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FUNDAMENTOS Y TRANSFORMACIONES HISTÓRICAS CONTEMPORÁNEAS

(Obra basada en la selección de publicaciones entre los años 2002 y 2023)

Javier Colomo Ugarte

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ÍNDICE

Prefacio

1. La fraternidad universal

2. La igualdad

3. La libertad

4. La Fraternidad

5. La ideología de la Dominación Global

6. La ideología de la Fraternidad Universal

(Publicado en el año 2011)

 

Capítulo I. -Por una nueva civilización mundial

1. Introducción

2. De la primera a la segunda Civilización

3. Auge y decadencia de las ideologías universales

4. Hacia un nuevo paradigma civilizatorio universal

(Publicado en el año 2009)

 

Capítulo II. -La formación del espacio económico mundial

1. Introducción

2. La formación histórica de la economía mundo

3. Primer estadio: La acumulación capitalista originaria (Siglo XVI - 1815)

4. Segundo estadio: El ascenso del capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna (1815 - 1873)

5. Tercer estadio: La confrontación de las Potencias Europeas por las áreas de influencia exclusiva, y la primera desconexión del sistema mundial (1873 - 1945)

6. Cuarto estadio: El final del enfrentamiento en el Centro del Sistema Económico Mundial, la descolonización y las nuevas áreas de influencia (1945 - 1989)

7. Quinto estadio: La formación del espacio comercial mundial (1989 – Siglo XXI)

(Publicado en el año 2004)

 

Capítulo III. -Las migraciones regionales del Mundo en el sigo XXI

1. Evolución de los flujos migratorios

2. La migración indocumentada

3. La migración internacional y las cuestiones de género

4. Sobre las causas y cambios de tendencia en los movimientos migratorios

5. Desequilibrios entre países y regiones del mundo

6. La evolución social de la percepción del espacio político – económico mundo

(Publicado en el año 2001)

Publicación Original

 

Capítulo IV. -La integración Regional de la economía Mundo

1. Introducción

2. La integración económica mundial

(Publicado en el año 2004)

 

Capítulo V. -Manifestaciones históricas de la ideología imperialista

1. Edad Antigua. La expansión de la Cultura

2. Edad Media. La religión

3. Edad moderna. Guerras de religión y expansión colonial

4. Edad Contemporánea. (a) Revolución y nuevos imperios coloniales; (b) Las Guerras Mundiales; (c) Posguerra, Guerra Fría y descolonización; (d) Globalización económica; (e) Colonialismo y Neocolonialismo

(Publicado en el año 2018)

 

Capítulo VI. -La ideología moderna de la dominación global occidental

1. Las sociedades imperialistas

2. La oligarquía financiera internacional

2. Las oligarquías en los países periféricos

3. Las clases oligárquicas en EEUU

4. El unilateralismo de la ideología de la dominación occidental

(Publicado en el año 2020)

 

Capítulo VII. - De la tiranía y la autoconciencia de las naciones

1. La tiranía del Antiguo Régimen

2. Nación y Reino

3. EEUU la primera nación moderna

4. La nación moderna como centro de los nuevos imperios coloniales

5. El ser en sí y el ser para sí

6. Las luchas interimperialistas en el Centro del Sistema Mundial

7. La revolución rusa de 1917

8. El ser para sí de los pueblos colonizados

9. El neocolonialismo, la nueva tiranía global

(Publicado en el año 2021)

 

Capítulo VIII. - Rusia en una nueva época

 1. Período (1991-2000)

2. Período (2000-2014)

3. Período (2014-2022)

4. Período (2022-en adelante)

5. El nuevo rumbo de Rusia en el área Internacional

(Publicado en el año 2022)

 

Capitulo IX. -La revitalización de la Nación China

1. La revitalización de la Nación China

2. El primer y segundo congreso del PCCh

3. La larga Marcha

4. La guerra de resistencia antijaponesa

5. La guerra civil

6. La República Popular de China (RPCh)

7. La cuestión de la industrialización

8. La ruptura con la URSS

9. La lucha de clases en el seno de la revolución

10. La aproximación de China y EEUU

11. Reforma y apertura

12. La democracia socialista china

13. China en una nueva era

14. La política internacional

(Publicado en el año 2021)

 

Capítulo X. -La Nuera Era ( The new age ) ( Новый век ) ( 新时代 )

Introducción: Teoría y praxis política

1. La primera Era

2. La segunda Era

3. La Tercera Era

4. La Cuarta Era

5. La nueva era

6. Relaciones internacionales en la nueva era

7. Contradicciones globales en la nueva era

(Publicado en el año 2023)

 

Capítulo XI -La construcción de un nuevo mundo multipolar

1. Cambios en la estructura económica mundial

2. Rusia líder y vanguardia política

3. BRICS –Plus. La hora de los arquitectos

4. ANEXOS

Anexo 1. Cambios en el consumo energético mundial

Anexo 2. Desequilibrios socioeconómicos mundiales: 2001; 2011; 2021

(Publicado en el año 2023)

5. Complemento: Historia de la Multipolaridad

Publicado en el año 2024

 

NOTAS CAPÍTULOS II - III - IV


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PREFACIO

1. La fraternidad universal

2. La igualdad

3. La libertad

4. La Fraternidad

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1. -La Fraternidad Universal

 

Los postulados de la Revolución Francesa de 1789 se basaron en los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que daría lugar a la primera Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.

2. La libertad

Quien debe asegurar que las personas son libres es el Estado, el hombre tiene que ser libre para expresarse, reunirse y asociarse social y políticamente, pero la práctica ha demostrado que las relaciones de producción competitivas del más fuerte sobre el más débil ensalzadas en el darwinismo social desatan en el hombre las pasiones mas bajas del ser humano como la codicia, la sed de ostentación de riquezas, el racismo y la xenofobia.

El liberalismo y el liberalismo económico tienen a gala hacer de la libertad el mayor logro del ser humano pero ¿Qué es la libertad? ¿Qué unos pocos detenten la propiedad de los recursos económicos mientras la mayoría de la población se empobrece? La libertad en abstracto se asemeja a la competencia de dos corredores uno lisiado y otro no, en esa libertad el que tiene más recursos tiene más ventaja de ganar la carrera. La libertad cuando no se sujeta a la supremacía de leyes para que reine la justicia social se convierte en si misma en la dictadura económica del dinero de unos pocos para hacer y deshacer a su antojo la economía de toda la sociedad. La libertad, para que en las relaciones sociales pueda entenderse como tal, debe ser una libertad justa, de tal manera, que la libertad de una persona debe terminar donde empiezan los derechos políticos y sociales de la otra.

 

3. La igualdad

La igualdad entre las personas de una sociedad es la no discriminación por ninguna razón de la condición humana: raza sexo, religión etc. Es el derecho de todas las personas a ser iguales ante la ley, es decir, que todos los delitos deban de ser castigados por igual independientemente de la condición humana o la posición social. Es la garantía que tiene que proporcionar el Estado para que todas las personas tengan los mismos derechos y deberes ante la ley. Sin embargo, ni la libertad ni la igualdad tal y como están recogidas en las diferentes constituciones que han conformado las democracias liberales, han podido evitar la injusticia social de que unos posean grandes fortunas mientras otros padecen miseria; no han podido evitar, que la libertad de expresión no dependa solo de lo que una persona pueda opinar sino de los altavoces mediáticos patrocinados por las grandes fortunas, y no ha podido evitar que la libertad de asociación este en función del dinero para su promoción. Así pues, ni la libertad ni la igualdad, con independencia de ser fundamentos esenciales de la convivencia democrática humana aseguran la conquista de la Fraternidad.

 

4. La Fraternidad

Si bien la libertad y la igualdad pueden y deben ser reguladas por la ley, la fraternidad entre la mayoría de los seres humanos es una virtud humana que está por alcanzar, es un sentimiento de hermandad donde el amor entre los seres humanos es más fuerte que la ambición de unos a costa de otros; la fraternidad es un bagaje colectivo al que el género humano aspira desde el origen de las civilizaciones pero que ha quedado sepultado bajo los sentimientos de ambición y dominio de los grupos de poder que la propia sociedad, alienadamente, ha venido y viene aceptando como rectores necesarios de la colectividad.

La fraternidad como objetivo final de las relaciones de todo el género humano ha sido objeto de múltiples debates. Hobbes afirmaría en su obra <<Leviatan>> que “el hombre es un lobo para el hombre”,  de lo que se deducía, que la fraternidad era una quimera. En oposición a esta afirmación, Rousseau, consideraba en su <<Discurso sobre la desigualdad entre los hombres>>  que el ser humano es bueno por naturaleza y es la sociedad la que la pervierte el alma humana. Este debate llevaría al estudio antropológico  de las sociedades primitivas, en uno de esos estudios, el antropólogo Malinoski atribuyo los indígenas de las islas Trobiand la falta de maldad verificando en ellos el ideal de Rouseau.

En este debate, Karl Marx, desde una concepción filosófica materialista, consideró que ambas interpretaciones era validas, el hombre puede ser tan perverso y cruel como lo pensaba Hobbes y, a su vez, podía ser tan bondadoso y compasivo como lo llegaría a concebir Rousseau. Marx dedujo que “el hombre es para el hombre, lo que son sus relaciones de producción” de tal manera que eran lo sistemas económicos conocidos hasta entonces basados en el poder del dinero y la codicia lo que había pervertido la naturaleza de la personas alienándolas en la superestructura de las ideas, haciendo perversos a los ricos, envidiosos a los pobres y crueles a la mayoría del género humano.

Desde esos presupuestos, en la convicción de que el hombre es perfectible en la medida que cambian y se superan las relaciones de dominación de unas clases sociales sobre otras, de unas naciones sobre otras y de unos pueblos sobre otros, nacería el ideal del comunismo como ideología para poner fin a las relaciones de dominación a escala global, e inaugurar una nueva civilización basada en la Fraternidad Universal entre todos los seres humanos.

 

5. La ideología de la Dominación Global

La existencia de la ideología de la dominación se sustenta en la existencia de la sumisión, cuando hay sumisión la dominación y la sumisión conviven en paz, cuando la sumisión se convierte en rebelión, los dominantes recurren a la fuerza y el sumiso se convierte en sometido.

La ideología de la dominación tiene su raíz en los intereses económicos de las minorías sociales que conforman la clases dominantes imperiales. Las mayorías sociales están constituidas por el resto de clases sociales que aceptan la rectoría de estas clases.  La proyección global de esta ideología es siempre constante dando lugar al colonialismo y el neocolonialismo.

El colonialismo prospera cuando los pueblos colonizados aceptan sumisamente la dominación imperial, y retrocede cuando los pueblos comienzan a considerarse sometidos.

En la medida que avanza el colonialismo, las metrópolis imperiales se enriquecen y las relaciones entre las clases sociales de las naciones imperiales cambian conformando una unidad de intereses en defensa de los intereses imperiales.

Será a partir del siglo XVI con la extensión de las potencias europeas a los territorios de ultramar cuando la ideología de la dominación mundial experimentará su desarrollo, constituyendo Europa el centro de la dominación global en pugna entre diferentes imperios.

La expansión colonial conlleva la difusión de ideologías en diferentes formatos religiosos y laicos, que permitan la sumisión de los pueblos colonizados.

En los siglos XVI-XVII-XVIII, la ideología de la dominación global del sometimiento colonial, se justificaría en la expansión de la religión.

En el siglo XIX, tras el ascenso al poder político de las clases liberales burguesas en las metrópolis europeas, la religión, como justificación para la expansión colonial sería sustituida por la ideología de la exportación de la avanzada civilización occidental a los pueblos atrasados del mundo.

En los años treinta-cuarenta del siglo XX, sería reemplazada por la ideología fascista de la supremacía racial.

Las relaciones de dominación tanto entre clases sociales, pueblos y naciones han ido cambiando en el transcurso de la Historia Contemporánea.

En los siglos XVIII y XIX, la emancipación americana constituyó el primer gran paso en cinco siglos para hacer retroceder la ideología de la dominación a escala mundial en su forma colonial. En el siglo XX, los procesos de descolonización darían lugar al mosaico global de naciones.

A finales del siglo XX, tras el fin de la URSS; EEUU se convertiría en el único imperio a escala global. La ideología de la dominación mundial adoptaría la forma neocolonial, por la que todas las naciones del mundo deben estar bajo la tutela estadounidense.

En el siglo XXI, a escala global, las relaciones de dominación principales están sustentadas en dos ideologías supremacistas: la excepcionalidad auto-conferida de EEUU par a castigar mediante la guerra y sanciones económicas y políticas a las naciones que no se someten a sus dictados, y el supremacismo sionista de Israel de ser el Pueblo Elegido por Dios para someter al resto de Pueblos.

El cambio en las relaciones de dominación que pueden hacer avanzar hacia un modelo de Fraternidad Universal son las que erosionan la perversión de estas dos ideologías supremacistas y las que combaten el modelo neocolonial en las relaciones económicas y políticas.

 

6. La ideología de la Fraternidad Universal

La fraternidad se ha pretendido alcanzar mediante la predicación de la misma desde distintas religiones, pero la práctica de miles de años ha demostrado que el camino para alcanzar la fraternidad basada solamente en su predicación ha sido un fracaso, incluso ese mensaje a lo largo de la historia, en ocasiones, se ha instrumentalizado para promover guerras o persecuciones de colectivos humanos de diferentes religiones.

Las grandes religiones monoteístas como el Catolicismo y el Islam se autoproclamaron como las únicas y verdaderas, intentando imponer por la fuerza sus convicciones a otros colectivos humanos. La institucionalización de estas religiones, introdujeron la intolerancia de unas con otras y llevaron a enfrentamientos fraticidas. La historia de la intolerancia entre las religiones monoteístas, instrumentalizadas desde los grupos de poder, en la práctica, ha sido durante siglos contraria a la fraternidad universal, pues, la tolerancia entre creencias, aceptada en la actualidad por estas religiones, excepto por grupos sectarios extremistas, es uno de los fundamentos para alcanzar la fraternidad universal.

La esperanza de la humanidad en la conquista de la fraternidad entre naciones y pueblos está en cambiar a escala global las relaciones de dominación políticas y económicas, que enajenan la esencia solidaria del ser humano, por unas relaciones basadas en la colaboración, pero estas nuevas relaciones no pueden surgir en un país aislado, pues en el vigente sistema mundial sigue prevaleciendo la lucha por el dominio de de unas naciones sobre otras, y  la supremacía o excepcionalidad de unos pueblos o naciones para regir el destino de otros.

La nación que ha levantado un discurso ideológico para avanzar en la formación de unas nuevas relaciones entre naciones, ha sido China. Desde los postulados del marxismo el Partido Comunista de China (PCCh) ha elaborado una firme propuesta a favor de unas relaciones internacionales de destino compartido para toda la humanidad, basadas en la colaboración, la igualdad y el respeto entre naciones que permitan superar la alienación humana de la dominación.

Si la humanidad avanza por ese camino, la desconfianza entre naciones se trocará en confianza, el rearme en desarme, los beneficios económicos unilaterales en beneficios compartidos; la xenofobia, el racismo y cualquier ideología supremacista carecerán de sentido, y la civilización fraternal mundial entre naciones y colectivos humanos, como ideal supremo de todos los comunistas y corrientes de pensamiento con el mismo objetivo, podrá hacerse realidad. 

La conquista de la fraternidad implica un cambio civilizatorio a escala planetaria en el que debe estar implicado todo el género humano.


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CAPÍTULO I

POR UNA NUEVA CIVILIZACIÓN MUNDIAL

1. Introducción

2. De la primera a la segunda Civilización

3. Auge y decadencia de las ideologías universales

4. Hacia un nuevo paradigma civilizatorio universal

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1. Introducción

Las civilizaciones a lo largo de la historia han estado circunscritas a países o regiones, si bien, la humanidad globalmente se ha desenvuelto en dos grandes civilizaciones: la del Antiguo Régimen regida por Reyes y emperadores hasta el periodo de la Ilustración y el inicio de la revolución industrial en el siglo XVIII, donde se alumbrará una segunda civilización mundial regida por el Estado Nación de soberanía popular, y la implementación de los combustibles fósiles a gran escala como forma de transformar la energía en trabajo productivo. Civilización de la cual formamos parte.

En el presente capítulo, se vierten ideas y conceptos de lo que ha sido el periplo de la humanidad en los últimos trescientos años, en el cual, se ha ido conformando, en la memoria colectiva, un legado histórico universal de avances y fracasos que nos ha situado en el siglo XXI en una coyuntura mundial donde se precisa rearticular un mensaje de esperanza para el conjunto de la humanidad. Un mensaje cuya praxis debiera inaugurar una nueva o Tercera Civilización Mundial para abordar globalmente los graves desequilibrios socioeconómicos, así como, detener los perversos efectos medioambientales que el vigente modelo de desarrollo económico y energético está produciendo.

PRIMERA CIVILIZACIÓN MUNDIAL

De Antiguo Régimen regida por Reyes y Emperadores:

EDAD ANTIGUA

Inicios datos arqueológicos y escritos hasta:

La caída del imperio Romano (476)

EDAD MEDIA

Final del Imperio Romano hasta:

La caída de Constantinopla (1453)

EDAD MODERNA

Renacimiento al final del siglo XV hasta:

La Revolución Francesa (1789)

SEGUNDA CIVILIZACIÓN MUNDIAL

De Estados Nación de soberanía popular, y revolución industrial basada en los combustibles fósiles:

EDAD CONTEMPORÁNEA

Desde la Revolución francesa hasta:

Nuestros días

TERCERA CIVILIZACIÓN MUNDIAL

SIGLO XXI

En la que se logre la superación de los desequilibrios socioeconómicos mundiales y de los graves efectos medioambientales que el vigente modelo de desarrollo económico y energético está produciendo.

 

2. De la primera a la segunda Civilización

Con la ilustración en el siglo XVIII, comenzó una corriente de pensamiento en la que el “ser humano” se constituyó en el “centro de todas las cosas”, por él debían regirse las normas sociales, expresadas en los derechos inalienables de las personas. Al fin, tras siglos de oscurantismo, el siglo de las luces alumbraba un ideal para la humanidad por el cual la Tierra podía dejar de ser un “Valle de Lágrimas” donde, en base a las leyes divinas, le había sido negado al ser humano su capacidad de transformar la realidad social en su propio beneficio. Había llegado para la humanidad el momento de su periplo histórico, en el que como género, podía aspirar a lograr la felicidad social en la Tierra porque el hombre era perfectible y por lo mismo susceptible de alcanzar la felicidad en un paraíso terrenal y no celestial. De lo que para los ilustrados significó ese gran acto de fe vivificante dio cuenta Saint-Just (1767-1794), el joven revolucionario francés quien ante la Convención (1793) afirmó, con una gran simplicidad, lo que fuera el credo de toda una época: "la felicidad social" -dijo- es una idea nueva. Una idea que ya había sido recogida en la declaración de independencia de los Estados Unidos de América del 4 de julio de 1776 y que tuvo su concreción en el artículo 1 de la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano (24 junio 1793, Año I del gobierno jacobino) por el que se establece: El objetivo de la sociedad es la felicidad común”.

En esta nueva era que se iniciaba de la mano de un nuevo pensamiento político, el destino de la humanidad ya no pertenecía a los designios divinos y de sus representantes en la Tierra, la soberanía de los pueblos podía dejar de ser “Patrimonio de los Reyes” y los Reyes, hasta entonces omnipresentes en la historia de la humanidad, comenzaron a ser cuestionados. Era el principio del final de la Primera Civilización que había regido los destinos de la humanidad durante milenios.

El siglo XVIII, o siglo de las luces inauguró, pues, una Segunda Civilización y lo era, porque rompía con el paradigma del pensamiento universal, de que la estructura de la sociedad, sustentada en “incuestionables” leyes divinas y sociales, era inmutable y lo era también, porque el nuevo pensamiento proporcionaba al género humano la capacidad de transformar la realidad social, para bien y para mal pero, basándose en su instinto de conservación y en su humanidad, debía y podía aspirar a construir un mundo donde la satisfacción de las necesidades básicas, la justicia social y la libertad de pensamiento abarcaran a todo el género humano sin exclusión.

La Revolución Francesa de 1789 fue el primer gran revulsivo de la historia de la humanidad, el primer paso práctico por el que se iniciaba el camino de la transformación política basada en los derechos de ser humano. La teoría social formulada por ilustrados como Rousseau, Montesquieu y Voltaire, abrió un nuevo camino a las clases sociales subordinadas a los poderes absolutistas. Esas clases sociales no solamente podían rebelarse contra dichos poderes, como ya había ocurrido otras veces en la historia, pero que siempre habían quedado en simples revueltas ante la falta de un discurso alternativo al de Dios y sus representantes en la tierra sino que, desde ese momento, existía un camino diferente para organizar la sociedad, era posible creer en la igualdad en la libertad y la fraternidad de todos los seres humanos. Las rebeliones contra los poderes entonces establecidos, dejaron de ser revueltas y pasaron a ser revoluciones. El mundo comenzó a cambiar de base y los que hasta entonces “nada” eran, podían aspirar a un mañana en el que todo podía ser.

Pero esa aspiración que en el pensamiento parecía irrefutable, en la práctica, se encontró con serios obstáculos fundamentados en los intereses creados de clases sociales y sectores de pensamiento del Antiguo Régimen, que veían que el camino hacía ese fin en beneficio del género humano, contradecía sus intereses particulares y por ello, se opusieron al mismo. De esta manera el avance hacia tal objetivo emancipador universal solo podía lograrse mediante la lucha de quienes tenían todo por ganar, contra los que tenían todo por perder, en la que estos últimos defenderían con todos los medios a su alcance: su poder económico y político.

 

3. Auge y decadencia de las ideologías universales

El pensamiento liberal, auspiciado por las nuevas clases emergentes burguesas que detentaban el poder de los medios de producción acrecentado por la expansión de la revolución industrial, fue el que barrió políticamente al Antiguo Régimen. Con las desamortizaciones, las propiedades de los nobles y de la iglesia pasaron a regirse por las leyes del mercado y la propiedad privada se convirtió en el nuevo paradigma del desarrollo de las fuerzas productivas. La libertad individual, el triunfo del más fuerte sobre el más débil era la nueva norma de convivencia. La “nación” sustituía al “reino” como marco político para el desarrollo económico.

Pero la mayoría de la población que había creído en el mensaje de la libertad, la igualdad y la fraternidad universal, vieron como ese mensaje, de nuevo, solamente beneficiaba a unos pocos. Y en oposición al pensamiento liberal, el socialismo prendió entre amplios sectores desfavorecidos de obreros y campesinos como ideal universal emancipador enfrentando al nuevo poder del capitalismo pensado y estructurado para perpetuar el interés particular de determinadas clases sociales y naciones por encima del interés general de la humanidad.

La “nación” surgida al calor de ilustración como soberanía de los pueblos en contra del concepto de soberanía del Antiguo Régimen basada en reyes, parecía el marco adecuado para avanzar en el camino hacia la redención socialista universal del género humano, en el que cada nación protagonizaría su propio cambio a través de la desconexión geopolítica del capitalismo mundial y la suma de estas naciones socialistas llevaría al final del capitalismo, es decir, al final de la prevalencia de los intereses de una “minoría” sobre los universales del género humano.

La conquista revolucionaria del Estado nacional era pues la condición imprescindible. La trágica experiencia de la Comuna de París de 1871, llevó a fundamentar a los teóricos del cambio del capitalismo al socialismo el principio de que la voluntad popular no garantizaba el cambio pacífico del sistema económico capitalista al socialista, ni siquiera garantizaba las reformas del propio capitalismo si éstas iban en contra de los intereses de las clases sociales que detentaban el poder económico, pues, esas clases, utilizaban todo su poder militar para acabar con los cambios económicos y políticos. De ese concepto surgió la teoría de que el poder de transformación de la sociedad no nace de las urnas sino de la punta del fusil y que una vez tomado el poder, éste, debe mantenerse también a través de la represión de las clases sociales expulsadas del poder (Teoría que llevaría al movimiento internacionalista a dividirse entre la II internacional de socialismo democrático y la III internacional comunista de dictadura del proletariado).

La revolución bolchevique de 1917, guiada por ese pensamiento y formulada como teoría científica por Lenin en su obra “El Estado y la Revolución” supuso para millones de personas una luz, un primer paso en el avance hacia el ideal emancipador del género humano, pero el propio método revolucionario de toma del poder por la fuerza de las armas y su estrategia de mantenerlo con una represión sobre ciudadanos y naciones en el ámbito de lo que, luego se constituiría como Imperio Soviético, comenzó a cuestionarse entre quienes creían en la emancipación universal de género humano, si tal estrategia podía llevar a tal fin.

Desde el inicio del siglo XIX, el capitalismo de las metrópolis europeas fortalecido en las revoluciones liberales nacionales se expandió militarmente a todo el mundo, justificando con el pensamiento de la exportación de los valores de la civilización de la Ilustración a los pueblos atrasados del mundo, lo que era imperialismo colonial y expolio económico. Pero esta expansión de raíz económica y política, llevaba a profundas diferencias de intereses de dominio territorial geopolítico entre las propias potencias, de tal manera que, el poder capitalista se reforzó militarmente, no solo para frenar posibles cambios sociales en la propia metrópolis sino para expandir sus áreas de influencia geopolítica. La crisis económica de 1873 y la larga depresión que le sucedió, traería el final del entendimiento pacífico entre las potencias occidentales para repartirse el mundo, y culminó en 1914 en una confrontación sin precedentes: La Primera Guerra Mundial.

Tras esta guerra el mundo cambio radicalmente, el nuevo estatus internacional consolidó el predominio Británico y Francés frente a Alemania. A ese predominio se añadió una nueva potencia con valores opuestos al capitalismo, la URSS. La depresión de los años treinta iniciada tras la crisis económica de 1929 volvió a enfrentar a las potencias capitalistas, pero esta vez, Alemania, la gran derrotada en la Primera Guerra Mundial y sus aliados Italia y Japón se convirtieron en las potencias emergentes y trataron de imponer un nuevo orden mundial en el que no habría lugar ni para las democracias sustentadas en los valores liberales de la Ilustración, ni para los regímenes socialistas. La guerra contra ambos sistemas políticos llevó a Alemania a invadir Europa hacia el Oeste y hacia el Este y a Japón a invadir China, dando lugar a la Segunda Guerra Mundial, que fue la guerra más grande y devastadora que jamás conoció el género humano.

La crisis económica de 1929 tuvo la característica de dar un fuerte impulso al sesgo internacionalista de todas las ideologías emergentes. Por un lado, la revolución bolchevique empeñada en subvertir el orden capitalista mundial, por otro, el nazismo Alemán y fascismo Italiano que aspiraban también a instaurar sus sistemas totalitarios no únicamente en su naciones de origen, sino en el mundo entero. En ese contexto, las democracias sustentadas en los valores liberales de la Ilustración entendieron que debían hacer lo mismo, siendo Estados Unidos quien lideraría esta corriente de pensamiento. La diferencia cualitativa entre la Primera Gran Guerra y la Segunda fue, pues, que las partes confrontadas no lo hicieron solamente por ambiciones territoriales sino porque pretendían implantar un sistema político económico e ideológico a escala planetaria.

En 1945, Alemania, Italia y Japón fueron derrotados por las fuerzas soviéticas en alianza con EEUU y Gran Bretaña. En Núremberg, liberales y bolcheviques juzgaron a los vencidos por la responsabilidad individual en las atrocidades cometidas y a los regímenes nazi y fascista los sepultaron en el basurero de la historia como los sistemas más odiosos jamás conocidos. Mas las diferencias entre la corriente bolchevique y la liberal tapadas por la alianza frente al nazismo, no tardaría en destaparse, la victoria comunista en China el país más poblado de la Tierra en 1949, puso en guardia al triunfador de la corriente liberal: EEUU. La primera gran confrontación tendría lugar en la guerra de Corea, que terminó en 1953 dividiendo a ese país en dos, en el paralelo 38, eso y la incorporación de las armas atómicas a los arsenales de EEUU y la URSS, estableció un empate mundial que dejó al mundo dividido en dos corrientes de pensamiento y zonas geopolíticas que tenían el afán de cambiar el mundo, exportando, desde la URSS, el sistema bolchevique y, desde Estados Unidos, la democracia liberal.

Pero a pesar de ese empate que dio lugar a una larga guerra fría, donde se evitaba el cuerpo a cuerpo, sobre todo por el miedo a desatar una guerra nuclear, el Primer Mundo el Occidental liberal, industrial y capitalista liderado por EEUU, y el Segundo Mundo el de la URSS, industrial y socialista liderado por Rusia, tuvieron un terreno donde llevar sus aspiraciones expansionistas, un mundo sin industrializar, habitado por la mayoría de la población mundial, un mundo de pobreza y subordinación a las antiguas metrópolis imperiales europeas: el Tercer Mundo.

Las viejas potencias coloniales europeas, relegadas ya como imperios por Estados Unidos, no tuvieron el apoyo de esta nueva potencia para mantener su poder colonial, y menos interés tenía aun el otro ganador de la Segunda Guerra Mundial, la URSS. Por otra parte, el combate de estas dos potencias en el Tercer Mundo estaba más en ganarse aliados que en buscar una presencia militar directa, pues ello, les hubiera enfrentado a los sectores sociales más activos de las viejas colonias con afán de gobernarlas como naciones libres. De tal manera, después de la Segunda Guerra Mundial, tras el vacío de poder que dejaron los antiguos imperios europeos en sus colonias, los movimientos de liberación colonial se desarrollaron con inusitado vigor, rompieron las cadenas que los unían a sus antiguas metrópolis imperiales y dieron lugar en la segunda mitad del siglo XX a la mayoría de naciones que constituyen el mosaico internacional del Tercer Mundo en Asia, África y Oceanía.

La emancipación colonial, según la potencia aliada en el proceso de descolonización, bien Estados Unidos o la URSS, ampliaba su área de influencia geopolítica respectiva. La confrontación entre ambas potencias por dominar el proceso descolonizador tuvo su máxima expresión en la guerra de Vietnam. La URSS ayudando a los comunistas del Viet-Cong y Estados Unidos con una intervención militar directa. Estados Unidos poseedor hasta entonces de la maquinaria de guerra más poderosa de la historia, fue derrotado por un ejército de campesinos. Las imágenes de la precipitada y bochornosa retirada de sus últimos efectivos de Saigón en 1975 fueron grabadas y vistas en todos los medios informativos del mundo y dejaron un recuerdo imborrable para la historia de que el poderío basado solamente en la fuerza de las armas, sino está apoyado por amplios sectores sociales, está destinado al fracaso. Una lección que no aprendió la URSS, y que años más tarde tuvo que experimentarla en la ocupación a Afganistán y en su posterior expulsión de ese país por los señores de la guerra.

Ambas derrotas anunciaron un tiempo, consustancial para todos los imperios habidos, y que habían experimentado previamente una secuencia de tres fases: inicio, auge y decadencia. 1. los inicios se corresponden con una expansión militar relativamente rápida donde se incorporan amplios territorios; 2. el período de auge se corresponde con el mantenimiento del estatus quo territorial basado principalmente en lo que puede denominarse el poder blando, es decir, la cultura, la ideología o religión y el desarrollo de infraestructuras; 3. el período de decadencia se produce a partir de que se precisa de nuevo del poderío militar, pero no para su expansión sino para su mantenimiento, en esta última fase todos los imperios han sucumbido.

Las dirigencias militares tanto soviéticas como norteamericanas, no percibieron que se encontraban en esa tercera fase militar de su declive, lección ya aprendida en otras guerras por el imperio colonial francés en Indochina y Argelia, o por el británico en Oriente Medio y África Oriental.

Por otra parte, las ideologías en las que se justificaban la ampliación de la influencia soviética o de EEUU dejaron de ser universales y comenzaron a prevalecer los intereses de las metrópolis imperiales sobre las propias ideologías. En el caso de la URSS, tras su deriva imperialista a partir de los años cincuenta de pretender tutelar desde Moscú a los países bajo su influencia, con la represión en los países del Este europeo incorporados al área soviética después de la Segunda Guerra Mundial, donde se impuso por la fuerza la planificación de sus economías en función de los intereses de Rusia en modelos económicos “socialistas” que tenían el rechazo  de sus habitantes como lo acreditó la apertura de la “primavera de Praga” en 1968 y su posterior aplastamiento ese mismo año por los tanques del Pacto de Varsovia. En el caso de EEUU, con el apoyo a los cruentos golpes de Estado en América Latina para mantener su influencia geopolítica, como fueron, entre otros, los golpes de Estado en Chile y Argentina, con el fin de frenar los cambios democráticos liderados por gobiernos que querían implementar reformas sociales en favor de la mayoría de la población, limitando para ello el poder de las oligarquías dominantes, y también, con el apoyo a dictaduras sanguinarias como la de los Somoza en Nicaragua, política que contradecía abiertamente su mensaje universal de exportación de la democracia.

En el mundo occidental, el pensamiento universal, instrumentalizado en el caso del “socialismo” por el Imperio soviético y de la “democracia” por el imperialismo de EEUU, comenzaron a ser cuestionados por la hipocresía en la que se sustentaban y tuvo su máxima expresión en la denominada “revolución de Mayo de 1968”, la cual se puede considerar una rebelión contra la falacia entre la teoría y la práctica de los discursos universales. Dentro de este movimiento de protesta, en unos casos, se intentó articular discursos alternativos, en otros, revisar los viejos pero ninguno tuvo el eco necesario como para recomponer o formular un nuevo discurso universal capaz de motivar a la sociedades en las diferentes partes del mundo y éstas, y cada una de ellas, se atrincheraron en las políticas nacionales.

En América Latina, los golpes de Estado contra los gobiernos reformistas salidos de las urnas, revivieron en la oposición de izquierdas, el principio de que el único poder político para llevar adelante las reformas sociales estaba en la “punta del fusil” y un movimiento guerrillero se extendió por varios países del continente.

En los países que en el tercer cuarto del siglo XX habían salido del dominio colonial y habían accedido a la independencia, los gobiernos iniciaron el camino para hacer valer ante sus sociedades el principio de que la consecución de la independencia política debía servir no solo para restablecer la dignidad nacional, sino también para hacer avanzar económicamente a las sociedades respectivas. Pero la crisis económica de 1973 que se prolongaría durante más de una década, tiraría por tierra esas expectativas. Los países pobres que se habían endeudado para modernizar sus economías, debido a las características estanflacionarias de la crisis incrementaron los intereses de las deudas contraídas y éstas paralizaron el desarrollo económico de la mayoría de los países del Tercer Mundo y los gobiernos de esos países tuvieron que recurrir a la represión para mantenerse en el Poder.

El siglo XX, que había comenzado su andadura pensando en una revolución socialista universal, que había proclamado, a mediados de siglo ante el fascismo, la vigencia universal de la democracia, en la recta final del siglo XX fenecían esos valores ante los intereses creados por las elites dominantes en casi todos los países del mundo. El sueño universal de libertad, igualdad y fraternidad se desplomaba. Aquellos que habían levantado la bandera de la democracia apoyaban las dictaduras y se demostraba que quienes habían levantado la bandera roja del socialismo eran carceleros de pueblos y naciones. En los años ochenta del siglo XX las ideologías universalistas estaban agotadas. La riqueza del Tercer Mundo redundaba en las sociedades de los países ricos, por la transferencia de los intereses de las deudas de los países pobres a los países ricos y por el intercambio desigual de mercancías, por ello, la mayoría social de los países ricos no precisaba ningún discurso universal redentor y podían mirar para otro lado cuando sus gobiernos democráticos apoyaban a siniestras dictaduras en el Tercer Mundo. En la URSS, el régimen perdía apoyo popular ante el atraso económico respecto de Occidente por eso la dirigencia soviética tuvo que recurrir, cada vez más, a la represión para mantenerse en el poder.

