3. Primer estadio: La acumulación
capitalista originaria (Siglo XVI - 1815)
4. Segundo estadio: El ascenso del
capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna (1815 - 1873)
5. Tercer estadio: La confrontación
de las Potencias Europeas por las áreas de influencia exclusiva, y la primera
desconexión del sistema mundial (1873 - 1945)
6. Cuarto estadio: El final del
enfrentamiento en el Centro del Sistema Económico Mundial, la descolonización y
las nuevas áreas de influencia (1945 - 1989)
7. Quinto estadio: La formación del
espacio comercial mundial (1989 – Siglo XXI)
Quien debe asegurar que las
personas son libres es el Estado, el hombre tiene que ser libre para expresarse,
reunirse y asociarse social y políticamente, pero la práctica ha demostrado que
las relaciones de producción competitivas del más fuerte sobre el más débil
ensalzadas en el darwinismo social desatan en el hombre las pasiones mas bajas
del ser humano como la codicia, la sed de ostentación de riquezas, el racismo y
la xenofobia.
El
liberalismo y el
liberalismo
económico tienen a gala hacer de la libertad el mayor logro del ser humano pero
¿Qué es la libertad? ¿Qué unos pocos detenten la propiedad de los recursos
económicos mientras la mayoría de la población se empobrece? La libertad en
abstracto se asemeja a la competencia de dos corredores uno lisiado y otro no,
en esa libertad el que tiene más recursos tiene más ventaja de ganar la carrera.
La libertad cuando no se sujeta a la supremacía de leyes para que reine la
justicia social se convierte en si misma en la dictadura económica del dinero de
unos pocos para hacer y deshacer a su antojo la economía de toda la sociedad. La
libertad, para que en las relaciones sociales pueda entenderse como tal, debe
ser una libertad justa, de tal manera, que la libertad de una persona debe
terminar donde empiezan los derechos políticos y sociales de la otra.
3. La igualdad
La igualdad entre las personas de
una sociedad es la no discriminación por ninguna razón de la condición humana:
raza sexo, religión etc. Es el derecho de todas las personas a ser iguales ante
la ley, es decir, que todos los delitos deban de ser castigados por igual
independientemente de la condición humana o la posición social. Es la garantía
que tiene que proporcionar el Estado para que todas las personas tengan los
mismos derechos y deberes ante la ley. Sin embargo, ni la libertad ni la
igualdad tal y como están recogidas en las diferentes constituciones que han
conformado las democracias liberales, han podido evitar la injusticia social de
que unos posean grandes fortunas mientras otros padecen miseria; no han podido
evitar, que la libertad de expresión no dependa solo de lo que una persona pueda
opinar sino de los altavoces mediáticos patrocinados por las grandes fortunas, y
no ha podido evitar que la libertad de asociación este en función del dinero
para su promoción. Así pues, ni la libertad ni la igualdad, con independencia de
ser fundamentos esenciales de la convivencia democrática humana aseguran la
conquista de la Fraternidad.
4. La Fraternidad
Si bien la libertad y la igualdad
pueden y deben ser reguladas por la ley, la fraternidad entre la mayoría de los
seres humanos es una virtud humana que está por alcanzar, es un sentimiento de
hermandad donde el amor entre los seres humanos es más fuerte que la ambición de
unos a costa de otros; la fraternidad es un bagaje colectivo al que el género
humano aspira desde el origen de las civilizaciones pero que ha quedado
sepultado bajo los sentimientos de ambición y dominio de los grupos de poder que
la propia sociedad, alienadamente, ha venido y viene aceptando como rectores
necesarios de la colectividad.
La fraternidad como objetivo final de las relaciones de todo el género humano ha
sido objeto de múltiples debates.
Hobbes afirmaría en su
obra <<Leviatan>> que “el hombre es un lobo para el hombre”,
de lo que se deducía, que la fraternidad era una quimera.
En
oposición a esta afirmación,
Rousseau,
consideraba en su
<<Discurso
sobre la desigualdad entre los hombres>> que el ser humano es bueno por naturaleza
y es la sociedad la que la pervierte el alma humana. Este debate llevaría al
estudio antropológico de las sociedades primitivas, en uno de esos
estudios, el antropólogo
Malinoski
atribuyo los indígenas de las islas Trobiand la falta de maldad
verificando en ellos el ideal de Rouseau.
En este debate, Karl Marx, desde
una concepción filosófica materialista, consideró que ambas interpretaciones era validas, el hombre puede ser tan perverso y cruel como lo
pensaba Hobbes y, a su vez, podía ser tan bondadoso y compasivo como lo llegaría a
concebir Rousseau. Marx dedujo que “el hombre es para el hombre, lo que son sus
relaciones de producción” de tal manera que eran lo sistemas económicos
conocidos hasta entonces basados en
el poder del dinero
y la codicia lo que había pervertido la naturaleza de la personas alienándolas
en la superestructura de las ideas, haciendo perversos
a los ricos, envidiosos a los pobres y crueles a la mayoría del género humano.
Desde esos presupuestos, en la
convicción de que el hombre es perfectible en la medida que cambian y se superan
las relaciones de dominación de unas clases sociales sobre otras, de unas naciones sobre otras
y de unos
pueblos sobre otros, nacería el ideal del comunismo como ideología para poner
fin a las relaciones de dominación a escala global, e inaugurar una nueva
civilización basada en la Fraternidad Universal entre todos los seres humanos.
5. La ideología de la Dominación
Global
La existencia de la
ideología de la dominación se sustenta en la existencia de la sumisión, cuando
hay sumisión la dominación y la sumisión conviven en paz, cuando la sumisión se
convierte en rebelión, los dominantes recurren a la fuerza y el sumiso se
convierte en sometido.
La ideología de la
dominación tiene su raíz en los intereses económicos de las minorías sociales
que conforman la clases dominantes imperiales.
Las mayorías sociales están constituidas por el resto de clases sociales que
aceptan la rectoría de estas clases. La proyección global de esta
ideología es siempre constante dando lugar al colonialismo y el neocolonialismo.
El colonialismo prospera cuando los
pueblos colonizados aceptan sumisamente la dominación imperial, y retrocede
cuando los pueblos comienzan a considerarse sometidos.
En la medida que avanza el
colonialismo, las metrópolis imperiales se enriquecen y las relaciones entre las
clases sociales de las naciones imperiales cambian conformando una unidad de
intereses en defensa de los intereses imperiales.
Será a partir del siglo XVI con la
extensión de las potencias europeas a los territorios de ultramar cuando la
ideología de la dominación mundial experimentará su desarrollo, constituyendo Europa el centro de la dominación
global en pugna entre diferentes imperios.
La expansión colonial conlleva la
difusión de ideologías
en diferentes formatos religiosos y
laicos, que permitan
la sumisión de los pueblos colonizados.
En los siglos XVI-XVII-XVIII, la
ideología de la dominación global del sometimiento colonial, se justificaría
en la expansión de la religión.
En el siglo XIX, tras el ascenso al
poder político de las clases liberales burguesas en las metrópolis europeas, la
religión, como justificación para la expansión colonial sería sustituida por la
ideología de la exportación de la avanzada civilización occidental a los pueblos
atrasados del mundo.
En los años treinta-cuarenta del
siglo XX, sería reemplazada por la ideología fascista de la supremacía racial.
Las relaciones de dominación tanto
entre clases sociales, pueblos y naciones han ido cambiando en el transcurso de
la Historia Contemporánea.
En los siglos XVIII y XIX,
la emancipación americana
constituyó el primer gran paso en
cinco siglos para hacer retroceder la ideología de la dominación a escala
mundial en su forma colonial. En el siglo XX, los procesos de descolonización
darían lugar al mosaico global de naciones.
A finales del siglo XX, tras el fin
de la URSS; EEUU se convertiría en el único imperio a escala global.
La
ideología de la dominación mundial adoptaría la forma neocolonial,
por la que todas las naciones del mundo deben estar bajo la tutela
estadounidense.
En el siglo XXI, a escala
global, las relaciones de dominación principales están sustentadas
en dos ideologías supremacistas: la excepcionalidad auto-conferida de EEUU par
a castigar mediante la guerra y sanciones económicas y políticas a las naciones
que no se someten a sus dictados, y el supremacismo sionista de Israel de ser el
Pueblo Elegido por Dios para someter al resto de Pueblos.
El cambio en las relaciones de
dominación que pueden hacer avanzar hacia un modelo de Fraternidad Universal son
las que erosionan la perversión de estas dos ideologías supremacistas y las que
combaten el modelo neocolonial en las relaciones económicas y políticas.
6. La ideología de la Fraternidad
Universal
La fraternidad se ha pretendido
alcanzar mediante la predicación de la misma desde distintas religiones, pero
la práctica de miles de años ha demostrado que el camino para alcanzar la
fraternidad basada solamente en su predicación ha sido un fracaso, incluso ese
mensaje a lo largo de la historia, en ocasiones, se ha instrumentalizado para
promover guerras o persecuciones de colectivos humanos de diferentes religiones.
Las grandes religiones monoteístas
como el Catolicismo y el Islam se autoproclamaron como las únicas y verdaderas,
intentando imponer por la fuerza sus convicciones a otros colectivos humanos. La
institucionalización de estas religiones, introdujeron la intolerancia de unas
con otras y llevaron a enfrentamientos fraticidas. La historia de la
intolerancia entre las religiones monoteístas, instrumentalizadas desde los
grupos de poder, en la práctica, ha sido durante siglos contraria a la
fraternidad universal, pues, la tolerancia entre creencias, aceptada en la
actualidad por estas religiones, excepto por grupos sectarios extremistas, es
uno de los fundamentos para alcanzar la fraternidad universal.
La esperanza de la humanidad en la
conquista de la fraternidad entre naciones y pueblos está en cambiar a escala
global las relaciones de dominación políticas y económicas, que
enajenan la esencia solidaria del ser humano, por unas relaciones basadas en la
colaboración, pero estas nuevas
relaciones no pueden surgir en un país aislado, pues en el vigente sistema
mundial sigue prevaleciendo la lucha por el dominio de de unas naciones sobre otras,
y la supremacía o
excepcionalidad de unos pueblos o naciones para regir el destino de otros.
La nación que ha levantado
un discurso ideológico para avanzar en la formación de unas nuevas relaciones
entre naciones, ha
sido China. Desde
los postulados del marxismo el Partido Comunista de China (PCCh) ha elaborado
una firme propuesta a favor de unas relaciones internacionales de destino
compartido para toda la humanidad, basadas en la colaboración, la igualdad y
el respeto entre naciones que permitan superar la alienación humana de la
dominación.
Si la humanidad avanza por ese
camino, la desconfianza entre naciones se trocará en confianza, el rearme en
desarme, los beneficios económicos unilaterales en beneficios compartidos; la
xenofobia, el racismo y cualquier ideología supremacista carecerán de sentido, y
la civilización fraternal mundial entre naciones y colectivos humanos, como
ideal supremo de todos los comunistas y corrientes de pensamiento con el mismo
objetivo, podrá hacerse
realidad.
La conquista de la fraternidad implica un
cambio civilizatorio a escala planetaria en el que debe estar implicado todo el
género humano.
3. Auge y decadencia de las
ideologías universales
4. Hacia un nuevo paradigma
civilizatorio universal
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1. Introducción
Las civilizaciones a lo largo de la
historia han estado circunscritas a países o regiones, si bien, la humanidad
globalmente se ha desenvuelto en dos grandes civilizaciones: la del Antiguo
Régimen regida por Reyes y emperadores hasta el periodo de la Ilustración y el inicio de la revolución industrial
en el siglo XVIII, donde se alumbrará una
segunda civilización mundial regida por el Estado Nación de soberanía popular, y
la implementación de los combustibles fósiles a gran escala como forma de
transformar la energía en trabajo productivo. Civilización de la cual formamos
parte.
En el presente capítulo, se vierten ideas y conceptos de lo que ha sido el
periplo de la humanidad en los últimos trescientos años, en el cual, se ha ido
conformando, en la memoria colectiva, un legado histórico universal de avances y
fracasos que nos ha situado en el siglo XXI en una coyuntura mundial
donde se precisa rearticular un mensaje de esperanza para el conjunto de la
humanidad. Un mensaje cuya praxis debiera inaugurar una nueva o Tercera
Civilización Mundial para abordar globalmente los graves desequilibrios
socioeconómicos, así como, detener los perversos efectos medioambientales que el
vigente modelo de desarrollo económico y energético está produciendo.
PRIMERA CIVILIZACIÓN MUNDIAL
De Antiguo Régimen regida por Reyes
y Emperadores:
EDAD ANTIGUA
Inicios datos arqueológicos y
escritos hasta:
La caída del imperio Romano (476)
EDAD MEDIA
Final del Imperio Romano hasta:
La caída de Constantinopla (1453)
EDAD MODERNA
Renacimiento al final del siglo XV
hasta:
La Revolución Francesa (1789)
SEGUNDA CIVILIZACIÓN MUNDIAL
De Estados Nación de soberanía
popular, y revolución industrial basada en los combustibles fósiles:
EDAD CONTEMPORÁNEA
Desde la Revolución francesa hasta:
Nuestros días
TERCERA CIVILIZACIÓN MUNDIAL
SIGLO XXI
En la que se logre la superación de
los desequilibrios socioeconómicos mundiales y de los graves efectos
medioambientales que el vigente modelo de desarrollo económico y energético está
produciendo.
2. De la primera a la segunda
Civilización
Con la ilustración en el siglo
XVIII, comenzó una corriente de pensamiento en la que el “ser humano” se
constituyó en el “centro de todas las cosas”, por él debían regirse las normas
sociales, expresadas en los derechos inalienables de las personas. Al fin, tras
siglos de oscurantismo, el siglo de las luces alumbraba un ideal para la
humanidad por el cual la Tierra podía dejar de ser un “Valle de Lágrimas” donde,
en base a las leyes divinas, le había sido negado al ser humano su capacidad de
transformar la realidad social en su propio beneficio. Había llegado para la
humanidad el momento de su periplo histórico, en el que como género, podía
aspirar a lograr la felicidad social en la Tierra porque el hombre era
perfectible y por lo mismo susceptible de alcanzar la felicidad en un paraíso
terrenal y no celestial. De lo que para los ilustrados significó ese gran acto
de fe vivificante dio cuenta Saint-Just (1767-1794), el joven revolucionario
francés quien ante la Convención (1793) afirmó, con una gran simplicidad, lo que
fuera el credo de toda una época: "la felicidad social" -dijo- es una idea
nueva. Una idea que ya había sido recogida en la declaración de independencia de
los Estados Unidos de América del 4 de julio de 1776 y que tuvo su concreción en
el artículo 1 de la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano (24
junio 1793, Año I del gobierno jacobino) por el que se establece: El objetivo de
la sociedad es la felicidad común”.
