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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


01/12/2012

NOTICIA. Los países del Movimiento de los No Alineados demandan un mayor protagonismo de los países en desarrollo en la ONU

NOTICIA. La cumbre de la ONU sobre el cambio climático sesionará durante varios días en Qatar

NOTICIA. La conferencia prevista por la ONU para tratar sobre un Oriente Medio sin armas nucleares ha sido pospuesta a iniciativa de EEUU

 

Transformaciones de la economía política mundo y el déficit en la gobernanza mundial

La ONU, a pesar de sus múltiples deficiencias y el control que sobre la misma ejercen los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, es la institución de gobernanza mundial cuyo logro ha supuesto el mayor avance de la historia contemporánea de la humanidad como marco de encuentro de las naciones para mantener la paz mundial y como patrocinadora de las vigentes leyes internacionales.

No obstante, tras el fin de la Guerra Fría y de los procesos de descolonización, se comprueba la falta de capacidad para abordar los principales problemas globales que tiene planteados la humanidad, como son: el cambio climático; el desigual desarrollo económico mundial, y la existencia de enormes arsenales de armas nucleares.

La humanidad, todos los días se acuesta y levanta sobre un polvorín de armas nucleares montadas sobre misiles intercontinentales, pero éste es un asunto que parece preocupar poco a las mayorías sociales. El cambio climático registra crecientes episodios de meteoros atmosféricos extremos y aumenta el deshielo en los polos y glaciares de montaña, pero la percepción recurrente es la adaptación a estos cambios. El vigente modelo económico y la crisis que le atenaza incrementa el número de desempleados y mantiene en la pobreza a una gran parte de la población mundial pero también la percepción recurrente es sobrevivir sin hacerle preguntas al futuro. Objetivamente todos estos problemas globales solo pueden ser abordados desde un interés planetario, sin embargo, subjetivamente las voluntades políticas transformadoras a escala mundial son escasas.

 

En la conformación contemporánea de la economía mundo, el recurso a la guerra está cambiando de naturaleza. Hasta la Segunda Guerra Mundial la guerra era un instrumento de dominación político-económica del Centro del sistema económico mundial (constituido por los imperios coloniales europeos, EEUU y Japón), que se desarrollaba en dos planos, por una parte, como medio de dominación colonial y, por otra, en la pugna inter-imperialista por dominar el Centro del Sistema Mundial, pues su control suponía, a su vez, dominar la periferia mundial, es decir, las colonias. Esta pugna daría lugar en la primera mitad del siglo XX a la dos Guerras Mundiales en el Centro del sistema. Tras la Segunda Guerra Mundial con la emancipación colonial, y el final de la Guerra Fría, la lucha de los imperios por el control del Centro del sistema mundial, para dominar las colonias, perdió su razón de ser; lo que dio lugar a que los viejos imperios coloniales pasaran de la confrontación a la colaboración. La emancipación colonial trajo, pues, la paz al Centro del sistema mundial, pero con ello no se acabó la carrera armamentística. Occidente ha venido haciendo del poderío militar representado en la OTAN, el seguro de que los intereses de las naciones más ricas seguirán prevaleciendo sobre las menos desarrolladas.

El modelo económico implantado por Occidente a escala planetaria en la segunda mitad del siglo XX, ha sido el modelo neocolonial. El neocolonialismo se fundamenta en una división de la economía mundo entre Centro y Periferia, aunque diferente del modelo colonial. El Centro constituido por los países desarrollados detenta la capacidad científico-técnica para el diseño y construcción de bienes de producción y de consumo, mientras que la Periferia carece de esa capacidad. Las economías de los países en desarrollo o periféricos se sustentan en el sector agrario y en ser suministradores de materias primas, mientras que los países desarrollados detentan el grueso de la demanda económica efectiva. A finales del siglo XX, el modelo neocolonial había concentrado el 75% del consumo mundial en el 20% de la población mundial, mientras que el 80% de la población mundial consumía el 25% restante de los bienes y servicios. Esta diferencia económica ha otorgado al Centro un poder financiero equivalente, y la capacidad para perfeccionar su maquinaria militar no solo por sus mayores recursos financieros sino también por sus logros científico-técnicos.

En el modelo neocolonial, el centro económico domina, pues, por sus conocimientos científico-técnicos, los cuales, veta a los países periféricos, y asegura ese modelo económico con un gran poder militar que solo se traduce en guerra cuando las naciones que poseen las materias primas que los países desarrollados necesitan para su mantenimiento, se rebelan abiertamente.

Desde el punto de vista medioambiental el modelo económico neocolonial podría ser un modelo sustentable, o de moderado impacto medioambiental, pues la permanencia continuada en la pobreza de un 80% de la población mundial asegura el margen de despilfarro del otro 20% de la población. De igual manera, ocurre con la explotación de las materias primas y de las fuentes de energía de combustibles fósiles.

No obstante, la ruptura del modelo neocolonial se viene gestando desde principios del presente siglo por el auge de los países emergentes, particularmente China, soportado en un desarrollo propio de su capacidad científico-técnica incluso de forma competitiva con los países desarrollados, al compensar su déficit en productividad con salarios más bajos. El auge de los países emergentes está transformando la economía mundo y, con ello, las relaciones políticas, económicas y militares entre el centro desarrollado y los países en desarrollo, lo que conlleva una serie de cambios y de nuevos desafíos mundiales.

