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Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

Diciembre 2013


Rusia en el mundo actual

 

El 12/12/2013 en el XX aniversario de la constitución de Rusia, Vladímir Putin pronunció el discurso anual presidencial sobre la política de Rusia ante las dos cámaras del parlamento ruso. El discurso tuvo lugar en la Sala de San Jorge del Kremlin ante los senadores del Consejo de la Federación (cámara alta), los diputados de la Duma de Estado (cámara baja), miembros del Gobierno, magistrados del Tribunal Constitucional, Corte Suprema y Tribunal de Apelaciones, el cuerpo de gobernadores, los presidentes de las asambleas legislativas de los entes federados, los líderes religiosos, personalidades sociales y jefes de los medios de prensa. En su alocución Putin realizó un repaso de las prioridades nacionales de Rusia y expuso la doctrina de su política internacional.

 

Con relación a las prioridades internas, en el campo económico destacó la necesidad de Rusia de mejorar su productividad; en el institucional la adecuación de la constitución al cambio de los tiempos; en el militar continuar con la modernización de las fuerzas armadas; en el social alcanzar la meta de una seguridad social médica universal, el desarrollo de la convivencia pacífica entre las distintas etnias y religiones y revitalizar la natalidad, la cual, después de 22 años ha superado en el presente año a la mortalidad.

En el capítulo Internacional Putin sentó la doctrina de Rusia en la relación con el resto de naciones, una doctrina que ya ha venido siendo práctica de la diplomacia rusa pero, que en este caso, tuvo especial relevancia porque expuso los fundamentos teóricos de la misma, que se pueden resumir en algunas frases textuales del discurso.“Siempre nos hemos sentido orgullosos de nuestro país pero no aspiramos al título de superpotencia, entendiendo por tal la pretensión a la hegemonía global o regional. No atentamos contra intereses ajenos, ni imponemos nuestro patrocinio, ni aleccionamos a nadie sobre cómo deberían vivir”. “Que nadie se haga ilusiones con respecto a la posibilidad de lograr superioridad militar sobre Rusia. Nunca lo toleraremos. Rusia responderá a todos estos retos, políticos y tecnológicos. Tenemos el potencial necesario para ello”.

Putin resaltó la necesidad de defender la ley internacional, abogar por el respeto a la soberanía nacional, la independencia y la singularidad de los pueblos. Asimismo, aseguró que Rusia quiere respetar la soberanía y la estabilidad de otros países. Subrayó el papel de la negociación frente a la guerra como solución a los problemas, la cual se ha demostrado como inútil para conseguir la paz y estabilidad regionales en Oriente Medio y el Norte de África y solo han sembrado caos y destrucción, por el contrario resaltó el valor de la negociación en la solución de las crisis regionales, señalando el caso de Siria en el que la diplomacia consiguió evitar una guerra regional, y en el caso de Irán es la que está marcando el camino para solucionar el contencioso nuclear con esa nación. El resumen de la doctrina internacional expuesta por Putin se puede sintetizar en una frase:

Rusia no aspira a ser superpotencia ni enseñar a otros cómo vivir

 

Rusia está experimentando una profunda transformación desde la extinta URSS. En el periodo del régimen soviético de 1945 a 1989, Rusia aspiraba a ser una superpotencia mundial en la que el modelo soviético debería regir el mundo y en el que Rusia sería su Centro Rector. Rusia se apegó a su antigua tradición imperial sometiendo a su rectoría a los países del Este Europeo y reprimió sus protestas soberanistas, pretendió someter a su tutela a China en los años sesenta, e invadió en 1979 Afganistán en una guerra que se prolongaría durante diez años. En ese periodo:

Rusia aspiraba a ser superpotencia mundial y enseñar a otros cómo vivir

 

Tras la desaparición de la URSS, Rusia transitó durante los años noventa un periodo difícil, su economía sufrió un desplome por la anarquía de las privatizaciones, su territorio entró en un proceso político de disgregación en la que los mandatarios regionales dictaban las leyes, las condiciones de vida de gran parte de la población se deterioraron, la expectativa de vida se situó por debajo de los 65 años y la natalidad cayó bruscamente. Iniciado el siglo XXI Rusia fue recuperando su economía y fortaleciendo el Estado, si bien, la economía rusa, desconexionada durante setenta años del mundo capitalista y liberal, ha tenido que experimentar ajustes para poder integrarse en el espacio económico global, de tal manera que no accedería a la OMC hasta el 2012.

En el ámbito internacional, desde la extinta URSS, Rusia ha pasado por tres etapas. La primera en la década de los noventa, en la que Rusia desapareció de la escena internacional, su debilidad económica interna y la falta de liderazgo político le situó en una actitud seguidista de las iniciativas occidentales. Desde comienzos del siglo XXI hasta la crisis del 2008, la bonanza económica le llevó en el área internacional a sumarse al club del G7 formándose el G8, para Rusia su aspiración era formar parte del Centro del Sistema Económico Mundial. No obstante, tras la crisis del 2008, el impasse económico occidental y la emergencia económica de otras naciones, le está permitiendo entrar en una tercera etapa como una potencia emergente internacional en la que está definiendo su papel en el mundo.