Existía, pues, un agotamiento ideológico mundial. Lo que sostenía a Occidente era su alto estatus económico, pero en la URSS la economía se había articulado no en base al desarrollo de las fuerzas productivas en interés de la sociedad sino en base a la defensa militar. El abandono de las necesidades de la sociedad como eje central del desarrollo económico generó una economía sumergida que era la que regía la demanda interna, y una nueva clase social surgida de las camarillas de burócratas bien situados en el aparato del Estado eran sus beneficiarios. Eso llevó a que esa misma clase de funcionarios aspirara a un Estado político en el que sus intereses fueran legales. Y paradójicamente, la patria donde se había levantado un sistema social inspirado en el marxismo, veía como se cumplía uno de los principios con los que Marx había fundamentado sus tesis de los cambios históricos: “la contradicción que en un momento histórico determinado se produce entre la necesidad social del desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción obsoletas existentes para propiciar ese desarrollo”, contradicción que había dado el triunfo a la burguesía frente al Antiguo Régimen en el siglo XIX y que daba ahora el triunfo a la nueva burguesía rusa frente al anquilosado régimen soviético. Todo se juntó, y en 1989 explotó el sistema soviético, afortunadamente de manera incruenta, los países del Este Europeo se independizaron de la tutela de la antigua URSS y Rusia entró en la última década del siglo en un proceso de disgregación social y política.

A China solo le puede salvar el socialismo” era el eslogan del Partido Comunista de China (PCCh) en su lucha contra la ocupación japonesa y en la posterior guerra civil librada contra las fuerzas del Koumitang, frase que se hizo realidad cuando Mao Zedong proclamó en 1949 en Pekín la fundación de la República Popular de China, con la frase, ¡China se ha puesto en pie!

“Solo China puede salvar el socialismo” fue el eslogan al que se aferraron los dirigentes del PCCh ante el retroceso mundial del denominado “socialismo real” iniciado con la caída del “muro de Berlín” en 1989.

Entre ambas fechas que coinciden con el período de la Guerra Fría, China vivió aislada del mundo, no era algo nuevo, pues, hasta la ocupación semicolonial británica y la posterior ocupación japonesa, China el país más populoso y avanzado hasta el siglo XVII de nuestra era, había creído que fuera de sus fronteras solo existían bárbaros y que China unía todo lo que había de importante bajo el cielo.

En el periodo de la Guerra Fría en el que la construcción del socialismo a escala planetaria se fundamentaba en la progresiva desconexión económica de países del sistema capitalista, la tradición histórica de China encajaba bien en ese modelo. Pero la caída de la URSS, supuso una lección que los dirigentes Chinos aprendieron rápido, comprendieron que los tiempos estaban cambiando y que había que “avanzar al paso del tiempo”.

El proceso de reforma y apertura iniciado por Deng Xiaoping en 1979 pasó a una fase acelerada impulsado por la política económica de "economía socialista y de mercado", socialista para los campesinos y socialista y capitalista en las zonas industriales específicas de la costa oriental de China para el desarrollo económico; por otra parte, la política de un "país con dos sistemas” permitió la incorporación de Macao y Hong Kong a la soberanía China respetando sus modelos políticos y administrativos.

China comenzó a crecer económicamente como ningún país lo había hecho nunca desde la revolución industrial y cientos de millones de personas comenzaron a salir del atraso y la miseria. El PCCh sorteo la crisis ideológica desarrollando el aspecto nacionalista de su ideario, dejando para otro tiempo histórico el objetivo comunista de la redención del género humano bajo la premisa de que cada nación sin injerencias externas encontraría su camino de desarrollo y prosperidad.

La última década del siglo XX supuso el final de las ideologías universales tal y como las concibieron en su praxis los teóricos liberales y socialistas del siglo XIX, “la práctica, único criterio científico e histórico de verdad” proclamado por Marx, así lo atestiguaba. Al mismo tiempo, en muchos de los países del Tercer Mundo, sus habitantes veían como las ideologías políticas universalistas en las que se habían apoyado los dirigentes de los movimientos independentistas, una vez éstos en el gobierno, no habían sido capaces, en su recorrido histórico desde la proclamación de la independencia hasta el final del siglo XX, de propiciar un desarrollo económico de las economías nacionales favorable a la mayoría de la población.

El término “países en vías de desarrollo” utilizado para definir a los países pobres, se desveló como un eufemismo sin contenido real, porque los pobres cada vez eran más pobres, y nadie sabía cuanto tiempo era necesario para culminar el desarrollo prometido. Las economías de esos países seguían sustentándose básicamente en ser suministradores de materias primas de los países ricos, y el declive y retroceso de las economías agrarias de autoconsumo para rentabilizar los espacios agrarios expulsaban a millones de campesinos a la periferia de las ciudades, conformando grandes aglomeraciones en asentamientos humanos carentes de las infraestructuras básicas como alcantarillados, luz y agua potable; hábitats donde la subsistencia se aseguraba a través del desarrollo de un sector económico informal desligado de las actividades productivas.

Al final del siglo XX, los pobres del planeta quedaron, pues, huérfanos de la teoría científica transformadora y revolucionaria por la cual todo el género humano debía beneficiarse por igual de los avances técnicos, científicos, sanitarios y educativos, así como de los recursos energéticos y alimentarios.

Y, tal vez por ello, en la década final del siglo XX, cuando la esperanza transformadora universal se ha agotado, es cuando se comienzan a gestar los grandes movimientos migratorios de los países pobres a los países ricos. Las fronteras de las naciones que constituían el mosaico de los países pobres, y por las que arduamente se había luchado por su independencia y por el desarrollo económico, eran percibidas por gran parte de sus habitantes como prisiones de miseria y éstos, comenzaron a asaltar la fortaleza de los países ricos, arriesgando en ello su vida, cruzando desiertos a pie, océanos en barcazas de pesca. Los que conseguían atravesar sus murallas, veían que la tierra prometida no era tal y caían en redes de explotación de jornadas intensas de trabajo por escasos salarios, pero esta explotación era considerada, por muchos, como un mal menor ante la desesperanza de pensar, que en su país de origen, nunca tendrían un porvenir mejor.

 

4. Hacia un nuevo paradigma civilizatorio universal

En este emergente escenario mundial tras el fracaso en la práctica de las ideologías con vocación universalista, liberal y socialista, al que contribuyeron las dos grandes potencias que las instrumentalizaron en su propio beneficio, EEUU y la extinta URSS ¿Cabe pensar que el proyecto de una humanidad regida por los valores de libertad, igualdad y fraternidad son una utopía? ¿Cabe pensar que el género humano se ha detenido en su afán por transformar la sociedad en la búsqueda de esos valores comunes a todas las ideologías, sean liberales o socialistas, nacidas de los ideales de la Ilustración, por las que la humanidad creyó que la felicidad social en la tierra era posible? Si la humanidad aceptó con resignación durante milenios que la Tierra era un valle de lágrimas y que solo en otro mundo metafísico dejaría de serlo ¿Se ha vuelto de nuevo a esa situación del pensamiento universal? Cabe pensar que no, y cabe hacerlo, porque tras un recorrido histórico de doscientos años de lucha por esos ideales, la voluntad transformadora sigue vigente y la resignación pertenece ya al oscurantismo de otra civilización que fue sepultada en el siglo de las luces, y cabe también pensar que no, porque los desheredados de la tierra quieren salir de su situación de pobreza y la humanidad se enfrenta a problemas como el cambio climático, la malnutrición, las enfermedades y el analfabetismo, problemas que necesitan de soluciones globales.

Lo que ha fracasado, no son, pues, esos grandes ideales, sino el camino trazado por los teóricos del liberalismo y socialismo del siglo XIX. El recorrido histórico ha desbrozado lo verdadero de lo falso. Lo falso ha sido que la verdad de unos no se puede imponer por la fuerza a otros, pretexto bajo el que actuaron los imperios coloniales europeos, el imperialismo de EEUU y el de la antigua URSS. Lo verdadero es que el género humano ha extraído de ese camino de dolor, la experiencia de que solo es posible avanzar desde el diálogo, el respeto y el entendimiento entre el mosaico de naciones surgidas desde el siglo XVIII tras un doloroso parto de guerras, y lo verdadero es también que el ritmo de los cambios políticos y sociales lo deben marcar los propios ciudadanos de cada nación.

Después de dos siglos se ha dado con el método pacífico y científico de cambio. El poder transformador ya no nace de la punta del fusil sino del respeto entre naciones y de la democracia interna en cada una de ellas. Pero el método no significa el cambio, sino las bases para fundamentar el cambio. Lo que hará que el cambio se ponga en marcha es la necesidad de las naciones en colaborar para afrontar los graves problemas que tiene la humanidad.

No obstante, si bien el marco de las naciones es la base sobre la que deben fundamentarse las transformaciones mundiales, el enemigo número uno para llevar adelante esas transformaciones, paradójicamente, es la concepción retrógrada de exaltación de la competencia entre naciones. Durante los siglos XIX y XX la competencia entre imperios y naciones se justificaba porque ante todo, lo que debía prevalecer era el bienestar de cada nación sobre el resto. Se trataba de sacar beneficio unilateral y ello llevaba al enfrentamiento, ese modelo vigente en la conciencia de la mayoría de las sociedades de muchas naciones, principalmente de las que fueron antiguos imperios coloniales, sigue siendo una de las herencias negativas del proceso de fundación de las naciones.

El objetivo de las naciones debe ser su integración por superación de las diferencias, al entender que en la colaboración hay más beneficio que en la competencia siendo las propias naciones quienes vayan determinando los ritmos de integración en las relaciones políticas y económicas.

Es evidente que las sociedades más enrocadas en el paradigma de confrontación entre naciones, en lugar del entendimiento, son aquellas en las cuales su grado de bienestar ha alcanzado un alto desarrollo, pues entienden que los postulados políticos universales pueden perjudicar su estatus.

Serán pues los países o regiones del mundo más poblados y emergentes económica y políticamente los más interesados en un proceso integrador. No obstante, el posible avance en un proceso de entendimiento entre naciones a escala mundial dependerá de las naciones que tienen más poder económico y capacidad de decisión para implementar políticas globales por su peso económico y demográfico.

Una nueva realidad política parece, pues, que comienza a abrirse camino con el final de la hegemonía mundial Occidental: la formación de un mundo multipolar, donde los nuevos polos geopolíticos emergentes estarían de acuerdo en las relaciones entre iguales, es decir, sin ambiciones imperialistas como superación de las dramáticas experiencias históricas vividas, como fue en China la larga guerra contra la ocupación japonesa, en los países latinoamericanos el largo período de subordinación política a su vecino del norte y el azote de los golpes de Estado, o en el caso de Rusia, por la amarga experiencia del Imperio Soviético que le arrastró al caos como nación en la última década del siglo XX.

Por otra parte, los países que no son “polo” también están interesados en que se desarrolle un mundo multipolar porque les permite establecer sus relaciones internacionales preferentes en libre competencia, en lugar de depender exclusivamente de Occidente, habiéndose convertido China por sus extraordinarios avances económicos sociales y tecnológicos en un nuevo referente mundial.

Las relaciones políticas que mantienen los países con China, se pueden dividir en dos grandes apartados. En el primero estarían los países Occidentales o países ricos, y en el segundo, los países países emergentes entre los que destacan por su importancia Brasil, Rusia e India. La relación de Occidente con China, es una relación de amor, odio, una relación que ha venido a denominarse para China en la política de “golpe y contacto”. Occidente se ha beneficiado en los últimos años de los productos de exportación baratos de China y tras la crisis económica del 2008 espera beneficiarse de la reactivación interna de China. Pero este interés es contradictorio, pues, si bien Occidente desea que China se reactive económicamente para beneficiarse de su crecimiento también teme las consecuencias políticas que implica un mayor peso económico y político de China en la esfera internacional.

A diferencia, de este bloque de países, la relación de los países del Tercer Mundo y países emergentes con China es diferente. Su relación se basa únicamente en la política de “contacto”, pues, China constituye una alternativa de oportunidades económicas frente a la dependencia que han tenido y tienen del consumismo de los países ricos y no temen la influencia política China, pues esta nación secularmente ha basado sus relaciones con otras naciones en el respeto de los asuntos políticos internos de cada país.

El sistema político vigente en China se basa en el sistema de partidos del Frente Único liderados por el PCCh que dio lugar a la fundación en 1949 de la actual Republica Popular en la parte continental de China, de la que quedó excluido el Kuomitang por la confrontación militar entre ambos bandos, quedando este partido recluido en la isla de Taiwán. Las décadas de reforma y apertura en China han sido un gran paso adelante en materia de avances económicos, sociales y desarrollo legislativo para conformarse como un Estado de derecho que se perfecciona continuamente basado en el principio de Deng Xiaoping de “caminar al paso de los tiempos”.

El gobierno de EEUU, tras la desaparición de la URSS, debido a sus intereses creados como potencia imperial exclusiva a nivel global sigue aferrado a anteponer en las relaciones con otros países, la fuerza y la injerencia para conseguir su prevalencia como potencia global. Sería deseable, que EEUU abandonara está política arrogante en favor de una política de diálogo entre iguales con el resto de países del mundo.

Las relaciones de EEUU y de China constituyen la relaciones internacionales más importantes a escala global y lo serán por mucho tiempo, desde China se aboga por poner fin a la confrontación y establecer un nuevo paradigma basado el respeto entre naciones que posibilite un cambio cualitativo en las relaciones con el resto de naciones del mundo hacia un estadio superior político de gobernanza global.

No obstante, el liderazgo del proceso integrador entre naciones no va a depender solamente de la fortaleza económica, sino también de la emergencia política en el pensamiento y proyectos integradores de las naciones comprometidas con ese ideario.

En América Latina desde el comienzo del siglo XXI está surgiendo un nuevo pensamiento político basado en la integración de las naciones y de desarrollo democrático con inclusión social, si bien, la profundidad y el alcance del ideario político universal que mueve la integración está por determinar.

El sujeto trasformador mundial en favor del conjunto de la humanidad está, pues, en las naciones que lideran los procesos económicos y políticos de integración regional,  que buscan las ventajas en el entendimiento y no en la competencia, y en las sociedades que apuestan por formar parte de un conjunto de naciones en un nivel superior de relaciones, no para competir entre bloques sino para colaborar a favor del bienestar del género humano.

Estos son los grandes postulados que pueden redimir al género humano de las guerras, de las armas atómicas, el racismo y la xenofobia y que pueden propiciar la colaboración necesaria para enfrentar con garantía de éxito los graves problemas medioambientales y la pobreza en el mundo.


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CAPÍTULO II

LA FORMACIÓN DEL ESPACIO ECONÓMICO MUNDIAL

1 Introducción

2. La formación histórica de la economía mundo

3. Primer estadio: La acumulación capitalista originaria (Siglo XVI - 1815)

4. Segundo estadio: El ascenso del capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna (1815 - 1873)

5. Tercer estadio: La confrontación de las Potencias Europeas por las áreas de influencia exclusiva, y la primera desconexión del sistema mundial (1873 - 1945)

6. Cuarto estadio: El final del enfrentamiento en el Centro del Sistema Económico Mundial, la descolonización y las nuevas áreas de influencia (1945 - 1989)

7. Quinto estadio: La formación del espacio comercial mundial (1989 – Siglo XXI)

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1. Introducción

Una visión aproximada de la gran transformación del mundo contemporáneo de los últimos 500 años, la podemos obtener, si comparamos social, económica y políticamente, el mundo existente en la mitad del segundo milenio de nuestra era, entre los siglos XV - XVI, y el mundo del siglo XXI.

En el siglo XV, la sociedad era básicamente rural, con la mayoría de la población activa empleada en el sector agrícola, con un crecimiento demográfico mínimo equilibrado entre la mortalidad y la natalidad, con economías basadas, salvo excepciones, en el valor de uso con pequeños intercambios comerciales en el ámbito local, con escasas innovaciones técnicas adaptadas a un uso primario de las fuentes de energía, y con regímenes políticos despóticos.

A diferencia, a partir del siglo XVIII, se iniciará una profunda transformación de la sociedad rural a la urbana, un crecimiento demográfico sin precedentes, con una economía basada en el valor de cambio e intercambios comerciales de larga distancia en el ámbito mundial, con importantes avances técnicos que han permitido un alta transformación de diferentes fuentes energéticas en trabajo, y un orden mundial basado en las naciones [1].

La historia de esta profunda transformación de la humanidad es la historia de la formación de la “Economía Mundo[2]; basada en un cambio de las relaciones de producción tanto entre las clases sociales como entre países, que propició el surgimiento del “Capitalismo” y se desarrolló a través de diferentes fases económicas en estadios progresivos de acumulación de capital en un ciclo de: inversión–beneficio –inversión; que se repite permanentemente, a pesar de las crisis cíclicas [3].

La transformación se produjo principalmente por la dinámica económica que se impuso desde los Centros originarios del capitalismo [4]. La formación de capital que dio lugar al funcionamiento capitalista industrial a gran escala precisó de una primera acumulación originaria, que no se produjo en el taller del artesano sino en la explotación de las colonias, principalmente a través de las sociedades mercantiles de los siglos XVI, XVII y XVIII.  Marx en el capítulo XXIV de su obra <<El Capital>>, describe con crudeza la acumulación originaria de capital de los países de capitalismo emergente a expensas de la explotación de regiones del mundo que, por su función subordinada en las relaciones económicas a las metrópolis imperiales, constituirían la Periferia del Sistema Económico Mundial [5], hasta su progresiva emancipación política durante los siglos XVIII,  XIX y XX.

No obstante, se puede considerar, que el volumen o masa crítica de desarrollo del capitalismo para dar el salto cualitativo que le permitió regir indiscutiblemente los destinos económicos del mundo no se daría hasta la revolución industrial y las revoluciones liberales en el siglo XIX, afirmándose definitivamente el funcionamiento capitalista de las diferentes metrópolis que dominaban en régimen colonial amplias regiones del planeta [6].

 

2. La formación histórica de la economía mundo

En este capítulo se explica el desarrollo histórico de la economía mundo desde sus orígenes capitalistas hasta el siglo XXI dividido en cinco estadios, que responden a cinco concepciones de organización del espacio económico mundo.

El primer estadio, se corresponde con la gestación del sistema capitalista, y se inicia a finales del medievo de forma marginal en las ciudades europeas, y posteriormente desde el siglo XVI al XVIII, en el ámbito de los Estados absolutistas europeos, basado en el sistema denominado “Mercantilismo”, en el que los territorios de ultramar, distribuidos según áreas de influencia exclusivas de las diferentes metrópolis, contribuían al desarrollo económico de éstas.

El segundo, comprende el periodo 1815-1873 y corresponde a la formación de las naciones en el Centro del Sistema Económico mundial, el desarrollo de las economías nacionales basadas en desarrollo industrial y gobernadas bajo los postulados del “Liberalismo Económico”, en el que perdió vigencia el sistema de protección comercial entre las metrópolis y sus áreas geopolíticas de influencia, y se impuso el desarrollo económico basado en el libre comercio mundial.

El tercero, pertenece al periodo 1873-1945, que se caracterizó, con la excepción de la década de 1920, por un retorno a las barreras proteccionistas comerciales entre los países que constituían el núcleo del desarrollo capitalista mundial, dando lugar al modelo de desarrollo capitalista imperialista basado en áreas de influencia en régimen colonial exclusivo, lo que propicio la disputa por el dominio de las mismas para su expansión económica, periodo en el que tuvo lugar la 1º y 2º Guerra Mundial, y donde se produce la primera desconexión geopolítica del sistema capitalista mundial [7] que dio lugar a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El cuarto, surge tras la Segunda Guerra Mundial (1945) y dura hasta la desaparición de la URRS (1989), periodo donde se conforman tres realidades geopolíticas diferentes:

La primera formada por el núcleo desarrollado capitalista, donde se impone la colaboración económica, se establecen acuerdos e instituciones para el desarrollo económico en el ámbito mundial, que daría lugar al espacio del primer mundo.

Una segunda formada por las desconexiones del sistema capitalista mundial de los países industrializados denominados de “socialismo real”, que constituiría el Segundo Mundo.

Y una tercera, formada por países marginales en el sistema capitalista mundial como América Latina, pero principalmente por las colonias o semicolonias que habían constituido hasta entonces la Periferia del Sistema Económico Mundial, que accederían masivamente a la independencia en la segunda mitad del siglo XX, poniendo fin al imperialismo colonial, dando lugar a las nuevas naciones que formarían el Tercer Mundo.

El quinto y último estadio, tras el final del imperialismo colonial y el derrumbamiento de la URSS, está protagonizado por la formación del espacio único comercial mundial, el cual ha tenido como objetivo el final de las fronteras comerciales nacionales en unas relaciones de libre mercado.

 Aunque todavía no existe un recorrido histórico que pueda definir claramente un Sexto Estadio, la crisis financiera global del 2008 ha abierto una nueva era en el que la Economía mundo está cambiando profundamente por el auge de los países BRICS.

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3. Primer estadio: La acumulación capitalista originaria (Siglo XVI - 1815)

Los orígenes de la formación de la economía mundo, tendrían lugar en el siglo XVI en el centro de Europa, las guerras de religión tuvieron una motivación de fondo económica, propiciada por el interés de nobles y comerciantes burgueses que aspiraban a gobernar en ámbitos políticos que les permitiera incrementar su capital. Estos sectores sociales, eran contrarios a la tutela económica de la iglesia y de las monarquías absolutistas unidas religiosamente a Roma. La negación de la autoridad Papal era la mejor justificación teológica de no someterse a los dictados de los Estados absolutistas, permitiendo a las ciudades un funcionamiento autónomo. El protestantismo constituyó la base ideológica sobre la que los capitalistas articularían la independencia de espacios económicos regidos por el valor de cambio y la propiedad privada de los medios de producción, propiedad sujeta a su vez a las leyes del mercado, siendo Holanda en el siglo XVI y parte del XVII, la vanguardia en el desarrollo de este modelo económico que pasaría a denominarse con posterioridad “Capitalismo” [8].

Durante el siglo XVI, el dominio del Mediterráneo oriental por el Imperio Otomano conllevó el bloqueo de las rutas comerciales hacia Oriente. Ello propició que las rutas atlánticas por Occidente cobraran especial importancia, los países europeos atlánticos vieron revalorizarse su posición geopolítica con la explotación de las rutas marítimas occidentales. Los portugueses a través del cabo de Buena Esperanza hacia las Indias Orientales, los españoles con el descubrimiento de las Indias Occidentales (América); e Inglaterra y Holanda que ganarán en importancia con posterioridad a costa de portugueses y españoles. El uso de estas rutas permitió la afluencia de oro, plata y productos exóticos hacia Europa. Durante la Edad Media, las relaciones de los países europeos con el Oriente asiático habían sido comerciales, pero a partir de que el comercio de larga distancia cobró importancia estas relaciones cambiaron, las potencias europeas con salida al océano Atlántico iniciaron el sometimiento político y militar de la parte del mundo que con posterioridad constituiría la Periferia del sistema económico mundo. El Centro europeo se iría reforzando en la medida que se incrementaba el sometimiento de las áreas periféricas. En América los españoles sometieron a las grandes culturas, Inca en el altiplano andino y, Azteca en Centroamérica; en Asia y África, portugueses, ingleses y holandeses, a partir de pequeños enclaves, irían sometiendo a amplias regiones de esos continentes [9].

Los Estados absolutistas tendían a controlar el mercado del oro y de la plata [10], pero necesitaban de los propietarios burgueses para la producción y comercio de manufacturas. Por ello, hasta el siglo XVIII, se establecería a pesar de conflictos importantes, espacios de colaboración entre burgueses y las monarquías despóticas europeas para articular mejor el desarrollo del incipiente capitalismo, basado principalmente en el comercio de mercancías, siendo las naciones más beneficiadas Inglaterra, Holanda y Francia, quedando paulatinamente relegada España.

En esta fase originaria de acumulación capitalista, las colonias constituidas por la parte del mundo entonces sometida a las potencias europeas, tuvo ya en la América Hispánica, el Caribe, la India, y áreas de la costa, africana, asiática y de Oceanía, una transformación importante, se acabó en diversas partes con economías de subsistencia, sustituyéndolas por plantaciones orientadas al consumo de las metrópolis o por explotaciones mineras para la obtención de metales preciosos, donde decenas de miles de esclavos, o en régimen de semiesclavitud como la mita [11] trabajaban para la economía de las potencias europeas, principalmente de Holanda, Inglaterra, Francia y España [12].

La burguesía de las ciudades europeas más importantes, surgida de los burgos medievales consiguió una importante acumulación de capital que lo reinvirtió en transformar las relaciones de producción, hasta entonces las mercancías industriales se producían en el taller artesano sometido a una estructura gremial jerárquica de maestros y oficiales; la burguesía transformó el taller artesano sustituyéndolo por el taller manufacturero basado en el trabajo a domicilio, donde el obrero elaboraba el producto completamente, con posterioridad surgiría la fábrica donde se introdujo la división técnica, limitándose el obrero a realizar una función del proceso productivo.

El mercado interno, basado en amplias regiones de Europa en la feria medieval local, evolucionó por la presión del comercio de larga distancia. El mercado local tendía a regular su propio comercio con protecciones arancelarias entre ciudades, en la práctica, esto significaba que las ciudades planteaban obstáculos para la formación del mercado nacional por el que presionaba para su apertura el comerciante mayorista de productos de ultramar, fue está presión lo que llevaría a primer plano el criterio territorial de la nación como articulador del mercado interno. En los siglos XVI y XVII, la acción deliberada de los Estados Absolutistas impulsó el sistema mercantilista entre ciudades, acabando con el particularismo del mercado local al suprimir las barreras aduaneras internas, allanando el camino para un mercado nacional y dando lugar a un sistema mercantilista de protección aduanera nacional. Esta organización del mercado fue una de las bases del poder absoluto de las monarquías europeas [13].

El comercio del oro y de la plata, extraída directamente de las minas de los dominios de las potencias europeas, era monopolizado por el Estado para su inversión en las guerras europeas, pero el comercio de mercancías de larga distancia estuvo en manos de comerciantes o asociaciones que aunaban sus esfuerzos y sus capitales para una tarea común o para alguna expedición mercantil. Los orígenes de estas asociaciones, pueden encontrase ya en los gremios medievales. En el siglo XV los <<mercaderes aventureros>>, mercaderes que vendían telas inglesas en el continente, se agruparon en una federación que fue ganando fuerza con el tiempo.

Durante los siglos XVI y XVII se fundaron las compañías para el tráfico de larga distancia como la Compañía Holandesa, la Compañía Británica de la Indias Orientales y la Compañía francesa de las Indias Orientales y estuvieron operativas grandes periodos de tiempo que en el caso de la Británica comprendió desde 1600 a 1874. Cada una de estas compañías gozó de un monopolio concedido para explotar las regiones que se le habían asignado o que habían escogido. Todas ellas se veían asimismo en la necesidad de resistir, mediante el uso o la amenaza de las armas, la penetración de los restantes monopolios nacionales a quienes también se habían otorgado privilegios similares. De esta forma, las empresas hicieron su aparición no sólo como instrumentos comerciales sino también bélicos.

A fines del siglo XVII y principios del XVIII prosiguieron el registro de compañías, con una creciente variedad de objetivos. Mediante este proceso, tanto el comercio con las colonias americanas como el gobierno de las mismas quedaron en manos de compañías registradas. Estas compañías se beneficiaron de la revolución de los precios, o sea, de la inflación, ocurrida durante los siglos XVI y XVII. Las compañías se dieron cuenta que era más beneficioso poseer mercancías porque siempre las podían revender a un precio mayor, lo que supuso una influencia favorable para el comercio de mercancías, pues la inflación puso de manifiesto el fetichismo del oro y de la plata [14], de tal manera que los comerciantes se enriquecían mientras que los Estados se endeudaban [15]. Esta afluencia de dinero en manos privadas llevaría con posterioridad a que surgieran las bolsas de valores de París y Londres.

 

4. Segundo estadio: El ascenso del capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna (1815 - 1873)

Desde el siglo XVI, en la medida que aumentaba el enriquecimiento de la emergente burguesía, se hacía más patente la necesidad de una nueva organización político-económica que superase la dualidad en la que se movía el sistema político del Antiguo Régimen, que se manifestaba, por una parte, en el interés de la nobleza y la iglesia de continuar con el sistema del régimen estamental heredado de la Edad Media, representado en el despotismo absoluto de las monarquías europeas y, por otra parte, en la necesidad que tenían comerciantes e industriales con grandes sumas de dinero, de un cambio institucional que les posibilitase estar representados en los órganos de decisión y legislación del Estado.

Progresivamente, se iría evidenciando que el sistema político jurídico del Antiguo Régimen era inviable para integrar la nueva dinámica capitalista. Esta incompatibilidad se expresaría en la imposibilidad legal de reinversión de grandes sumas de capital en manos de burgueses, en el valor material más importante de la época, <<la tierra de cultivo>>, al estar ésta amparada en el régimen jurídico estamental que prohibía su venta y cuya titularidad estaba en manos de los grandes terratenientes y de la iglesia.

La constitución de la República de Holanda en el siglo XVI, la revolución <<Gloriosa>> inglesa en el siglo XVII y la revolución francesa en el siglo XVIII serán los paradigmas de las primeras rupturas con los regímenes absolutistas. Pero sería la emancipación de las trece colonias de América del Norte y la formación de los Estados Unidos de América, la base del sistema capitalista más genuino surgido en ese momento histórico [16].

Durante el siglo XIX, las revoluciones burguesas liberales acabarían casi totalmente con el Antiguo Régimen en Europa, pasando la tierra con las desamortizaciones al dominio del mercado, ello dio lugar a un nuevo sistema político social y económico sin lastres feudales, que además permitió liberar suficiente mano de obra para la explotación fabril. En Inglaterra, el gran paso por el que la mano de obra paso a regularse directamente por el mercado fue la abolición de la ley de Speenhaland en 1834, ley que impedía la formación de un mercado de trabajo nacional, al estar vinculada la mano de obra a las parroquias [17]. A partir de esta fecha, la tierra, el dinero y la mano de obra se reguló por las leyes de la economía de mercado. El nuevo Estado burgués basado en el ámbito de la nación, favoreció la expansión de la acumulación capitalista.

Inglaterra se beneficio de la combinación de una serie de condiciones sociales, económicas, políticas y técnicas que dio lugar a la “Revolución Industrial” y que marcaría el porvenir del capitalismo. No estuvo basada en grandes proyectos técnicos o de desarrollo militar sino que tuvo su origen en la mejora de la producción de objetos de amplia utilización práctica, y en especial con la producción de tejidos de algodón [18].

La revolución industrial se apoyó en los fuertes incrementos de la productividad, hechos posibles mediante la división del trabajo. Adicionalmente, la división del trabajo simplificó las operaciones individuales y proporcionó oportunidades de empleo en la industria a trabajadores no cualificados profesionalmente. Más trabajadores, significó más poder de compra, lo que, a su vez, contribuyó al desarrollo de la sociedad y la industria en su conjunto. El fuerte incremento de la productividad fue la verdadera significación de la Primera Revolución Industrial.

La integración de miembros de la clase trabajadora en una creciente clase media por encima del nivel de pobreza, estimuló un mercado de artículos de consumo corriente de uso diario, como el vestido y el menaje del hogar que ya no podía ser satisfecha por los antiguos medios de trabajo, sino que necesitaba de una producción industrial organizada sobre la base de nuevas máquinas movidas por nuevas fuentes de energía y por abundante mano de obra. La invención de la máquina de vapor permitió la utilización masiva del carbón para la conversión de la energía en trabajo con fines industriales en proporciones hasta entonces desconocidas [19].

La acumulación de capital se vio favorecida en las regiones que disponían de bases infraestructurales ventajosas para el desarrollo de la revolución industrial, esto es, recursos energéticos como carbón o energía hidráulica y materias primas como el hierro, algunas de estas zonas fueron, Inglaterra, Alsacia, Lorena, la cuenca del Rhur, el País Vasco, etc.. Las industrias de mayor capitalización fueron la industria textil, la de transformación de productos agrarios, o construcción de maquinaria.

El nacionalismo se desarrolló como ideología pareja al liberalismo que propugnaba el libre mercado, impulsado por las emergentes clases burguesas, generó la conciencia nacional que dio lugar a los Estados nación de base constitucional tanto en América como en Europa. Hacía 1870 tras la unificación italiana y alemana, ya se dibuja una Europa de Estados nación aunque todavía con reminiscencias del Antiguo Régimen, por la pervivencia del imperio ruso, el austro-húngaro y los restos del imperio otomano. En Japón, el proceso de capitalización fue impulsado por el propio Estado. Durante la era Meiji (1868-1912), se abolió por decreto el orden feudal (1871), se instauró la monarquía constitucional y se impulsó la industrialización, la misma tuvo desde sus comienzos un fuerte sesgo monopolista de Estado.

En este estadio de desarrollo del capitalismo basado en las economías nacionales, Europa se vio favorecida a partir de 1815 por el cese de las guerras que habían sido casi continuas durante el siglo XVIII, abriéndose un periodo de paz que duraría hasta la guerra de Crimea en 1870-1871. En este periodo, el abandono de la guerra entre las potencias europeas se debió a su interés en el funcionamiento del libre comercio de los mercados mundiales de los que dependían en gran medida sus ingresos [20].

La economía mundial descansaba en un sistema monetario internacional, basado en la casi universal aceptación del patrón oro. Inglaterra había adoptado el patrón oro en 1816 [21], las monedas importantes eran libremente intercambiables, ello permitía el comercio multilateral entre países, comprando un país de otro con el dinero obtenido del comercio con un tercero. El Centro del sistema económico era Londres, los bancos de esa ciudad prosperaron como consecuencia de la derrota de Napoleón. Nunca el mundo había estado tan unificado económicamente, con regiones del mundo especializadas, siendo Europa Occidental y principalmente Gran Bretaña, el taller industrial del mundo.

Pero este sistema era muy frágil con millares de empresas y de personas compitiendo sin ninguna regulación. El incremento del volumen y la velocidad de transacciones del comercio internacional, así como la movilización universal en la transportación masiva de granos y materias primas agrícolas de una parte a otra del planeta, dislocaba la vida de decenas de millones de habitantes. El sistema atravesaba ciclos de prosperidad y de depresión, siendo la más notable la gran depresión que se produjo hacia 1873 y que duró hasta 1893, en la que coincidieron varios factores como: disminución de la producción agrícola, estancamiento industrial y caída de los precios motivado por la escasez de oro con relación al incremento de productos industriales.

 

5. Tercer estadio: La confrontación de las Potencias Europeas por las áreas de influencia exclusiva, y la primera desconexión del sistema mundial (1873 - 1945)

La crisis agraria y la depresión de 1873-1893, supuso el final de la fase concurrencial con libre movilidad de capitales y fuerza de trabajo, cobrando fuerza un nuevo modelo de expansión capitalista, basado en el proteccionismo de las potencias europeas incluyendo a los espacios coloniales que controlaban comercialmente, lo que originó un sistema de áreas de influencia económicamente estancas. Por ejemplo, Alemania pasó del apogeo de libre comercio por el que había impuesto a Francia la cláusula de nación más favorecida y había introducido el patrón oro, a después de la depresión a rodearse de aranceles protectores y aplicar políticas de disputa colonial de alta presión [22]. Estados Unidos tenía aranceles más elevados aun que el Reich, todos los países de Occidente seguían la misma tendencia. Los aranceles impuestos a las importaciones de un país perjudicaban a las exportaciones de otro país y le obligaban a buscar mercados en nuevas regiones políticamente desprotegidas.

El imperialismo económico fue fruto de una combinación de proteccionismo y expansión económica, el proteccionismo ayudaba a transformar los mercados de libre competencia en mercados en régimen de monopolio, y las empresas monopolísticas precisaban, a su vez, de mercados exteriores para su expansión con la exportación de mercancías y capitales. Esta fue la rivalidad de los imperialismos al final del siglo XIX, por una parte, la negación, económicamente inexplicable, de comerciar entre ellos y, por otra, la adquisición de áreas económicas de influencia exclusiva, para asegurar las inversiones y el crecimiento económico de cada uno. De esta manera, el imperialismo dio un fuerte impulso al sistema económico capitalista al pasar a depender de las metrópolis la mayor parte de las regiones del mundo como capitalismo periférico.