En el plano militar, el poderío militar ya no asegura a los países desarrollados el uso exclusivo de las materias primas y fuentes energéticas, pues los países emergentes precisan también de las mismas y, en el actual estadio globalizado de la economía mundo, ya no es posible retornar al modelo del pasado de áreas exclusivas de influencia económica dominadas por los centros económicos desarrollados. El intento y fracaso en la primera década del presente siglo por parte de EEUU de dominar el Oriente Medio militarmente así lo demuestra.

El poderío militar genera gastos en los países desarrollados que ya no son compensados, como si lo eran con creces en el puro modelo neocolonial, aunque este cambio geopolítico no está siendo percibido con rapidez por la ciudadanía Occidental y sus representantes políticos, y siguen prefiriendo reducir gastos civiles y priorizar el gasto en reforzar la maquinaria militar de la OTAN cuando paradójicamente ya no existen bloques militares ni países a los que dominar, obligando a los países emergentes y poseedores de materias primas a responder a esa escalada militar.

Esta anacrónica visión militar del mundo de los países desarrollados, carente ya de fundamento político-económico, impide avanzar hacia políticas de desarme, cuando la Paz y el Desarme es la condición sine qua non para garantizar que se puedan implementar políticas universales de futuro basadas en la confianza entre naciones que podrían beneficiar tanto a los países en desarrollo como desarrollados.

La quiebra del modelo neocolonial está propiciando que progresivamente cientos de millones de personas estén accediendo a bienes de consumo, ello implica una fuerte demanda energética que, en el actual paradigma tecnológico para la transformación de la energía en trabajo productivo, se sustenta en un 80% en los combustibles fósiles. La fuerte demanda energética, que requiere el proceso productivo mundial, se desarrolla dentro de un sistema económico competencial globalizado lo que induce a que la transformación de la energía en trabajo productivo se realice mediante la externalización de costes, es decir, a través de emitir libremente a la atmósfera gases de efecto invernadero. Esta actividad no puede sustraerse a las reglas del mercado, pues, la no externalización supondría un encarecimiento de los costes de producción por parte de quien lo hiciera y, por lo tanto, una pérdida de la ventaja competencial en el mercado mundial, por ello, la emisión de gases de efecto invernadero proseguirá, a pesar del voluntarismo y buenas intenciones con las que se realizan las cumbres sobre el clima. 

Demanda global de energía

 

El freno al deterioro medioambiental solamente sería factible con un cambio radical en las reglas económicas que rigen la economía mundo pero, hasta ahora, por imposible, nadie ha planteado una cumbre para cambiar las mismas, porque los países en desarrollo no pueden renunciar a conseguir su prosperidad, ni los países desarrollados pueden reducir su consumo drásticamente. De continuar esta dinámica económica, con toda probabilidad, la emisión de gases de efecto invernadero proseguirá hasta el final de las actuales reservas probadas de combustibles fósiles que podrían agotarse en la segunda mitad del presente siglo y, puesto que, el CO2 es un gas de gran longevidad en la atmósfera, las reservas de combustibles fósiles actualmente bajo tierra serán externalizadas, pasando la concentración de CO2 en la atmósfera de las 280 ppm de la era preindustrial, y actual de 391 ppm, a una concentración de más de 600 ppm para finales del presente siglo, lo que implicaría el progresivo deshielo de las plataformas continentales heladas (Groenlandia y la Antártida) y el aumento dramático de la subida de los océanos.

Una vez que la humanidad ha emprendido el camino de un desarrollo económico generalizado, los desequilibrios de la economía mundo no van a ser posible abordarlos sino es desde una gobernanza mundial, lo cual demanda una transformación profunda del papel institucional que la ONU debiera cumplir. Las soluciones a la crisis económica, el desarme nuclear, y las medidas para abordar el cambio climático solo serán posibles cuando las naciones comprendan que en la confrontación no hay nada que ganar y mucho que perder, y que la colaboración es el camino.

Si bien los países en desarrollo demandan un mayor protagonismo en la toma de decisiones efectivas de la ONU, el problema de fondo radica en que no será posible avanzar en una reforma de la ONU en favor de una mayor democratización de la misma y de una ampliación de sus competencias legales supranacionales mientras no surjan con fuerza organizaciones regionales de naciones en los países en desarrollo que, desde su probada eficacia política en sus ámbitos respectivos, demanden tales cambios; es éste un paso necesario, pues solamente la fortaleza de tales organizaciones permitirá unir esfuerzos para una reforma global de la ONU.

El avance hacia una nueva civilización mundial basada en la colaboración entre naciones, la inclusión socioeconómica, el reparto del tiempo de trabajo y respetuosa con el medio ambiente donde se alcancen las condiciones para la libertad y fraternidad de todos los seres humanos en armonía con la naturaleza, no es solo un ideal, es una necesidad para impedir que triunfe la barbarie del armamentismo, la exclusión social, el desempleo y el caos medioambiental.

 

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