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Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

Septiembre 2018

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 La etapa de la cooperación Sur-Sur

 

La cumbre del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), que se ha celebrado en Beijing los días 3 y 4 de septiembre, ha sido el sexto encuentro de este foro que se constituyó en el año 2003. La cumbre ha contado con la presencia de los 53 países africanos que han establecido relaciones diplomáticas con China, con 1.069 representante de más de 600 empresas, grupos de negocios e instituciones de investigación y colaboración de empresarios chinos y africanos. También han estado presentes 67 compañías de Fortune 500, así como pequeñas y medianas empresas, con la finalidad de establecer acuerdos entre China y África principalmente en industrialización, comercio, infraestructuras, energía y comercio electrónico. La conferencia se ha centrado en las medidas para facilitar las exportaciones entre África y China quien viene siendo el mayor socio comercial de África durante nueve años consecutivos.

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ETAPAS EN LA CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO ECONÓMICO MUNDIAL

Los cambios acontecidos en la configuración del espacio económico mundial (Economía Mundo), desde sus inicios en el siglo XVI con el ascenso de la cultura protestante en el centro y norte de Europa que daría lugar a las primeras formas precapitalistas de producción y la expansión del comercio de ultramar por las potencias europeas, ha transcurrido por cinco etapas o estadios.

Primera Etapa (Siglo XVI-1815). La acumulación originaria de capital

La Primera Etapa, del siglo XVI a principios del siglo XIX, que daría lugar a la acumulación capitalista originaria y estaría caracterizada por: el sometimiento de amplias regiones del mundo a las Monarquías absolutistas europeas; la formación del comercio de larga distancia y el comercio de base nacional (Mercantilismo); la guerra permanente entre las potencias europeas por el control de los espacios de ultramar; la formación de una incipiente clase burguesa que concentraría los beneficios de la cumulación originaria capitalista que promovería cambios institucionales en Inglaterra y Francia contrarios al absolutismo de las monarquías de Antiguo Régimen.

Segunda Etapa (1830-1914). El ascenso del capitalismo al poder político

La Segunda Etapa, se desarrollaría durante el siglo XIX y daría lugar con las revoluciones liberales en Europa al ascenso del capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna. Durante la misma, las revoluciones liberales pondrían fin al Antiguo Régimen; se formarían los Estados nacionales de base constitucional; se generalizaría la economía de mercado haciéndola extensible al mercado mundial basada en el patrón monetario Oro; tras la derrota de Napoleón, durante el periodo de 1815 a 1914 se establecería un periodo de Paz de cien años entre las potencias europeas que permitiría el reparto colonial de África y Asia principalmente entre Gran Bretaña y Francia y, en el continente americano, tras su emancipación de España e Inglaterra, EEUU se constituiría en la nación dominante.

Tercera Etapa. (1914-1945) El enfrentamiento de las potencias mundiales en el Centro del sistema económico global y la desconexión de la URSS

La Tercera Etapa, estaría determinada por la confrontación de las Potencias Europeas, y por la primera desconexión del sistema económico mundial protagonizado por la Revolución Rusa. El periodo de esta etapa tendría su origen en la crisis económica iniciada en 1870, que produciría la deriva de las potencias europeas hacia el proteccionismo económico y a sustentar su desarrollo económico en un modelo imperialista basado en áreas geoeconómicas de influencia exclusivas en régimen colonial, que culminaría en 1914 en la Primera Guerra Mundial por el dominio de Europa, constituida tras el reparto colonial principalmente entre Francia y Gran Bretaña, en el Centro económico mundial, siendo Alemania, relegada en el reparto colonial, la desencadenante de la misma en su aspiración de dominar el Centro económico y por ende la economía global. Tras la derrota de Alemania en 1918 por Francia y Gran Bretaña se abriría un periodo de paz en el que se volvería restablecer el patrón oro y se iniciaría un periodo de globalización económica que se quebraría en 1929 con el inicio de una profunda crisis económica que propiciaría un retorno al proteccionismo y el abandono del patrón oro. Alemania, de nuevo, relegada como potencia en el tratado de Versalles que había sellado la condiciones de su derrota en el Primera Guerra Mundial, volvería a retomar sus aspiraciones de dominar Europa, y con ello establecer el dominio global, esta vez en alianza con Japón que pretendía someter en régimen colonial a China.

Cuarta Etapa. (1945-1989) El final del enfrentamiento en Centro del sistema económico global y la descolonización

La Cuarta Etapa, abarcaría el periodo 1945-1989, y daría lugar: al final del enfrentamiento entre potencias liberales en el Centro del sistema económico global; la descolonización, y el establecimiento de un nuevo sistema de áreas de influencia lideradas por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la URSS.

