁS

 

Jonás huye de Jehová

 

JONÁS 1

 

1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:

 2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.

3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

4 Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.

5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.

6 Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo:

 ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.

7 Y dijeron cada uno a su compañero:

 Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.

8 Entonces le dijeron ellos:

 Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?

9 Y él les respondió:

 Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.

10 Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron:

 ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.

11 Y le dijeron:

 ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.

12 El les respondió:

 Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.

14 Entonces clamaron a Jehová y dijeron:

 Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.

15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.

16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.

17 Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.

 

Oración de Jonás

 

JONÁS 2

 

1 Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez,

2 y dijo:

Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó;

Desde el seno del Seol clamé,

Y mi voz oíste.

3 Me echaste a lo profundo, en medio de los mares,

Y me rodeó la corriente;

Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

4 Entonces dije:

 Desechado soy de delante de tus ojos;

Mas aún veré tu santo templo.

5 Las aguas me rodearon hasta el alma,

Rodeóme el abismo;

El alga se enredó a mi cabeza.

6 Descendí a los cimientos de los montes;

La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;

Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.

7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová,

Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.

8 Los que siguen vanidades ilusorias,

Su misericordia abandonan.

9 Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios;

Pagaré lo que prometí.

La salvación es de Jehová.

 

10 Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.

 

Nínive se arrepiente

 

JONÁS 3

 

1 Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo:

 2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré.

3 Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino.

4 Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo:

 De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.

5 Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos.

6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.

7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo:

 Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua;

8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos.

9 ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?

10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

 

El enojo de Jonás

 

JONÁS 4

 

1 Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.

2 Y oró a Jehová y dijo:

 Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.

3 Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.

4 Y Jehová le dijo:

 ¿Haces tú bien en enojarte tanto?

5 Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad.

6 Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.

7 Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó.

8 Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo:

 Mejor sería para mí la muerte que la vida.

9 Entonces dijo Dios a Jonás:

 ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió:

 Mucho me enojo, hasta la muerte.

10 Y dijo Jehová:

 Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció.

11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales? 


MIQUEAS

 

 

 

Lamento sobre Samaria y Jerusalén

 

MIQUEAS 1

 

1 Palabra de Jehová que vino a Miqueas de Moreset en días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá; lo que vio sobre Samaria y Jerusalén.

2 Oíd, pueblos todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti; y Jehová el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo contra vosotros.

3 Porque he aquí, Jehová sale de su lugar, y descenderá y hollará las alturas de la tierra.

4 Y se derretirán los montes debajo de él, y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por un precipicio.

5 Todo esto por la rebelión de Jacob, y por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Y cuáles son los lugares altos de Judá? ¿No es Jerusalén?

6 Haré, pues, de Samaria montones de ruinas, y tierra para plantar viñas; y derramaré sus piedras por el valle, y descubriré sus cimientos.

7 Y todas sus estatuas serán despedazadas, y todos sus dones serán quemados en fuego, y asolaré todos sus ídolos; porque de dones de rameras los juntó, y a dones de rameras volverán.

8 Por esto lamentaré y aullaré, y andaré despojado y desnudo; haré aullido como de chacales, y lamento como de avestruces.

9 Porque su llaga es dolorosa, y llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.

10 No lo digáis en Gat, ni lloréis mucho; revuélcate en el polvo de Bet-le-afra.

11 Pásate, oh morador de Safir, desnudo y con vergüenza; el morador de Zaanán no sale; el llanto de Betesel os quitará su apoyo.

12 Porque los moradores de Marot anhelaron ansiosamente el bien; pues de parte de Jehová el mal había descendido hasta la puerta de Jerusalén.

13 Uncid al carro bestias veloces, oh moradores de Laquis, que fuisteis principio de pecado a la hija de Sion; porque en vosotros se hallaron las rebeliones de Israel.

14 Por tanto, vosotros daréis dones a Moreset-gat; las casas de Aczib serán para engaño a los reyes de Israel.

15 Aun os traeré nuevo poseedor, oh moradores de Maresa; la flor de Israel huirá hasta Adulam.

16 Ráete y trasquílate por los hijos de tus delicias; hazte calvo como águila, porque en cautiverio se fueron de ti.

 

¡Ay de los que oprimen a los pobres!

 

MIQUEAS 2

 

1 ¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder! 2 Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad.

3 Por tanto, así ha dicho Jehová:

 He aquí, yo pienso contra esta familia un mal del cual no sacaréis vuestros cuellos, ni andaréis erguidos; porque el tiempo será malo.

4 En aquel tiempo levantarán sobre vosotros refrán, y se hará endecha de lamentación, diciendo:

 Del todo fuimos destruidos; él ha cambiado la porción de mi pueblo. ¡Cómo nos quitó nuestros campos! Los dio y los repartió a otros.

5 Por tanto, no habrá quien a suerte reparta heredades en la congregación de Jehová.

6 No profeticéis, dicen a los que profetizan; no les profeticen, porque no les alcanzará vergüenza.

7 Tú que te dices casa de Jacob, ¿se ha acortado el Espíritu de Jehová? ¿Son estas sus obras? ¿No hacen mis palabras bien al que camina rectamente?

8 El que ayer era mi pueblo, se ha levantado como enemigo; de sobre el vestido quitasteis las capas atrevidamente a los que pasaban, como adversarios de guerra.

9 A las mujeres de mi pueblo echasteis fuera de las casas que eran su delicia; a sus niños quitasteis mi perpetua alabanza.

10 Levantaos y andad, porque no es este el lugar de reposo, pues está contaminado, corrompido grandemente.

11 Si alguno andando con espíritu de falsedad mintiere diciendo:

 Yo te profetizaré de vino y de sidra; este tal será el profeta de este pueblo.

