JC.com
Página de estudios y debate sobre geografía,
historia, economía, política..
Autor:
Javier Colomo Ugarte
Doctor en Geografía
©
PDF
Publicación original
TÍTULO
Desarrollo, subdesarrollo y
migraciones internacionales a comienzos del siglo XXI
Artículo publicado en la
revista de la UNED: Espacio, Tiempo y Forma (2003)
---------------
Índice
1. Introducción
2. Causas de los
movimientos migratorios y cambios de tendencia
2.1. Interacción de las
causas objetivas y subjetivas de las migraciones
2.2. Desequilibrios entre países y
regiones del mundo
2.3. Percepción subjetiva
de los grandes desequilibrios
3. Caracterización de los desequilibrios socioeconómicos mundiales
4. Evaluación de
las migraciones internacionales
5. Análisis de los saldos migratorios netos por grandes
regiones del mundo
5.1. Periodo 1980-1985
5.2. Periodo 1995-2000
5.3. Variación en las tasas de migración
6. Relación de los
movimientos migratorios con los condicionantes socioeconómicos
7. Estimación al
2025 de los movimientos migratorios mundiales
Conclusión
Bibliografía
1. Introducción
El origen de las migraciones
del siglo XXI poco tiene que ver con el de las acontecidas en otros momentos de
la historia contemporánea. Durante el
siglo XIX, la expansión de la economía tuvo dos grandes flujos migratorios; por
un lado, desde las metrópolis hacia las colonias o áreas de influencia de los
países europeos, destacando América Latina, Oceanía y África como destinos de
los europeos; por otro, la articulación del centro económico norteamericano
atrajo también numerosa mano de obra principalmente europea. La migración
transoceánica se desarrolló paralelamente a la dinámica económica cíclica de las
metrópolis, de tal manera que fue máxima hasta los años veinte del siglo XX y
descendió a raíz de la Gran Depresión.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el
auge en el centro y norte de Europa Occidental atrajo a varios millones de
emigrantes del entonces sur semidesarrollado europeo-asiático (Portugal, España,
Italia, Yugoslavia, Grecia, Turquía), que buscaron empleo en los sectores más
significativos de la industrialización; la crisis económica de la segunda mitad
de los setenta supuso el regreso de muchos emigrantes (especialmente españoles,
italianos y portugueses), reduciéndose así la presencia extranjera perteneciente
a países europeos.
Desde la perspectiva mundial, la nueva fase
de migración internacional comenzó a partir de los años cincuenta; los flujos
migratorios han cambiado de sentido y, a partir de entonces, se producen
mayoritariamente desde los países pobres hacia el centro desarrollado. Ello fue
especialmente significativo en EE.UU., con flujos de inmigrantes procedentes de
América Latina. El mismo fenómeno se produjo también en Europa, donde los
inmigrantes de los países subdesarrollados se establecieron de forma estable,
caso de los asiáticos y caribeños en Gran Bretaña o de los magrebíes y del
África negra en Francia. De todas maneras, el inicio de la migración de las
zonas subdesarrolladas al centro desarrollado en los años cincuenta y sesenta
tuvo su origen, en el caso de Gran Bretaña y Francia, en los procesos de
descolonización, y, en el caso de Estados Unidos, en los profundos
desequilibrios que vivía América Latina en los años sesenta setenta,
respondiendo, pues, a una situación histórica coyuntural. La emigración a estas
zonas debiera haber remitido, si se hubieran cumplido las expectativas de
desarrollo en los países de procedencia; pero ello no ha sido así y, a finales
del siglo XX, la emigración al centro desarrollado desde los países
subdesarrollados se ha incrementado notablemente.
La pobreza y el subdesarrollo
son la realidad que, cada vez con más fuerza, conforma el origen de las
migraciones internacionales del siglo XXI.
2. Causas de los
movimientos migratorios
y cambios de tendencia
No existe una teoría general sobre las causas de las migraciones
económicas. Esta carencia no es tanto por la falta de estudios sobre las mismas
como porque éstas están sujetas a situaciones históricas cambiantes, por lo que
hablar de causas de los fenómenos migratorios es hablar de causas en un contexto
histórico determinado. Las causas de las migraciones se han venido tratando
desde que en el siglo XIX se comenzaran a realizar estudios sobre las mismas.
Las leyes de Ravenstein, formuladas en el siglo XIX, se pensaron para sociedades
en transformación, desde un modelo de empleo mayoritariamente agrícola a otro
nuevo mayoritariamente industrial[1].
Según la doctrina económica neoclásica, la migración es una consecuencia de las
diferencias de renta per cápita entre los distintos países. Pero estas
diferencias han existido entre países ricos y pobres desde la época colonial y,
sin embargo, no es hasta finales del siglo XX cuando cobran importancia las
migraciones desde los países pobres al centro desarrollado.
Otras teorías afirman que el elevado
crecimiento demográfico de los países produce un excedente de mano de obra que
no puede ser absorbido de manera productiva y se traduce en migraciones más
numerosas a los países desarrollados. Sin embargo, las pruebas disponibles no
avalan la opinión de que los niveles de emigración guarden relación con las
tasas regionales de crecimiento demográfico; por ejemplo, en los años cincuenta
y sesenta, Europa occidental tuvo un fuerte crecimiento demográfico y era a su
vez un importante centro de inmigración.
La pobreza es otro de los factores que se
citan como causa fundamental de la migración internacional. Sin embargo, si la
pobreza se mide en función de la posición económica relativa del individuo en la
sociedad de origen, la mayoría de los emigrantes internacionales no son los más
pobres en relación a sus conciudadanos, ya que ellos ocupan la zona intermedia
en la escala de ingresos del país de origen.
En cuanto al concepto de
expulsión–atracción, la teoría de Ravenstein y la económica en general se
inclina más por el principio de atracción que por el de expulsión. Pero hoy en
los movimientos migratorios internacionales se combinan ambos factores. La
fuerza de atracción que ejerce el país receptor se regula por medio de cupos
legales de inmigrantes;
y el crecimiento de los
inmigrantes indocumentados no obedece a que las condiciones del foco de
atracción sean cada vez mejores, sino a que el efecto de expulsión se acentúa,
como consecuencia del reiterado fracaso de los proyectos económicos de los
países del Tercer Mundo.
Así pues, la cuestión
principal no consta en la elaboración de una teoría que explique con carácter
general a todas las migraciones económicas, sino en la respuesta al por qué, en
las últimas décadas del siglo XX, en muchas regiones de la Tierra aparece una
crisis social tan aguda, capaz de romper las barreras de contención que hasta
hace poco parecían existir en los países emisores del Tercer Mundo. Si el
diferencial entre pobreza y riqueza es causa de migración, también lo era en los
años setenta y ochenta; sin embargo, es a partir de esa década cuando, según
nuestros cálculos, el saldo migratorio internacional se multiplica por cuatro
entre los años 1985 y 2000.
Por otra parte, aunque la situación de las
estructuras económicas y políticas entre naciones explican la predisposición a
que se produzcan flujos migratorios, no explican por qué, dentro de un conjunto
de individuos con características similares, se termina produciendo la migración
de sólo algunos. Esto, en parte, se debe al hecho de la existencia de redes de
migrantes entre los países emisores y los receptores que constituyen una
estrategia colectiva combinada, destinada a reducir riesgos en la sociedad natal
con el envío de remesas[2].
Una vez en marcha la
migración internacional, se refuerzan las redes de migración a través de lazos
personales basados en el parentesco, la amistad o el origen común que unen a
migrantes, ex migrantes y no migrantes, tanto en las zonas de origen como en las
de destino. Así la ayuda prestada a los nuevos migrantes por los amigos y
familiares ya establecidos en el extranjero reduce los gastos y riesgos de la
migración y aumenta la probabilidad de nuevas migraciones.
Pero el reforzamiento de las redes solamente explica las ventajas
que tiene una parte de la población para la migración de un colectivo mucho más
amplio que quisiera emigrar; las redes por sí mismas no justifican, pues, el
fuerte incremento de la migración internacional ni su carácter sostenido.