En esta etapa, al igual que le sucediera al imperio español a principios del siglo XIX, la crisis en las metrópolis centrales crearía un vacío de poder en las colonias que permitiría a las fuerzas de emancipación colonial su independencia y la fundación de la mayoría de las naciones actuales de Asia y África. La descolonización y la presencia de la URSS como competidor global en el establecimiento de áreas geopolíticas de influencia poscoloniales, llevaría a las potencias liberales industriales al entendimiento político y a unirse en una misma organización militar, la OTAN, poniendo así fin a cuatrocientos años de enfrentamiento militar entre las diferentes potencias Occidentales. Se volvería al  patrón oro, y se establecería el Modelo de capitalismo monopolista de Estado, en el que el Estado controlaba los sectores estratégicos de la economía nacional. El espacio soviético, regido desde Moscú se desarrollaría desconexionado de la economía global y en una Guerra Fría permanente con los países de la OTAN. El atraso de las naciones surgidas de la descolonización, y la desconexión del sistema económico global de la URSS, dejaría en manos de la potencias occidentales la organización de la economía global  basada en una nueva relación neocolonial con las antiguas colonias en la que los procesos de producción  y el comercio de estos nuevos países seguirían subordinados a las antiguas metrópolis. En este contexto, las potencias industriales occidentales emergerían del periodo de posguerra con inusitado vigor inaugurando un nuevo ciclo económico alcista que duraría hasta la crisis económica de 1973, motivada por el abandono de EEUU del anclaje del dólar al patrón oro (1971), que debido a la financiación de la creciente deuda estadounidense en gastos militares por emisión de dólares sin estar sujetos al patrón oro, produciría un incremento de los precios del petroleo y una acentuada Estanflación (estancamiento con inflación), que llevaría a una subida dramática de los tipos de interés en las deudas de los países en desarrollo donde la mayoría de sus recursos tuvieron que ser destinados al servicio de la deuda, siendo el principal beneficiario de la misma como prestamista más importante, EEUU, obteniendo recursos adicionales que le permitiría afrontar los gastos de la guerra de Vietnam (1964-1975). La crisis económica de 1973 daría paso a un nuevo modelo de gestión capitalista global, las potencias liberales occidentales iniciarían un proceso de desmantelamiento de los monopolios del Estado a través de su privatización, los bancos centrales se independenciarían del Estado pasando el sector financiero privado a convertirse en el rector de la economía global; a la vez, se iniciaría una progresiva apertura en la formación de un mercado mundial basado en el dólar como moneda de pago para las transacciones comerciales. Esta nueva formulación del capitalismo daría paso a una fase económica liberal, o neoliberalismo. Las dos potencias desconexionadas de la economía global, la URSS y China, entrarían en crisis. En 1979 China iniciaría un proceso de reforma y apertura que le ha llevado a convertirse en líder manufacturero mundial, mientras que la URSS sucumbiría a la perpetuación de su aislamiento. Las grupos económicos privados formados en la sombra bajo la URSS, se constituirían en grupos oligárquicos que propiciarían su desmantelamiento con el objetivo de lograr la inserción de sus capitales en la economía global.

Quinta Etapa. (1989-2008) El neoliberalismo económico y la formación del espacio económico global

