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Artículos de Opinión

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Javier Colomo Ugarte

10/02/2013


La tercera etapa de la República Popular de China

 

Desde su proclamación en 1949 la Republica Popular de China, bajo el liderazgo del Partido Comunista de China (PCCh), se ha desarrollado en tres grandes etapas, marcadas por la situación interna, la internacional y la visión ideológica y política que el PCCh ha tenido de las mismas.

La primera, comprende el periodo desde su fundación (1949) hasta la celebración del XI Congreso del PCCh y el ascenso de Deng Xiaoping como líder nacional (1977-1978), etapa en la que la política de China tanto en el plano interno como internacional estuvo marcada por la inestabilidad.

La segunda etapa se inicia en 1977 -1978, hasta la crisis financiera internacional del 2008, periodo en el que la política interna e internacional estuvo caracterizada en general por el desarrollo económico y la estabilidad. 

La tercera etapa iniciada en el 2008 supuso el inicio de un cambio en el modelo de crecimiento de la economía China a través de impulsar el desarrollo interno, elevó la posición de China en el plano internacional y tras el XVIII congreso del PCCh se orienta hacia la construcción de una sociedad modestamente acomodada corrigiendo los grandes desequilibrios sociales generados por su rápido desarrollo económico, para lo cual, la paz mundial y la estabilidad interna son primordiales.

 

Primera etapa

La primera etapa tras la proclamación de la República Popular, debido al carácter revolucionario de la misma, China se adentró en un camino nuevo en la construcción de un modelo social, económico y político que, como tal, estuvo sujeto a distintas interpretaciones, con facciones políticas dentro y fuera del PCCh claramente enfrentadas, que desembocó en la Revolución Cultural (1966-1976) que se rigió por el dogma del igualitarismo pero sumió a China, entonces básicamente rural, en el estancamiento económico.

En esta etapa, en sus relaciones internacionales, China pasó de mantener una sólida alianza con la URSS en los primeros años de la revolución a romper sus lazos con el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y establecer relaciones diplomáticas con EEUU en los años setenta. Para los dirigentes chinos este cambio fue debido a la interpretación que hicieron de la degradación del PCUS como partido revolucionario por la burocratización y corrupción generalizada de sus miembros, así como por la acusación de la deriva imperialista de la URSS, expresada en su interés por tutelar a China, lo que en la interpretación de los dirigentes del PCCh hacía de China el principal país que mantenía la bandera del socialismo y el internacionalismo.

Segunda etapa

El XI congreso del PCCh en 1977 y el ascenso al poder de Deng Xiaoping en 1978, marcarían el nuevo rumbo de China tanto en el plano interno como en la política exterior abriéndose una segunda etapa.

En la política interna China abandonó el igualitarismo y el dogmatismo doctrinario de la “Revolución Cultural” e inició la política basada en la reforma y la apertura. La reforma implicaba una apuesta por el desarrollo de las fuerzas productivas a través de compaginar la planificación económica con la liberalización de la iniciativa privada, y la apertura suponía abrirse al resto de naciones del mundo e incorporar a China los conocimientos que habían propiciado el desarrollo de las naciones más avanzadas industrialmente.

La década de los ochenta sería crucial en la conformación de la nueva realidad internacional. China alejada de la URSS, basó su política exterior apegada a los cinco principios de la coexistencia pacífica, renunciando con la apertura al modelo propiciado por la URSS de desconexión del espacio socioeconómico socialista del mundo capitalista, que dividía el Mundo en dos ámbitos geopolíticos casi opacos entre sí, por una parte el COMECON liderado por la URSS y por otra el resto del mundo interconectado en las relaciones económicas.

La revolución socialista mundial dejaba de tener para China un polo de referencia, cada país debería ser protagonista de sus propias transformaciones políticas y económicas y basar sus relaciones en los principios de la coexistencia pacífica con todos los países del signo que fueran; la historia sería la que iría uniendo a las naciones que desde diferentes idearios aspiraban al mundo fraternal predicado como objetivo del comunismo. China sería respetuosa con todos los sistemas políticos del mundo, pidiendo para sí misma, el mismo reconocimiento.

