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Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

Diciembre 2013


Transformaciones en la formación del espacio económico mundial

 

El 29/11/2013, en Quito, capital de Ecuador, tuvo lugar la II reunión de ministros de Finanzas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En la misma fecha, en Taskent, capital de Uzbekistán, tuvo lugar la reunión de primeros ministros de los Estados miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS)

 

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se constituyó el 23 de febrero de 2010, en Riviera Maya (México), y se estableció como un foro que agrupa a 33 estados soberanos, y que busca profundizar la integración política, económica, social y cultural de América Latina y el Caribe. La región comprende más de veinte millones de kilómetros cuadrados, con una población de unos 600 millones de habitantes.

La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) es una organización intergubernamental fundada en Shanghai el 15 de junio de 2001. Sus países miembros son China, Rusia, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguizistán y Kazajistán y se estableció para enfrentar conjuntamente los desafíos en materia de seguridad, garantizar la paz y la estabilidad regionales, promover el desarrollo común y favorecer los intercambios culturales entre los pueblos. Sus países miembros abarcan un área total de 30,2 millones de kilómetros cuadrados, con una población combinada de 1.530 millones de habitantes.

Ambas organizaciones aunque distantes geográficamente, con culturas y tradiciones políticas diferentes, nacen con una vocación común, avanzar en el proceso de integración regional para desarrollar de esa manera más eficazmente sus sinergias políticas y económicas de las que cada país resulte beneficiado de las mismas.

Estas dos organizaciones, conjuntamente con la organización de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), nacen en el presente siglo y están tomando relevancia como poderes emergentes que aspiran a jugar un papel protagónico en la conformación de la economía mundo en el siglo XXI.

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El espacio económico mundo ha sufrido diversos cambios desde los inicios de las primeras formas capitalistas de producción, que básicamente se pueden resumir en cinco estadios:

1º. (Siglo XVI)– (1789-1815-1830) Estadio de acumulación capitalista originaria propiciada por las clases burguesas bajo el dominio de la nobleza de las potencias absolutistas europeas.

2º. (1789-1815-1830)-(1873). El ascenso del capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna en Europa y gran parte de América.

3º. (1873-1945). La confrontación de las Potencias Europeas por las áreas geopolíticas de influencia exclusiva, y la formación de la primera desconexión geopolítica del sistema económico mundial propiciada por Rusia.

4º. (1945-1989). El final del enfrentamiento militar en el Centro del Sistema Económico Mundial (Europa), la descolonización de la colonias europeas, y las nuevas áreas de influencia bajo el dominio de EEUU y de la URSS

5º. (1989-siglo XXI). Tras el fin de la URSS y la integración de China en la OMC, el final de las áreas geopolíticas de desconexión del sistema económico mundial, y la formación del espacio comercial mundial.

 

En estas fases de la formación del espacio económico mundo invariablemente ha existido una relación entre un centro económico, político y militar conformado y dominado por Occidente, y una periferia subordinada compuesta por el resto de regiones del mundo, bajo el dominio colonial hasta mediados del siglo XX, y posteriormente, bajo el dominio neocolonial.

Los cambios en la periferia del sistema económico mundial han determinado históricamente cambios en el centro del sistema. La debilidad política de las regiones mundiales periféricas favoreció su colonización, y la fortaleza política a favor de la soberanía propició su emancipación colonial; a Francia le bastaron una pocos buques de guerra para colonizar la península de indochina en el siglo XIX, pero a mediados del siglo XX tuvo que retirarse ante la resistencia política de sus pueblos; al igual que a Francia, le pasó al imperio británico y otras potencias europeas en sus dominios coloniales.

Desde el siglo XVI hasta la mitad del siglo XX, la debilidad política de la periferia alentaba a las potencias europeas a enfrentarse entre ellas por el control del centro del sistema económico político mundial, pues su control les aseguraba el dominio mundial. Tras la devastación que supuso la Segunda Guerra Mundial por controlar el centro del sistema, y con el final del dominio colonial tras la emancipación de las colonias, el centro del sistema económico mundial puso fin a sus enfrentamientos, uniéndose bajo el liderazgo de EEUU para controlar económicamente a las naciones periféricas o países en desarrollo con un reparto de las funciones económicas a escala global, concentrando la demanda efectiva de consumo en el centro del sistema mundial, (formado principalmente por EEUU, Japón y la UE), y una periferia de países pobres suministradora al centro económico de materias primas y mano de obra barata.

En el presente estadio de formación del espacio comercial mundial, la crisis económica estructural del modelo de acumulación neoliberal (1973-2008), iniciada en el 2008 está cambiando la relación entre el Centro y la Periferia. El G7, que coordinaba y dictaba la política económica mundial, tras la crisis del 2008 ha tenido que ceder el timón al G20 compuesto por los países más importantes desarrollados y en desarrollo, aunque, si bien, esta organización debido a los diferentes intereses que representa no ha podido establecer hasta ahora una política coordinada mundial efectiva.

Los cambios más sustanciales en la conformación del espacio económico mundo se están produciendo a partir del nacimiento de tres principales modelos de espacio económico: 1.- el que agrupa a los países y regiones económicamente emergentes; 2.- el que agrupa a los países desarrollados, y 3.- el espacio que interconecta ambos espacios.

