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Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


11/05/2012

NOTICIA. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, afirmó en el diario "Rheinische Post" que "En los últimos dos años aprendimos mucho y creamos mecanismos de defensa. Los peligros de contagio de la situación de Grecia a otros países son menores y la eurozona en conjunto se volvió más resistente".

 

La fe en el credo neoliberal

La fe, puede tener muchas facetas, se puede tener fe en conseguir un objetivo como escalar una montaña o ganar una batalla, en esta situación la fe es un impulso vital que hace perseverar en la lucha hasta conseguir el objetivo o fracasar en el intento, pero en todo momento la fe se sustenta en elementos racionales, el montañero prepara su equipo de montaña y diseña la ruta; en la batalla el general desarrolla las estrategias según los medios que dispone.

La fe sin bases racionales, no se puede aplicar a las cosas materiales, solo sirve como creencia de quien considera que la misma le sirve a su legítimo mundo espiritual, pero cuando esta fe ciega guía las acciones prácticas, las mismas son erráticas por carecer de fundamentos científicos sobre los que planificar el alcance de los objetivos propuestos.

El liberalismo económico tuvo su éxito durante el siglo XIX hasta convertirse en una doctrina en la que los conceptos: del libre mercado; la propiedad privada, y la neutralidad del Estado en la marcha de los asuntos económicos, quedaron establecidos como dogmas incuestionables para alcanzar el progreso económico de las naciones. La fe en el credo liberal se instaló en el mundo occidental desde los inicios de la revolución industrial y duró hasta la crisis económica de 1929. Esta crisis acabó con los dogmas liberales al demostrarse en la práctica que la autorregulación de la economía, basada en sus propias leyes de mercado, era una falacia. Tras esa crisis los Estados estatalizaron sus economías, en Alemania se hizo bajo el Nacional socialismo de los nazis y en Italia y España con el fascismo con el apoyo explícito de las oligarquías económicas dominantes. En el otro extremo del espectro ideológico la estatalización de la economía ya se venía produciendo en Rusia desde el ascenso de los bolcheviques al poder, pero desplazando del poder a las elites que habían sido dominantes hasta entonces.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la economía de los países occidentales mantuvo un alto grado de estatalización basada en el control por el Estado de los sectores económicos más importantes y del grueso de las finanzas. Éste, fue el modelo Keynesiano o también denominado capitalismo monopolista de Estado, y bajo el que se desarrolló en la Europa Occidental, debido al impulso de las fuerzas sindicales, el Estado del Bienestar con una amplia cobertura de servicios sociales para la población.

La crisis de 1973 cuestionaría este modelo y de nuevo se fueron imponiendo las tesis de la doctrina liberal. Los Estados de los países desarrollados comenzaron a vender sus activos, aunque preservando las coberturas sociales; el libre mercado se expandió rápidamente en un impulso globalizador como nunca había existido. El hundimiento de la URSS en 1991 y la aplicación de los principios económicos liberales para privatizar su estatalizada economía dieron un fuerte impulso a los dogmas liberales. Esta segunda reedición del liberalismo económico vino a definirse como neoliberalismo.

Los partidos políticos occidentales que ampararon este modelo económico neoliberal de privatizaciones, liderados por la derecha con Thatcher en Gran Bretaña y Reagan en EEUU y, en algunos países como España, por la socialdemocracia con el líder socialista Felipe González, tuvieron la aceptación de la mayoría de la población, de tal manera que los dogmas neoliberales con diferentes matices según la circunstancias forman parte del ideario político tanto de los partidos de la derecha como de la socialdemocracia.

No obstante, aunque el mundo, desde la crisis de 1929, debido a la globalización económica y a los procesos de descolonización (prácticamente ya concluidos desde su apogeo tras la Segunda Guerra Mundial), ha cambiado mucho, la crisis financiera iniciada en el 2008 tiene ciertas similitudes con aquella de 1929. Tras cuatro años de iniciada la crisis en el 2008 se está demostrando que el mercado por si mismo es incapaz de autorregular el funcionamiento económico mundial. Las reglas del mercado que se mostraron exitosas entre 1973 y el 2008, ahora no funcionan como fundamento para promover el crecimiento económico.

Pero la fe existente en las instancias económicas rectoras de los países desarrollados de que sí volverán a funcionar les está llevando a adoptar políticas económicas defensivas de ajuste fiscal a la espera de que el mercado autorregule de nuevo la economía y los países desarrollados vuelvan a la senda del crecimiento. En esta prolongada espera se están produciendo movimientos que afectan al terreno social, político y económico.

En el terreno social, y como consecuencia del ajuste de las cuentas fiscales que exige el dogma neoliberal, se está produciendo un deterioro progresivo de los servicios sociales en los países desarrollados.

En el terreno político, los partidos de la derecha, socialdemócratas o afines, apegados doctrinariamente al credo neoliberal están experimentado, haya donde gobiernan, una acentuada desafección de sus votantes.

En el terreno económico se está produciendo un proceso de concentración de capital, particularmente de las finanzas mundiales, ante la falta de negocio de las entidades financieras menos solventes por no haber crecimiento económico.

Hasta ahora, solamente en los países emergentes se están cuestionando los dogmas neoliberales, en Brasil y la mayoría de los países que componen la UNASUR por la amarga experiencia de las últimas décadas de neoliberalismo económico que provocó la exclusión social de amplias mayorías de población; en Rusia por el desastroso proceso de privatizaciones de los años noventa, del que Rusia todavía se está rehaciendo; en China porque los principios económicos de socialismo de mercado impulsados por el PCCh establecen el mercado como un complemento del modelo socialista para el desarrollo de las fuerzas productivas. Estas economías tienen fe en su desarrollo, pero los instrumentos para el mismo se pretenden aplicar sin fundamentalismos doctrinarios económicos, adoptando los métodos económicos más propicios para ello, sin obviar el mercado pero sin estigmatizar tampoco el papel del Estado en la planificación económica. Son modelos económicos nacidos de la experiencia y de la interpretación científica de la realidad al servicio de la ciudadanía.

A diferencia, los países altamente desarrollados, particularmente los europeos siguen apegados a una vieja doctrina neoliberal que se muestra fallida. Su fe en la misma, es la fe ciega sin fundamentos científicos de creer en lo que no se ve. Fe alimentada interesadamente por una oligarquía financiera Occidental de la que depende su existencia como grupo de poder independiente del Estado, el cual, lo instrumentalizan cuando les interesa de la mano de los partidos políticos afines a sus intereses, como ocurrió con los planes de rescate financiero con el dinero aportado por los contribuyentes para evitar su bancarrota. Para mantener esta fe en su credo entre la ciudadanía, desde que comenzó la crisis financiera en el 2008, sistemáticamente se viene anunciando por las altas instancias económicas Occidentales el año de la recuperación, primero se estimó para el 2011, luego, para el 2012, ahora para el 2013 y así se seguirá con la fe ciega puesta en el credo neoliberal de que el mercado terminará autorregulándose y volverá el crecimiento.

La práctica como único criterio de verdad, determinará en los próximos años la verdad o la falacia de este credo. Todo parece indicar que el mercado no se autorregulará por si mismo y la crisis de falta de crecimiento económico en la mayoría de los países occidentales continuará, y esa realidad necesariamente traerá en la percepción de la ciudadanía occidental cambios políticos. Esperemos que tanto en la UE como en EEUU no sea la extrema derecha, como pasó tras la crisis de 1929, quien sea la beneficiada de estos cambios políticos, pues de ser así, el mundo, a pesar del creciente peso de las economías emergentes, se volverá mucho más complicado.

 

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