Al final de los años ochenta los fatales pronósticos del PCCh sobre el PCUS se vieron cumplidos, la corrupción generalizada de funcionarios y el anquilosamiento del sistema económico soviético inmerso en una carrera armamentista con EEUU, originó que se formara una economía paralela de bienes de consumo detentada por oligarquías regionales. El final de la URSS fue el triunfo de esos grupos oligárquicos que desplazaron del poder a la burocracia estatal soviética. En el campo internacional, el alejamiento de China de la esfera de influencia de la URSS, la derrota en Afganistán y las revueltas en los países del este de Europa acabaron con la aspiración soviética de conformar un área de influencia exclusiva bajo la égida de Moscú. El auge y decadencia del PCUS fue una experiencia que el PCCh la ha tenido siempre presente.

El destino posterior del bloque soviético estuvo marcado por la emergencia de los nacionalismos instrumentalizados por las oligarquías regionales para asentar su poder económico en sus ámbitos respectivos. En el caso de Rusia, los intereses de las oligarquías regionales a favor de un modelo neoliberal con escasas regulaciones en el que aflorar legalmente sus negocios, la debilitaron como nación en la última década del siglo XX. Sería a partir del comienzo del siglo XXI cuando la reacción popular de las clases medias rusas representadas en Rusia Unida con su líder Putin a la cabeza, permitió abrir una etapa de consolidación de Rusia como una gran nación emergente sin aspiraciones hegemónicas que le está permitiendo articular el espacio económico possoviético, y ha llevado a que las relaciones entre China y Rusia sean para ambos países de interés fundamental superando así su pasado de confrontación.

El periodo de Reforma y Apertura en China iniciado en 1978 coincidió hasta el 2008 con el auge mundial del desarrollo neoliberal. Los países industrializados, particularmente EEUU, entendían que la estructura económica mundial se debía sustentar en el consumismo de la ciudadanía de los países desarrollados (un 15%- 20% de la población mundial), a la vez que mantenían el monopolio científico técnico de la producción mundial, mientras que el resto del mundo les serviría como suministradores de materias primas y mano de obra barata. En ese esquema neoliberal y neocolonial, China representaba para las multinacionales de los países industrializados un destino preferente, por disponer de mano de obra laboriosa, disciplinada y barata.

Los países industrializados comenzaron la deslocalización de la industria manufacturera, reservándose ellos la mano de obra cualificada y mejor remunerada que era a su vez la que articulaba la demanda económica efectiva mundial. En ese proceso deslocalizador China se convertiría en lo que ha llegado a denominarse la “fábrica del Mundo”. Gran parte de las plusvalías generadas por la mano de obra de China se transferirían en forma de grandes ganancias a los países desarrollados pero, a su vez, también China se benefició de la producción manufacturera, pues le permitió incorporar los procesos de producción de los países industrializados y pudo realizar, a través de los beneficios de la exportación, una ingente acumulación primaria de capital que le convertiría a principios del siglo XXI en la nación con mayor reservas de divisas del mundo. Todo ello y su propio impulso innovador científico-técnico le permitió a China dar el paso de ser un país agrario y manufacturero a situarse como un país entre los avanzados en ciencia y tecnología, logrando un impulso en el desarrollo económico como ninguna nación lo había hecho desde la Revolución Industrial en tampoco espacio de tiempo, convirtiéndose en el 2010 en la segunda economía del mundo.

En esta segunda etapa, China pasó de ser un país rural y encerrado en sus fronteras en 1978, a convertirse en el siglo XXI en la mayor economía de lo países en desarrollo y abierta al mundo.

Tercera etapa

La crisis económica mundial del 2008 situó a China en un momento crucial de su desarrollo económico, en los primeros meses del año 2009 debido a la caída de la demanda de los países desarrollados su industria manufacturera dependiente de los mismos se resintió de forma acusada, millones de trabajadores chinos pasaron en poco tiempo a engrosar las filas del desempleo, pero la reacción de las autoridades Chinas fue rápida. Apoyadas en su fuerte solvencia monetaria y los mecanismos de planificación estatales, implementaron un plan de estímulo económico interno que le está permitiendo a China sortear la crisis mundial, mientras que el mundo desarrollado sigue sumido en la incertidumbre de una crisis duradera.

