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Artículos de Opinión
Una
visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la
integración económica mundial y la armonía con el medioambiente
Autor
Javier Colomo Ugarte
20/01/2013

La encrucijada moral de EEUU:
Inicio, desarrollo y decadencia de los valores nacionales estadounidenses
Todos los imperios habidos han
experimentado una secuencia de tres fases: inicio, auge y decadencia. 1. los
inicios se corresponden con una expansión militar relativamente rápida donde se
incorporan amplios territorios; 2. el período de auge se corresponde con el
mantenimiento del estatus quo territorial
basado principalmente en lo que puede denominarse el poder blando, es decir, la
cultura, la religión y el desarrollo de infraestructuras; 3. el período de
decadencia se produce a partir de que se precisa, de nuevo, del poderío militar,
pero no para su expansión sino para su mantenimiento, en esta última fase todos
los imperios han sucumbido. En cada uno de estos periodos, los valores
civilizatorios morales de las sociedades imperiales que ha a lo largo de la
historia han representado las fuerzas más avanzadas de la cultura y el
desarrollo científico técnico se han ido transformando.
EEUU desde su revolución e
independencia en 1776 ha ido recorriendo esas tres fases. En el siglo XIX se
expandió hacia el Oeste y lideró y tuteló al resto de naciones del continente
americano. Los valores democráticos en su concepción decimonónica quedaron
reflejados de forma singular en el discurso de Gettysburg, de Abraham Lincoln,
pronunciado en la Dedicatoria del Cementerio Nacional de los Soldados en la
ciudad de Gettysburg, en Pensilvania, el 19 de noviembre de 1863, cuatro meses y
medio después de la Batalla de Gettysburg durante la Guerra Civil
Norteamericana, invocando los principios de igualdad de los hombres consagrado
en la Declaración de Independencia. (Ver discurso en Nota 1).
Hasta Karl Marx, proscrito en vida y
póstumamente por el liberalismo, ensalzó los ideales de Abraham Lincoln en una
carta remitida al mismo el 29 de noviembre de 1864 y publicada en "The Bee-Hive.
Newspaper", núm. 169, del 7 de enero de 1865, la cual encabezada con el
siguiente alegato:
Muy señor mío:
Saludamos al pueblo americano con
motivo de la reelección de Ud. por una gran mayoría. Si bien la consigna
moderada de su primera elección era la resistencia frente al poderío de los
esclavistas, el triunfante grito de guerra de su reelección es: ¡muera el
esclavismo! Desde el comienzo de la titánica batalla en América, los obreros de
Europa han sentido instintivamente que los destinos de su clase estaban ligados
a la bandera estrellada.
EEUU fue para el mundo la bandera
de: la lucha por la independencia de las naciones; contra la esclavitud, y la
tiranía de los regimenes absolutistas europeos, aunque, en su doble vertiente de
emergencia en nueva potencia imperial, posteriormente paso a tutelar para el
interés exclusivo de EEUU a las naciones emancipadas,
como lo hizo con el continente
latinoamericano, que quedo
sumido en casi dos siglos de soledad y atraso.
Con esa dualidad de expansión
imperial y de primacía de su discurso emancipador llegó hasta la Segunda Guerra
Mundial. En la misma EEUU se unió a la guerra
justa de la lucha contra el
nazismo y el fascismo, y 300.000 soldados estadounidenses dieron su vida por tan
noble causa.
Tras la segunda Guerra Mundial EEUU
se constituyó en la potencia hegemónica mundial, pero sus ambiciones
neocoloniales de subordinar el mundo en función de sus intereses ocluyó su
discurso emancipador.
A pesar de que en su participación
en la Guerra de Corea y la de Vietnam EEUU decía inspirarse en los mismos
valores que le llevaron a participar en la lucha contra el fascismo, para hacer
frente a una nueva forma de totalitarismo como era el comunismo, tal cuestión
resultaba ya retórica, siendo percibida por los países agredidos como meros
enunciados propagandísticos, pues la resistencia popular a la guerra impuesta
por EEUU fundamentaba sus ansias de libertad en la conquista de la soberanía
como nación y no en la tutela de un imperio aunque éste se proclamara virtuoso
de los valores de la libertad y la justicia. Un discurso que tampoco convenció a
gran parte de la ciudadanía estadounidense que veían que los valores de los
fundadores de la patria eran prostituidos en el campo de batalla con las
masacres cometidas por sus ejércitos con cruentos bombardeos que no
diferenciaban entre resistentes y población civil.