Desde el final del siglo XIX hasta mediados del siglo XX las contradicciones socioeconómicas para la acumulación de capital, ya no se manifestarían en el ámbito nacional entre la burguesía liberal y los restos del Antiguo Régimen, sino que se expresarían en la confrontación internacional entre potencias. En contraste con lo que había ocurrido durante la mayor parte del siglo XIX, hasta la crisis de 1873, donde había funcionado el libre comercio mundial, las potencias europeas aspiraban en el último cuarto del siglo XIX a la dominación política y territorial plena de sus áreas de influencia [23]. Inglaterra y Francia en el ámbito de sus dominios de ultramar; Rusia extendiéndose hacia el este asiático; Alemania en el centro de Europa, y Estados unidos extendiéndose hacia el oeste americano.

Los territorios colonizados quedaron bajo la protección de las leyes arancelarias de las metrópolis, pasando a ser mercado interior de cada imperio, pero con una relación comercial favorable a las metrópolis al exportar éstas productos manufacturados a las colonias, mientras que de las mismas se obtenían materias primas por medio del pillaje o de la explotación abusiva de la mano de obra. En una segunda época, el colonialismo pasó de la exportación de mercancías a la exportación también de capital, dinero que era invertido en las colonias para la producción de mercancías que serían exportadas a la metrópolis, es la época en la que, en amplias zonas coloniales, las economías tradicionales de autoconsumo serán destruidas y sustituidas por monocultivos de plantación. De esta manera se sustituye la acumulación basada en el expolio por la basada en la empresa capitalista.

Un ejemplo de esta transformación de la Periferia económica lo constituye la colonización de la India por el Imperio Británico desde principios del siglo XVII, que terminará en el siglo XX en una estructura colonial capitalista, en este proceso la estructura social de la India, que se basaba en una economía tradicional de autoconsumo de comunidades rurales sustentadas por la agricultura y la industria artesana, será destruida y transformada en función de los intereses de la metrópolis, dejando a la población sumida en la pobreza. Polanyi, dice al respecto, <<en la segunda mitad del siglo XIX las masas indias no morían de hambre porque fuesen explotadas, perecían porque la comunidad aldeana india había sido demolida>>. No hay duda de que esto se debía a la fuerza de la competencia económica, es decir, el desplazamiento permanente del <chaddar> tejido a mano, y sustituido por las piezas hechas a máquina. En 1921, la India, una sociedad básicamente agraria se convertirá en importadora neta de productos alimenticios para su abastecimiento.

Básicamente, las colonias estaban repartidas de la siguiente forma: Australia correspondía al imperio británico; Polinesia se repartió entre ingleses, franceses y norteamericanos; Asia fue colonizada por ingleses (Indostán y Medio Oriente), franceses (Indochina) y holandeses (Indonesia); Japón comenzó a expandirse por Corea y parte de la Rusia Asiática; China no llegó a ser nunca una colonia su territorio se repartió en zonas de influencia, pero mantuvo su soberanía como Estado; América latina mantuvo su independencia política pero Estados Unidos fue ganando influencia política en sus decisiones y contribuyó a la independencia de Cuba; África en el siglo XIX, era el continente menos colonizado, en 1870, la carrera por la conquista de territorios de ese continente dio lugar a la ocupación por británicos, franceses, belgas, portugueses, españoles, italianos, holandeses y alemanes.

Las metrópolis eran las que marcaban el desarrollo político y económico de las colonias. En 1870, la población más numerosa bajo régimen colonial la tenía Gran Bretaña con una población de 251,9 millones de personas, Rusia con 15,9 millones y Francia con 6,6 millones.

A principios del siglo XX esta población se había incrementado. El país imperialista por excelencia seguía siendo Gran Bretaña, pues, en 1900 tenía 32,5 millones de habitantes y la población estimada bajo el régimen colonial era de 393,5 de millones; Rusia tenía 104 millones, y bajo régimen colonial 33,2 millones; la población de Francia era 38,5 millones y bajo mandato colonial de 55,5 millones; la de Alemania era de 56,3 millones y la colonial de 12,3 millones; EEUU con 76 millones tenía bajo régimen colonial 9,7 millones; Por último, Japón tenía una población de 45 millones y colonizada 19,2 millones. Solamente en Francia y Gran Bretaña la población colonial era mayor que la del país, pero en el caso de Gran Bretaña ésta la sobrepasaba 12 veces. La población total bajo régimen colonial de estos países era de 523,4 millones, a la que habría que añadir también la de otros países colonizadores menores como, Bélgica, Italia, Portugal y España y Holanda [24].

Relación de la población bajo régimen colonial con la de los países con mayor presencia colonial a principios del siglo XX

Fuente: Historia Contemporánea, R. Palmer / J. Colton. Elaboración propia.

En 1900 el mundo tenía 1.634 millones de los que 563 pertenecían a Europa, Norteamérica, y Japón, y 1.071 a los países que constituían la Periferia del sistema económico mundial [25]; si no se tiene en cuenta la población de China de 400 millones [26] y la de América Latina con unos 70-80 millones, solamente unos pocos millones de personas en el mundo no estaban sometidas al régimen colonial.

Esta política económica de acumulación de capital basada en áreas de influencia exclusiva ha sido la más peligrosa y dañina para la humanidad en lo que a las guerras se refiere, puesto que, los impedimentos para la expansión económica ya no eran de ámbito nacional que había propiciado el enfrentamiento entre el liberalismo y el antiguo régimen, sino de carácter internacional, es decir, entre las diferentes potencias por el control del Sistema Económico Mundial, dando lugar al primer gran enfrentamiento en el Centro geopolítico del sistema capitalista.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue la, hasta entonces, mayor conflagración militar jamás conocida en la historia. El asesinato del heredero al trono austriaco y de su esposa por el estudiante bosniano Princip no fue sino la anécdota del inicio de la guerra. Las causas de fondo estuvieron en la rivalidad, derivada de las ambiciones imperialistas entre los Estados Europeos de capitalismo más avanzado (Alemania, Francia y Gran Bretaña), por la hegemonía del Centro económico mundial, y de cuyo éxito iba a depender el dominio y control de las colonias.

La guerra propiciaría en la Rusia Zarista un tipo de revolución desconocida hasta entonces: “la revolución socialista”, ésta no solamente acabo con el régimen despótico de los zares sino que anuló la economía de mercado. La revolución socialista situó a Rusia fuera del modelo económico mundial, constituyendo lo que, unos años más tarde, se denominaría como la primera gran desconexión del sistema capitalista [27].

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el triunfo de Francia y Gran Bretaña sobre Alemania sellado en el tratado de Versalles (1919), supuso el desarrollo económico de ambas potencias, se restauró el patrón oro y se inició en Europa y Estados Unidos un periodo de auge económico que aseguró la solidez del sistema de mercado, pero la crisis de 1929 propiciada por el derrumbe de la bolsa de Wall Street pondría fin a este breve periodo de crecimiento económico [28]. El modelo de economía de libre mercado mundial entró en una crisis general que llevaría al derrumbe del patrón monetario mundial del oro. Gran Bretaña abandonaría el oro como patrón en 1931, Estados Unidos en 1933,  al que seguirían Italia y Francia.

La crisis del patrón oro llevaría de nuevo a un reforzamiento de la autarquía económica de las potencias. La crisis económica de 1929, al igual que sucedió en la de 1873 había reforzado las tendencias endógenas de desarrollo económico y, de nuevo, las potencias que lideraban el sistema económico mundial optaron por el modelo imperialista de expansión económica basado en medidas proteccionistas según áreas de influencia geopolíticas exclusivas.

Japón pretendía la hegemonía en el extremo oriente, y Alemania, no se resignó a ser un convidado de piedra humillado desde el tratado de Versalles, optó por alejarse deliberadamente del sistema internacional dejando la Liga de Naciones en 1934 y, liderada por los nazis, se encaminó decididamente por la liquidación del modelo de economía de libre comercio mundial que estuvo vigente en las décadas centrales del siglo XIX, y que había sido restaurado durante los años veinte después de la Primera Guerra Mundial.

Francia y Gran Bretaña, eran los estados que seguían controlando la mayor parte del mundo en régimen colonial. En América, Estados Unidos, habiendo consolidado su hegemonía en este continente, aspiraba también a ocupar el papel que le correspondía en el mundo, mientras que, la Rusia socialista, surgida de la revolución de octubre de 1917, aspiraba con fuerza a jugar un papel fundamental en el mundo exportando su revolución.

Y tras dos décadas de paz, las potencias europeas entraron de nuevo en disputa por conseguir la hegemonía del sistema económico mundial, pero esta vez, con más virulencia si cabe, se enfrentaron en la que fue la Segunda Guerra Mundial. Alemania aspiraba a derrotar a Rusia para expandirse hacia el este de Europa y acabar con la revolución socialista, y aspiraba también a dominar a Gran Bretaña y Francia para liderar el sistema económico mundial, por su parte Japón quería colonizar China y derrotar a Estados Unidos para controlar el Asia Oriental.

 

6. Cuarto estadio: El final del enfrentamiento en el Centro del Sistema Económico Mundial, la descolonización y las nuevas áreas de influencia (1945 - 1989)

La Segunda Guerra Mundial finalizó en 1945 con la derrota de las fuerzas del eje (Alemania, Italia y Japón). El triunfo sobre los regímenes totalitarios del eje, supuso la consolidación histórica de la democracia liberal en el centro del sistema capitalista. El tratado de Postdam (1945) marcó el inicio del nuevo orden internacional en el que las potencias vencedoras: Francia, Inglaterra, EEUU y la URRS, se repartieron mundialmente las áreas de geopolíticas de influencia y llegaron a un consenso en las reglas básicas de funcionamiento en el ámbito internacional, así nació la Organización de las Naciones Unidas (ONU) (1945) que sustituiría tras el paréntesis de la guerra a la antigua Sociedad de Naciones (1918).

Pero esta vez, las potencias que lideraban el sistema capitalista mundial, ante la influencia de la URSS sellaron una alianza para el desarrollo económico, articulándose un nuevo orden económico mundial surgido de los acuerdos de Bretton Woods (New Hampshire, EEUU, en 1944) [29]. Estados Unidos que salió económicamente indemne de la guerra, incluso con una industria reforzada lideraría este proceso. El Plan Marshall aprobado en 1948 que duró hasta 1951 supuso una fuerte transferencia de capitales en condiciones favorables para la reconstrucción económica de la Europa liberal que había sufrido las consecuencias de la guerra. En Japón sería el llamado Plan Mac Arthur quien contribuyó a la reconstrucción de la economía de mercado japonesa.

Ello trajo entre 1948 y 1973 la mayor acumulación de capital de la historia, ese cuarto de siglo fueron los años de oro del crecimiento económico, el PIB crecía en los países de la OCDE entre el 7 y el 12%. Estados Unidos lideraba tanto los procesos económicos como políticos, constituyéndose en la principal potencia económica del sistema capitalista mundial. Tras la crisis de 1929, había surgido la desconfianza en el valor absoluto del mercado como regulador de la oferta y la demanda, y una nueva filosofía económica se impuso que se basaba en la inversión privada complementada por la pública, dando al Estado un protagonismo casi decisivo en la marcha de la economía [30].

El Estado y los monopolios de los que una parte importante era propietario el Estado serían los que liderarían los procesos económicos en lo que vino a llamarse el capitalismo monopolista de Estado. La fuerza adquirida de los sindicatos y el temor de las clases sociales propietarias de los medios de producción al comunismo [31], con partidos de esta ideología con fuerte implantación en Europa Occidental, dio una fuerza importante a los trabajadores asalariados y propició que los salarios no estuvieran regulados por el mercado sino por la negociación colectiva, lo que contribuyó al incremento del poder adquisitivo y la formación del “Estado del Bienestar” (Cobertura sanitaria y económica asegurada por el Estado en la enfermedad y jubilación).

Como consecuencia de la ocupación efectiva del ejército soviético de Europa Oriental, quedaron dentro del área de influencia de la URSS los países de esta parte de Europa, que pasaron a desconectarse del sistema capitalista mundial. La influencia de la URSS se extendía desde el Pacífico norte por el este, hasta Europa Oriental por el oeste, situándose su límite occidental en la Alemania del Este.

Tras la Segunda Guerra Mundial, las relaciones de las colonias con las metrópolis comenzaron a cambiar radicalmente. Los pueblos colonizados dejaron de ser agentes pasivos en las disputas imperialistas e iniciaron el camino de la independencia política. En este movimiento emergente estaban las colonias de los imperios principalmente francés, británico, holandés y belga, que aspiraban a su propio desarrollo bajo bases nacionales independientes, pero que respondían a diferentes tendencias, por una parte, la orientada a la desconexión del sistema capitalista, fundamentada en los movimientos de independencia con ideología comunista; y por otra, la orientada a la independencia de base ideológica socialdemócrata o liberal con el objetivo del desarrollo nacional integrado en el sistema económico capitalista mundial.

La URSS favoreció los movimientos tendentes hacia la desconexión, y EEUU favoreció la emancipación de las colonias dentro del sistema capitalista. EEUU luchaba, por una parte, contra la desconexión y la alineación de los países que aspiraban a su independencia dentro de la influencia de la URSS, y por otra, quería limitar el poder de los viejos imperios europeos, pasando a ocupar ese espacio bajo un nuevo tipo de relación político económica, ya experimentada en la América Latina, basada en la subordinación de los procesos de producción de los países independizados a un modelo comercial de intercambio de materias primas por tecnología [32].

Por último, estaba la tendencia de las viejas metrópolis europeas de resistencia a la emancipación colonial, aunque con diferentes planteamientos al respecto. Gran Bretaña, opto en general por una política descolonizadora, delegando en las clases dominantes autóctonas el proceso descolonizador (protectorados) y salvaguardando la articulación económica con la metrópolis (la Commonwealth) [33]. Francia le costo más, puesto que su modelo de asimilación dejaba menos autonomía a las clases dirigentes autóctonas y tuvo que enfrentarse a numerosas guerras pues no hubo por ninguna de las dos partes voluntad de integración, Indochina y Argelia fueron los conflictos más fuertes. Holanda, pretendió un camino intermedio entre el modelo británico y el francés, pero acabó en un modelo represivo para frenar el nacionalismo socialista y religioso de Indonesia [34].

Varios factores favorecieron el proceso de independencia de las colonias, el primero de ellos fueron los conflictos interimperialistas, sobre todo entre la Primera y Segunda Guerra Mundial. Tras la caída del imperio Otomano aliado de Alemania en la Primera Guerra Mundial se produjo un reparto del oriente Medio, Gran Bretaña dominó Arabia, que paso a ser Reino de Arabia Saudita en 1932; Irak que alcanzaría la independencia en 1931; Palestina, conflicto sin resolver, tras la creación del Estado de Israel en 1948; Egipto en 1936, e Irán en 1930, obtuvieron la independencia formal de Gran Bretaña pero no sería definitiva hasta después de la Segunda Guerra Mundial, Francia dominó Siria y Líbano consiguiendo su independencia ambos países en 1946.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el movimiento comunista reivindicaba la autodeterminación de las colonias y la desconexión del sistema capitalista mundial. En este pensamiento se inspiraron, Mao Tse Tung en China, Ho Chi Ming en Vietnam, Kim II Sung en Corea. En América Latina Fidel Castro y Ernesto <Che> Guevara. En África lideres como Patricio Lumumba en el Congo Belga, Samora Machel en Mozambique, Seku Ture en Guinea, Amilcar Cabral en Guinea portuguesa y muchos otros estuvieron influenciados por este pensamiento. En 1949, China con 554 millones de personas el 22% de la población mundial, compuesto casi totalmente por campesinos, un 89% de la población era rural, protagonizó la segunda gran desconexión del sistema económico capitalista, e inicio una andadura de reformas agrarias en un régimen prácticamente autárquico.

Pero el movimiento descolonizador tendría otra expresión en las élites políticas en las colonias educadas en el pensamiento europeo liberal y socialdemócrata: Gandhi en la India. Sukarno en Indonesia, Nasser en Egipto, Ben Bella en Argelia, Burguiba en Túnez, Nkrumah en Ghana, Nyerere en Tanzania, Kebyatta y el movimiento <mau mau> en Kenia y muchos otros. La actitud favorable de la ONU a la descolonización, así como de EEUU siempre y cuando ésta no supusiera la desconexión del sistema económico capitalista mundial, favoreció el desarrollo de este movimiento.

En Asia, India, Pakistán y Ceilán (Sri Lanka) consiguen la independencia de Gran Bretaña en 1947, Birmania en 1948 e Indonesia (de Holanda) en 1949. En 1957 consiguieron la independencia Singapur y Malasia (que se constituyó como federación Brunei, Norte de Borneo y Sarawak en 1963). En África, la mayor parte de los países consiguieron la independencia política entre 1956 y 1962. Francia fue quien tuvo luchas de liberación nacional más violentas en el norte de África (la insurrección argelina comienza en 1954 y durará hasta 1962). En 1956 alcanzan la independencia Marruecos, Túnez, y Sudán, en 1957 Ghana, en 1958 Guinea, en 1960 Camerún, Togo, Madagascar, Congo Belga (Zaire), Somalia, Congo-Brazaville (República del Congo), República Centroafricana, Chad, Gabón, Dahomey (Benín) Níger, Alto Volta (Burkina Faso), Costa de Marfil, Senegal, Mali, Nigeria y Mauritania. En 1961 Sierra Leona y Tanganika; en 1962, Argelia, Ruanda, Burundi y Uganda; en 1963, Zanzibar y Kenia, y en 1964, Malawi y Rodesia del Norte (Zambia). Las colonias portuguesas de Angola y Mozambique en 1975-1976; en 1980 Zimbawe, y en el caso de Sudáfrica, en los años noventa, se aboliría el régimen racista con la abolición del apartheid y la convocatoria de elecciones democráticas. La última colonia que ha accedido a la independencia ha sido Namibia en 1992. En América, el proceso de descolonización se limitó a las colonias caribeñas. Consiguieron la independencia, Jamaica, y Trinidad y Tobago, en 1962; Barbados en 1966 y en la década de los setenta y principios de los ochenta el resto de colonias, Surinam, (Guayan Holandesa), Guyana (Guayana Inglesa), así como otras islas del Caribe [35].

Con posterioridad a la independencia, las naciones pobres que constituyeron el denominado Tercer Mundo, buscaban su propia afirmación en la elaboración de proyectos nacionales para desarrollar procesos productivos autosuficientes a través de la creación de empresas estatales, derivadas del modelo keynesiano de economía mixta. Se pretendía un desarrollo acelerado y a la vez equilibrado entre el desarrollo industrial y la transformación de la sociedad rural en urbana, en el que se precisaban infraestructuras, carreteras, ferrocarriles y energía eléctrica.

En este proceso, la rivalidad entre la URSS y las potencias de economía de mercado, hizo que los países occidentales liderados por los EEUU, apoyaran un camino no comunista que condujera al desarrollo y a la estabilidad de los países subdesarrollados. La cruzada por superar la pobreza a través de la concesión de prestamos y apoyando los movimientos reformistas en el Tercer Mundo se planteaba para los países desarrollados con cierta urgencia para evitar la deriva de los países pobres hacia la desconexión del sistema capitalista. Pero a pesar de los apoyos de los países desarrollados, las relaciones comerciales con los países surgidos de la descolonización no podían cambiar la estructura productiva fundamentada en siglos de existencia, y siguieron fundamentándose principalmente en el intercambio de tecnología por materias primas.

Esta dependencia tecnológica que tenían los países pobres de los países desarrollados se pretendió superar con la aplicación del modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), es decir, reemplazar determinados productos importados por producción industrial nacional, pero ello solo producía un cambio en la composición de las importaciones ya que se dejaban de importar productos industriales o de consumo acabados, pero se importaban productos intermedios necesarios para generar y continuar un proceso de industrialización sustitutiva. Por otra parte, la producción industrial nacional debía ser protegida pues no podía competir con la productividad de los países desarrollados. Este modelo si bien consiguió algunos éxitos económicos no lo fue en el nivel deseado para atender la demanda de una población creciente y en rápida transformación de la sociedad rural a la urbana, cuestión que condujo a graves problemas de asentamiento humanos con importantes carencias de vivienda infraestructuras.

En los países rectores del sistema económico mundial, el modo de desarrollo instaurado después de la Segunda Guerra Mundial se basaría en el bajo coste de las materias primas, en un régimen de acumulación intensivo, propiciado por el taylorismo, fordismo y toyotismo, y en la orientación de la economía desde el Estado. Este modelo de desarrollo entraría en crisis en los años setenta. El auge económico experimentado durante los años cincuenta y sesenta favoreció el incremento de la productividad en todo el mundo, pero en Europa y Japón comenzó a ser mayor que en EEUU y por lo tanto sus productos a ser más competitivos en el mercado, cuestión que llevaría a que en 1967, EEUU registrase un fuerte déficit en su balanza comercial, al mismo tiempo, aumentaron los gastos por la guerra de Vietnam, los que acentuó el incrementó progresivo del déficit general de su balanza de pagos.

EEUU, intentó hacer frente a los pagos con medidas de carácter inflacionista como fue el incremento de la masa monetaria que a la postre llevó a la devaluación del dólar.

En 1971, EE.UU. decretó la suspensión de la convertibilidad de dólares en oro, ello fue acompañado de dos devaluaciones, la primera, en 1971, situaba una paridad de una onza de oro 38 dólares, y la segunda, en 1973, una onza de oro 42,2 dólares. La especulación se desató con fuerza llegándose a pagar 190 dólares por una onza de oro. Estas devaluaciones tuvieron repercusiones altamente negativas para la economía de numerosos países, en particular para aquellos cuyas reservas estaban constituidas básicamente por dólares como era el caso de los países exportadores de petróleo. En sustitución del patrón dólar/oro se estableció la flotación de monedas (el no patrón) que permanece en la actualidad, que representa el ajuste diario de paridades en función del mercado cambiario.

Las devaluaciones del dólar, obligaba a los países exportadores de petróleo a vender más para obtener lo mismo, al tener que cobrar sus exportaciones en dólares. En esta situación la OPEP decidió encarecer el precio del petróleo. Esta medida no fue mal vista por EEUU, pues el incremento de costes iba a repercutir negativamente en sus principales competidores comerciales Japón y Europa. Esta conjunción de intereses de la OPEP y EEUU lanzó la escalada de precios del petróleo. El 16 de Octubre de 1973, en plena guerra árabe–israelí del Yon Kippur, la OPEP decidió aumentar el precio del barril de petróleo de 3,45 dólares a 5,5 dólares. Esta escalada se mantendría hasta alcanzar el máximo techo en 1984 con 34 dólares/barril. Como resultado, el capitalismo mundial entró en crisis con carácter generalizado.

Pero paradójicamente el descenso de la actividad económica no trajo un descenso de los precios tal y como había sucedido en la crisis de 1929, sino que se dio un fenómeno al que se denominó estanflación (estancamiento con inflación). Después de varias medidas económicas durante los años setenta para controlar la inflación sin éxito, como elevación de impuestos, reducción del gasto público, intervención directa sobre salarios y precios, tanto los gobiernos de izquierda como los de derecha comprendieron que el intento de salir de la crisis mediante el gasto deficitario sería inútil y contraproducente.

A finales de la década de los setenta, el descontento de la economía mixta (economía de mercado y monopolio estatal) estaba presente en la mayoría de los gobernantes de los países desarrollados. El fenómeno estanflacionario, hacía necesario un cambio en las orientaciones de política económica primando el objetivo de control de la inflación como forma de recuperar el control de precios y el consumo. En los años ochenta comenzaría una lucha denodada contra la inflación [36].

Para conseguir reducir la inflación, las tesis monetaristas, se apoyaban en la adecuación y control de la masa monetaria como elemento fundamental para el control de los precios [37]. Pero las medidas monetaristas impulsadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos y del Banco de Inglaterra para controlar la masa monetaria no tuvieron efecto. Este fracaso fue debido a que en la economía moderna no se puede saber con precisión cual es el dinero circulante, pues además del dinero efectivo y los depósitos a la vista, están otro tipo de fondos de ahorro que pueden convertirse también rápidamente en dinero.

El procedimiento para reducir la masa monetaria en circulación se basó a principios de los años ochenta en la elevación de los tipos de interés en EEUU en los activos a medio y largo plazo. Esta medida atrajo dinero en efectivo y también de las cuentas corrientes, que rendían bajos intereses, a los activos menos líquidos que rendía altos intereses a medio y largo plazo, con ello el circulante monetario se redujo. El efecto no deseado de esta medida fue un gran flujo de divisas a EEUU que reforzaron el dólar apreciándolo, esto provocó un encarecimiento de las exportaciones y favoreció las importaciones principalmente desde Japón. La medida conllevó la peor crisis económica desde 1929, <<el paro subió en EE.UU. al 10,7%, y la quiebra de pequeñas empresas fue la mayor desde el decenio de 1930>> [38], pero la inflación comenzó a remitir entre 1983 y 1984 en EEUU a la que siguió Gran Bretaña.

En el origen de la inflación se encontraba también el modelo económico monopolista de Estado, si en la economía concurrencial, el exceso relativo de producción, era el mercado el que se encargaba de reducir los precios, en el sistema monopolista de Estado la tendencia era a recuperar la disminución de ingresos por falta de ventas, elevando los precios, ello era posible ante la falta de competencia empresarial principalmente en productos estratégicos como telecomunicaciones, carbón, refinados del petróleo, electricidad y transportes, lo cual repercutía en el resto de sectores productivos.

Basados en esa consideración los gobernantes de los países ricos, en la lucha contra la inflación promovieron la liberalización de las empresas estatales lo que supuso un aumento de la competencia y de la productividad, con ello el mercado actuó favorablemente a la reducción de la inflación, y los tipos de interés pudieron ir bajando, lo que favoreció de nuevo el consumo [39].

Las grandes crisis que han supuesto cambios importantes de orientación económica, principalmente la de 1929 y la de 1973-1982, tuvieron su origen en disfunciones monetarias diferentes, en ambos casos, se creó una descompensación entre la capacidad de producir y la de consumir, y ambas, también tuvieron respuestas diferentes, válidas en cada caso para el momento histórico.

Tras la crisis de 1929, el Estado se convirtió en el garante de la demanda, pero ésta se articuló sobre el desarrollo de necesidades como infraestructuras y la construcción del Estado del bienestar, y su desarrollo tuvo un gran éxito en la reconstrucción económica desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los años setenta. A partir de la crisis de 1973-1982, en los países ricos, se demostró que el Estado había agotado su capacidad de gestionar la demanda. La nueva fase de crecimiento más sólida la constituyó el mercado basado en la diversificación de productos de consumo y en la aceleración del ciclo consumo. La política económica monetarista surgida en respuesta a la crisis supuso cambiar el criterio del crecimiento económico, privatizando las empresas estatales y devolviendo el protagonismo de la demanda principalmente al mercado [40].

Como consecuencia de esa nueva filosofía económica el control del dinero y del déficit ha pasado a formar parte de la cultura económica como aspecto fundamental, cuestión que ha llevado a que los Estados deben reducir su déficit presupuestario y que los Bancos Centrales, independizados institucionalmente de los gobiernos, sean los valedores de la regulación monetaria y de los tipos de interés. En este modelo, el Estado pierde también importancia en la articulación de la demanda a favor del sector privado tanto en medios de consumo como de producción.

En los países del Tercer Mundo, la mayor parte de los países habían visto frenados sus intentos de crecimiento económico ante el aumento de la factura petrolera. Si el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) ya había dado síntomas de fracaso, la crisis del petróleo terminó de oscurecer las expectativas del desarrollo, que solo pudieron mantenerse recurriendo al endeudamiento [41].

La banca privada internacional con el fin de rentabilizar estos enormes depósitos, se lanzó en la década de los setenta a una política de concesión de préstamos y créditos a los países y empresas que los solicitarán, a bajo tipos de interés con la cláusula de variabilidad de dicho tipo. Estos créditos se vieron en numerosos países en vías de desarrollo, particularmente en América Latina, como un balón de oxígeno ante la crisis derivada del aumento del precio del petróleo, pero la sustitución en la administración norteamericana de Carter a Reagan representó un cambio drástico en la política económica. La lucha contra la inflación restringiendo la oferta monetaria a través de la política de promover altos tipos de interés hizo que estos subieran en EEUU hasta el 20%.

Este incremento de los tipos de interés, llevó al sistema bancario mundial, muy comprometido en el proceso de los flujos financieros de los países ricos hacia los pobres, a la aplicación de la cláusula de variabilidad, los prestamos concedidos a los países de la pobres pasaron de tasas de interés bajas a tasas de interés altas (se pasó del 0,57% en 1979 al 7% en 1982). El problema de la deuda había nacido. Una medida anticrisis en los países desarrollados, como fue la subida de los tipos de interés y que había servido para superar la crisis estanflacionaria, generaría una crisis estructural permanente en los países pobres, afectando duramente a las empresas y Estados deudores.

En poco tiempo lo que era una deuda posible de asumir se convirtió en un duro lastre al incrementarse el servicio de la deuda [42] que no tardó en alcanzar límites elevadísimos. Las empresas privadas incapaces de pagar su deuda la transfirieron a sus respectivos Estados y éstos asumían, además de su deuda, la deuda privada, en la que se denominó <<deuda privada públicamente garantizada>>. Los propios Estados deudores para poder hacer frente al pago del servicio de la deuda, se endeudaban aún más. Tal situación condujo a los países en vías de desarrollo, particularmente a América Latina, por ser el área más endeudada relativamente respecto de su PIB, hacia la catástrofe, hacia lo que se ha bautizado como la <<década perdida>> [43].

El pago del servicio de la deuda por parte de los países pobres endeudados representó un importante flujo de capitales desde los países en vías de desarrollo hacia los desarrollados, a través de los canales de la Banca internacional privada. Tal trasvase de capitales dio lugar a una profundización de la crisis en los países pobres y a suavizar la crisis de los países ricos [44].

A diferencia de las crisis de 1873 y 1929 en el que predominaron las fuerzas centrípetas tendentes a reforzar el capitalismo de base nacional cerrado en sus áreas de influencia exclusivas, la crisis de 1973-1982 puso de manifiesto que en la situación alcanzada de la economía mundo, tras el final de los imperialismos coloniales por el acceso a la independencia de las colonias, no era posible el recurso proteccionista, y las fuerzas centrífugas prevalecieron sobre las centrípetas, es decir, se impuso la tendencia globalizadora, frente a la proteccionista.

En el ámbito geopolítico desconexionado de la URSS, ampliado a los países que formaron el COMECON [45], el reto interno en los años ochenta se planteaba en alcanzar el grado de desarrollo de las potencias económicas occidentales, con una mayor diversificación en la oferta productiva, pero ello no pudo ser; el sistema de acumulación de capital en el régimen político-económico socialista se fundamentaba en la sustitución del mercado por la planificación económica. Las necesidades de la población y del Estado, es decir la oferta y la demanda, se determinaban desde las instancias del poder político y ello tuvo sus limitaciones para promover el desarrollo económico. En una primera fase de la economía socialista, la intervención del Estado se mostró muy efectiva en el periodo entre guerras llegando a crecer el PIB hasta un 12% anual, además tuvo el efecto positivo de ayudar a crear todas sus infraestructuras básicas, carreteras, electrificación e infraestructuras de servicios públicos, pero esta primera fase de desarrollo económico que fue muy efectiva ante la demanda de las necesidades básicas, alimentos, bienes de equipo, vivienda, sanidad y educación, tuvo su techo cuando llego el momento de abordar una segunda fase de desarrollo basada en la reinversión de los ahorros de la población en una demanda diversificada de necesidades más subjetivas de bienes de consumo, turismo, automóviles, electrodomésticos, segunda vivienda etc. [46].

La incapacidad de la economía planificada para abordar el desarrollo de una economía de consumo basada en una demanda sujeta a criterios personales diversos, llevó a que lentamente se fueran generando circuitos económicos al margen del Estado, una parte importante del PIB ruso se encontraba en ese sector, estos circuitos comenzaron a manejarse en la sombra controlados por una clase emergente que controlaba una parte importante de la economía de bienes de consumo, formada por mafias, a veces, enquistadas en las propias instituciones del Estado, por ejemplo, en 1988, a pesar del recurso a la importación de bienes de consumo occidentales, las estanterías de las tiendas estatales estaban vacías o exhibían mercancías de baja calidad. Los productos de las cooperativas no alcanzaban a cubrir las necesidades de la población. Los beneficiarios fueron los intermediarios que atendían la demanda de la población desde sus propias redes de distribución. Ello hacía que el dinero de los ciudadanos fuera reinvirtiéndose en estas necesidades, pero al margen de la planificación del Estado, de esta manera este capital pasó a desarrollarse fuera del sistema, surgieron redes clandestinas de poder económico, la economía subterránea resultó la más dinámica mientras que la oficial entró en crisis, pues los planes quinquenales no cubrían las expectativas de la población. De esta manera, desde los años setenta, el sistema político de la URSS entró en contradicción con las expectativas de desarrollo socioeconómico de la población [47]. Las fuerzas económicas internas devoraron el régimen político por obsoleto, al igual que en la lucha entre el antiguo régimen y el liberalismo, los dueños de la economía emergente de la URSS, (los nuevos burgueses) presionaban para la liberación de las propiedades del Estado para su continuar su ciclo de reinversión de capitales, para pasarlas a manos privadas.

Los intentos de Mihail Gorbachov para una reforma del sistema soviético llegarían demasiado tarde, las clases emergentes precisaban todo el poder político y se organizaban en la periferia de la Unión, imponiendo en algunas repúblicas la soberanía o la descentralización de facto. La reacción de los burócratas y militares nostálgicos del pasado, en un fallido golpe de Estado el 20 de agosto de 1991 abriría definitivamente el camino a la disolución de la URSS dando lugar a la Comunidad de Estados Independientes (CEI), a la vez que todas la repúblicas iniciaban un proceso acelerado de inserción en el Sistema capitalista mundial. Tras esta revolución incruenta, gestada dentro y fuera de la administración soviética, la venta de fábricas y tierras permitió continuar el ciclo acumulativo en manos de la nueva clase de oligarcas.

El programa de privatización se inició en octubre de 1992 y para julio de 1994 la mayor parte de la industria rusa ya había sido privatizada. Sin embargo la propia forma en la que se produjo este fenómeno, totalmente desarticulado en el extenso territorio soviético, trajo el problema de la desmembración del mismo. En el fondo estuvo la propia recomposición del capitalismo en la nueva clase de titulares privados.  [48].

La otra, gran desconexión, China, tendría una particular evolución tras la muerte de Mao Tse Tung. Las tendencias que ya habían aflorado en la revolución cultural de modernizar China instaurando la economía de mercado en una parte de la producción agraria, habían sido derrotadas por las tesis de Mao Tse Tung de: <<no avanzar en la modernización si la forma que en la que se realizaba ésta podía llevar a la instauración del capitalismo>>. Esta tesis tenía su oposición en la esgrimida por Deng Xiaoping, para quien lo importante era, manteniendo la planificación, propiciar el crecimiento económico aunque ello supusiera, la introducción de la economía mixta planificada y de mercado [49]. En 1978, dos años después de la muerte de Mao Tse Tung, Deng Xiaoping surgiría como líder del Partido Comunista Chino, siendo indiscutido hasta su muerte en 1997. En el 11º Congreso del Partido Comunista de China celebrado en 1978 se tomaría la decisión de reorientar parte de la economía de China y ciertas regiones del país hacia el mercado.