En esta nueva era que se iniciaba
de la mano de un nuevo pensamiento político, el destino de la humanidad ya no
pertenecía a los designios divinos y de sus representantes en la Tierra, la
soberanía de los pueblos podía dejar de ser “Patrimonio de los Reyes” y los
Reyes, hasta entonces omnipresentes en la historia de la humanidad, comenzaron a
ser cuestionados. Era el principio del final de la Primera Civilización
que
había regido los destinos de la humanidad durante milenios.
El siglo XVIII, o siglo de las
luces inauguró, pues, una Segunda Civilización y lo era, porque rompía con el
paradigma del pensamiento universal, de que la estructura de la sociedad,
sustentada en “incuestionables” leyes divinas y sociales, era inmutable y lo era
también, porque el nuevo pensamiento proporcionaba al género humano la capacidad
de transformar la realidad social, para bien y para mal pero, basándose en su
instinto de conservación y en su humanidad, debía y podía aspirar a construir un
mundo donde la satisfacción de las necesidades básicas, la justicia social y la
libertad de pensamiento abarcaran a todo el género humano sin exclusión.
La Revolución Francesa de 1789 fue
el primer gran revulsivo de la historia de la humanidad, el primer paso práctico
por el que se iniciaba el camino de la transformación política basada en los
derechos de ser humano. La teoría social formulada por ilustrados como Rousseau,
Montesquieu y Voltaire, abrió un nuevo camino a las clases sociales subordinadas
a los poderes absolutistas. Esas clases sociales no solamente podían rebelarse
contra dichos poderes, como ya había ocurrido otras veces en la historia, pero
que siempre habían quedado en simples revueltas ante la falta de un discurso
alternativo al de Dios y sus representantes en la tierra sino que, desde ese
momento, existía un camino diferente para organizar la sociedad, era posible
creer en la igualdad en la libertad y la fraternidad de todos los seres humanos.
Las rebeliones contra los poderes entonces establecidos, dejaron de ser
revueltas y pasaron a ser revoluciones. El mundo comenzó a cambiar de base y los
que hasta entonces “nada” eran, podían aspirar a un mañana en el que todo podía
ser.
Pero esa aspiración que en el
pensamiento parecía irrefutable, en la práctica, se encontró con serios
obstáculos fundamentados en los intereses creados de clases sociales y sectores
de pensamiento del Antiguo Régimen, que veían que el camino hacía ese fin en
beneficio del género humano, contradecía sus intereses particulares y por ello,
se opusieron al mismo. De esta manera el avance hacia tal objetivo emancipador
universal solo podía lograrse mediante la lucha de quienes tenían todo por
ganar, contra los que tenían todo por perder, en la que estos
últimos defenderían con todos los medios a su alcance: su poder económico y
político.
3. Auge y decadencia de las
ideologías universales
El pensamiento liberal, auspiciado
por las nuevas clases emergentes burguesas que detentaban el poder de los medios
de producción acrecentado por la expansión de la revolución industrial, fue el
que barrió políticamente al Antiguo Régimen. Con las desamortizaciones, las
propiedades de los nobles y de la iglesia pasaron a regirse por las leyes del
mercado y la propiedad privada se convirtió en el nuevo paradigma del desarrollo
de las fuerzas productivas. La libertad individual, el triunfo del más fuerte
sobre el más débil era la nueva norma de convivencia. La “nación” sustituía al
“reino” como marco político para el desarrollo económico.
Pero la mayoría de la población que
había creído en el mensaje de la libertad, la igualdad y la fraternidad
universal, vieron como ese mensaje, de nuevo, solamente beneficiaba a unos
pocos. Y en oposición al pensamiento liberal, el socialismo prendió entre
amplios sectores desfavorecidos de obreros y campesinos como ideal universal
emancipador enfrentando al nuevo poder del capitalismo pensado y estructurado
para perpetuar el interés particular de determinadas clases sociales y naciones
por encima del interés general de la humanidad.
La “nación” surgida al calor de
ilustración como soberanía de los pueblos en contra del concepto de soberanía
del Antiguo Régimen basada en reyes, parecía el marco adecuado para avanzar en
el camino hacia la redención socialista universal del género humano, en el que
cada nación protagonizaría su propio cambio a través de la desconexión
geopolítica del capitalismo mundial y la suma de estas naciones socialistas
llevaría al final del capitalismo, es decir, al final de la prevalencia de los
intereses de una “minoría” sobre los universales del género humano.
La conquista revolucionaria del
Estado nacional era pues la condición imprescindible. La trágica experiencia de
la Comuna de París de 1871, llevó a fundamentar a los teóricos del cambio del
capitalismo al socialismo el principio de que la voluntad popular no
garantizaba el cambio pacífico del sistema económico capitalista al socialista,
ni siquiera garantizaba las reformas del propio capitalismo si éstas iban en
contra de los intereses de las clases sociales que detentaban el poder
económico, pues, esas clases, utilizaban todo su poder militar para acabar con
los cambios económicos y políticos. De ese concepto surgió la teoría de que el
poder de transformación de la sociedad no nace de las urnas sino de la punta del
fusil y que una vez tomado el poder, éste, debe mantenerse también a través de
la represión de las clases sociales expulsadas del poder (Teoría que llevaría al
movimiento internacionalista a dividirse entre la II internacional de socialismo
democrático y la III internacional comunista de dictadura del proletariado).
La revolución bolchevique de 1917,
guiada por ese pensamiento y formulada como teoría científica por Lenin en su
obra “El Estado y la Revolución” supuso para millones de personas una luz, un
primer paso en el avance hacia el ideal emancipador del género humano, pero el
propio método revolucionario de toma del poder por la fuerza de las armas y su
estrategia de mantenerlo con una represión sobre ciudadanos y naciones en
el ámbito de lo que, luego se constituiría como Imperio Soviético, comenzó a
cuestionarse entre quienes creían en la emancipación universal de género humano,
si tal estrategia podía llevar a tal fin.
Desde el inicio del siglo XIX, el
capitalismo de las metrópolis europeas fortalecido en las revoluciones liberales
nacionales se expandió militarmente a todo el mundo, justificando con el
pensamiento de la exportación de los valores de la civilización de la
Ilustración a los pueblos atrasados del mundo, lo que era imperialismo colonial
y expolio económico. Pero esta expansión de raíz económica y política, llevaba a
profundas diferencias de intereses de dominio territorial geopolítico entre las
propias potencias, de tal manera que, el poder capitalista se reforzó
militarmente, no solo para frenar posibles cambios sociales en la propia
metrópolis sino para expandir sus áreas de influencia geopolítica. La crisis
económica de 1873 y la larga depresión que le sucedió, traería el final del
entendimiento pacífico entre las potencias occidentales para repartirse el
mundo, y culminó en 1914 en una confrontación sin precedentes: La Primera Guerra
Mundial.
Tras esta guerra el mundo cambio
radicalmente, el nuevo estatus internacional consolidó el predominio Británico y
Francés frente a Alemania. A ese predominio se añadió una nueva potencia con
valores opuestos al capitalismo, la URSS. La depresión de los años treinta
iniciada tras la crisis económica de 1929 volvió a enfrentar a las potencias
capitalistas, pero esta vez, Alemania, la gran derrotada en la Primera Guerra
Mundial y sus aliados Italia y Japón se convirtieron en las potencias emergentes
y trataron de imponer un nuevo orden mundial en el que no habría lugar ni para
las democracias sustentadas en los valores liberales de la Ilustración, ni
para los regímenes socialistas. La guerra contra ambos sistemas políticos llevó
a Alemania a invadir Europa hacia el Oeste y hacia el Este y a Japón a invadir
China, dando lugar a la Segunda Guerra Mundial, que fue la guerra más grande y
devastadora que jamás conoció el género humano.
La crisis económica de 1929 tuvo la
característica de dar un fuerte impulso al sesgo internacionalista de todas las
ideologías emergentes. Por un lado, la revolución bolchevique empeñada en
subvertir el orden capitalista mundial, por otro, el nazismo Alemán y fascismo
Italiano que aspiraban también a instaurar sus sistemas totalitarios no
únicamente en su naciones de origen, sino en el mundo entero. En ese contexto,
las democracias sustentadas en los valores liberales de la Ilustración
entendieron que debían hacer lo mismo, siendo Estados Unidos quien lideraría
esta corriente de pensamiento. La diferencia cualitativa entre la Primera Gran
Guerra y la Segunda fue, pues, que las partes confrontadas no lo hicieron
solamente por ambiciones territoriales sino porque pretendían implantar un
sistema político económico e ideológico a escala planetaria.
En 1945, Alemania, Italia y Japón
fueron derrotados por las fuerzas soviéticas en alianza con EEUU y Gran Bretaña.
En Núremberg, liberales y bolcheviques juzgaron a los vencidos por la
responsabilidad individual en las atrocidades cometidas y a los regímenes nazi y
fascista los sepultaron en el basurero de la historia como los sistemas más
odiosos jamás conocidos. Mas las diferencias entre la corriente bolchevique y la
liberal tapadas por la alianza frente al nazismo, no tardaría en destaparse, la
victoria comunista en China el país más poblado de la Tierra en 1949, puso en
guardia al triunfador de la corriente liberal: EEUU. La primera gran confrontación tendría
lugar en la guerra de Corea, que terminó en 1953 dividiendo a ese país en dos,
en el paralelo 38, eso y la incorporación de las armas atómicas a los arsenales
de EEUU y la URSS, estableció un empate mundial que dejó al mundo dividido en
dos corrientes de pensamiento y zonas geopolíticas que tenían el afán de cambiar
el mundo, exportando, desde la URSS, el sistema bolchevique y, desde Estados
Unidos, la democracia liberal.
Pero a pesar de ese empate que dio
lugar a una larga guerra fría, donde se evitaba el cuerpo a cuerpo, sobre todo
por el miedo a desatar una guerra nuclear, el Primer Mundo el Occidental
liberal, industrial y capitalista liderado por EEUU, y el Segundo Mundo el de la
URSS, industrial y socialista liderado por Rusia, tuvieron un terreno donde
llevar sus aspiraciones expansionistas, un mundo sin industrializar, habitado
por la mayoría de la población mundial, un mundo de pobreza y subordinación a
las antiguas metrópolis imperiales europeas: el Tercer Mundo.
Las viejas potencias coloniales
europeas, relegadas ya como imperios por Estados Unidos, no tuvieron el apoyo de
esta nueva potencia para mantener su poder colonial, y menos interés tenía aun
el otro ganador de la Segunda Guerra Mundial, la URSS. Por otra parte, el
combate de estas dos potencias en el Tercer Mundo estaba más en ganarse aliados
que en buscar una presencia militar directa, pues ello, les hubiera enfrentado a
los sectores sociales más activos de las viejas colonias con afán de gobernarlas
como naciones libres. De tal manera, después de la Segunda Guerra Mundial, tras
el vacío de poder que dejaron los antiguos imperios europeos en sus colonias,
los movimientos de liberación colonial se desarrollaron con inusitado vigor,
rompieron las cadenas que los unían a sus antiguas metrópolis imperiales y
dieron lugar en la segunda mitad del siglo XX a la mayoría de naciones que
constituyen el mosaico internacional del Tercer Mundo en Asia, África y Oceanía.
La emancipación colonial, según la
potencia aliada en el proceso de descolonización, bien Estados Unidos o la URSS,
ampliaba su área de influencia geopolítica respectiva. La confrontación entre
ambas potencias por dominar el proceso descolonizador tuvo su máxima expresión
en la guerra de Vietnam. La URSS ayudando a los comunistas del Viet-Cong y
Estados Unidos con una intervención militar directa. Estados Unidos poseedor
hasta entonces de la maquinaria de guerra más poderosa de la historia, fue
derrotado por un ejército de campesinos. Las imágenes de la precipitada y
bochornosa retirada de sus últimos efectivos de Saigón en 1975 fueron grabadas y
vistas en todos los medios informativos del mundo y dejaron un recuerdo
imborrable para la historia de que el poderío basado solamente en la fuerza de
las armas, sino está apoyado por amplios sectores sociales, está destinado al
fracaso. Una lección que no aprendió la URSS, y que años más tarde tuvo que
experimentarla en la ocupación a Afganistán y en su posterior expulsión de ese
país por los señores de la guerra.
Ambas derrotas anunciaron un
tiempo, consustancial para todos los imperios habidos, y que habían
experimentado previamente una secuencia de tres fases: inicio, auge y
decadencia. 1. los inicios se corresponden con una expansión militar
relativamente rápida donde se incorporan amplios territorios; 2. el período de
auge se corresponde con el mantenimiento del estatus quo territorial basado
principalmente en lo que puede denominarse el poder blando, es decir, la
cultura, la ideología o religión y el desarrollo de infraestructuras; 3. el
período de decadencia se produce a partir de que se precisa de nuevo del poderío
militar, pero no para su expansión sino para su mantenimiento, en esta última
fase todos los imperios han sucumbido.
Las dirigencias militares tanto
soviéticas como norteamericanas, no percibieron que se encontraban en esa
tercera fase militar de su declive, lección ya aprendida en otras guerras por el
imperio colonial francés en Indochina y Argelia, o por el británico en Oriente
Medio y África Oriental.