12 De cierto te juntaré todo, oh Jacob; recogeré ciertamente el resto de Israel; lo reuniré como ovejas de Bosra, como rebaño en medio de su aprisco; harán estruendo por la multitud de hombres.

13 Subirá el que abre caminos delante de ellos; abrirán camino y pasarán la puerta, y saldrán por ella; y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos Jehová.

 

Acusación contra los dirigentes de Israel

 

MIQUEAS 3

 

1 Dije:

 Oíd ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel:

 ¿No concierne a vosotros saber lo que es justo?

2 Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y su carne de sobre los huesos;

3 que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les desolláis su piel de sobre ellos, y les quebrantáis los huesos y los rompéis como para el caldero, y como carnes en olla.

4 Entonces clamaréis a Jehová, y no os responderá; antes esconderá de vosotros su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicisteis malvadas obras.

5 Así ha dicho Jehová acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, y claman:

 Paz, cuando tienen algo que comer, y al que no les da de comer, proclaman guerra contra él:

 6 Por tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos.

7 Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y ellos todos cerrarán sus labios, porque no hay respuesta de Dios.

8 Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.

9 Oíd ahora esto, jefes de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de Israel, que abomináis el juicio, y pervertís todo el derecho;

10 que edificáis a Sion con sangre, y a Jerusalén con injusticia.

11 Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo:

 ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros.

12 Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque.

 

Reinado universal de Jehová

 

(Is.2.1-4)

 

MIQUEAS 4

 

1 Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos.

2 Vendrán muchas naciones, y dirán:

 Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.

3 Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra.

4 Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.

5 Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre.

 

Israel será redimido del cautiverio

 

6 En aquel día, dice Jehová, juntaré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que afligí;

7 y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre.

8 Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sion, hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén.

9 Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto?

10 Duélete y gime, hija de Sion, como mujer que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos.

11 Pero ahora se han juntado muchas naciones contra ti, y dicen:

 Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo en Sion.

12 Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehová, ni entendieron su consejo; por lo cual los juntó como gavillas en la era.

13 Levántate y trilla, hija de Sion, porque haré tu cuerno como de hierro, y tus uñas de bronce, y desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás a Jehová su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

 

El reinado del libertador desde Belén

 

MIQUEAS 5

 

1 Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel.

2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.

3 Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel.

4 Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra.

5 Y éste será nuestra paz. Cuando el asirio viniere a nuestra tierra, y cuando hollare nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores, y ocho hombres principales;

6 y devastarán la tierra de Asiria a espada, y con sus espadas la tierra de Nimrod; y nos librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros confines.

7 El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres.

8 Asimismo el remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las bestias de la selva, como el cachorro del león entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y arrebatare, no hay quien escape.

9 Tu mano se alzará sobre tus enemigos, y todos tus adversarios serán destruidos.

10 Acontecerá en aquel día, dice Jehová, que haré matar tus caballos de en medio de ti, y haré destruir tus carros.

11 Haré también destruir las ciudades de tu tierra, y arruinaré todas tus fortalezas.

12 Asimismo destruiré de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti agoreros.

13 Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes de en medio de ti, y nunca más te inclinarás a la obra de tus manos.

14 Arrancaré tus imágenes de Asera de en medio de ti, y destruiré tus ciudades;

15 y con ira y con furor haré venganza en las naciones que no obedecieron.

 

Controversia de Jehová contra Israel

 

MIQUEAS 6

 

1 Oíd ahora lo que dice Jehová:

 Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz.

2 Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel.

3 Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí.

4 Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María.

5 Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová.

 

Lo que pide Jehová

 

6 ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?

7 ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?

8 Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti:

 solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

9 La voz de Jehová clama a la ciudad; es sabio temer a tu nombre. Prestad atención al castigo, y a quien lo establece.

10 ¿Hay aún en casa del impío tesoros de impiedad, y medida escasa que es detestable?

11 ¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas?

12 Sus ricos se colmaron de rapiña, y sus moradores hablaron mentira, y su lengua es engañosa en su boca.

13 Por eso yo también te hice enflaquecer hiriéndote, asolándote por tus pecados.

14 Comerás, y no te saciarás, y tu abatimiento estará en medio de ti; recogerás, mas no salvarás, y lo que salvares, lo entregaré yo a la espada.

15 Sembrarás, mas no segarás; pisarás aceitunas, mas no te ungirás con el aceite; y mosto, mas no beberás el vino.

16 Porque los mandamientos de Omri se han guardado, y toda obra de la casa de Acab; y en los consejos de ellos anduvisteis, para que yo te pusiese en asolamiento, y tus moradores para burla. Llevaréis, por tanto, el oprobio de mi pueblo.

 

Corrupción moral de Israel

 

MIQUEAS 7

 

1 ¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos.

2 Faltó el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada cual arma red a su hermano.

3 Para completar la maldad con sus manos, el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman.

4 El mejor de ellos es como el espino; el más recto, como zarzal; el día de tu castigo viene, el que anunciaron tus atalayas; ahora será su confusión.

5 No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu boca.

6 Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa.

7 Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá.

 

Jehová trae luz y libertad

 

8 Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.

9 La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia.

10 Y mi enemiga lo verá, y la cubrirá vergüenza; la que me decía:

 ¿Dónde está Jehová tu Dios? Mis ojos la verán; ahora será hollada como lodo de las calles.

11 Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los límites.

12 En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades fortificadas, y desde las ciudades fortificadas hasta el Río, y de mar a mar, y de monte a monte.

13 Y será asolada la tierra a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras.

 

Compasión de Jehová por Israel

 

14 Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado.

15 Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto.

16 Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano sobre su boca, ensordecerán sus oídos.