Rusia está en el G8 y a la vez forma del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), pero paradójicamente los siete socios con el que comparte el G8, en la medida que Rusia ha aumentado su fortaleza económica e internacional no dejan de acosarla expandiendo la OTAN hacia sus fronteras, y han cambiado su discurso respecto a su visión de Rusia. La Rusia blanda y dócil de Yeltsin, que tanto agradaba a Occidente, al ganar Rusia en fortaleza política y económica, sin haber cambiado Rusia de constitución, ha pasado para los medios occidentales de ser considerada una democracia a presentarla como  un país totalitario.

El centro económico mundial se está desplazando a la región de Asia-Pacifico, la emergencia económica de China está permitiendo reordenar todo el espacio asiático y, si bien, Rusia tiene la mayoría de la población en su parte europea, la mayor parte de su territorio se sitúa en Asia. La Unión Aduanera conformada por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán y su pertenencia a la OCS le abre las puertas hacia su parte Oriental. Su política internacional basada en la preponderancia de la legalidad internacional, coincide con la de China basada en los cinco principios de la coexistencia pacífica, la de los países BRICS y la de los nuevos gobiernos de izquierda en Latinoamérica basada en el respeto entre naciones.

La doctrina de Rusia en sus relaciones internacionales de no aspirar a ser superpotencia ni enseñar a otros cómo vivir, y de resolver los problemas internacionales a través de la diplomacia, rompe con el pasado de la URSS y le sitúa en la corriente predominante en los países en desarrollo donde vive la mayoría de la humanidad de quienes quieren transformar el mundo pacíficamente hacia un mayor entendimiento entre naciones. Rusia está en el mejor momento para encontrar su lugar en el mundo impulsando las relaciones con los países emergentes.

 

La otra gran potencia de la Guerra Fría, EEUU, al igual que la URSS “aspiraba a ser superpotencia mundial y enseñar a otros cómo vivir”, la diferencia con Rusia en la actualidad es que para EEUU y Occidente en general ese postulado no ha cambiado, EEUU aspira a seguir siendo una superpotencia y dictar al resto del mundo como vivir.

Esta concepción de que el mundo se rija por los estándares Occidentales ha llevado a desarrollar un entramado mediático y de instituciones no gubernamentales que continúan con el discurso de la Guerra Fría de exportar su visión a otras naciones.

EEUU se cree con capacidad para legislar para el resto del mundo, por ejemplo, recientemente la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos NSA declaró que el seguimiento que realiza a las llamadas hechas por teléfonos celulares en otros países está autorizado legalmente por una orden presidencial estadounidense, una injerencia que de realizarla el resto de países, el mundo se volvería ingobernable, a la vez que la misma supone un atentado mundial no solo a la privacidad sino a la libertad de expresión, pues obliga a los ciudadanos comprometidos políticamente al mayor recorte en su libertad de expresarse: la autocensura en sus comunicaciones, para evitar ser clasificados en los archivos de la NSA, sin embargo, para la organizaciones no gubernamentales que persisten en el discurso de la Guerra Fría, si bien critican la invasión de la privacidad, no consideran que EEUU con la vigilancia de la NSA atente mundialmente a la libertad de expresión.

Estas organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación recurren también a la inmoralidad de juzgar los Derechos Humanos circunscritos al ámbito de cada nación omitiendo el grado de vulneración de estos derechos de una nación fuera de sus fronteras. De está manera, por ejemplo, no figuran como vulneración de Derechos Humanos en el computo de EEUU los asesinatos y torturas de EEUU en los países invadidos. La propia ciudadanía occidental participa de esa concepción; recientemente en  Alemania un tribunal de la ciudad alemana de Bonn rechazó la demanda de indemnización presentada por familiares de los más de cien civiles afganos muertos en un ataque aéreo ordenado por un militar alemán en septiembre de 2009, sin que ello afecte a su consideración de ser un país respetuoso con los derechos humanos.

 

Intromisión o respeto dos concepciones que marcan el discurso de la política internacional, dos visiones globales para un mismo mundo. La intromisión forma parte del discurso hegemónico, el respeto forma parte del discurso de quienes entienden que cada pueblo debe encontrar su propio camino hacia el ideal de construir sociedades libres y con justicia social, y de que los graves problemas a los que se enfrenta la humanidad no se pueden solucionar desde la hegemonía y la guerra sino desde la colaboración de todas las naciones. Rusia apuesta por esta corriente de entendimiento internacional que es la que puede transformar el mundo hacia un nuevo paradigma de paz y desarrollo universal compartido.

 

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Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

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