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Artículos de Opinión
Una
visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la
integración económica mundial y la armonía con el medioambiente
Autor
Javier Colomo Ugarte
Febrero 2014

Por una civilización mundial sin
armas nucleares
Más de 700 delegados de 146 países se reunieron el 14/02/2014 en Nuevo Vallarta,
Nayarit, México, en un encuentro internacional para debatir sobre los efectos de
las armas nucleares en la humanidad y reclamar la prohibición de esos
artefactos.
47 años después de que se firmara en México el Tratado para la Prohibición de
Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, más conocido como Tratado
de Tlatelolco y que fue reafirmado en la última cumbre de la CELAC celebrada
en Cuba el 29/01/2014 con la asistencia de los mandatarios de los 33 naciones
que la componen; México es de nuevo, sede de la II Conferencia sobre el Impacto
Humanitario de las Armas Nucleares, en la cual participan autoridades,
especialistas y miembros de la sociedad civil de 146 países con el fin de poner
en el centro de la agenda internacional el objetivo del desarme nuclear. El
secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade, y la
vicepresidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja, Christine Beerli, han
sido los encargados de inaugurar esta conferencia, que tuvo su primera edición
el año pasado en Oslo, Noruega.
En la inauguración el secretario de Relaciones Exteriores de México, José
Antonio Meade recordó que en la primera conferencia de este tipo, celebrada en
Oslo, 127 países, organismos internacionales y miembros de la sociedad civil
convinieron en que ninguna nación está en condiciones de enfrentar detonaciones
nucleares, y remarcó la necesidad de promover la eliminación total de estas
armas. “Hagamos de este objetivo un pilar de la sociedad humana, libre por
siempre de la amenaza que supone la mera existencia de las armas nucleares, es
inaceptable que en la actualidad exista mayor número de naciones que poseen
arsenales nucleares en relación con la época de la guerra fría”.
En el mundo se estima la existencia de unos 17 mil artefactos nucleares, muchos
de los cuales continúan en alerta operativa, y los países que los poseen siguen
destinando millones de dólares a su mantenimiento. Son las únicas armas de
destrucción en masa cuya existencia no han sido prohibidas por un acuerdo
vinculante, sin que después de más de cuatro décadas de vigencia del Tratado
de No Proliferación Nuclear, se hayan habilitado sus cláusulas para
propiciar el control y reducción de las armas nucleares.
El Tratado
de No Proliferación Nuclear (Non-Proliferation
Treaty, NPT), regula el control internacional del cumplimiento de los
compromisos adquiridos de los firmantes del mismo. El NPT entró en vigor el 5 de
marzo de 1970 y reconoce la existencia legal del armamento nuclear
exclusivamente a las potencias que entonces disponían de armas nucleares, los
cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: EEUU, Rusia,
China, Francia y Gran Bretaña, y refrenda el derecho del resto de Estados
signatarios de realizar investigaciones, producir energía nuclear y utilizarla
con fines pacíficos. En el NPT están incluidos todos los países miembros de la
ONU a excepción de Israel, la India, Corea del Norte y Pakistán, que no se han
adherido al NPT para poder desarrollar armas nucleares fuera de la jurisdicción
del mismo, no estando por lo tanto sujetos a inspecciones internacionales.
Esta política, solo aplicable a quienes se adhieren a este tratado dejando de
lado a los países que disponiendo de armas nucleares no lo han firmado, resulta
desequilibrada e injusta, al mostrar el Consejo de Seguridad, por ejemplo, un
especial celo en la vigilancia del programa nuclear Iraní, firmante del NPT,
habiendo sancionando a este país por un pretendido programa armamentístico
nuclear (demostrado ya inexistente tras las ultimas inspecciones realizadas por
los especialistas de la Agencia Internacional de la Energía), a la vez que no
realiza ninguna exigencia a los países nuclearmente armados y no firmantes del
NPT, dando patente de corso,
en el Oriente Medio, al arsenal nuclear de Israel, así como tampoco vea objeto
de sanción, que países armados nuclearmente puedan amenazar con el arma nuclear
a países sin estas armas,
No obstante, la mayor afrenta a toda la humanidad es la existencia de las
propias armas nucleares como consecuencia de que las potencias nuclearmente
armadas se hayan arrogado en base a aspiraciones hegemónicas en unos casos, y de
defensa nacional en otros, el derecho de amenazar la seguridad de
toda la especie humana.
