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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geoestratégica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

Enero 2017


La doctrina Trump

 

El 20/01/2017, Donald Trump, fue investido como el 45º presidente de Estados Unidos. En la semana siguiente, el nuevo presidente dictó ininterrumpidamente varias ordenes ejecutivas para fijar con carácter práctico las posiciones políticas más relevantes de su campaña electoral, entre las que destacan: 1º la derogación del sistema de salud promovido por la anterior administración conocido como “Obama care”; 2º el abandono de EEUU del Tratado de Asociación Transpacífico TTP; 3º la decisión de construir un muro en la frontera entre México y EEUU que prolongaría el actualmente existente de 1.000 km unos 2.000 km más; 4º la restricción de acogida de refugiados y migrantes de los países musulmanes que EEUU considera que le son hostiles: Irán; Irak, Siria, Libia, Somalia, Sudan y Yemen.

Además de las órdenes ejecutivas, en el ámbito internacional, Donald Trump, ha marcado sus prioridades con la reunión en la Casa Blanca con la primera ministra británica, Theresa Mary May, manifestando su apoyo a la separación del Reino Unido de la UE (Brexit), y las entrevistas telefónicas realizadas el 28/01/2017, con el presidente francés François Hollande; la canciller alemana Angela Merkel; el primer ministro japonés Shinzō Abe, y singularmente con el presidente ruso, Vladímir Putin, con quien compartió su interés en cooperar con Rusia en la lucha contra el Estado Islámico (EI).

 

Todas estas medidas se enmarcan dentro de lo que se puede considerar la “doctrina Trump”. La característica de una doctrina es que todas las medidas emanan de un concepto o principios políticos que se incluyen en un todo, que durante la campaña electoral republicana se resumió en el eslogan de “América Primero”.

Este concepto de “América Primero”, tuvo una gran acogida entre la ciudadanía, otorgándole una amplia mayoría en el colegio electoral de compromisarios (306 de 538) que representan a los Estados de la Unión y que ha garantizado históricamente la unión de los Estados en torno a la figura presidencial.

El mensaje de América Primero tuvo su impacto porque en la percepción de los votantes de Donald Trump, las anteriores administraciones habían relegado a un segundo plano a los EEUU de base industrial y en el que los impuestos redundaban en los contribuyentes y no en guerras infructuosas para la nación.

Durante la Guerra Fría la política exterior basada en la defensa de un adversario de igual poder y con interés de subvertir el orden liberal mundial, justificaba los gastos fuera de la nación y la inquebrantable unión de los países de la OTAN, pero tras la desaparición de la URSS, nadie amenazaba ya al orden liberal sino que EEUU pretendió dominar el mundo, enfocándose singularmente en el Oriente Medio. Pero con el fracaso de las guerras en el Oriente Medio y la crisis financiera del 2008, la política de dominación global comenzó a lastrar a EEUU como nación.

En el año 2005 la globalización parecía una estrategia perfecta para Estados Unidos y las administraciones estadounidenses sólo querían para sí la tecnología, el IP y la marca, dejando los trabajos no cualificados a países como México y China. Las empresas internacionales norteamericanas han ganado miles de millones de dólares mediante la globalización, pero tras la crisis del 2008 la deslocalización impediría reactivar de nuevo el sector industrial, y el descontento con la globalización produciría una profunda fractura social.

Las empresas que con la deslocalización industrial anteponían sus intereses empresariales al interés de EEUU como nación comenzaron a ser cuestionadas, y China y México por ser las dos naciones que más empresas estadounidenses acogían se convertirían en las naciones a las que había que combatir porque en la percepción de una gran parte de la clase obrera norteamericana estas naciones estaban robándoles los puestos de trabajo. La administración de Obama pretendía ocultar este malestar ofreciendo unos buenos datos de empleo, pero que se ha visto que el elector en su experiencia cotidiana disentía del dato oficial de empleo, pues se ha desvelado la paradoja de que siendo los datos oficiales de desempleo en EEUU inferiores al 5% de la población activa, el mensaje de creación de empleo de Donal Trump ha tenido un amplio respaldo entre la clase obrera.

El fracaso de las políticas de dominación del Medio Oriente y de contención de Rusia, también han sido percibidas negativamente. Los ingentes gastos de guerra se han convertido en una empresa donde se han venido gastando cientos de miles de millones sin ningún resultado positivo, a ello se ha sumado la constatación de que mientras EEUU se compromete con el mayor gasto de la OTAN, el resto de naciones que la componen, excepto Gran Bretaña, incumplen sus compromisos de destinar un 2% del PIB a gastos defensa.