En el presente estudio, la
teoría de las causas de las migraciones internacionales de finales del siglo XX
y principios del XXI, se basa en los siguientes criterios:
1.
La migración internacional es un fenómeno que obedece a la interacción de causas
objetivas y subjetivas.
2.
Las causas objetivas de las migraciones mundiales se basa en los desequilibrios
regionales, a escala mundial.
3.
Las causas subjetivas se basan en la evolución social de la percepción del
espacio político–económico.
4.
La interacción de ambos grupos de causas se produce en determinados sectores
sociales de los países emisores, según regiones del mundo.
2.1. Interacción de las
causas objetivas y subjetivas de las migraciones
En materia social, cuando se
habla de causas objetivas, se corre el riesgo de caer en la definición de las
mismas como si se tratara de una ciencia física exacta con una ley de causa
efecto; y esto no es así. Las causas objetivas deben entenderse como
condicionantes que en mayor o menor medida empujan a las personas a emigrar. En
el caso de las migraciones forzadas por cuestiones políticas o debido a
desastres naturales, la causa tiene tal fuerza que la voluntad de los individuos
cuenta poco. En el caso de migraciones económicas el condicionante es menor,
pero éste existe, aunque en última instancia será la voluntad de los individuos
lo que determinará el acto de migrar.
Así, pues, cuando se habla de
causas objetivas nos estamos refiriendo a condicionantes que no constituyen
causas forzosas para emigrar; pero sí son realidades que obligan a las personas
a reflexionar sobre la necesidad o no de emigrar. Desde el punto de vista
subjetivo, no todas las personas que desean emigrar lo hacen, pues también
existen otros condicionantes disuasorios, que en muchos casos hacen desistir al
emigrante potencial de cumplir su deseo; por ejemplo, falta de medios para
emprender el viaje, dificultades del viaje, problemas familiares, etc. Además,
están los elementos de disuasión por la fuerza, como son los controles
fronterizos o la repatriación, una vez que el emigrante ha llegado a su destino.
Si se entiende por causas
objetivas de la emigración las condiciones de vida que impulsan a tomar la
decisión de emigrar, hay que suponer que estas condiciones son en el entorno
donde se vive peores que en otros lugares a donde se quiere emigrar. Por
ejemplo, si en todo el mundo se viviese en las mismas condiciones que en el país
emisor de migración, ésta no existiría, pues el emigrante nada tendría que ganar
con el cambio. Los condicionantes lo son, pues, cuando existe la diferencia
entre países o regiones. Pero, además de existir esta diferencia, debe existir
también la percepción de la diferencia. La percepción de la diferencia es
subjetiva y, por lo tanto, está sujeta a interpretaciones. Cuando hay una
interpretación exagerada de la diferencia, se crea el mito del país de destino,
donde el emigrante cree que en él solucionará satisfactoriamente sus problemas.
Pero, en principio, se debe
separar el desequilibrio regional objetivo de la percepción del mismo, pues si
no existiese el primero, tampoco existiría el segundo. Por ello, nos centraremos
primero en el concepto de desequilibrio objetivo entre países y regiones del
mundo.
2.2. Desequilibrios entre países y
regiones del mundo
Teóricamente, el desequilibrio se establece
entre dos espacios con condiciones de vida diferentes: entre el ámbito que tiene
las condiciones óptimas y el que carece de ellas. En el caso de las migraciones
internacionales de finales del siglo XX, el factor económico es el principal
desequilibrio que impulsa a la migración de los países pobres a los ricos;
aunque existen también otros factores, como el mayor nivel en materia de salud,
educación, seguridad social, etc., correspondiendo a los países receptores las
mejores condiciones.
Pero desde el punto de vista demográfico,
los países desarrollados presentan una estructura demográfica muy envejecida,
por lo que la renovación de la población en los grupos de edad más jóvenes sólo
puede realizarse mediante aportes migratorios. Esta es la ventaja que poseen los
países que tienen una estructura demográfica juvenil y dinámica, que en general
son los países pobres, generadores de emigración. Lo que ocurre es que esta
ventaja de los países pobres no constituye un factor de atracción, sino de
expulsión, al existir un gran número de personas en edad de trabajar, pero sin
perspectivas de conseguir empleo. Por el contrario, la desventaja de los países
desarrollados en cuanto a estructura demográfica actúa como factor de atracción,
ya que se considera necesario para la buena marcha de la economía reducir el
desequilibrio demográfico causado por el déficit de los grupos de edad más
jóvenes.
Así pues, en los países desarrollados
existen ventajas que constituyen factores de atracción, pero también carencias
que actúan igualmente como factores de atracción; por el contrario, en los
países pobres existen carencias que actúan como causas de expulsión y supuestas
ventajas en la estructura demográfica que también constituyen factores de
expulsión. Los desequilibrios regionales a escala mundial están entrecruzados; y
ello, sin duda, favorece las migraciones entre países en una sola dirección: de
los menos desarrollados a los más desarrollados.
2.3. Percepción
subjetiva de los grandes desequilibrios
Hasta ahora, hemos dado por supuesto que los
desequilibrios ente países y regiones se produce porque estos no pueden resolver
internamente sus propios desequilibrios. Evidentemente, los países desarrollados
necesitarían un cambio de modelo demográfico, si quisieran resolver el
envejecimiento de su población, pero no existe en la actualidad ningún indicio
de que esto suceda.
De manera muy diferente se plantea el
problema en los países pobres. El concepto de países en vías de desarrollo,
planteado internacionalmente después de la Segunda Guerra Mundial, no precisa en
cuánto tiempo los países pobres debieran culminar el proceso de desarrollo. Sin
embargo, las altas tasas de crecimiento vegetativo y de población urbana sí
continúan siendo una constante. El desajuste entre crecimiento económico y
crecimiento demográfico, entre crecimiento económico y reparto de riqueza y
entre el fuerte crecimiento de los asentamientos urbanos y la carencia de
infraestructuras, genera objetivamente desequilibrios internos de difícil
solución. Y, si con el paso del tiempo estos desequilibrios no mejoran,
subjetivamente surge entre la población incertidumbre sobre las posibles
soluciones, llegando a producirse también frustración y desesperación.
Esta es la cuestión fundamental: la
percepción de la diferencia entre países pobres y ricos se acrecienta no
solamente por el hecho diferencial de las condiciones objetivas entre naciones o
regiones del mundo, sino también, y sobre todo, por la percepción de la
imposibilidad de mejorar las expectativas de vida en un plazo razonable en el
país de nacimiento. El desequilibrio entre países no tendría por qué ser motivo
de atracción y expulsión de migrantes, si existiera en los respectivos países
posibilidades reales, en un periodo de tiempo prudencial, de resolver sus
desequilibrios internos. No obstante, hay que tener en cuenta que la decisión de
emigrar afecta a una parte de la población que comparte las causas objetivas con
la otra parte de la población que decide no emigrar. Este aspecto es más
difícil, cuando no imposible, de cuantificar.
3. Caracterización de los
desequilibrios socioeconómicos mundiales
Con el fin de tener una radiografía de los
desequilibrios objetivos que inducen a la emigración desde los países pobres al
centro desarrollado, se ha cuantificado la situación socioeconómica de 170
países a finales del siglo XX. El procedimiento se ha basado en el análisis
factorial. Se ha trabajado con 14 variables que definen las características
socioeconómicas más importantes de 170 países referidas a la segunda mitad de la
década de noventa. Estas variables se corresponden con los tres campos que
definen los desequilibrios entre sociedades: variables demográficas,
socioeconómicas y de calidad de vida (Cuadro núm. 1).
Cuadro núm. 1
Variables
para el análisis de los desequilibrios socioeconómicos del mundo
Elaboración propia
Las variables demográficas reflejan el crecimiento
demográfico, la estructura de la población y la población urbana respecto del
total de la población. Las variables socioeconómicas se refieren a la riqueza
relativa del país o renta media por habitante y la composición de la población
activa. Las variables de calidad de vida definen las condiciones sanitarias, la
situación cultural y la esperanza de vida. En estas 14 variables se han
resumido, pues, los posibles desequilibrios internos de cada país en relación
con los 170 seleccionados.