17 Lamerán el polvo como la culebra; como las serpientes de la tierra, temblarán en sus encierros; se volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios, y temerán a causa de ti.

18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.

19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

20 Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.


NAHUM

 

La ira vengadora de Dios

 

NAHUM 1

 

1 Profecía sobre Nínive. Libro de la visión de Nahum de Elcos.

2 Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos.

3 Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies.

4 El amenaza al mar, y lo hace secar, y angosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano fue destruida.

5 Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan.

6 ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas.

7 Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.

8 Mas con inundación impetuosa consumirá a sus adversarios, y tinieblas perseguirán a sus enemigos.

9 ¿Qué pensáis contra Jehová? El hará consumación; no tomará venganza dos veces de sus enemigos.

10 Aunque sean como espinos entretejidos, y estén empapados en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca completamente seca.

11 De ti salió el que imaginó mal contra Jehová, un consejero perverso.

12 Así ha dicho Jehová:

 Aunque reposo tengan, y sean tantos, aun así serán talados, y él pasará. Bastante te he afligido; no te afligiré ya más.

13 Porque ahora quebraré su yugo de sobre ti, y romperé tus coyundas.

14 Mas acerca de ti mandará Jehová, que no quede ni memoria de tu nombre; de la casa de tu dios destruiré escultura y estatua de fundición; allí pondré tu sepulcro, porque fuiste vil.

 

Anuncio de la caída de Nínive

 

15 He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado; pereció del todo.

 

NAHUM 2

 

1 Subió destruidor contra ti; guarda la fortaleza, vigila el camino, cíñete los lomos, refuerza mucho tu poder.

2 Porque Jehová restaurará la gloria de Jacob como la gloria de Israel; porque saqueadores los saquearon, y estropearon sus mugrones.

3 El escudo de sus valientes estará enrojecido, los varones de su ejército vestidos de grana; el carro como fuego de antorchas; el día que se prepare, temblarán las hayas.

4 Los carros se precipitarán a las plazas, con estruendo rodarán por las calles; su aspecto será como antorchas encendidas, correrán como relámpagos.

5 Se acordará él de sus valientes; se atropellarán en su marcha; se apresurarán a su muro, y la defensa se preparará.

6 Las puertas de los ríos se abrirán, y el palacio será destruido.

7 Y la reina será cautiva; mandarán que suba, y sus criadas la llevarán gimiendo como palomas, golpeándose sus pechos.

8 Fue Nínive de tiempo antiguo como estanque de aguas; pero ellos huyen. Dicen:

 ¡Deteneos, deteneos!; pero ninguno mira.

9 Saquead plata, saquead oro; no hay fin de las riquezas y suntuosidad de toda clase de efectos codiciables.

10 Vacía, agotada y desolada está, y el corazón desfallecido; temblor de rodillas, dolor en las entrañas, rostros demudados.

11 ¿Qué es de la guarida de los leones, y de la majada de los cachorros de los leones, donde se recogía el león y la leona, y los cachorros del león, y no había quien los espantase?

12 El león arrebataba en abundancia para sus cachorros, y ahogaba para sus leonas, y llenaba de presa sus cavernas, y de robo sus guaridas.

 

Destrucción total de Nínive

 

13 Heme aquí contra ti, dice Jehová de los ejércitos. Encenderé y reduciré a humo tus carros, y espada devorará tus leoncillos; y cortaré de la tierra tu robo, y nunca más se oirá la voz de tus mensajeros.

 

NAHUM 3

 

1 ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarte del pillaje! 2 Chasquido de látigo, y fragor de ruedas, caballo atropellador, y carro que salta;

3 jinete enhiesto, y resplandor de espada, y resplandor de lanza; y multitud de muertos, y multitud de cadáveres; cadáveres sin fin, y en sus cadáveres tropezarán,

4 a causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia, maestra en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones, y a los pueblos con sus hechizos.

5 Heme aquí contra ti, dice Jehová de los ejércitos, y descubriré tus faldas en tu rostro, y mostraré a las naciones tu desnudez, y a los reinos tu vergüenza.

6 Y echaré sobre ti inmundicias, y te afrentaré, y te pondré como estiércol.

7 Todos los que te vieren se apartarán de ti, y dirán:

 Nínive es asolada; ¿quién se compadecerá de ella? ¿Dónde te buscaré consoladores?

8 ¿Eres tú mejor que Tebas, que estaba asentada junto al Nilo, rodeada de aguas, cuyo baluarte era el mar, y aguas por muro?

9 Etiopía era su fortaleza, también Egipto, y eso sin límite; Fut y Libia fueron sus ayudadores.

10 Sin embargo ella fue llevada en cautiverio; también sus pequeños fueron estrellados en las encrucijadas de todas las calles, y sobre sus varones echaron suertes, y todos sus grandes fueron aprisionados con grillos.

11 Tú también serás embriagada, y serás encerrada; tú también buscarás refugio a causa del enemigo.

12 Todas tus fortalezas serán cual higueras con brevas, que si las sacuden, caen en la boca del que las ha de comer.

13 He aquí, tu pueblo será como mujeres en medio de ti; las puertas de tu tierra se abrirán de par en par a tus enemigos; fuego consumirá tus cerrojos.

14 Provéete de agua para el asedio, refuerza tus fortalezas; entra en el lodo, pisa el barro, refuerza el horno.

15 Allí te consumirá el fuego, te talará la espada, te devorará como pulgón; multiplícate como langosta, multiplícate como el langostón.

16 Multiplicaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo; la langosta hizo presa, y voló.

17 Tus príncipes serán como langostas, y tus grandes como nubes de langostas que se sientan en vallados en día de frío; salido el sol se van, y no se conoce el lugar donde están.