Los países “nuclearmente armados”, fundamentados en ese desprecio hacia
la humanidad desarrollaron la carrera armamentista nuclear. El primer país con
armas nucleares fue EEUU en 1945, luego fue Rusia en 1949, seguidamente Reino
Unido en 1952, Francia en 1960, China en 1964, India en 1974, Pakistán en 1998,
Corea del Norte en el 2006, e Israel que guarda celosamente el secreto de sus
armas nucleares. Obviamente todos los países que han desarrollado el arma
nuclear después de la fecha de entrada en vigor del NPT en 1972, lo han hecho al
margen de este tratado.
La diferentes países nuclearmente armados, tras el final de la Guerra
Fría, han formulado diferentes doctrinas militares en cuanto al uso del
armamento nuclear, así por ejemplo, China dice que nunca será el primer país en
utilizar el arma nuclear y que solo lo haría si se verifica un ataque en marcha
con armas nucleares contra China; por su parte, Rusia se ha reafirmado en una
doctrina similar pero reservándose el derecho de utilizar el arma nuclear si el
ataque a Rusia fuera con armas convencionales pero de un gran efecto devastador; la potencia más agresiva es EEUU quien,
además de ser la única que las ha usado militarmente, en 1945 contra Japón, en su doctrina nuclear, mantiene el uso de
las armas nucleares como armas ofensivas, aunque ha matizado que solo lo hace
contra los países nuclearmente armados que amenacen a EEUU o a aliados suyos,
como es el caso de Corea del Norte que amenaza a los países aliados de Corea del
Sur y Japón; EEUU, en su nueva doctrina formulada en el año 2010, ha excluido de
su amenaza nuclear a todos los países que no tienen el arma nuclear ha excepción
de Irán a quien si poseer armas nucleares está bajo la amenaza nuclear. El resto
de potencias nucleares: Francia, Gran Bretaña, India y Pakistán no tienen
definida una doctrina pública sobre el uso de las armas nucleares. Israel es el
país que mantiene más en secreto su armamento nuclear y su estrategia de combate
para el uso de esas armas.
No obstante, ninguna de estas consideraciones que hacen las diferentes potencias
sobre su armamento nuclear sirve para iniciar un desarme nuclear que libere a la
humanidad de su amenaza, pues, una vez que las armas nucleares se han hecho
presentes, los países nuclearmente armados están enrocados, según los casos, en
un círculo vicioso defensivo ofensivo y ofensivo defensivo, que hace inviable
que prospere cualquier iniciativa para un desarme total, limitándose la
negociación sobre estas armas a la reducción de su número, pero nunca a su
eliminación.
Por ello, lo países nuclearmente armados no están capacitados para liderar
ningún proceso de eliminación total de las armas nucleares. Deberá
ser pues, más tarde o más temprano, la sociedad civil mundial liderada por los
países no armados nuclearmente quienes tengan que protagonizar una lucha
decidida de toda la humanidad para erradicar de la Tierra las armas nucleares,
lucha que no puede desligarse de la exigencia de un nuevo Orden Mundial que
ponga fin a todo tipo de hegemonía, pues mientras las aspiraciones hegemónicas
mundiales o regionales de determinadas potencias prevalezcan, éstas querrán
seguir teniendo en sus arsenales armas nucleares.
La II Conferencia sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares de Nueva
Vallarta (México), es un paso importante para generar una opinión pública
mundial contra la existencia de las armas nucleares, un paso en la dirección de
la meta de inaugurar una nueva civilización mundial sin armas nucleares.
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Javier Colomo Ugarte
Doctor en Geografía e Historia
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