Las primeras reformas afectaron a las explotaciones agrarias donde se introdujo el <<sistema de responsabilidad doméstica>> en el que cada familia era responsable de la tierra que trabajaba, debiendo producir una parte para el Estado y otra para su beneficio. La actividad comercial que produjo este sistema económico fue enorme, las producciones privadas aumentaron considerablemente, en 16 años la producción aumentó en un 50%. La rápida mejora en la agricultura fue el comienzo de las reformas económicas de China. En 1980 se crearían las Zonas Económicas Especiales (ZEE), en la provincia de Guangdong, incluyendo Shenzen, frente a Hong Kong y en la provincia Fujian, frente a Taiwan, eran zonas procesadoras de exportaciones pero las mismas constituyeron un centro de atracción de inversiones. El concepto fue extendido a gran parte de las ciudades de la costa de China que impulsaron la economía china. La devolución de Hong Kong a la soberanía China en 1997 supuso un importante empuje a la tendencia aperturista de China. Desde 1978 la economía ha venido creciendo a una tasa anual del 9,3%. La renta per cápita se duplicó entre 1978 y 1987, y volvió a duplicarse entre 1987 y 1996 y sigue creciendo un ritmo nunca visto en la historia moderna en una población de más de 1.400 millones de personas. Resulta evidente que gracias a la desconexión del sistema capitalista mundial China pudo ordenar y realizar este desarrollo, pero la desconexión ha tocado a su fin, al integrarse en la economía mundial como lo muestra su integración en la Organización Mundial del Comercio (OMC) [50].

De las desconexiones del sistema económico mundial de la URSS y de China queda la experiencia de que ésta fue beneficiosa en un primer momento para articular las bases del desarrollo autocentrado y estructurado principalmente en infraestructuras, pero en este aspecto hay que señalar que los éxitos iniciales tanto de la URSS como de China en la formación de las bases económicas para integrar a la mayoría de la población en el desarrollo económico, se pudieron realizar gracias a la capacidad de estos países para generar, en una primera fase, desarrollos propios, que les permitió crear las bases infraestructurales para el desarrollo autocentrado y estructurado [51].

De cualquier manera, éste es un debate agotado; la caída del modelo soviético a finales del siglo XX puso en evidencia que la desconexión era una vía muerta para avanzar en el desarrollo económico de la sociedad. La apertura de China al mercado mundial con su ingreso en la OMC en la ronda de Qatar en noviembre del 2002, supuso la confirmación que la era histórica de las desconexiones socialistas del sistema económico mundial, han finalizado [52].

 

7. Quinto estadio: La formación del espacio comercial mundial (1989 – Siglo XXI)

Durante el siglo XX se  puso fin a las dos tendencias históricas que conformaron el desarrollo económico basado en áreas de influencia exclusivas, por una parte, la división que protagonizaron los diferentes imperialismo coloniales, y por otra, la división entre el espacio geopolítico de economía de mercado, y las desconexiones de los países del socialismo real.

Las crisis de 1873 y de 1929 debido a que se produjeron bajo un modelo de capitalismo imperialista desembocaron en el proteccionismo económico y en la disputa entre potencias por áreas de influencia exclusiva para el desarrollo económico, que derivaron en la 1º y 2º Guerra Mundial.

En la crisis de 1973, la independencia política de las colonias había puesto fin al modelo imperialista de base colonial, y por ello, no cabía el recurso a modelos proteccionistas sustentados en el comercio dentro de áreas de influencia exclusiva, solo cabía proseguir con la apertura mundial de mercados.

Por otra parte, con la caída de la URSS y la apertura de China al sistema de economía de mercado mundial, se dio por terminado el modelo de las desconexiones socialistas del sistema capitalista, lo que propició el reforzamiento de apertura de los mercados internacionales.

La trascendencia de estos acontecimientos no reside únicamente en la desaparición de esos modelos históricos de división geopolítica, sino que ha supuesto el final de la fase de confrontación mundial por el dominio político - militar de áreas geopolíticas exclusivas para el desarrollo económico.

De esta manera, se ha abierto un nuevo periodo en el desarrollo de la <<economía mundo>> iniciada en el siglo XVI, éste viene definido por la conformación del <<espacio comercial mundial>>, sin que en este proceso se advierta, a pesar de la resistencia de algunas naciones y de colectivos agrarios de los países desarrollados, ningún camino de retorno a sistemas proteccionistas.

Si la formación de la Nación y el Estado constitucional moderno respondió a las expectativas de conformación de un ámbito adecuado para el desarrollo económico capitalista, y en muchos casos, como marco revolucionario de la desconexión de dicho sistema, en la fase actual, las naciones han perdido esa referencia, la nación se articula como marco de adecuación a la globalización del comercio mundial. La mayoría de los países del mundo están de acuerdo en que se precisa organizar el mercado mundial aunque no se pongan de acuerdo en la forma y los ritmos para el desarrollo de esta nueva fase.

La contradicción entre la actual organización político-económica de base nacional y el desarrollo del espacio comercial mundial se manifiesta en la necesidad de reformar a la baja los sistemas arancelarios nacionales hasta conseguir su extinción, a la vez que se crean nuevas zonas de comercio preferentes. Ante este reto ha surgido una tendencia a la constitución de enormes oligopolios a escala mundial que se preparan para situarse en las condiciones más favorables, para abordar esta nueva fase de desarrollo económico.

La rivalidad que se manifiesta ahora entre Estados, ya no es por la disputa de áreas geopolíticas exclusivas, sino por adquirir mejores posiciones en la apertura del mercado mundial, para ello se están produciendo agrupaciones de naciones en mercados preferentes, como paso intermedio de apertura definitiva al mercado mundial, regulado por la Organización Mundial del Comercio.

Con todo, este proceso no está exento de contradicciones, pues, la liberación de los mercados va a suponer la desprotección de sectores económicos, particularmente del sector agrario que puede arrastrarles a la ruina, cuestión que evidentemente va a crear grandes resistencia al cambio en estos colectivos. El mercado del trabajo, puede ser el único para el que seguirán existiendo fuertes restricciones a la libre movilidad de personas entres países, sobre ello volveré más adelante.

Los países pobres van estar sometidos con mayor intensidad a la dinámica marcada por los países ricos, la vía de la desconexión del sistema económico mundial a la que aspiraron algunos países del tercer mundo durante la Guerra Fría para iniciar un desarrollo autocentrado y estructurado está agotada.


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CAPÍTULO III

LAS MIGRACIONES REGIONALES DEL MUNDO EN EL SIGLO XXI

1. Evolución de los flujos migratorios

2. La migración indocumentada

3. La migración internacional y las cuestiones de género

4. Sobre las causas y cambios de tendencia en los movimientos migratorios

5. Desequilibrios entre países y regiones del mundo

6. La evolución social de la percepción del espacio político – económico mundo

7. Notas del capítulo III

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1. Evolución de los flujos migratorios

El origen de las migraciones del Siglo XXI, poco tienen que ver con las acontecidas en otros momentos históricos de la historia contemporánea. Durante el siglo XIX, la expansión de la economía tuvo dos movimientos importantes en la dirección de los grandes flujos migratorios; por un lado, se produjo desde las metrópolis hacia las colonias, o áreas de influencia de los países europeos destacando los casos de América Latina, Oceanía, y África como destino de los europeos; por otra parte, la articulación del Centro económico Norteamericano atrajo también numerosa mano de obra principalmente europea. La migración transoceánica se desarrolló paralelamente a la dinámica económica cíclica de las metrópolis, de tal manera que fue máxima hasta los años veinte del siglo XX y descendió a raíz de la Gran depresión [63]. Después de la Segunda Guerra Mundial, el auge en el centro y norte de Europa Occidental atrajo a varios millones de emigrantes del entonces Sur semidesarrollado europeo-asiático (Portugal, España, Italia, Yugoslavia, Grecia, Turquía), que buscaron empleo en los sectores más significativos de la industrialización; la crisis económica de la segunda mitad de los setenta supuso el regreso de muchos emigrantes (especialmente españoles, italianos y portugueses), reduciéndose así la presencia extranjera perteneciente a países europeos.

Desde la óptica mundial, la nueva fase de migración internacional comenzará a partir de los años cincuenta, los flujos migratorios cambiarán de sentido y será a partir de entonces mayoritariamente desde los países pobres hacia los países desarrollados. Ello fue especialmente significativo en EE.UU., con flujos de emigrantes procedentes de América Latina. El mismo fenómeno se produjo también en Europa, donde los inmigrantes de los países subdesarrollados se establecieron de forma estable (caso de los asiáticos y caribeños en Gran bretaña, magrebíes y del África negra en Francia). De todas maneras, el inicio de la migración de las zonas subdesarrolladas a las desarrolladas en los años cincuenta y sesenta tendrá su origen, en el caso de Gran Bretaña y Francia, en los procesos de descolonización, y en el caso de Estados Unidos, en los profundos desequilibrios de América Latina, por lo que la emigración de estas zonas debiera haber remitido si se hubieran cumplido las expectativas de desarrollo en estos países, pero ello no ha sido así, y desde finales del siglo XX, la migración a las regiones del mundo desarrolladas desde los países subdesarrollados se ha incrementado, siendo esta realidad la que conforma cada vez con más fuerza, el origen de las migraciones internacionales del siglo XXI.

 

2. La migración indocumentada

Un cambio importante de la migración ha sido el creciente número de migrantes indocumentados. Esta característica tiene que ver con la mayor oferta de migrantes de los centros emisores del Tercer Mundo que la demandada por los receptores de países desarrollados, así también, como por la voluntad de instalarse definitivamente en el país de destino. El migrante indocumentado por la general paga un dinero y soporta un riesgo, a veces el de su propia vida, para migrar. Esta voluntad nace de su apuesta por un cambio definitivo, que de conseguirlo llevará a procurar la reunificación familiar. El migrante documentado puede tener la misma intención que el indocumentado, pero se adapta mejor a las condiciones que le impone el país receptor.

Este aumento de la migración indocumentada es una de las características más definitorias del movimiento migratorio de principios del siglo XXI. La migración indocumentada viene a significar el incremento del poder de repulsión de los países emisores, y en consecuencia, el de atracción de los receptores. Ello es porque, sus causas tienen que ver más con el fracaso del desarrollo en los países del Tercer Mundo, que con la solicitud de los países receptores, lo que provoca la diferencia entre la oferta de migrantes y la demanda de los mismos que genera la migración indocumentada.

Si bien, las modalidades de la migración indocumentada varían de un país a otro y de una región a otra, por ejemplo en África y América Latina, la migración indocumentada entre países de la región ha sido durante mucho tiempo un componente de la migración, en particular, en las zonas donde no existen barreras geográficas claramente establecidas, o donde el mismo grupo étnico reside a ambos lados de la frontera con tradicionales vínculos económicos, históricos, geográficos, e incluso familiares, dan cuenta de corrientes ilegales. En Europa, a pesar de las nuevas restricciones que pesan sobre las solicitudes a inmigrantes, la migración ilegal es cada vez más importante, habiéndose convertido el tráfico de migrantes indocumentados en un problema cada vez más grave. En Asia, la migración indocumentada tiende a ser comparable a las corrientes de migración legal y, en parte, algunos gobiernos la toleran. Por ejemplo, los últimos 20 años del siglo XX, la migración indocumentada a algunos países de Asia oriental y meridional cuyas economías en expansión han estado experimentando escasez de mano de obra, ha sido importante.

 

3. La migración internacional y las cuestiones de género

Tradicionalmente, en el tercer cuarto de siglo del siglo XX, la migración masculina había sido predominante. Los trabajos para los que eran requeridos los migrantes, requerían cumplir esta condición. La mujer permanecía en el país de origen, los solteros que migraban pensaban en volver una vez ahorrado el dinero suficiente para fundar una familia al retorno de la migración. En el caso de los casados, sus mujeres eran las receptoras de las remesas de dinero que sus maridos mandaban. La voluntad de retorno estaba pues presente en el acto de migrar. Las características de los contratos de trabajo también obligaban a pensar en el retorno. Este fue el resultado de millones de migrantes Europeos que retornaron a sus países de origen, como consecuencia de la crisis de los años setenta. Solamente una minoría con relación a la masa de migrantes permaneció indefinidamente en el país de destino. Lo mismo sucedía con la migración temporal legal en Estados Unidos.

Estas características de migración internacional comenzarían a cambiar a partir de los años ochenta, el número de mujeres que migrarán a través de fronteras internacionales será aproximadamente igual al de hombres. En ello influirán varias cuestiones, la mujer irá cambiando su tradicional destino de trabajo en el hogar por su incorporación al trabajo socialmente remunerado, la migración brindará a la mujer la oportunidad de desempeñar estos trabajos remunerados. La mujer participará en todos los tipos de migración, aunque la disposición de la mujer a emigrar dependerá mucho de su situación familiar y estado civil, la migración de la mujer se sitúa más en la característica de la migración con voluntad de instalarse definitivamente en el país de destino, sobre todo porque, aunque la mujer mantiene en muchos casos la iniciativa de la emigración, en general, su motivación sigue obedeciendo más a un efecto de llamada o de reunificación familiar [64].

En resumen, las características de las migraciones han cambiado sensiblemente en las últimas décadas. La presión de los centros emisores sobre los receptores se ha incrementado notablemente, esto ha llevado a un cambio en las tendencias migratorias, al incrementarse la migración indocumentada, incorporar a la mujer a la migración en cifras muy parecidas a la de hombres, a la vez que la migración ha ido adquiriendo desde la voluntad de los migrantes un carácter definitivo. Los centros receptores se ven sobrepasados por la oferta ilegal de migrantes, habiéndose empeñado en una política de contención cuyos resultados se desconocen.

 

4. Sobre las causas y cambios de tendencia en los movimientos migratorios

Las causas de las migraciones se han venido tratando desde que en el siglo XIX se comenzaran a realizar estudios sobre las mismas. Las leyes de Ravenstein formuladas en el siglo XIX, se pensaron para sociedades en transformación de un modelo de empleo mayoritariamente agrícola al industrial [65]. Según la doctrina económica neoclásica, la migración es una consecuencia de las diferencias de renta per cápita entre los distintos países. Pero estas diferencias han existido entre países desarrollados y subdesarrollados desde la época colonial, pero es a finales del siglo XX cuando están cobrando importancia las migraciones de los países pobres al Centro desarrollado.

Otras teorías, afirman que el elevado crecimiento demográfico de los países produce un excedente de mano de obra que no puede ser absorbido de manera productiva y se traduce en migraciones más numerosas a los países desarrollados. Sin embargo, las pruebas disponibles no avalan la opinión de que los niveles de emigración guarden relación con las tasas regionales de crecimiento demográfico, por ejemplo en los años cincuenta sesenta Europa occidental tuvo un fuerte crecimiento demográfico y era a su vez un centro importante receptor de inmigración.

La pobreza es otro de los factores que se citan como causa fundamental de la migración internacional. Si la pobreza se mide en función de la posición económica relativa del individuo en la sociedad de origen, la mayoría de los migrantes internacionales no son relativamente a sus conciudadanos pobres, ya que éstos ocupan la zona intermedia en la escala de ingresos del país del origen.

La cuestión no esta, pues, en la elaboración de una teoría que explique con carácter general todos los movimientos migratorios económicos, sino en la respuesta a porqué en las últimas décadas del siglo XX aparece una fractura que está rompiendo, las barreras de contención en los países emisores del Tercer Mundo que parecía existir hasta el tercer cuarto del siglo XX.

 

5. Desequilibrios entre países y regiones del mundo

En el tema de migraciones entre países emisores y receptores el factor económico es el principal desequilibrio que impulsa a la migración de los países pobres a los ricos, aunque existen también otros factores, en materia de salud, educación etc., correspondiendo a los países receptores las mejores condiciones. Pero desde el punto de vista demográfico, los países desarrollados presentan una estructura demográfica muy envejecida con lo que la renovación de la población en los grupos de edad más jóvenes solo se puede realizar con aportes migratorios, ventaja que poseen los países que tienen una estructura demográfica muy dinámica, que en general son países pobres, pero, esta ventaja de los países pobres, no es un factor de atracción, sino de expulsión, al reunir grupos de edad en edad de trabajar sin alternativas para ello, y es una desventaja de los países desarrollados que actúa de atracción para cubrir el desequilibrio demográfico de los grupos de edad más jóvenes.

Así, en los países desarrollados, existen ventajas que constituyen elementos de atracción, pero también carencias que actúan de la misma manera, al contrario, en los países pobres existen carencias que actúan como elementos de expulsión, y supuestamente ventajas de estructura demográfica que también constituyen elementos de expulsión. El desequilibrio regional mundial es entrecruzado, ello sin duda favorece la migración entre países en una sola dirección de los pobres a los desarrollados.

 

6. La evolución social de la percepción del espacio político – económico mundo

El concepto de países en vías de desarrollo, planteado internacionalmente después de la Segunda Guerra Mundial, no está definido en cuanto tiempo en los países pobres debe culminarse, sin embargo, las altas tasas de crecimiento vegetativo y de población urbana son una constante. Este desfase entre el crecimiento económico y el crecimiento demográfico, entre el fuerte crecimiento de los asentamientos urbanos y la carencia de infraestructuras, genera objetivamente desequilibrios internos de difícil solución. Y, si con el paso del tiempo estos desequilibrios no mejoran, subjetivamente se acentúa la duda en la población sobre las posibles soluciones.

Esta es la cuestión, la percepción de la diferencia entre países pobres y ricos se acrecienta no solamente por el hecho diferencial de las condiciones objetivas entre naciones o regiones del mundo, sino por la percepción de la imposibilidad de mejorar las expectativas de vida en un plazo razonable en el país de nacimiento. El desequilibrio entre países, no tendría porque ser, pues, motivo de atracción y expulsión de migrantes, si existiera, en los países respectivos, posibilidades factibles en el tiempo de resolver sus desequilibrios internos.

La migración que emerge tiene su origen en los irreversibles desequilibrios de los países pobres, por lo tanto son movimientos migratorios estructurales y mundiales, al igual que no responden a un proceso histórico coyuntural sino profundo por lo que una vez iniciados su persistencia en el tiempo será muy larga. Si bien, los que deciden emigrar, en los países emisores de migración, son porcentajes muy pequeños, con relación a esas mayorías sociales, el fracaso del desarrollo es un factor que opera en sentido favorable a la migración, y el éxito de los que migraron también.

En el pasado las fronteras se ansiaron por los movimientos de independencia para conseguir el desarrollo económico, en la actualidad, para los migrantes no son sino barreras al deseo de mejorar su vida. Desde los países ricos, las fronteras, son las barreras de contención de una avalancha de migrantes que no se desea. Pero esta consideración es ajena a la voluntad de quienes quieren emigrar, y por ello, la presión sobre los centros receptores de migración va a ser creciente. Esta presión solamente puede y debe impulsar a los países desarrollados a liderar la iniciativa en el cambio de relaciones económicas con los países pobres. A modo de conclusión se pueden formular las siguientes consideraciones:

  • Las causas objetivas de las migraciones se basan en un primer estadio de desequilibrio regional o nacional interno, un desequilibrio entre la situación de la población y las expectativas de desarrollo económico. Este desequilibrio en conjunción y relación con el desequilibrio entre los países y regiones del mundo, genera los condicionamientos objetivos para la migración de los países menos desarrollados a los más desarrollados.

  • Las causas subjetivas nacen de la persistencia en el tiempo de los desequilibrios internos nacionales, de tal manera, que la percepción de la población de estos desequilibrios ha ido evolucionando con el paso del tiempo hasta llegar a ser cuestionado, en el último cuarto del siglo XX, por amplios sectores de la población el desarrollo económico en el marco nacional. Este nuevo entendimiento del espacio político–económico como ámbito de resolución de las expectativas de desarrollo no se formula a través de la reivindicación de una nueva organización político–económica, sino que se toma el mundo como ámbito de referencia, la migración internacional, opera de esta manera, como si fuera una migración interna en un solo ámbito.

  • La interactuación de ambos grupos de causas no es cuantificable, pero si son irreversibles. Se produce en determinados sectores de la población que son los que deciden emigrar, pero la diferencia, con otras migraciones, es que responden a un desorden socioeconómico mundial estructural. Por ello, el fenómeno migratorio transnacional del siglo XXI, difiere radicalmente de otros movimientos del pasado, donde nunca la mayoría de la población del mundo, estuvo sujeta a motivaciones migratorias como las que se adivinan para el siglo XXI [66].


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CAPÍTULO IV

LA INTEGRACIÓN REGIONAL DE LA ECONOMÍA MUNDO

1. Introducción

2. La integración económica mundial

3. Notas del Capítulo IV

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1. Introducción

El concepto de la nación surgido en los siglos XVIII y XIX, permitió gestar el Estado que sustituiría en unos casos a los Estados del Antiguo Régimen y en otros permitiría emanciparse del Estado colonial como fue el caso de Estados Unidos, de Inglaterra, o de las naciones de América Latina, de España y Portugal, formando Estados nacionales nuevos. El nacionalismo del siglo XIX respondió a las expectativas de conformación de espacios socioeconómicos para la transformación de la sociedad del Antiguo Régimen al capitalismo. El liberalismo impulsó el Estado nacional moderno como el instrumento fundamental de esa transformación y contribuyó a la formación de las naciones en Europa y todo el continente americano.

En las décadas centrales del siglo XX, el concepto de nación serviría para emancipar a los pueblos colonizados, dando lugar al actual mosaico de las naciones del mundo. En todos los países prevaleció la idea de que ese era el marco de desarrollo, las fronteras se instituían para articular, como cuestión fundamental, la política económica del país y evitar disfunciones externas al desarrollo.

El socialismo, que se erigió desde el siglo XIX como alternativa económica al capitalismo, convirtió al Estado en una pieza clave de la ideología socialista, constituyendo a la nación en el ámbito de la revolución, propiciando a su vez la desconexión de la nación donde se producía la revolución socialista, del sistema económico mundial.

En las décadas centrales del siglo XX, la influencia de estas dos corrientes históricas de pensamiento contribuyó a formar los movimientos de independencia nacional en los territorios colonizados, en la idea de que el desarrollo económico autocentrado y estructurado era cuestión básicamente de la conjunción de la formación del Estado nacional y la planificación económica.

Pero, si bien, la independencia trajo la soberanía política a las nuevas naciones, no cumplió las expectativas creadas en cuanto a la resolución de los problemas económicos y sociales de sociedades en franco crecimiento demográfico y en acelerado proceso de transformación de la sociedad rural a la urbana.

El recorrido socioeconómico que durante las últimas décadas han tenido las naciones del Tercer Mundo así lo ha demostrado, haya estado basado en sistemas economía de mercado, o de economía planificada.

 En los comienzos del siglo XXI, la percepción de este fracaso se ha instalado en amplios sectores sociales de los países pobres, lo que está llevando a la formación de fuertes corrientes migratorias hacia los países desarrollados.

Esta misma percepción de fracaso, está propiciando, en algunas regiones del Tercer Mundo, la formación de minorías políticas cualificadas favorables a superar la organización económica y política de los Estados nacionales y la creación de regiones supranacionales que posibilite el desarrollo económico bajo premisas de planificación y mercado [67].

Pero aunque esta alternativa, de llevarse a efecto, podía configurar granes unidades regionales de países pobres que podían reunir la masa económica suficiente para articular desarrollos económicos regionales propios, difícilmente las ventajas de esa mayor solvencia económica se pueden considerar suficientes para superar los desequilibrios alcanzados en materia de asentamientos humanos y desarrollo del sector informal.

Por otra parte, la fuerza del nacionalismo surgido en los movimientos de independencia, sigue operando en el sentido de reforzar el ámbito económico nacional, lo que contrarresta cualquier iniciativa de proyecto supranacional. La tónica general, en los grandes países pobres como la India, Indonesia, Egipto, Nigeria, Congo, Pakistán etc., ha sido, la de reforzar los lazos con el sistema mundial, sin ensayar otras alternativas de cooperación regional tendentes a sentar las bases para el desarrollo autocentrado y estructurado, lo que demuestra que se ha emprendido un camino en la interconexión mundial, sin que en el mismo se aprecie, por el momento, ningún horizonte de retorno [68].

Se puede concluir, pues, que los países pobres por la subordinación a los procesos productivos de los países ricos, por los profundos desequilibrios urbanos que tienen, por la existencia de un sector informal muy desarrollado que obstaculiza gravemente la articulación estructurada de su economía, han llegado a un punto que carecen no solo de alternativas económicas viables a los graves problemas socioeconómicos, sino también de alternativas políticas que pudieran cambiar sustancialmente la situación de precariedad económica de la mayoría de la población. El futuro de estos países se encamina, pues, a la prolongación indefinida de la situación de pobreza y a la desesperanza política o a un radical cambio político [69].

En los países ricos, la mayoría de la sociedad ha ido cerrándose en su propia realidad, ignorando los problemas globales del mundo, instalándose como estatus normal la división entre países pobres y países ricos, con ello, se ha abierto soterradamente camino a la institucionalización del “pensamiento de la desigualdad” y ha pasado a formar parte de la componente sociológica de los países ricos. La inmensidad de imágenes que los medios audiovisuales ofrecen sobre la miseria de los países del Tercer Mundo, solamente llegan a conmover a sectores de ciudadanos en el grado de destinar “ayudas” para paliar en un ínfimo porcentaje la pobreza.

No es imaginable, en el corte plazo, un cambio de rumbo en las inversiones mundiales, donde parte de éstas pudieran orientarse a sufragar la creación de las infraestructuras necesarias en los países del Tercer Mundo, tampoco es imaginable, entre los ciudadanos occidentales, una ideología mayoritaria que avalara esas medidas, y no lo es, porque son las propias condiciones de vida las que justifican que sea mayoritario en occidente el “pensamiento de la desigualdad”, y ello se demuestra en el escaso apoyo electoral que tiene en los países ricos el reclamo de soluciones para paliar la precariedad económica de los países pobres [70].

De esta manera, se puede considerar, que en las décadas iniciales del siglo XXI, el pensamiento político que rige los destinos de la humanidad se divide en dos grandes substratos, de una parte, el de aquellos que justifican sus estatus social, o sea, la mayoría de los ciudadanos de los países industrializados y una minoría en los países pobres perteneciente a las clases ricas, de otra parte, el de los millones de pobres, presos en muchos del fracaso socioeconómico. La conformación de la vigente economía mundial está propiciando, pues, que los marcos nacionales se constituyan, en el caso de los países pobres en fronteras de hacinamiento de la pobreza, y en el caso de los países ricos en fronteras para preservar la riqueza, y el nacionalismo político perpetúa esta situación.

Los discursos nacionalistas de los dirigentes políticos de los países pobres, solo pueden renovarse retóricamente una y otra vez, pues los mismos carecen de soluciones eficaces a los profundos desequilibrios socioeconómicos. Pero la realidad es obstinada y evidencia que el discurso del desarrollo circunscrito al marco nacional de los países pobres, es el discurso de perpetuar la cárcel de los pobres del mundo, de la que solamente pueden salir a través de la gestación de un pensamiento político de crear asociaciones regionales y procurar el desarrollo tecnológico.

Los países ricos, al no hacer nada para superar el estatus económico vigente en el mundo, continúan considerando la economía mundial como medio para su enriquecimiento exclusivo, pero ese es precisamente su talón de Aquiles, al estar basado el crecimiento económico en el superconsumo de un tercio de la población mundial, lo que provoca una situación de riesgo de crisis permanente al estar fundamentado en muchos bienes y servicios prescindibles.

Las expectativas de desarrollo económico abiertas con la liberalización de los mercados mundiales, están destinados a que los países pobres tengan que articularse más férreamente en torno a los países ricos como suministradores de materias primas al ser los que detentan la demanda efectiva, y ello va a ser así, por el estatus alcanzado y en ningún caso van a tener interés de cambiar la dinámica de empobrecimiento de los millones de personas situadas fuera del mercado económico mundial.

Por ello, pensar que el actual modelo de crecimiento económico se pueda mantener indefinidamente dejando sumida en el subdesarrollo permanente a la mitad de la humanidad es una ilusión que solamente atiende a la expectativa de quienes ven todavía en este modelo, por garantizarles los beneficios inmediatos previstos, un camino que debe recorrerse sin hacerse más preguntas.

 

2. La integración económica mundial

El concepto del desarrollo económico mundial como la consecuencia de la suma de los desarrollos nacionales, en la situación política y económica de principios del siglo XXI, es un concepto equivocado y por lo tanto precisa ser reformulado. Es necesario la articulación de otro modelo de crecimiento mundial que contemple dos soluciones, la primera, la continuidad del crecimiento económico, la segunda, que el crecimiento económico permita integrar las necesidades básicas de millones personas, pero la posibilidad de articular un nuevo marco de crecimiento económico mundial pasa inevitablemente por la reformulación de un nuevo modelo de relaciones de producción mundiales basado en la <integración económica mundial>.

Este concepto, difiere notablemente de lo que se ha venido denominando como globalización, este último término, hace referencia exclusivamente a la desregulación mundial de la circulación de capitales y la liberalización del comercio de mercancías, manteniendo el resto de cuestiones que forman parte de la integración económica fuera de la relación entre naciones.

La <integración económica>, para ser tal, debe responder a un proyecto global, y éste, básicamente supone además del libre comercio de mercancías, las políticas sectoriales comunes, la moneda única y los fondos estructurales de intercompensación regional. Es decir, que se define por los objetivos finales y por los medios que desde el principio se ponen para conseguirlos. El desarrollo de estas condiciones, exige ritmos diferentes, pero ante todo la integración económica es la realización plena de todas ellas.

Por ello, la liberalización del movimiento de capitales y de mercancías no supone procesos de integración si no viene acompañados de periodos de transición para conseguir el equilibrio económico global de las naciones que van a integrarse. La integración económica transforma el papel de los Estados nacionales que dejan de servir a la constitución de un modelo de desarrollo nacional pasando a compartir la integración económica, de esta manera, el discurso nacionalista centrado en el desarrollo nacional va retrocediendo, pues el Estado ya no sirve a esa función sino a la de la integración.

Pero, para garantizar el éxito de la integración económica de un marco supranacional debe realizarse con la participación de países  dinámicos económicamente, como es el caso de China, y de países en desarrollo con el fin de implementar un desarrollo compartido que facilite el acceso a bienes de primera necesidad y de consumo a la población de los países pobres, y puedan disponer de recursos económicos para desarrollar infraestructuras y servicios que posibiliten el crecimiento económico armónico, de tal manera que el mecanismo de integración permita: favorecer el crecimiento económico; superar los desequilibrios entre países, y acabar con la relación de subordinación de: países ricos – países pobres, la integración debe ser, pues, heterogénea, es decir, entre países de recursos económicos amplios con países de recursos económicos escasos.

La experiencia de integración económica entre naciones más importante, ha sido la de la Unión Europea [71], comparable en otro contexto histórico a los procesos de unificación de los Estados nacionales del siglo XIX, pero no se puede considerar que este modelo responda plenamente al modelo de integración de espacio económicamente dinámico con países en desarrollo.

Otros procesos de cooperación relevantes, pero que no han supuesto políticas de integración sino solamente la creación de espacios preferenciales de comercio han sido: en América Latina MERCOSUR con la firma del Tratado de Asunción en 1991 entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay [72], y el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica entre EEUU, Canadá, México y Chile (1994). En el Sudeste Asiático el espacio comercial más importantes es la Asociación de las Naciones (ASEAN), entre Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia, que podría ampliarse y llegar a establecerse una zona de libre comercio del sudeste asiático. En África, son varias las asociaciones comerciales orientadas al comercio interno, pero con escaso volumen de transacciones. Pero ninguno de estos acuerdos regionales de cooperación representa un proceso de integración, son acuerdos sobre comercio que si bien tienen carácter regional, actualmente, se sitúan dentro del camino de la creación de un único mercado mundial liderado por la OMC.

Además, los tratados de libre comercio entre países pobres constituyen una pequeña parte del comercio mundial y no pueden servir de base a procesos de integración, pues éstos, solamente pueden ser tales cuando existe capacidad económica para generar fondos estructurales capaces de solucionar los profundos desequilibrios internos. Por lo tanto, la política de integración entre ámbitos homogéneos no crea grandes expectativas de crecimiento económico, pues se limitan a reproducir sus condiciones económicas solo que en ámbitos más adecuados.

Las migraciones de los países pobres a los ricos favorece la integración entre espacios desarrollados y subdesarrollados pues permite acceder a millones de personas a nuevas oportunidades laborales y a los bienes de primera necesidad y consumo, y posibilita la transferencia de reservas económicas de los países ricos a los pobres, pero como concepto prevalece el libre comercio de mercancías mientras se ponen barreras a la libertad del mercado de trabajo, lo que permite seguir articulando la economía en función de las necesidades de los países que lideran la innovación técnica y la mejora de los procesos productivos.

No obstante, la integración económica, aunque fuera dilatada en el tiempo, crearía una gran necesidad de infraestructuras y servicios, que debieran ser sufragados con grandes inversiones.

Relación entre ámbitos de integración

Elaboración propia.

En el siglo XXI, el desarrollo de las fuerzas productivas y el acceso de los países pobres a los bienes básicos y de consumo precisa de una nueva organización del espacio económico mundo que posibilite la plena integración económica mundial, que conllevaría espacios económicos basados de desarrollo compartido.

La gestación de las condiciones subjetivas políticas y sociales que propicien ese cambio es con toda probabilidad un problema de recorrido histórico en el que la nación sustentada en el modelo surgido en el siglo XIX y XX será definitivamente superada por la agrupación de naciones con vocación de desarrollo mutuo sustentada en la soberanía inalienable de las naciones.

Los países desarrollados, al concentrar la mayor parte de la demanda efectiva (73) son los principales destinatarios de la producción mundial, marcando la pauta en la innovación de productos destinados al consumo y en la optimización de la productividad técnica de los procesos de producción. Los países pobres solo cuentan en el esquema de las necesidades de los países ricos, es decir, como receptores de sus iniciativas económicas y tecnológicas.

En lo ideológico, el <pensamiento de la desigualdad mundial> por el que se considera correcto que los ricos se beneficien de su buen hacer, mientras que, los pobres del mundo recogen los frutos de su incompetencia, es mayoritario en los sociedades ricas.

Pero en este destino tan evidente, surgen algunas dudas en función de las siguientes preguntas: ¿La hegemonía política y militar de los países desarrollados puede resolver la pobreza? ¿La ideología de la desigualdad socioeconómica mundial puede satisfacer a millones de personas condenadas a la desesperanza? ¿El modelo de crecimiento económico basado en el consumismo de los más ricos e ignorando las necesidades básicas de la mayoría de la población del mundo puede mantenerse sin que entre en una crisis de larga duración?

Son preguntas sin respuestas, sin que tampoco interese por el momento en los países ricos encontrarlas, pues es mejor dejar correr el tiempo, y según como evolucionen los acontecimientos ir actuando en consecuencia. Actuación, que se ciñe a asegurarse que el actual estado de cosas en el mundo no cambie, ya que, los países ricos no tienen porque cambiar, al menos que el modelo de crecimiento económico se cuestione.

En los países desarrollados, la ciencia económica es la ciencia de la rentabilidad dentro de los parámetros impuestos por el modelo de crecimiento basado en la oferta de productos orientados a satisfacer las necesidades de las personas de los grupos de renta más altos. La miseria de la lógica económica actual se basa en que se agota en el acto de la rentabilidad. La ciencia económica necesita un cambio importante en sus limitados postulados actuales que le oriente a buscar el crecimiento económico en la <integración económica mundial>, lo que supondría la incorporación de millones de personas a la satisfacción de sus necesidades básicas, posibilitaría el incremento de la producción para la satisfacción de las mismas, generaría nuevos beneficios y un nuevo crecimiento económico sin el cual la humanidad nunca alcanzará el estado del bienestar.

La integración económica, ante todo, tiene problemas políticos y culturales para su aplicación, y éstos son, en los países ricos, la xenofobia y el racismo, y en muchos de los países pobres la herencia secular de los intereses de élites sociales locales para dar continuidad a sus particulares intereses.