La matriz inicial se ha compuesto con los
datos de las 14 variables y los 170 países. Recurriendo al análisis factorial se
han relacionado las 14 variables de los 170 países, habiendo obtenido una
correlación elevada entre las mismas. Entre los factores, uno solo explica el
72,6% de la varianza (Cuadros núm. 2 y 3). Por ello se ha tomado solamente este
factor y se ha despreciado el resto de factores por la escasa significación de
los mismos. El valor del factor se expresa en cada país en las notaciones
factoriales; de esta manera, se han resumido los 14 valores de cada país en uno
solo.
Ver anexos
Tabla de datos iniciales
Análisis factorial
Elaboración propia
El primer factor, que explica el 72,6 de la
varianza, representa dos modelos de sociedades, expresados, por un lado, en las
variables con correlaciones positivas y, por otro, en las variables con
correlaciones negativas. El modelo expresado en las siete variables de
correlación positiva presenta sociedades con fuerte dinamismo demográfico, un
precario desarrollo económico y escasa calidad de vida. Ello está representado
en las tasas de natalidad y de fecundidad más altas, el crecimiento vegetativo
más elevado, el mayor grupo de edad de población menor de 15 años, las mayores
tasas de empleo agrícola, la mayor tasa de analfabetismo y la tasa de mortalidad
infantil más alta.
En oposición, está el otro modelo de
sociedades, expresado en la correlación de las variables negativas; se
caracteriza por su poco dinamismo demográfico, excelente desarrollo económico y
buena calidad de vida. Ello se expresa en el mayor porcentaje de viejos, en el
más elevado PNB por habitante ($), la
población activa industrial y de servicios más numerosa, el mayor porcentaje de
población urbana, la mayor esperanza de vida al nacer y el mayor número de
médicos por mil habitantes.
Desde el punto de vista de los
desequilibrios, en las sociedades con correlaciones positivas el desequilibrio
interno se manifiesta, principalmente, en el bajo PNB
por habitante ($), la menor población activa industrial y de servicios,
la menor esperanza de vida al nacer y el menor número de médicos por mil
habitantes. En las sociedades con correlaciones negativas el desequilibrio
interno se expresa principalmente por las bajas tasas de fecundidad y natalidad,
el bajo crecimiento vegetativo y el menor porcentaje de menores de 15 años.
Pero estos desequilibrios internos y entre
naciones tienen un valor particular en cada país, que se expresa
cuantitativamente en las notaciones factoriales del denominado factor
socioeconómico. Según el resultado de las notaciones factoriales, se han
agrupado los países conformando cuatro tipologías, dos para las notaciones
negativas y dos para las positivas (Cuadro núm. 4 y Mapa 1).
Cuadro 4
Matriz de notaciones factoriales (14
variables por 170 países)
Elaboración propia.
Evidentemente, en las zonas intermedias de
las clasificaciones, se encuentra una serie de países con notaciones que son
difícilmente de tipificar, pero convencionalmente se les ha asignado al grupo
más afín[3].
Geográficamente se representa en el mapa núm. 1.
El modelo 1 (notaciones –1,69 a -1), que comprende
39 países con alto o moderado desarrollo socioeconómico y situación demográfica
estancada, se localiza en Europa, Rusia, América del Norte, Australia-Nueva
Zelanda y Japón; solamente Uruguay en América del Sur, se sitúa en ese grupo[4].
Mapa núm. 1
Representación de las notaciones
factoriales según tipología socioeconómica
Elaboración propia
El modelo 2 (notaciones –0,99 a 0) incluye
42 países con moderado desarrollo socioeconómico y situación demográfica de
moderada a dinámica, que se localizan en América Latina, Asia Oriental y, en
África , Sudáfrica y Túnez. El modelo 3 (notaciones 0,01 a 1) es el grupo más
numeroso con 52 países de moderado desarrollo o subdesarrollo socioeconómico y
situación demográfica dinámica; se localizan en América central, en la región
del norte de los Andes; en el norte, oeste y sur de África; en Asia occidental y
meridional, y en parte de Oceanía.
El modelo 4 (notaciones 1,01 a 1,71)
comprende 37 países con subdesarrollo socioeconómico y situación demográfica muy
dinámica; se localizan en Asia (Laos, Afganistán, Yemen, Nepal y Bhután); el
resto de países se sitúan en el centro, este y oeste de África.
Se puede apreciar cómo la situación a la que
se ha llegado en el mundo, a finales del siglo XX, se correlaciona inversamente
desde el centro más desarrollado a los países más pobres. En el mapa núm. 1, se
puede observar que el mundo, con la excepción de Australia, se divide entre el
Norte, económicamente desarrollado, con demografía estancada y esperanza de vida
alta, y el Sur, con subdesarrollo económico, demografía dinámica y esperanza de
vida media o baja.
4. Evaluación de las
migraciones internacionales
Es evidente que la migración
internacional desde los países pobres hacia las regiones desarrolladas se está
convirtiendo en un factor importante de cambio socioeconómico en el mundo. Por
ello es de tanto interés conocer su magnitud. La evaluación de los movimientos
migratorios internacionales se pueden realizar básicamente con dos metodologías
diferentes; la primera, método directo, se basa en elaborar las estadísticas de
migraciones a partir de los datos registrados de emigrantes o inmigrantes; la
segunda, método indirecto, consiste en el cálculo de las transferencias de
población, denominados saldos netos de migración, obtenidas de forma indirecta a
partir de los datos de crecimiento natural y del crecimiento real de la
población.
En lo que se refiere al
método basado en el registro de migrantes, pese a la creciente importancia de la
migración internacional, con frecuencia se carece de estadísticas adecuadas para
caracterizar las corrientes migratorias y observar cómo van cambiando con el
tiempo. Es posible obtener datos sobre la migración internacional en tres tipos
de fuentes: administrativas, estadísticas de fronteras y estudios de hogares[5].
En el presente estudio, con
el fin de tener una visión general de los saldos migratorios entre regiones del
mundo, se ha utilizado el método indirecto, calculándose los saldos migratorios
netos y las tasas netas de transferencia de población. El hecho de utilizar este
método es porque es el único que permite hacer una estimación de los saldos
netos entre las grandes regiones del mundo, ya que las fuentes que registran
directamente las migraciones no aportan este dato por regiones del mundo. Por
ejemplo, África es un continente que tiene un saldo de población negativo; sin
embargo, en el registro directo de migrantes efectuado por la ONU, este dato no
queda explícito, ya que en los 15,6 millones de migrantes registrados en 1990 se
incluyen todos los nacidos en otro país, sea africano o de otro continente; pero
no se ofrecen los saldos netos de transferencia de población del continente
africano a otras regiones del mundo[6].
Para tener una referencia aceptable de los
saldos migratorios en el tiempo, se ha calculado en periodos de varios años que
convencionalmente suelen ser de cinco. En el presente estudio se ha tomado, por
una parte, el periodo 1980-1985; por otra , se ha tenido en cuenta el periodo
1995-2000. El hecho de tomar dos periodos de cinco años, distantes entre sí en
15 años, es debido a que se parte de la hipótesis de que ha sido entre 1980-1985
y 1995-2000 cuando se han conformado las condiciones y factores de los
movimientos migratorios actuales. Con ello, se ha podido realizar una estimación
hasta el año 2025, aplicando la variación de los saldos migratorios del periodo
1980-1985 a 1995-2000 hasta el 2025. Las regiones del mundo son las establecidas
en la tabla número 2 del Informe Mundial sobre Asentamientos Humanos
(ONU, 1987).
Fuente: Tabla número 2 del
Informe Mundial sobre Asentamientos Humanos. ONU. 1987.
Los saldos migratorios netos varían según el
ámbito de estimación. Los ámbitos en el presente estudio son nacional, regional
y supraregional[8].
Obviamente, el ámbito nacional registra unos saldos netos superiores a los de la
región y ésta los registra superiores a los de la macroregión. Es decir, los
migrantes que cambian de país no siempre cambian de región, y los que cambian de
región no siempre cambian de macroregión[9].
