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Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

Enero 2015


El 70º aniversario de la finalización de la II Guerra Mundial y el revisionismo histórico

 

El 27/02/2015, la Asamblea General de la ONU, en la 69ª sesión, acordó la conmemoración del 70º aniversario de la finalización de la II Guerra Mundial. La resolución fue adoptada de forma unánime por los 193 miembros de la ONU. En la resolución  se incorpora el compromiso de realizar una conferencia en la segunda semana de mayo de 2015 en recuerdo de las víctimas de la guerra, y se insta a todos los países a que exploren medidas eficientes para mantener la paz y la seguridad internacionales.

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El año 2015 se cumplen setenta años del final de la Segunda Guerra Mundial y de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas. La conmemoración de estos acontecimientos históricos en el año 2015 se realiza en un contexto en la que algunos países pretenden ofrecer una reinterpretación de los hechos que ocasionaron la mayor tragedia conocida en la historia de la humanidad y de los principios que inspiraron la fundación de la ONU para asegurar que el género humano nunca más pueda sufrir el horror de otra guerra mundial.

China y Rusia, las dos naciones que más sufrieron las consecuencias de la guerra de agresión del eje fascista formado por Alemania, Japón e Italia, se han puesto de acuerdo en realizar una solemne conmemoración que tendrá lugar en la fechas en las que el ejército alemán y japonés capitularon ante las naciones vencedoras: el 7 -8 de-9 mayo en las que se rendiría el ejército alemán, y el 2 de septiembre el ejército japonés. Esta conmemoración cobra especial relevancia en estas naciones para mantener viva la memoria de todas las victimas y reafirmar los principios fundacionales de la ONU frente al revisionismo histórico que dirigentes de Japón y de países del este europeo, principalmente de Polonia y Ucrania, pretenden realizar de los hechos históricos.

El revisionismo histórico por parte de Japón, tiene que ver con su nueva interpretación de la agresión que el ejército de Japón realizó contra las naciones del Oriente Asiático: modificando sus libros de texto educativos para la ocultación o negación histórica de su cruel pasado de agresión imperialista en Asia; con las visitas del primer ministro japonés, Shinzo Abe, al tristemente famoso santuario de Yasukuni en el cual se honra a 14 criminales de guerra de “Clase A” de la Segunda Guerra Mundial condenados en los denominados juicios de Tokio equivalentes a los de Nuremberg en Alemania, y la revisión emprendida de su constitución pacifista para cambiar el estatus de sus fuerzas armadas de autodefensa para rearmarse de nuevo. El negacionismo de las atrocidades cometidas por el ejército imperial japonés en China tuvo su más claro exponente en la reciente publicación en el diario derechista el Sankei Shimbun de varios reportajes con el titulo "Una ciudad vacía sin ejército o residentes", "Ni personas, ni masacre”, en los que se negaba la masacre de Nanking del 13 de diciembre de 1937 en la que fueron asesinados más de 300.000 civiles por las fuerzas de ocupación japonesas.

En Europa del Este, los actuales dirigentes políticos de Polonia y Ucrania están empeñados también en el revisionismo histórico para devaluar la contribución decisiva del Ejército Rojo Soviético en la victoria sobre la Alemania Nazi. Recientemente, en la conmemoración del 70º aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, el ministro polaco de Exteriores, Grzegorz Schetyna manipuló la liberación del mismo atribuyéndolo a  las tropas ucranianas, cuando fue el esfuerzo mancomunado del Ejército Rojo que incluía a rusos, ucranianos, chechenos, tártatos, georgianos..., quien liberó Auschwitz. En el mismo mes de enero, el primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, durante una visita a Berlín en una entrevista con la cadena ARD, afirmó que “fue la URSS la que invadió Alemania en su ofensiva por derrotar al ejército alemán”.

Con estas afirmaciones tanto Schetyna como Yatseniuk, presentan la lucha de la URSS contra el ejército nazi con la lógica de que Rusia atacó a la "pacífica" Alemania a Polonia y Ucrania sin importar por quien estaban ocupadas; aunque paradójicamente, ambas declaraciones de estos políticos ultraderechistas son contradictorias pues, por ejemplo, quienes pusieron la bandera soviética sobre el Reichstag fueron: Melitón Kantaria, Mijaíl Yegórov y Alexéi Berest de nacionalidad georgiana y ucraniana, así que toda la responsabilidad de la “ocupación de Alemania”(según Yatseniuk) la debe asumir no solamente Rusia, sino también Georgia y Ucrania.

Estos políticos no tienen reparos en manipular el recuerdo de los soldados del Ejército Rojo, compuesto por personas de diferentes nacionalidades, cuando, para la memoria de las víctimas no hay nada más ignominioso que estos macabros juegos sobre los huesos de la historia, para alimentar una visión histórica que se degrada hasta volverse en ultranacionalismo con rasgos filofascistas, una ideología que ha pasado a ser el soporte de los actuales dirigentes ucranianos tras el golpe constitucional en febrero del 2014.