Esa gran transformación solo puede llegar de la voluntad de millones personas por unas nuevas relaciones de destino compartido entre los países más dinámicos como es el caso de China con el resto de países en desarrollo, en un movimiento de personas y naciones hacia la progresiva integración económica mundial en una sociedad superadora de los exclusivismos nacionales y del vigente modelo de economía mundial.


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CAPÍTULO V

MANIFESTACIONES HISTÓRICAS DE LA IDEOLOGÍA IMPERIALISTA

1. Edad Antigua. La expansión de la Cultura.

2. Edad Media. La religión

3. Edad moderna. Guerras de religión y expansión colonial

4. Edad Contemporánea. (a) Revolución y nuevos imperios coloniales; (b) Las Guerras Mundiales; (c) Posguerra, Guerra Fría y descolonización; (d) Globalización económica; (e) Colonialismo y Neocolonialismo

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A lo largo de la historia, los imperialismos han tenido como soporte diferentes formas ideológicas en la justificación e impulso de los centros imperiales para la expansión de su influencia.

El imperialismo, entendido como tal, por el poder político, económico y cultural de un Estado con subordinación de vastos territorios al Centro imperial, ha formado parte de la historia de la humanidad desde las primeras civilizaciones,  como fueron en la Edad Antigua:  la Egipcia, Persa, Griega, Romana y China...

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1. Edad Antigua. La expansión de la Cultura

En ese periodo de la historia de la humanidad, la motivación del Centro imperial al impulso de su expansionismo territorial tenía como razón principal la seguridad en las fronteras de sus territorios sujetas al vandalismo de pueblos que vivían del saqueo, pero una vez sometidos éstos, ante la falta de oponentes la expansión territorial se realizaba hasta la siguiente línea de resistencia.

La riqueza de los territorios y pueblos sometidos redundaría en el Centro imperial y ello contribuiría a la formación de una clase social que propiciaría un desarrollo de las artes, las letras y los conocimientos en ciencia y técnica, y esta nueva forma de cultura avanzada se convertía a su vez en una nueva justificación para la expansión territorial frente a los pueblos "bárbaros". Ciro II el Grande (559-529 ac) y Darío I (512-484 ac) expandirían el imperio y la cultura Persa, y Alejandro Magno (336-333 ac) lo haría con la cultura helénica desde Grecia, impulsando en los nuevos territorios conquistados las formas culturales del Centro imperial, en arquitectura, escultura, letras y organización social. Con posterioridad, bajo estas premisas, se desarrollaría en Occidente y el Medio Oriente el Imperio Romano (27ac-476dc), y en Oriente la dinastía Chi'n (221-206 ac) y Han (206 ac-220 dc).

 

2. Edad Media. La religión

El periodo que comprende desde la caída del Imperio Romano Occidental en el siglo V hasta el siglo XVI, en el que renacen de nuevo los imperios europeos, ha sido catalogado por la historiografía occidental como Edad Media  debido a la división de Europa en pequeños reinos. En ese periodo aparecería un nuevo factor ideológico para el expansionismo territorial: las religiones monoteístas. El cristianismo y el Islam llevarían a cabo su expansión territorial por la fuerza de las armas bajo la justificación de convertir el mundo conocido al único Dios "verdadero".

El monoteísmo a diferencia del politeísmo daría lugar al absolutismo en el pensamiento y el totalitarismo político, donde quien no participaba de la fe "verdadera" era catalogado de hereje y perseguido por sus creencias. La expansión del Islam abarcaría numerosos territorios en Asia, África y en Europa ocuparía parte de la península ibérica. Los reinos cristianos en Europa una vez contenido el Islam, se expandirían en la lucha contra el mismo e intentarían su reunificación con la formación del Sacro imperio Romano-Germánico, siendo su primer impulsor el emperador Carlomagno coronado como tal en la navidad del año 800 y que sus descendientes continuarían. La parte Oriental del Imperio Romano se constituiría hasta mediados del siglo XV como imperio Bizantino con centro en Constantinopla.

 

3. Edad moderna. Guerras de religión y expansión colonial

En el siglo XVI, con la extensión de las monarquías europeas a los territorios de ultramar en las Indias occidentales (América) y Orientales (Oriente de Asia), volvieron a renacer los imperios en Europa e inauguraría la Edad Moderna.

Durante los siglos XVI y XVII, la expansión imperial con la enseña de la cruz cristiana y la fuerza de las armas enfrentaría no solamente al catolicismo con el Islam, sino que las guerras de religión por la formación del Sacro Imperio Romano bajo la égida de los Austrias, en pugna con las religiones protestantes que se negaban a someterse doctrinariamente a Roma, asolarían internamente a Europa.

A su vez, a los nacientes imperios europeos se les abriría otro frente de rivalidad en los nuevos territorios de ultramar principalmente entre la corona portuguesa y la española. El tratado de Tordesillas (1494) establecería un pacto entre ambas potencias para la división del Nuevo Mundo, por el que, a la corona de Castilla le pertenecían todas las tierras descubiertas a 370 leguas al Oeste de las islas de Cabo Verde, que situaba, con la excepción de Brasil, a todo el continente americano bajo la soberanía de la Corona española. Las riquezas de oro y plata que precisaba el reino de España para financiar las guerras contra el protestantismo en Europa, estimularía la colonización de todo el continente americano.

En los primeros años del siglo XVI, los crueles métodos utilizados en la región del Caribe para su colonización llevaría a la extinción de las poblaciones nativas, lo cual cuestionaba la misión católica evangelizadora. La Iglesia Católica intervino sobre el tratamiento que debían tener los nativos, estableciendo que éstos poseían alma lo que les diferenciaba de las bestias y por lo tanto no podían ser tratados como tales y debían ser bautizados. Tras el establecimiento de esta premisa, la conversión de los nativos a la religión católica se constituiría en la ideología para la expansión del imperialismo español en el "Nuevo Mundo".

A principios del siglo XVIII, tras la derrota de la dinastía de los Austrias por la francesa de los Borbones, las guerras de religión darían paso a una lucha entre las monarquías imperiales europeas por el control de territorios. Gran Bretaña por un lado y Francia y España por otro se disputarían las áreas de influencia.

 

4. Edad Contemporánea.

(a) Revolución y nuevos imperios coloniales

A finales del siglo XVIII las monarquías absolutistas europeas entrarían en crisis con el auge de la burguesía. La Independencia de EEUU y la revolución francesa marcarían un antes y un después e inaugurarían una nueva era, la Edad Contemporánea.

A principios del siglo XIX, la ideología para la expansión imperialista cambio de signo. Con Napoleón pasaría a sustentarse en la expansión de los valores de la revolución francesa por la fuerza de las armas al resto de Europa.

La derrota de Napoleón (1815) por las fuerzas de la restauración del Antiguo Régimen, no evitaría la era de transformaciones burguesas. A partir de 1830 una ola de revoluciones liberales se propagaría por Europa, que barrería el Antiguo Régimen, pero ello tampoco afectaría a la componente imperialista de los nuevos Estados europeos. En 1884 en la Conferencia de Berlín, las potencias europeas se repartirían en régimen colonial el continente africano.

No obstante, sería Gran Bretaña la nación que se constituiría en el imperio colonial más importante durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. En los comienzos del siglo XIX, la derrota en la batalla de Trafalgar de la escuadra franco-española por la armada británica y la independencia de la mayoría de los territorios españoles en América pondría fin a 300 años de existencia del imperio español. Gran Bretaña pasaría a dominar la principales rutas marítimas del mundo y ello favorecería su expansión imperialista de dominio colonial. La ideología imperialista dejó de sustentarse en la expansión religiosa, siendo sustituida por la "exportación de los avanzados valores de la civilización occidental a los pueblos atrasados del mundo" que servía de subterfugio a lo que era el expolio colonial de materias primas.

Con la llegada de las nuevas clases burguesas al poder político en las principales potencias europeas, el capitalismo cobraría un fuerte impulso. Si embargo en 1873, tras la quiebra en Estados Unidos de la entidad bancaria Jay Cooke and Company, se produciría la primera gran crisis del capitalismo global y una ola de proteccionismo se apoderaría de las incipientes economías capitalistas emergentes.

Dentro de esa tendencia proteccionista, el imperialismo económico basado en el control de áreas exclusivas de influencia para el comercio se constituiría en el fundamento de las rivalidades entre imperios europeos, pero en esta nueva realidad geo-económica existían profundas diferencias entre los distintos imperios europeos, mientras que Gran Bretaña y Francia ya habían consolidado su influencia colonial en los territorios de ultramar, Alemania constituida como Imperio Alemán en 1871 tras la reunificación de un mosaico político de 39 Estados, pasaría a ser la principal potencia económica europea, sin embargo, debido a su tardía formación, sus dominios coloniales en los territorios de ultramar eran escasos y por lo tanto, su área de influencia exclusiva colonial también.

(b) Las Guerras Mundiales

Este desequilibrio acentuaría las rivalidades de Alemania con Francia y Gran Bretaña; para Alemania, el camino más corto para dominar las áreas de influencia globales pasaba por dominar Europa como Centro de la economía Mundial, desplazando del mismo a Francia y Gran Bretaña, en el entendimiento de que, quien dominara el Centro se haría con el control de las colonias de ultramar. En esta coyuntura la ideología imperialista adquiriría un sesgo de nacional-imperialismo, creándose las bases para la que sería la Primera Guerra Mundial (1914-1918), de Alemania principalmente contra Francia, Gran Bretaña y Rusia.

Alemania perdería la guerra y las condiciones impuestas por Francia y Gran Bretaña en el Tratado de Versalles (1919) que dejaban a Alemania como un Estado tutelado por ambas potencias dejaría una profunda herida en la sociedad alemana. Tras la guerra, la economía mundial de la mano de Francia y Gran Bretaña y de la potencia emergente, EEUU, tendería de nuevo hacia la apertura y la globalización dejando de lado el proteccionismo, pero la crisis económica de 1929 restauraría de nuevo los fantasmas de la crisis de 1873. El proteccionismo volvió a imponerse y con ello la geo-economía de áreas de influencia exclusivas para el comercio.

Alemania, en medio de una profunda crisis económica, quedó atrapada por las vejatorias condiciones del tratado de Versalles y por su escasa influencia colonial. La opción de romper es nudo gordiano tomando el control del Centro económico mundial, es decir, de nuevo, con la guerra  contra Gran Bretaña y Francia, volvería con fuerza. En esta coyuntura la ideología nacional-imperialista volvería a calar profundamente en la sociedad alemana, pero esta vez, el nacional-imperialismo se fundamentó en la perversión del racismo de la mano del nazismo.

En la ideología nazi, el género humano quedaba dividido en razas de humanos y subhumanos. La raza aria germánica se situaba en lo más alto del escalafón, y por ello estaba destinada a regir los destinos del mundo, mientras que los judíos y eslavos eran considerados como subhumanos, por lo que su genocidio o esclavitud estaba justificado. En los años treinta Alemania reconduciría su capacidad industrial al desarrollo de la industria militar, la guerra civil española (1936-1939) fue el escenario de prueba de las nuevas armas alemanas, y el triunfo de las fuerzas fascistas en la contienda y la megalomanía de su poder militar le llevaría a desatar la guerra hacia el Oeste para rendir a Gran Bretaña y Francia y posteriormente hacia el Este para someter a los pueblos eslavos de la URSS.

En 1945 Alemania perdería la guerra. Los líderes fascistas que sobrevivieron fueron juzgados y condenados y la ideología nacional-imperialista nazi fue condenada y desterrada como una de las mayores aberraciones de la historia de la humanidad. Sin bien, el racismo ha sido definido como el rasgo definitorio de la ideología nazi,  hay que tener en cuenta que tal perversión fue devastadora por la combinación que tuvo con sus ambiciones imperialistas que le llevaría a invadir la mayoría de los países de Europa, en los países ocupados como Polonia y Rusia, es decir, fuera de sus fronteras, es donde llevaría a cabo el grueso de sus crímenes, siendo Rusia la que soportó el mayor genocidio con veinte millones de muertos por la guerra.

(c) Posguerra, Guerra Fría y descolonización

Con la derrota de Alemania por la URSS y Estados Unidos, los centros geopolíticos mundiales dejaron de estar en Europa, pero el sistema de áreas de influencia geo-económicas prevaleció después de la guerra. Bajo control de EEUU se situarían los países occidentales, Japón y América Latina, y bajo la tutela de la URSS con centro en Moscú las naciones que componían la Unión Soviética.

A partir de 1945, la ostentación de la ideología imperialista entró en declive, a diferencia del pasado, ninguna nación en el mundo se autodefiniría como imperio. El término "imperio" objeto de apología desde las primeras civilizaciones de la humanidad que se calificaron como tales: Imperio Persa, Imperio Helénico; Imperio Romano, Imperio Carolingio; Sacro Imperio Romano; Imperio Español; Imperio Británico; Imperio Francés, Imperio Alemán, Imperio Ruso; Imperio Japonés..., y que había gozado de la estima y admiración de pueblos y gobernantes, se ocultaba con vergüenza.

Dos factores contribuyeron a ello, el primero la sucesión de dos guerras mundiales por disputas claramente imperiales, y el segundo porque en la posguerra, con la relegación de Gran Bretaña y Francia del dominio mundial, se creo un vacío de poder en sus dominios coloniales que favorecería que los movimientos antiimperialistas de emancipación colonial fueran proclamando su independencia como naciones libres.

Sin embargo, la denostación del término imperio no impediría que las prácticas imperiales continuasen con los dos ganadores de la Segunda Guerra Mundial, EEUU y la URSS, esta vez bajo el manto de la expansión de nuevos valores por ambas partes: el socialismo desde la URRSS y la democracia liberal desde EEUU.

Con dos centros geopolíticos mundiales tan distantes como Moscú y Washington, dos sistemas económicos tan diferentes como el socialismo de la URSS y el capitalismo estadounidense, las áreas de influencia respectivas estaban radicalmente separadas y desconexionadas unas de otras. Los movimientos revolucionarios que luchaban contra la influencia estadounidense se alineaban en la zona de influencia de Moscú, y viceversa. El imperialismo no se revelaba como motivación política pero las guerras por la independencia colonial terminaron siendo guerras por limitar la influencia geopolítica respectiva entre ambos centros del poder mundial, como sucedió en la Guerra de Corea (1950-1953) o de Vietnam (1955-1964-1975).

En China, después de una larga lucha contra el imperialismo japonés y la guerra civil entre el Partido Comunista de China (PCCh) y el Kuomintang, el PCCh tomaría el poder y proclamaría en 1949 la República Popular de China (RPCh). La alianza entre el nuevo poder en China y la URSS se había venido gestando durante la guerra de resistencia contra Japón, y la URSS contribuiría en la década de los cincuenta a que China iniciara sus primeros pasos en la modernización de un país que en un 90% era rural. Sin embargo, a finales de esa década China entraría en un periodo convulso sobre como abordar el proceso de industrialización. Los dirigentes chinos comenzaron a desconfiar de las intenciones de Moscú al considerar que quería convertir a China en una nación tutelada y se produjo una ruptura en las relaciones. Los asesores soviéticos volvieron a Moscú y China comenzó a calificar de hostil e imperialista a la URSS.

En el este de Europa los países bajo el Pacto de Varsovia también comenzaron a percibir como hostil la excesiva dependencia de Moscú. La primavera de Praga en 1968, marcaría el inicio del declive del dominio soviético en esos países. A finales de la década de los setenta las tropas de la URSS entrarían en Afganistán a petición del gobierno de esa nación, teniendo que soportar durante más de una década una encarnizada lucha de resistencia. Existía una creciente percepción en los países bajo la égida de Moscú que la propagación del socialismo se había convertido en un ideología para la expansión de un modelo imperialista. El desgaste de la URSS se acentuó con la creación de grupos de poder dentro de la URSS que querían poner fin a la etapa socialista. La URSS se disolvería en 1991, y el proyecto de expansión del socialismo como un área de influencia desconexionada del sistema capitalista global llegaría históricamente a su fin.

(d) Globalización económica

En la última década del siglo XX, EEUU se alzaría como la potencia mundial indiscutible, en esos años culminaría también el proceso descolonizador que ha conformado el actual mosaico mundial de naciones. Una vez extinguida la división mundial en áreas de influencia, la opción para las nuevas naciones surgidas de la descolonización, como para las que componían la URSS, sería la de integrarse en el modelo económico global. China desde el establecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU en la década de los setenta ya había dado pasos en esa dirección, que los afianzó con su integración en el año 2001 en la OMC, y la globalización económica entró en una senda irreversible.

La crisis financiera del 2008 convulsionaría de nuevo la economía mundial, pero en su evolución posterior se ha definido claramente que la vuelta al modelo de áreas de influencia, a pesar del proteccionismo arancelario iniciado por EEUU, es ya económicamente imposible.

(e) Colonialismo y Neocolonialismo

El colonialismo y el neocolonialismo difieren en la forma de sometimiento a los pueblos y de las políticas económicas de dominación. El colonialismo tuvo su máximo apogeo en el siglo XIX con  Francia y Gran Bretaña como los principales imperios coloniales, sometiendo a la mayor parte de África y de Asia en régimen colonial. El colonialismo se sustentaba ideológicamente en las sociedades occidentales en su excepcionalidad para llevar la civilización a los territorios habitados por pueblos atrasados, y se caracterizaba por la presencia militar con administración directa y la explotación de los recursos en interés de la metrópolis imperial.

Tras los procesos de independencia del colonialismo europeo, EEUU intentó ocupar su lugar en algunas naciones como fue en Indochina tras la retirada francesa, pero su derrota en la guerra de Vietnam demostró que no era posible. En el año 2003 lo volvió a intentar en Irak, incluso llegó a establecer una administración estadounidense en ese país, pero la guerra de desgaste a la que se vio sometido posteriormente a la invasión, volvió a demostrar que la conciencia política nacional de los pueblos hacía inviable la dominación territorial en régimen colonial con presencia militar y administrativa del poder imperial.

Estos fracasos han determinado el cambio de las metrópolis desarrolladas en la forma de ejercer sus ambiciones imperialistas sobre las antiguas colonias, a un modelo neocolonial.

En el modelo neocolonial, la metrópolis imperial subordina a sus intereses a la nación neocolonizada a través de tres elementos clave: 1. La instauración de un gobierno que garantice la subordinación política de la nación al centro imperial, siendo las oligarquías locales las principales beneficiarias del comercio con la metrópolis. 2. La preservación del estatus quo de atraso del país en desarrollo para asegurar que será una nación dependiente. 3. La amenaza de invasión militar en el caso de rebelión a la tutela imperial.

EEUU, tiene una larga experiencia en este modelo de dominación neocolonial en las que han sido sus relaciones con las naciones de América Latina en más de un siglo, habiendo utilizado la fuerza militar directa en multitud de ocasiones en ese continente para restablecer su dominación: Panamá (1918; 1920; 1925; 1958; 1989), Cuba (1917-1933), Honduras (1919; 1924-1925), Nicaragua (1912-1933), República Dominicana (1965-1966)), Guatemala (1920; 1954; 1966-1967), El Salvador (1932), Grenada (1983-1984), además del apoyo a las siniestras dictaduras militares en el pasado siglo. La ideología utilizada para justificar el dominio neocolonial se basa principalmente, al igual que en los viejos imperios coloniales, en su auto-arrogada excepcionalidad como nación para regir a las naciones latinoamericanas.

En la globalidad, el proyecto neocolonial de EEUU y los países de la OTAN, con un 15% de la población mundial, se fundamenta en preservar su hegemonía económica que concentra la mayor parte del PIB mundial, para lo cual los países en desarrollo que acogen el 85% de la población mundial restante no deben prosperar, pues un cambio de su estatus hasta la equiparación de su renta a la de los países desarrollados, relegaría el poder económico global de los países de la OTAN.

Las naciones que desde la soberanía política avanzan con éxito en su desarrollo económico y tecnológico, como son por su importancia China y Rusia y en Oriente Medio Irán, incrementan su participación en el PIB mundial al margen de la tutela de EEUU, y con ello el poder económico global estadounidense disminuye, lo que les convierte en naciones a contener o debilitar mediante sanciones, aranceles u otras medidas económicas, en contra del principio económico de que toda prosperidad es positiva.

En el siglo XXI esta práctica de economía destructiva contra naciones que pretenden un desarrollo soberano se aplica principalmente a Rusia, China, Irán, y Venezuela. Y en otras naciones contrarias a la hegemonía estadounidense que no tenían el poder militar de las anteriores se ha optado por su destrucción económica, social y política mediante la guerra, como ha sucedido en el presente siglo con Afganistán, Irak, Libia y Siria.

La visión ideológica neocolonial de la que participan las sociedades occidentales, es la de un mundo "libre" constituido principalmente por los países de la OTAN y otro "no libre" compuesto en su mayoría por naciones gobernadas, en su propaganda oficial, por mandatarios "corruptos y despóticos" que le otorga a las naciones del "mundo libre" el derecho a la injerencia, la cual es alimentada por los medios de comunicación de masas sobre los que descansa la formación ideológica de la sociedad imperial, impidiendo que se desarrollen fuerzas ideológicas contrarias en el seno de la propias sociedades.

Por el contrario, la visión sobre la que se asienta la legalidad internacional, sustentada en el concepto de que deben ser los pueblos organizados en naciones soberanas los que desarrollen por si mismos la democracia, los derechos humanos y su prosperidad económica sin injerencias foráneas, es ignorada.

El imperialismo en cualquiera de sus manifestaciones ideológicas, ha sido, es y será, el origen de todas las guerras de agresión, y el responsable de sus secuelas en vidas humanas. La ideología pacifista seguirá siendo una ilusión mientras no se erradique de la sociedad humana la cultura imperialista, que en la actualidad se sustenta en la auto-arrogada excepcionalidad de EEUU para injerir y declarar la guerra a otras naciones al margen de la legalidad internacional.

El cambio civilizatorio de valores en las relaciones internacionales para la relegación de la cultura imperialista tendrá que venir de los países en desarrollo, particularmente de aquellos que han hecho de la no injerencia y el desarrollo económico y tecnológico compartido su estandarte en las relaciones internacionales.

Tras la crisis financiera del 2008 y con la emergencia en el escenario económico mundial de los principales países en desarrollo, particularmente de China, el modelo de desarrollo compartido global a iniciado con paso firme un nuevo camino de desarrollo económico y, con ello, la formación del espacio económico mundo ha entrado en una nueva fase histórica.


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CAPÍTULO VI

LA IDEOLOGÍA MODERNA DE LA DOMINACIÓN GLOBAL OCCIDENTAL

1. Las sociedades imperialistas

2. La oligarquía financiera internacional

2. Las oligarquías en los países periféricos

3. Las clases oligárquicas en EEUU

4. El unilateralismo de la ideología de la dominación occidental

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1. Las sociedades imperialistas

En las sociedades occidentales, particularmente en la estadounidense, está muy arraigada la cultura del "derecho" unilateral a dictar las políticas a otras naciones, y es el sustrato principal sobre el que se asienta la ideología global de la dominación, de tal manera que, en sus respectivas naciones, la valoración de sus dirigentes políticos está en función de la eficacia con la que someten a los gobiernos de otras naciones. No existe debate entre si es legítima o no la injerencia en los asuntos políticos de otras naciones, pues ello se da por supuesto, sino que lo que se debate es que gobernantes son más eficaces en la dominación de las naciones rebeldes, lo que pone de manifiesto el paradigma ideológico imperial de la mayoría del electorado estadounidense.

Otra característica de la ideología de la dominación global en las sociedades occidentales, alimentada por los medios de comunicación, es que en el área internacional existe una rivalidad entre potencias por el control del dominio mundial, principalmente entre China y EEUU, de tal manera que la prosperidad de China es vista como una amenaza de la que Occidente tiene que defenderse, reviviendo en la mentalidad occidental la lucha secular entre los imperios europeos por el dominio mundial.

Sin embargo, esta visión es la mayor mentira con la que Occidente tergiversa interesadamente ante su ciudadanía la realidad internacional. Ninguna de las dos potencias declaradas rivales por Occidente con presencia en el CSNU: Rusia y China, pretenden reemplazar a Occidente en el poder Global. Su discurso en el área de las relaciones internacionales es muy claro, no quieren la confrontación sino la colaboración, pero los poderes mediáticos, económicos y militares occidentales hacen oídos sordos a estas propuestas y siguen tergiversando la realidad internacional.

La mentira de que Occidente se defiende de las intenciones agresivas de Rusia y China, es la que justifica ante su ciudadanía la existencia de la OTAN y el desmesurado gasto militar de EEUU que triplica el de Rusia y China juntas. La perpetuación de esta mentira se realiza ocultando mediáticamente el debate sobre la necesidad de caminar hacia el multilateralismo en las relaciones internacionales para acometer con mayor eficacia los desafíos globales de toda la humanidad.

 

2.La oligarquía financiera internacional

En el fondo de la cuestión de esta confrontación ideológica está la continuidad de los intereses de clase de la oligarquía financiera internacional que tiene establecido en Occidente su cuartel general, y donde ha desarrollado los instrumentos para la perpetuación de su dominio global; en el terreno ideológico con las corporaciones mediáticas, en el plano militar con la OTAN, y en el económico con la protección de sus intereses  haciendo intocable legalmente su poder financiero en el marco de las constituciones liberales.

Las rivalidades entre las élites financieras occidentales durante la época colonial por el dominio mundial, y que fueron causa de enfrentamientos en la primera mitad del siglo XX, fueron relegadas al término de la Segunda Guerra Mundial por el peso geopolítico que adquirió la URSS tras su victoria sobre el nazismo. La Guerra Fría unió a las élites financieras occidentales, y la crisis económica mundial de 1973 llevaría a esta clase social a desmontar el modelo económico keynesiano vigente desde la posguerra que otorgaba al Estado un papel destacado en las economías nacionales, propiciando la privatización de las empresas estatales y la relegación constitucional del Estado de los asuntos financieros, pasando el control de los bancos centrales a manos privadas. La reinstauración del modelo liberal o neoliberalismo otorgaría un gran poder global a la clase financiera occidental que se acentuaría con la ausencia de una regulación financiera internacional que dejaba a los Estados fuera del control financiero.

 

3. Las oligarquías en los países periféricos

Esta clase social mantiene una estrecha alianza con las oligarquías de los países en desarrollo, las cuales han anclado sus economías a la venta de materias primas a los países desarrollados de las que son sus propietarias y principales beneficiarias, constituyendo esta alianza la base de la arquitectura del neoliberalismo y del modelo neocolonial de dominación occidental que impide el desarrollo productivo de los países en desarrollo y perpetúa la pobreza de la mayoría de la población, de tal manera que, las naciones que han desplazado a estas las oligarquías apoyadas por Occidente, son declaradas como enemigas.

La formación de las oligarquías periféricas han variado en función de su historia.

En el este de Europa, tras la desaparición de la URSS pasaron a detentar el poder en las diferentes naciones que la constituían las oligarquías formadas en la sombra en los últimos años de la URSS. En Rusia, con la llegada a la presidencia a principios del presente siglo de Vladímir Putin se produjo una progresiva revolución en el poder del Estado. Las oligarquías apátridas unidas a Occidente y aupadas por Boris Yeltsin en los años noventa fueron desplazadas del poder y sus bienes confiscados en favor del Estado, prevaleciendo en los sucesivos gobiernos de Rusia los intereses de las clases populares. Esta transformación que se produjo en Rusia no sucedió en el resto de países europeos de la antigua Unión Soviética lo que ha dado lugar a una profunda fractura entre Rusia y las oligarquías de estas naciones en el poder apoyadas por Occidente.

En Oriente Medio, las oligarquías que han unido sus intereses a los dictados de Occidente están representadas por la despóticas monarquías de la región y el régimen de apartheid de Israel. Las naciones que han pretendido implementar cambios en favor de las clases populares han sido objeto de agresiones militares y sanciones por parte de Occidente. Irán es la nación que más ha avanzado democráticamente en la región, ejerciéndose el poder popular a través del sufragio universal. La revolución que protagonizó en los años setenta del siglo XX ha sido permanentemente combatida por Occidente, y sigue siendo la pesadilla del régimen sionista de Israel.

En el Oriente asiático, la revolución popular de China puso fin al poder oligárquico en esa nación, y en siete décadas ha tenido notables avances. Ha conseguido sacar de la pobreza extrema a más de 700 millones de Chinos y situarse entre las naciones tecnológicamente más avanzadas del mundo. La prosperidad de China que la comparte comercialmente con el resto de naciones de la región en el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, es vista por EEUU como un desafío a su hegemonía.

En Sudamérica, las oligarquías locales han estado secularmente unidas a EEUU por ser el principal destinatario de la explotación de las materias primas de la región cuya propiedad detentan. Venezuela en los inicios del siglo XXI protagonizó con Hugo Chávez al frente una revolución popular democrática promulgando una constitución que dio el poder de los ingentes recursos de Venezuela al Estado lo que le ha convertido en el enemigo numero uno de las oligarquías dominantes en los países de la región y de Occidente.

 

4. Las clases oligárquicas en EEUU

La oligarquía financiera occidental, que es la que lidera la ideología de la dominación global, tras las crisis financiera del 2008 se dividió formándose dos corrientes políticas, una liberal globalizadora, y otra de marcado perfil nacionalista en EEUU. En la primera, su más genuino exponente son las fundaciones patrocinadas por el magnate financiero especulador George Soros, y dentro de ella se sitúan, los principales medios de comunicación occidentales, la derecha liberal y la socialdemocracia en Europa, y el partido demócrata en EEUU.

La segunda corriente se sitúa principalmente en EEUU representada actualmente por sectores del partido republicano. Esta corriente no es partidaria de la visión económica globalizadora de la corriente liberal, que otorga el poder a una clase financiera en la sombra sin una patria definida, sino que pretende que el poder económico y financiero se localice en EEUU.

Desde los inicios de la revolución industrial las naciones occidentales han dominado la economía mundial, sin embargo, tras la crisis financiera del 2008, la economía mundial comenzó a tener una transformación importante con la irrupción de China como un actor importante e independiente del modelo económico neoliberal occidental. Hasta esa crisis, el desarrollo de China se realizaba dentro del marco global occidental, pero la caída de la demanda efectiva en las economías desarrolladas de la que dependían sus exportaciones le situó en la tesitura de tener que implementar un cambio en su modelo económico, fomentando la innovación tecnológica propia, la orientación hacia el los países en desarrollo, y la estimulación del consumo interno.

 

5. El unilateralismo de la ideología de la dominación occidental

La ideología de la dominación Occidental sigue oscureciendo el discurso en favor de crear unas relaciones internacionales y una cultura entre las naciones de futuro compartido para toda la humanidad. Sin embargo, existen dos fuerzas transformadoras globales inexorables que cuestionan la ideología de la dominación occidental: 1ª. el deseo de los pueblos de las naciones en desarrollo de alcanzar la prosperidad, y 2ª. la percepción global nacida de los valores de la Ilustración de que el mundo no es inamovible sino perfectible y por lo tanto susceptible de ser cambiado, y esas fuerzas, a pesar de los esfuerzos de Occidente por frenarlas, son las que marcan la tendencia actual de cambio de los tiempos, y cuyos principales valedores en el plano internacional son China y Rusia.

A la postre, los cambios económicos y políticos serán los que determinarán el reemplazo de la ideología de la dominación por la ideología de la fraternidad universal, inaugurando un civilización en la que las armas nucleares dejen de tener sentido, sea posible aunar eficazmente los esfuerzos de las naciones para luchar contra el cambio climático, y la prosperidad de todo el género humano se sitúe en el centro de todas las cosas.

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Tenemos que ayudarnos unos a otros. Los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos. La Tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. (Charles Chaplin / 1940).


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CAPÍTULO VII

DE LA TIRANÍA Y LA AUTOCONCIENCIA DE LAS NACIONES

1. La tiranía del Antiguo Régimen

2. Nación y Reino

3. EEUU la primera nación moderna

4. La nación moderna como centro de los nuevos imperios coloniales

5. El ser en sí y el ser para sí

6. La revolución rusa de 1917

7. Las luchas interimperialistas en el Centro del Sistema Mundial

8. El ser para sí de los pueblos colonizados

9. El neocolonialismo, la nueva tiranía global

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1. La tiranía del Antiguo Régimen

El concepto de la Tiranía aparece por primera vez en la Antigua Grecia para definir la relación entre el monarca que detenta el poder absoluto y sus súbditos, en la historia contemporánea se ha identificado con un uso abusivo del poder político que se ha usurpado, un poder que no sólo es ilegítimo por su origen, sino también injusto por su ejercicio. La Ilustración atribuyó el ejercicio de la tiranía a los monarcas, quienes ostentaban el poder absoluto.

 

2. Nación y Reino

En la declaración de Independencia del 04/07/1776, de Estados Unidos, se puede leer: "La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados".

Bajo el Antiguo Régimen absolutista, el concepto de nación no tenía ningún significado político, sobre quien descansaba la soberanía territorial era en el Rey. Al no existir la nación como ente soberano, las fronteras eran las establecidas por las posesiones del Rey, las cuales podían cambiar en función de anexiones mediante la fuerza militar o a través de uniones entre diferentes casas reales. Por ejemplo, en los siglo XVI-XVII y XVIII, los territorios bajo las diferentes monarquías española, tanto de los Austrias como de los Borbones tuvieron importantes cambios. En Europa, Portugal, los Países Bajos y Nápoles entre otros,  fueron españoles en determinados periodos. En la actualidad, el único país basado en las posesiones del Rey es el de la monarquía Saudita, que da nombre al país: Arabia Saudita.

El pensamiento ilustrado sería el primero que otorgaría a la Nación el valor político de soberanía por encima del Rey. El Artículo 3º de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, proclamada el 26/08/1789 por los representantes del pueblo francés constituidos en Asamblea nacional, lo expresa claramente: "El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo, ningún individuo, pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella".

En la revolución e Independencia de EEUU, la lucha contra la tiranía tiene una connotación doble: 1ª. en la relación del pueblo con el Rey, y 2ª. en la relación de los territorios con el Rey, en la primera el pueblo pasa de estar compuesto por súbditos del Rey a estarlo por ciudadanos de la Nación; en la segunda, la soberanía territorial detentada por el Rey pasa a descansar en la Nación lo que da lugar a una nueva nación con nuevas fronteras.

De manera diferente, en el caso de la revolución francesa, la lucha contra la tiranía se fundamenta en despojar al Rey de todas sus atribuciones, pero al no haber cuestionamiento territorial, la nación surge per se como ente soberano en sustitución de la soberanía del Rey, pero las fronteras no sufren modificación.

En EEUU, la lucha contra la tiranía implicaba necesariamente la constitución de una nueva nación, mientras que en el caso de Francia no. En Francia la sustitución del Rey por la República no implica un cambio en las relaciones de dominio territorial que el Estado francés mantenía con sus colonias, con ello, la nueva república francesa a pesar de proclamar el final de la tiranía sigue manteniéndola sobre las colonias a través de gobernantes no elegidos por los habitantes de los territorios colonizados, sino impuestos desde la corte imperial republicana.

 

3. EEUU la primera nación moderna

La relaciones de tiranía colonial fueron rotas por primera vez con la Independencia de EEUU el 04/07/1776, y con posterioridad, en la primera mitad del siglo XIX, se extendería a todas las Américas. España, debilitada como imperio tras su derrota por el Imperio Británico en la batalla de Trafalgar en 1805, dejó de ostentar el dominio marítimo en el Atlántico, y a causa del desgobierno que introdujo la invasión napoleónica en 1808, no pudo evitar que sus dominios en América irían constituyéndose en naciones independientes y soberanas. Sin embargo, al declive colonial de España le sucedería el auge imperial colonial de Francia y Gran Bretaña en territorios de África y Asia.

