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Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

Febrero 2021


05/02/2021

NOTICIA. El 05/02/2021 entró en vigor la prórroga del tratado START III que vincula a Estados Unidos y Rusia en materia de control de armas atómicas de largo alcance. 

Las relaciones internacionales y la Fraternidad Universal

El 31 de julio de 1991, en las postrimerías del final de la Guerra Fría entre la antigua URSS y EEUU, se firmaría por ambas potencias el primer Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Strategic Arms Reduction Treaty: START-I), que consistió en autolimitar el número de misiles nucleares de largo alcance de más de 5.500 kilómetros (ICBM) que poseía cada superpotencia. El 3 de enero de 1993 se firmaría entre EEUU y Rusia como heredera legal internacional de la antigua URSS, el Tratado START-II que prohibía el uso de los ICBM de cabezas múltiples. El 8 de abril de 2010 se suscribiría un nuevo tratado el START-III, por el que las partes se comprometieron a reducir su arsenal atómico en dos tercios, lo que suponía limitar a 1.550 ojivas el arsenal terrestre ICBM de cada una de las partes y a 800 lanzaderas submarinas y de bombarderos pesados equipados con armamento nuclear (SLBM). El límite que impuso el nuevo tratado fue un 74% más bajo que el establecido en el tratado START de 1991, y la fecha de vencimiento estaba prevista para el 5 de febrero de 2021, lo que significaba, de no existir revisión o prórroga, la desaparición del único instrumento que limitaba la proliferación de armas nucleares estratégicas entre Estados Unidos y Rusia.

Durante los dos años previos al vencimiento del Tratado START-III, Rusia ha estado urgiendo a EEUU para su revisión o la prórroga del mismo, pero la antigua administración de EEUU, con Donald Trump como presidente, hizo caso omiso de estos llamamientos, incluso el 2 de agosto de 2019, EEUU rompió unilateralmente el Tratado INF que limitaba los misiles de medio y corto alcance portadores de cabezas nucleares.

Con la llegada el 20/01/2021 al gobierno de EEUU de la nueva administración del partido demócrata, el nuevo presidente Joe Biden, tomó la iniciativa en favor de la prórroga del Tratado START-III. El 26/01/2021, Joe Biden, y el líder ruso Vladímir Putin, acordaron en una conversación telefónica que sus equipos trabajasen para completar la extensión del tratado en todos sus términos y sin modificaciones, antes de la fecha límite de su caducidad del 5 de febrero, el cual se prolongará durante cincos años. El resto de potencias nuclearmente armadas que componen el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU), Francia, Gran Bretaña y China han acogido con satisfacción está prorroga que congela la posibilidad de entrar en una nueva carrera de armamentos nucleares.

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Desde su aparición, y la cruel demostración en 1945  por parte de EEUU sobre cientos de miles  de civiles de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, de su capacidad de devastación, las armas nucleares abrieron un capítulo de incertidumbre en la historia de la humanidad nunca conocido sobre su capacidad de exterminio. Desde entonces, las armas nucleares penden como una espada de Damocles en las relaciones internacionales principalmente entre las dos potencias con mayor armamento nuclear: EEUU y Rusia, de la que hacen rehenes al resto de naciones del mundo.

Llegada la tercera década del siglo XXI, y después de tres décadas de finalizada la Guerra Fría entre EEUU y la antigua URSS que llevaron al paroxismo el desarrollo del armamento nuclear, cabe hacerse la pregunta sobre que sustenta en la actualidad la existencia de las armas nucleares. En su raíz el sustrato principal es la desconfianza entre las potencias nuclearmente armadas, pero en la actualidad ¿cuál puede ser el fundamento principal que hace que la desconfianza llegue al extremo de pensar, que sino existiera la capacidad de disuasión del armamento nuclear una potencia podría agredir a otra?.

En los inicios de la Guerra Fría, EEUU era la única potencia nuclearmente armada, la URSS acortó rápidamente esa ventaja y se inicio una carrera armamentística entre ambas potencias, a la que se sumarían posteriormente China, Gran Bretaña y Francia. El Tratado de No Proliferación Nuclear firmado en 1968 por este conjunto de potencias y en vigor desde 1970, restringe la posesión de armas nucleares a estas potencias, pero ello no ha impedido que otras naciones como: India, Pakistán, Corea del Norte e Israel, hallan incorporado a sus arsenales militares bombas nucleares.

La Guerra Fría respondía a la visión geopolítica heredada de la potencias imperiales europeas desde los inicios del siglo XVI de dividir el mundo en respectivas áreas de influencia. Del siglo XVI al XVIII, España, Portugal, Gran Bretaña y Francia serían los imperios que dominaban el mundo. Su rivalidad por extender sus áreas de influencia les mantuvo en ese periodo continuamente en guerras entre ellos. A principios del siglo XIX, Francia, convertida tras la revolución de 1789 en una potencia republicana, con Napoleón inauguró una nueva estrategia militar para alcanzar la dominación global, la rendición de las diferentes potencias europeas en suelo europeo que le otorgaría el control del centro del sistema político económico mundial, y en consecuencia del resto del mundo en régimen colonial, lo que llevaría a Francia a invadir al resto de potencias europeas.