18 Durmieron tus pastores, oh rey de Asiria, reposaron tus valientes; tu pueblo se derramó por los montes, y no hay quien lo junte.

19 No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable; todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quién no pasó continuamente tu maldad?


HABACUC

 

 

 

Habacuc se queja de injusticia

 

HABACUC 1

 

1 La profecía que vio el profeta Habacuc.

2 ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?

3 ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan.

4 Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.

 

Los caldeos castigarán a Judá

 

5 Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis.

6 Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas.

7 Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad.

8 Sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos, y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus jinetes, y volarán como águilas que se apresuran a devorar.

9 Toda ella vendrá a la presa; el terror va delante de ella, y recogerá cautivos como arena.

10 Escarnecerá a los reyes, y de los príncipes hará burla; se reirá de toda fortaleza, y levantará terraplén y la tomará.

11 Luego pasará como el huracán, y ofenderá atribuyendo su fuerza a su dios.

 

Protesta de Habacuc

 

12 ¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar.

13 Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él,

14 y haces que sean los hombres como los peces del mar, como reptiles que no tienen quien los gobierne?

15 Sacará a todos con anzuelo, los recogerá con su red, y los juntará en sus mallas; por lo cual se alegrará y se regocijará.

16 Por esto hará sacrificios a su red, y ofrecerá sahumerios a sus mallas; porque con ellas engordó su porción, y engrasó su comida.

17 ¿Vaciará por eso su red, y no tendrá piedad de aniquilar naciones continuamente?

 

Jehová responde a Habacuc

 

HABACUC 2

 

1 Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja.

2 Y Jehová me respondió, y dijo:

 Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.

3 Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.

4 He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.

5 Y también, el que es dado al vino es traicionero, hombre soberbio, que no permanecerá; ensanchó como el Seol su alma, y es como la muerte, que no se saciará; antes reunió para sí todas las gentes, y juntó para sí todos los pueblos.

 

Ayes contra los injustos

 

6 ¿No han de levantar todos éstos refrán sobre él, y sarcasmos contra él? Dirán:

 ¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo! ¿Hasta cuándo había de acumular sobre sí prenda tras prenda?

7 ¿No se levantarán de repente tus deudores, y se despertarán los que te harán temblar, y serás despojo para ellos?

8 Por cuanto tú has despojado a muchas naciones, todos los otros pueblos te despojarán, a causa de la sangre de los hombres, y de los robos de la tierra, de las ciudades y de todos los que habitan en ellas.

9 ¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, para poner en alto su nido, para escaparse del poder del mal! 10 Tomaste consejo vergonzoso para tu casa, asolaste muchos pueblos, y has pecado contra tu vida.

11 Porque la piedra clamará desde el muro, y la tabla del enmaderado le responderá.

12 ¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad! 13 ¿No es esto de Jehová de los ejércitos? Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano.

14 Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.

15 ¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez! 16 Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también, y serás descubierto; el cáliz de la mano derecha de Jehová vendrá hasta ti, y vómito de afrenta sobre tu gloria.

17 Porque la rapiña del Líbano caerá sobre ti, y la destrucción de las fieras te quebrantará, a causa de la sangre de los hombres, y del robo de la tierra, de las ciudades y de todos los que en ellas habitaban.

18 ¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra?

19 ¡Ay del que dice al palo:

 Despiértate; y a la piedra muda:

 Levántate! ¿Podrá él enseñar? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él.

20 Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra.

 

Oración de Habacuc

 

HABACUC 3

 

1 Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot.

 

2 Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.

Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos,

En medio de los tiempos hazla conocer;

En la ira acuérdate

2 de la misericordia.

3 Dios vendrá de Temán,

Y el Santo desde el monte de Parán. Selah

Su gloria cubrió los cielos,

Y la tierra se llenó de su alabanza.

4 Y el resplandor fue como la luz;

Rayos brillantes salían de su mano,

Y allí estaba escondido su poder.

5 Delante de su rostro iba mortandad,

Y a sus pies salían carbones encendidos.

6 Se levantó, y midió la tierra;

Miró, e hizo temblar las gentes;

Los montes antiguos fueron desmenuzados,

Los collados antiguos se humillaron.

Sus caminos son eternos.

7 He visto las tiendas de Cusán en aflicción;

Las tiendas de la tierra de Madián temblaron.

8 ¿Te airaste, oh Jehová, contra los ríos?

¿Contra los ríos te airaste?

¿Fue tu ira contra el mar

Cuando montaste en tus caballos,

Y en tus carros de victoria?

9 Se descubrió enteramente tu arco;

Los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah

Hendiste la tierra con ríos.

10 Te vieron y tuvieron temor los montes;

Pasó la inundación de las aguas;

El abismo dio su voz,

A lo alto alzó sus manos.

11 El sol y la luna se pararon en su lugar;

A la luz de tus saetas anduvieron,

Y al resplandor de tu fulgente lanza.

12 Con ira hollaste la tierra,

Con furor trillaste las naciones.

13 Saliste para socorrer a tu pueblo,

Para socorrer a tu ungido.

Traspasaste la cabeza de la casa del impío,

Descubriendo el cimiento hasta la roca. Selah

14 Horadaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros,

Que como tempestad acometieron para dispersarme,

Cuyo regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente.

15 Caminaste en el mar con tus caballos,

Sobre la mole de las grandes aguas.

16 Oí, y se conmovieron mis entrañas;

A la voz temblaron mis labios;

Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí;

Si bien estaré quieto en el día de la angustia,

Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.