Con el comienzo del siglo XXI entró
en el gobierno de EEUU el partido republicano con George W. Bush como
presidente. Los nuevos estrategas de la Casa Blanca aspiraban a instaurar un
nuevo orden mundial basado en el liderazgo inequívoco de EEUU ante el vació
dejado por la extinta URSS.
Tras el atentado terrorista contra
las torres gemelas de Nueva York el 11S del 2001, todo se desarrolló como si de
un guión escrito se tratara. El gobierno de Estados Unidos diseñó un Plan
mundial por el que se magnificaba la amenaza terrorista, con ello, se tenía el
pretexto para recortar libertades y formular la política del ataque preventivo,
“atacar para evitar se atacado”. El primer objetivo fue Afganistán bastión del
fundamentalismo islámico, posteriormente se continuaría en Irak, pero bastó una
década para mostrar el fracaso de ambas guerras con relación a los objetivos
propuestos de subordinar a estas dos naciones.
Ese intento y fracaso de EEUU de
cambiar el estatus mundial por la fuerza de las armas, revelaba también que el
final del poder soviético no era suficiente para transgredir determinados
valores alcanzados por la mayoría de las sociedades del mundo desde que
alumbrara la Ilustración en el siglo XVIII. Esos valores tenían que ver con la
asunción colectiva de las “soberanías nacionales” como marco de decisión
política de las sociedades respectivas, y ante las cuales, las ambiciones
imperialistas sucumbían. El imperialismo como método de expansión militar en los
principios del siglo XXI, tras la guerra de Irak, había muerto, pero no solo
había muerto el imperialismo militar de EEUU sino todos los imperialismos,
porque cualquier experiencia similar estaba de antemano condenada ya a su
derrota. Y También quedaba obsoleto el concepto de guerra ofensiva como método
expansionista, porque el triunfo militar
relámpago de la ocupación ya no
garantizaba, a la postre, el éxito de la contienda en la
guerra prolongada.
La frase de Martin Luther King
expresada en su lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en EEUU: "La
libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor; debe ser exigida por
el que está siendo oprimido”, en el campo internacional ha adquirido una
notable vigencia. Las naciones sobre las que EEUU mantenía o mantiene su tutela
han pasado a considerar que la
libertad de la soberanía nacional no podía ser otorgada por EEUU sino que debía
ser conquistada, cuestión que daría lugar en el siglo XXI en varias naciones
latinoamericanas a un proceso de dignificación
de la soberanía frente a las
injerencias de EEUU, representadas emblemáticamente estas aspiraciones en
Venezuela, que basa su identidad nacional en los ideales de Simón Bolívar de Ser
libres en Patria Libre.
No obstante, los cambios históricos
no suelen ser percibidos a veces por las sociedades y dirigentes políticos, y en
Estados Unidos seguían y siguen existiendo fuerzas políticas y económicas que
continúan apostando por hacer valer su hegemonía militar al resto del mundo,
pero también existen fuerzas que han comprendido que ese camino solamente
conllevaría a un escenario de varías y prolongadas
guerras a la vez, en distintas
partes del mundo, para las que su sociedad ni su economía está preparada.
Estas dos opciones se enfrentaron en
las elecciones presidenciales de EEUU en el 2008, y en el 2012 y en ambas la
ciudadanía apostó por Obama un presidente que basa su discurso en la restitución
de los valores genuinos americanos de los fundadores de la Patria y la
adecuación de la política de EEUU a la nueva realidad geopolítica multipolar. (Ver
fragmento discurso Obama 2008 en Nota dos)
Pero EEUU es una nación que debe su
prosperidad en gran medida al sometimiento de otras naciones y, por ello, su
acomodación a los nuevos tiempos no será por iniciativa propia, sino que solo puede ser fruto del empuje de otras naciones en el
escenario internacional, cuestión
que llevará su tiempo.