Por otra parte, las ideologías en
las que se justificaban la ampliación de la influencia soviética o de EEUU
dejaron de ser universales y comenzaron a prevalecer los intereses de las
metrópolis imperiales sobre las propias ideologías. En el caso de la URSS, tras
su deriva imperialista a partir de los años cincuenta de pretender tutelar desde
Moscú a los países bajo su influencia, con la represión en los países del Este
europeo incorporados al área soviética después de la Segunda Guerra Mundial,
donde se impuso por la fuerza la planificación de sus economías en función de
los intereses de Rusia en modelos económicos “socialistas” que tenían el
rechazo de sus habitantes como lo acreditó la apertura de la “primavera de
Praga” en 1968 y su posterior aplastamiento ese mismo año por los tanques del
Pacto de Varsovia. En el caso de EEUU, con el apoyo a los cruentos golpes de
Estado en América Latina para mantener su influencia geopolítica, como fueron,
entre otros, los golpes de Estado en Chile y Argentina, con el fin de frenar los
cambios democráticos liderados por gobiernos que querían implementar reformas
sociales en favor de la mayoría de la población, limitando para ello el poder de
las oligarquías dominantes, y también, con el apoyo a dictaduras sanguinarias
como la de los Somoza en Nicaragua, política que contradecía abiertamente su
mensaje universal de exportación de la democracia.
En el mundo occidental, el
pensamiento universal, instrumentalizado en el caso del “socialismo” por el
Imperio soviético y de la “democracia” por el imperialismo de EEUU, comenzaron a
ser cuestionados por la hipocresía en la que se sustentaban y tuvo su máxima
expresión en la denominada “revolución de Mayo de 1968”, la cual se puede
considerar una rebelión contra la falacia entre la teoría y la práctica de los
discursos universales. Dentro de este movimiento de protesta, en unos casos, se
intentó articular discursos alternativos, en otros, revisar los viejos pero
ninguno tuvo el eco necesario como para recomponer o formular un nuevo discurso
universal capaz de motivar a la sociedades en las diferentes partes del mundo y
éstas, y cada una de ellas, se atrincheraron en las políticas nacionales.
En América Latina, los golpes de
Estado contra los gobiernos reformistas salidos de las urnas, revivieron en la
oposición de izquierdas, el principio de que el único poder político para llevar
adelante las reformas sociales estaba en la “punta del fusil” y un movimiento
guerrillero se extendió por varios países del continente.
En los países que en el tercer
cuarto del siglo XX habían salido del dominio colonial y habían accedido a la
independencia, los gobiernos iniciaron el camino para hacer valer ante sus
sociedades el principio de que la consecución de la independencia política debía
servir no solo para restablecer la dignidad nacional, sino también para hacer
avanzar económicamente a las sociedades respectivas. Pero la crisis económica de
1973 que se prolongaría durante más de una década, tiraría por tierra esas
expectativas. Los países pobres que se habían endeudado para modernizar sus
economías, debido a las características estanflacionarias de la crisis
incrementaron los intereses de las deudas contraídas y éstas paralizaron el
desarrollo económico de la mayoría de los países del Tercer Mundo y los
gobiernos de esos países tuvieron que recurrir a la represión para mantenerse en
el Poder.
El siglo XX, que había comenzado su
andadura pensando en una revolución socialista universal, que había proclamado,
a mediados de siglo ante el fascismo, la vigencia universal de la democracia, en
la recta final del siglo XX fenecían esos valores ante los intereses creados por
las elites dominantes en casi todos los países del mundo. El sueño universal de
libertad, igualdad y fraternidad se desplomaba. Aquellos que habían levantado la
bandera de la democracia apoyaban las dictaduras y se demostraba que quienes
habían levantado la bandera roja del socialismo eran carceleros de
pueblos y naciones. En los años ochenta del siglo XX las ideologías
universalistas estaban agotadas. La riqueza del Tercer Mundo redundaba en las
sociedades de los países ricos, por la transferencia de los intereses de las deudas
de los países
pobres a los países ricos y por el intercambio desigual de mercancías, por ello, la
mayoría social de los países ricos no precisaba ningún discurso universal
redentor y podían mirar para otro lado cuando sus gobiernos democráticos
apoyaban a siniestras dictaduras en el Tercer Mundo. En la URSS, el régimen
perdía apoyo popular ante el atraso económico respecto de Occidente por eso la
dirigencia soviética tuvo que recurrir, cada vez más, a la represión para
mantenerse en el poder.
Existía, pues, un agotamiento
ideológico mundial. Lo que sostenía a Occidente era su alto estatus económico,
pero en la URSS la economía se había articulado no en base al desarrollo de las
fuerzas productivas en interés de la sociedad sino en base a la
defensa militar. El abandono de las necesidades de la sociedad como eje central
del desarrollo económico generó una economía sumergida que era la que regía la
demanda interna, y una nueva clase social surgida de las camarillas de
burócratas bien situados en el aparato del Estado eran sus beneficiarios. Eso
llevó a que esa misma clase de funcionarios aspirara a un Estado político en el
que sus intereses fueran legales. Y paradójicamente, la patria donde se había
levantado un sistema social inspirado en el marxismo, veía como se cumplía uno
de los principios con los que Marx había fundamentado sus tesis de los cambios
históricos: “la contradicción que en un momento histórico determinado se produce
entre la necesidad social del desarrollo de las fuerzas productivas y las
relaciones de producción obsoletas existentes para propiciar ese desarrollo”,
contradicción que había dado el triunfo a la burguesía frente al Antiguo Régimen
en el siglo XIX y que daba ahora el triunfo a la nueva burguesía rusa frente al
anquilosado régimen soviético. Todo se juntó, y en 1989 explotó el sistema
soviético, afortunadamente de manera incruenta, los países del Este Europeo se
independizaron de la tutela de la antigua URSS y Rusia entró en la última década del
siglo en un proceso de disgregación social y política.
“A China solo le puede salvar el
socialismo” era el eslogan del Partido Comunista de China (PCCh) en su lucha
contra la ocupación japonesa y en la posterior guerra civil librada contra las
fuerzas del Koumitang, frase que se hizo realidad cuando Mao Zedong proclamó en
1949 en Pekín la fundación de la República Popular de China, con la frase,
¡China se ha puesto en pie!
“Solo China puede salvar el
socialismo” fue el eslogan al que se aferraron los dirigentes del PCCh ante el
retroceso mundial del denominado “socialismo real” iniciado con la caída del
“muro de Berlín” en 1989.
Entre ambas fechas que coinciden
con el período de la Guerra Fría, China vivió aislada del mundo, no era algo
nuevo, pues, hasta la ocupación semicolonial británica y la posterior ocupación
japonesa, China el país más populoso y avanzado hasta el siglo XVII de nuestra
era, había creído que fuera de sus fronteras solo existían bárbaros y que China
unía todo lo que había de importante bajo el cielo.
En el periodo de la Guerra
Fría en el que la construcción del socialismo a escala planetaria se
fundamentaba en la progresiva desconexión económica de países del sistema
capitalista, la tradición histórica de China encajaba bien en ese modelo. Pero
la caída de la URSS, supuso una lección
que los dirigentes Chinos aprendieron rápido, comprendieron que los tiempos
estaban cambiando y que había que “avanzar al paso del tiempo”.
El proceso de
reforma y apertura iniciado por Deng Xiaoping en 1979 pasó a una fase acelerada
impulsado por la política económica de "economía socialista y de mercado",
socialista para los campesinos y socialista y capitalista en las zonas
industriales específicas de la costa oriental de China para el desarrollo
económico; por otra parte, la política de un "país con dos sistemas” permitió la
incorporación de Macao y Hong Kong a la soberanía China respetando sus modelos
políticos y administrativos.
China comenzó a crecer económicamente como ningún
país lo había hecho nunca desde la revolución industrial y cientos de millones
de personas comenzaron a salir del atraso y la miseria. El PCCh sorteo la crisis
ideológica desarrollando el aspecto nacionalista de su ideario, dejando para
otro tiempo histórico el objetivo comunista de la redención del género humano
bajo la premisa de que cada nación sin injerencias externas encontraría su
camino de desarrollo y prosperidad.
La última década del siglo XX
supuso el final de las ideologías universales tal y como las concibieron en su
praxis los teóricos liberales y socialistas del siglo XIX, “la práctica, único
criterio científico e histórico de verdad” proclamado por Marx, así lo
atestiguaba. Al mismo tiempo, en muchos de los países del Tercer Mundo, sus
habitantes veían como las ideologías políticas universalistas en las que se
habían apoyado los dirigentes de los movimientos independentistas, una vez éstos
en el gobierno, no habían sido capaces, en su recorrido histórico desde la
proclamación de la
independencia hasta el final del siglo XX, de propiciar un desarrollo económico
de las economías nacionales favorable a la mayoría de la población.
El término
“países en vías de desarrollo” utilizado para definir a los países pobres, se
desveló como un eufemismo sin contenido real, porque los pobres cada vez eran
más pobres, y nadie sabía cuanto tiempo era necesario para culminar el
desarrollo prometido. Las economías de esos países seguían sustentándose
básicamente en ser suministradores de materias primas de los países ricos, y el
declive y retroceso de las economías agrarias de autoconsumo para rentabilizar los espacios
agrarios expulsaban a millones de campesinos a la periferia de las
ciudades, conformando grandes aglomeraciones en asentamientos humanos carentes de
las infraestructuras básicas como alcantarillados, luz y agua potable; hábitats
donde la subsistencia se aseguraba a través del desarrollo de un sector
económico informal desligado de las actividades productivas.
Al final del siglo XX, los pobres del planeta quedaron, pues, huérfanos de la teoría científica
transformadora y revolucionaria por la cual todo el género humano debía
beneficiarse por igual de los avances técnicos, científicos, sanitarios y
educativos, así como de los recursos energéticos y alimentarios.
Y, tal vez por ello, en la década final del siglo XX, cuando la esperanza transformadora universal se ha
agotado, es cuando se comienzan a gestar los grandes movimientos migratorios de
los países pobres a los países ricos. Las fronteras de las naciones que
constituían el mosaico de los países pobres, y por las que arduamente se había
luchado por su independencia y por el desarrollo económico, eran percibidas por
gran parte de sus habitantes como prisiones de miseria y éstos, comenzaron a
asaltar la fortaleza de los países ricos, arriesgando en ello su vida, cruzando
desiertos a pie, océanos en barcazas de pesca. Los que conseguían atravesar sus
murallas, veían que la tierra prometida no era tal y caían en redes de
explotación de jornadas intensas de trabajo por escasos salarios, pero esta
explotación era considerada, por muchos, como un mal menor ante la desesperanza
de pensar, que en su país de origen, nunca tendrían un porvenir mejor.
4. Hacia un nuevo paradigma
civilizatorio universal
En este emergente escenario mundial
tras el fracaso en la práctica de las ideologías con vocación universalista,
liberal y socialista, al que contribuyeron las dos grandes potencias que las
instrumentalizaron en su propio beneficio, EEUU y la extinta URSS ¿Cabe pensar
que el proyecto de una humanidad regida por los valores de libertad, igualdad y
fraternidad son una utopía? ¿Cabe pensar que el género humano se ha detenido en
su afán por transformar la sociedad en la búsqueda de esos valores comunes a
todas las ideologías, sean liberales o socialistas, nacidas de los ideales de la
Ilustración, por las que la humanidad creyó que la felicidad social en la tierra
era posible? Si la humanidad aceptó con resignación durante milenios que la
Tierra era un valle de lágrimas y que solo en otro mundo metafísico dejaría de
serlo ¿Se ha vuelto de nuevo a esa situación del pensamiento universal?
Cabe
pensar que no, y cabe hacerlo, porque tras un recorrido histórico de doscientos
años de lucha por esos ideales, la voluntad transformadora sigue vigente y
la
resignación pertenece ya al oscurantismo de otra civilización que fue sepultada
en el siglo de las luces, y cabe también pensar que no, porque los desheredados
de la tierra quieren salir de su situación de pobreza y la humanidad se enfrenta
a problemas como el cambio climático, la malnutrición, las enfermedades y el
analfabetismo, problemas que necesitan de soluciones globales.
Lo que ha fracasado, no son, pues,
esos grandes ideales, sino el camino trazado por los teóricos del liberalismo y
socialismo del siglo XIX. El recorrido histórico ha desbrozado lo verdadero de
lo falso. Lo falso ha sido que la verdad de unos no se puede imponer por la
fuerza a otros, pretexto bajo el que actuaron los imperios coloniales europeos,
el imperialismo de EEUU y el de la antigua URSS. Lo verdadero es que el género
humano ha extraído de ese camino de dolor, la experiencia de que solo es posible
avanzar desde el diálogo, el respeto y el entendimiento entre el mosaico de
naciones surgidas desde el siglo XVIII tras un doloroso parto de guerras, y lo
verdadero es también que el ritmo de los cambios políticos y sociales lo deben
marcar los propios ciudadanos de cada nación.
Después de dos siglos se ha dado
con el método pacífico y científico de cambio. El poder transformador ya no nace
de la punta del fusil sino del respeto entre naciones y de la democracia interna
en cada una de ellas. Pero el método no significa el cambio, sino las bases para
fundamentar el cambio. Lo que hará que el cambio se ponga en marcha es la
necesidad de las naciones en colaborar para afrontar los graves problemas que
tiene la humanidad.
No obstante, si bien el marco de las naciones es la base
sobre la que deben fundamentarse las transformaciones mundiales, el enemigo
número uno para llevar adelante esas transformaciones, paradójicamente, es la
concepción retrógrada de exaltación de la competencia entre naciones. Durante
los siglos XIX y XX la competencia entre imperios y naciones se justificaba
porque ante todo, lo que debía prevalecer era el bienestar de cada nación sobre
el resto. Se trataba de sacar beneficio unilateral y ello llevaba al
enfrentamiento, ese modelo vigente en la conciencia de la mayoría de las
sociedades de muchas naciones, principalmente de las que fueron antiguos
imperios coloniales, sigue siendo una de las herencias negativas del proceso de
fundación de las naciones.
El objetivo de las naciones debe ser su integración
por superación de las diferencias, al entender que en la colaboración hay más
beneficio que en la competencia siendo las propias naciones quienes vayan
determinando los ritmos de integración en las relaciones políticas y económicas.
Es evidente que las sociedades más
enrocadas en el paradigma de confrontación entre naciones, en lugar del
entendimiento, son aquellas en las cuales su grado de bienestar ha alcanzado un
alto desarrollo, pues entienden que los postulados políticos universales pueden
perjudicar su estatus.
Serán pues los países o regiones del mundo más poblados y
emergentes económica y políticamente los más interesados en un proceso
integrador. No obstante, el posible avance en un proceso de entendimiento entre
naciones a escala mundial dependerá de las naciones que tienen más poder
económico y capacidad de decisión para implementar políticas globales por su
peso económico y demográfico.