La confrontación entre imperios que hasta entonces principalmente se había desarrollado en los límites de los territorios coloniales de cada una de ellas, daría paso, pues, a la confrontación en Europa. Sin embargo, el éxito de Napoleón fue efímero, el resto de potencias europeas unidas en la Santa Alianza derrotarían a Napoleón (1815) y restaurarían las monarquías absolutistas. Tras este convulso inicio del siglo XIX se abriría un periodo de paz entre potencias en suelo europeo que duraría cien años hasta 1914. Las revoluciones liberales en el siglo XIX transformaron los gobiernos en Europa y dieron lugar a dos nuevas e importantes naciones con vocación imperial: Italia y Alemania.

Durante la primera mitad del siglo XX, Alemania, relegada por Francia y Gran Bretaña del reparto colonial en Asia y África, revivió la estrategia de dominar Europa para dominar el mundo, que desencadenaría dos cruentas guerras que por su amplitud fueron mundiales. En la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Alemania sería derrotada por Francia y Gran Bretaña quienes impusieron sus condiciones en el Tratado de Versalles (1919). Sin embargo, Alemania como potencia industrial resurgió de su derrota y, liderada por Hitler, pretendió de nuevo someter al resto de potencias Europeas bajo la égida del nazismo. De nuevo, Alemania fue derrotada, pero esta vez los principales vencedores fueron EEUU y la URSS, y las viejas potencias Europeas quedaron relegadas como Centro Mundial, lo cual se acentuó con la progresiva emancipación de sus colonias en África y Asia .

Sin embargo, EEUU y la URSS continuaron con la geopolítica de las áreas de influencia exclusivas. La URSS ocupaba gran parte del espacio euroasiático desde Alemania del Este hasta el Pacífico, y EEUU, dominaba el resto de Europa. En la rivalidad entre ambas potencias la geopolítica de destrucción del adversario en el Centro del sistema quedo relegada por el temor a la que se denominó "Aniquilación Mutua Asegurada" debido al poder destructivo de las armas nucleares. La confrontación por la ampliación de las áreas de influencia respectivas de cada potencia pasó a la Periferia de los países que luchaban por su descolonización. La Guerra de Corea (1950-1953) y de Vietnam (1965-1975) formaron parte de esa confrontación.

Al final del siglo XX ocurrieron tres cambios históricos que situaron al mundo en una nueva perspectiva: 1- la desaparición de la URSS; 2- la culminación de los procesos de descolonización y formación del actual mosaico de naciones, y 3- el comienzo de la globalización económica.

-Con la descolonización y la formación de naciones soberanas el mundo separado por áreas geopolíticas de influencia exclusiva entre rivales imperiales que había existido desde el siglo XVI había desaparecido.

-Con la globalización económica y la incorporación de China a la OMC en el año 2001, la política económica surgida a raíz de la fundación de la URSS de unir naciones desconexionadas del  Sistema Económico Mundial quedó históricamente obsoleta.

-Tras la disolución de la URSS y del Pacto de Varsovia, la aspiración de todos los dirigentes políticos de Rusia, heredera legal internacional de la URSS, era la de integrarse en el concierto global de naciones, y con ello objetivamente las alianzas militares perdieron su razón de ser.

Pero EEUU no lo entendió así, se consideró triunfador global y adoptó la estrategia de pretender tutelar bajo diferentes formas de dominación a todas las naciones del mundo. Se mantuvo la OTAN bajo la falacia de contener a supuestos enemigos como Rusia y China, cuando estas potencias no tienen ambiciones hegemónicas y su máxima aspiración es preservar su soberanía como naciones y desarrollarse económicamente, pero para EEUU cualquier nación del mundo que haga de su soberanía su principal premisa política pasa a ser declarada por EEUU su enemigo, pues ello se opone a sus aspiraciones de tutelaje de todas las naciones del mundo.

Su discurso de hostigar a estas naciones bajo su autoarrogada supremacía moral en materia de democracia es otra falacia no solamente porque ninguna nación bajo las premisas de la Carta de las Naciones Unidas tiene derecho a erigirse en una nación suprema global, sino porque sus propias acciones le contradicen. Las naciones que no aceptan su tutela son acusadas de todo tipo de maldades antidemocráticas, pero por otra parte, no ha dudado en reconocer como valiosos aliados a regímenes sanguinarios y despóticos, como lo fue en su día la dictadura de los Somoza en Nicaragua o la del general Franco en España, y en la actualidad, no duda en considerar aliados a las monarquías absolutistas de Antiguo Régimen en el Golfo Pérsico porque aceptan su tutela, y se declara enemiga de Irán porque no la acepta, a pesar de que la República de Iran, a diferencia de las monarquías de esa región, tiene instituido el sufragio universal en la elección de sus representantes políticos. Estas contradicciones bajo el principio de lo que no se ve no existe son ocultadas o tergiversadas intencionadamente por las grandes medios de comunicación occidentales que sirven a la perpetuación de la ideología occidental de la dominación global.