La historia demuestra que de las
elites que constituyen el núcleo dirigente de los imperios, el estamento militar
es el más resistente a admitir los cambios históricos, y es lo que hace que los
imperios en su tercera fase o
de declive recurran a la fuerza de las armas en un intento desesperado por
perpetuarse.
En el último tercio del siglo XX,
las fuerzas emancipadoras coloniales cambiaron el mundo pues su emancipación
suponía el fin de las civilizaciones imperiales basadas en el poder militar,
pero ni las dirigencias militares tanto soviéticas como norteamericanas,
percibieron esa realidad; en el caso de la URSS con la represión en los países
del Este europeo incorporados al área soviética después de la Segunda Guerra
Mundial y con la invasión y derrota en Afganistán que cavaron su derrumbe en su
postrera deriva imperial. En el caso de EEUU con su derrota en Vietnam y el
inicio de su aventura militar en Afganistán, país éste que ha resultado maldito
para los imperios que le han intentado someter, pues fue donde el imperio
británico inicio su declive, supuso la tumba para las ambiciones militares
soviéticas y en donde se ha evidenciado la debilidad del poderío militar de EEUU
como forma de expansión imperial.
La fase de declive imperial (que no
necesariamente tiene que ser como nación), no solo se caracteriza por la
necesidad de tener que recurrir a la fuerza militar como intento de mantener el
poder alcanzado, sino que suele venir acompañado del declive económico de la
nación rectora por estar sustentada su economía en la explotación de otras
naciones y perder la preponderancia sobre las mismas, aunque de manera
significativa está caracterizada por la
decadencia de los valores morales y sociales que la encumbraron.
Pasó en el Imperio Romano, en sus
postrimerías el cristianismo como religión de Estado vino a sustituir la
decadencia moral de Roma. En el imperio soviético la degradación de los valores
humanistas socialistas (supuestamente superiores a los liberales) propiciados
por la corrupción de la burocracia soviética y la represión política,
contribuyeron decisivamente en el desplome de la URSS, siendo sustituidos
posteriormente los valores sociales por la emergencia de la religión ortodoxa.
Actualmente, la decadencia moral de
EEUU es notoria. El individualismo ensalzado por el liberalismo ha finiquitado
los valores fraternales colectivos que inspiraron la revolución americana. El
individualismo que busca el éxito a costa del fracaso de los demás está
convirtiendo a la sociedad de EEUU en una sociedad insensible al sufrimiento
humano. La marginación de los inmigrantes, la exclusión social que se ceba con
los más débiles en los momentos de crisis económica, se presenta por la
propaganda liberal como consecuencia lógica del destino obligado y merecido por
pertenecer al mundo de los fracasados. Los valores fraternales de la solidaridad
y la justicia social brillan por su ausencia en la sociedad americana; muchos
soldados que participan en las guerras injustas de EEUU no pueden superar el
trauma y terminan suicidándose. No obstante, los reiterados casos de
desaprensivos que asesinan por placer o por nimiedades sin tener en cuenta si
las víctimas son personas honestas incluso niños están removiendo los pilares
morales de la sociedad americana.
El control del armamento de tipo
militar que se propone la administración Obama, respetando la legalidad
constitucional estadounidense del derecho de las personas a portar armas, y el
despliegue de empleados de seguridad en las escuelas es un paso importante para
la protección de los más indefensos, pero en realidad lo
que la sociedad americana precisa es de un rearme moral de valores,
que acabe con el ensalzamiento del individualismo; del éxito a cualquier precio,
y de la educación seudo-patriótica de los ciudadanos de que inexorablemente
tienen que cerrar filas con las descabelladas decisiones de sus mandatarios de
participar en guerras de agresión contra otras naciones, sino quieren ser
tachados de antipatriotas.
El soldado Bradley
Manning colaborador de Wikileaks,
es un exponente de la rebelión moral que precisa la sociedad americana, un
soldado patriota, pero convencido como lo era Abraham Lincoln de que la grandeza
de EEUU se debe basar sobre todo en las ideas nobles y no en la usurpación de
las mismas por burócratas y estrategas al servicio de los intereses de
minoritarios grupos de poder financieros, militares y mediáticos que en algunos
casos como el lobby judío tienen sus intereses fuera de EEUU.