 

4. La nación moderna burguesa como centro de los nuevos imperios coloniales

En la segunda mitad del siglo XIX, Gran Bretaña y Francia se repartían la mayor parte de Asia y África en régimen colonial, y una tercera potencia, EEUU, bajo el pretexto de defender a las naciones americanas de las potencias europeas, basado en la doctrina del presidente James Monroe (1823) de "América para los americanos", extendía su tutela a todo el continente americano.

Era la paradoja de la diferente autoconciencia de los pueblos que conformaban el mundo a mediados del siglo XIX, mientras el continente europeo vivía una serie de revoluciones liberales impulsadas por las nuevas clases burguesas que pondría fin a la tiranía de las monarquías absolutistas reduciendo sus poderes o aboliéndolas en nombre del ideal de la Nación, los nuevos poderes burgueses de las metrópolis europeas sometían fácilmente bajo un tiránico dominio colonial a pueblos en Asia y África carentes de autoconciencia política como nación.

 

5. El ser en sí y el ser para sí

En el pensamiento filosófico decimonónico occidental de tradición alemana (Hegel y Marx) , la autoconciencia de los pueblos y clases sociales constituye un impulso intelectual colectivo en torno a una serie de valores políticos, sociales y culturales que toman cuerpo en amplias capas de población. Todo sujeto capaz de pensar puede experimentar un proceso de ser un sujeto "en sí", a ser un sujeto "para sí". Un pueblo o una clase social objetivamente son sujetos "en sí", al igual que lo son las cosas que nos rodean, su carácter definitorio viene determinado por la características que lo componen, en un pueblo puede ser su cultura sus tradiciones, su lengua etc., de manera diferente el ser "para sí" viene determinado cuando las características del ser "en sí" a través de un proceso de autoconciencia colectiva adquieren un rango mental superior, por ejemplo: la Nación.

En los filósofos idealistas como Hegel, la autoconciencia constituye la emergencia del impulso del espíritu en las personas y los pueblos hacía valores superiores, (G.W.F. Hegel: Fenomenología del Espiritu, 1807), mientras que en los filósofos materialistas como Marx es un proceso que viene determinado por las condiciones materiales de existencia de las clases sociales y los pueblos, que precisa de un pensamiento revolucionario que sirva de vínculo a la autoconciencia del ser "para sí" (F. Engels: Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica Alemana (1886).

La clase social que cambió el mundo radicalmente en los siglos XVIII y XIX fue la burguesía de las ciudades europeas y principalmente la burguesía industrial y financiera. Durante casi cuatro siglos la burguesía permaneció relegada del poder político; la nobleza y la Iglesia detentaban la propiedad de la tierra y constituían el soporte político y social de las monarquías absolutistas. Durante los siglos XVI - XVII - XVIII, la burguesía gracias al comercio de ultramar acumuló grandes sumas de capital que no podían ser invertidas en el valor más preciado de la época: las posesiones de tierra e inmuebles de los nobles y de la Iglesia, por estar éstas consuetudinariamente fuera del mercado.

En la primera revolución industrial la burguesía europea, principalmente en Gran Bretaña, Francia y Alemania, constituyó la fuerza emergente frente a la conservadora clase de la nobleza. Los cambios políticos derrumbaron el sistema secular feudal en estas naciones y elevaron a las nuevas clases burguesas al poder político. La clase burguesa había existido en Europa desde las primeras formas de producción capitalistas en el siglo XVI, sin embargo, hubo tres factores que la conformaron como una clase emergente destinada a borrar el poder de la nobleza. El primero, la acumulación originaria de capital llevada a cabo con el comercio de ultramar a través de compañías navieras que fundamentaron su actividad en el expolio de las colonias y el tráfico de esclavos. El segundo factor lo constituyó el inicio de la primera revolución industrial que permitió a esta clase por su carácter innovador, frente al conservador de la nobleza, constituirse en pionera en el desarrollo de los procesos industriales que contribuyeron a incrementar notablemente la productividad. El tercer factor, y tal vez el más importante, fue la elaboración de un discurso político alternativo al del intocable poder de Reyes, nobles e Iglesia.

Las condiciones materiales de existencia de marginación del poder de la burguesía, darían lugar a un proceso de autoconciencia en esta clase social de ser una clase "en sí" a constituirse en una clase "para sí". El pensamiento de la Ilustración iría forjando las bases teóricas revolucionarias que irían dando forma a la autoconciencia para el cambio político y social. La revolución e independencia de EEUU en 1776 y la revolución francesa en 1789 darían el poder a las clases burguesas con el apoyo mayoritario del pueblo, que vio en la abolición de la tiranía absolutista la apertura hacía una nueva sociedad de dignidad y prosperidad.

Las revoluciones liberales (1830) - (1848) auspiciadas por las nuevas clases burguesas barrieron política y económicamente al Antiguo Régimen. Con las desamortizaciones, las propiedades de los nobles y de la iglesia pasaron a regirse por las leyes del mercado y la propiedad privada se convirtió en el nuevo paradigma económico. La libertad individual, el triunfo del más fuerte sobre el más débil era la nueva norma de convivencia y la “Nación” sustituyó al “Reino” como marco político.

Pero la mayoría de la población que había creído en el mensaje de la libertad, la igualdad y la fraternidad universal, vieron a posteriori como ese mensaje, de nuevo, solamente beneficiaba a los grandes propietarios. La clase obrera comenzó a organizarse para hacer valer sus reivindicaciones y, en consecuencia, de ser una clase "en sí" comenzó a ser una clase "para sí", y en oposición al pensamiento liberal, la autoconciencia colectiva a favor de una alternativa socialista prendió en amplios sectores desfavorecidos de obreros y campesinos.

Sin embargo, la autoconciencia política obrera no llegó a ser en ninguna de las naciones industriales predominante hasta el punto de cuestionar el poder de las nuevas clases burguesas. El ideal de la construcción de la Nación como marco de unión de los intereses de todas las clases sociales que conformaban el pueblo o pueblos de la nación tuvo más fuerza, y las propias organizaciones sindicales obreras se integraron en ese proyecto. En los comienzos del siglo XX, el fervor patriótico en las nuevas naciones europeas era el predominante, y la rivalidad entre potencias europeas alentada por las clases burguesas instaladas en el poder sustituiría el ideal revolucionario de la lucha contra la tiranía que había estado presente durante todo el siglo XIX.

 

6. Las luchas interimperialistas en el Centro del Sistema Mundial

Alemania, la ultima potencia europea en constituirse como nación en el siglo XIX (1871), aspiraba a ocupar un lugar predominante en el nuevo orden mundial imperial. Los intelectuales de la patria de Hegel verían en el "nacionalismo imperial alemán" la realización de la autoconciencia de ser "en si" alemanes, al ser "para si" de Alemania como Nación. Sin embargo, su tardía formación como nuevo imperio alemán le había hecho perder el tren del reparto colonial mundial, y aspiraba como potencia europea a ocupar el lugar que le correspondía en el concierto mundial en contra de Francia y Gran Bretaña dominadores de la mayor parte de África y Asia. La preparación para la guerra pasó a ser una prioridad de los imperios europeos, y la paz armada de los primeros años del siglo XX desembocaría en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

 

7. La revolución rusa de 1917

En la contienda bélica el imperio zarista ruso tomó partido contra Alemania, pero un hecho sin precedentes en la historia cambió el curso de la guerra en el frente Oriental: la revolución bolchevique. Los estragos de la guerra en Rusia y la crisis económica había creado un enorme descontento entre las masas de obreros, soldados y campesinos, los comunistas rusos dirigidos por Lenin crearon grupos organizados en estos sectores sociales (los soviet), en octubre de 1917, la Duma rusa (parlamento) fue disuelta y todo el poder político pasó a los representantes de los soviet, conformando una estructura piramidal de poder. Los bolcheviques firmaron la paz con Alemania, y posteriormente la guerra terminaría con la derrota de Alemania, siendo Francia y Gran Bretaña los principales beneficiarios de la victoria sobre Alemania.

Al finalizar la guerra, el nuevo poder surgido en Rusia pasaría a ser el principal enemigo a abatir por las potencias liberales europeas y EEUU. La revolución rusa fue obra de una minoría organizada y, a diferencia de la revolución francesa en la que la mayoría del pueblo participaba de la revolución, en Rusia grandes masas de población, principalmente de campesinos (Mujik), no participaban de la nueva ideología revolucionaria. La consecuencia fue una guerra civil alentada por las potencias europeas contra el poder de los soviet, que fue más devastadora para Rusia que la guerra con Alemania.

Los bolcheviques ganaron la guerra civil y a su término su poder pasó a consolidarse a través del terror sobre el bando vencido, dando lugar a una nueva nación, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuyo centro principal era Moscú. Los dirigentes soviéticos pretendieron convertir a la URSS, en el ser "para sí" del proletariado internacional, no obstante, como se demostraría a posteriori en la Gran Guerra Patria contra los nazis, en la autoconciencia del pueblo ruso el socialismo no fue el valor más importante del ser "para sí" de la nación rusa para enfrentarse al agresor, sino que lo fue la defensa de la patria.

El socialismo soviético sucumbiría décadas más tarde en 1989 con la disolución de la URSS, mientras que la autoconciencia patriótica forjada principalmente con el enorme sacrificio del pueblo soviético que derrotó al nazismo, perduraría y daría un nuevo sentido a la Rusia actual.

En 1919, después de la Primera Guerra Mundial, dos viejos imperios, el Austro-húngaro y el Otomano desaparecieron del escenario político. En el tratado de Versalles los vencedores impusieron a Alemania sus condiciones políticas económicas, fronterizas y militares. La postración de Alemania no quedó olvidada en las élites dirigentes de la nación, su incorporación al club de las democracias liberales con la república de Weimar (1919) solo duró hasta 1933 en el que los nazis llegaron al poder.

La crisis económica de 1929 había dejado millones de personas desempleadas en Alemania, y un nuevo clamor de cambio político y social comenzó a inundar la sociedad, el partido nazi, en principio minoritario, fue quien mejor se hizo eco de las dos cuestiones que más preocupaban a la sociedad alemana: 1. la recuperación del orgullo nacional, y 2. la creación de puestos de trabajo. "Nacional - Socialismo", era el lema de los nazis, Nacional, para acabar con la humillación del tratado de Versalles, y Socialismo por el que el Estado asumía la gestión de los sectores claves de la economía. Tras su llegada al poder en 1933, los nazis comenzaron a gobernar por decreto, desarrollaron un poderoso ejército y se aprestaron para la guerra. Alemania parecía vivir, de nuevo, una emergente autoconciencia del espíritu nacional del ser "para sí".

En ese periodo, la rivalidad entre los imperios europeos volvió a ser el elemento central de la política, a la vez que cada uno de ellos seguía ejerciendo un poder absoluto sobre sus respectivas colonias en África y Asia. Sin embargo, entre las élites dirigentes de las colonias, principalmente en la India y el Oriente Medio, la tiranía del dominio colonial comenzó a percibirse como tal y la lucha contra la opresión colonial dio lugar a movimientos políticos. Había comenzado un proceso en la autoconciencia del ser "para sí" que les llevaría a reclamar la transformación de los territorios coloniales en naciones soberanas.

La Segunda Guerra Mundial iniciada formalmente en 1939 duraría hasta 1945. Alemania sería de nuevo derrotada y el sueño imperial alemán quedaría históricamente sepultado. Tras la Segunda Guerra Mundial las potencias europeas dejaron de ser el centro político mundial, y el mismo fue ocupado por las dos principales vencedores de la guerra: EEUU y la URSS, quienes mantuvieron una guerra fría hasta la disolución de la URSS en 1989.

 

8. El ser para sí de los pueblos colonizados

Los cambios geopolíticos ocasionados por la Segunda Guerra Mundial dejaron en los antiguos imperios europeos un vacío de poder en sus colonias, que favoreció al desarrollo de los movimientos de liberación colonial. Al igual que había sucedido en 1776 con la emancipación de EEUU de Gran Bretaña, y en el siglo XIX de los territorios españoles en América, durante la segunda mitad del siglo XX, en los territorios coloniales en África y Asia se desató una lucha contra la tiranía de las metrópolis coloniales para constituirse en naciones soberanas.

La batalla de Argel (1962) en el norte de África, marcaría el destino de la emancipación de las naciones norteafricanas del imperio francés; la derrota también de Francia en Indochina en 1954 en la batalla de Dien Bien Phu, y la derrota del ejército estadounidense en la guerra de Vietnam (1965-1975), supuso el final del colonialismo en el Sur de Asia; la batalla de Cuito Cuanavale en 1987 en Angola sería determinante para poner fin al régimen supremacista blanco en Sudáfrica y la liberación colonial de las naciones en el África Austral.

Estas luchas pusieron de manifiesto el cambio experimentado en la autoconciencia política de los pueblos en su voluntad y determinación de resistir a ser dominados por potencias extranjeras; mientras que, por ejemplo, en el siglo XIX el imperio francés consiguió someter con escaso esfuerzo militar a los pueblos de Indochina, en los años sesenta-setenta del siglo XX la agresión estadounidense contra Vietnam, Laos y Camboya, en la que el número de bombardeos superó a los de la Segunda Guerra Mundial, no pudieron doblegar la voluntad de sus pueblos de constituirse en naciones soberanas.

Al finalizar el siglo XX, los procesos de descolonización estaban prácticamente finalizados y formadas la mayoría de naciones que constituyen el mosaico internacional del Tercer Mundo en Asia, África y Oceanía. Sin embargo, la dependencia económica de los países desarrollados, fruto de dos siglos de atraso científico-técnico respecto de los países industrializados, les mantuvo sometidos en las relaciones económicas a las antiguas metrópolis coloniales.

El desarrollo de la autoconciencia del ser "para sí" como naciones soberanas y prosperas no podía materializarse económicamente, por otra parte, las élites políticas y sociales que habían liderado los procesos de independencia, en muchos casos, preferían mantener sus beneficios particulares vendiendo las materias primas a quien podía pagar por ellas: las naciones ricas de Occidente, dando lugar a oligarquías subordinadas a los dictados de los países desarrollados, principalmente de EEUU, único imperio global en pie tras el final de la Guerra Fría, conformando un nuevo régimen de relaciones poscolonial: el neocolonialismo.

El neocolonialismo se fundamenta en la subordinación política y económica de las naciones al centro imperial estadounidense, basada en: 1. la coincidencia de intereses entre oligarquías de países en desarrollo y de los países desarrollados, y 2. la eliminación por medio de golpes de Estado, guerras o sanciones económicas de los gobernantes que no aceptan la tutela estadounidense.

 

9. El neocolonialismo: la nueva tiranía global

El neocolonialismo es un nueva forma de Tiranía global que solo puede ser combatida desde la defensa de la dignidad de la soberanía como naciones, con el propio progreso científico-técnico de las naciones en desarrollo, y la colaboración internacional de todas las naciones que apuestan por una relación entre iguales, sin ningún tipo de tiranía ni subordinación a un centro político rector.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el sufrimiento ocasionado a la humanidad por las guerras ha sido principalmente por las desatadas por EEUU contra otros países vulnerando la legalidad internacional que nace de la Carta fundacional de la ONU. La guerra de Vietnam en el siglo pasado, las intervenciones militares en Irak, Siria y Libia en el presente siglo, son ejemplos de ello. Por otra parte, EEUU ha sido el patrocinador principal de los golpes de Estado, injerencias e invasiones en las naciones de América Latina y el principal sostenedor de la dictadura franquista en España, durante un cuarto de siglo (1950-1975).

En 1776 EEUU se rebeló contra la tiranía de Gran Bretaña, y en la actualidad EEUU al pretender someter a otras naciones a sus dictados ejerce el mismo tipo de tiranía sobre las naciones que no aceptan su tutela. Sin embargo, el ser "para sí", de las naciones sigue siendo el ser naciones libres sin intromisiones externas, y el enemigo declarado de esa libertad en el siglo XXI, ha pasado a ser EEUU, y la resistencia de estas naciones a las presiones de EEUU, como son los casos de Venezuela y Cuba en América Latina, Irán y Siria en el Oriente Medio forma parte de la lucha global contra la tiranía en las relaciones internacionales.

Las condiciones materiales de existencia que subyace a toda ideología han ido históricamente cambiando y, a diferencia del siglo XIX en el que en las naciones industrializadas se gestaron los movimientos revolucionarios globales, en la actualidad, en esas mismas naciones, los avances económicos de otros países emergentes y en desarrollo son percibidos por amplias capas de la población como atentatorios a sus condiciones materiales de existencia logradas por la posición dominante de los países desarrollados en el concierto económico global, dando lugar a un amplio sustrato social contrario a los cambios globales, en el que prospera, bajo diferentes ideologías de derecha e izquierda, el discurso reaccionario de la supremacía política y moral occidental, que permite a las élites económicas y mediáticas justificar la injerencia, las intervenciones militares y las sanciones económicas contra otras naciones.

EEUU en sus casi dos siglos y medio de historia ha pasado de ser la nación que inició históricamente la rebelión contra la tiranía del Antiguo Régimen a ser en la actualidad una nación que debe su prosperidad en gran medida al sometimiento de otras naciones a sus intereses y, por ello, su acomodación a los nuevos tiempos no va depender del discurso de las campañas electorales sino solo puede ser fruto del empuje de otras naciones en el escenario internacional, cuestión que llevará su tiempo.

La esperanza de la formación de una nueva autoconciencia colectiva global, que tenga como sujeto central del ser "para sí" a toda la humanidad, ya no puede estar en las naciones que, desde su preponderancia económica y militar, ejercen la tiranía neocolonial, sino en aquellas naciones y grupos sociales que apuestan por unas relaciones internacionales basadas en el respeto entre naciones, la colaboración económica mundial y la armonía con el medio ambiente.


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CAPÍTULO VIII

RUSIA EN UNA NUEVA ÉPOCA

1. Período (1991-2000)

2. Período (2000-2014)

3. Período (2014-2022)

4. Período (2022-en adelante)

5. El nuevo rumbo de Rusia en el área Internacional 

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Desde la desaparición de la URSS, Rusia ha tenido tres periodos claramente marcados. 1º. El comprendido entre 1991 y el 2000, caracterizado por una privatización salvaje de la economía estatalizada. 2º. El periodo del 2000 al 2014, en el que Rusia comienza a reorganizarse como nación soberana, se abre al mundo exterior con su ingreso en la OMC, y aspira a un entendimiento con las potencias del G7, pasando a ingresar el G8. 3º. El periodo a partir del 2104, en el que Rusia tras la crisis de Ucrania, acentuada por la Operación Militar Especial en Ucrania para la protección de las repúblicas del Donbas en el 2022 se aleja de las potencias occidentales afrontando duras sanciones económicas.

 

 1. Período (1991-2000)

En el primer periodo (1991-2000), los principales beneficiarios de la nueva Rusia fueron una clase de funcionarios y oligarcas apátridas de la extinta URSS que fueron el principal ariete para su demolición para así poder legalizar sus negocios en la sombra y controlar los recursos naturales de Rusia. Los políticos más aplaudidos por Occidente como Mijail Gorbachov (1985-1990) y Boris Yeltsin (1991-1999), fueron los representantes de esta clase social. Ambos mandatarios, lejos de emprender un proceso de transición reformista que hubiera introducido a Rusia ordenadamente a la economía de mercado preservando los logros sociales de la URSS, fueron quienes en política interior sumieron a Rusia en un proceso caótico de destrucción de sus instituciones políticas y sociales dejando al país al borde de la desmembración en diferentes repúblicas. En política exterior protagonizaron una claudicación ante las potencias de la OTAN, comparable a la capitulación de Alemania tras las dos Guerras Mundiales, sin que los adversarios de Rusia hubieran hecho méritos para ello. Boris Yeltsin, líder de la nueva Rusia, se contentaría con unas vagas promesas de la OTAN de preservar el estatus de neutralidad de los países del este europeo que habían formado parte de a URSS, cuando lo propio de cualquier gobernante hubiera sido la implementación de tratados para garantizar la legalidad de estas promesas. Bajo estos gobernantes, todo parecía responder a la improvisación lo cual mantenía un estado de confusión política en la ciudadanía buscada por Occidente para debilitar a Rusia. Boris Yeltsin, en la década de los noventa, en sus dos mandatos como presidente de Rusia representó los intereses de la nueva oligarquía apátrida rusa que aspiraba a incorporarse a los centros de poder económicos y financieros occidentales, mientras Rusia naufragaba como nación y la población experimentaba un retroceso en sus condiciones de vida que se reflejaría en el drástico descenso de la expectativa de vida que pasaría de los 72 años en la URSS a 65 en la nueva Rusia.

Los estrategas occidentales temerosos de que surgiera un movimiento patriótico en Rusia que le hiciera renacer de nuevo de sus cenizas como ya lo había hecho en otros momentos de su historia, abogaban por la división de Rusia, pero este propósito no llegaría a materializarse porque el ave Fénix del renacimiento nacional de Rusia llegaría antes que los planes de la OTAN.

 

2. Período (2000-2014)

El segundo periodo de la nueva Rusia (2000-2014) comenzaría con el ascenso a la presidencia de Rusia de Vladimir Putin en dos ocasiones (2000 - 2004 - 2008), primero como candidato independiente y posteriormente bajo los auspicios del movimiento político Rusia Unida, desde entonces el rumbo de Rusia comenzó a cambiar. Las nuevas fuerzas políticas de Rusia pondrían fin al dominio económico de los millonarios apátridas rusos. Los recursos de materias primas y de combustibles fósiles pasarían a estar gestionados por el Estado o por empresarios patrióticos. Rusia Unida actuaría como el nexo entre estas nuevas clases empresariales con las clases medias.

Entre los años 2008 al 2012, la presidencia de la nación recaería en Dmitri Medvédev, y en el año 2012 de nuevo Vladimir Putin alcanzaría la Presidencia. El objetivo de la recomposición interna de Rusia y el encaje de su economía en la economía mundial después de haber permanecido la mayor parte del siglo XX desconexionada de los principales países desarrollados y mercados mundiales, implicaba un acercamiento a las potencias del G7, pero a su vez, Rusia no estaba dispuesta a pagar el peaje de los dramáticos años noventa por su inserción en la economía mundial; su independencia como nación y su estatus como potencia mundial con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU se había convertido en la cuestión principal. En este periodo Rusia ingresa en la OMC (2012), y se une al foro del G-7, pasando este foro a constituirse en el G7+1, o G8.

Sin embargo, para las potencias del G7 lideradas por EEUU, el renacimiento de una Rusia independiente no resultaba de su interés. La estrategia de la dominación global de las potencias liberales se había cumplido en gran medida tras la desaparición de la URSS, y no estaban dispuestas a establecer unas relaciones de equidad con una Rusia emergente e independiente, su objetivo seguía siendo el derribo de Rusia como nación, y la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia formaba parte de esa estrategia.

 

3. Período (2014-2022)

El Tercer periodo (2014-2022) ha venido marcado por una tensa relación entre Rusia y las potencias occidentales. En el año 2014 estas potencias consideraron que un cambio de régimen en Ucrania contribuiría decisivamente a estrechar el cerco a Rusia, pues con ello se habría la puerta a que la principal base naval de Rusia ubicada en Crimea que le da acceso al Mar Negro y al Mediterráneo pudiera pasar a estar controlada por la OTAN.

El golpe de Estado del 23/02/2014 en Ucrania con la destitución inconstitucional del presidente Víctor Yanukóvich, y la elección por los diputados de Alexander Turchínov como nuevo presidente, determinaría un cambio radical en las relaciones entre las potencias occidentales y Rusia. El golpe de Estado derivaría en una guerra civil en Ucrania entre Kiev y las regiones del Donbass que no reconocieron a las nuevas autoridades golpistas ucranianas. Tampoco lo haría Crimea quien primero se separaría de Ucrania y posteriormente pediría su incorporación a Rusia a la que había pertenecido secularmente, decisión que fue aprobada por una abrumadora mayoría del 91% en el referéndum celebrado al afecto el 16/03/2014.

La frustración de las potencias de la OTAN por la vuelta de Crimea a Rusia, les llevaría a implementar una serie de sanciones contra Rusia destinadas a erosionar su economía, a su vez, emprendieron una sostenida campaña de tergiversación mediática de los acontecimientos acaecidos en Ucrania como propaganda dirigida a su propia ciudadanía para justificar la confrontación con Rusia.

En su pretensión, la política de sanciones, la manipulación mediática sobre Ucrania y el despliegue de fuerzas de la OTAN en las fronteras de Rusia, pretendía la claudicación de Rusia, pero no ha sido así. La rendición nunca ha formado parte del alma del pueblo ruso. Históricamente el efecto que ha tenido en el pueblo ruso la confrontación entre Rusia y Occidente ha sido el de reafirmar su unidad y su carácter patriótico; la historia contemporánea tiene ejemplos elocuentes, como fue la guerra contra las fuerzas invasoras napoleónicas y la lucha de la URSS contra la Alemania Nazi.

La debilidad política de los años noventa en la que se sumió Rusia tras la desaparición de la URSS no fue principalmente debido a la confrontación con Occidente sino porque el enemigo de Rusia se gestó dentro de sus fronteras con la traición de oligarcas apátridas y políticos afines en colusión con los intereses políticos de los poderes financieros occidentales.

Al respecto son elocuentes la palabras pronunciadas en cierta ocasión por la expresidenta de Argentina Cristina Fernández: "siempre que nos derrotaron política y económicamente fue porque antes nos habían vencido culturalmente, por ello, la batalla que se debe dar es cultural".

Para Rusia, entre la elección de ser una potencia soberana o una nación subordinada, la decisión ha sido clara, la independencia como nación debe prevalecer. Vladimir Putin, llegaría a afirmar al respecto que la vía escogida por Alemania de subordinarse a EEUU no era un modelo a seguir en Rusia.

Desde el año 2014 Rusia ha pasado a promocionar sus capacidades internas que en un país tan extenso como Rusia, con abundantes materias primas y mano de obra altamente cualificada, son muchas. Rusia se ha convertido en este periodo en el líder mundial de producción de cereales; se está incorporando exitosamente a la nueva revolución tecnológica digital. En el terreno militar, ha dado un salto importante en la reorganización de su ejército y desarrollado nuevas armas defensivas y ofensivas sin parangón en el mundo, que le han permitido reinstaurar su capacidad disuasoria frente a una posible agresión de la OTAN.

 

4. Período (2022-en adelante)

La guerra  Guerra Civil de Secesión de Donbass iniciada tras el golpe de Estado el 24/02/2014 en Kiev por los sectores derechistas de tradición filo-nazi, quedaría congelada con los acuerdos de Minsk alcanzados ese mismo año, por el que las armas pesadas de la línea de separación en el frente del Donbass serían retiradas. Sin embargo, las hostilidades de los gobiernos filo-nazis de Kiev contra las Repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk -proclamadas por decisión mayoritaria de la población-, han ocasionado en esos años en la población de Donbass más de 14.000 muertos y el desplazamiento a Rusia de dos millones de refugiados de los seis que tienen las repúblicas; una tragedia humanitaria que ha contado durante ocho años con el silencio cómplice de los medios de comunicación occidentales.

A principios del 2022, tras el fracaso de los acuerdos de Minks* y  las reiteradas agresiones por parte de Kiev contra las repúblicas de Donbass de cultura rusa éstas solicitaron el apoyo de Rusia, quien las reconoció como repúblicas soberanas y les dio su apoyo militar y humanitario.

En esta segunda parte de la guerra, Rusia, a diferencia del año 2014 que promovió los acuerdos de Minks, ante su incumplimiento, cambio sus objetivos y a principios del 2022 inicio una operación militar especial para liberar las repúblicas de Donbass y poner fin en Ucrania al poder de los sectores ucranianos nazis apoyados por la OTAN que ha embarcado a las autoridades de Kiev en una guerra subsidiaria contra Rusia.

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*A finales del año 2022, los presidentes  de las naciones garantes de los acuerdos de Minks en el periodo 2014 al 2022: Alemania, Francia y Gran Bretaña, manifestaron públicamente que nunca había existido por su parte intención de cumplirlos, sino que los acuerdos fueron una estratagema para engañar a Rusia y ganar tiempo para desarrollar las capacidades militares de Kiev).

 

5. El nuevo rumbo de Rusia en el área Internacional

Durante el periodo de la URSS, la política exterior rusa se basó en áreas de influencia exclusivas regidas desde Moscú. Esta política llevaría a China en los años sesenta del pasado siglo a enfrentarse a la URSS, a su vez en los países del este europeo bajo el Pacto de Varsovia se iría gestando un creciente descontento hacia la tutela de Moscú. Después de la URSS, Rusia abandonó esta política, y se comprometió con una política basada en el respeto mutuo entre naciones y la defensa del derecho internacional establecido en la carta de las Naciones Unidas. Este cambio, permitiría poner fin a los contenciosos fronterizos con China.

Sin embargo, a diferencia de Rusia, la continuidad en el poder en los países del este europeo de las clases oligárquicas surgidas tras la desaparición de la URSS derivó en una actitud hostil  hacia Rusia que ha venido siendo  instrumentalizada por la OTAN para influir en el viraje de estas naciones hacia su inclusión en la UE y la OTAN.

Ello ha determinado que los socios más confiables en el área internacional se encuentren entre las naciones asiáticas fronterizas con Rusia y en Latinoamérica con las naciones con gobiernos populares por la desconfianza histórica de la izquierda en esta región respecto de EEUU, como son los casos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. En el Oriente Medio, Rusia ha vuelto ha desempeñarse como una potencia mundial. Su intervención militar aérea en la guerra de Siria a petición del gobierno de esa Nación, ha contribuido decisivamente a la derrota del Estado Islámico, y la victoria ante el resto de grupos terroristas se vislumbra ya en el horizonte.

La actual estrategia de la dominación mundial liderada por Occidente y justificada en su autoarrogada excepcionalidad para regir los destinos del mundo, choca frontalmente con la voluntad de Rusia de fortalecerse como nación independiente, y en política exterior, tanto a Rusia como las potencias emergentes con vocación soberana, solamente les queda la opción de unirse en la construcción de un nuevo marco de relaciones internacionales basado en la colaboración y el respeto mutuo.

El fortalecimiento de esta corriente de la que Rusia es ya uno de sus pilares fundamentales puede hacer que la cultura secular de la dominación global sea relegada, dando paso a una civilización global de unión de todas las naciones en un destino común compartido en favor de los intereses de todos los pueblos del mundo.


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CAPÍTULO IX

LA REVITALIZACIÓN DE LA NACIÓN CHINA

1. La revitalización de la Nación China

2. El primer y segundo congreso del PCCh

3. La larga Marcha

4. La guerra de resistencia antijaponesa

5. La guerra civil

6. La República Popular de China (RPCh)

7. La cuestión de la industrialización

8. La ruptura con la URSS

9. La lucha de clases en el seno de la revolución

10. La aproximación de China y EEUU

11. Reforma y apertura

12. La democracia socialista china

13. China en una nueva era

14. La política internacional

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1. La revitalización de la Nación China

La revitalización es un concepto donde pasado, presente y futuro se sitúan en una misma línea histórica. El futuro es la recuperación de la soberanía plena perdida en el pasado, un camino en el que tal y como lo expresara Mao Zedong en el acto de proclamación de la fundación de la república Popular China el 1 de octubre de 1949 con la frase, ¡China se ha puesto en Pie! supuso el punto de inflexión del periodo de humillación de la soberanía de China por los imperios coloniales, para dar paso a una prolongada etapa de revitalización.

No obstante, este sueño chino se fraguó antes incluso de que se fundará en 1921 el Partido Comunista de China (PCCh). Fue el doctor Sun Yatsen, fundador del KUOMINTANG y de la primera republica de China en 1911 el que pondría fin al decadente imperio chino de la dinastía Qing y formularía el sueño de hacer de China una nación libre de colonialismos, soberana, moderna y vigorosa. Sun Yatsen murió en 1926, sucediéndole en la presidencia del Kuomintang, el general Chiang Kai-shek.

 

2. El primer y segundo congreso del PCCh

El Partido Comunista de China se constituiría el 1 de Julio de 1921, y  el 23 de julio de 1921, se inauguró el I Congreso Nacional del Partido Comunista de China en la Avenida Wangzhi Nº 106 (hoy Avenida Xingye Nº 76), situada en la Concesión Francesa de Shanghai de aquel entonces. Al congreso asistieron 12 delegados que representaban a 53 militantes de 7 lugares, y dos observadores delegados de la III Internacional Comunista. El Congreso acordó el nombre del partido: Partido Comunista de China (PCCh); el programa máximo que preveía derrocar a la burguesía, y su  adhesión a la III Internacional. Con posterioridad, los sucesivos congresos del PCCh, fueron ajustando sus prioridades a tenor de las circunstancias históricas.

El II congreso, celebrado en julio de 1922 en Shanghai con la asistencia de 12 delegados, que representaban a 195 militantes, después de un análisis del momento histórico de China, definió un  programa de revolución democrática antiimperialista y antifeudal en China, dejando para otras etapas históricas la realización del socialismo.

 

3. La larga Marcha

Las diferencias políticas del Kuomintang con el emergente movimiento comunista liderado por Mao Zedong, le llevaría al Kuomintang a declararles la guerra siendo obligados entre 1934 y 1935 a abandonar sus bases en el sur y centro del país, y establecer otras nuevas en el noroeste en lo que se conocería como la Larga Marcha. El Kuomintang sumido en este enfrentamiento ignoró lo que en ese momento era lo más importante para la nación china: detener la creciente amenaza japonesa. Los dirigentes comunistas recogieron ese sentimiento popular, y su lucha consecuente contra la ocupación japonesa les fue otorgando el apoyo de la mayoría de la población.

 

4. La guerra de resistencia antijaponesa

En la noche del 7 de julio de 1937, las fuerzas invasoras japonesas atacaron al 29º cuerpo de ejército de las fuerzas armadas chinas, acantonado cerca de Lugoqiao, puente situado al suroeste de Beijing. La inmediata reacción de esta unidad militar, que opuso una firme y decidida resistencia, marcó el inicio de la guerra de resistencia contra Japón y por la liberación nacional en la que a pesar de las diferencias lucharían tanto el PCCh como el Kuomintang.

Mao Zedong definiría la táctica de Frente Único Antijaponés, que se conformaría en 1937, tras el acuerdo del PCCh con el Kuomintang, para poner fin a la guerra civil y unirse para resistir a Japón. A partir de ese momento China se sumirá en una “Guerra Prolongada” de resistencia contra el imperialismo japonés que terminará con la derrota de Japón en 1945 por las fuerzas entonces aliadas de la URSS y Estados Unidos.

 

5. La guerra civil

Entre abril y junio de 1945 tuvo lugar en Yanan, el VII congreso del PCCh, en él estuvieron presentes 547 delegados representando a 1.210.000 miembros del Partido. En ese congreso se consolidó el liderazgo de Mao Zedong.

En 1945, con la capitulación del Japón, la débil alianza entre el PCCh y el Kuomintang se rompió, y el Kuomintang  lanzaría fuertes ataques contra las zonas liberadas por el PCCh.

En 1947, en medio de la guerra civil, el Alto Mando del Ejército Popular de Liberación hizo público un manifiesto planteando la consigna de liberar a toda China. El 1 octubre de 1949, Mao Zedong proclamaría en Pekín la fundación de la República Popular China.

 

6. La República Popular de China (RPCh)

No obstante, tras la toma del poder, la soberanía como nación constituía para los nuevos dirigentes únicamente el punto de partida para iniciar la modernización de la nación. En 1949, el 90% de la población de China era agraria sujeta en su mayoría a un régimen feudal, y en comparación con Occidente, China se encontraba en el atraso de haber perdido el tren de la Revolución Industrial en el siglo XVIII que le había sumido en 200 años de decadencia. Esa ventaja industrial de dos siglos que poseían las potencias occidentales se planteó como un reto para los dirigentes Chinos, superarla.