Este diferente ritmo de transitar por la crisis está haciendo que la velocidad de China en su desarrollo económico sea superior al occidental; aunque considerando que Occidente inicio su desarrollo hace dos siglos y China lo inicio hace treinta años las diferencias son notables. China sigue siendo un país en desarrollo.

La crisis mundial está suponiendo para China un desafío por la necesidad de hacer frente a la crisis, y también una oportunidad porque sitúa a China en el reto de transformar su modelo de desarrollo económico con la promoción de sus capacidades internas, inaugurando un nueva etapa encaminada a la construcción de una sociedad modestamente acomodada cuyo objetivo se espera alcanzar en el centenario de la fundación del PCCh en 1921.

El hecho de que China se haya adentrado en un cambio de modelo de desarrollo le obliga a perfilar el mismo de forma integral, donde deberá tener en cuenta no solo la modernización de su economía basada en el estímulo del consumo interno, sino en el equilibrio entre desarrollo y el consumo energético para que el mismo sea respetuoso con el medio ambiente pero, sobre todo, tendrá que corregir los desequilibrios y malas prácticas administrativas adquiridas durante las tres últimas décadas como consecuencia de su rápido y singular crecimiento económico.

Entre los desequilibrios hay que situar las enormes diferencias en la distribución de la riqueza entre las zonas urbanas y las rurales, concentrándose en estas últimas el 45% de la población y donde todavía viven 128 millones de personas con un dólar de renta per cápita al día. En las zonas urbanas los desequilibrios socioeconómicos afectan a millones de inmigrantes que no tienen regularizada su situación.

Según los datos publicados por el Buró Nacional de Estadística de China el coeficiente de Gini, índice que aplicado a los ingresos de un país mide en una escala de 0 a 1 la disparidad de los mismos, (donde el 0 equivaldría a unos ingresos iguales de toda la población, y 1 que todos los ingresos se concentraran en un solo perceptor), fue del 0,474 en el año 2012; por encima del 0,4, que la ONU fija como límite abusivo de la desigualdad socioeconómica, y fuente de malestar social.

Con relación a las malas prácticas administrativas adquiridas en las últimas décadas, éstas tienen su expresión más acusada en el despilfarro en gastos superfluos y la corrupción política. Ambas cuestiones han venido propiciadas de la mano del modelo de desarrollo competitivo del mercado particularmente en las zonas urbanas, pero especialmente han sido favorecidas por la exaltación del enriquecimiento personal como un valor social positivo para estimular la liberación de las fuerzas del mercado, valores que, si bien desde las instancias del PCCh se promovió en el pasado como forma de desarrollar la iniciativa individual, se han convertido en la nueva etapa en un lastre dentro del objetivo de promover un modelo económico socialmente inclusivo y solidario.

Las estimaciones de Deng Xiaoping sobre el enriquecimiento de una parte de la población tal y como lo expresaba en la entrevista con Oriana Fallaci en agosto de 1980 se han visto claramente desbordadas:

Oriana Fallaci. Pregunta. La inversión privada. ¿No es un capitalismo en miniatura?

Deng Xiaoping. Respuesta. La absorción de capital extranjero y tecnología, e incluso permitir a los extranjeros el construir plantas en China sólo puede desempeñar un papel complementario a nuestro esfuerzo para desarrollar las fuerzas productivas en una sociedad socialista. Por supuesto, esto traerá algunas influencias propias de la decadencia capitalista en China. Somos conscientes de esta posibilidad, pero no es nada de temer.

El PCCh es un partido que cuenta en la actualidad con 82 millones de afiliados. En China existen además del PCCh ocho pequeños partidos legales que en total no suman un millón de afiliados, cooperando con el PCCh en la Asamblea Consultiva. Según estimaciones oficiales un 10% de la afiliación política con puestos de responsabilidad puede haber incurrido o estar inmersa en prácticas corruptas. La percepción de la ciudadanía sobre los casos de corrupción también es alta como se muestra en las reiteradas denuncias y críticas en las redes sociales de China entre las que la red más popular de China Sina Weibo, contaba en el 2012 con más de 500 millones se subscriptores .

