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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


18/01/2017

NOTICIA. El Foro Económico Mundial (FEM), en su cita anual iniciaría sus sesiones con la participación por primera vez del presidente de China.

 

La integración económica mundial

En su cita anual en Davos (Suiza), el 47º Foro Económico Mundial (FEM) congregó a 3.000 destacados miembros de la política mundial, empresarios y científicos. Por primera vez, este foro ha contado con una nutrida representación de empresarios chinos encabezada por su presidente Xi Jinping, a quien correspondió pronunciar el discurso central el día de la inauguración el 17/01/2017.

En su análisis, el presidente chino consideró que la humanidad vive actualmente en un mundo de contradicciones en el que la globalización económica ha causado muchos problemas, pero  a su vez también está ofreciendo la oportunidad de un desarrollo mundial inclusivo. En ese escenario, urgió a las naciones a contrarrestar los impactos negativos y asegurar que sus beneficios lleguen a todos los países.

Por un lado, tenemos un crecimiento material y avances científicos y tecnológicos y la humanidad ha evolucionado más que nunca, por otro, tenemos conflictos regionales frecuentes, terrorismo y refugiados, pobreza, desempleo y una cada vez mayor brecha en los ingresos”. “Esta dualidad ha profundizado las incertidumbres en el mundo”. Diferenció dos modelos de globalización, la basada en la desregulación financiera internacional y la obtención de beneficios a través de la especulación, y que devino en la crisis financiera mundial, cuyas consecuencias las seguimos padeciendo, y por otra parte, la globalización que ha traído el crecimiento económico, facilitado la circulación de bienes y capitales, y promovido los avances tecnológicos e interacción entre ciudadanos de todo el mundo.

Globalización desregulada en base al interés de élites financieras, o por el contrario, una globalización que denominó inclusiva, basada en la paz entre las naciones, orientada a fomentar el desarrollo a través de la cooperación entre países desarrollados y en desarrollo, compartiendo los conocimientos, e impulsando la interconectividad de las infraestructuras, el comercio y las personas, sería la tesitura a la que se enfrenta la humanidad.

Xi Jinping apostaría por este modelo de globalización inclusivo o de integración económica mundial en la que China como segunda economía mundial, pretende ser una oportunidad para el mundo, poniendo como ejemplos: (1). el proyecto de la denominada Nueva Ruta de la Seda y la fundación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) que aspira a desarrollar la interconectividad del espacio euroasiático y la conexión efectiva entre oriente y occidente, y (2). la interrelación de la economía china con el resto de naciones, estando previsto que China en los próximos cinco años importe productos por valor de ocho billones de dólares, atraiga 600.000 millones de dólares de inversión extranjera, que su inversión en el exterior alcance los 750.000 millones, y que los turistas chinos realicen más de 700 millones de visitas al extranjero.

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Tras la crisis financiera del 2008 y con la emergencia de los principales países en desarrollo en el escenario económico mundial, particularmente de China, la formación del espacio económico mundo ha entrado en una nueva fase histórica.

 

Karl Marx (1818-1883) sería el primer intelectual que describiría como la formación de la economía mundial ha sido el aspecto principal que ha determinado la marcha de la historia mundial desde el siglo XVI. En el capítulo XXIV de su obra El Capital, describiría con crudeza la acumulación originaria de capital de los países de capitalismo emergente a expensas de la explotación de regiones del mundo. La formación de capital que dio lugar al funcionamiento capitalista industrial a gran escala precisó de una primera acumulación originaria, que no se produjo en el taller del artesano sino en la explotación de las colonias, principalmente a través de las sociedades mercantiles de los siglos XVI, XVII y XVIII. No obstante, se puede considerar, que el volumen o masa crítica de desarrollo del capitalismo para dar el salto cualitativo que le permitió regir indiscutiblemente los destinos económicos del mundo no se daría hasta la revolución industrial y las revoluciones liberales en el siglo XIX, afirmándose definitivamente el funcionamiento capitalista de las diferentes metrópolis que dominaban en régimen colonial amplias regiones del planeta que por su función subordinada en las relaciones económicas y el dominio político y militar de las metrópolis, constituirían la Periferia del Sistema Económico Mundial, hasta su progresiva emancipación política durante los siglos XVIII,  XIX y XX.