Una nueva realidad política parece,
pues, que comienza a abrirse camino con el final de la hegemonía mundial
Occidental: la formación de un mundo multipolar, donde los nuevos polos
geopolíticos emergentes estarían de acuerdo en las relaciones entre iguales, es
decir, sin ambiciones imperialistas como superación de las dramáticas
experiencias históricas vividas, como fue en China la larga guerra contra la
ocupación japonesa, en los países latinoamericanos el largo período de
subordinación política a su vecino del norte y el azote de los golpes de Estado,
o en el caso de Rusia, por la amarga experiencia del Imperio Soviético que le
arrastró al caos como nación en la última década del siglo XX.
Por otra parte,
los países que no son “polo” también están interesados en que se desarrolle un
mundo multipolar porque les permite establecer sus relaciones internacionales
preferentes en libre competencia, en lugar de depender exclusivamente de
Occidente, habiéndose convertido China por sus extraordinarios avances
económicos sociales y tecnológicos en un nuevo referente mundial.
Las relaciones políticas que
mantienen los países con China, se pueden dividir en dos grandes apartados. En
el primero estarían los países Occidentales o países ricos, y en el segundo, los
países países emergentes entre los que destacan por su importancia Brasil, Rusia
e India. La relación de Occidente con China, es una relación de amor, odio, una
relación que ha venido a denominarse para China en la política de “golpe y
contacto”. Occidente se ha beneficiado en los últimos años de los productos de
exportación baratos de China y tras la crisis económica del 2008 espera
beneficiarse de la reactivación interna de China. Pero este interés es
contradictorio, pues, si bien Occidente desea que China se reactive
económicamente para beneficiarse de su crecimiento también teme las
consecuencias políticas que implica un mayor peso económico y político de China
en la esfera internacional.
A diferencia, de este bloque de países, la relación
de los países del Tercer Mundo y países emergentes con China es diferente. Su
relación se basa únicamente en la política de “contacto”, pues, China constituye
una alternativa de oportunidades económicas frente a la dependencia que han
tenido y tienen del consumismo de los países ricos y no temen la influencia
política China, pues esta nación secularmente ha basado sus relaciones con otras
naciones en el respeto de los asuntos políticos internos de cada país.
El sistema político vigente en
China se basa en el sistema de partidos del Frente Único liderados por el PCCh
que dio lugar a la fundación en 1949 de la actual Republica Popular en la parte
continental de China, de la que quedó excluido el Kuomitang por la confrontación
militar entre ambos bandos, quedando este partido recluido en la isla de Taiwán.
Las décadas de reforma y apertura en China han sido un gran paso adelante en
materia de avances económicos, sociales y desarrollo legislativo para
conformarse como un Estado de derecho que se perfecciona continuamente basado en
el principio de Deng Xiaoping de “caminar al paso de los tiempos”.
El gobierno de EEUU, tras la
desaparición de la URSS, debido a sus intereses creados como potencia imperial
exclusiva a nivel global sigue aferrado a anteponer en las
relaciones con otros países, la fuerza y la injerencia para conseguir su prevalencia como potencia
global.
Sería deseable, que EEUU abandonara está política arrogante en
favor de una política de diálogo entre iguales con el resto de países del mundo.
Las relaciones de EEUU y de China
constituyen la relaciones internacionales más importantes a escala global y lo
serán por mucho tiempo, desde China se aboga por poner fin a la confrontación y
establecer un nuevo paradigma basado el
respeto entre naciones que posibilite un cambio cualitativo en las relaciones
con el resto de naciones del mundo hacia un estadio superior político de
gobernanza global.
No obstante, el liderazgo del
proceso integrador entre naciones no va a depender solamente de la fortaleza
económica, sino también de la emergencia política en el pensamiento y proyectos
integradores de las naciones comprometidas con ese ideario.
En América Latina desde el comienzo
del siglo XXI está surgiendo un nuevo pensamiento político basado en la
integración de las naciones y de desarrollo democrático con inclusión social, si
bien, la profundidad y el alcance del ideario político universal que mueve la
integración está por determinar.
El sujeto trasformador mundial en
favor del conjunto de la humanidad está, pues, en las naciones que lideran los
procesos económicos y políticos de integración regional, que buscan las ventajas en el entendimiento y
no en la competencia, y en las sociedades que apuestan por
formar parte de un conjunto de naciones en un nivel superior de relaciones, no
para competir entre bloques sino para colaborar a favor del bienestar del género
humano.
Estos son los grandes postulados que pueden redimir al género humano de
las guerras, de las armas atómicas, el racismo y la xenofobia y que pueden
propiciar la colaboración necesaria para enfrentar con garantía de éxito los
graves problemas medioambientales y la pobreza en el mundo.
3. Primer estadio: La acumulación
capitalista originaria (Siglo XVI - 1815)
4. Segundo estadio: El ascenso del
capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna (1815 - 1873)
5. Tercer estadio: La confrontación
de las Potencias Europeas por las áreas de influencia exclusiva, y la primera
desconexión del sistema mundial (1873 - 1945)
6. Cuarto estadio: El final del
enfrentamiento en el Centro del Sistema Económico Mundial, la descolonización y
las nuevas áreas de influencia (1945 - 1989)
7. Quinto estadio: La formación del
espacio comercial mundial (1989 – Siglo XXI)
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1. Introducción
Una visión aproximada de la gran
transformación del mundo contemporáneo de los últimos 500 años, la podemos
obtener, si comparamos social, económica y políticamente, el mundo existente en
la mitad del segundo milenio de nuestra era, entre los siglos XV - XVI, y el mundo del siglo
XXI.
En el siglo XV, la sociedad era
básicamente rural, con la mayoría de la población activa empleada en el sector
agrícola, con un crecimiento demográfico mínimo equilibrado entre la mortalidad
y la natalidad, con economías basadas, salvo excepciones, en el valor de uso con
pequeños intercambios comerciales en el ámbito local, con escasas innovaciones
técnicas adaptadas a un uso primario de las fuentes de energía, y con regímenes
políticos despóticos.
A diferencia, a partir del siglo
XVIII, se iniciará una profunda transformación de la sociedad rural a la urbana,
un crecimiento demográfico sin precedentes, con una economía basada en el valor
de cambio e intercambios comerciales de larga distancia en el ámbito mundial,
con importantes avances técnicos que han permitido un alta transformación de
diferentes fuentes energéticas en trabajo, y un orden mundial basado en las
naciones [1].
La historia de esta profunda
transformación de la humanidad es la historia de la formación de la “Economía
Mundo” [2]; basada en un cambio de las relaciones de producción tanto entre las
clases sociales como entre países, que propició el surgimiento del “Capitalismo”
y se desarrolló a través de diferentes fases económicas en estadios progresivos
de acumulación de capital en un ciclo de: inversión–beneficio –inversión; que se
repite permanentemente, a pesar de las crisis cíclicas [3].
La transformación se produjo
principalmente por la dinámica económica que se impuso desde los Centros
originarios del capitalismo [4].
La formación de capital que dio
lugar al funcionamiento capitalista industrial a gran escala precisó de una
primera acumulación originaria, que no se produjo en el taller del artesano sino
en la explotación de las colonias, principalmente a través de las sociedades
mercantiles de los siglos XVI, XVII y XVIII.
Marx en el capítulo XXIV de su obra <<El
Capital>>, describe con crudeza la acumulación originaria de capital de los
países de capitalismo emergente a expensas de la explotación de regiones del
mundo que, por su función subordinada en las relaciones económicas a las metrópolis
imperiales, constituirían la Periferia del
Sistema Económico Mundial [5], hasta su progresiva emancipación política durante
los siglos XVIII, XIX y XX.
No obstante, se puede considerar,
que el volumen o masa crítica de desarrollo del capitalismo para dar el
salto
cualitativo que le permitió regir indiscutiblemente los destinos económicos del
mundo no se daría hasta la revolución industrial y las revoluciones liberales en
el siglo XIX, afirmándose definitivamente el funcionamiento capitalista de las
diferentes metrópolis que dominaban en régimen colonial amplias regiones del
planeta [6].
2. La formación histórica de la
economía mundo
En este capítulo se explica el
desarrollo histórico de la economía mundo desde sus orígenes capitalistas hasta
el siglo XXI dividido en cinco estadios, que responden a cinco concepciones de
organización del espacio económico mundo.
El primer estadio, se corresponde
con la gestación del sistema capitalista, y se inicia a finales del medievo de
forma marginal en las ciudades europeas, y posteriormente desde el siglo XVI al
XVIII, en el ámbito de los Estados absolutistas europeos, basado en el sistema
denominado “Mercantilismo”, en el que los territorios de ultramar, distribuidos
según áreas de influencia exclusivas de las diferentes metrópolis, contribuían
al desarrollo económico de éstas.
El segundo,
comprende el periodo 1815-1873 y corresponde a la formación de las naciones en
el Centro del Sistema Económico mundial, el desarrollo
de las economías nacionales basadas en desarrollo industrial y gobernadas bajo
los postulados del “Liberalismo Económico”, en el que perdió vigencia el
sistema de protección comercial entre las metrópolis y sus áreas geopolíticas de
influencia, y se impuso el desarrollo económico basado en el libre comercio
mundial.
El tercero, pertenece al periodo
1873-1945, que se caracterizó, con la excepción de la década de 1920, por un retorno a las barreras proteccionistas
comerciales entre los países que constituían el núcleo del desarrollo
capitalista mundial, dando lugar al modelo de desarrollo capitalista
imperialista basado en áreas de influencia en régimen colonial exclusivo, lo que
propicio la disputa por el dominio de las mismas para su expansión económica,
periodo en el que tuvo lugar la 1º y 2º Guerra Mundial, y donde se produce la
primera desconexión geopolítica del sistema capitalista mundial [7] que dio
lugar a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El cuarto, surge tras la Segunda
Guerra Mundial (1945) y dura hasta la desaparición de la URRS (1989), periodo
donde se conforman tres realidades geopolíticas diferentes:
La primera formada por el núcleo
desarrollado capitalista, donde se impone la colaboración económica, se
establecen acuerdos e instituciones para el desarrollo económico en el ámbito
mundial, que daría lugar al espacio del primer mundo.
Una segunda formada por las
desconexiones del sistema capitalista mundial de los países industrializados
denominados de “socialismo real”, que constituiría el Segundo Mundo.
Y una tercera, formada por países
marginales en el sistema capitalista mundial como América Latina, pero
principalmente por las colonias o semicolonias que habían constituido hasta
entonces la Periferia del Sistema Económico Mundial, que accederían masivamente
a la independencia en la segunda mitad del siglo XX, poniendo fin al
imperialismo colonial, dando lugar a las nuevas naciones que formarían el Tercer
Mundo.
El quinto y último estadio, tras el
final del imperialismo colonial y el derrumbamiento de la URSS, está
protagonizado por la formación del espacio único comercial mundial, el cual ha
tenido como objetivo el final de las fronteras comerciales nacionales en unas
relaciones de libre mercado.
Aunque todavía no existe un
recorrido histórico que pueda definir claramente un
Sexto Estadio, la crisis financiera global del 2008 ha abierto una
nueva era en el que la Economía mundo está cambiando profundamente por el auge
de los países BRICS.
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3. Primer estadio: La acumulación
capitalista originaria (Siglo XVI - 1815)
Los orígenes de la formación de la
economía mundo, tendrían lugar en el siglo XVI en el centro de Europa, las
guerras de religión tuvieron una motivación de fondo económica, propiciada por
el interés de nobles y comerciantes burgueses que aspiraban a gobernar en
ámbitos políticos que les permitiera incrementar su capital. Estos sectores
sociales, eran contrarios a la tutela económica de la iglesia y de las
monarquías absolutistas unidas religiosamente a Roma. La negación de la
autoridad Papal era la mejor justificación teológica de no someterse a los
dictados de los Estados absolutistas, permitiendo a las ciudades un
funcionamiento autónomo. El protestantismo constituyó la base ideológica sobre
la que los capitalistas articularían la independencia de espacios económicos
regidos por el valor de cambio y la propiedad privada de los medios de producción,
propiedad sujeta a su vez a las leyes del mercado, siendo Holanda en el siglo XVI y parte del XVII, la vanguardia en el desarrollo de este modelo económico
que pasaría a denominarse con posterioridad “Capitalismo” [8].
Durante el siglo XVI, el dominio
del Mediterráneo oriental por el Imperio Otomano conllevó el bloqueo de las
rutas comerciales hacia Oriente. Ello propició que las rutas atlánticas por
Occidente cobraran especial importancia, los países europeos atlánticos vieron
revalorizarse su posición geopolítica con la explotación de las rutas marítimas
occidentales. Los portugueses a través del cabo de Buena Esperanza hacia las
Indias Orientales, los españoles con el descubrimiento de las Indias
Occidentales (América); e Inglaterra y Holanda que ganarán en importancia con
posterioridad a costa de portugueses y españoles. El uso de estas rutas permitió
la afluencia de oro, plata y productos exóticos hacia Europa. Durante la Edad
Media, las relaciones de los países europeos con el Oriente asiático habían sido
comerciales, pero a partir de que el comercio de larga distancia cobró
importancia estas relaciones cambiaron, las potencias europeas con salida al
océano Atlántico iniciaron el sometimiento político y militar de la parte del
mundo que con posterioridad constituiría la Periferia del sistema económico
mundo. El Centro europeo se iría reforzando en la medida que se incrementaba el
sometimiento de las áreas periféricas. En América los españoles sometieron a las
grandes culturas, Inca en el altiplano andino y, Azteca en Centroamérica; en
Asia y África, portugueses, ingleses y holandeses, a partir de pequeños
enclaves, irían sometiendo a amplias regiones de esos continentes [9].
Los Estados absolutistas tendían a
controlar el mercado del oro y de la plata [10], pero necesitaban de los
propietarios burgueses para la producción y comercio de manufacturas. Por ello,
hasta el siglo XVIII, se establecería a pesar de conflictos importantes,
espacios de colaboración entre burgueses y las monarquías despóticas europeas
para articular mejor el desarrollo del incipiente capitalismo, basado
principalmente en el comercio de mercancías, siendo las naciones más
beneficiadas Inglaterra, Holanda y Francia, quedando paulatinamente relegada
España.