El VXIII congreso del PCCh celebrado en noviembre del 2012 además de definir de forma integral el nuevo modelo de desarrollo en el que se adentra China se ha propuesto atajar los desequilibrios sociales y las malas prácticas administrativas. Xi Jinping, en un artículo publicado en la revista del PCCh Qiushi (buscando la verdad: 求是) resaltaba la pureza del PCCh como la base sobre la que construir una militancia sana, advirtiendo de que la decadencia del PCCh y alejamiento de las población podía arruinar a China y la causa socialista.

Si bien, a diferencia del PCUS, las características del PCCh inmerso en la reforma y la apertura le permiten graduar y medir los cambios al paso de los tiempos manteniendo un sólido lazo con la mayoría de la población, la historia de la degradación ideológica y moral del PCUS es una experiencia que está presente en el  PCCh para no incurrir en los mismos errores.

El núcleo ideológico que rige los destinos de China está dentro del PCCh, y no existen poderes fácticos como pasó en la URSS y pasa en Occidente que son los que determinan desde sus intereses y su ideología la marcha de la política. No obstante, si China padeció durante la Revolución Cultural los excesos del igualitarismo doctrinario, ahora padece los excesos de la exaltación del enriquecimiento personal que, como señalara Marx en 1844 en los Manuscritos Económicos y filosóficos, desatan los prácticas sociales más degradantes y alienantes del ser humano como la insolidaridad y el éxito a costa del fracaso de otros, ensalzadas como grandes valores por el neoliberalismo.

Los dirigentes chinos, si quieren acabar con los fundamentos de la corrupción, deberán saber equilibrar el desarrollo de las fuerzas productivas en el socialismo de mercado con la promoción de los valores sociales de la inclusión social y la fraternidad, lejos del doctrinarismo ideológico de la Revolución Cultural pero también distante del individualismo liberal, impulsando a su vez, la transparencia en la política con mecanismos de control eficaces que haga a la ciudadanía partícipe de la misma.

En esta nueva etapa, en la política internacional  China está adquiriendo un notable peso. En el último cuarto del siglo XX China había sido importante principalmente por la magnitud de su población, pero en la segunda década del siglo XXI China es internacionalmente importante, no solo porque representa casi una quinta parte de la población mundial, sino por su conexión comercial con la mayoría de los países del mundo, por su dinamismo económico y por ser la potencia mundial más comprometida con la  Paz y la no injerencia política en los asuntos de otros países.

La política internacional de China sustentada en los cinco principios de la coexistencia pacífica no es recíproca por Occidente. Los países desarrollados acostumbrados a tutelar a los países en desarrollo para obtener ganancias unilaterales, mantienen con China intereses encontrados; por una parte, en medio de la crisis económica mundial el crecimiento de China les viene bien como destino de sus productos pero, por otra parte, el auge de China les causa inquietud por el peso internacional que está ganando, lo que les lleva a intentar contener a China, que en el caso de EEUU se comprueba con la vuelta estratégica a la región de Asia-Pacífico.

No obstante, los intereses de China no están en convertirse en potencia hegemónica como en su día lo pretendió la URSS, cuestión por la que la combatió en el terreno ideológico, sino en articular un mundo de paz y desarrollo en una relación de ganar todos. Un principio que tiene que ver con el ideario del PCCh y su visión de avanzar hacia un mundo de paz sin hegemonías, pero que los estrategas occidentales acostumbrados a la Guerra Fría e imbuidos de su cultura imperial y su modelo desarrollista neocolonial, no llegan a concebir y, por ello, intelectuales y medios occidentales por ignorancia en unos casos, o intencionadamente en otros, tratan de desvirtuar la política exterior de China acusándola sin fundamento de ambiciones hegemónicas.

China es un país en desarrollo como lo muestra su renta per cápita; a pesar de ser la segunda economía del mundo su renta per capita en el 2012 fue de 6.000$ una octava parte de la renta per cápita de EEUU. El objetivo de alcanzar una sociedad modestamente acomodada en la próxima década, y que supondría superar el PIB de EEUU le situaría con una renta per cápita en torno a los 12.000$, una cuarta parte de la renta per cápita actual de EEUU.

China seguirá siendo por lo tanto por varias décadas un país en desarrollo y, por ello, su política internacional continuará ligada al destino de los países en desarrollo. El reto de alcanzar la prosperidad en todos los países en desarrollo donde se concentra la mayoría de la humanidad en un Planeta con recursos limitados tanto energéticos como alimentarios, va a  tener en China su principal experiencia y ejemplo.