En el espacio que agrupa a los países emergentes toma especial importancia la coordinación de los países BRICS, el impulso de la OCS y la ASEAN + China en Asia, y la CELAC y MERCOSUR en América Latina. La emergencia de estas organizaciones está llevando a que en el espacio de los países desarrollados se esté produciendo una reagrupación de naciones planteándose la UE y EEUU la implementación de un tratado de libre comercio. En el espacio que interconecta a los países desarrollados y en desarrollo significativamente destaca la relevancia adquirida en los últimos años de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) y la relación de la UE y EEUU con China.

El centro desarrollado mantiene la ventaja de poseer el mayor activo científico-técnico productivo adquirido en un recorrido de dos siglos desde que se inició la revolución industrial, lo que le ha permitido dominar el sistema productivo y financiero mundial, mientras que la periferia está iniciando ese recorrido. No obstante, los cambios que se vienen produciendo en el centro y la periferia, a partir de la crisis del 2008, están sucediendo a ritmos diferentes, mientras que el centro desarrollado permanece estancado en su crecimiento económico, los países y regiones emergentes progresan no solamente en el crecimiento de su PIB sino en la afirmación de su soberanía política y económica para transformar los estándares neocoloniales de ser suministradores de materias primas y mano de obra barata, hacia un modelo económico estructurado y autocentrado, es decir, de economías que les permita disponer de tecnología propia para armonizar el sector agrario, el industrial y de servicios y desarrollar el consumo interno de sus sociedades.

La importancia de la fortaleza política de los países en desarrollo para emprender estos cambios se manifiesta por una parte, en la afirmación de la soberanía política frente a la tutela neocolonial de los países desarrollados, como se esta viendo en Latinoamérica y, por otra parte, en la necesidad de buscar la integración regional que les permita unir y complementar los recursos técnicos, productivos, financieros y de mercado en la construcción de economías fuertes y estructuradas.

No obstante, las dos regiones en desarrollo más dinámicas a favor de la integración económica, como es la que conforma en el espacio euroasiático la OCS, la CEI y la ASEAN, y en América Latina MERCOSUR y la CELAC, debido a sus propios desequilibrios nacionales internos, no han alcanzado todavía el impulso político necesario para dotarse de estructuras económicas y financieras regionales que les permitiría alcanzar un nuevo nivel de integración y dotarles de una mayor fortaleza económica.

En el caso de la OCS el proyecto más importante para unir su espacio económico es la creación de la denominada nueva ruta de la seda que uniría por ferrocarril Chongqing-Xinjiang-Europa y por carretera Lianyungang, en el este de China, y San Petersburgo, en el noroeste de Rusia, uniendo los países euroasiáticos respectivos, y en fase de estudios estaría promover un banco de desarrollo de la OCS para proporcionar apoyo financiero a la interconectividad y la cooperación industrial entre los países miembros de la OCS.

En el espacio latinoamericano, MERCOSUR representa económicamente la institución más avanzada en integración regional, mientras que la CELAC es una institución que le queda aún mucho recorrido para alcanzar una integración económica y financiera efectiva, aunque la importancia de avanzar en la misma está presente en su corta andadura. Los representantes financieros de los 33 países que componen la CELAC se comprometieron en Quito a fortalecer la cooperación entre bancos centrales, así como las inversiones intra y extra comunitarias, por su parte, el ministro de finanzas de Ecuador, Fausto Herrera, instó a sus homólogos de la (CELAC) a crear un organismo financiero para enfrentar las consecuencias de una posible nueva crisis mundial.

La debilidad de una arquitectura regional financiera sólida y de un patrón monetario que les permita un intercambio comercial ajustado al valor real de sus divisas sigue siendo una carencia que limita la capacidad de integración de las regiones en desarrollo con voluntad política integradora. Y esta carencia es lo que permite a los poderes financieros Occidentales y al dólar estadounidense perpetuar su hegemonía.

Al igual que los cambios históricos que propiciaron la descolonización no partieron del centro del sistema político económico mundial sino desde la rebelión de los pueblos de la periferia, en la actual etapa de formación del espacio económico mundial, los cambios deberán basarse en conformar entidades regionales de los países en desarrollo dotadas de instituciones financieras que propicien que se llegue a un equilibrio económico entre el centro y la periferia y ponga fin a esa secular división geoeconómica mundial.

Si se alcanza ese nuevo estadio en la formación del espacio económico mundial se darán las condiciones para promover una integración mundial en la que se instaure un patrón monetario mundial unitario y una arquitectura financiera internacional transparente consensuada entre las naciones, que permita: 1. - un desarrollo económico mundial inclusivo; 2.- se ponga fin a la desconfianza entre naciones y con ello a la carrera armamentística actual, y 3.- se inaugure una nueva etapa basada en la paz, el fomento de la democracia a escala universal y el desarrollo común en armonía con el medio ambiente

Si bien, la fortaleza de las regiones en desarrollo sigue siendo todavía relativamente muy pequeña comparado con el poder que detenta el centro económico mundial, el camino está trazado, los avances de las regiones que conforman las naciones en desarrollo contribuirá en una relación dialéctica a los cambios en el centro del sistema en favor de una mayor integración mundial.

El centro económico mundial es resistente a los cambios en favor de un equilibro económico mundial pues atenta a su visión hegemónica internacional. El recorrido histórico de los países en desarrollo hasta alcanzar la fortaleza necesaria que propicie ese equilibrio mundial estará en función de la voluntad política y de la sabiduría para promover la integración económica y financiera en sus ámbitos respectivos.

 

Comparación del PIB y población de los principales países desarrollados, con el resto del mundo

 

Estudio relacionado:

La formación del espacio económico mundo (Del siglo XVI al siglo XXI)

 

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Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

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