Una nueva revolución moral, en la
que, de forma nítida, los valores colectivos de la fraternidad y la colaboración
entre naciones, se impongan a la degradación de los valores fundacionales de
EEUU como consecuencia de la exaltación del individualismo a ultranza y de las
ambiciones militares imperiales.
Nota 1
Discurso de
Gettysburg de Abraham Lincoln. 19/10/1863
Hace ocho décadas y
siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación,
concebida en la Libertad y consagrada al principio de que todas las personas son
creadas iguales.
Ahora estamos
empeñados en una gran guerra civil, que pone a prueba si esta nación, o
cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar largo tiempo.
Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a
consagrar una porción de ese campo como lugar del último reposo para aquellos
que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente
correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido
más amplio, no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este
terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han
consagrado, muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restar algo. El
mundo no advertirá apenas ni recordará mucho tiempo lo que digamos aquí, pero
nunca podrá olvidar lo que ellos aquí hicieron. Somos más bien nosotros, los
vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que aquellos que
aquí lucharon hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien nosotros
los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros:
que de estos muertos a los que honramos tomemos una devoción incrementada a la
causa por la que ellos dieron hasta la última medida colmada de la devoción; que
resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán muerto en vano; que esta
nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de la libertad; y que el
gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparecerá de la
Tierra.
Nota 2
Fragmento del
discurso de Obama tras ganar las elecciones en el 2008. 4/10/2008
Estas elecciones
contaron con muchas primicias y muchas historias que se contarán durante siglos.
Pero una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emitió su papeleta
en Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola para hacer oír su
voz en estas elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 años.
Nació sólo una
generación después de la esclavitud; en una era en que no había automóviles por
las carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no podía
votar por dos razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y esta noche,
pienso en todo lo que ella ha visto durante su siglo en Estados Unidos- la
desolación y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces que nos dijeron que
no podíamos y la gente que se esforzó por continuar adelante con ese credo
estadounidense: Sí podemos. En tiempos en que las voces de las mujeres fueron
acalladas y sus esperanzas descartadas, ella sobrevivió para verlas levantarse,
expresarse y alargar la mano hacia la papeleta. Sí podemos. Cuando había
desesperación y una depresión a lo largo del país, ella vio cómo una nación
conquistó el propio miedo con un Nuevo Arreglo, nuevos empleos y un nuevo
sentido de propósitos comunes. Sí podemos.
Cuando las bombas
cayeron sobre nuestro puerto y la tiranía amenazó al mundo, ella estaba allí
para ser testigo de cómo una generación respondió con grandeza y la democracia
fue salvada. Sí podemos.
Ella estaba allí
para los autobuses de Montgomery, las mangas de riego en Birmingham, un puente
en Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: "Lo superaremos". Sí
podemos.
Un hombre llegó a
la luna, un muro cayó en Berlín y un mundo se interconectó a través de nuestra
ciencia e imaginación.
Y este año, en
estas elecciones, ella tocó una pantalla con el dedo y votó, porque después de
106 años en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas más negras,
ella sabe cómo Estados Unidos puede cambiar.
Sí podemos.
Estados Unidos,
hemos avanzado mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho más por hacer. Así
que, esta noche, preguntémonos -si nuestros hijos viven hasta ver el próximo
siglo, si mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo como Ann
Nixon Cooper, ¿qué cambio verán? ¿Qué progreso habremos hecho?.
Esta es nuestra
oportunidad de responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento.
Estos son nuestros
tiempos, para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad
para nuestros pequeños; para restaurar la prosperidad y fomentar la causa de la
paz; para recuperar el sueño americano y reafirmar esa verdad fundamental, que,
de muchos, somos uno; que mientras respiremos tenemos esperanza. Y donde nos
encontramos con escepticismo y dudas y aquellos que nos dicen que no podemos,
contestaremos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí
podemos.
Gracias. Que Dios
os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América."
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Javier Colomo Ugarte
Doctor en Geografía e Historia
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