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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


01/03/2017

NOTICIA. El Brexit y el abandono de EEUU de los tratados multilaterales de comercio, sume en el desconcierto a los dirigentes europeos.

 

La confrontación en el centro del sistema neoliberal

Con gran perplejidad el mundo contempla como el sistema liberal, triunfante tras la desaparición de la URSS, se desangra en luchas intestinas de sus élites dirigentes, y que han cobrado un inusitado clímax tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de EEUU. El ruido abrumador de la mayoría de los medios de comunicación occidentales en contra de estos cambios, no esperados, sorprende cuando lo es contra los gobiernos del Reino Unido y de EEUU las dos naciones líderes del mundo liberal.

En menos de medio año, desde el 23/06/2016 que se celebró el referéndum en Gran Bretaña para decidir su salida de la UE, y el 08/11/2016 que tuvieron lugar las elecciones presidenciales en EEUU, el centro del sistema neoliberal formado por las potencias del G7 ha sufrido un profundo cambio.

La globalización económica que se presumía imparable y que iba a tener un fuerte impulso con el TTP y el TTIP, de pronto, se ve frenada por sus principales impulsores: EEUU y Gran Bretaña. Los actuales dirigentes europeos liderados por Alemania, se han posicionado claramente en contra de estos cambios, aunque pasado el primer momento, que puede durar unos meses, es posible que la propia UE, reflexione sobre un cambio de rumbo hacia un modelo en el que las naciones vuelvan a disponer de mayores competencias lo que significaría un cambio en el Tratado de Lisboa, que daría lugar a una UE de diferentes velocidades en la que el euro se mantendría como principal seña de unión.

El 01/03/2017, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la presentación, en Bruselas, del  Libro Blanco sobre El Futuro de Europa, señalaría que “La Unión ha estado por debajo de las expectativas en la peor crisis financiera, económica y social en la historia de la posguerra”, una autocrítica que viene a reconocer el carácter estructural de la crisis del modelo neoliberal iniciada el 15/09/2008 con la quiebra en EEUU del banco de inversión Lehman Brothers.

Más de ocho años esperando un cambio de rumbo positivo en las economías de los principales países desarrollados, pensando que la crisis del 2008 era una crisis cíclica y, como tal, pasado un tiempo remitiría. Un diagnóstico que ha hecho que las principales economías desarrolladas, principalmente, EEUU y Japón se hayan endeudado hasta superar su PIB, en la consideración de que la crisis por ser cíclica y no estructural volvería a la senda del crecimiento y con el mismo aumentarían los ingresos fiscales en la cantidad suficiente para mitigar las deudas soberanas.

Ocho años que han coincidido con la presidencia de Barack Obama en EEUU, negando la realidad de un crisis estructural a la que se ha intentado sortear ganando tiempo con medidas de flexibilización cuantitativa, un incremento de la deuda soberana de un 70%, y la promoción de los tratados de libre comercio, pero que, al final, estas políticas no han podido ocultar la realidad social de que 49 millones de ciudadanos estadounidenses estén fuera del mercado laboral y más de 43 millones de personas tienen que recurrir al cupón gubernamental de comidas para sobrevivir. En la UE, durante este periodo el desempleo y la deuda en los países del Sur de Europa, ha aumentado considerablemente.

La enorme acumulación de capital realizada en los años anteriores a la crisis del 2008, no desapareció con la crisis, sino que pasó a ocultarse en la sombra acentuando así la quiebra de bancos y empresas, posteriormente ese dinero ha venido aflorando principalmente como financiador de las deudas soberanas, habiéndose convertido en un dinero destinado a la especulación.

La ciudadanía ha comenzado a percibir el carácter estructural de la crisis económica y, con ello, a considerar  de equivocadas las políticas de deslocalización industrial, y de fraudulento que los beneficios empresariales amparados en una desregulación financiera internacional puedan ser ocultados fuera del alcance fiscal de los Estados.

En este recorrido, la crisis económica ha ido creando una dualidad de intereses que han conformado diferentes grupos de poder dentro del sistema liberal mundial, por una parte, la élite que se beneficia de la desregulación financiera internacional y de la especulación financiera, y que no tiene ningún interés en abandonar su supremacía económica mundial, en la que se encuentra de manera destacada el magnate especulador George Soros, muy ligado al clan del partido demócrata de Hillary Clinton y Obama, por otra parte, en oposición a estas élites han ido apareciendo empresarios de vocación nacionalista que han encontrado su apoyo en el descontento de las clases trabajadoras.

En una situación de bonanza económica estas diferencias quedan mitigadas, tal y como sucedía antes de la crisis del 2008, pero después de una crisis prolongada en la que se percibe que la globalización arrastra al declive a la nación, las diferencias surgen con fuerza. Ello ha sucedido en EEUU y Gran Bretaña y está sucediendo en Francia, pero no, por ejemplo, en Alemania quien, como importante acreedor, es el principal beneficiario de las deudas de otras naciones de la zona euro, y a pesar de ser el país que más fuerte mantiene su apuesta por la unión, siempre ha estado en contra de la mutualización de las deudas soberanas.

Hay una lucha de grupos de interés, liderado en un caso por las elites financieras globalizadas partidarias de los tratados de libre comercio TTP y TTIP que tienen sus principales aliados en EEUU dentro del partido demócrata y, en la UE en Alemania y en la Comisión Europea. En el otro extremo aparecen fuerzas políticas resueltas a rehacer sus economías nacionales a través de medidas proteccionistas y un sistema de tratados comerciales bilaterales que les permita regular el comercio desde el gobierno de la nación, sin estar sujetos a regulaciones multilaterales e instituciones supranacionales.

Dos modelos que tienen en la política un campo fructífero de confrontación en la que las élites financieras globalizadoras cuentan con el principal instrumento de influencia política: los medios de comunicación, que en el caso de EEUU han pasado de estar el 90% de los medios de comunicación en manos de cincuenta compañías en 1983 a solo seis empresas en la actualidad, que son las que, en nombre de la libertad de expresión, deciden lo que los estadounidenses escuchan y ven.

La lucha política mediática  tuvo un claro exponente en la campaña del Brexit, donde la inmensa mayoría de estos medios se posicionaron en contra de la salida de Gran Bretaña de la UE; también lo tuvieron en la campaña electoral presidencial en EEUU, en la que apoyaron sin paliativos a la candidata demócrata Hillary Clinton.

En esta lucha, la derecha política europea se está fraccionado debido a la aparición de nuevas corrientes que pretenden una recuperación nacional de competencias en materia económica y de inmigración, mientras que la derecha tradicional conjuntamente con la socialdemocracia se alinean con la política económica favorable a las élites financieras representadas institucionalmente en la Comisión Europea con Jean-Claude Juncker al frente, aunque en la izquierda al igual que en la derecha están surgiendo tendencias que cuestionan también las políticas económicas seguidas hasta ahora por la UE.

En la actual situación de la economía mundo la apertura comercial global, con independencia de que este regulada mediante tratados bilaterales o multilaterales, es la base para el crecimiento económico mundial, sin embargo, el aspecto negativo de la globalización ha venido determinado porque tras la crisis del 2008 la desregulación financiera internacional ha favorecido la formación de una elite financiera especulativa mundial que se opone abiertamente a que los Estados tengan competencias fiscales sobre su capital que permitiría traducirlos en renta consumo y renta inversión productiva.

Apertura comercial y regulación financiera internacional constituyen los ejes que pueden posibilitar el crecimiento  económico mundial con un desarrollo socioeconómico interno estructurado en cada nación.

 

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