Una cuestión a tener en cuenta, cuando se estiman los saldos migratorios netos
para todas las regiones del mundo, es que la suma de todos los saldos, es decir
el saldo migratorio mundial neto, deberá ser igual a cero, pues el saldo
positivo y negativo debe ser el mismo; por lo tanto, se ha procedido a los
ajustes necesarios para conseguir ese saldo igual a cero, pero en ningún caso ha
supuesto apartarse significativamente de los datos iniciales.
5. Análisis de los saldos migratorios
netos por grandes regiones
Los cálculos realizados sobre trasferencias
de población entre regiones y macroregiones del mundo, para los periodos
1980-1985 y 1995-2000 se resumen en los cuadros 6 y 7. Ambos cuadros presentan
información relativa al número de habitantes por regiones del mundo, crecimiento
real y crecimiento vegetativo de la población, saldos netos de migración, así
como las tasas correspondientes de crecimiento real, crecimiento vegetativo y
transferencia de población. Con el fin de centrar los comentarios, éstos se van
a referir a los saldos migratorios netos y a las tasas de transferencia de
población en los dos periodos, mostrando también las diferencias entre ambos.
5.1. Periodo 1980-1985
El periodo de 1980-1985 es un periodo en el
que la situación internacional se encuentra políticamente dominada por la
política de bloques; la descolonización de los países del Tercer Mundo
prácticamente ha tocado a su fin; económicamente las expectativas de desarrollo
se mantienen puestas principalmente en el ámbito nacional. Con ello, aunque las
diferencias entre el Norte y el Sur son grandes, no se han desarrollado las
condiciones subjetivas para la emigración internacional. No obstante, la
migración de centros emisores de regiones pobres y receptores de regiones ricas
comienza a tener importancia.
Cuadro núm. 6
Crecimiento de la
población, saldos migratorios y tasa de transferencia 1980-1985
Fuente de las tasas de
transferencia: Tabla 2 del Informe mundial sobre asentamientos humanos
publicado por el Centro de Naciones Unidas para los Asentamiento Humanos en
1987, editada en español por el MOPU en 1989.
La fuente de
la población es la publicada por la FAO.
Elaboración propia.
En el conjunto mundial, el
saldo migratorio estimado de las regiones fue, entre 1980-1985, de 4 millones;
de ellos 2,9 millones tuvo lugar entre macroregiones. Las macroregiones emisoras
estaban formadas por África con un saldo emigratorio en los cinco años de
referencia de 627.000 emigrantes, Asia con 401.000, Europa con 245.000 y América
Latina con 1,7 millones. Las macroregiones receptoras eran América del Norte con
un saldo inmigratorio de 2,5 millones, Oceanía con 313.000 inmigrantes y la URSS
con otros 68.000.
Por regiones, en África
tuvieron saldo positivo la región central y la occidental. Asia tenía en la
región occidental el destino más importante de la migración del continente con
680.000 inmigrantes en los cinco años de referencia, ello debido a la atracción
de los países petrolíferos; la región asiática emisora más fuerte fue la
sudoriental. En Europa, solamente la región occidental tuvo un saldo positivo
con 128.000 inmigrantes; el resto emitió población fuera de su región,
particularmente Europa meridional con un saldo de 223.000 emigrantes. En América
Latina todas las regiones fueron emisoras de población, siendo la más importante
Centroamérica, con un saldo de 682.000 emigrantes, seguida del Caribe, con
554.000. América del Norte fue el principal receptor de inmigración mundial con
un saldo positivo de 2,5 millones de inmigrantes. Oceanía, Australia y Nueva
Zelanda registran saldo positivo, con aportes principalmente de fuera de la
macroregión. Melanesia, Micronesia y Polinesia presentan saldos negativos.
Las tasas de transferencia
anual positivas más importantes la tienen Australia y Nueva Zelanda, habiendo
recibido 4,33 inmigrantes por cada 1.000 habitantes de la región (‰/hab.);
le sigue América del Norte con 1,90‰/hab.
En las tasas de transferencia negativas destaca América Latina con -0,85‰/hab.,
seguida de lejos por África con -0,24‰/hab.
En cifras absolutas supone
que de los 4,1 millones de migrantes en el mundo 3 millones cambiaron de
macroregión, mientras que 1,1 millones se trasladaron dentro de su macroregión;
de ello se deduce que la migración entre macroregiones fue mucho más importante
que la interna de las respectivas macroregiones: la primera representa el 72,2%
de los migrantes y la segunda el 27,8%.
5.2. Periodo 1995-2000
La situación política y
económica en 1995-2000 era muy diferente a la de 1980-1985; el agravamiento de
la deuda en la mayoría de los países del Tercer Mundo ha ido dificultando las
expectativas de desarrollo en estos países. El final de la Guerra Fría suponía
para muchos países el final del paraguas político y económico de las
superpotencias. En la segunda mitad del decenio de 1980 y comienzos de 1990, los
desequilibrios demográficos y del mercado laboral, así como las diferencias cada
vez mayores en el crecimiento económico entre los diversos países y regiones,
debido a los efectos de la globalización, contribuyeron a intensificar las
presiones migratorias.
Cuadro núm. 7
Crecimiento de la
población, saldos migratorios y tasa de transferencia en 1995-2000
Fuente de las tasas de crecimiento
vegetativo: World Population Data Sheet del Population Reference Bureau
1997, recogidas en Espacios y Sociedades publicado por Ed. Ariel en 1998. La fuente de la población es la publicada
por la FAO. Elaboración propia.
En los años noventa, la
desintegración de la Unión Soviética y su reconfiguración en los Estados
sucesores, los trascendentales cambios políticos, económicos y sociales de
Europa Centro-Oriental, la disolución de la ex Yugoslavia y el prolongado
conflicto entre grupos étnicos rivales, la crisis del Golfo Pérsico de 1990 y la
lucha civil en Ruanda fueron algunos de los acontecimientos que desencadenaron
los enormes e imprevistos aumentos de los movimientos migratorios
internacionales que acapararon la atención de los foros internacionales.
Pero, al mismo tiempo que se
estaban desarrollando estos acontecimientos, se venían configurando las
condiciones que darían lugar a un incremento generalizado y sostenido de los
movimientos migratorios, debido al fracaso de las políticas de desarrollo en la
mayoría de los países del Tercer Mundo; en la década de los noventa tuvo lugar
la crisis económica rusa, la crisis asiática y la de algunos países
latinoamericanos como Argentina. En África, la República Sudafricana es de los
pocos países que logró combinar la tendencia hacia una estabilidad política y el
desarrollo económico.
En el conjunto mundial, el
saldo migratorio de las grandes regiones ha pasado de los 4,1 millones en el
quinquenio 1980-1985 a 18,3 millones en el quinquenio 1995-2000; de este saldo,
13,7 millones son migrantes entre macroregiones, cifra muy superior a los 3
millones del periodo 1980-1985. Las macroregiones emisoras han experimentado
cambios importantes: Europa deja de ser emisora; en África los emigrantes
pasaron de 627.000 en 1980-1985 a 4,3 millones en 1995-2000, los de Asia de
401.000 a 6,8 millones, y en América Latina, de 1,7 millones se ha pasado a 2,6
millones.
Las macroregiones receptoras
han incrementado notablemente su saldo migratorio positivo: América del Norte de
2,6 millones en 1980-1985 a 6 millones en 1995-2000, Oceanía de 313.000 a
523.000, y la ex URSS de 68.000 a 2,3 millones. El cambio más significativo tuvo
lugar en Europa que se convirtió en macroregión mundial receptora, con un saldo
de 4,9 millones de inmigrantes. Respecto a las macroregiones emisoras, África
tuvo un saldo migratorio negativo de 4,3 millones de personas; las regiones
central y occidental, que en el periodo 1980-1985 tuvieron saldo positivo, han
pasado a tenerlo negativo; solo la región de África meridional ha registrado un
saldo positivo de 217.000 inmigrantes (ello fue debido a la transformación
política de Sudáfrica).