En esta fase originaria de
acumulación capitalista, las colonias constituidas por la parte del mundo
entonces sometida a las potencias europeas, tuvo ya en la América Hispánica, el
Caribe, la India, y áreas de la costa, africana, asiática y de Oceanía, una
transformación importante, se acabó en diversas partes con economías de
subsistencia, sustituyéndolas por plantaciones orientadas al consumo de las
metrópolis o por explotaciones mineras para la obtención de metales preciosos,
donde decenas de miles de esclavos, o en régimen de semiesclavitud como la mita
[11] trabajaban para la economía de las potencias europeas, principalmente de
Holanda, Inglaterra, Francia y España [12].
La burguesía de las ciudades
europeas más importantes, surgida de los burgos medievales consiguió una
importante acumulación de capital que lo reinvirtió en transformar las
relaciones de producción, hasta entonces las mercancías industriales se
producían en el taller artesano sometido a una estructura gremial jerárquica de
maestros y oficiales; la burguesía transformó el taller artesano sustituyéndolo
por el taller manufacturero basado en el trabajo a domicilio, donde el obrero
elaboraba el producto completamente, con posterioridad surgiría la fábrica donde
se introdujo la división técnica, limitándose el obrero a realizar una función
del proceso productivo.
El mercado interno, basado en
amplias regiones de Europa en la feria medieval local, evolucionó por la presión
del comercio de larga distancia. El mercado local tendía a regular su propio
comercio con protecciones arancelarias entre ciudades, en la práctica, esto
significaba que las ciudades planteaban obstáculos para la formación del mercado
nacional por el que presionaba para su apertura el comerciante mayorista de productos de
ultramar, fue está presión lo que llevaría a primer plano el criterio
territorial de la nación como articulador del mercado interno. En los siglos XVI
y XVII, la acción deliberada de los Estados Absolutistas impulsó el sistema
mercantilista entre ciudades, acabando con el particularismo del mercado local
al suprimir las barreras aduaneras internas, allanando el camino para un mercado
nacional y dando lugar a un sistema mercantilista de protección aduanera
nacional. Esta organización del mercado fue una de las bases del poder absoluto
de las monarquías europeas [13].
El comercio del oro y de la plata,
extraída directamente de las minas de los dominios de las potencias europeas,
era monopolizado por el Estado para su inversión en las guerras europeas, pero
el comercio de mercancías de larga distancia estuvo en manos de comerciantes o
asociaciones que aunaban sus esfuerzos y sus capitales para una tarea común o
para alguna expedición mercantil. Los orígenes de estas asociaciones, pueden
encontrase ya en los gremios medievales. En el siglo XV los <<mercaderes
aventureros>>, mercaderes que vendían telas inglesas en el continente, se
agruparon en una federación que fue ganando fuerza con el tiempo.
Durante los siglos XVI y XVII se
fundaron las compañías para el tráfico de larga distancia como la Compañía
Holandesa, la Compañía Británica de la Indias Orientales y la Compañía francesa
de las Indias Orientales y estuvieron operativas grandes periodos de tiempo que
en el caso de la Británica comprendió desde 1600 a 1874. Cada una de estas
compañías gozó de un monopolio concedido para explotar las regiones que se le
habían asignado o que habían escogido. Todas ellas se veían asimismo en la
necesidad de resistir, mediante el uso o la amenaza de las armas, la penetración
de los restantes monopolios nacionales a quienes también se habían otorgado
privilegios similares. De esta forma, las empresas hicieron su aparición no sólo
como instrumentos comerciales sino también bélicos.
A fines del siglo XVII y principios
del XVIII prosiguieron el registro de compañías, con una creciente variedad de
objetivos. Mediante este proceso, tanto el comercio con las colonias americanas
como el gobierno de las mismas quedaron en manos de compañías registradas. Estas
compañías se beneficiaron de la revolución de los precios, o sea, de la
inflación, ocurrida durante los siglos XVI y XVII. Las compañías se dieron
cuenta que era más beneficioso poseer mercancías porque siempre las podían
revender a un precio mayor, lo que supuso una influencia favorable para el
comercio de mercancías, pues la inflación puso de manifiesto el fetichismo del
oro y de la plata [14], de tal manera que los comerciantes se enriquecían
mientras que los Estados se endeudaban [15]. Esta afluencia de dinero en manos
privadas llevaría con posterioridad a que surgieran las bolsas de valores de
París y Londres.
4. Segundo estadio: El ascenso del
capitalismo al poder político y la formación de la nación moderna (1815 - 1873)
Desde el siglo XVI, en la medida
que aumentaba el enriquecimiento de la emergente burguesía, se hacía más patente
la necesidad de una nueva organización político-económica que superase la
dualidad en la que se movía el sistema político del Antiguo Régimen, que se
manifestaba, por una parte, en el interés de la nobleza y la iglesia de
continuar con el sistema del régimen estamental heredado de la Edad Media,
representado en el despotismo absoluto de las monarquías europeas y, por otra
parte, en la necesidad que tenían comerciantes e industriales con grandes sumas
de dinero, de un cambio institucional que les posibilitase estar representados
en los órganos de decisión y legislación del Estado.
Progresivamente, se iría
evidenciando que el sistema político jurídico del Antiguo Régimen era inviable
para integrar la nueva dinámica capitalista. Esta incompatibilidad se expresaría
en la imposibilidad legal de reinversión de grandes sumas de capital en manos de
burgueses, en el valor material más importante de la época, <<la tierra de
cultivo>>, al estar ésta amparada en el régimen jurídico estamental que prohibía
su venta y cuya titularidad estaba en manos de los grandes terratenientes y de
la iglesia.
La constitución de la República de
Holanda en el siglo XVI, la revolución <<Gloriosa>> inglesa en el siglo XVII y
la revolución francesa en el siglo XVIII serán los paradigmas de las primeras
rupturas con los regímenes absolutistas. Pero sería la emancipación de las trece
colonias de América del Norte y la formación de los Estados Unidos de América,
la base del sistema capitalista más genuino surgido en ese momento histórico
[16].
Durante el siglo XIX, las
revoluciones burguesas liberales acabarían casi totalmente con el Antiguo
Régimen en Europa, pasando la tierra con las desamortizaciones al dominio del mercado, ello dio lugar a un
nuevo sistema político social y económico sin lastres feudales, que además
permitió liberar suficiente mano de obra para la explotación fabril. En
Inglaterra, el gran
paso por el que la mano de obra paso a regularse directamente por el mercado fue
la abolición de la ley de Speenhaland en 1834, ley que impedía la
formación de un mercado de trabajo nacional, al estar vinculada la mano de obra
a las parroquias [17]. A partir de esta fecha, la tierra, el dinero y la mano de
obra se reguló por las leyes de la economía de mercado. El nuevo Estado burgués
basado en el ámbito de la nación, favoreció la expansión de la acumulación
capitalista.
Inglaterra se beneficio de la
combinación de una serie de condiciones sociales, económicas, políticas y
técnicas que dio lugar a la “Revolución Industrial” y que marcaría el porvenir
del capitalismo. No estuvo basada en grandes proyectos técnicos o de desarrollo
militar sino que tuvo su origen en la mejora de la producción de objetos de
amplia utilización práctica, y en especial con la producción de tejidos de
algodón [18].
La revolución industrial se apoyó
en los fuertes incrementos de la productividad, hechos posibles mediante la
división del trabajo. Adicionalmente, la división del trabajo simplificó las
operaciones individuales y proporcionó oportunidades de empleo en la industria a
trabajadores no cualificados profesionalmente. Más trabajadores, significó más
poder de compra, lo que, a su vez, contribuyó al desarrollo de la sociedad y la
industria en su conjunto. El fuerte incremento de la productividad fue la
verdadera significación de la Primera Revolución Industrial.
La integración de miembros de la
clase trabajadora en una creciente clase media por encima del nivel de pobreza,
estimuló un mercado de artículos de consumo corriente de uso diario, como el
vestido y el menaje del hogar que ya no podía ser satisfecha por los antiguos
medios de trabajo, sino que necesitaba de una producción industrial organizada
sobre la base de nuevas máquinas movidas por nuevas fuentes de energía y por
abundante mano de obra. La invención de la máquina de vapor permitió la
utilización masiva del carbón para la conversión de la energía en trabajo con
fines industriales en proporciones hasta entonces desconocidas [19].
La acumulación de capital se vio
favorecida en las regiones que disponían de bases infraestructurales ventajosas
para el desarrollo de la revolución industrial, esto es, recursos energéticos
como carbón o energía hidráulica y materias primas como el hierro, algunas de
estas zonas fueron, Inglaterra, Alsacia, Lorena, la cuenca del Rhur, el País
Vasco, etc.. Las industrias de mayor capitalización fueron la industria textil,
la de transformación de productos agrarios, o construcción de maquinaria.
El nacionalismo se desarrolló como
ideología pareja al liberalismo que propugnaba el libre mercado, impulsado por
las emergentes clases burguesas, generó la conciencia nacional que dio lugar a
los Estados nación de base constitucional tanto en América como en Europa. Hacía
1870 tras la unificación italiana y alemana, ya se dibuja una Europa de Estados
nación aunque todavía con reminiscencias del Antiguo Régimen, por la pervivencia
del imperio ruso, el austro-húngaro y los restos del imperio otomano. En Japón,
el proceso de capitalización fue impulsado por el propio Estado. Durante la era
Meiji (1868-1912), se abolió por decreto el orden feudal (1871), se instauró la
monarquía constitucional y se impulsó la industrialización, la misma tuvo desde
sus comienzos un fuerte sesgo monopolista de Estado.
En este estadio de desarrollo del
capitalismo basado en las economías nacionales, Europa se vio favorecida a
partir de 1815 por el cese de las guerras que habían sido casi continuas durante
el siglo XVIII, abriéndose un periodo de paz que duraría hasta la guerra de
Crimea en 1870-1871. En este periodo, el abandono de la guerra entre las
potencias europeas se debió a su interés en el funcionamiento del libre comercio
de los mercados mundiales de los que dependían en gran medida sus ingresos
[20].
La economía mundial descansaba en
un sistema monetario internacional, basado en la casi universal aceptación del
patrón oro. Inglaterra había adoptado el patrón oro en 1816 [21], las monedas
importantes eran libremente intercambiables, ello permitía el comercio
multilateral entre países, comprando un país de otro con el dinero obtenido del
comercio con un tercero. El Centro del sistema económico era Londres, los bancos
de esa ciudad prosperaron como consecuencia de la derrota de Napoleón. Nunca el
mundo había estado tan unificado económicamente, con regiones del mundo
especializadas, siendo Europa Occidental y principalmente Gran Bretaña, el
taller industrial del mundo.
Pero este sistema era muy frágil
con millares de empresas y de personas compitiendo sin ninguna regulación. El
incremento del volumen y la velocidad de transacciones del comercio
internacional, así como la movilización universal en la transportación masiva de
granos y materias primas agrícolas de una parte a otra del planeta, dislocaba la
vida de decenas de millones de habitantes. El sistema atravesaba ciclos de
prosperidad y de depresión, siendo la más notable la gran depresión que se
produjo hacia 1873 y que duró hasta 1893, en la que coincidieron varios factores
como: disminución de la producción agrícola, estancamiento industrial y caída de
los precios motivado por la escasez de oro con relación al incremento de
productos industriales.
5. Tercer estadio: La confrontación
de las Potencias Europeas por las áreas de influencia exclusiva, y la primera
desconexión del sistema mundial (1873 - 1945)
La crisis agraria y la depresión de
1873-1893, supuso el final de la fase concurrencial con libre movilidad de
capitales y fuerza de trabajo, cobrando fuerza un nuevo modelo de expansión
capitalista, basado en el proteccionismo de las potencias europeas incluyendo a
los espacios coloniales que controlaban comercialmente, lo que originó un
sistema de áreas de influencia económicamente estancas. Por ejemplo, Alemania
pasó del apogeo de libre comercio por el que había impuesto a Francia la
cláusula de nación más favorecida y había introducido el patrón oro, a después
de la depresión a rodearse de aranceles protectores y aplicar políticas de
disputa colonial de alta presión [22]. Estados Unidos tenía aranceles más
elevados aun que el Reich, todos los países de Occidente seguían la misma
tendencia. Los aranceles impuestos a las importaciones de un país perjudicaban a
las exportaciones de otro país y le obligaban a buscar mercados en nuevas
regiones políticamente desprotegidas.
El imperialismo económico fue fruto
de una combinación de proteccionismo y expansión económica, el proteccionismo
ayudaba a transformar los mercados de libre competencia en mercados en régimen
de monopolio, y las empresas monopolísticas precisaban, a su vez, de mercados
exteriores para su expansión con la exportación de mercancías y capitales. Esta
fue la rivalidad de los imperialismos al final del siglo XIX, por una parte, la
negación, económicamente inexplicable, de comerciar entre ellos y, por otra, la
adquisición de áreas económicas de influencia exclusiva, para asegurar las
inversiones y el crecimiento económico de cada uno. De esta manera, el
imperialismo dio un fuerte impulso al sistema económico capitalista al pasar a
depender de las metrópolis la mayor parte de las regiones del mundo como
capitalismo periférico.
Desde el final del siglo XIX hasta
mediados del siglo XX las contradicciones socioeconómicas para la acumulación de
capital, ya no se manifestarían en el ámbito nacional entre la burguesía liberal
y los restos del Antiguo Régimen, sino que se expresarían en la confrontación
internacional entre potencias. En contraste con lo que había ocurrido durante la
mayor parte del siglo XIX, hasta la crisis de 1873, donde había funcionado el libre comercio mundial, las
potencias europeas aspiraban en el último cuarto del siglo XIX a la dominación
política y territorial plena de sus áreas de influencia [23]. Inglaterra y
Francia en el ámbito de sus dominios de ultramar; Rusia extendiéndose hacia el
este asiático; Alemania en el centro de Europa, y Estados unidos extendiéndose
hacia el oeste americano.