 

7. La cuestión de la industrialización

En la primera década de los años cincuenta de la nueva república, se expropió la tierra a los terratenientes y se repartió entre la población rural. Después de poner fin al régimen feudal, se planteó dar el paso hacía la industrialización. El como hacerlo supuso para China entrar en un periodo de grandes turbulencias políticas y sociales. Los cuadros del PCCh forjados en la guerra de resistencia y en la agricultura no disponían de las capacidades técnicas para acometer un proceso industrializador, y en consecuencia, se intento intentó dar un Gran Paso Adelante (1959) basando la producción de acero y la industrialización en las comunas populares, que terminaría en fracaso.

 

8. La ruptura con la URSS

Ello planteó una profunda discusión estratégica en torno a la modernización de China. Por una parte, estaba la línea de quienes apostaban por una planificación industrial centralizada para la que veían necesario el apoyo de la URSS y la colaboración con la vieja administración milenaria de China. Por otra parte, estaba la corriente liderada por Mao Zedong que veían con recelo la dependencia de la URSS, y no confiaban en la vieja burocracia imperial no vinculada a la causa revolucionaria y enquistada en el aparato del Estado. A su vez, estas diferencias, desencadenarían una fuerte controversia del PCCh con los dirigentes de la URSS.

En el plano ideológico para los revolucionarios Chinos, el PCUS tras su XX congreso (1956) que puso a Nikita Jrushchov al frente del partido y del Estado, había entrado en política exterior en una deriva neoimperialista de pretender tutelar a otras naciones. Las profundas diferencias con la URSS tuvieron su mayor enconamiento en los enfrentamientos armados en los años sesenta en la frontera del río Amur (1969), y posteriormente llevaría a China oponerse a la invasión soviética de Afganistán en 1978.

En el plano interno acusó a los dirigentes de la URSS de una burocratización del PCUS que inevitablemente llevaría a las élites bien situadas en el aparato del Estado a reinstaurar el capitalismo y a su propia desaparición como partido, cuestión que, como si se tratara de una premonición, así sucedió entre 1989 y 1991.

 

9. La lucha de clases en el seno de la revolución

El objetivo de la corriente de Mao Zedong de una depuración de la burocracia del Estado que permitiera a China abordar más adelante la industrialización con una administración renovada, revolucionaria y patriótica se puso en primer lugar.

En 1966 la corriente de Mao Zedong reunió las suficientes fuerzas y promovería un gran movimiento de masas en la que se denominaría: Revolución Cultural (1966-1976), que se concretaba en afirmaciones como: "Atacar a la burguesía en su cuartel central" o,  ¿de qué sirve avanzar en la industrialización si ello conlleva la restauración del capitalismo? Y en lo referente a su rechazo de la industrialización bajo la tutela de la URSS, con frases como: China no ha expulsado al león por la puerta (refiriéndose a Japón) para dejar entrar a al tigre por la ventana (refiriéndose a la URSS). Con la Muerte de Mao Zedong en 1976, la Revolución Cultural finalizó.

 

10. La aproximación de China y EEUU

En plena Guerra Fría, estas profundas diferencias entre la URSS y China llevarían a EEUU y China a una aproximación que permitió a China pasar a ocupar el lugar que le correspondía en la ONU (1971) y que EEUU aceptase el principio de una sola China, por el que Taiwán dejaba de estar representada en las instituciones internacionales como nación.

 

11. Reforma y apertura

Tras un breve periodo de transición, en 1979 Deng Xiaoping ocuparía la jefatura del PCCh. En el XII Congreso celebrado en 1982, se ratificaría el liderazgo de Deng Xiaoping, se redactaría la constitución actualmente vigente de la RPCh, y se realizaría una evaluación del periodo de la Revolución Cultural, en el que se consideraría como un periodo basado en decisiones erróneas del PCCh gobernado por camarillas como la banda de los cuatro, aunque la figura de Mao Zedong salió invicta por su grandes aportaciones a la causa de la fundación de la RPCh y la revolución.

Para los nuevos gobernantes, el desarrollo de las fuerzas productivas como axioma principal del marxismo se puso en el centro de todas las cuestiones. “No importaba que el gato fuera negro o rojo, lo que importaba era que cazase ratones”. Además, a finales de los años setenta la vieja burocracia, depurada en la Revolución Cultural, ya había perdido todo su poder, y los nuevos cuadros revolucionarios habían ido ganando en experiencia y capacitación técnica. China  abordó su industrialización a través de las cuatro modernizaciones: agricultura, industria, defensa nacional y ciencia y tecnología.

La sociedad China, sin luchas intestinas, se concentró en su desarrollo, sin embargo, hay que pensar, que sin los profundos cambios que la Revolución Cultural introdujo en la administración milenaria del Estado Chino con la renovación de la estructura de funcionarios, el estado revolucionario chino no hubiera sido el mismo, y Deng Xiaoping, que también sufrió en ese periodo, la relegación de sus cargos en el PCCh, tal vez no hubiera podido disponer de los cuadros revolucionarios adecuados para llevar adelante las reformas.

Las relaciones con EEUU, le permitió a China dejar de lado la política seguida por la URSS de persistir en las desconexión de la economía global, pasando a integrarse en el sistema económico mundial y convertirse en la fábrica mundial de los productos manufacturados de las naciones desarrolladas que concentraban entonces el grueso de la demanda efectiva mundial.

Las grandes multinacionales encontraron en China una mano de obra barata y disciplinada, que la convertía en el lugar perfecto para la des-localización industrial de los productos manufacturados producidos en sus propias naciones. Las potencias desarrolladas se beneficiaron de la mano de obra barata china, pero los dirigentes chinos sabían que a largo plazo ello les otorgaría una ventaja en la medida que irían mejorando los procesos producción. Con el tiempo, la mejora en la productividad le ha permitido a China aumentar los salarios sin alterar la competitividad de sus productos en el mercado internacional; su capacidad de ahorro le ha permitido convertirse en el país con las mayores reservas de divisas del mundo, y su perseverancia le llevó a mantener un crecimiento económico sostenido durante tres décadas del 10% hasta la crisis financiera mundial del año 2008, sacando de la pobreza extrema en ese periodo a más de 800 millones de personas.

En este proceso el principio de Reforma y Apertura se ha sustentado en dos ejes principales, uno económico y otro político:

El eje económico se ha basado en el desarrollo de la propiedad pública y la privada. La propiedad pública preserva los fundamentos económicos del socialismo, por los que el Estado mantiene la propiedad y control de los principales recursos naturales, medios de producción y financieros; la propiedad privada ha permitido desarrollar la industria manufacturera canalizando la inversión nacional y foránea, llegando China a constituirse en la que se ha denominado la fábrica mundial manufacturera.

El eje político se basa en la renovación política y legislativa continua, según los cambios que experimenta la sociedad China y la política mundial, preservando los principios políticos socialistas por los que el PCCh, partido mayoritario de China con más de noventa millones de afiliados, ejerce la dirección política de la nación en consenso con el resto de los ocho pequeños partidos agrupados en el Frente Unido que suman aproximadamente un millón de afiliados, y representados todos en la Asamblea Consultiva y en la Asamblea Popular (legislativo) a través de la elección de delegados por distritos electorales.

Esta simbiosis entre propiedad pública y privada y de renovación política permanente manteniendo los fundamentos del socialismo, es lo que los dirigentes del PCCh definen como socialismo con características chinas, considerando que la sociedad plenamente socialista esta todavía por realizar, la actual es una sociedad de régimen democrático popular definida en la constitución de 1982, y catalogada como etapa primaria del socialismo, en la sucesión de etapas necesarias que deben cumplirse hasta alcanzar la sociedad socialista. En la trayectoria a seguir en la transformación de la sociedad china, esta interpretación, es la línea que marca el quehacer histórico de la dirigencia china en su objetivo de la revitalización de la nación China.

 

12. La democracia socialista china

China está dirigida y gobernada por el PCCh, que cuenta con un gran apoyo popular, reflejado en las encuestas realizadas por diferentes medios occidentales. El Pew Research Center de Washington estimaba en 2013 que un 85% de los chinos aprobaba la gestión de su gobierno, mientras que en EEUU solo lo hacía el 35%. En enero de 2018, Edelman Trust Barometer, un índice estadounidense que mide el nivel de confianza de los ciudadanos en su gobierno, ofrecía las cifras de un 84% para China y un 33% para EEUU. En mayo de 2020, en plena pandemia de Covid-19, China Data Laboratory de la Universidad de California señalaba que un 88% de los chinos prefería su sistema político a cualquier otro.

La democracia china se fundamenta en las asambleas populares de barrio, distrito etc., tal y como establece su Constitución, en las que se eligen libremente a sus representantes para formar otras asambleas de carácter superior, dentro del sistema de partidos del Frente Unido, liderado consensuadamente por el PCCh.

 

13. China en una nueva era

Hasta la crisis del año 2009 China dependía de la demanda efectiva de los países desarrollados para los que principalmente producía, pero esa crisis puso a China en una encrucijada de un nuevo tiempo, en el que debía poner en el centro de su política económica el desarrollo de sus propias capacidades tecnológicas y la promoción del consumo interno como motor principal de la demanda efectiva y el crecimiento económico.

El XVIII congreso  del PCCh, celebrado en noviembre del 2012, abriría las puertas a la implementación del nuevo modelo económico. Los nuevos gobernantes emprenderían una profunda transformación de las fuerzas productivas nacionales, fomentando el carácter innovador de su población que liberaría el enorme potencial creativo de la sociedad china en ciencia y tecnología; se iniciaría una apertura hacia los espacios económicos de los países en desarrollo tanto en África como en América Latina; en Asia se implementaría la iniciativa de la Nueva Ruta y Franja de la Seda, y la asociación de los BRICS cobraría un nuevo impulso al convertirse en una asociación no solo política sino económica.

Desde que China en el año 2012 comenzara su nuevo rumbo, con Xi Jiping como su timonel, la economía China se ha ido  situando globalmente como la más dinámica, en medio de una persistente atonía económica de los países desarrollados, acentuada por la pandemia de la Covid-19, que China la sorteó con escasa incidencia entre su población.

Las sinergias en innovación de una población de más de 800 millones de trabajadores, está convirtiendo a China en una potencia tecnológica. La mejora continua de su productividad técnica le está permitiendo mantener una posición competitiva ventajosa en el mercado global y la vez incrementar el poder adquisitivo de su población. En este nuevo escenario, China ha sacado de la pobreza extrema desde el 2012 a los cien millones de personas que todavía estaban en el umbral de pobreza extrema, lo que le permitió cumplir en el 2021 con el objetivo centenario de fundación del PCCh, de alcanzar la meta de convertirse en una sociedad modestamente acomodada.

El XIX congreso del PCCh celebrado en octubre del 2017, perfiló el cumplimiento de los dos objetivos centenarios, el inicialmente cumplido en 1921 de situar a China en una sociedad modestamente acomodada, e iniciar el periodo histórico para el cumplimiento del segundo centenario (2049) coincidente con los cien años de la fundación del RPCh, que constará según lo acordado en el Congreso de dos etapas. “En la primera etapa, que se extenderá del 2020 al 2035, materializaremos fundamentalmente la modernización socialista mediante una brega de 15 años y sobre la base de la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada. Para entonces, nuestro país habrá conseguido incrementar en gran medida su poderío económico, científico y tecnológico, y ocupará un lugar en las primeras filas de los países innovadores. En la segunda etapa, que se prolongará desde el 2035 hasta mediados de siglo, dedicaremos 15 años más de brega a transformar nuestro país, sobre la base de la materialización fundamental de su modernización, en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y hermoso” (Xi Jinping).

El congreso renovó a Xi Jinping al frente del partido y con posterioridad, Xi Jinping fue considerado por el PCCh como núcleo rector por su acertada dirección en la nueva era de China. Un reconocimiento que en la historia del PCCh solamente existía un precedente, cuando en enero de 1935 durante la Larga Marcha en la Reunión de Zunyi, se le reconoció a Mao Zedong como núcleo director al frente del PCCh.

El PCCh en su historia, con aciertos y errores ha ido adaptando sus prioridades políticas en función del cambio de los tiempos, tomando la práctica como único criterio de verdad en el resultado de sus políticas, pero sus objetivos fundacionales de revitalización de la nación china y la construcción del socialismo son las que han marcado invariablemente la acción política.

 

14. La política internacional

El PCCh, como todos los partidos comunistas, ha tenido y tiene un compromiso internacionalista que en su historia se ha ido concretando en diferentes políticas según el tiempo histórico. En el periodo descolonizador con su apoyo a los movimientos de liberación colonial; de ese compromiso surgió la política de la colaboración Sur-Sur que le ha llevado a establecer durante décadas estrechos vínculos con numerosos países en Asia, África y América Latina, basados en los cinco principios de la Coexistencia Pacífica*  como eje principal de su política internacional.

Durante cinco siglos Occidente ha dominado el mundo, primero bajo el modelo colonial, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, y posteriormente con el modelo neocolonial de mantener a los países en desarrollo anclados al subdesarrollo de ser exclusivamente suministradores de materias primas.

Los países desarrollados acostumbrados a ser globalmente líderes en solitario en innovación y productividad, perciben con inquietud la emergencia de China, por una parte, están inclinándose a participar de los beneficios del auge de China, y por otra parte, se orientan hacia la contención de China, pero en un mundo económicamente globalizado los efectos de sus políticas destructivas como la imposición de barreras comerciales y el acoso a empresas chinas pioneras en innovación como Huawei, son limitados, y no van a impedir el desarrollo de China.

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*La Coexistencia Pacífica se resume en cinco puntos: 1. el respeto a la soberanía e integridad territorial de cada país; 2. la no agresión; 3. la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados; 4. la igualdad en las relaciones, y 5. el beneficio mutuo.


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CAPÍTULO X

LA NUEVA ERA

( The new age ) ( Новый век ) ( 新时代 )

Introducción: Teoría y praxis política

1. La primera Era

2. La segunda Era

3. La Tercera Era

4. La Cuarta Era

5. La nueva era

6. Relaciones internacionales en la nueva era

7. Contradicciones globales en la nueva era

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Introducción. Teoría y praxis política

En casi todos los discursos de los dirigentes chinos y principalmente en Xi Jinping, es muy frecuente la referencia a conceptos como: "La Nueva Era"; "La Tendencia de los Tiempos"; "Situarse en lado correcto de la historia";  "El Futuro Compartido de las Naciones", y últimamente el concepto: "el camino hacia la Civilización Global basada en la pluralidad cultural de la naciones".

En general, los medios occidentales, no prestan atención a estos conceptos, bien porque, en su ignorancia no saben que significan, o porque no tienen ningún interés en saberlo.

Sin embargo, para los dirigentes chinos la importancia de estos conceptos es fundamental,  para ellos no hay política sin teoría política, y la teoría política emana de la práctica en todos los aspectos: sociales, económicos, militares y científicos, y cómo partido comunista de los fundamentos del marxismo.

Quienes analizan el devenir de china sin comprender estos conceptos y sin conocer la denominada por los dirigentes del PCCh como chinización del marxismo, no pueden entender bien los planes que guían los avances y la orientación de China, que han estado y están presididos por dos objetivos fundamentales para china, el primero, ya alcanzado, de la erradicación de la pobreza extrema en el centenario de la fundación del PCCh (2021), y el segundo para el centenario de la fundación de la RPCh (2049), en el que se pretende alcanzar la formación de un país socialista moderno, democrático, respetuoso con el medio ambiente, hermoso y tecnológicamente avanzado.

En este recorrido hay una Etapa intermedia prevista para el año 2035, donde se revisarán los logros alcanzados. A estos objetivos habría que añadir un tercero, que se fundamenta en la responsabilidad que se atribuyen los dirigentes chinos, como gran potencia y como comunistas, en el devenir de la humanidad, basado en el compromiso internacional de avanzar hacia una sociedad mundial de futuro global compartido sin naciones hegemónicas.

En el marxismo la lucha de clases es la clave para comprender la marcha de la historia, y en la actualidad, en el plano internacional la subyugación que pretende EEUU de todas las naciones del mundo, en el interés de la oligarquía financiera occidental, no es sino un nuevo estadio de la lucha de clases global.

 

1. La primera Era

La tendencia de los tiempos corresponde a las fuerzas emergentes de lo nuevo, a las que se oponen ferozmente las fuerzas reaccionarias del decadente viejo mundo.

La primera Era de la historia de la humanidad duró desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Los intereses de las clases burguesas en progresivo ascenso entrarían en contradicción con la nobleza que detentaba el poder económico en los reinos europeos, sin que existiera posibilidad legal de enajenación de sus propiedades. Las revoluciones liberales de los siglos XVIII y XIX darían el poder político a la clase burguesa y pondría fin a esa era.

La Revolución Francesa inició una tendencia de los tiempos que se tornó irreversible. Tras la derrota de Napoleón en 1815 por las potencias reaccionarias europeas, la restauración de Antiguo Régimen con Luis XVIII en Francia y Fernando VII en España, fue una política contraria a la tendencia de los tiempos de revolución liberal y fundación o refundación de las naciones, como lo pusieron de manifiesto las revoluciones de las décadas de 1830 y 1840 de ese siglo, y la fundación de Italia como Nación y la refundación alemana en el Segundo Reich en 1871.

En ese momento histórico, situarse en el lado correcto de la historia, era estar a favor de la revolución y de la fundación de las naciones frente a las monarquías absolutistas.

 

2. La Segunda Era

La Segunda Era comenzaría con la emergencia de los imperios burgueses coloniales en el que destacarían los imperios de Gran Bretaña y Francia, sometiendo bajo régimen colonial al continente africano y gran parte del asiático. La lucha de clases tenía dos variantes, por un lado, la contradicción de intereses que enfrentaba a burgueses y proletarios y, por otra, la contradicción que enfrentaba a las diferentes oligarquías imperiales burguesas europeas por el control del mundo, esta última contradicción sería predominante sobre la primera y, en la primera mitad del siglo XX daría lugar a dos cruentas guerras mundiales entre potencias imperiales. En 1917 en Rusia, dirigidos por Lenin una minoría de revolucionarios se hicieron con el poder, y al término de la Primera Guerra Mundial firmaron la paz con Alemania.

En ese periodo, la tendencia principal de los tiempos fue el de la guerra interimperialista, y esta era finalizaría con la derrota del fascismo a escala global en 1945

Sin embargo, en ese periodo, a su vez, soterradamente, otra tendencia fruto de la contradicción de intereses que enfrentaba a los pueblos colonizados con las metrópolis coloniales, daría lugar a una prolongada lucha de los pueblos colonizados por su emancipación que abriría una nueva tendencia de los tiempos y tendría su expresión más genuina en la lucha de los revolucionarios chinos que dio lugar a la fundación de la República Popular China (RPCh) en 1949 y la fundación de la India como Estado Soberano frente al colonialismo británico en 1947.

En ese momento histórico, situarse en el lado correcto de la historia, era estar contra el imperialismo y el fascismo y a favor de la libertad de los pueblos y naciones.

 

3. La Tercera Era

La Tercera Era corresponde a  los procesos de descolonización que duraría toda la segunda mitad del siglo XX, y terminaría dando forma al mosaico de naciones mundial actual. Esa fue la contradicción principal histórica durante todo ese periodo. A su vez, la Guerra Fría entre Occidente y la antigua URSS tendría profundas repercusiones en la pugna descolonizadora que se manifestó principalmente en las guerras de Indochina, Corea y Vietnam en Asia, y en África contra el régimen de Apartheid en Sudáfrica.

En ese periodo,  situarse en el lado correcto de la historia, era estar a favor de la emancipación colonial global. Los reaccionarios que ignoraron esa tendencia de los tiempos, como fue EEUU en Vietnam en su pretensión de reinstaurar el viejo sistema colonial, fueron barridos por la tendencia histórica de los tiempos.

 

4. La Cuarta Era

A finales del siglo XX, el colapso de la URSS, tendría un impacto geopolítico trascendental que daría lugar a una Cuarta Era caracterizada por el dominio neocolonial mundial  de una sola potencia imperial: EEUU.

El modelo neocolonial se sustenta en la perpetuación del 80% de la demanda efectiva global en los países desarrollados, dejando para el resto de las naciones “en desarrollo” la función económica de ser suministradores de materias y mano de obra barata para satisfacer esta demanda. Modelo que permaneció inalterable desde la década de 1979 hasta la crisis financiera del 2008.

 

5. La nueva era

La crisis financiera del 2008 alumbraría una nueva Era debido principalmente a tres factores:

1. El fracaso de la clase financiera del G7 de realizar una renovación ampliada de capital por elevación del consumo del 15% de la población mundial. Entrando el mercado de estos países en un estancamiento económico prolongado, que ha obligado, a una concentración de entidades financieras para mantener su solvencia, de tal manera que las empresas importantes crecen por absorción del mercado de las pequeñas.

El G7 en todo el periodo neoliberal (1979-2008) artículo el sistema financiero internacional, pasando a estar controlado principalmente por EEUU, constituyéndose el dólar en un 80% en la moneda utilizada para las transacciones comerciales internacionales. Esta situación privilegiada otorgaba a EEUU la posibilidad de realizar la denominada flexibilización cuantitativa, que en términos comunes significa emisión de dinero ficticio, quedando enjugada la flexibilización cuantitativa en el valor del comercio mundial en dólares estadounidenses, de tal manera que es el resto del mundo el que subvenciona indirectamente las flexibilizaciones cuantitativas estadounidenses.

Sin embargo, la progresiva tendencia de algunas naciones de sustituir el dólar como moneda para las transacciones comerciales, disminuye internacionalmente la masa monetaria del dólar, y las flexibilizaciones monetarias estadounidenses pasan a generar inflación. En este estado de cosas los bancos centrales de los países del G7 precisan subir las tasas de interés de sus préstamos ajustándolos por encima de la inflación para no perder dinero. La subida de tipos de interés para controlar la inflación es efectiva cuando los precios suben por un exceso de demanda efectiva, pero en la actual situación esa no es la causa de la inflación, sino la fuerte emisión de dinero ficticio de los Bancos Centrales en los años de la pandemia del Covid-19, y el progresivo abandono del dólar en las transacciones comerciales.

 

2. Tras la crisis financiera del 2008, China vio desplomarse su producción manufacturera con destino a los países desarrollados; para asegurar su estabilidad económica del 2008 al 2012 China implementó un plan de estabilización de billones de dólares a la espera de que la economía occidental se recuperase. Ello sucedió coincidiendo con el segundo mandato (2008-2013) del presidente chino  Hu Jintao. Si embargo, en el XVIII congreso del PCCh celebrado en 2012 con la elección de Xi Jinping como secretario general de partido y posteriormente elegido presidente de China en el año 2013, China tomó un rumbo diferente. El modelo manufacturero supeditado casi exclusivamente a satisfacer la demanda efectiva de Occidente ha sido progresivamente reemplazado en gran medida por un modelo basado en: la innovación científico-técnica propia; el incremento comercial con los países en desarrollo, y especialmente con la promoción de la demanda interna como principal motor de crecimiento.

El PCCh desde el 2012 ha celebrado el XIX congreso (2017) y el XX Congreso 2022, y Xi Jinping ha sido elegido presidente de China por la Asamblea Nacional en el 2018 y 2023. Este periodo, ha estado caracterizado por la atonía productiva del G7, mientras que China ha sido la nación que ha venido contribuyendo ella sola en un 30% al crecimiento del PIB mundial.

 

3. Tras el hundimiento de la URSS, pronto se vio que los ganadores de su desaparición fueron las oligarquías apátridas que anteponían sus intereses financieros a cualquier sentimiento patriótico. Sin embargo, a principios del siglo XXI, en la Federación de Rusia, convertida en heredera legal de la URSS, se produjo un cambio extraordinario, el sentimiento patriótico comenzó a crecer y, cual ave Fénix, Rusia resurgió de las cenizas que bajo el mandato de Yeltsin había quedado.

En el año 2000 Rusia Unida, liderada por Vladimir Putin, accedería al gobierno e iría despojando de su poder a las oligarquías apátridas en favor de las clases populares. En la actualidad, los partidos patrióticos, mayoritarios en Rusia, por encima de sus diferencias, tienen un ideario común que recoge las esencias de lo mejor de la tradición revolucionaria rusa con la de sus seculares tradiciones históricas habiendo pasado ambas en la actualidad a constituirse en el alma colectiva de la Rusia eterna. En los últimos 20 años Rusia, una vez más demostró al mundo, que con la voluntad unida de su pueblo podía resurgir con el orgullo de una nación soberana.

En el Año 2012 Vladimir Putin volvería de nuevo a la presidencia de Rusia y la crisis política del Maidan en Ucrania en el 2014, comenzaría a marcar un antes y un después en las relaciones entre Rusia y Occidente. Tras el golpe de Estado en Ucrania el 24/02/2014 que fue el desencadenante de la primera guerra en Donbas ante el no reconocimientos por las repúblicas del Donbas del gobierno golpista.

En EEUU, en el año 2020 el partido demócrata ganaría las elecciones con Joe Biden como presidente. Con el ascenso al poder de este siniestro personaje, peón de la clase financiera globalista estadounidense, pronto se demostraría que la confrontación con Rusia era cuestión de tiempo. La OTAN preparó a Ucrania para atacar a Rusia, y previamente las fuerzas nazis de Kiev comenzarían desde diciembre del 2021 a atacar a la población civil en Donbas. Las repúblicas de Donetsk y Lugansk de la región de Donbas para su supervivencia solicitaron el apoyo militar de Rusia, y el 24/02/2022 comenzó una operación militar especial en Ucrania, con el objetivo de proteger a la población en Donbas. Desde entonces Occidente se ha empeñado sin éxito en debilitar la economía rusa, y viene apoyando con armas, mercenarios y asesores al ejército ucraniano.

El odio hacia Rusia de la clase financiera internacional, entre los que tiene un papel destacado el magnate George Soros, no deja ver a los estrategas occidentales que su tiempo está pasando, que el centro económico mundial se está desplazando a Asia, y que la política económica de China y Rusia orientada a ayudar a los países en desarrollo a superar su atraso económico y recuperar su soberanía es más atractivo que el sometimiento y el subdesarrollo propuesto por el G7 que progresivamente pierde peso en la economía mundial.

 

6. Relaciones internacionales en la nueva era

La fractura actual abierta entre la el G7 y las naciones que aspiran a unas nuevas relaciones internacionales basadas en la colaboración no tiene perspectivas de cerrarse.

Las diferentes organizaciones en las que participan China y Rusia conjuntamente con otras potencias emergentes como son los BRICS, la OCS, etc., conforman una línea geopolítica en si misma, favorable a la construcción de un mundo multipolar sin hegemonías. Por otro lado, las naciones del G7 y la OTAN, se aferran desesperadamente a un modelo neocolonial ya agotado de sometimiento de las naciones a sus dictados.

El pensamiento de la sociedad occidental, en la medida que aumenta el poder de los países emergentes, se hace más reaccionario ante el temor de perder el estatus de la dominación global. En esta deriva intelectual, el individualismo, y la ideas neofascistas están creciendo.

La mentalidad de las sociedades occidentales es, pues, la de supremacía política sobre el resto de Naciones, admitiendo que EEUU es la nación rectora. Para las clases financieras, el mantenimiento de esta mentalidad es el principal sustento de sus políticas hegemónicas y, por ello, desde la década de 1970, vienen considerando que su mejor inversión financiera de futuro está en los medios de comunicación, que informan siempre de acuerdo con los intereses financieros y con su visión del mundo de dominación global.

La supremacía ideológica occidental ha pasado a formar parte inherente del sistema informativo, por ejemplo, en los medios de comunicación occidentales se consideran legitimas las sanciones contra Rusia y China, pero si estos países actúan recíprocamente, se les considera por parte de estos medios de naciones viles.

En la pura lógica, parece ser, que un país sancionado está en su derecho de responder, pero en la mentalidad Occidental supremacista, esa lógica no funciona así.

La relación supremacista es la relación del Amo con el Esclavo, del Señor con el Siervo, del Colonizador con el Colonizado, etc. En esta relación el Señor tiene derecho a castigar al Siervo, pero se considera ilógico que el Siervo castigue en justa correspondencia al Señor, incluso si se atreviera a ello debería ser doblemente castigado.

Esa es la lógica del supremacismo de Occidente que tiene derecho a sancionar pero los demás no lo tienen. Si se llegara a admitir está lógica, quedaría instaurado globalmente que el dominador cuenta con el beneplácito del dominado. Esto ya sucede en la actualidad en países como Argentina o Ucrania, donde las oligarquías dominantes y sus representantes políticos asumen el papel de siervos.

En esta tesitura, las organizaciones que agrupan a las naciones de ambas corrientes como el G20, han quedado paralizadas ante la falta de consenso. La ONU, debido a la intromisión occidental en sus instituciones se está convirtiendo en una caricatura de la organización para la que fue concebida de encuentro entre naciones orientadas hacia la paz.

EEUU, desde el fallido intento de domesticar a la ONU para que admitiera sus mentiras para justificar la invasión de Irak ha venido realizando una meticulosa labor para que los principales organismos de la ONU, como la OPAC, la OMS, la ACNUDH, la CPI etc., estén claramente alineados con los postulados estadounidenses, pero este lineamiento es lo que ha debilitado la credibilidad de la ONU como institución.

La carta fundacional de la ONU es el documento histórico que mejor define las que debieran ser las relaciones entre las naciones, pero en la actualidad su texto es permanentemente ignorado en las relaciones internacionales por la autoarrogada excepcionalidad estadounidense para regir los destinos del mundo, y su vigencia solamente se restaurará cuando se creen las condiciones para la refundación de la ONU sobre la transformación de la actual.

 

7. Contradicciones globales en la nueva era

Las contradicciones que en la actualidad mueven la tendencia de los tiempos y con toda probabilidad se proyectarán durante todo el segundo cuarto del siglo XXI son:

1ª La contradicción que enfrenta al poder supremacista occidental con la emergencia política y económica de los países BRICS, principalmente de China y Rusia.

La contradicción que enfrenta a las oligarquías apátridas alejadas de los intereses de sus pueblos y siervas de las elites occidentales, con la aspiración de prosperidad de las clases populares. Una contradicción que tiene su mayor incidencia en América Latina y África.

En la medida que aumente el peso económico y político de las grandes naciones que no acatan la servidumbre occidental, que paradigmáticamente son Rusia y China, las fuerzas políticas que representan en el sur global los intereses de las clases populares, también avanzarán.

Desde el punto de vista económico, la primera contradicción se ha acentuado debido a las permanentes políticas estadounidenses de contención de China. Una realidad que fue abordada en el Tercer Pleno del Comité Central del XX Congreso del Partido Comunista de China celebrado en julio del 2024, en el que se aprobó una línea de acción estratégica para emanciparse de las políticas proteccionistas de EEUU. China, para el futuro, apuesta por una nueva y mayor globalización orientada al desarrollo de las capacidades económicas y tecnológicas de los países en desarrollo. La reunión del Foro de Cooperación China-África (FOCAC) del 4 al 6 de septiembre en Pekín, fue un ejemplo de ello.  (1).

En cambio, desde el punto de vista político, la primera contradicción, tiene su mayor confrontación en la guerra de la liberación del Donbass  por parte de Rusia. En la resolución de esta contradicción en términos favorables para Rusia se decide el futuro de la construcción política del mundo multipolar. La oligarquía financiera del G7 es consciente de ello y no escatima en la utilización de recursos para combatir a Rusia.

El gobierno ruso no se apresura en la batalla, pero su avance diario es significativo a la vez que la precariedad del Ejército Ucraniano aumenta día a día. El cumplimiento de los objetivos asignados por Rusia a la Operación Especial (2), solamente tienen perspectivas de alcanzarse con la rendición y capitulación del ejército ucraniano. Será a partir de ahí cuando Rusia estará en posición de entablas negociaciones con occidente sobre un Tratado de Seguridad Colectiva.

La 2ª contradicción que enfrenta a las oligarquías apátridas con las aspiraciones de prosperidad de las clases populares, y es dependiente de los poderes económicos de los países desarrollados, tiene su origen en la manera que se ha conformado la economía mundo en los procesos históricos de descolonización.

Las élites que lideraron la independencia política pertenecían a las clases sociales burguesas de las colonias, y estas clases, aunque en su origen aspiraban tras alcanzar la independencia política al desarrollo económico de sus naciones pronto comprendieron que carecían de las capacidades científicas y tecnológicas propias para tal desarrollo y se subordinaron a las exigencias de los países desarrollados.

En el marco de la globalización, la única manera de que se creen las condiciones para un cambio en la relación económica neoliberal Centro-Periferia es la constitución de otros centros geoeconómicos que concentren la demanda efectiva, de tal manera, que las oligarquías y los pueblos de las naciones en desarrollo no tengan que estar necesariamente sometidos a la tiranía de los países desarrollados.

La emergencia económica y tecnológica de China es el principal elemento que cuestiona la relación neocolonial Centro-Periferia, no solamente por haberse constituido en un centro de demanda efectiva global, que en los últimos años está concentrando más de 30% del crecimiento del PIB mundial, sino porque las relaciones económicas que pretende China con el Sur Global se basan en el desarrollo compartido, es decir, en  el desarrollo estructurado a través de la creación de infraestructuras y en la disposición a compartir la innovación científico-técnica con las naciones en desarrollo.

En el actual momento histórico, situarse en el lado correcto de la historia, es estar contra el neocolonialismo occidental y favor de las naciones y las políticas de un futuro compartido para toda la humanidad agrupadas en la actualidad en los BRICS.

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(1) 06/09/2024. Resumen cumbre FOCAC en China.

(2) Los objetivos de la operación especial de Rusia son: 1º Desmilitarización y desnazificación de Ucrania; 2º la seguridad de las personas que viven en las nuevas regiones que ya se han convertido en rusas, y 3º las garantías de la seguridad de la Federación Rusa del estatus neutral de Ucrania.

 


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CAPÍTULO XI

LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO MUNDO MULTIPOLAR

1. Cambios en la estructura económica mundial

2. Rusia líder y vanguardia política

3. BRICS –Plus. La hora de los arquitectos

4. Cambios en el consumo energético mundial (Anexo)

5. Complemento: Historia de la Multipolaridad

NOTAS

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1. Cambios en la estructura económica mundial

La Organización de Cooperación de Shanghai creada para la coordinación de las políticas en el espacio euroasiático, está formada en la actualidad por nueve miembros, de los cuales tres de ellos: Rusia, China y la India comparten a su vez membresía en los BRICS con Brasil y Sudáfrica. Los BRICS desde el año 2010, año que se incorporó Sudáfrica, se orientan a coordinar las políticas macroeconómicas globales, habiendo constituido un banco propio para el desarrollo.

Los BRICS constituyen por los recursos naturales y población que acumulan, el dinamismo de su economía, particularmente de China, y sus avances científico técnicos, un reto al poder global de las principales potencias económicas y militares agrupadas en el G7: Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá.

Evolución del PIB –PPA y Población Mundial; BRICS y G7

 

Fuente datos: U.S. Energy Information Administration (EIA) 2021. Elaboración propia

Desde el punto de vista demográfico en términos relativos el G7 pierde peso con relación a los BRICS, de tal manera, que en el año 1992 agrupaba el 12% de la población mundial y en 2020 el 9,9% con una proyección descendente al año 2040 que le situaría en el 9%.

Por su parte, los BRICS, en el año 1992 agrupaban el 43% de la población mundial y en 2020 el 48,5%, con una proyección ascendente al año 2040 que le situaría en el 51,1 %.

El peso económico de ambos grupos medido por la aportación al PIB-PPA mundial también experimenta una tendencia menguante para el G7 y creciente para los BRICS.

En el año 1990 el G7 concentraba el 46,6% del PIB-PPA mundial por el 16,1 de los BRICS, en el año 2020 los BRICS habían superado al grupo del G7 en la aportación de sus economías al PIB-PPA mundial. En ese año los BRICS reunían el 32,1% del PIB-PPA mundial, mientras que el G7 lo hacía con el 30,4%. En la tendencia hasta el año 2040, las cifras podrían ser del 37,1% de los BRICS y del 25,7% para el G7.