Este carácter altruista o quijotesco de EEUU de proteger a sus aliados mientras EEUU ha visto crecer la deuda soberana en un 70% bajo el mandato de Barack Obama, habiendo pasado de los 10,9 billones de dólares en el año 2009 a 18,5 billones en el 2016 superando el PIB de EEUUU, ha llevado a la administración republicana a definir un nuevo sistema de prioridades del gasto, basado en la reducción del gasto social y la reordenación de los gastos militares, gastando más en modernizar las fuerzas armadas de EEUU, principalmente de sus flotas navales y sistemas antimisiles, y gastar menos en el mantenimiento de estructuras militares como la OTAN.

En materia comercial, EEUU se orienta de una política basada en la promoción de tratados multinacionales de libre comercio a una política de tratados de EEUU con cada nación, pues en palabras del propio Donald Trump, su experiencia personal es que las relaciones comerciales multilaterales son complejas, lentas y poco operativas, mientras que la basada entre dos naciones son más eficaces, lo que supone que EEUU preferiría establecer tratados por separado con las diferentes naciones de la UE lo que le puede impulsar a que EEUU vea con buenos ojos que otras naciones de la UE sigan el camino del Brexit.

En su relación con México, la nueva administración estadounidense está responsabilizando a México de sus propios problemas internos. La deslocalización industrial responde a una política de los empresarios estadounidenses de beneficiarse de los bajos salarios que pagan a los trabajadores mexicanos. Con la construcción de un muro de separación, EEUU está externalizando su incapacidad para evitar que haya empresarios en suelo estadounidense que quieren beneficiarse de la explotación de los inmigrantes ilegales. En cuanto al tráfico de drogas a través de la frontera externaliza también su incapacidad o laxitud para  combatir las redes de distribución interna de drogas y evitar la drogodependencia de una parte importante de su población que lo sitúa como el primer país del mundo en consumo de cocaína.

Si EEUU pondría fin a la ambición desmedida de gran parte de sus empresarios, y a la demanda de drogas de su población, los problemas de deslocalización de empresas, migración irregular y tráfico de drogas disminuirían radicalmente, de ello se beneficiaría no solamente la sociedad estadounidense sino también México, pues con el fin de la demanda desde EEUU de inmigración irregular y de drogas, México se libraría de las mafias de traficantes de drogas y debería orientar su economía al desarrollo interno de sus capacidades económicas. El fin de la demanda implica el fin de la oferta, esa es una regla económica inapelable, pero mientras haya demanda la oferta encontrará caminos para satisfacerla, sin muros y con muros.

En su relación con China, EEUU no termina de aceptar los cambios económicos globales como consecuencia de que otras naciones mejoran sus expectativas económicas. China tiene una renta per cápita de 8.000$ y EEUU de 55.000$ y los chinos pretenden mejorar su estatus económico y en la medida que lo hacen el peso del PIB mundial se redistribuye de diferente manera, pero EEUU no termina de admitir esta realidad. Los intentos de contención de China en nada van a beneficiar a EEUU, pues una parte importante de las ventas de sus productos los realiza en China. La arrogancia con la que el futuro nuevo secretario de Estado Rex Tillerson trató a China, al afirmar que EEUU impedirá a China utilizar las islas artificiales que construye en el mar meridional de China, aunque no dijo como la haría, son amenazas sin fundamento puesto que EEUU no tiene capacidad de evitar tal cuestión.

Si de lo que se trata es de crear tensiones en el entendimiento que la agitación política, tanto en el caso de México como de China, le va a otorgar una mejor posición negociadora a EEUU, es una tramposa estrategia que en las naciones que son muy orgullosas de su soberanía producen el efecto contrario, en el caso de México contribuyendo a unir a los mexicanos, y en el de China aumentando su sentido patriótico e impulsando al gobierno chino a aumentar su capacidad defensiva. Una lección que todavía EEUU no ha aprendido con Cuba que después de medio siglo de asedio el patriotismo cubano sigue invicto, y en el caso de Rusia, donde las sanciones no han hecho sino unir más al pueblo ruso en torno a la figura de su presidente.