En Asia, la región
occidental, que en el periodo 1980-1985 era el destino más importante de la
migración del continente con un saldo de 680.000 inmigrantes, vio incrementado
este número hasta 2,1 millones en 1995-2000; Japón, con un saldo de 577.000
inmigrantes, y China, con 1,4 millones, aparecen como centros receptores
importantes. La región asiática con mayor número de emigrantes es la
centromeridional, con un saldo de 8 millones, desplazando al segundo puesto a la
sudoriental que fue primera en el periodo 1980-1985.
En Europa, que en el periodo
1980-1985 solo la región occidental registró saldo positivo, en 1995-2000 todas
sus regiones son centros receptores de inmigración: en Europa Occidental el
número de inmigrantes ha pasado de 128.000 en 1980-1985 a 2,8 millones en
1995-2000; pero el cambio más significativo lo ha experimentado Europa
meridional que, de tener un saldo negativo, ha pasado a un saldo positivo de 1,1
millones. En América Latina, en 1980-1985 todas las regiones fueron emisoras de
población; sin embargo, en el periodo 1995-2000 la región de América templada
tuvo un ligero saldo positivo de 306.000 inmigrantes; no obstante, en
Centroamérica los emigrantes pasaron de 682.000 a 2,2 millones; en la región del
Caribe el saldo descendió de 554.000 a 295.000 emigrantes. América del Norte,
sigue siendo el principal centro receptor de migración del mundo pasando de un
saldo de 2,6 millones de inmigrantes a 6 millones. En Oceanía, Australia y Nueva
Zelanda mantienen el volumen de inmigración, con un saldo de 507.000 en
1995-2000. La región de Melanesia, Micronesia y Polinesia pasa de tener saldo
negativo a ligeramente positivo.
5.3. Variación en
las tasas de migración
La variación en las
tasas de migración entre los periodos de referencia, 1980-1985 y 1995-2000, se
resume en el cuadro número 8.
Cuadro núm. 8
Variación de las tasas
de transferencia de población entre regiones y macroregiones del mundo (1980-1985 a 1995-2000)
Elaboración propia
Por macroregiones, en lo que respecta a la tasa de
transferencia anual positiva, América del Norte incrementa su tasa de 1,90‰/hab.
a 3,93‰/hab.; Oceanía de 2,61‰/hab. a 3,8‰/hab.; la ex URSS de 0,05‰/hab. a
1,59‰/hab. Pero, sin duda, el cambio fundamental lo tiene Europa que pasa de
tener una tasa negativa a presentar, en conjunto, una tasa de transferencia
positiva de 1,93‰/hab.
En las tasas de transferencia negativas, África,
con una tasa de -1,13‰/hab., supera a América Latina que con -0,85‰/hab. ocupaba
el primer puesto en el periodo 1980-1985, viendo incrementada esta última
macroregión su tasa a -1,03‰/hab. Asia también ha aumentado entre los dos
periodos su tasa de transferencia negativa, que de –0,03‰/hab. pasa a
–0,38‰/hab. Ello significa que África ha multiplicado su tasa de transferencia
por 4,6; Asia, por 12,6, y América Latina, por 1,2.
No obstante, por grandes regiones, estos cambios presentan sus
diferencias que se resumen de la siguiente manera. En África, las dos regiones
que experimentan una transformación más profunda son África central y
occidental; África central pasa incluso de tener una pequeña tasa positiva de
0,04‰hab. en el periodo 1980-1985 a una tasa negativa de –2,38‰hab.; ello se
debe a que estas dos regiones son las que han visto en mayor medida frustradas
sus expectativas de desarrollo por las guerras regionales y la corrupción de los
gobiernos. África septentrional ve ligeramente disminuida su tasa emigratoria[10];
África oriental reduce ligeramente su tasa debido a un proceso de integración
económica regional. El cambio más importante lo ha experimentado África
meridional que se ha convertido en un centro receptor de inmigrantes, debido a
la estabilidad de la región tras el cambio democrático en Sudáfrica y la senda
del desarrollo económico emprendida en ese país.
En Asia, China incrementa ligeramente su tasa
inmigratoria debido a la profunda transformación económica de las zonas
especiales de economía de mercado que genera migración de retorno. Japón, aunque
pasa de una tasa negativa a positiva, ésta todavía es muy pequeña para su nivel
de desarrollo económico. Asia occidental incrementa de 1,25‰/hab. a 2,55‰/hab.
su tasa de inmigración; en ello tiene que ver la evolución que han sufrido el
resto de regiones de Asia, particularmente la centromeridional y la sudoriental,
que registran tasas de –1,13‰/hab. y -1,09‰/hab., respectivamente, lo que ha
podido favorecer la inmigración en Asia occidental, China y Japón; no obstante,
la mayor parte de estos emigrantes se marchan fuera del continente asiático. La
región que constituye la antigua URSS, ha visto incrementada su tasa
inmigratoria, debido también a los aportes de las regiones asiáticas.
Europa, en el periodo 1995-2000, tiene todas sus
regiones con una tasa de transferencia positiva; la occidental, septentrional y
meridional han experimentado entre los dos periodos de referencia una
transformación inmigratoria sin precedentes. El tradicional destino de América
del Norte ha pasado a ser compartido por estas regiones de Europa; el incremento
de la tasa emigratoria en las regiones africanas y asiáticas ha hecho de Europa
un destino de los emigrantes de estas regiones.
En América Latina y el Caribe se han producido
cambios diferentes; mientras que Centroamérica incrementa considerablemente su
tasa emigratoria, de –1,43‰/hab. al -3,34‰/hab., el Caribe la reduce de manera
importante; la explicación para el Caribe es la importante revalorización
turística de esa región; en cambio, Centroamérica es una región donde las
guerras, el posterior fracaso económico, así como las numerosas redes de
migración asentadas en Estados Unidos, han hecho de este país el destino de la
migración centroamericana. América del sur tropical reduce la emigración y
América del sur templada se convierte en centro receptor de migración; este
cambio positivo puede deberse a una mayor integración de los países de estas
regiones, con Brasil como centro económico más importante y en pleno
crecimiento.
América del Norte tiene el incremento más
importante de inmigración de todas las macroregiones con saldo positivo, siendo
destino de la mayoría de los migrantes Latinoamericanos y asiáticos que deciden
cambiar de continente. En Oceanía, la región de Australia–Nueva Zelanda mantiene
en los periodos de referencia su elevada tasa de inmigración. El resto de
Oceanía pasa a convertirse en centro receptor de migración; en ello tiene que
ver una economía relativamente mejor que la de los países de las regiones
asiáticas sudoriental y centromeridional, de donde proceden la mayor parte de
los inmigrantes.
En el conjunto mundial, la
tasa de transferencia de las regiones en el periodo 1995-2000 fue de 0,61
migrantes por mil personas, siendo de 0,45‰/hab.
entre macroregiones y
del 0,16‰/hab.
dentro de las macroregiones. En cifras absolutas supone que el número total de
emigrantes entre grandes regiones de la Tierra fue de 18,3 millones[11];
de ellos 13,7 cambiaron de macroregión y 4,6 millones se desplazaron dentro de
las macroregiones. En comparación con el periodo 1980-1985 significa que el
saldo migratorio entre grandes regiones se ha incrementado en un 449%, el saldo
entre macroregiones en un 468% y el saldo interno de las macroregiones en un
407%. En el cuadro 9, se puede ver el resumen mundial de los dos periodos.
Cuadro núm. 9
Resumen y comparación de
saldos y tasas mundiales de transferencia de población en los periodos (1980-1985
y 1995-2000)
Referencia:
Cuadros 6 y 7. Elaboración propia.
6. Relación de los
movimientos migratorios con los condicionantes socioeconómicos
Para conocer en qué grado,
en el conjunto mundial, los datos de transferencia de población pueden estar
explicados por condicionantes socioeconómicos objetivos, se han puesto en
relación las tasas de transferencia de las regiones del mundo del periodo
1995-2000 con las notaciones factoriales del factor socioeconómico analizado en
el apartado 3, promediadas éstas por regiones mundiales, datos en ambos casos de
los últimos años del siglo XX. En el cuadro 10, se han ordenado las notaciones
promediadas por regiones, clasificando las mismas en los cuatro modelos
socioeconómicos ya vistos por países en el apartado 3.