Estas cifras evidencian que la Economía Mundo esta experimentando desde el punto de vista cuantitativo un cambio sin precedentes históricos.

La evolución de la locomotora económica del antiguo Centro colonial a los países emergentes de la Periferia, tiene que ver con la aspiración histórica de los pueblos soberanos por alcanzar la prosperidad.

Vistas estas tendencias, pensar como lo hacen los dirigentes del G7 que, de nuevo, el 9% de la población mundial podrá llegar eclipsar el PIB de los BRICS es una ilusión.

El crecimiento económico del 9% de la población mundial de los países desarrollados tendría que ser de tal magnitud que debería contemplar un aumento de la riqueza por persona multiplicada por seis, cuestión imposible, pues la paradoja de la creación de la necesidad para la adquisición de nuevos productos de consumo por persona aumentando la demanda efectiva a través de créditos de fácil concesión tuvo su experiencia y fracaso en la crisis del 2008.

La lógica de la aspiración de prosperidad de la mayoría de la población mundial, es la que determina en la actualidad la concentración de la demanda efectiva en los países en desarrollo y ella es la que determina a su vez hacia donde van los flujos de las materias primas. Un cambio que, por ejemplo, es lo que ha llevado a un cambio radical de posición de Arabia Saudita en su lineamiento regional e internacional pensando en los países emergentes en Asia.

Desde el punto de vista político y militar la cuestión que se le plantea al G7 es: ¿puede una minoría de la población mundial perteneciente a los países de Occidente, que detenta ya solo una parte menor del PIB-PPA mundial, someter al resto de las naciones del mundo?

La respuesta a esta denominada trampa de Tucídedes* es:  Occidente puede optar, como ya lo esta haciendo, por una lucha sin futuro. La otra opción será que al final tendrá que adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas y económicas mundiales o perecerá en el intento.

Es en esta tesitura geopolítica en la hay que contemplar la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. EEUU pretende rendir a Rusia, para en el caso de un eventual éxito a continuación pasar rendir a China.

Sin embargo, el tiempo del colonialismo en el que un pequeño país como Gran Bretaña durante todo el siglo XIX y parte del XX dominaba el mundo pasó a la historia, y el tiempo del neocolonialismo de las tres últimas décadas en el que el G7 dominaba el mundo está pasando a la historia.

 

* La expresión la trampa de Tucídedes (siglo V a.c),  se refiere a la obra de este autor que describe la Historia de la guerra del Peloponeso, en la que Esparta luchó durante décadas para impedir el ascenso de Atenas, (Guerras del Peloponeso (431 a.C.-404 a.C.).

 

2. Rusia líder y vanguardia política

Nunca en la historia han existido cambios estructurales importantes sin convulsiones geopolíticas, revoluciones o guerras. En este momento, Rusia en su lucha contra las ambiciones hegemónicas de las élites occidentales y su apoyo a la ideología neonazi en Ucrania, es la nación que está abriendo una nueva vía histórica política a la humanidad hacia un mundo multipolar sin naciones hegemónicas.

A Rusia, una vez más, le ha tocado ser quien abra las puertas a un mundo nuevo libre de la tiranía de unas pocas naciones, lo hizo con Napoleón y con Hitler, y ahora tiene enfrente a toda la OTAN, brazo armado de las oligarquías financieras occidentales.

La ideología de la dominación global liderada por las élites financieras estadounidenses, debe ser resueltamente combatida. El camino hacia el multilateralismo no es un camino de rosas, ni meramente de cambios graduales económicos, se necesita una posición política más contundente.

En primer lugar, se precisa de un entendimiento claro, de que la lucha que libra Rusia en la actualidad contra todo el Occidente colectivo, es una causa justa, y quienes conocen bien la Naturaleza política del pueblo ruso y de los actuales dirigentes políticos rusos, no deberían dudar que solo la nobleza de su causa es lo que les ha impulsado a comprometerse con la protección de la población de Donbass y la desnazificación de Ucrania.

En segundo lugar, se debe apoyar la desmilitarización y "desnazificación" de Ucrania, y la remodelación de esa nación respetando las decisiones democráticas de las regiones históricamente rusas, y si es necesario, la revisión de la formas arbitrarias con las que occidente sin consenso internacional remodeló las fronteras de las nuevas naciones de la antigua URSS.

El apoyo inequívoco diplomático y público a Rusia por parte de la OCS y de los BRICS es lo que puede abrir el camino hacia el multilateralismo.  Hay momentos en la historia que los dirigentes que aspiran a un mundo libre de dominación entre naciones deben estar a la altura de las circunstancias, y éste es uno de ellos.

La política siempre debe estar en el puesto de mando (cita de Mao Zedong). En la actualidad China es quien lidera las transformaciones económicas mundiales en favor de su prosperidad y la de los países en desarrollo, pero tras el inicio de la confrontación de la OTAN contra Rusia en Ucrania, es a Rusia a quien le toca el papel de ser líder y vanguardia en la construcción de un nuevo mundo multipolar basado en las relación amistosa sin hegemonías entre las naciones.

 

3. BRICS –Plus. La hora de los arquitectos

En la XXV cumbre de los BRICS en Johannesburgo, Sudáfrica (22-23-24 /agosto 2023), los miembros del bloque —Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica— discutieron temas como la adhesión de nuevos países, la posible creación de una moneda común, así como nuevas oportunidades de cooperación en comercio, economía y política.

A la cumbre fueron invitados 67 jefes de Estado, mientras que más de 20 naciones expresaron su deseo de unirse al bloque, entre otras: Argentina,  Arabia Saudita, Argelia, Indonesia, Irán, Nigeria, Turquía, Bangla Desh y Egipto, a las que hay que añadir, los países que  han solicitado recientemente su adhesión al grupo: Bolivia, Cuba, Honduras y Venezuela,

El 23 de agosto, la ministra sudafricana de Asuntos Exteriores, Naledi Pandor, afirmó que los BRICS habían llegado a un acuerdo sobre la cuestión de la ampliación y adoptado un documento en el que se esbozaban sus principios, así como, los países que habían sido aprobadas sus solicitudes para la incorporación al grupo: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y que partir del 1 de enero de 2024 conformará junto a los actuales miembros, el BRICS-Plus.

La XVI  cumbre ampliada del BRICS plus, realizada en Astana (Rusia) del 22-24 de octubre del 2024, ha marcado el camino de un nuevo mundo. Aunque los BRICs no tienen un tratado escrito, están implementando una serie de acuerdos económicos que los interconecta progresivamente en una red económica de flujos recíprocos, que tiene su centro en el Banco de los BRICS, presidido por la expresidenta de Brasil, Dilma Rousset.

La característica principal de los BRICS es que está constituido por naciones opuestas a las ideologías hegemónicas y pretenden avanzar en el camino de la colaboración. Esta fuerza ideológica de construir un mundo de futuro compartido está avanzando cualitativamente por la imbricación de sus miembros, y cuantitativamente por la expansión del número de países que ya conforman el BRICS plus, y los aspirantes al mismo.

XVI Cumbre de los BRICS

Declaración de Kazán

Kazán, Federación Rusa

23 de octubre de 2024

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Evolución y tendencia de los BRICS

  World / Millones 8.046,6 141.511.940
  BRICS / Millones Población PIB / PPA
BRICS 3.279,2 46.806.107
BRICS - PLUS 3.805,5 53.058.850
BRICS + / Solicitud ingreso 4.665,5 64.824.904
BRICS + /Solicitantes /Interesados 6.129,9 77.327.703
Porcentajes sobre total Mundial % %
BRICS 40,8% 33,1%
BRICS - PLUS 47,3% 37,5%
BRICS + / Solicitud ingreso 58,0% 45,8%
BRICS + /Solicitantes /Interesados 76,2% 54,6%
  PAÍSES BRICS / Millones Población PIB / PPA
B Brasil 216,2 3.272.150
R Rusia 143,6 3.983.708
I India 1.433,3 10.975.790
C China 1.425,7 27.780.120
S Sudáfrica 60,4 794.339
  Egipto 112,7 1.589.091
P Emiratos Árabes Unidos 9,5 748.092
L Etiopía 126,5 289.233
U Irán 277,5 3.626.327
* Arabia Saudita (* Invitado) 36,9 1.827.988
S Algeria 45,6 598.730
O Azerbaiyán 10,4 155.913
L Bangladés 173,0 1.181.448
I Baréin 1,6 73.530
C Bielorrusia 9,5 180.301
I Bolivia 12,4 97.303
T Cuba 11,2 134.820
U Kazajistán 19,6 511.476
D Kuwait 4,3 183.282
  Malasia 34,3 999.513
I Pakistán 240,5 1.321.263
N Palestina 5,4 13.144
G Senegal 17,8 63.599
R Tailandia 71,8 1.242.150
E Turquía 85,8 2.926.172
S Venezuela 28,8 159.867
O Yemen 34,4 53.936
  Zimbaue 16,7 41.619
I Afganistán 42,2 54.172
N Angola 36,7 193.592
T Camerún 28,6 101.424
E Colombia 52,1 766.367
R El Salvador 6,4 57.970
E Ghana 34,1 206.511
R Indonesia 277,5 3.626.327
E Irak 277,5 3.626.327
S Laos 7,6 61.985
A Myanmar 58,0 311074
D Nicaragua 7,0 39.772
O Nigeria 223,8 1.097.779
S Perú 34,4 417.832
  R.Centroafricana 5,7 4.275
E R. Democrática del Congo 102,3 107.611
N R. Popular del Congo 6,1 19.247
  Siria 23,2 51.776
U Sri Lanka 21,9 262.968
N Sudán 48,1 122.873
I Sudán del Sur 11,1 17.424
R Túnez 12,5 128.514
S Uganda 48,6 122.478
E Vietnam 98,9 1.104.504

Fuente: EIA. Elaboración propia.

Ha llegado el tiempo de los arquitectos del desarrollo, de los proyectos prácticos y de la integración económica  estructural que comienza por una nueva arquitectura financiera, el desarrollo de infraestructuras, la interconectividad logística y la formación científico-técnica.

Es el momento de los países en desarrollo de dar el Gran Salto Adelante, para abrir nuevos horizontes prácticos basados en proyectos perfectamente diseñados. Los BRICS cuentan con todo lo necesario.

La parálisis política y económica de los países desarrollados ante un cambio global que no terminan de entender, es en la actualidad positiva, pues propicia que los países en desarrollo estén obligados a trazar un camino propio de principio a fin.

La parálisis occidental, viene acentuada por el tipo de mandatarios que rigen los destinos de EEUU y del resto de países satélites desarrollados, una gerontocracia de ochenta y noventa años anclada en el pasado que les impide entender el presente y ver el futuro.

 

4. ANEXOS

ANEXO 1

CAMBIOS EN EL CONSUMO ENERGÉTICO MUNDIAL

(1992-2020)

(Consumo de energía (BTU) Mundial; BRICS y G7)

Consumo Millón BTU

 

 

 

Año

World

BRICS

G7

Resto Mundial

1992

353.172.921.741

84.596.462.326

157.697.545.050

110.878.914.366

2000

402.798.712.632

94.779.530.156

176.594.614.977

131.424.567.499

2010

527.856.630.073

182.484.311.126

175.225.110.904

170.147.208.043

2020

599.459.372.836

230.533.936.619

174.869.787.508

194.055.648.709

 

 

Proyección

 

 

2030

706.698.898.717

305.020.332.430

173.838.343.661

227.840.222.627

2040

805.029.228.819

372.897.535.661

172.975.929.926

259.155.763.232

Porcentaje (%) Consumo Millón BTU

Año

 World

BRICS

G7

Resto Mundial

1992

100,0

24,0

44,7

31,4

2000

100,0

23,5

43,8

32,6

2010

100,0

34,6

33,2

32,2

2020

100,0

38,5

29,2

32,4

 

 

Proyección

 

 

2030

100,0

43,2

24,6

32,2

2040

100,0

46,3

21,5

32,2

R= Enegía - PIB-PPA 

0,96

0,99

Serie datos

(%) r2

 

91%

98%

1992-2020

Fuente datos:

U.S. Energy Information Administration (EIA) 2021.

Elaboración propia

Reservas y producción mundiales de Petróleo y Gas Natural

(año 2020)

Fuente BP 2021

*

ANEXO 2

DESEQUILIBRIOS SOCIOECONÓMICOS MUNDIALES

AÑOS 2001; 2011; 2021

-----

5. Complemento:

Historia de la Multipolaridad


*

NOTAS

Notas al Capítulo II

 [1] Modelo Económico Autocentrado y Estructurado. Se define como un modelo de desarrollo económico <<autocentrado>> en el marco de los Estados, con la formación de un mercado interior que expresa una equilibro <<estructurado>> de los sectores productivos (agricultura, industria, servicios) y la expansión exterior derivado del progreso económico.

 [2] Wallerstein, defiende su tesis del origen de la economía mundo, en sus tres tomos sobre el Moderno Sistema Mundial: I La agricultura capitalista y los orígenes de la economía mundo europea en el siglo XVI. II El mercantilismo y la consolidación de la economía mundo europea, 1600-1750. III La segunda era de gran expansión de la economía mundo capitalista, 1730-1850. En el presente capítulo de este ensayo se pretende un resumen conceptual que llega hasta el siglo XXI.

 [3] La acumulación capitalista esta regida por la búsqueda del beneficio. En la sociedad capitalista se entiende por capital una relación de propiedad establecida entre el capitalista, los objetos materiales y el trabajo de las personas, que permiten aumentarlo. Economía Mundial. Javier Peinado Martínez, José Mª Vidal Villa y otros (1995).

 [4] Se entiende por Centro el espacio geopolítico, económico y social donde se generan e irradian las iniciativas políticas y económicas que lideran la marcha del mundo. Se entiende por Periferia el espacio geopolítico, económico y social receptor de las citadas iniciativas sustituyendo las formas de vida tradicionales por economías adaptadas a las necesidades de las metrópolis. Los términos “Centro” y “Periferia” se utilizan exclusivamente cuando existe una relación colonial, es decir, cuando el dominio geopolítico de las metrópolis sobre las regiones conquistadas se realiza mediante el sometimiento político y militar, también denominado imperialista, que comprende el periodo desde la colonización de las indias orientales y occidentales en el siglo XVI hasta el final de la descolonización en la segunda mitad del siglo XX.

 [5] El término <<Sistema Económico Mundial>> se utiliza para definir el conjunto de relaciones, productivas, comerciales, financieras, sociales, institucionales, geopolíticas y militares que han determinado la evolución histórica de la humanidad en los últimos siglos.

 [6] Para George Dalton, el capitalismo no se puede definir únicamente por la propiedad privada de los medios de producción ni por la presencia de transacciones de mercado si éstas no han alcanzado un grado determinado de desarrollo, cualquiera de ellas puede existir de forma independiente y ambas se pueden dar en economías no capitalistas. El capitalismo supone un sistema económico ya desarrollado a escala nacional en el que la propiedad privada de los medios de producción y las transacciones en el mercado, además de existir, están íntimamente ligadas entres sí e integradas con todos los procesos y sectores de producción, es decir, constituyen las formas predominantes o mayoritarias de propiedad y de tráfico. George Dalton. Sistemas económicos y sociedad. 1981. Según esta consideración el capitalismo propiamente dicho se constituiría en el siglo XIX, en el segundo estadio de la economía mundo.

 [7] La desconexión es un concepto que expresa el funcionamiento de un país al margen del Sistema Económico Mundial vigente.

 [8] Max Weber en su obra Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus (1904-1905), defiende la tesis de la doctrina calvinista como fundamento de las actitudes sociales que llevarían a la instauración del capitalismo. Para otros autores la explicación sería diferente, las bases estructurales socioeconómicas creadas en determinados ámbitos europeos hizo que los burgueses precisarían de una ideología acorde con su desarrollo como clase social. Wallerstein defiende la tesis que el protestantismo en el siglo XVI fue la base nacionalista para a la Unificación de los Países Bajos. Wallerstein El moderno Sistema Económico Mundial Tomo I, pags. 292-295.

 [9] Sorprende la facilidad con la que las potencias europeas se impusieron durante los siglos XVI, XVII y XVIII, a culturas muy avanzadas y populosas, y el sometimiento que consiguieron de amplias regiones de América, África y Asia. La economía mundo pudo implantarse gracias a esa facilidad de conquista, que puede tener su explicación, en la fragilidad de los sistemas despóticos de las regiones sometidas y en la organización militar occidental que podía vencer con muy pocos efectivos la resistencia de las elites dominantes y someter con posterioridad a la población. Una vez culminada la conquista militar se procedía al expolio económico basado principalmente en la extracción de oro y plata y el tráfico de mercancías exóticas y de esclavos.

 [10] <<España, tuvo éxito, ya en el siglo XVI, en la creación de un vasto imperio en América, tan grande como se lo permitía el costo del transporte marítimo. Eso supuso un relampagueante crecimiento del comercio trasatlántico, multiplicándose su volumen por ocho entre 1510 y 1550 y de nuevo por tres entre 1550 y 1610. El foco central de este comercio era un monopolio del Estado en Sevilla, que en muchas formas se convirtió en la estructura burocrática clave de España. El elemento central en el comercio trasatlántico eran los metales preciosos. El "relampagueante crecimiento" del comercio vino acompañado por una espectacular expansión política por Europa>>. El Moderno Sistema Mundial, I, Capítulo 4 “De Sevilla a Amsterdam: el fracaso del imperio”, de Immanuel Wallerstein (1974).

 [11] La mita era una institución de origen indígena en el altiplano sudamericano que regulaba el trabajo obligatorio de los indios en las colonias españolas de América. El servicio se hacía por sorteo en los pueblos indígenas. En Perú podía ocupar hasta un séptimo de la población. Entre el final de siglo XVI y los comienzos del siglo XVII, las minas de Potosí absorbieron anualmente entre 13.000 y 17.000 mitayos que debían trabajar 280 días al año.

 [12] En el siglo XVI la guerra constituía una ocupación de capital importancia que se llevaba el grueso del gasto público. Max Werber (1864-1920), sociólogo alemán, cálculo que aproximadamente el 70% de los ingresos de España y alrededor de un 66% de los ingresos de otras naciones europeas se gastaban de esa forma.

 [13] Polanyi defiende la tesis de que fueron los Estados absolutistas europeos los que impulsaron en los siglos XVI y XVII el sistema mercantilista entre ciudades debido al crecimiento del comercio de larga distancia que posteriormente daría lugar al denominando mercantilismo de base nacional. Polanyi, Karl, La gran transformación. (1944).

 [14] <<La inflación, ocurrida durante los siglos XVI y XVII constituyó una fuerza estimulante, ya que en esa situación al revés de lo que sucedería en un periodo de disminución de los precios o deflación, el contar con un activo duradero, o al contratar alguna compra para reventa futura, podía preverse un beneficio en términos monetarios corrientes debido al esperado aumento de precios, lo que impulsaba a comprar mercancías para revenderlas. Ello representó una influencia favorable para el comercio. John K. Galbraith. Historia de la economía 1989.

 [15] El efecto de la afluencia de metales preciosos fue el incremento general de precios, según el cual dado cierto volumen de intercambio, los precios varían en proporción directa con la oferta de dinero. El incremento de precios se inicio en España y se extendió luego al resto de Europa, siguiendo el itinerario de la plata y el oro. Entre 1500 y 1600 los precios se quintuplicaron en Andalucía. En Inglaterra, si se toma como base 100 el nivel de precios durante la segunda mitad del siglo XV había llegado a 250 a fines del siglo XVI y aproximadamente a 350 durante el decenio de 1673-1682. John K. Galbraith. Historia de la economía 1989.

Adam Smith proclamaría en su principal obra, La Riqueza de las Naciones: <<No ha sido gracias a la importación de oro y plata que el descubrimiento de América ha enriquecido a Europa>> <<La abundancia de las minas americanas ha vuelto a esos metales más baratos>> <<la riqueza no consiste en dinero ni en oro ni plata sino en lo que el dinero puede comprar, y solo vale por lo que puede comprar>> <<Es el trabajo anual de cada nación la fuente original que le proporciona la satisfacción de las necesidades y las comodidades de la vida>> Por ello argumenta <<Cuando la cantidad de oro y plata importada en un país supera la demanda efectiva, ninguna vigilancia estatal impedirá su exportación. Todas las sanguinarias leyes de España y Portugal no son capaces de conservar el oro y la plata de esos países>>. Libro IV: <<De los sistemas de economía política>>. La Riqueza de las Naciones. Adam Smith. Ed. 1999.

 [16] Tras la Guerra de Secesión, la abolición de la esclavitud en Estado Unidos permitió reunificar el país bajo un sistema político de libre mercado de mercancías y de mano de obra, adecuado y adaptado al proceso acumulativo de capital, aunque no cobraría importancia internacional hasta finales del siglo XIX con su participación militar favorable a la independencia de Cuba; una vez culminada su expansión económica interna hasta el Pacífico.

 [17] En Inglaterra, la tierra y el dinero se movilizaron antes que la mano de obra. Esta última no podía formar un mercado nacional por efecto de estrictas restricciones legales sobre su movilidad física, ya que los trabajadores estaban prácticamente atados a su parroquia. La ley de asentamientos de 1662 que estableció las reglas de la llamada servidumbre parroquial, se aflojó en 1795, pero fue neutralizada por la ley de Speenhamland de ese año que promovía un sistema de subsidios de corte paternalista ligados a la parroquia. Polanyi, Karl, La gran transformación (1944).

 [18] El desarrollo técnico en el siglo XIX conoció avances sin precedentes. En la técnica de transportes el motor eléctrico de Jacobi en 1834; la dinamo de Siemens en 1867; el motor de cuatro tiempos de Otto en 1876; la locomotora eléctrica de Siemens en 1879; el motor de gasolina de Daimler / Maybach en 1884; el automóvil de Daimler / Benz en 1885; el motor diesel de Diesel en 1897. En la técnica de comunicaciones, el telégrafo de Morse en 1837; el teléfono de Reis en 1861; el teléfono de Bell / Gray en 1876; el fonógrafo de Edison en 1877; la telegrafía sin hilos de Marconi en 1897. En la técnica tipográfica, la prensa rápida de Koenig / Bauer en 1812; la fototipia de Albert en 1881; la autotipia de Meisenbach en 1881; la máquina de componer de Mergenthaler en 1884. En la técnica óptica / fotografía, la máquina fotográfica de Daguerre en 1839; el cinematógrafo de Lumiere en 1895. Otras técnicas importantes industriales fueron, la dinamita de Nobel en 1867; el hormigón armado de Monier en 1867; Los tubos sin soldadura de Mannesnman en 1885. Lo relevante de estas y otras técnicas es que su finalidad era la mejora de los procesos productivos orientados a la acumulación de capital. Por ello la ventaja económica de los países industriales no solamente hay que buscarla en el desarrollo técnico sino en su finalidad productiva.

 [19] Las innovaciones técnicas, a diferencia de otras innovaciones de periodos históricos anteriores, son significativas porque estaban adaptados a la utilización de fuentes de energía que permiten multiplicar el esfuerzo de manera considerable. La transformación de la sociedad rural a la urbana solamente fue posible porque se pudo liberar mano de obra de las tareas agrícolas gracias a la mecanización del campo que permitió incrementar el rendimiento por persona.

 [20] Polanyi. La gran transformación. 1944.

 [21] La libra esterlina se definía legalmente como el equivalente de 113 granos de oro fino, el grano pesaba 0,06 gramos. Historia Contemporánea. R. Palmer, J. Colton. 1981.

 [22] Polanyi, Karl, La gran transformación (1944).

 [23] Algunas colonias se convirtieron en colonias gobernadas por hombres blancos. Otras, rajá o príncipe, supervisado por un comisario europeo que le decía lo que tenía que hacer. Historia Contemporánea. R. Palmer, J. Coltón. 1981.

 [24] Los europeos en África desde 1895 hasta 1900, estuvieron en ocasiones peligrosamente cerca de claros enfrentamientos, en la disputa por la anexión de territorios. Los portugueses se anexionaron grandes extensiones en Angola y en Mozambique. Los italianos se apoderaron de dos áridas zonas, la Somalia Italiana y Eritrea, junto al mar Rojo. Luego avanzaron hacia el interior, en busca de posesiones de mayor solidez que les permitiesen conquistar Etiopía y las fuentes del Nilo. La derrota italiana en la batalla de Adua, en 1896, a manos de los etíopes donde murieron 20.000 italianos frenaron la expansión en ese territorio durante varias décadas. Los principales competidores en la disputa por territorios africanos fueron Francia, Gran Bretaña y Alemania. Cada uno de ellos preferían que otras potencias menores se hicieran con territorios antes que cada uno de sus rivales. Los franceses controlaban la mayor parte de África Occidental desde Argelia, a través del Sahara y del Sudán, hasta varios puntos de la costa guineana. El África inglesa se proyectaba desde el Cabo hasta el Cairo por el este africano. Los alemanes fueron los últimos en la carrera colonial, establecieron colonias en el África Oriental, en el Camerún y en Togo, en la costa occidental, así como en el área desierta que luego se llamó África Suroccidental Alemana.

 [25] Massimo Livi-Bacci: Historia mínima de la población mundial (1999).

 [26] China nunca llegó a ser una colonia en sentido estricto pues siempre mantuvo gobierno y leyes propias, por ello, las influencias de los países de Occidente fueron solamente coloniales en algunas zonas de China.

 [27] La desconexión supone una ruptura efectiva con el sistema anterior y el dominante mundialmente. Concurren varios factores, una revolución política que subvierte las anteriores estructuras políticas y un cambio en las relaciones de producción con la estatización de los medios de producción que pasan a ser propiedad del Estado, ya procedan de propietarios privados o nacionales extranjeros y la consiguiente colectivización que implica que la producción es asumida por los colectivos laborales del sector, localidad o empresa. La ideología en la que se ha sustentado las diferentes desconexiones ha sido el marxismo leninismo.

 [28] El movimiento especulativo fue muy fuerte de compra de acciones con fondos tomados a préstamo, ello provocó que un relativo debilitamiento de la bolsa desatase incontrolables oleadas de venta, que hundieron, irresistible y desastrosamente, los precios de las acciones. La crisis estalla cuando más de trece millones de títulos se ponen a la venta sin que los bancos puedan hacer nada para contener la caída de valores bursátiles, ello afectará a muchas empresas que habían obtenido créditos a cambio de la garantía de los títulos, lo que les llevará a la quiebra. El cese de los créditos procedentes de Estados Unidos extiende la crisis a aquellos países que como Alemania, dependen de dichos préstamos para sostener su economía. La quiebra de los bancos alemanes y centroeuropeos y la congelación de inversiones extranjeras perjudicarán gravemente a Inglaterra ante la masiva afluencia de poseedores de libras que desean transformarlas en el patrón internacional oro, al no poder hacer frente a estos pagos la libra se devalúa en un 30%. La crisis se extiende a todos los países de influencia británica. La producción industrial en 1932 fue un 38% menor que en 1929, ello llevó a la disminución de los salarios y el incremento del paro, en Inglaterra se pasa del 9,7% de desempleados en 1929 al 22% en 1932. Y en casi todo el mundo, los países veían como los mercados se desvanecían y los precios se desplomaban, en Estados Unidos los precios agrícolas descenderán entre 1929 y 1932 en un 57%. Historia Contemporánea. R. Palmer y J. Colton. 1981.

 [29] Los acuerdos establecieron un sistema monetario internacional basado en el patrón dólar y su libre convertibilidad en oro a una paridad fija de 1 una onza oro fino =35 dólares Estadounidenses, y el intercambio comercial con condiciones arancelarias entre la naciones que se inició con la creación del GATT en 1948.

 [30] El precursor de este modelo económico fue John Maynard Keybes.

 [31] La Unión Soviética gozaba de un prestigio económico en Occidente, impensable hoy en día, gracias a sus planes quinquenales para el desarrollo industrial y el pleno empleo que alegaba tener, así como, por la victoria sobre el nazismo.

 [32] La fase del imperialismo supuso el sometimiento total militar, político y económico a la metrópolis, en el que las colonias carecían de iniciativa política y económica. La nueva relación comercial de los nuevos países, surgidos tras la independencia colonial, con los países desarrollados, sustituyó al imperialismo. J. Martínez Peinado; J.M. Vidal Villa, definen esta relación como la internacionalización del capital productivo. El agente principal de este proceso son las empresas multinacionales, que organizan la acumulación a escala mundial a través de la división internacional del trabajo (mano de obra cualificada en los países desarrollados, y no cualificada en los países subdesarrollados) y la segmentación espacial del proceso productivo (Innovación técnica en los países desarrollados, cadenas de montaje en los países subdesarrollados). Economía Mundial (1995).

 [33] Commonwealth of Nations (Comunidad de Naciones) Agrupación política formada por el Reino Unido y un conjunto de Estados soberanos, antiguas colonias inglesas, asociadas por una relación de amistad y solidaridad y unos intereses económicos comunes. La única institución común es la Conferencia de Jefes de Estado.

 [34] El imperialismo económico europeo del siglo XIX, había sido acompañado por una ideología racista según la cual el hombre blanco y la civilización Occidental eran superiores al resto de razas y culturas. Ello justificó la transformación impuesta del modo de vida tradicional precapitalista de millones de habitantes de las colonias. La situación económica que se había llegado a mediados del siglo XX, precisaba del desarrollo autónomo de las colonias para dar salida económica a una población que estaba creciendo de manera importante. Este desarrollo ya no podía articularse bajo las formas tradicionales de vida rurales y se imponía la necesidad de copiar el modelo de optimización económica de la agricultura y el desarrollo del sector industrial como alternativa a la mano de obra excedente, pero estas iniciativas de las metrópolis quedarían desbordadas por la Independencia de las Colonias.

 [35] Si se compara, la relativa facilidad con que los europeos impusieron su dominio militar colonial desde el siglo XVI, y la resistencia que supuso la prolongada lucha de los pueblos colonizados hasta conseguir su independencia, hay que considerar, que en el primer periodo de dominio, el sentimiento político de independencia de los habitantes de las regiones colonizadas era muy precario, ya que fue el desarrollo de las ideas políticas emancipadoras la que permitió organizar una resistencia que, como en el caso de Vietnam, supuso una confrontación militar sin precedentes en la historia de la descolonización.

 [36] En la lucha contra esté fenómeno económico tuvo especial protagonismo la denominada Escuela de Chicago. Los miembros de esta escuela, rechazaban el concepto del fracaso del mercado heredado de la crisis de 1929 y los fundamentos de intervención del Estado en la orientación de la economía.

 [37] Este control tiene relación con la ecuación de Irving Fisher (1867-1947), que establece que los precios están en función de la cantidad de dinero multiplicada por su velocidad y dividido por el numero de transacciones, donde (P) es Precios, (M) la cantidad de dinero en circulación (V) su velocidad o ritmo de circulación, (M’) depósitos bancarios en cuenta corriente (V’) la velocidad de circulación de tales depósitos; (T) el número de transacciones, siendo P = (P*M)+(P’*M’) / T. En la medida que aumenta la masa monetaria o su velocidad y T se mantiene estable o disminuye, los precios suben, a la inversa los precios bajan.

 [38] John K. Galbraith, en Historia de la economía 1989.

 [39] En 1992, tras tres mandatos de Margaret Thacher, alrededor de dos tercios de las industrias estatales habían sido trasladadas al sector privado. Un total de 46 de las principales compañías con 900.000 empleados, habían sido privatizadas y los ingresos del gobierno por estas medidas estuvieron por encima de los 30 mil millones de dólares. La cantidad de personas con acciones se triplicó a 9 millones (20% de la población adulta de Gran Bretaña). Daniel Yergin / Joseph Stanislaw. Pioneros y Líderes de la Globalización (1999).

 [40] El papel del Estado en la resolución de ambas crisis, en la primera dándole protagonismo al Estado, y en la segunda restándoselo, no sido producto de elección de escuelas económicas, sino resultado del desarrollo histórico del capitalismo y de las soluciones más válidas. En 1983, la persistencia en los valores keynesianos hubiera supuesto la profundización de la crisis, y la continuidad de la estanflación, sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, con la mayoría de las infraestructuras destruidas, hubiera sido impensable el crecimiento económico y la construcción del Estado del Bienestar con una política similar a la tomada por los países ricos en la década de los ochenta.

 [41] Paradójicamente los fondos de los préstamos saldrían de la recaudación de la factura petrolera. Un efecto derivado del incremento de los precios del petróleo fue la gran centralización de divisas en manos de magnates y Gobiernos de los países petroleros: los petrodólares, que fluyeron activamente hacia la Banca internacional, japonesa y europea, pero principalmente norteamericana.

 [42] Lo relevante para el deudor es el servicio anual de la deuda, es decir, lo que anualmente se paga en concepto de intereses. Este servicio es el que representa una auténtica sangría financiera para los países deudores. La financiación del servicio de la deuda sólo puede hacerse mediante divisas que obtiene el país fundamentalmente a través de sus exportaciones. Si se tiene en cuenta que con los ingresos por exportaciones se han de pagar los gastos por importaciones, se deduce que el impacto de la crisis de la deuda tuvo necesariamente que reflejarse en la contracción de las importaciones que se redujeron considerablemente durante la década de los ochenta. Economía Mundial. J. Martínez Peinado; J.M. Vidal Villa y otros.1995.

 [43] Los países pobres más endeudados a principios de los ochenta, eran México y Brasil, con cerca de 100.000 millones dólares cada uno, Argentina, Venezuela, Chile, Colombia, Perú. Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Costa Rica, Jamaica y Uruguay seguían por este orden en América Latina. Una deuda de tal magnitud representaba sustanciales porcentajes del PNB de cada país: el 76% del PNB en México, el 51% en Argentina el 66% en Venezuela, el 120% en Chile, el 90% en Bolivia, el 198% en Nicaragua, el 97% en Costa Rica, el 147 en Jamaica y porcentajes inferiores al 50% pero superiores al 30% en el resto de los países de Latinoamérica. Entre 1975 y 1982 la deuda a largo plazo de América Latina casi se cuadriplicó, de 42.500 millones a 176.400 millones de dólares, agregando los préstamos a corto plazo y los créditos del FMI, en 1982 el total de la deuda era de 333.000 millones de dólares. Economía Mundial J. Martínez Peinado- J.M. Vidal Villa y otros (1995).

 [44] La resolución relativa del problema de la deuda, a través de la renegociación de la deuda y sobre todo merced a la aplicación del Plan Brady (cuyas condiciones hacían menos oneroso el pago del servicio de la deuda, y de echo, permitían satisfacer a los Bancos acreedores sin arruinar a los Estados deudores, gracias a una intervención directa en el proceso de los gobiernos respectivos, garantizando cobros y pagos, respectivamente), aunque la aplicación de este plan no representó el final de la crisis, sino una etapa más de su evolución. La llamada <<crisis de la deuda>> sigue condicionando el desarrollo de los países pobres, siendo un paso más en la generalización de la crisis continúa de subdesarrollo de estos países.

 [45] El COMECON (Consejo de Mutua Ayuda Económica) fundado en 1949 constituyó una asociación económica de todos los países del este de Europa bajo la tutela de la URSS.

 [46] La experiencia de los países de economía planificada demuestra que la economía que se sustenta en la satisfacción de las necesidades básicas: alimentos básicos, vivienda, sanidad, infraestructuras y educación, obtiene resultados exitosos, pero cuando este nivel de desarrollo se ha alcanzado en un sector importante de la población, este sector se orienta a cubrir otras necesidades que por no ser radicales no son comunes. De esta manera surge la diversidad en la demanda y la economía estatal que esta organizada para atender demandas homogéneas no puede generar adecuadamente esta oferta. Un ciudadano puede pensar en gastarse sus ahorros en viajar, otro en una segunda residencia, etc., Para generar esta oferta, la economía de mercado ha resultado ser más efectiva.

 [47] Eric Hobsbaawm refiriéndose a este aspecto trae a colación la afirmación de Karl Marx sobre <<la contradicción entre