Otros intelectuales como Max Weber (1864-1920) en la obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo; Adam Smith (1723-1790) en La riqueza de las naciones; Karl Polanyi (1866-1964) en La gran transformación; e Immanuel  Wallerstain (1930) en su amplia obra sobre El Moderno sistema mundial analizarían este periodo, siendo Wallerstain quien acuñaría el término de Economía Mundo, para describir este proceso desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.

La formación de la Economía Mundo, o tal vez para ser más exactos La formación del espacio económico mundial, se ha desenvuelto en cinco grandes periodos: (1492-1815); (1815-1873); (1873-1945); (1945-1989) y 1989 hasta el siglo XXI, que responden a las diferentes concepciones de organización del espacio económico mundo.

El primer estadio, se corresponde con la gestación del sistema capitalista, y se inicia a finales del medievo de forma marginal en las ciudades europeas, y posteriormente desde el siglo XVI al XVIII, en el ámbito de los Estados absolutistas europeos, basado en el sistema denominado “Mercantilismo”, en el que los territorios de ultramar, distribuidos según áreas de influencia exclusivas de las diferentes metrópolis, contribuían al desarrollo económico de éstas.

El segundo, comprende el periodo 1815-1873 y corresponde a la formación de las naciones modernas y al desarrollo de las economías nacionales de los países que se incorporaban al desarrollo industrial, basado en el “Liberalismo Económico”, en el que perdió vigencia el sistema de protección comercial entre las metrópolis y sus áreas geopolíticas de influencia, y se impuso el desarrollo económico basado en el libre comercio mundial.

El tercero, pertenece al periodo 1873-1945, que se caracterizó por un retorno a las barreras proteccionistas comerciales entre los países que constituían el núcleo del desarrollo capitalista mundial, dando lugar al modelo de desarrollo capitalista imperialista basado en áreas de influencia en régimen colonial exclusivo, lo que propicio la disputa por el dominio de las mismas para su expansión económica, periodo en el que tuvo lugar la 1º y 2º Guerra Mundial, y donde se produce la primera desconexión geopolítica del sistema capitalista mundial  que dio lugar a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El cuarto, surge tras la Segunda Guerra Mundial (1945) y dura hasta la desaparición de la URRS (1989), periodo donde se conforman tres realidades geopolíticas diferentes: La primera formada por el núcleo desarrollado capitalista, donde se impone la colaboración económica, se establecen acuerdos e instituciones para el desarrollo económico en el ámbito mundial, que daría lugar al espacio del primer mundo. Una segunda formada por las desconexiones del sistema capitalista mundial de los países industrializados denominados de “socialismo real”, que constituiría el Segundo Mundo, y una tercera, formada por países marginales en el sistema capitalista mundial como América Latina, pero principalmente por las colonias o semicolonias que habían constituido hasta entonces la Periferia del Sistema Económico Mundial, que accederían masivamente a la independencia en la segunda mitad del siglo XX, poniendo fin al imperialismo colonial, dando lugar a las nuevas naciones que formarían el Tercer Mundo.

El quinto y último estadio, tras el final del imperialismo colonial y el derrumbamiento de la URSS, está protagonizado por la formación del espacio comercial mundial, el cual tiene como objetivo el final de las fronteras comerciales nacionales en unas relaciones de libre mercado.

Este estadio tuvo su punto de inflexión más importante con la incorporación de China como principal economía manufacturera mundial a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en el año 2001, pues supuso por parte de esta nación abandonar definitivamente el concepto de desconexión del sistema económico capitalista mundial como forma de construir un espacio económico global alternativo al mundo capitalista, que había predominado en las naciones de socialismo real desde la revolución soviética rusa en 1917 hasta el final de la URSS en la última década del siglo XX. En su alocución en el foro de Davos, Xi Jinping afirmaría que China también tuvo dudas sobre la globalización y no estaba segura si unirse o no a la Organización Mundial del Comercio (OMC), hasta que definitivamente concluyó que la integración en la economía global representaba una tendencia histórica y finalmente abrazó el vasto mercado global. En el año 2012, Rusia el primer país desconexionado en 1917 del sistema económico global también se incorporaría a la OMC.