17 Aunque la higuera no florezca,

Ni en las vides haya frutos,

Aunque falte el producto del olivo,

Y los labrados

2 no den mantenimiento,

Y las ovejas sean quitadas de la majada,

Y no haya vacas en los corrales;

18 Con todo, yo me alegraré en Jehová,

Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

19 Jehová el Señor es mi fortaleza,

El cual hace mis pies como de ciervas,

Y en mis alturas me hace andar.

 

Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.


SOFONÍAS

 

El día de la ira de Jehová

 

SOFONÍAS 1

 

1 Palabra de Jehová que vino a Sofonías hijo de Cusi, hijo de Gedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en días de Josías hijo de Amón, rey de Judá.

2 Destruiré por completo todas las cosas de sobre la faz de la tierra, dice Jehová.

3 Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo y los peces del mar, y cortaré a los impíos; y raeré a los hombres de sobre la faz de la tierra, dice Jehová.

4 Extenderé mi mano sobre Judá, y sobre todos los habitantes de Jerusalén, y exterminaré de este lugar los restos de Baal, y el nombre de los ministros idólatras con sus sacerdotes;

5 y a los que sobre los terrados se postran al ejército del cielo, y a los que se postran jurando por Jehová y jurando por Milcom;

6 y a los que se apartan de en pos de Jehová, y a los que no buscaron a Jehová, ni le consultaron.

7 Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados.

8 Y en el día del sacrificio de Jehová castigaré a los príncipes, y a los hijos del rey, y a todos los que visten vestido extranjero.

9 Asimismo castigaré en aquel día a todos los que saltan la puerta, los que llenan las casas de sus señores de robo y de engaño.

10 Y habrá en aquel día, dice Jehová, voz de clamor desde la puerta del Pescado, y aullido desde la segunda puerta, y gran quebrantamiento desde los collados.

11 Aullad, habitantes de Mactes, porque todo el pueblo mercader es destruido; destruidos son todos los que traían dinero.

12 Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón:

 Jehová ni hará bien ni hará mal.

13 Por tanto, serán saqueados sus bienes, y sus casas asoladas; edificarán casas, mas no las habitarán, y plantarán viñas, mas no beberán el vino de ellas.

14 Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente.

15 Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento,

16 día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres.

17 Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol.

18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra.

 

Juicios contra las naciones vecinas

 

SOFONÍAS 2

 

1 Congregaos y meditad, oh nación sin pudor,

2 antes que tenga efecto el decreto, y el día se pase como el tamo; antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehová, antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros.

3 Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová.

4 Porque Gaza será desamparada, y Ascalón asolada; saquearán a Asdod en pleno día, y Ecrón será desarraigada.

5 ¡Ay de los que moran en la costa del mar, del pueblo de los cereteos! La palabra de Jehová es contra vosotros, oh Canaán, tierra de los filisteos, y te haré destruir hasta no dejar morador.

6 Y será la costa del mar praderas para pastores, y corrales de ovejas.

7 Será aquel lugar para el remanente de la casa de Judá; allí apacentarán; en las casas de Ascalón dormirán de noche; porque Jehová su Dios los visitará, y levantará su cautiverio.

8 Yo he oído las afrentas de Moab, y los denuestos de los hijos de Amón con que deshonraron a mi pueblo, y se engrandecieron sobre su territorio.

9 Por tanto, vivo yo, dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que Moab será como Sodoma, y los hijos de Amón como Gomorra; campo de ortigas, y mina de sal, y asolamiento perpetuo; el remanente de mi pueblo los saqueará, y el remanente de mi pueblo los heredará.

10 Esto les vendrá por su soberbia, porque afrentaron y se engrandecieron contra el pueblo de Jehová de los ejércitos.

11 Terrible será Jehová contra ellos, porque destruirá a todos los dioses de la tierra, y desde sus lugares se inclinarán a él todas las tierras de las naciones.

12 También vosotros los de Etiopía seréis muertos con mi espada.

13 Y extenderá su mano sobre el norte, y destruirá a Asiria, y convertirá a Nínive en asolamiento y en sequedal como un desierto.

14 Rebaños de ganado harán en ella majada, todas las bestias del campo; el pelícano también y el erizo dormirán en sus dinteles; su voz cantará en las ventanas; habrá desolación en las puertas, porque su enmaderamiento de cedro será descubierto.

15 Esta es la ciudad alegre que estaba confiada, la que decía en su corazón:

 Yo, y no más. ¡Cómo fue asolada, hecha guarida de fieras! Cualquiera que pasare junto a ella, se burlará y sacudirá su mano.

 

El pecado de Jerusalén, y su redención

 

SOFONÍAS 3

 

1 ¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora! 2 No escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios.

3 Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana.

4 Sus profetas son livianos, hombres prevaricadores; sus sacerdotes contaminaron el santuario, falsearon la ley.

5 Jehová en medio de ella es justo, no hará iniquidad; de mañana sacará a luz su juicio, nunca faltará; pero el perverso no conoce la vergüenza.

6 Hice destruir naciones; sus habitaciones están asoladas; hice desiertas sus calles, hasta no quedar quien pase; sus ciudades están asoladas hasta no quedar hombre, hasta no quedar habitante.

7 Dije:

 Ciertamente me temerá; recibirá corrección, y no será destruida su morada según todo aquello por lo cual la castigué. Mas ellos se apresuraron a corromper todos sus hechos.

8 Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra.

9 En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento.

10 De la región más allá de los ríos de Etiopía me suplicarán; la hija de mis esparcidos traerá mi ofrenda.

11 En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti a los que se alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás en mi santo monte.

12 Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová.

13 El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice.

14 Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén.

15 Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal.

16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalén:

 No temas; Sion, no se debiliten tus manos.

17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.

18 Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga.