Victoria sobe el nazismo

Tras setenta años los cambios históricos no debieran empañar la memoria de las victimas y la contribución de quienes dieron su vida por derrotar al fascismo, una memoria que está escrita con datos objetivos de las victimas de la guerra, que suman más de cincuenta y cinco millones de muertos entre civiles y militares. Los países con más victimas civiles fueron Rusia con siete millones; China 5,4 millones, Polonia 4,2 millones, y Alemania con 3,8 millones. Los soldados estimados muertos en combate fueron: 13,6 millones de rusos; 6,4 millones de chinos; 4 millones de alemanes; 1,2 millones de japoneses; 400.000 británicos; 400.000 italianos, y 300.000 estadounidenses*. En la conflagración militar Rusia tuvo casi tantas bajas militares como las del resto de países juntos. Este acontecimiento marco para siempre la conciencia del pueblo ruso, pues prácticamente todas las familias rusas tienen antepasados muertos en la lucha contra el nazismo.

No obstante, a pesar de la contundencia de los datos, en Occidente, en setenta años de desinformación, ha ido cambiando la percepción que de la Segunda Guerra Mundial tiene la mayoría de su ciudadanía. Según un estudio realizado por el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP), en Francia en mayo de 1945, el 57% de la población francesa consideraba a la URSS como la principal fuerza que contribuyó a la derrota del nazismo, y el 20% lo atribuía a EEUU, mientras que en el sondeo realizado en junio de 2004, el 58% consideraba a EEUU como la principal fuerza en la derrota del nazismo y solo el 20% consideraba que había sido la URSS. Esta contradicción entre los datos de las victimas y soldados que contribuyeron con su vida a la derrota nazi y la actual percepción occidental sobre las naciones que soportaron el peso de la guerra es fruto de un calculado esfuerzo mediático por rescribir la historia.

 

Los principios de fundación de la ONU basados en el respeto entre naciones y el derecho a su autodeterminación se instauraron como dramático resultado de la guerra. Con posterioridad parecían que iban a regir los destinos de la humanidad, pero la Guerra Fría los convertiría en gran medida en papel mojado al predominar la lucha interimperialista por la hegemonía mundial entre los principales triunfadores sobre el fascismo: EEUU y la URSS. La guerra de ocupación de Vietnam por EEUU y la guerra de ocupación de Afganistán por la URSS constituirían la mayor vulneración de la carta de la ONU en ese periodo, en el caso de EEUU en nombre de la "democracia" y en el de la URSS del "socialismo". Tras la desaparición de la URSS, las ambiciones hegemónicas de EEUU han continuado y son la principal causa de vulneración de los principios fundacionales de la ONU, habiendo sido en el presente siglo la invasión de Irak por esta potencia el mayor ataque a los principios de la ONU. En la actualidad, aunque  la ONU requiere una reforma organizativa que tenga en cuenta a las nuevas naciones como la India surgidas tras los procesos de descolonización, los principios fundacionales son un logro de la humanidad que deben prevalecer.

La naturaleza imperialista de las naciones es la antítesis del valor de la paz. En el pasado el Nazismo fue un régimen detestable no solamente por su naturaleza racista y genocida, sino por su naturaleza imperialista que al igual que al imperio japonés les llevó a desatar las guerras de agresión contra otros países. Los regímenes del eje fascista (Alemania, Italia, Japón) no hubieran sido tan dañinos si se hubieran circunscrito al ámbito de sus fronteras nacionales, lo que les hizo particularmente crueles fue su naturaleza imperialista. Cuando se desató la Primera Guerra Mundial no existía el fascismo, sin embargo, las ambiciones imperialistas de dominio de unas naciones sobre otras les llevó a la confrontación y a una cruenta guerra.

El imperialismo revestido bajo diferentes formas es el principal enemigo de la paz, y frente a los valores de la hegemonía justificados actualmente en base a una supuesta excepcionalidad estadounidense para regir los destinos del mundo, solo cabe oponer con fuerza los valores fundacionales de la ONU de respeto y autodeterminación de las naciones.

La revisión histórica que algunos países pretenden realizar como son los casos más claros de Japón, Polonia y Ucrania, se sustentan en partidos políticos ultranacionalistas y xenófobos. EEUU puede contemporizar con los mismos porque sabe que están bajo su tutela, e incluso los instrumentaliza para conseguir sus objetivos hegemónicos, pero lo acontecido en el Oriente Medio con la formación de un califato jihadista en territorios de Irak y Siria es una lección que EEUU y sus aliados debieran tener en cuenta, pues, en la guerra en Siria han venido apoyando a los insurgentes venidos de diferentes países que luego pasaron a formar parte del EI, y ahora esta organización se ha convertido en una fuerza genocida fuera de control que atenta contra todos los valores humanos, y a la que se ven obligados a hacerle frente.

Las ambiciones hegemónicas deben ser combatidas desde la defensa de los valores fundacionales de la ONU y el apego, sin revisionismos, a los hechos históricos que los inspiraron. Una defensa que debe ser genuina en las ideas y en la práctica. En el 70º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, las dos naciones que más padecieron la agresión de las fuerzas fascistas: China y Rusia, son ahora las más comprometidas con los valores del multilateralismo, con lo que su influencia en las naciones en desarrollo que precisan de la paz y la no injerencia para construir su prosperidad, seguirá aumentando.

 

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Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

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