En la nueva etapa abierta en China la reunificación de la parte continental de China y Taiwán será otro de los desafíos, en este caso no solamente por parte del PCCh sino también por parte del Kuomintang partido mayoritario de Taiwán. A pesar de los avances en las relaciones comerciales y culturales entre la parte continental de China y Taiwán, la reconciliación plena entre ambos partidos es una meta pendiente. El Kuomintang reivindica su tradición china inspirada en la revolución china de 1911 y en su líder más importante el doctor Sun Yat Sen, pero en la práctica  actúa como un partido regionalista taiwanés, y tendrá que dar el paso de reconocer plenamente a la República Popular como representante de toda China. El PCCh, por su parte, deberá permitir que el Kuomintang desarrolle su actividad política en la parte continental de China. El salto hacia un entendimiento político deberá llegar, con ello, China se situará tal vez en otra etapa en la construcción de una sociedad más abierta políticamente, sin que ello suponga apartarse del objetivo marcado por el PCCh de construir una sociedad socialista para 1949, año del centenario de la proclamación de la República Popular de China.

 

NOTA:

El plan que el Consejo de Estado, (Gobierno de China), dio a conocer el 5/2/2013  se puede dividir en dos grandes apartados.

 

Las medidas orientadas a mejorar el estatus socioeconómico de los más desfavorecidos:

 

-Se establece el objetivo de reducir para el año 2015 en cerca de 80 millones el número de personas que viven por debajo de la línea de la pobreza, que es de 2.300 yuanes (366 dólares USA) (un dólar al día) en el ingreso neto anual per cápita a precios constantes de 2010. Lo que supondrá una drástica disminución de los aproximadamente 128 millones de personas en áreas rurales definidas como pobres en el 2011.

-Los agricultores tendrán garantizados los beneficios de la transferencia de sus tierras de cultivo contratadas y obtendrán mayores ingresos en el valor de la tierra. El gobierno apoyará la modernización de la agricultura industrializando la producción agrícola e incrementando los precios mínimos de compra de los principales productos agrícolas de granos; disminuirá la carga fiscal de empresas en el ámbito rural, y se elevará los salarios de los servidores públicos rurales,

-Los trabajadores migrantes rurales recibirán asistencia para registrarse como residentes urbanos y beneficiarse de todos los servicios públicos básicos en las ciudades, para ello, el gobierno incrementará la proporción de gastos en seguridad social y en la promoción del empleo en su presupuesto fiscal total en alrededor de dos puntos porcentuales para el año 2015 respecto al 2011, posibilitando el desarrollo de los sistemas de pensiones y seguridad social, sin lo cual las familias se resisten a consumir para disponer de ahorros con los que hacer frente a la vejez o problemas de salud.

 

Por otro parte, están las medidas enfocadas a funcionarios, empresas propiedad del Estado y personas ricas en la meta de fortalecer la regulación de los grupos de altos ingresos:

 

-Los funcionarios del gobierno estarán obligados a reportar sus ingresos, sus activos en bienes raíces, la inversión y los empleos de los miembros de sus familias. Las empresas propiedad del Estado deberán imponer topes a los pagos de los gerentes que sean nombrados por el Estado y garantizar que el aumento de salario de su personal de mayor rango sea más lento que el nivel promedio de los empleados en general, y se controlará rigurosamente el gasto gubernamental en recepciones y adquisición de vehículos, así como en los viajes a ultramar.

-El porcentaje de ganancias que las empresas propiedad del Estado centrales tienen que entregar al gobierno será incrementado en cinco puntos porcentuales para el año 2015 con respecto al nivel actual del 2013

-Con relación a las personas con altos ingresos, el gobierno ampliará gradualmente los impuestos a la propiedad, impondrá mayores impuestos al consumo de lujo, actividades de ocio de alto coste y estudiará la imposición de impuestos a las herencias.

-Los extranjeros ya no estarán exentos de impuestos personales sobre la renta en dividendos accionarios y en bonos que obtengan de empresas de financiamiento extranjero en China.

 

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Javier Colomo Ugarte

Doctor en Geografía e Historia

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