Las regiones que se
identifican, según el valor de las notaciones promediadas, con el modelo 1, son
todas las de Europa, América del Norte, Japón y la de Australia–Nueva Zelanda.
Las del modelo 2, América del Sur templada, la antigua URSS, Asia oriental sin
Japón e incluido China, el Caribe y América del Sur tropical, si bien en este
modelo se debe diferenciar entre América del Sur templada y la antigua URSS[12],
por un lado, y el resto de regiones, por otro. El modelo 3 está compuesto por
las regiones de Asia occidental, Centroamérica, Asia sudoriental, África
septentrional, África meridional, Melanesia-Micronesia-Polinesia y Asia
centro-meridional. Las regiones del modelo 4 son las más deprimidas de África, a
saber, la central, occidental y la oriental. Si tomamos los modelos más
extremos, el modelo 1 puede considerarse estructural, ya que a partir de sus
propios recursos no puede cambiar la estructura demográfica; el desequilibrio
estructural de los modelos 3 y 4 habría que entenderlo como la incapacidad para
cambiar la situación de subdesarrollo a partir de sus propios recursos. El
modelo 2 estaría en una posición intermedia.
Cuadro núm. 10
Correlación por
regiones del mundo entre la tasa de transferencia y las notaciones del factor
socioeconómico (1995-2000)
Elaboración propia.
Como se puede comprobar en el cuadro 10, existe
una correspondencia importante, en cada región mundial, entre el valor de la
notación del modelo socioeconómico y las tasas de transferencia de población,
siendo esta relación inversa, es decir, que, en general, a las regiones
socioeconómicamente desarrolladas les corresponde una cuota de inmigración, y, a
la inversa a las regiones socioeconómicamente subdesarrolladas les corresponde
una cuota de emigración[13].
En el gráfico 1, se establece una línea de delimitación entre el desarrollo y el
subdesarrollo, la inmigración y la emigración.
Gráfico núm. 1
Delimitación del
desarrollo socioeconómico y la migración por regiones del mundo
Elaboración propia.
La relación entre el valor del desarrollo
socioeconómico y las tasas de transferencia migratoria para el quinquenio
1995-2000, que se explica matemáticamente al nivel mundial en un: (–0,72x x
100)= 49%, viene a decir que la respuesta migratoria a los condicionantes
socioeconómicos, establecidos en el factor que resumen las 14 variables, es
homogénea; y se puede afirmar que, a finales del siglo XX, existe una relación
directa en todo el mundo entre condicionantes socioeconómicos y migración
regional. Pero esto, que parece obvio, es una novedad que aparece en las
migraciones del finales del siglo XX, pues, si extrapolamos las diferencias
socioeconómicas regionales del mundo en el periodo 1995-2000[14]
al quinquenio 1980-1985 y las relacionamos con las tasas de transferencia de
población de esos años, la correlación hallada es de –0,3 (-0,32 x 100)=12%.
Esta evolución de un 12% a un 49% en la respuesta migratoria de las grandes
regiones a los condicionantes socioeconómicos, sin que hayan cambiado
sustancialmente los mismos, da a entender:
1º) Que en el periodo 1980-1985 los desequilibrios
socioeconómicos de los países de las regiones periféricas no se traducían en una
respuesta homogénea migratoria hacia las regiones del centro desarrollado.
2º) Que la persistencia de los condicionantes
socioeconómicos, de las últimas décadas del siglo XX, en el marco nacional de
las regiones periféricas está acrecentando la búsqueda de soluciones en la
emigración a las regiones del centro desarrollado.
3º) Que el mundo se percibe cada vez más
globalizado, o lo que es lo mismo, que las regiones tienden a ser menos
particulares ante los desequilibrios socioeconómicos del mundo.
4º) Que la respuesta migratoria a las diferencias
socioeconómicas regionales del mundo es históricamente dinámica.
Cuadro núm. 11
De todas maneras existen diferencias que convienen
apuntar. Si tomamos el periodo 1995-2000, hay algunas regiones que la notación
del desequilibrio socioeconómico escasamente se corresponde con la tasa de
transferencia de población, positiva o negativa.
En África, África Oriental, con una notación
importante de desequilibrio socioeconómico, tiene una tasa de emigración
relativamente pequeña, y África Meridional, siendo una región subdesarrollada,
presenta una tasa de inmigración; ello se explica porque los países de África
Oriental están muy integrados en su región, y en África Meridional, Sudáfrica es
un país que se constituye como centro de atracción. En América, Centroamérica y
el Caribe, con unas notaciones de desequilibrio moderadas, presentan tasas de
emigración altas; ello se explica porque son regiones que están totalmente
extravertidas hacia Norteamérica. En Asia, Japón y Asia Occidental presentan
respuestas contrarias entre sus desequilibrios internos y su tasa migratoria; a
Japón le debiera corresponder una tasa de inmigración mayor, y a Asia Occidental
menor; estas diferencias se explican, en el caso de Japón, por su carácter de
país cerrado y, en el caso de Asia Occidental, por la atracción migratoria que
ejercen los países petrolíferos. En Oceanía, a Australia-Nueva Zelanda, le
debiera corresponde una tasa de inmigración menor, pero tiene la más alta de los
países desarrollados; ello es debido a la presión migratoria asiática, presión
que también se manifiesta en el resto de Oceanía, pues con una notación de
subdesarrollo presenta una tasa moderada de inmigración
[15].
En resumen, las regiones emisoras más importantes
del mundo y que irrumpen con fuerza en la lista de regiones con saldos
emigratorios, tanto por su elevada tasa como por su fuerte evolución
emigratoria, son África central y occidental, Asia centromeridional y
sudoriental, y Centroamérica. El peso específico de población de estas regiones
se puede ver en el cuadro 12.
Cuadro 12
Población de las
regiones del mundo emisoras de migración en el 2000
Elaboración propia.
De los 6.055,053 millones de personas que
habitaban el mundo en el año 2000 más de la mitad de la población del mundo (un
53%) vivía en regiones emisoras de migración neta. De este porcentaje el 13,4%
vivía en regiones moderadamente emisoras de migración y un 39,6% en regiones
fuertemente emisoras de migración. Esta enorme masa de población está
experimentando una profunda transformación en su forma de pensar en lo que se
refiere al marco político-económico para resolver sus expectativas de vida
individuales y sociales; es decir, el marco nacional deja de ser la referencia
para su posible desarrollo, y queda como única opción la voluntad de emigrar, en
la mayoría de los casos, con carácter definitivo.
Ésta es la característica esencial de las
migraciones que van a presidir como mínimo las primeras décadas del siglo XXI;
una emigración que nace no sólo del fracaso del desarrollo de sus países de
origen, sino también y sobre todo, y esto es lo más importante, de la percepción
de ese fracaso. Esto, a su vez, constituye un camino sin retorno en la forma del
pensamiento colectivo, la nación deja de ser referencia para el desarrollo,
convirtiéndose, en esta percepción globalizada, en un ámbito de confinamiento a
la miseria. La solución que ven millones de personas es la emigración a los
grandes centros de desarrollo. Tal vez, China sea el país que mantiene un
pensamiento nacional y de desarrollo más fuerte; pero ello se debe a su
tradición nacionalista, a los éxitos económicos de las dos últimas décadas del
siglo XX y a su peculiar régimen político.
7. Estimación al 2025
de los movimientos migratorios mundiales
Teniendo en cuenta la variación de los saldos
migratorios entre los periodos 1980-1985 y 1995-2000, se ha estimado la
tendencia de los mismos hasta el año 2025 (gráfico número 2). En el mundo los
emigrantes que podrían cambiar de región pasarían de 4,1 millones en 1980-1985 a
43,3 millones en el periodo 2020-2025, siendo el saldo migratorio entre regiones
del mundo de 210,3 millones de personas en los 45 años transcurridos. Los
emigrantes que en 1980-1985 cambiaron de macroregión fueron 2,9 millones y
podrían ser 32 millones en 2020-2025, produciéndose en los 45 años un saldo
migratorio de 156,2 millones.