Sin embargo, a pesar del manto mediático que cubre a la ciudadanía occidental para neutralizar el surgimiento de ideas contrarias a la ideología de la exclusividad occidental para dictar los destinos a otras naciones, los desafíos globales a los que se enfrenta la humanidad como son: el Cambio Climático; el Desarme Nuclear; las desigualdades entre naciones, y ahora la pandemia de la Covid-19 que tiene al mundo en estado de postración, van desvelando la necesidad de la colaboración fraternal de todas las naciones en pie de igualdad para afrontar éstos desafíos, y está ya en el pensamiento en diferentes y plurales instancias mundiales.

El 24/01/2021, en la cumbre virtual sobre Adaptación Climática, el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolín, en  nombre del papa Francisco, manifestaría:

Nos enfrentamos a elegir entre dos caminos posibles. Uno lleva a la consolidación del multilateralismo como expresión de un renovado sentido de corresponsabilidad global, una solidaridad basada en la justicia y el logro de la paz y unidad de la familia humana, lo cual es el plan de Dios para nuestro mundo.

El otro camino –puntualizó- enfatiza la autosuficiencia, el nacionalismo, el proteccionismo, el individualismo y el aislamiento (…lo cual) sería ciertamente perjudicial para toda la comunidad, con heridas autoinfligidas en cada uno. Ese no debe prevalecer.

El 25/01/2021, el presidente de China Xi Jinping, en su intervención en el Foro de Davos respecto del multilateralismo diría:

La esencia del multilateralismo consiste en que los asuntos del mundo deben abordarse mediante consultas entre todos y el destino del mundo lo deciden entre todos los países. Aquellos que crean pequeños círculos excluyentes, provocan la supuesta nueva guerra fría, excluyen, amenazan o intimidan a los demás, e incluso acuden arbitrariamente al desacoplamiento, al corte de suministros y a las sanciones en aras de separación y aislamiento artificiales, solo traen al mundo la división y la confrontación. Un mundo dividido no es capaz de afrontar a los retos comunes de la humanidad, y la confrontación solo nos conduce a un callejón sin salida. En este aspecto, los seres humanos hemos pagado dolorosos costos. Teniendo presentes las lecciones no tan remotas, jamás podemos regresar a ese camino obsoleto.

La confianza o la desconfianza de las naciones nace por la actitud de unas hacia otras, mientras existan naciones que pretendan dictar la política interna de otras naciones y obtener la hegemonía mundial en las relaciones internacionales existirá la desconfianza, y en la actualidad esa actitud la lideran las naciones de la OTAN con EEUU al frente. Es esa actitud de EEUU la que genera desconfianza entre las grandes potencias e impide avanzar en un proceso de implementación de medidas de confianza que desemboque en un desarme nuclear total.

La desconfianza es la antítesis de la Fraternidad Universal que ha sido el ideal ha alcanzar por la humanidad desde hace 2.000 años, pero que permanentemente ha sido instrumentalizado por grupos de poder para esclavizar, someter o tutelar a pueblos y naciones, y ha dado lugar a las guerras que han azotado secularmente a la humanidad y que alcanzaron su culminación en el trágico siglo XX.

En la cúspide de lograr un avance efectivo en el camino de la Fraternidad Universal en la relaciones internacionales se si sitúan las relaciones entre las grandes potencias, particularmente entre EEUU y Rusia, y entre EEUU y China. Los cambios positivos en la distensión entre estas potencias y el respeto a los asuntos internos de cada una de ellas es lo que puede abrir un caudal de confianza que irradie al resto de naciones del mundo, pero EEUU persiste en ir contra la corriente de los tiempos en favor del multilateralismo con el fin de preservar su hegemonía global alcanzada tras la Guerra Fría, y con ello está poniendo permanentemente obstáculos al ideal humano de alcanzar la Fraternidad Universal entre las naciones.

En el siglo XXI, la humanidad camina por el filo de la navaja entre la hegemonía o el multilateralismo, y que recordando la frase de Charles Dickens puede ser, "el mejor de los tiempos o el peor de los tiempos”; el mejor, gracias a las abundantes riquezas materiales y los constantes avances de la ciencia y la tecnología que la civilización humana ha desarrollado como nunca antes. El peor, por los intentos de anteponer la hegemonía de unas pocas naciones al interés de resolver de forma multilateral los frecuentes conflictos regionales y los desafíos globales.

 

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