Desde sus inicios el crecimiento de la Economía Mundo se ha concentrado primero en las metrópolis coloniales y después en las naciones que con más éxito se incorporaron a la innovación tecnológica y las mejoras de la productividad técnica, siendo la nación líder indiscutible en este proceso desde la Segunda Guerra Mundial: EEUU, seguida de Alemania, Japón, Gran Bretaña, Francia e Italia, naciones que conforman el G7 y que han venido concentrando más de dos tercios del PIB mundial a pesar de representar solamente el 15% de la población mundial.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el grueso de la demanda efectiva global se ha concentrado en estas naciones quedando excluida de la misma el resto de la población mundial, lo que ha llevado a que el crecimiento económico se haya realizado en base a la elevación de necesidades de consumo de las sociedades desarrolladas creando y produciendo productos para la satisfacción de las mismas. La generalización del uso del automóvil dio paso a la reducción del periodo de renovación de los mismos, y el uso de una primera vivienda al uso de una doble residencia. Los ciclos de consumo por extensión y elevación de necesidades se fundamentan en la publicidad para dar a conocer los nuevos productos y en el crédito destinado a la compra de los mismos. En este proceso las empresas obtienen beneficios y las entidades financieras acaparan una parte de los mismos en forma de intereses de los préstamos concedidos tanto al empresario como al consumidor.

La crisis financiera del 2008 puso fin a este modelo de crecimiento por imposibilidad de iniciar un ciclo consumista basado principalmente en la generalización de la segunda residencia. El excesivo volumen de dinero prestado no podía ser devuelto en el grado necesario por el apalancamiento financiero de empresas y consumidores y sobrevino la crisis financiera, que se acentuó debido a la desregulación financiera internacional que permitió a inversionistas ocultar sus capitales en paraísos fiscales acentuando así la descapitalización de las entidades financieras.

La crisis fue de tal magnitud que por primera vez en la historia, las principales entidades financieras occidentales tuvieron que ser rescatadas con el dinero de los contribuyentes, y los Estados de los países desarrollados para mantener sus servicios públicos tuvieron que recurrir a un aumento desmesurado de la deuda soberana.

Las élites políticas y  financieras neoliberales interpretaron que la crisis sería limitada en el tiempo y por ello las medidas para paliar sus efectos como ha sido principalmente el aumento de las deudas soberanas también, en la consideración de que una vez retomado el crecimiento económico se produciría un aumento de los ingresos fiscales y con los mismos se podría reducir el volumen de la deuda, pero este optimismo neoliberal ha estado muy lejos de cumplirse. Después de ocho años, la debilidad del crecimiento económico en las sociedades desarrolladas impide reducir las deudas soberanas, por el contrario, el servicio de la deuda anual que debe pagarse preferentemente sobre el resto de gastos del Estado les obliga a reducir gastos públicos y aumentar impuestos lo que limita a su vez la demanda efectiva de los consumidores.

Paradójicamente, los principales beneficiarios del endeudamiento de los Estados son los inversionistas que contribuyeron a la descapitalización financiera en el año 2008 al poner a buen recaudo sus capitales en paraísos fiscales y que operan actualmente en el mercado de la deuda prestando a los Estados a través de fondos opacos internacionales.

La incapacidad de los Estados para gravar fiscalmente estos capitales debido a la desregulación financiera internacional, los ha convertido en un dinero improductivo por no estar destinado a fomentar el crecimiento económico sino a la especulación con las deudas soberanas y que, ante la falta de crecimiento, actúa como factor de empobrecimiento de las naciones desarrolladas. Un Estado que precise destinar a pagar el servicio de la deuda un porcentaje del PIB anual superior al porcentaje de crecimiento del mismo, se está empobreciendo.