Teniendo en cuenta la estimación de población
mundial realizada por la ONU para el 2025, el porcentaje de emigrantes
internacionales podría ascender al 2,7% del total; de este porcentaje el 2,0%
habría cambiado de macroregión mundial y el 0,7% se habría desplazado dentro de
su macroregión. Esta cantidad globalmente no parece importante; pero, si se
tiene en cuenta el volumen de población estimado para Europa para el año 2025,
el porcentaje de los inmigrante llegados en los 45 años supondrá el 11,87% del
total de la población europea (18,03% en Europa Occidental); en América del
Norte este porcentaje podría ascender al 17,66% de su población total. Estas
cifras indican que las regiones del centro desarrollado van a experimentar una
importante transformación en la estructura de su población debido a los aportes
demográficos procedentes de los países subdesarrollados.
Evidentemente, la tendencia de crecimiento de los
movimientos migratorios entre regiones y macroregiones del mundo, tal y como
muestran el gráfico 2 y 3, no es ilimitada, por lo que el descenso de la curva
podría llegar antes del 2025; pero, en la actualidad, nada indica que esta
tendencia pueda frenarse. De mantenerse las actuales cifras, las migraciones
internacionales en la tercera década del siglo XXI constituiría el
acontecimiento que más profundamente estaría transformando el mundo.
Gráfico núm. 2
Tendencia de la
proyección de la migración del mundo (1980-2025)
Gráfico núm. 3
Tendencia de la
proyección de la migración en América del Norte según fuente de registro de
inmigrantes y de saldos netos de migración (1980-2025)
Los datos proyectados son desde el periodo
2000-2005 inclusive. Elaboración propia.
De todas maneras, es más que
previsible que este incremento migratorio no va a resolver los graves problemas
socioeconómicos que están impulsando y van a seguir impulsando a millones de
personas a emigrar, pues la desproporción de población entre los centros
emisores y los receptores es de tal magnitud, que es impensable un vaciado de
población sustancial de las regiones emisoras; y es igualmente impensable que
las regiones receptoras puedan soportar un aumento indefinido del volumen de
inmigrantes. Pero esta consideración es ajena a la voluntad de quienes quieren
emigrar. Por ello, la presión sobre los centros receptores de inmigración va a
ser creciente. Y esta presión podría y debería empujar a los países
desarrollados a poner en marcha iniciativas que mejoren tanto las condiciones
económicas de los países pobres como las relaciones comerciales con ellos.
Conclusión
Las causas objetivas de las migraciones se
basan, en primer lugar, en un desequilibrio regional o nacional interno, es
decir, en un desequilibrio entre la situación de la población y las expectativas
de desarrollo económico. Esta situación interna se complementa con el
desequilibrio a escala mundial entre países desarrollados y países
subdesarrollados. Este doble desequilibrio es el que genera los condicionantes
objetivos que desencadenan las migraciones desde los países menos desarrollados
a los más desarrollados.
A las causas objetivas se suman las
subjetivas. Éstas nacen de la persistencia en el tiempo de los desequilibrios
internos nacionales y la desesperanza de los ciudadanos en resolverse sus
problemas dentro del espacio nacional y en un futuro inmediato. A la vez, la
creciente percepción de un mundo globalizado contribuye a considerar el planeta
como un único ámbito de referencia político–económica, por lo que se termina
considerando a la emigración a los centros desarrollados como la única vía de
cumplir las expectativas de desarrollo de los ciudadanos.
La interactuación de ambos grupos de causas
(objetivas y subjetivas) no es cuantificable, pero sí es irreversible, y se produce en sectores cada vez
más numerosos de población , cuyo creciente desánimo les empuja a emigrar. La
diferencia respecto a otras migraciones del pasado es que nunca hasta ahora la
mayoría de la población del mundo ha estado sujeta a motivaciones migratorias
tan fuertes como las que se adivinan para el siglo XXI.
Así pues, las migraciones transnacionales
del siglo XXI no van a seguir las pautas de las migraciones del siglo XIX de
Europa a América, ni tampoco van a estar referidas a un periodo histórico
concreto, como ocurrió con las migraciones de la posguerra de la Segunda Guerra
Mundial. Las migraciones actuales, que tienen su origen en los fuertes
desequilibrios existentes dentro de los países subdesarrollados y en los
desequilibrios entre regiones ricas y pobres de la Tierra, son movimientos
migratorios estructurales y mundiales. Al no responder a un proceso histórico
coyuntural, estas migraciones, una vez iniciadas, pueden mantenerse vivas por un
tiempo indefinido. Si
bien las personas que deciden emigrar constituyen todavía porcentajes muy
pequeños de la población de los países emisores, el fracaso del desarrollo en
esos países se ha convertido en un potente factor de futuras migraciones; al
mismo tiempo, el éxito de los que emigraron funciona igualmente como un factor
de estímulo a posibles emigrantes.
En el pasado, las fronteras
fueron barreras relativamente eficaces para controlar los movimiento de
personas. Hoy esas barreras son insuficientes para frenar el incontenible deseo
de millones de personas de mejorar sus expectativas de vida. La magnitud del
problema requiere una profunda reorientación del desarrollo económico y social a
escala mundial, de tal manera que permita devolver el deseo de seguir viviendo
en sus lugares de residencia a los millones de personas que piensan en la
emigración como única solución a su precaria o insostenible situación.
Ir al inicio de la página
Bibliografía
BLANCO, C. (2000): Las
migraciones contemporáneas. Ed. Alianza, Madrid, 202 p.
CENTRO DE LA NACIONES UNIDAS
PARA LOS ASENTAMIENTOS HUMANOS (1989): Informe mundial sobre asentamientos
humanos, 1986. Instituto del Territorio y Urbanismo, Madrid, 344 p.
GALBRAITH, J. K. (1989):
Historia de la economía. Ed. Ariel, Barcelona, 327 p.
GALBRAITH, J. K. (1993):
Introducción a la economía. Ed. Grijalbo, Barcelona, 234 p.
GEORGE, S. (1990): La
trampa de la deuda. Ed. Iepala, Madrid, 377 p.
GRIMAL, H. (1989):
Historia de las descolonizaciones del siglo XX. Ed. Iepala, Madrid, 408 p.
GUNDER FRANK, A. (1991):
El subdesarrollo del desarrollo: un ensayo autobiográfico. Ed. Iepala,
Madrid, 137 p.
HOBSBAWM, E. (1995):
Historia del siglo XX. Ed. Crítica, Barcelona, 615 p.
HOBSBAWM, E. (2000):
Entrevista sobre el siglo XXI. Ed. Crítica, Barcelona, 220 p.
LANDES, D. (2000): La
riqueza y la pobreza de las naciones. Ed. Crítica. Barcelona, 604 p.
LIVI-BACCI, M. (1990):
Historia mínima de la población mundial .Ed. Ariel, Barcelona, 208 p.
MALGESINI, G./GIMÉNEZ, C.
(2000): Guía de conceptos sobre migraciones; racismo e interculturalidad.
Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Madrid, 406 p.
MALTHUS, R. (1979): Primer
ensayo sobre la población. Ed. Alianza, Madrid, 318 p.
MARTINEZ, J.; VIDAL, J. M. y
OTROS (1995): Economía Mundial. Ed. McGraw-Hill/Interamericana de España,
S.A., Madrid, 480 p.
MÉNDEZ, R. y MOLINERO, F.
(1998): Espacios y sociedades. Introducción a la geografía regional del mundo.
Ed. Ariel, Barcelona, 675 p.
NACIONES UNIDAS (1997):
Migración y desarrollo. Sección reproducción Naciones Unidas, 65 p.
NACIONES UNIDAS (1999):
Recomendaciones sobre estadísticas de las migraciones internacionales. Ed.
Sección reproducción Naciones Unidas, 91 p.
PALMER, R.; COLTON, J.
(1981): Historia Contemporánea. Ed. Akal/textos, Madrid, 848 p.
POLANYI, K. (1992): La
gran transformación. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 306 p.
SMITH, A. (1999): La
riqueza de las naciones. Libros I-II-III y selección de los libros IV y V.
Ed. Alianza, Madrid, 818 p.
SOROS, G. (1999): La
crisis del capitalismo global. Ed. Debate, Madrid, 277 p.