La Quinta Etapa, comenzará en 1989 tras la desaparición de los espacios socioeconómicos desconexionados de la economía global. En esta etapa, el sistema económico mundial ha dejado de configurarse en base a áreas de influencia geoeconómicas exclusivas cerradas al comercio entre las mismas, iniciándose una progresiva apertura hacia la globalización del mercado mundial, que, con la incorporación a la OCM de China (2001) y Rusia (2012), experimentará un avance ya sin retorno. La economía mundial se conforma en un único espacio en el que la ideología revolucionaria de la desconexión promovida durante la Guerra Fría pierde vigencia y, una vez culminada la descolonización, la guerra mundial como recurso para la expansión de áreas de influencia exclusivas pierde también su  principal razón de ser. Las rivalidades entre potencias se trasladan principalmente al terreno económico. La guerra es contemplada por las potencias dominantes de la OTAN como recurso de agresión contra los países en desarrollo que pretenden alejarse de su tutela económica. La economía global se sustentará en una relación neocolonial entre el Centro occidental industrializado bajo el liderazgo de EEUU, y los países en vías de desarrollo sumidos en profundos desequilibrios socioeconómicos internos, que en el nuevo espacio global, inducirán al incremento de la migración a los países desarrollados. Con el final de los espacios económicos desconexionados, el modelo neoliberal iniciado en la década de los ochenta se extenderá al conjunto de la economía mundo. El crecimiento económico mundial, se realizará con el estímulo del consumismo del 15% de la población mundial de las sociedades desarrolladas, en una relación neocolonial, que mantendrá en el atraso a la mayoría de la humanidad que vive en los países en desarrollo. Este modelo de crecimiento económico se agotaría en la crisis financiera del 2008. La concentración del crecimiento en un número limitado de consumidores desembocaría en su apalancamiento financiero que arrastraría a la banca a una crisis global sin precedentes, que la remontará por medio de planes de rescate públicos y la concentración del sector en torno a las entidades más solventes. La crisis del 2008 cambiaría también la relación entre los países desarrollados y en desarrollo. El G7 que hasta entonces había sido el único referente en la determinación de la marcha de la economía global, cedería su protagonismo al G20, a su vez, las principales economías del espacio euroasiático Rusia, India y China, conjuntamente con la más dinámica del continente Africano, Sudáfrica, y de Sudamérica, Brasil, formarían el grupo BRICS, impulsando su coordinación y estableciendo un banco común para el desarrollo. En este progresivo cambio en la formación de la economía mundo, la nación que adquirirá un mayor protagonismo será China. Desde la década de 1980, el desarrollo económico de China se había fundamentado principalmente en la exportación de productos manufacturados sobre la base de la demanda efectiva de las potencias desarrolladas, quienes habían optado por externalizar en gran medida la fabricación de sus productos manufacturados a China con mano de obra más barata, reservándose para sí, la creación tecnológica de los productos. La globalización permitió crear una dualidad en la redistribución del trabajo, mientras que las potencias desarrolladas se especializaban en mano de obra cualificada, China se convirtió en la fábrica del mundo de mano de obra  directa poco cualificada destinada a la fabricación de los productos. La crisis financiera del 2008, debilito de manera significativa la demanda efectiva de los países desarrollados y China vio caer su producción sensiblemente. En los años posteriores a la crisis del 2008 China sorteo la misma a través de fuertes medidas de estímulo a su economía, financiadas gracias a su enorme volumen de reservas de divisas, fruto del ahorro de casi tres décadas con crecimiento económico por encima del 10% anual de su PIB. Las medidas de estímulo, estaban destinadas a sortear coyunturalmente los efectos de la recesión del mercado global en tanto los países desarrollados se recuperaban de nuevo a los estándares de la demanda efectiva anteriores a la crisis. Sin embargo, la prolongación de la crisis, situaría a China en la coyuntura de iniciar un cambio estructural del modelo económico de las tres décadas anteriores dependiente tecnológicamente de los países desarrollados. En el año 2012, el PCCh celebraría su VXIII congreso en el que se definiría el nuevo modelo de desarrollo en el que se adentra China. Uno de los desafíos a los que se enfrentaba la economía de China era la considerada por sus dirigentes como la trampa de los ingresos medios, que se produce cuando un país en desarrollo incrementa moderadamente sus salarios perdiendo competitividad los artículos producidos, e induce a los inversores a trasladar sus capitales a naciones con salarios más bajos. Esta trampa en la que se estancan los países en desarrollo, es consecuencia de la dependencia de sus economías de los mercados de consumo de los países desarrollados, y la dependencia tecnológica de sus productos. La manera de superar esa trampa es con la mejora de la productividad de los procesos de producción, de tal manera que la reducción de costes permite el aumento de los salarios sin que ello afecte a la competitividad del precio final de los productos. Sin embargo, los avances en la productividad no pueden realizarse sin una sólida preparación y competencia en ciencia y tecnología, lo cual implica una reestructuración integral por el lado de la oferta, que necesariamente supone: 1. la implementación de un sistema educativo competente en innovación tecnológica; 2. La mejora continua de los procesos de producción, y 3. el diseño y propuesta de nuevos productos competitivos en el mercado global. Desde el año 2012, China avanza por esta senda en el objetivo de pasar del modelo productivo de los últimos 30 años basado en la fabricación de productos con tecnología de otros países, al hecho en china con tecnología propia. En esta transición China ya ha dado pasos importantes: el sector terciario se ha convertido en el más importante de su actividad económica; conjuntamente con EEUU China lidera mundialmente el número de registros de nuevas patentes, y el consumo interno se ha convertido en el pilar más importante de su PIB.