19 He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra.

20 En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová.


HAGEO

 

Exhortación a edificar el templo

 

HAGEO 1

 

1 En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo:

 2 Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo:

 Este pueblo dice:

 No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada.

3 Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:

 4 ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?

5 Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Meditad bien sobre vuestros caminos.

6 Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.

7 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Meditad sobre vuestros caminos.

8 Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.

9 Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa.

10 Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos.

11 Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.

12 Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová.

13 Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo:

 Yo estoy con vosotros, dice Jehová.

14 Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios,

15 en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío.

 

La gloria del nuevo templo

 

HAGEO 2

 

1 En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:

 2 Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo:

 3 ¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?

4 Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos.

5 Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.

6 Porque así dice Jehová de los ejércitos:

 De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;

7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.

8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.

9 La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.

 

La infidelidad del pueblo es reprendida

 

10 A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:

 11 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo:

 12 Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron:

 No.

13 Y dijo Hageo:

 Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron:

 Inmunda será.

14 Y respondió Hageo y dijo:

 Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo.

15 Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová.

16 Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte.

17 Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová.

18 Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón.

19 ¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.

 

Promesa de Jehová a Zorobabel

 

20 Vino por segunda vez palabra de Jehová a Hageo, a los veinticuatro días del mismo mes, diciendo:

 21 Habla a Zorobabel gobernador de Judá, diciendo:

 Yo haré temblar los cielos y la tierra;

22 y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano.

23 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos. 


ZACARÍAS

 

Llamamiento a volver a Jehová

 

ZACARÍAS 1

 

1 En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:

 2 Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros padres.

3 Diles, pues:

 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos.

4 No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo:

 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.

5 Vuestros padres, ¿dónde están? y los profetas, ¿han de vivir para siempre?

6 Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres? Por eso volvieron ellos y dijeron:

 Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros.

 

La visión de los caballos

 

7 A los veinticuatro días del mes undécimo, que es el mes de Sebat, en el año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:

 8 Vi de noche, y he aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos alazanes, overos y blancos.

9 Entonces dije:

 ¿Qué son éstos, señor mío? Y me dijo el ángel que hablaba conmigo:

 Yo te enseñaré lo que son éstos.

10 Y aquel varón que estaba entre los mirtos respondió y dijo:

 Estos son los que Jehová ha enviado a recorrer la tierra.

11 Y ellos hablaron a aquel ángel de Jehová que estaba entre los mirtos, y dijeron:

 Hemos recorrido la tierra, y he aquí toda la tierra está reposada y quieta.

12 Respondió el ángel de Jehová y dijo:

 Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años?

13 Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consoladoras, al ángel que hablaba conmigo.

14 Y me dijo el ángel que hablaba conmigo:

 Clama diciendo:

 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion.

15 Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal.

16 Por tanto, así ha dicho Jehová:

 Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén.

17 Clama aún, diciendo:

 Así dice Jehová de los ejércitos:

 Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén.

 

Visión de los cuernos y los carpinteros

 

18 Después alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro cuernos.

19 Y dije al ángel que hablaba conmigo:

 ¿Qué son éstos? Y me respondió:

 Estos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.

20 Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros.

21 Y yo dije:

 ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo:

 Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.

 

Llamamiento a los cautivos

 

ZACARÍAS 2

 

1 Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.

2 Y le dije:

 ¿A dónde vas? Y él me respondió:

 A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.

3 Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,

4 y le dijo:

 Corre, habla a este joven, diciendo:

 Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella.

5 Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.

6 Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová.

7 Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate.

8 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.

9 Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió.

10 Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová.

11 Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.

12 Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén.

13 Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada.

 

Visión del sumo sacerdote Josué

 

ZACARÍAS 3

 

1 Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.

2 Y dijo Jehová a Satanás:

 Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?

3 Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel.

4 Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo:

 Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo:

 Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.

5 Después dijo:

 Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.

6 Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo:

 7 Así dice Jehová de los ejércitos:

 Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar.

8 Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos. He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo.

9 Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un día.

10 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo de su vid y debajo de su higuera.

 

El candelabro de oro y los olivos

 

ZACARÍAS 4

 

1 Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño.

2 Y me dijo:

 ¿Qué ves? Y respondí:

 He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él;

3 Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda.

4 Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo:

 ¿Qué es esto, señor mío?

5 Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo:

 ¿No sabes qué es esto? Y dije:

 No, señor mío.

6 Entonces respondió y me habló diciendo:

 Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice:

 No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.

7 ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de:

 Gracia, gracia a ella.

8 Vino palabra de Jehová a mí, diciendo:

 9 Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros.

10 Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra.

11 Hablé más, y le dije:

 ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?

12 Hablé aún de nuevo, y le dije:

 ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?

13 Y me respondió diciendo:

 ¿No sabes qué es esto? Y dije:

 Señor mío, no.

14 Y él dijo:

 Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.

 

El rollo volante

 

ZACARÍAS 5

 

1 De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí un rollo que volaba.

2 Y me dijo:

 ¿Qué ves? Y respondí:

 Veo un rollo que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de ancho.

3 Entonces me dijo:

 Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta (como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido.

4 Yo la he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en medio de su casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras.

 

La mujer en el efa

 

5 Y salió aquel ángel que hablaba conmigo, y me dijo:

 Alza ahora tus ojos, y mira qué es esto que sale.

6 Y dije:

 ¿Qué es? Y él dijo:

 Este es un efa que sale. Además dijo:

 Esta es la iniquidad de ellos en toda la tierra.

7 Y he aquí, levantaron la tapa de plomo, y una mujer estaba sentada en medio de aquel efa.

8 Y él dijo:

 Esta es la Maldad; y la echó dentro del efa, y echó la masa de plomo en la boca del efa.