STANISLAW, J. y YERGIN, D.
(2000): Pioneros y líderes de la globalización. Ed. Javier Vergara,
Buenos Aires, 655 p.
VELTZ, P. (1999):
Mundialización, ciudades y territorios. Ed. Ariel, Barcelona, 255 p.
NOTAS
[1] Las características y causas de las migraciones que Ravenstein estableció se
resumían en: 1. La mayor parte de los emigrantes se desplaza a lugares
cercanos. 2. La emigración a gran distancia se hace a grandes centros. 3.
Emigran más los habitantes del campo que los de la ciudad. 4. A distancias
cortas emigran más las mujeres y a distancias largas más los hombre. 5. La
intensidad de los movimientos aumenta con el desarrollo de las actividades
comerciales e industriales y con el de los transportes. 6. Las grandes
ciudades crecen más por inmigración que por crecimiento vegetativo. 7. Las
migración se dan sobre todo del medio rural a los grandes centros
comerciales e industriales. 8. La migración se realiza escalonadamente. 9.
La mayoría de los emigrantes son adultos. 10. Las causas principales de los
movimientos migratorios son económicas.
Evidentemente, en las migraciones transnacionales muchos de estos puntos no
se cumplen. Los emigrantes no se desplazan a lugares cercanos; tampoco,
siempre a grandes centros, pues también emigran a las zonas rurales de los
países ricos; en determinadas zonas puede ser que haya más emigrantes
internacionales de las áreas urbanas; mujeres y hombres emigran de forma muy
parecida; el desarrollo de las actividades industriales en los países
emisores frena la emigración al exterior. Solo se podría estar de acuerdo en
que la emigración, salvo desplazamientos forzados, se realiza
escalonadamente; que migran principalmente los adultos, y que genéricamente
las causas son económicas; pero ello es una obviedad que no dice nada en sí
misma.
[2]
Las remesas de los emigrantes a las familias proporcionan el capital
necesario para aumentar la productividad de los bienes en la comunidad de
origen. En 1989, las remesas mundiales ascendieron a 61.000 millones de
dólares, cifra muy superior a los 47.000 millones de dólares facilitados ese
mismo año por los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo
Económicos (OCDE) a los países en desarrollo en concepto de Ayuda Oficial
para el Desarrollo (ONU, 1997).
[3]
Se puede considerar que los desequilibrios reflejados en la matriz de
notaciones factoriales, aunque están basados en datos registrados entre 1994
y 1996, son desequilibrios estructurales que ilustran relativamente bien el
estado de los países de un periodo histórico que se puede estimar como de
finales del siglo XX.
[4]
Hay que tener en cuenta que, en el análisis matemático, el modelo ideal
demográfico es el 4 y el modelo ideal de desarrollo es el 1; las notaciones
reflejan por correlación inversa esas diferencias.
[5]
Entre las fuentes
administrativas, cabe mencionar los registros de extranjeros y la
información obtenida como consecuencia de visados, permisos de residencia,
permisos de trabajo y permisos de salida. Las estadísticas fronterizas
comprenden todos los datos reunidos durante el control de fronteras y pueden
ser de carácter administrativo o puramente estadísticos; sin embargo, estas
estadísticas solo proporcionan datos fiables sobre la migración
internacional en unos pocos países. Los estudios de hogares comprenden
censos y diversos tipos de encuestas a hogares. Estos censos se suelen usar
para medir la población de migrantes. A tal efecto, la condición de migrante
internacional se define, en general, en función del lugar de nacimiento, es
decir, sería la persona nacida en un país extranjero del que trabaja o busca
trabajo. Sin embargo, no toda persona que cruza una frontera internacional
es un migrante internacional. Es necesario establecer criterios para
distinguir entre migrantes internacionales y viajeros internacionales en
general. La duración de la estancia en el país de destino puede usarse para
establecer tal distinción, pero, debido a que algunos turistas pueden
permanecer más tiempo que un emigrante temporal, la duración de la estancia
no puede ser un criterio suficiente. Desde el punto de vista del Estado, la
caracterización del migrante internacional depende de la ciudadanía y del
motivo de la admisión, ambos, criterios jurídicos. Migración
internacional y desarrollo. ONU. 1997.
[6]
Los datos natalidad y mortalidad y de crecimiento total de la población se
obtienen a través de los registros que a tal efecto realizan los diferentes
países. Las transferencias netas de migración, o saldo migratorio neto, se
pueden estimar a partir del crecimiento total de la población y del
crecimiento vegetativo (natalidad–mortalidad), hallando la diferencia entre
ambos crecimientos. Obviamente, cuando se toma como ámbito de análisis el
mundo, el crecimiento vegetativo y el crecimiento total de la población
mundial son iguales; las diferencias entre ambos crecimientos solamente se
produce a nivel regional. Las cifras absolutas de transferencia neta de
migración de la población, así como las de natalidad y mortalidad, puestas
en relación con la población total del ámbito de referencia, ofrecen valores
relativos que se expresan en tasas por mil habitantes y año. En la
actualidad, se pude decir que en todos los países del mundo, la tasa de
transferencia migratoria interviene en el crecimiento o decrecimiento de la
población.
[7]
El hecho de mantener la URSS como región en periodos posteriores a su
desaparición es debido a la necesidad de mantener la referencia del periodo
1980-1985 tanto para su comparación como para las proyecciones. América del
Norte y la ex URSS se contabilizan, a la vez, como regiones y como
macroregiones.
[8]
Los únicos datos que se ha encontrado comparables, entre los datos obtenidos
a partir del registro de inmigrantes y los obtenidos a partir de los saldos
netos de migración, son los relativos a la Macroregión de América del Norte,
siendo estos los siguientes: para el periodo 1980-1985, los datos de
registro de inmigrantes era de 3,395 millones, y los saldos netos ofrecían
2,561 millones. Para el periodo 1985-1990, los datos de registro de
inmigrantes era de 3,718 millones, y los saldos netos ofrecían 3,704
millones. Para el periodo 1990-1995 los datos de registro de inmigrantes era
de 5,019 millones, y los saldos netos ofrecían 4,847 millones. Si bien, se
aprecian diferencias no se pueden considerar sustanciales. La metodología de
los saldos netos basada en el crecimiento de la población resulta
ligeramente inferior; no obstante, de la fuente de registro de migrantes
falta de deducir la parte de emigración de América del Norte a otras
regiones para obtener el saldo neto por esa metodología.
[9]
Los datos de número de habitantes de los países del mundo de los años 1980,
1985, 1995, 2000, y las estimaciones para el 2025, están sacados de las
tablas de población publicadas por la FAO. Los países que se han tenido en
cuenta son todos los del mundo en el periodo 1980-1985, y 150 en el periodo
1995-2000, así como en la estimación para el 2025, que contemplan el 99,6%
de la población del mundo en los tres periodos analizados.
[10]
Esta reducción se debe más a la moderación de países como Argelia y Egipto,
pues Marruecos es un país que aumenta su tasa emigratoria.
[11] El saldo migratorio total entre países evidentemente fue mayor: en el
periodo 1995-2000 fue de 28 millones, con una tasa de transferencia anual de
0,96
‰/hab.
[12]
En la ex URSS, los países asiáticos no se pueden considerar desarrollados;
en cambio, Rusia se considera un país industrial. Pero en el promedio de las
notaciones el valor regional es superior a –1 (-0,69).
[13]
La región que no guarda correspondencia alguna es Asia occidental, por las
características especiales de los países petrolíferos, de subdesarrollo de
la población y fuerte demanda de trabajo dentro de la región.
[14]
Si bien los valores de las 14 variables utilizadas en el análisis factorial
no son extrapolables, las diferencias relativas socioeconómicas de las
regiones del mundo puede entenderse que sí, pues estructuralmente estas
diferencias son históricas y, a pesar de los cambios internos de las
regiones, no han cambiado sustancialmente en los 15 años de diferencia.
[15]
La correlación, no teniendo en cuenta estas regiones, pasa de r = 0,7 (49%)
a r = 0,81 (65%).
-------------
Javier Colomo Ugarte
Doctor en Geografía e Historia
|