Inicios de una Sexta Etapa. (2008-siglo XXI). El final del ciclo neoliberal y el inicio de la cooperación económica Sur - Sur

La crisis del 2008, aunque sus efectos todavía no son notoriamente percibidos, ha marcado un antes y un después, y a abierto una nueva etapa en la Formación de la Economía Mundo. El ciclo neoliberal iniciado tras la crisis de 1973 ha llegado a su agotamiento. El crecimiento económico del PIB mundial que en esa fase ha descansado sobre las potencias desarrolladas del G7 se ha visto eclipsado en los años posteriores a la crisis del 2008 por el crecimiento de los dos países en desarrollo más importantes India y China. En el año 2017 el conjunto de la economía mundial creció 2.785.300 millones de dólares, siendo la aportación del G7 al crecimiento del PIB mundial del 26,5%, mientras que la aportación realizada por China con 811.920 millones de dólares representó el 29,2% del total del crecimiento del PIB mundial. El crecimiento del PIB es el fundamento principal de la economía competencial, sin el cual su funcionamiento se colapsa. La economía competencial estimula la mejora continua de la productividad, pues permite a quien la obtiene ofrecer productos o servicios a un menor coste, lo que obliga a la competencia a mejorar también su productividad o en caso de no poder hacerlo a disminuir los salarios para garantizar la competitividad de sus productos, y a la inversa, quien obtiene la ventaja competitiva puede mejorar el poder adquisitivo de los productores a la vez que mantiene su competencia en el mercado. China se sitúa en productividad técnica en cuanto a la fuerza laboral necesaria para producir un millón de PIB, detrás de los países desarrollados, sin embargo, la velocidad con la que avanza en la mejora de su productividad es muy superior a la de los países desarrollados.