Los territorios colonizados
quedaron bajo la protección de las leyes arancelarias de las metrópolis, pasando
a ser mercado interior de cada imperio, pero con una relación comercial
favorable a las metrópolis al exportar éstas productos manufacturados a las
colonias, mientras que de las mismas se obtenían materias primas por medio del
pillaje o de la explotación abusiva de la mano de obra. En una segunda época, el
colonialismo pasó de la exportación de mercancías a la exportación también de
capital, dinero que era invertido en las colonias para la producción de
mercancías que serían exportadas a la metrópolis, es la época en la que, en
amplias zonas coloniales, las economías tradicionales de autoconsumo serán
destruidas y sustituidas por monocultivos de plantación. De esta manera se
sustituye la acumulación basada en el expolio por la basada en la empresa
capitalista.
Un ejemplo de esta transformación
de la Periferia económica lo constituye la colonización de la India por el
Imperio Británico desde principios del siglo XVII, que terminará en el siglo XX
en una estructura colonial capitalista, en este proceso la estructura social de
la India, que se basaba en una economía tradicional de autoconsumo de
comunidades rurales sustentadas por la agricultura y la industria artesana, será
destruida y transformada en función de los intereses de la metrópolis, dejando a
la población sumida en la pobreza. Polanyi, dice al respecto, <<en la segunda
mitad del siglo XIX las masas indias no morían de hambre porque fuesen
explotadas, perecían porque la comunidad aldeana india había sido demolida>>. No
hay duda de que esto se debía a la fuerza de la competencia económica, es decir,
el desplazamiento permanente del <chaddar> tejido a mano, y sustituido por las
piezas hechas a máquina. En 1921, la India, una sociedad básicamente agraria se
convertirá en importadora neta de productos alimenticios para su abastecimiento.
Básicamente, las colonias estaban
repartidas de la siguiente forma: Australia correspondía al imperio británico;
Polinesia se repartió entre ingleses, franceses y norteamericanos; Asia fue
colonizada por ingleses (Indostán y Medio Oriente), franceses (Indochina) y
holandeses (Indonesia); Japón comenzó a expandirse por Corea y parte de la Rusia
Asiática; China no llegó a ser nunca una colonia su territorio se repartió en
zonas de influencia, pero mantuvo su soberanía como Estado; América latina
mantuvo su independencia política pero Estados Unidos fue ganando influencia
política en sus decisiones y contribuyó a la independencia de Cuba; África en el
siglo XIX, era el continente menos colonizado, en 1870, la carrera por la
conquista de territorios de ese continente dio lugar a la ocupación por
británicos, franceses, belgas, portugueses, españoles, italianos, holandeses y
alemanes.
Las metrópolis eran las que
marcaban el desarrollo político y económico de las colonias. En 1870, la
población más numerosa bajo régimen colonial la tenía Gran Bretaña con una
población de 251,9 millones de personas, Rusia con 15,9 millones y Francia con
6,6 millones.
A principios del siglo XX esta población se había incrementado. El
país imperialista por excelencia seguía siendo Gran Bretaña, pues, en 1900 tenía
32,5 millones de habitantes y la población estimada bajo el régimen colonial era
de 393,5 de millones; Rusia tenía 104 millones, y bajo régimen colonial 33,2
millones; la población de Francia era 38,5 millones y bajo mandato colonial de
55,5 millones; la de Alemania era de 56,3 millones y la colonial de 12,3
millones; EEUU con 76 millones tenía bajo régimen colonial 9,7 millones; Por
último, Japón tenía una población de 45 millones y colonizada 19,2 millones.
Solamente en Francia y Gran Bretaña la población colonial era mayor que la del
país, pero en el caso de Gran Bretaña ésta la sobrepasaba 12 veces. La población
total bajo régimen colonial de estos países era de 523,4 millones, a la que habría que
añadir también la de otros países colonizadores menores como, Bélgica, Italia,
Portugal y España y Holanda [24].
Relación de la población bajo
régimen colonial con la de los países con mayor presencia colonial a principios
del siglo XX
Fuente: Historia Contemporánea, R.
Palmer / J. Colton. Elaboración propia.
En 1900 el mundo tenía 1.634
millones de los que 563 pertenecían a Europa, Norteamérica, y Japón, y 1.071 a
los países que constituían la Periferia del sistema económico mundial
[25]; si
no se tiene en cuenta la población de China de 400 millones [26] y la de América
Latina con unos 70-80 millones, solamente unos pocos millones de personas en el
mundo no estaban sometidas al régimen colonial.
Esta política económica de
acumulación de capital basada en áreas de influencia exclusiva ha sido la más
peligrosa y dañina para la humanidad en lo que a las guerras se refiere, puesto
que, los impedimentos para la expansión económica ya no eran de ámbito nacional
que había propiciado el enfrentamiento entre el liberalismo y el antiguo
régimen, sino de carácter internacional, es decir, entre las diferentes
potencias por el control del Sistema Económico Mundial, dando lugar al primer
gran enfrentamiento en el Centro geopolítico del sistema capitalista.
La Primera Guerra Mundial
(1914-1918) fue la, hasta entonces, mayor conflagración militar jamás conocida
en la historia. El asesinato del heredero al trono austriaco y de su esposa por
el estudiante bosniano Princip no fue sino la anécdota del inicio de la guerra.
Las causas de fondo estuvieron en la rivalidad, derivada de las ambiciones
imperialistas entre los Estados Europeos de capitalismo más avanzado (Alemania,
Francia y Gran Bretaña), por la hegemonía del Centro económico mundial, y de
cuyo éxito iba a depender el dominio y control de las colonias.
La guerra propiciaría en la Rusia
Zarista un tipo de revolución desconocida hasta entonces: “la revolución
socialista”, ésta no solamente acabo con el régimen despótico de los zares sino
que anuló la economía de mercado. La revolución socialista situó a Rusia fuera
del modelo económico mundial, constituyendo lo que, unos años más tarde, se
denominaría como la primera gran desconexión del sistema capitalista
[27].
Al finalizar la Primera Guerra
Mundial, el triunfo de Francia y Gran Bretaña sobre Alemania sellado en el
tratado de Versalles (1919), supuso el desarrollo económico de ambas potencias,
se restauró el patrón oro y se inició en Europa y Estados Unidos un periodo de
auge económico que aseguró la solidez del sistema de mercado, pero la crisis de
1929 propiciada por el derrumbe de la bolsa de Wall Street pondría fin a este
breve periodo de crecimiento económico [28]. El modelo de
economía de libre mercado mundial entró en una crisis general que llevaría al
derrumbe del patrón monetario mundial del oro. Gran Bretaña abandonaría el oro
como patrón en 1931, Estados Unidos en 1933, al que seguirían Italia y Francia.
La crisis del patrón oro llevaría
de nuevo a un reforzamiento de la autarquía económica de las potencias. La
crisis económica de 1929, al igual que sucedió en la de 1873 había reforzado las tendencias
endógenas de desarrollo económico y, de nuevo, las potencias que lideraban el
sistema económico mundial optaron por el modelo imperialista de expansión
económica basado en medidas proteccionistas según áreas de influencia
geopolíticas exclusivas.
Japón pretendía la hegemonía en el
extremo oriente, y Alemania, no se resignó a ser un convidado de piedra
humillado desde el tratado de Versalles, optó por alejarse deliberadamente del
sistema internacional dejando la Liga de Naciones en 1934 y, liderada por los
nazis, se encaminó decididamente por la liquidación del modelo de economía de
libre comercio mundial que estuvo vigente en las décadas centrales del siglo XIX,
y que había sido restaurado durante los años veinte después de la Primera Guerra
Mundial.
Francia y Gran Bretaña, eran los
estados que seguían controlando la mayor parte del mundo en régimen colonial. En
América, Estados Unidos, habiendo consolidado su hegemonía en este continente,
aspiraba también a ocupar el papel que le correspondía en el mundo, mientras
que, la Rusia socialista, surgida de la revolución de octubre de 1917, aspiraba
con fuerza a jugar un papel fundamental en el mundo exportando su revolución.
Y tras dos décadas de paz, las
potencias europeas entraron de nuevo en disputa por conseguir la hegemonía del
sistema económico mundial, pero esta vez, con más virulencia si cabe, se
enfrentaron en la que fue la Segunda Guerra Mundial. Alemania aspiraba a
derrotar a Rusia para expandirse hacia el este de Europa y acabar con la
revolución socialista, y aspiraba también a dominar a Gran Bretaña y Francia para liderar el
sistema económico mundial, por su parte Japón quería colonizar China y derrotar
a Estados Unidos para controlar el Asia Oriental.
6. Cuarto estadio: El final del
enfrentamiento en el Centro del Sistema Económico Mundial, la descolonización y
las nuevas áreas de influencia (1945 - 1989)
La Segunda Guerra Mundial finalizó
en 1945 con la derrota de las fuerzas del eje (Alemania, Italia y Japón). El
triunfo sobre los regímenes totalitarios del eje, supuso la consolidación
histórica de la democracia liberal en el centro del sistema capitalista. El tratado de Postdam (1945) marcó el inicio del nuevo orden internacional en el que las
potencias vencedoras: Francia, Inglaterra, EEUU y la URRS, se repartieron
mundialmente las áreas de geopolíticas de influencia y llegaron a un consenso en
las reglas básicas de funcionamiento en el ámbito internacional, así nació la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) (1945) que sustituiría tras el
paréntesis de la guerra a la antigua Sociedad de Naciones (1918).
Pero esta vez, las potencias que
lideraban el sistema capitalista mundial, ante la influencia de la URSS sellaron
una alianza para el desarrollo económico, articulándose un nuevo orden económico
mundial surgido de los acuerdos de Bretton Woods (New Hampshire, EEUU, en 1944)
[29]. Estados Unidos que salió económicamente indemne de la guerra, incluso con
una industria reforzada lideraría este proceso. El Plan Marshall aprobado en
1948 que duró hasta 1951 supuso una fuerte transferencia de capitales en
condiciones favorables para la reconstrucción económica de la Europa liberal
que había sufrido las consecuencias de la guerra. En Japón sería el llamado Plan Mac Arthur quien contribuyó a la reconstrucción de la economía de mercado
japonesa.
Ello trajo entre 1948 y 1973 la
mayor acumulación de capital de la historia, ese cuarto de siglo fueron los años
de oro del crecimiento económico, el PIB crecía en los países de la OCDE entre
el 7 y el 12%. Estados Unidos lideraba tanto los procesos económicos como
políticos, constituyéndose en la principal potencia económica del sistema
capitalista mundial. Tras la crisis de 1929, había surgido la desconfianza en el
valor absoluto del mercado como regulador de la oferta y la demanda, y una nueva
filosofía económica se impuso que se basaba en la inversión privada
complementada por la pública, dando al Estado un protagonismo casi decisivo en
la marcha de la economía [30].
El Estado y los monopolios de los
que una parte importante era propietario el Estado serían los que liderarían los
procesos económicos en lo que vino a llamarse el capitalismo monopolista de
Estado. La fuerza adquirida de los sindicatos y el temor de las clases sociales
propietarias de los medios de producción al comunismo [31], con partidos de
esta ideología con fuerte implantación en Europa Occidental, dio una fuerza
importante a los trabajadores asalariados y propició que los salarios no
estuvieran regulados por el mercado sino por la negociación colectiva, lo que
contribuyó al incremento del poder adquisitivo y la formación del “Estado del
Bienestar” (Cobertura sanitaria y económica asegurada por el Estado en la
enfermedad y jubilación).
Como consecuencia de la ocupación
efectiva del ejército soviético de Europa Oriental, quedaron dentro del área de
influencia de la URSS los países de esta parte de Europa, que pasaron a
desconectarse del sistema capitalista mundial. La influencia de la URSS se
extendía desde el Pacífico norte por el este, hasta Europa Oriental por el
oeste, situándose su límite occidental en la Alemania del Este.
Tras la Segunda Guerra Mundial, las
relaciones de las colonias con las metrópolis comenzaron a cambiar radicalmente.
Los pueblos colonizados dejaron de ser agentes pasivos en las disputas
imperialistas e iniciaron el camino de la independencia política. En este
movimiento emergente estaban las colonias de los imperios principalmente
francés, británico, holandés y belga, que aspiraban a su propio desarrollo bajo
bases nacionales independientes, pero que respondían a diferentes tendencias,
por una parte, la orientada a la desconexión del sistema capitalista,
fundamentada en los movimientos de independencia con ideología comunista; y por
otra, la orientada a la independencia de base ideológica socialdemócrata o
liberal con el objetivo del desarrollo nacional integrado en el sistema
económico capitalista mundial.
La URSS favoreció los movimientos
tendentes hacia la desconexión, y EEUU favoreció la emancipación de las colonias
dentro del sistema capitalista. EEUU luchaba, por una parte,
contra la desconexión y la alineación de los países que aspiraban a su
independencia dentro de la influencia de la URSS, y por otra, quería limitar el
poder de los viejos imperios europeos, pasando a ocupar ese espacio bajo un
nuevo tipo de relación político económica, ya experimentada en la América
Latina, basada en la subordinación de los procesos de producción de los países
independizados a un modelo comercial de intercambio de materias primas por
tecnología [32].
Por último, estaba la tendencia de
las viejas metrópolis europeas de resistencia a la emancipación colonial, aunque
con diferentes planteamientos al respecto. Gran Bretaña, opto en general por una
política descolonizadora, delegando en las clases dominantes autóctonas el
proceso descolonizador (protectorados) y salvaguardando la articulación
económica con la metrópolis (la Commonwealth) [33]. Francia le costo más, puesto
que su modelo de asimilación dejaba menos autonomía a las clases dirigentes
autóctonas y tuvo que enfrentarse a numerosas guerras pues no hubo por ninguna
de las dos partes voluntad de integración, Indochina y Argelia fueron los
conflictos más fuertes. Holanda, pretendió un camino intermedio entre el modelo
británico y el francés, pero acabó en un modelo represivo para frenar el
nacionalismo socialista y religioso de Indonesia [34].
Varios factores favorecieron el
proceso de independencia de las colonias, el primero de ellos fueron los
conflictos interimperialistas, sobre todo entre la Primera y Segunda Guerra
Mundial. Tras la caída del imperio Otomano aliado de Alemania en la Primera
Guerra Mundial se produjo un reparto del oriente Medio, Gran Bretaña dominó
Arabia, que paso a ser Reino de Arabia Saudita en 1932; Irak que alcanzaría la
independencia en 1931; Palestina, conflicto sin resolver, tras la creación del
Estado de Israel en 1948; Egipto en 1936, e Irán en 1930, obtuvieron la
independencia formal de Gran Bretaña pero no sería definitiva hasta después de
la Segunda Guerra Mundial, Francia dominó Siria y Líbano consiguiendo su
independencia ambos países en 1946.
