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Artículos de Opinión
Una
visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la
integración económica mundial y la armonía con el medioambiente
Autor
Javier Colomo Ugarte
Ocubre 2012

El declive europeo
El declive europeo como
fortaleza económica y cultural en el mundo es un hecho no sólo evidente sino que
en el contexto de transformaciones mundiales aparece ya como irreversible. A
diferencia de otros momentos críticos de Europa en la historia contemporánea,
donde se rehacía por ser el centro económico político y tecnológico mundial,
ahora ya no lo es, y aunque el declive europeo no sucederá de forma brusca, como
aconteció con el imperio soviético, el declive es progresivo y continuará
durante el próximo devenir histórico.
La naturaleza de este declive
tiene que ver con la crisis económica y con la posición de los países de la UE
en sus relaciones con el resto del mundo. Con relación a la crisis económica los
factores más importantes que inciden en su declive son:
. El enfoque generalizado de considerar la crisis económica como cíclica y no
estructural, lo que está impulsando a persistir en políticas de ajuste, a la
espera de un supuesto resurgir espontáneo de la demanda económica que devuelva a
la senda del crecimiento a la estancada economía europea.
. La prevalencia a ultranza de los intereses de los grupos financieros más
poderosos, que la larga atonía económica, está obligándoles, debido a la falta
de negocio, a una reestructuración financiera basada en el adelgazamiento y
concentración del sector financiero, en la que deberán ser liquidados los
activos y grupos financieros más débiles.
. El hecho de que la crisis económica no esté afectando por igual a los países
del Centro y Norte de Europa, de los del Sur y Este, lo que está acentuando las
disensiones de la ciudadanía entre lo diferentes países y regiones europeas para
abordar la crisis a la hora de que los países con más recursos, financien las
deudas soberanas de los países más insolventes.
. La progresiva exclusión de amplios sectores de población de la economía, que
tiene su expresión en el aumento del desempleo y la desatención de los sectores
más desfavorecidos de la sociedad como inmigrantes, jóvenes o ancianos, lo que
lleva a acentuar la marginalidad e inevitablemente a la formación de un sector
informal como forma de supervivencia, particularmente en los países con mayor
incidencia del desempleo y debilidad en sus cuentas públicas.
Los políticos y financieros
anclados a las recetas neoliberales, de un ciclo económico que acabó en el 2008,
no tienen más opción que prestar la máxima prioridad al ajuste de sus cuentas
con la sencilla lógica de reducir gastos y aumentar ingresos. Esta lógica
contable -considerada inevitable-, en las economías sin crecimiento económico
lleva a que nunca cuadren las cuentas, pues las políticas de aumento de ingresos
no provienen del crecimiento del PIB sino de exprimir el existente a través del
aumento de impuestos, con ello, la actividad económica decrece y los ingresos
también. En esta perversa lógica económicamente involucionista, quienes prestan
a los Estados más insolventes ven progresivamente un mayor riesgo a su inversión
y ante el mismo aumentan los intereses de sus préstamos. La reducción de
intereses, solamente sería posible con una mutualización de la deuda europea, de
tal manera que los países más poderosos pagasen de sus impuestos las deudas de
los países menos solventes, pero los ciudadanos de estos países se niegan a ello
pues temen hundirse con los países insolventes. La UE camina así hacia una
periferia en los países del sur con economías devastadas debido a la quiebra del
sector de la construcción, uno de los principales pilares de su estructura
económica, mientras que el centro y norte europeo, se mantienen debido a un
sector exportador competitivo como es el caso de Alemania. En esta deriva
económica la lucha entre grupos financieros por sobrevivir tiene paralizada la
actividad financiera, imponiéndose lentamente una reestructuración donde los
grupos financieros locales de los países como España, Portugal, Italia, Grecia e
Irlanda serán absorbidos por los grupos europeos más fuertes.
La UE representa por PIB el
mayor potencial económico del mundo, por ello, el desgaste económico a la que
está sometida la UE tiene mucho recorrido, pero no tiene solución. La falta de
la misma viene determinada porque bajo una misma moneda como es el Euro, no
existen soluciones nacionales a la crisis, pero la profunda división existente
entre países impide, a su vez, que existan soluciones europeas. Los políticos y
economistas europeos, atrapados en la ensoñación de vivir en un ciclo económico
bajista que acabará, tal vez, para algunos en el 2014 o 2015, siguen aferrados a
las políticas económicas cortoplacistas, con la fe puesta en el credo neoliberal
por la que la mano invisible de la economía traerá la fase alcista del ciclo
económico. Evidentemente a la crisis le faltan todavía años, tal vez una década,
para mostrar la falacia de esta ilusión, para entonces es muy probable que
Europa en un mundo en transformación, particularmente por los países emergentes,
estará relegada de su lugar prominente en el mundo.