9 Alcé luego mis ojos, y miré, y he aquí dos mujeres que salían, y traían viento en sus alas, y tenían alas como de cigüeña, y alzaron el efa entre la tierra y los cielos.

10 Dije al ángel que hablaba conmigo:

 ¿A dónde llevan el efa?

11 Y él me respondió:

 Para que le sea edificada casa en tierra de Sinar; y cuando esté preparada lo pondrán sobre su base.

 

Los cuatro carros

 

ZACARÍAS 6

 

1 De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos montes eran de bronce.

2 En el primer carro había caballos alazanes, en el segundo carro caballos negros,

3 en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos overos rucios rodados.

4 Respondí entonces y dije al ángel que hablaba conmigo:

 Señor mío, ¿qué es esto?

5 Y el ángel me respondió y me dijo:

 Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra.

6 El carro con los caballos negros salía hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur.

7 Y los alazanes salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra. Y dijo:

 Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra.

8 Luego me llamó, y me habló diciendo:

 Mira, los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Espíritu en la tierra del norte.

 

Coronación simbólica de Josué

 

9 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

 10 Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a Jedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías hijo de Sofonías.

11 Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac.

12 Y le hablarás, diciendo:

 Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo:

 He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová.

13 El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos.

14 Las coronas servirán a Helem, a Tobías, a Jedaías y a Hen hijo de Sofonías, como memoria en el templo de Jehová.

15 Y los que están lejos vendrán y ayudarán a edificar el templo de Jehová, y conoceréis que Jehová de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Y esto sucederá si oyereis obedientes la voz de Jehová vuestro Dios.

 

El ayuno que Dios reprueba

 

ZACARÍAS 7

 

1 Aconteció que en el año cuarto del rey Darío vino palabra de Jehová a Zacarías, a los cuatro días del mes noveno, que es Quisleu,

2 cuando el pueblo de Bet-el había enviado a Sarezer, con Regem-melec y sus hombres, a implorar el favor de Jehová,

3 y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa de Jehová de los ejércitos, y a los profetas, diciendo:

 ¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años?

4 Vino, pues, a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo:

 5 Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo:

 Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí?

6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos?

7 ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados?

 

La desobediencia, causa del cautiverio

 

8 Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo:

 9 Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo:

 Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano;

10 no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.

11 Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.

13 Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos;

14 sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable.

 

Promesa de la restauración de Jerusalén

 

ZACARÍAS 8

 

1 Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo:

 2 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Celé a Sion con gran celo, y con gran ira la celé.

3 Así dice Jehová:

 Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad.

4 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días.

5 Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas.

6 Así dice Jehová de los ejércitos:

 Si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? dice Jehová de los ejércitos.

7 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 He aquí, yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol;

8 y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia.

9 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Esfuércense vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos, para edificar el templo.

10 Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre ni paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo; y yo dejé a todos los hombres cada cual contra su compañero.

11 Mas ahora no lo haré con el remanente de este pueblo como en aquellos días pasados, dice Jehová de los ejércitos.

12 Porque habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea todo esto.

13 Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos.

14 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Como pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí,

15 así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis.

16 Estas son las cosas que habéis de hacer:

 Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas.

17 Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová.

18 Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo:

 19 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.

20 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades;

21 y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán:

 Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré.

22 Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová.

23 Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo:

 Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.

 

Castigo de las naciones vecinas

 

ZACARÍAS 9

 

1 La profecía de la palabra de Jehová está contra la tierra de Hadrac y sobre Damasco; porque a Jehová deben mirar los ojos de los hombres, y de todas las tribus de Israel.

2 También Hamat será comprendida en el territorio de éste; Tiro y Sidón, aunque sean muy sabias.

3 Bien que Tiro se edificó fortaleza, y amontonó plata como polvo, y oro como lodo de las calles,

4 he aquí, el Señor la empobrecerá, y herirá en el mar su poderío, y ella será consumida de fuego.

5 Verá Ascalón, y temerá; Gaza también, y se dolerá en gran manera; asimismo Ecrón, porque su esperanza será confundida; y perecerá el rey de Gaza, y Ascalón no será habitada.

6 Habitará en Asdod un extranjero, y pondré fin a la soberbia de los filisteos.

7 Quitaré la sangre de su boca, y sus abominaciones de entre sus dientes, y quedará también un remanente para nuestro Dios, y serán como capitanes en Judá, y Ecrón será como el jebuseo.

8 Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda, para que ninguno vaya ni venga, y no pasará más sobre ellos el opresor; porque ahora miraré con mis ojos.

 

El futuro rey de Sion

 

9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.

10 Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra.

11 Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua.

12 Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble.

13 Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente.

14 Y Jehová será visto sobre ellos, y su dardo saldrá como relámpago; y Jehová el Señor tocará trompeta, e irá entre torbellinos del austro.

15 Jehová de los ejércitos los amparará, y ellos devorarán, y hollarán las piedras de la honda, y beberán, y harán estrépito como tomados de vino; y se llenarán como tazón, o como cuernos del altar.

16 Y los salvará en aquel día Jehová su Dios como rebaño de su pueblo; porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra.

17 Porque ¡cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura! El trigo alegrará a los jóvenes, y el vino a las doncellas.

 

Jehová redimirá a su pueblo

 

ZACARÍAS 10

 

1 Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno.

2 Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo; por lo cual el pueblo vaga como ovejas, y sufre porque no tiene pastor.

3 Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá como su caballo de honor en la guerra.

4 De él saldrá la piedra angular, de él la clavija, de él el arco de guerra, de él también todo apremiador.

5 Y serán como valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las calles; y pelearán, porque Jehová estará con ellos; y los que cabalgan en caballos serán avergonzados.

6 Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré.