Después de la Segunda Guerra
Mundial, el
movimiento comunista reivindicaba la
autodeterminación de las colonias y la desconexión del sistema capitalista
mundial. En este pensamiento se inspiraron, Mao Tse Tung en China, Ho Chi Ming
en Vietnam, Kim II Sung en Corea. En América Latina Fidel Castro y Ernesto <Che>
Guevara. En África lideres como Patricio Lumumba en el Congo Belga, Samora
Machel en Mozambique, Seku Ture en Guinea, Amilcar Cabral en Guinea portuguesa y
muchos otros estuvieron influenciados por este pensamiento. En 1949, China con
554 millones de personas el 22% de la población mundial, compuesto casi
totalmente por campesinos, un 89% de la población era rural, protagonizó la
segunda gran desconexión del sistema económico capitalista, e inicio una
andadura de reformas agrarias en un régimen prácticamente autárquico.
Pero el movimiento descolonizador
tendría otra expresión en las élites políticas en las colonias
educadas en el pensamiento europeo liberal y socialdemócrata: Gandhi en la India.
Sukarno en Indonesia, Nasser en Egipto, Ben Bella en Argelia, Burguiba en Túnez,
Nkrumah en Ghana, Nyerere en Tanzania, Kebyatta y el movimiento <mau mau> en
Kenia y muchos otros. La actitud favorable de la ONU a la descolonización, así
como de EEUU siempre y cuando ésta no supusiera la desconexión del sistema
económico capitalista mundial, favoreció el desarrollo de este movimiento.
En Asia, India, Pakistán y Ceilán
(Sri Lanka) consiguen la independencia de Gran Bretaña en 1947, Birmania en 1948
e Indonesia (de Holanda) en 1949. En 1957 consiguieron la independencia Singapur
y Malasia (que se constituyó como federación Brunei, Norte de Borneo y Sarawak
en 1963). En África, la mayor parte de los países consiguieron la independencia
política entre 1956 y 1962. Francia fue quien tuvo luchas de liberación nacional
más violentas en el norte de África (la insurrección argelina comienza en 1954 y
durará hasta 1962). En 1956 alcanzan la independencia Marruecos, Túnez, y Sudán,
en 1957 Ghana, en 1958 Guinea, en 1960 Camerún, Togo, Madagascar, Congo Belga
(Zaire), Somalia, Congo-Brazaville (República del Congo), República
Centroafricana, Chad, Gabón, Dahomey (Benín) Níger, Alto Volta (Burkina Faso),
Costa de Marfil, Senegal, Mali, Nigeria y Mauritania. En 1961 Sierra Leona y
Tanganika; en 1962, Argelia, Ruanda, Burundi y Uganda; en 1963, Zanzibar y
Kenia, y en 1964, Malawi y Rodesia del Norte (Zambia). Las colonias portuguesas
de Angola y Mozambique en 1975-1976; en 1980 Zimbawe, y en el caso de Sudáfrica,
en los años noventa, se aboliría el régimen racista con la abolición del
apartheid y la convocatoria de elecciones democráticas. La última colonia que ha
accedido a la independencia ha sido Namibia en 1992. En América, el proceso de
descolonización se limitó a las colonias caribeñas. Consiguieron la
independencia, Jamaica, y Trinidad y Tobago, en 1962; Barbados en 1966 y en la
década de los setenta y principios de los ochenta el resto de colonias, Surinam,
(Guayan Holandesa), Guyana (Guayana Inglesa), así como otras islas del Caribe
[35].
Con posterioridad a la
independencia, las naciones pobres que constituyeron el denominado Tercer Mundo,
buscaban su propia afirmación en la elaboración de proyectos nacionales para
desarrollar procesos productivos autosuficientes a través de la creación de
empresas estatales, derivadas del modelo keynesiano de economía mixta. Se
pretendía un desarrollo acelerado y a la vez equilibrado entre el desarrollo
industrial y la transformación de la sociedad rural en urbana, en el que se
precisaban infraestructuras, carreteras, ferrocarriles y energía eléctrica.
En este proceso, la rivalidad entre
la URSS y las potencias de economía de mercado, hizo que los países occidentales
liderados por los EEUU, apoyaran un camino no comunista que condujera al
desarrollo y a la estabilidad de los países subdesarrollados. La cruzada por
superar la pobreza a través de la concesión de prestamos y apoyando los
movimientos reformistas en el Tercer Mundo se planteaba para los países
desarrollados con cierta urgencia para evitar la deriva de los países pobres
hacia la desconexión del sistema capitalista. Pero a pesar de los apoyos de los
países desarrollados, las relaciones comerciales con los países surgidos de la
descolonización no podían cambiar la estructura productiva fundamentada en
siglos de existencia, y siguieron fundamentándose principalmente en el
intercambio de tecnología por materias primas.
Esta dependencia tecnológica que
tenían los países pobres de los países desarrollados se pretendió superar con la
aplicación del modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI),
es decir, reemplazar determinados productos importados por producción industrial
nacional, pero ello solo producía un cambio en la composición de las
importaciones ya que se dejaban de importar productos industriales o de consumo
acabados, pero se importaban productos intermedios necesarios para generar y
continuar un proceso de industrialización sustitutiva. Por otra parte, la
producción industrial nacional debía ser protegida pues no podía competir con la
productividad de los países desarrollados. Este modelo si bien consiguió algunos
éxitos económicos no lo fue en el nivel deseado para atender la demanda de una
población creciente y en rápida transformación de la sociedad rural a la urbana,
cuestión que condujo a graves problemas de asentamiento humanos con importantes
carencias de vivienda infraestructuras.
En los países rectores del sistema
económico mundial, el modo de desarrollo instaurado después de la Segunda Guerra
Mundial se basaría en el bajo coste de las materias primas, en un régimen de
acumulación intensivo, propiciado por el taylorismo, fordismo y toyotismo, y en
la orientación de la economía desde el Estado. Este modelo de desarrollo
entraría en crisis en los años setenta. El auge económico experimentado durante
los años cincuenta y sesenta favoreció el incremento de la productividad en todo
el mundo, pero en Europa y Japón comenzó a ser mayor que en EEUU y por lo tanto
sus productos a ser más competitivos en el mercado, cuestión que llevaría a que
en 1967, EEUU registrase un fuerte déficit en su balanza comercial, al mismo
tiempo, aumentaron los gastos por la guerra de Vietnam, los que acentuó el
incrementó progresivo del déficit general de su balanza de pagos.
EEUU, intentó hacer frente a los
pagos con medidas de carácter inflacionista como fue el incremento de la masa
monetaria que a la postre llevó a la devaluación del dólar.
En 1971, EE.UU. decretó la
suspensión de la convertibilidad de dólares en oro, ello fue acompañado de dos
devaluaciones, la primera, en 1971, situaba una paridad de una onza de oro 38
dólares, y la segunda, en 1973, una onza de oro 42,2 dólares. La especulación se
desató con fuerza llegándose a pagar 190 dólares por una onza de oro. Estas
devaluaciones tuvieron repercusiones altamente negativas para la economía de
numerosos países, en particular para aquellos cuyas reservas estaban
constituidas básicamente por dólares como era el caso de los países exportadores
de petróleo. En sustitución del patrón dólar/oro se estableció la flotación de
monedas (el no patrón) que permanece en la actualidad, que representa el ajuste
diario de paridades en función del mercado cambiario.
Las devaluaciones del dólar,
obligaba a los países exportadores de petróleo a vender más para obtener lo
mismo, al tener que cobrar sus exportaciones en dólares. En esta situación la
OPEP decidió encarecer el precio del petróleo. Esta medida no fue mal vista por
EEUU, pues el incremento de costes iba a repercutir negativamente en sus
principales competidores comerciales Japón y Europa. Esta conjunción de
intereses de la OPEP y EEUU lanzó la escalada de precios del petróleo. El 16 de
Octubre de 1973, en plena guerra árabe–israelí del Yon Kippur, la OPEP decidió
aumentar el precio del barril de petróleo de 3,45 dólares a 5,5 dólares. Esta
escalada se mantendría hasta alcanzar el máximo techo en 1984 con 34
dólares/barril. Como resultado, el capitalismo mundial entró en crisis con
carácter generalizado.
Pero paradójicamente el descenso de
la actividad económica no trajo un descenso de los precios tal y como había
sucedido en la crisis de 1929, sino que se dio un fenómeno al que se denominó
estanflación (estancamiento con inflación). Después de varias medidas económicas
durante los años setenta para controlar la inflación sin éxito, como elevación
de impuestos, reducción del gasto público, intervención directa sobre salarios y
precios, tanto los gobiernos de izquierda como los de derecha comprendieron que
el intento de salir de la crisis mediante el gasto deficitario sería inútil y
contraproducente.
A finales de la década de los
setenta, el descontento de la economía mixta (economía de mercado y monopolio
estatal) estaba presente en la mayoría de los gobernantes de los países
desarrollados. El fenómeno estanflacionario, hacía necesario un cambio en las
orientaciones de política económica primando el objetivo de control de la
inflación como forma de recuperar el control de precios y el consumo. En los
años ochenta comenzaría una lucha denodada contra la inflación [36].
Para conseguir reducir la
inflación, las tesis monetaristas, se apoyaban en la adecuación y control de la
masa monetaria como elemento fundamental para el control de los precios
[37].
Pero las medidas monetaristas impulsadas por la Reserva Federal de los Estados
Unidos y del Banco de Inglaterra para controlar la masa monetaria no tuvieron
efecto. Este fracaso fue debido a que en la economía moderna no se puede saber
con precisión cual es el dinero circulante, pues además del dinero efectivo y
los depósitos a la vista, están otro tipo de fondos de ahorro que pueden
convertirse también rápidamente en dinero.
El procedimiento para reducir la
masa monetaria en circulación se basó a principios de los años ochenta en la
elevación de los tipos de interés en EEUU en los activos a medio y largo plazo.
Esta medida atrajo dinero en efectivo y también de las cuentas corrientes, que
rendían bajos intereses, a los activos menos líquidos que rendía altos intereses
a medio y largo plazo, con ello el circulante monetario se redujo. El efecto no
deseado de esta medida fue un gran flujo de divisas a EEUU que reforzaron el
dólar apreciándolo, esto provocó un encarecimiento de las exportaciones y
favoreció las importaciones principalmente desde Japón. La medida conllevó la
peor crisis económica desde 1929, <<el paro subió en EE.UU. al 10,7%, y la
quiebra de pequeñas empresas fue la mayor desde el decenio de 1930>> [38], pero
la inflación comenzó a remitir entre 1983 y 1984 en EEUU a la que siguió Gran
Bretaña.
En el origen de la inflación se
encontraba también el modelo económico monopolista de Estado, si en la economía
concurrencial, el exceso relativo de producción, era el mercado el que se
encargaba de reducir los precios, en el sistema monopolista de Estado la
tendencia era a recuperar la disminución de ingresos por falta de ventas,
elevando los precios, ello era posible ante la falta de competencia empresarial
principalmente en productos estratégicos como telecomunicaciones, carbón,
refinados del petróleo, electricidad y transportes, lo cual repercutía en el
resto de sectores productivos.
Basados en esa consideración los
gobernantes de los países ricos, en la lucha contra la inflación promovieron la
liberalización de las empresas estatales lo que supuso un aumento de la
competencia y de la productividad, con ello el mercado actuó favorablemente a la
reducción de la inflación, y los tipos de interés pudieron ir bajando, lo que
favoreció de nuevo el consumo [39].
Las grandes crisis que han supuesto
cambios importantes de orientación económica, principalmente la de 1929 y la de
1973-1982, tuvieron su origen en disfunciones monetarias diferentes, en ambos
casos, se creó una descompensación entre la capacidad de producir y la de
consumir, y ambas, también tuvieron respuestas diferentes, válidas en cada caso
para el momento histórico.
Tras la crisis de 1929, el Estado
se convirtió en el garante de la demanda, pero ésta se articuló sobre el
desarrollo de necesidades como infraestructuras y la construcción del Estado del
bienestar, y su desarrollo tuvo un gran éxito en la reconstrucción económica
desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los años
setenta. A partir de la crisis de 1973-1982, en los países ricos, se demostró
que el Estado había agotado su capacidad de gestionar la demanda. La nueva fase
de crecimiento más sólida la constituyó el mercado basado en la diversificación
de productos de consumo y en la aceleración del ciclo consumo. La política
económica monetarista surgida en respuesta a la crisis supuso cambiar el
criterio del crecimiento económico, privatizando las empresas estatales y
devolviendo el protagonismo de la demanda principalmente al mercado
[40].
Como consecuencia de esa nueva
filosofía económica el control del dinero y del déficit ha pasado a formar parte
de la cultura económica como aspecto fundamental, cuestión que ha llevado a que
los Estados deben reducir su déficit presupuestario y que los Bancos Centrales,
independizados institucionalmente de los gobiernos, sean los valedores de la
regulación monetaria y de los tipos de interés. En este modelo, el Estado pierde
también importancia en la articulación de la demanda a favor del sector privado
tanto en medios de consumo como de producción.
En los países del Tercer Mundo, la
mayor parte de los países habían visto frenados sus intentos de crecimiento
económico ante el aumento de la factura petrolera. Si el modelo de
Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) ya había dado síntomas
de fracaso, la crisis del petróleo terminó de oscurecer las expectativas del
desarrollo, que solo pudieron mantenerse recurriendo al endeudamiento
[41].
La banca privada internacional con
el fin de rentabilizar estos enormes depósitos, se lanzó en la década de los
setenta a una política de concesión de préstamos y créditos a los países y
empresas que los solicitarán, a bajo tipos de interés con la cláusula de
variabilidad de dicho tipo. Estos créditos se vieron en numerosos países en vías
de desarrollo, particularmente en América Latina, como un balón de oxígeno ante
la crisis derivada del aumento del precio del petróleo, pero la sustitución en
la administración norteamericana de Carter a Reagan representó un cambio
drástico en la política económica. La lucha contra la inflación restringiendo la
oferta monetaria a través de la política de promover altos tipos de interés hizo
que estos subieran en EEUU hasta el 20%.