En lo que se refiere a su
política internacional los factores más importantes que inciden en su declive
son:
. Los países de la UE, aunque en las relaciones internacionales que mantienen
con el resto del mundo no se diferencian sustancialmente, no tienen propiamente
una política internacional única, debido a que cada país mantiene sus relaciones
exteriores como nación.
. En esta situación, EEUU se ha convertido en el gran armonizador y unificador
de la política internacional de la UE, de tal manera que todos los países de la
UE aplican una política seguidista de EEUU. Si en la invasión de Irak, surgieron
diferencias de Alemania y Francia con EEUU, estas ya han sido superadas y EEUU
lidera las relaciones exteriores de todo el mundo Occidental, Japón, Corea del
Sur y las monarquías árabes del golfo pérsico.
Esta actitud de la UE
seguidista de EEUU le lleva a la UE a practicar una política de relaciones
hegemónicas con el resto del mundo, impuesta por la doctrina de EEUU, pero a su
vez EEUU instrumentaliza a países de la UE para que ejerzan de punta de lanza en
estas relaciones de supremacía mundial, por ejemplo, instrumentaliza a España
contra los gobiernos de izquierdas en Latinoamérica, como lo fue en el pasado en
el reconocimiento en el 2002 del golpe de Estado en Venezuela. En el caso de
Alemania ha conseguido que este país haya abandonado su tradición de no
implicarse en guerras, y lo haya hecho de forma muy activa en la guerra de
ocupación de Afganistán. Esta política de sumisión de la UE a los dictados
internacionales de EEUU, le está trayendo más problemas que beneficios, por
ejemplo, en sus relaciones con Latinoamérica la UE no es capaz de ganarse la
confianza de los países latinoamericanos, de tal manera que el vacío comercial
dejado por EEUU, como consecuencia de la desconfianza que ese país suscita en la
región por sus permanentes intromisiones políticas, no lo está sustituyendo la
UE, sino que lo están haciendo China y Rusia.
Tal vez la UE debiera
preguntarse por qué el lema de la reciente cumbre en Lima de los Países de
América del Sur y Países Árabes (ASPA) fue: “Una Cultura de Paz,
Inclusión y Desarrollo”, y por qué uno de los puntos aprobados en esta
cumbre fue: “la necesidad de respetar el Derecho Internacional y la Carta de
las Naciones Unidas” como reivindicación frente a quienes desde su
superioridad militar amenazan a otros países, pues la política de amenazas
contraviene los principios de la ONU, siendo una práctica muy extendida en los
países de la OTAN e Israel. Por ello, ¿cómo va a ganar la UE la confianza de los
países en desarrollo cuando, siguiendo a EEUU, se enfrenta a sus demandas de
Paz, a través de la amenaza, bloqueos o sanciones unilaterales cuando no se
subordinan a la hegemonía política Occidental?
La UE tendría que hacer una
profunda reflexión sobre cual debe ser su papel en el Mundo en las próximas
décadas, y que proyecto económico y político pretende construir. Objetivamente
en el actual mundo en transformación, debiera promover un proyecto europeo
integrador en el ámbito europeo e integrador con los países en desarrollo,
favoreciendo el desarrollo inclusivo, que en la UE, pasa por repartir la riqueza
y el trabajo para que todo los ciudadanos que quieran trabajar puedan hacerlo,
restaurando las prestaciones sociales anteriores a la crisis. Ello es posible,
pues, la UE en su conjunto tiene grandes ventajas en productividad e innovación.
Por otra parte, se precisan cambios que la doten de resortes financieros
públicos para poder planificar sus actividades económicas por encima de las
turbulencias del libre mercado, aunque éste juegue un papel importante. Y
precisa de una política internacional independiente sustentada en el respeto a
los principios fundacionales de la ONU, en una relación armoniosa entre naciones
donde se debata sinceramente sobre los valores culturales de unas y otras, pero
donde la política de injerencias y amenazas esté descartada. Todo ello
permitiría a la UE ubicarse en un mundo en el que, aunque solo representa el
siete por ciento de la población mundial, podría contribuir a través de una
política de integración económica y política mundial a que la humanidad alcance
la prosperidad y la libertad, ambas estrechamente interrelacionadas.
Pero todo esto es también un
sueño, porque en la UE, los intereses creados de los grupos financieros y las
divisiones entre naciones y ciudadanías son predominantes, y porque la cultura
de su pasado imperialista sigue predominando en las relaciones internacionales,
aunque en las mismas solo sea un peón de EEUU, y éstas son tendencias dominantes
que irán desubicando progresivamente a la UE en el mundo del futuro.
La UE no puede contribuir a
transformar el mundo porque no puede transformarse a si misma. Otros
actores, particularmente los países emergentes, serán los que lideren las
aspiraciones de la mayoría de la humanidad de alcanzar la prosperidad, la paz y
la libertad para construir su futuro.
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Javier Colomo Ugarte
Doctor en Geografía e Historia
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