La parálisis económica de los países desarrollados se está produciendo en una coyuntura en la que los países en desarrollo más importantes como China y la India, que concentran el 40% de la población mundial, pugnan por un creciente desarrollo. En el caso de China, que hasta la crisis financiera del 2008 había basado el crecimiento de su PIB principalmente en la exportación manufacturera a las sociedades desarrolladas, la prolongada crisis en los países desarrollados le ha obligado a cambiar a marchas forzadas su modelo de desarrollo, orientándose a una reforma estructural por el lado de la oferta para pasar de una economía manufacturera a otra de manufacturas y servicios, a la vez que impulsa el consumo interno como estimulante de la demanda efectiva, habiendo representado el sector servicios el 51,6% del PIB en el año 2016, siendo el sector que más crece con un incremento interanual del 7,8% frente al 6,1 del sector industrial y del 3,3% del sector agrario.

En conjunto el crecimiento económico de China ha sido en el año 2016 del 6,7% de su PIB y según las previsiones del Banco Mundial será en el 2017 del 6,5% y del 6,3% en el 2018, un crecimiento que constituye el 40% del crecimiento del 3% del PIB mundial que le convierte, en la actual situación de ralentización económica de los países desarrollados, en la nación más dinámica económicamente a pesar de seguir siendo un país en desarrollo.

Con relación a la productividad, China está muy por debajo de las ratios de los países desarrollados principalmente de los que como EEUU, Alemania y Japón cuentan con los mejores estándares de efectividad productiva, para compensar este déficit China ha venido basando su competitividad en el mercado manufacturero global en bajos salarios; sin embargo, en los últimos años China ha ido acortando diferencias, de tal manera que aun partiendo de cotas de productividad bajas las mejoras en la misma son relativamente mayores que sus competidores manufactureros como Japón, Alemania y EEUU, lo que supone, al partir de salarios más bajos, un incremento diferencial de su competitividad respecto de estas naciones, una ventaja que le está permitiendo mantener su alta competitividad y subir los salarios de su población. Unido a ello China se ha embarcado en el proyecto de convertirse en una nación innovadora habiendo sido en el año 2016, junto con EEUU, la nación con mayor número de patentes registradas, lo que le sitúa en el camino de cumplir su objetivo para el año 2025 de pasar en el terreno de las manufacturas del fabricado en China al hecho en China.

Esta situación de dinamismo económico de China y de estancamiento relativo de EEUU en el que la deuda soberana de esta nación bajo el mandato de Barack Obama se ha incrementado en un 70% habiendo pasado de los 10,9 billones de dólares en el año 2009  a 18,5 billones en el 2016 superando el PIB de EEUUU, está produciendo una fuerte convulsión en cuales deben ser los caminos a seguir para mantenerse como líder indiscutible en el escenario económico mundial. Y de nuevo, como tras las dos grandes crisis del capitalismo liberal, la de 1873 y la de 1929, la sombra del proteccionismo resurge como un mecanismo de defensa frente a los competidores globales.

El modelo económico de una economía mundo basada en el principio de que unas naciones ganen a costa de que otras pierdan, y de que unas lideren la economía mundial a costa de que el resto no prospere para evitar que su auge económico relegue el poder de las naciones dominantes, es lo que está en cuestión tras la crisis financiera del 2008 y la emergencia de China y de otras naciones que aspiran a su desarrollo económico soberano.

La crisis económica global no es una crisis limitada a la economía sino que es una crisis de ideas de cómo tiene que conformarse la economía mundo. La riqueza de las naciones ya no está en la confrontación para obtener beneficios unilaterales de unas a costa de otras sino de que cada una crezca desarrollando sus potencialidades y contribuyendo al desarrollo económico mundial, este concepto propuesto por China tiene más posibilidades de abrirse camino en las naciones en desarrollo que las ideas de excepcionalidad de algunas naciones sobre el resto cuyo mantenimiento solamente puede llevar a la confrontación.

La integración económica mundial, tiene que ser el destino final de la conformación de la economía mundo y las potencias económicas mundiales tienen la responsabilidad de iniciar el proceso apostando por desarrollarse contribuyendo a desarrollar el mundo.

 

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