Evolución de la productividad de la fuerza laboral ente el año 2007 y el 2017

Fuente: CIA

Tal y como se ve en la tabla de datos, la productividad de las tres economías más importantes de los países desarrollados, EEUU, Japón y Alemania, es notoriamente superior respecto de la India y China, mientras que Rusia ocupa una posición intermedia, sin embargo, la evolución de la última década (2007-2017) muestra como en las economías desarrolladas, debido al alto grado de productividad alcanzado, las mejoras en la reducción de empleados necesarios para producir un millón de PIB son muy pequeñas. EEUU redujo en ese periodo la fuerza laboral necesaria para producir un millón de PIB de 11 a 8 empleados, Japón de 15 a 13 y Alemania se mantuvo igual, mientras que China y la india debido a una posición de notable atraso en el año 2007, la han reducido notoriamente, pasando en el caso de China de 236 empleados a 68, India de 433 a 214, mientras que Rusia lo ha hecho de 57 a 52. La singularidad del mayor incremento de la productividad en China y la India respecto a las potencias desarrolladas es que a pesar de continuar en el año 2017 con una ratio de empleados por millón de PIB muy por encima de éstas, la importante reducción del número de empleados necesarios para obtener un millón de PIB, ha permitido que los salarios de la fuerza laboral de los 236 empleados en China en el año 2007 se hayan concentrado en 68 empleados en el año 2017, y el de los 433 de la India en el 2007 en 214 en el 2017, a la vez que se mantiene constante la competitividad del año 2007. Sin embargo, esta mejora en la productividad que les permite aumentar el poder adquisitivo de su fuerza laboral y competir aventajadamente, no permite superar por si misma la trampa de los ingresos medios al establecerse la competencia en los procesos de producción de mano de obra poca cualificada, susceptibles de ser fácilmente deslocalizados. La condición indispensable para superar la trampa de los ingresos medios y pasar el umbral de país en desarrollo es avanzar en la capacitación científica y tecnológica de la sociedad para liderar las innovaciones en los productos demandados por el mercado y en la mejora técnica de los procesos de producción. Este es el objetivo cualitativo de China y hacia el que transita en los últimos años con notable éxito, al liderar las innovaciones en el mercado global a un menor coste en diferentes sectores económicos, destacando en: el sector de las comunicaciones terrestres en materia de ferrocarriles de alta velocidad y levitación magnética; el de las energías renovables, solar y eólica; el de la informática tanto en la alta computación como en el sector minorista de ordenadores y telefonía móvil, etc. La posición que está alcanzando China en la economía global va a ir produciendo transformaciones importantes e irreversibles en la economía mundial. Al impulso tecnológico de China hay que sumar su capacidad para hacer efectiva la cooperación Sur-Sur. Desde que se iniciara en los años cincuenta del siglo XX la doctrina de la colaboración Sur-Sur de los países en desarrollo, debido a su atraso tecnológico no ha contado con los recursos para superar la economía de la dependencia en la que los procesos de extracción de materias primas y producción manufacturera han estado subordinados a la demanda efectiva de los países desarrollados. Sin embargo, este modelo a partir de la crisis del 2008 ha entrado en declive debido dos factores coincidentes, por una parte, el agotamiento del modelo neoliberal de concentración del crecimiento del PIB mundial en las potencias desarrolladas y, por otra parte, debido al veloz desarrollo tecnológico de China que esta posibilitando que la colaboración Sur-Sur puede materializarse en proyectos económicos que permiten el desarrollo efectivo de los países del Sur, en los que, a diferencia del modelo neocolonial, los conocimientos tecnológicos son compartidos y los beneficios revierten principalmente en los países en desarrollo donde se realiza la inversión. El desarrollo avanza superando cuellos de botella, que lo ahogan como la falta de infraestructuras. En el modelo neocolonial, las infraestructuras solamente se desarrollan en función de los intereses del centro económico desarrollado, como es la extracción de materias primas, mientras en un modelo de desarrollo compartido la implementación de infraestructuras viales, ferroviarias, marítimas, económicas y de servicios en sanidad y educación, se orientan al desarrollo integral de la nación. En algunos países de África este cuello de botella se está superando. Los viejos ferrocarriles heredados de la época de la explotación colonial europea, están siendo sustituidos por modernas vías ferroviarias debido a la colaboración de China, como ha sido la construcción del Ferrocarril Mombasa-Nairobi en Kenia, que ha creado 46.000 empleos y contribuido con el 1,5% al crecimiento de su PIB, o la construcción de las principal red ferroviaria durante décadas en Tanzania. La superación de un cuello de botella de estas características permite situar el crecimiento económico en un nuevo nivel de desarrollo, del que escalar al siguiente. Sin embargo, este modelo rompe la ecuación de desarrollo-subdesarrollo, en la que se sustenta el modelo neocolonial, lo que está llevando a EEUU, principal potencia económica a la contención de las potencias emergentes BRICS, y la desestabilización política de los países en desarrollo que no aceptan su tutela apoyándose para ello en oligarquías apátridas que anteponen sus particulares intereses a los de la nación. En el último año China ha pasado a ser el principal blanco de la política de contención a su desarrollo por parte de EEUU con la imposición de aranceles millonarios a productos importados desde China. Esta guerra económica impuesta a China le obliga a esta nación a responder simétricamente a EEUU, imponiendo aranceles en la misma proporción, que en la actualidad alcanzan un valor recíproco de 50.000 millones de dólares. EEUU también ha recurrido a la imposición arancelaria a productos de otros países, pero que en su conjunto no alcanzan los 5.000 millones de dólares, lo que indica la prioridad dada a China por parte de EEUU en su guerra comercial. Si tras la crisis financiera del 2008, China se situó en la coyuntura de dar un gran salto adelante para proyectarse como una potencia tecnológica con el fin de superar la trampa de los ingresos medios y el modelo de producción manufacturera dependiente tecnológicamente de las potencias desarrolladas. China, ante el acoso estadounidense, deberá acelerar la colaboración Sur-Sur con proyectos económicos que contribuyan al desarrollo recíproco. En la actual coyuntura que se le abre a la economía mundial quien marcará la dirección de la misma serán las economías que más aporten al crecimiento mundial. El crecimiento del PIB es el pilar fundamental sobre el que se renueva el valor económico global, y a la postre, quien lidere el crecimiento global se convertirá en el centro de las inversiones para obtener ganancias. La progresión de los países del Sur en el peso de la economía mundial, necesariamente deberá inducir a las potencias desarrolladas a intentar beneficiarse de los nuevos mercados, ante el agotamiento de los propios, tal y como esta sucediendo con la implementación, a iniciativa de China, del proyecto de la nueva Ruta y Franja de la Seda que ha llevado a las potencias económicas de la UE a colaborar con dicha iniciativa, mientras que EEUU en la estrategia por impedir que florezca un nuevo tipo de economía fruto de la colaboración Sur-Sur se ha negado a participar. Es muy probable que en los próximos años, las dos tendencias que marcan la coyuntura actual de la economía mundo se distancien más una de otra, por una parte, EEUU liderando una política económica destructiva basada en el proteccionismo y las sanciones financieras orientada a la contención de las potencias emergentes, y por otra parte, una creciente colaboración Sur-Sur, liderada principalmente por China. La sexta cumbre del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), forma parte de ese camino.

 

Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

 

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