En el Oriente Medio, la política de EEUU que según Donald Trump se va orientar a combatir al Estado Islámico, a la vez que legitima a Israel en su política de apartheid con el pueblo palestino, es rotundamente contradictoria. La fortaleza de Israel en la región, una nación de seis millones de habitantes, rodeada por otras de decenas de millones de musulmanes, está basada en la subordinación o la debilidad política, económica y militar de las naciones que le rodean, y a esa debilidad ha contribuido eficazmente la desestabilización de Irak y Siria, que es donde principalmente opera el Estado Islámico. La derrota del Estado Islámico en Siria e Irak, y la posible reconstrucción de esas dos naciones no resulta por lo tanto del agrado de Israel, ni tampoco de Arabia Saudita que ve como la ideología wahabista que patrocina la monarquía Saudí y de la que es participe el EI, se debilitaría en la región, además de que Irán se beneficiaria de dos poderosos aliados en la región como podrían ser una Siria e Irak pacificadas y con gobiernos laicos. EEUU está preso de sus alianzas en la región y mientras no las cambie, serán Arabia Saudita e Israel las que le marquen la pauta a seguir a EEUU y no a la inversa.

En su relación con Rusia, los cambios que propone Donald Trump de una distensión con este país también son difíciles de que tengan resultados debido a la oposición del actual gobierno Alemán a un acercamiento con Rusia por temor a un cambio en la política respecto de Ucrania, lo cual congela las relaciones e impide a su vez cualquier negociación entre Rusia y EEUU sobre el control de armas. La colaboración entre Rusia y EEUU posiblemente se limite a una coordinación en Siria para luchar contra el EI, particularmente ahora que el papel de EEUU en esa nación, tras el alto el fuego alcanzado entre los principales grupos rebeldes y el gobierno sirio con la mediación de Turquía y Rusia, le ha dejado un lugar marginal en las futuras negociaciones.

A pesar de que la nueva administración republicana pretende reorientar el enorme presupuesto militar hacia la modernización de sus fuerzas armadas a la vez que reduce los gastos de su despliegue mundial con cerca de 200.000 soldados en diferentes países, los lazos forjados de EEUU con sus principales aliados durante más de dos décadas, basada en la política de dominación global en la que EEUU corría con los principales gastos será difícil de cambiar.

 

Una difícil encrucijada se le abre a EEUU bajo la doctrina Trump. La nación o el imperio primero, esa es la cuestión, cuando el mantenimiento a ultranza del imperio arrastra al declive a la nación. Esta tesitura ya se vivió en la campaña electoral del 2008, cuando tras los fracasos en Irak y Afganistán las propuestas de  Paz de Barack Obama se impusieron a las tesis belicistas del partido republicano. Sin embargo, Barack Obama traicionó sus propuestas de Paz, designó como secretaria de Estado a Hillary Clinton, quien ya se había posicionado en su día a favor de la invasión de Irak, y ambos se implicaron en un política de subversión y guerras en Oriente Medio y el Norte de África, principalmente contra Siria y Libia, que desestabilizó toda la región, creando un drama de refugiados que ha contribuido a desestabilizar también a la UE, dando lugar a fuerzas políticas nacionalistas que triunfaron en el Brexit, y avanzan en el centro, norte y este de la UE donde más se vive el drama de los refugiados.

El imperio terminó imponiéndose a la nación bajo el mandato de Obama. El principio de América Primero, surgió y triunfó por la rebelión de la América Profunda a ese fatal destino, y ahora, a pesar de las promesas de Donald Trump, de poner a la nación primero, no existen todavía las condiciones internacionales para que la política global de EEUU cambie.

Las élites estadounidenses más apátridas ligadas al mundo financiero-mediático del G7, tienen una visión diferente, y prefieren un gobierno global, en el que EEUU solamente sea un gendarme armado mundial para imponer los intereses de esta clase social al resto de naciones del mundo.

Los cambios que pueden hacer de EEUU una potencia respetuosa con el resto de naciones del mundo llegarán cuando otros participantes en el tablero geopolítico mundial adquieran la fortaleza económica, política y defensiva que impulse a EEUU, por su propio interés como nación, a abandonar sus ambiciones hegemónicas, será en ese momento cuando se podrá hablar de la formación del mundo multipolar.

 

Una cuestión a la que el exitoso empresario chino Jack Ma, se refirió en el reciente Foro económico de Davos. Ma criticó a EEUU por el "excedente" de atención que presta a los conflictos bélicos en otras partes del mundo considerando: "No importa hasta qué punto es buena su estrategia, sino que lo importante es que hay que gastar el dinero en tu propio pueblo". 

 

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Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

 

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