7 Y será Efraín como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino; sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en Jehová.

8 Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán multiplicados tanto como fueron antes.

9 Bien que los esparciré entre los pueblos, aun en lejanos países se acordarán de mí; y vivirán con sus hijos, y volverán.

10 Porque yo los traeré de la tierra de Egipto, y los recogeré de Asiria; y los traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, y no les bastará.

11 Y la tribulación pasará por el mar, y herirá en el mar las ondas, y se secarán todas las profundidades del río; y la soberbia de Asiria será derribada, y se perderá el cetro de Egipto.

12 Y yo los fortaleceré en Jehová, y caminarán en su nombre, dice Jehová.

 

ZACARÍAS 11

 

1 Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego tus cedros.

2 Aúlla, oh ciprés, porque el cedro cayó, porque los árboles magníficos son derribados. Aullad, encinas de Basán, porque el bosque espeso es derribado.

3 Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de rugidos de cachorros de leones, porque la gloria del Jordán es destruida.

 

Los pastores inútiles

 

4 Así ha dicho Jehová mi Dios:

 Apacienta las ovejas de la matanza,

5 a las cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice:

 Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de ellas.

6 Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores de la tierra, dice Jehová; porque he aquí, yo entregaré los hombres cada cual en mano de su compañero y en mano de su rey; y asolarán la tierra, y yo no los libraré de sus manos.

7 Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos cayados:

 al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y apacenté las ovejas.

8 Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí.

9 Y dije:

 No os apacentaré; la que muriere, que muera; y la que se perdiere, que se pierda; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compañera.

10 Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos.

11 Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que miraban a mí, que era palabra de Jehová.

12 Y les dije:

 Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.

13 Y me dijo Jehová:

 Echalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro.

14 Quebré luego el otro cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel.

15 Y me dijo Jehová:

 Toma aún los aperos de un pastor insensato;

16 porque he aquí, yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará las perdidas, ni buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá sus pezuñas.

17 ¡Ay del pastor inútil que abandona el ganado! Hiera la espada su brazo, y su ojo derecho; del todo se secará su brazo, y su ojo derecho será enteramente oscurecido.

 

Liberación futura de Jerusalén

 

ZACARÍAS 12

 

1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:

 2 He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén.

3 Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.

4 En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.

5 Y los capitanes de Judá dirán en su corazón:

 Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.

6 En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.

7 Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.

8 En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos.

9 Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén.

10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

11 En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.

12 Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí;

13 los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí;

14 todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí.

 

ZACARÍAS 13

 

1 En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.

2 Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia.

3 Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron:

 No vivirás, porque has hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando profetizare.

4 Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir.

5 Y dirá:

 No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo desde mi juventud.

6 Y le preguntarán:

 ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá:

 Con ellas fui herido en casa de mis amigos.

 

El pastor de Jehová es herido

 

7 Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos.

8 Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella.

9 Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré:

 Pueblo mío; y él dirá:

 Jehová es mi Dios.

 

Jerusalén y las naciones

 

ZACARÍAS 14

 

1 He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos.

2 Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

3 Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.

4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.

5 Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.

6 Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.

7 Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz.

8 Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.

9 Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.

10 Toda la tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón al sur de Jerusalén; y ésta será enaltecida, y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del Angulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey.

11 Y morarán en ella, y no habrá nunca más maldición, sino que Jerusalén será habitada confiadamente.

12 Y esta será la plaga con que herirá Jehová a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén:

 la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca.

13 Y acontecerá en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por Jehová; y trabará cada uno de la mano de su compañero, y levantará su mano contra la mano de su compañero.

14 Y Judá también peleará en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor:

 oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia.

15 Así también será la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de los asnos, y de todas las bestias que estuvieren en aquellos campamentos.

16 Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos.

17 Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia.

18 Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Jehová herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos.

19 Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos.

20 En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos:

 SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar.

21 Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos; y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.


MALAQUÍAS

 

Amor de Jehová por Jacob

 

MALAQUÍAS 1

 

1 Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías.

2 Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis:

 ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob,

3 y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.

4 Cuando Edom dijere:

 Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos:

 Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.

5 Y vuestros ojos lo verán, y diréis:

 Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel.

 

Jehová reprende a los sacerdotes

 

6 El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís:

 ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?

7 En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis:

 ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable.

8 Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.

9 Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos.

10 ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda.

11 Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.

12 Y vosotros lo habéis profanado cuando decís:

 Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable.

13 Habéis además dicho:

 ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová.

14 Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.

 

Reprensión de la infidelidad de Israel

 

MALAQUÍAS 2

 

1 Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento.

2 Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón.

3 He aquí, yo os dañaré la sementera, y os echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente con él.

4 Y sabréis que yo os envié este mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los ejércitos.

5 Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado.

6 La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad.

7 Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos.

8 Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos.

9 Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas.

10 ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres?

11 Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño.

12 Jehová cortará de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela y al que responde, y al que ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos.

13 Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano.

14 Mas diréis:

 ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.

15 ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud.

16 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.

 

El día del juicio se acerca

 

17 Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís:

 ¿En qué le hemos cansado? En que decís:

 Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?

 

MALAQUÍAS 3

 

1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.

2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.

3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.

4 Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.

5 Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.

 

El pago de los diezmos

 

6 Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.

7 Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis:

 ¿En qué hemos de volvernos?

8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis:

 ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.

9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.

10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.

12 Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

 

Diferencia entre el justo y el malo

 

13 Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis:

 ¿Qué hemos hablado contra ti?

14 Habéis dicho:

 Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?

15 Decimos, pues, ahora:

 Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.

16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.

17 Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.

18 Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

 

El advenimiento del día de Jehová

 

MALAQUÍAS 4

 

1 Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.

2 Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.

3 Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.

4 Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.

5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.


AMÉN

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