Este incremento de los tipos de
interés, llevó al sistema bancario mundial, muy comprometido en el proceso de
los flujos financieros de los países ricos hacia los pobres, a la aplicación de
la cláusula de variabilidad, los prestamos concedidos a los países de la pobres
pasaron de tasas de interés bajas a tasas de interés altas (se pasó del 0,57% en
1979 al 7% en 1982). El problema de la deuda había nacido. Una medida anticrisis
en los países desarrollados, como fue la subida de los tipos de interés y que
había servido para superar la crisis estanflacionaria, generaría una crisis
estructural permanente en los países pobres, afectando duramente a las empresas
y Estados deudores.
En poco tiempo lo que era una deuda
posible de asumir se convirtió en un duro lastre al incrementarse el servicio de
la deuda [42] que no tardó en alcanzar límites elevadísimos. Las empresas
privadas incapaces de pagar su deuda la transfirieron a sus respectivos Estados
y éstos asumían, además de su deuda, la deuda privada, en la que se denominó
<<deuda privada públicamente garantizada>>. Los propios Estados deudores para
poder hacer frente al pago del servicio de la deuda, se endeudaban aún más. Tal
situación condujo a los países en vías de desarrollo, particularmente a América
Latina, por ser el área más endeudada relativamente respecto de su PIB, hacia la
catástrofe, hacia lo que se ha bautizado como la <<década perdida>>
[43].
El pago del servicio de la deuda
por parte de los países pobres endeudados representó un importante flujo de
capitales desde los países en vías de desarrollo hacia los desarrollados, a
través de los canales de la Banca internacional privada. Tal trasvase de
capitales dio lugar a una profundización de la crisis en los países pobres y a
suavizar la crisis de los países ricos [44].
A diferencia de las crisis de 1873
y 1929 en el que predominaron las fuerzas centrípetas tendentes a reforzar el
capitalismo de base nacional cerrado en sus áreas de influencia exclusivas, la
crisis de 1973-1982 puso de manifiesto que en la situación alcanzada de la
economía mundo, tras el final de los imperialismos coloniales por el acceso a la
independencia de las colonias, no era posible el recurso proteccionista, y las
fuerzas centrífugas prevalecieron sobre las centrípetas, es decir, se impuso la
tendencia globalizadora, frente a la proteccionista.
En el ámbito geopolítico
desconexionado de la URSS, ampliado a los países que formaron el COMECON
[45],
el reto interno en los años ochenta se planteaba en alcanzar el grado de
desarrollo de las potencias económicas occidentales, con una mayor
diversificación en la oferta productiva, pero ello no pudo ser; el sistema de
acumulación de capital en el régimen político-económico socialista se
fundamentaba en la sustitución del mercado por la planificación económica. Las
necesidades de la población y del Estado, es decir la oferta y la demanda, se
determinaban desde las instancias del poder político y ello tuvo sus
limitaciones para promover el desarrollo económico. En una primera fase de la
economía socialista, la intervención del Estado se mostró muy efectiva en el
periodo entre guerras llegando a crecer el PIB hasta un 12% anual, además tuvo
el efecto positivo de ayudar a crear todas sus infraestructuras básicas,
carreteras, electrificación e infraestructuras de servicios públicos, pero esta
primera fase de desarrollo económico que fue muy efectiva ante la demanda de las
necesidades básicas, alimentos, bienes de equipo, vivienda, sanidad y educación,
tuvo su techo cuando llego el momento de abordar una segunda fase de desarrollo
basada en la reinversión de los ahorros de la población en una demanda
diversificada de necesidades más subjetivas de bienes de consumo, turismo,
automóviles, electrodomésticos, segunda vivienda etc. [46].
La incapacidad de la economía
planificada para abordar el desarrollo de una economía de consumo basada en una
demanda sujeta a criterios personales diversos, llevó a que lentamente se fueran
generando circuitos económicos al margen del Estado, una parte importante del
PIB ruso se encontraba en ese sector, estos circuitos comenzaron a manejarse en
la sombra controlados por una clase emergente que controlaba una parte
importante de la economía de bienes de consumo, formada por mafias, a veces,
enquistadas en las propias instituciones del Estado, por ejemplo, en 1988, a
pesar del recurso a la importación de bienes de consumo occidentales, las
estanterías de las tiendas estatales estaban vacías o exhibían mercancías de
baja calidad. Los productos de las cooperativas no alcanzaban a cubrir las
necesidades de la población. Los beneficiarios fueron los intermediarios que
atendían la demanda de la población desde sus propias redes de distribución.
Ello hacía que el dinero de los ciudadanos fuera reinvirtiéndose en estas
necesidades, pero al margen de la planificación del Estado, de esta manera este
capital pasó a desarrollarse fuera del sistema, surgieron redes clandestinas de
poder económico, la economía subterránea resultó la más dinámica mientras que la
oficial entró en crisis, pues los planes quinquenales no cubrían las
expectativas de la población. De esta manera, desde los años setenta, el sistema
político de la URSS entró en contradicción con las expectativas de desarrollo
socioeconómico de la población [47]. Las fuerzas económicas internas devoraron
el régimen político por obsoleto, al igual que en la lucha entre el antiguo
régimen y el liberalismo, los dueños de la economía emergente de la URSS, (los
nuevos burgueses) presionaban para la liberación de las propiedades del Estado
para su continuar su ciclo de reinversión de capitales, para pasarlas a manos
privadas.
Los intentos de Mihail Gorbachov
para una reforma del sistema soviético llegarían demasiado tarde, las clases
emergentes precisaban todo el poder político y se organizaban en la periferia de
la Unión, imponiendo en algunas repúblicas la soberanía o la descentralización
de facto. La reacción de los burócratas y militares nostálgicos del pasado, en
un fallido golpe de Estado el 20 de agosto de 1991 abriría definitivamente el
camino a la disolución de la URSS dando lugar a la Comunidad de Estados
Independientes (CEI), a la vez que todas la repúblicas iniciaban un proceso
acelerado de inserción en el Sistema capitalista mundial. Tras esta revolución
incruenta, gestada dentro y fuera de la administración soviética, la venta de
fábricas y tierras permitió continuar el ciclo acumulativo en manos de la nueva
clase de oligarcas.
El programa de privatización se
inició en octubre de 1992 y para julio de 1994 la mayor parte de la industria
rusa ya había sido privatizada. Sin embargo la propia forma en la que se produjo
este fenómeno, totalmente desarticulado en el extenso territorio soviético,
trajo el problema de la desmembración del mismo. En el fondo estuvo la propia recomposición del capitalismo en la nueva clase de titulares
privados. [48].
La otra, gran desconexión, China,
tendría una particular evolución tras la muerte de Mao Tse Tung. Las tendencias
que ya habían aflorado en la revolución cultural de modernizar China instaurando
la economía de mercado en una parte de la producción agraria, habían sido
derrotadas por las tesis de Mao Tse Tung de: <<no avanzar en la modernización si
la forma que en la que se realizaba ésta podía llevar a la instauración del
capitalismo>>. Esta tesis tenía su oposición en la esgrimida por Deng Xiaoping,
para quien lo importante era, manteniendo la planificación, propiciar el
crecimiento económico aunque ello supusiera, la introducción de la economía
mixta planificada y de mercado [49]. En 1978, dos años después de la muerte de Mao Tse Tung, Deng Xiaoping surgiría como líder del Partido Comunista Chino,
siendo indiscutido hasta su muerte en 1997. En el 11º Congreso del Partido
Comunista de China celebrado en 1978 se tomaría la decisión de reorientar parte
de la economía de China y ciertas regiones del país hacia el mercado.
Las primeras reformas afectaron a
las explotaciones agrarias donde se introdujo el <<sistema de responsabilidad
doméstica>> en el que cada familia era responsable de la tierra que trabajaba,
debiendo producir una parte para el Estado y otra para su beneficio. La
actividad comercial que produjo este sistema económico fue enorme, las
producciones privadas aumentaron considerablemente, en 16 años la producción
aumentó en un 50%. La rápida mejora en la agricultura fue el comienzo de las
reformas económicas de China. En 1980 se crearían las Zonas Económicas
Especiales (ZEE), en la provincia de Guangdong, incluyendo Shenzen, frente a
Hong Kong y en la provincia Fujian, frente a Taiwan, eran zonas procesadoras de
exportaciones pero las mismas constituyeron un centro de atracción de
inversiones. El concepto fue extendido a gran parte de las ciudades de la costa
de China que impulsaron la economía china. La devolución de Hong Kong a la
soberanía China en 1997 supuso un importante empuje a la tendencia aperturista
de China. Desde 1978 la economía ha venido creciendo a una tasa anual del 9,3%.
La renta per cápita se duplicó entre 1978 y 1987, y volvió a duplicarse entre
1987 y 1996 y sigue creciendo un ritmo nunca visto en la historia moderna en una
población de más de 1.400 millones de personas. Resulta evidente que gracias a
la desconexión del sistema capitalista mundial China pudo ordenar y realizar
este desarrollo, pero la desconexión ha tocado a su fin, al integrarse en la
economía mundial como lo muestra su integración en la Organización Mundial del
Comercio (OMC) [50].
De las desconexiones del sistema
económico mundial de la URSS y de China queda la experiencia de que ésta fue
beneficiosa en un primer momento para articular las bases del desarrollo
autocentrado y estructurado principalmente en infraestructuras, pero en este aspecto hay que señalar que los éxitos
iniciales tanto de la URSS como de China en la formación de las bases económicas
para integrar a la mayoría de la población en el desarrollo económico, se
pudieron realizar gracias a la capacidad de estos países para generar, en una
primera fase, desarrollos propios, que les permitió crear las bases
infraestructurales para el desarrollo autocentrado y estructurado
[51].
De cualquier manera, éste es un
debate agotado; la caída del modelo soviético a finales del siglo XX puso en
evidencia que la desconexión era una vía muerta para avanzar en el desarrollo
económico de la sociedad. La apertura de China al mercado mundial con su ingreso
en la OMC en la ronda de Qatar en noviembre del 2002, supuso la confirmación que
la era histórica de las desconexiones socialistas del sistema económico mundial,
han finalizado [52].
7. Quinto estadio: La formación del
espacio comercial mundial (1989 – Siglo XXI)
Durante el siglo XX se puso fin
a las dos tendencias históricas que conformaron el desarrollo económico basado
en áreas de influencia exclusivas, por una parte, la división que protagonizaron
los diferentes imperialismo coloniales, y por otra, la división entre el espacio
geopolítico de economía de mercado, y las desconexiones de los países del
socialismo real.
Las crisis de 1873 y de 1929 debido
a
que se produjeron bajo un modelo de capitalismo imperialista desembocaron en el
proteccionismo económico y en la disputa entre potencias por áreas de influencia
exclusiva para el desarrollo económico, que derivaron en la 1º y 2º Guerra
Mundial.
En la crisis de 1973, la
independencia política de las colonias había puesto fin al modelo imperialista
de base colonial, y por ello, no cabía el recurso a modelos proteccionistas
sustentados en el comercio dentro de áreas de influencia exclusiva, solo cabía
proseguir con la apertura mundial de mercados.
Por otra parte, con la caída de la
URSS y la apertura de China al sistema de economía de mercado mundial, se dio
por terminado el modelo de las desconexiones socialistas del sistema
capitalista, lo que propició el reforzamiento de apertura de los mercados
internacionales.
La trascendencia de estos
acontecimientos no reside únicamente en la desaparición de esos modelos
históricos de división geopolítica, sino que ha supuesto el final de la fase de
confrontación mundial por el dominio político - militar de áreas geopolíticas
exclusivas para el desarrollo económico.
De esta manera, se ha abierto un
nuevo periodo en el desarrollo de la <<economía mundo>> iniciada en el siglo XVI,
éste viene definido por la conformación del <<espacio comercial mundial>>, sin
que en este proceso se advierta, a pesar de la resistencia de algunas naciones y
de colectivos agrarios de los países desarrollados, ningún camino de retorno a
sistemas proteccionistas.
Si la formación de la Nación y el
Estado constitucional moderno respondió a las expectativas de conformación de un
ámbito adecuado para el desarrollo económico capitalista, y en muchos casos,
como marco revolucionario de la desconexión de dicho sistema, en la fase actual,
las naciones han perdido esa referencia, la nación se articula como marco de
adecuación a la globalización del comercio mundial. La mayoría de los países del
mundo están de acuerdo en que se precisa organizar el mercado mundial aunque no
se pongan de acuerdo en la forma y los ritmos para el desarrollo de esta nueva
fase.
La contradicción entre la actual
organización político-económica de base nacional y el desarrollo del espacio
comercial mundial se manifiesta en la necesidad de reformar a la baja los
sistemas arancelarios nacionales hasta conseguir su extinción, a la vez que se
crean nuevas zonas de comercio preferentes. Ante este reto ha surgido una
tendencia a la constitución de enormes oligopolios a escala mundial que se
preparan para situarse en las condiciones más favorables, para abordar esta
nueva fase de desarrollo económico.
La rivalidad que se manifiesta
ahora entre Estados, ya no es por la disputa de áreas geopolíticas exclusivas,
sino por adquirir mejores posiciones en la apertura del mercado mundial, para
ello se están produciendo agrupaciones de naciones en mercados preferentes, como
paso intermedio de apertura definitiva al mercado mundial, regulado por la
Organización Mundial del Comercio.
Con todo, este proceso no está
exento de contradicciones, pues, la liberación de los mercados va a suponer la
desprotección de sectores económicos, particularmente del sector agrario que
puede arrastrarles a la ruina, cuestión que evidentemente va a crear grandes
resistencia al cambio en estos colectivos. El mercado del trabajo, puede ser el
único para el que seguirán existiendo fuertes restricciones a la libre movilidad
de personas entres países, sobre ello volveré más adelante.
Los países pobres van estar
sometidos con mayor intensidad a la dinámica marcada por los países ricos, la
vía de la desconexión del sistema económico mundial a la que aspiraron algunos
países del tercer mundo durante la Guerra Fría para iniciar un desarrollo
autocentrado y estructurado está agotada.
LAS MIGRACIONES REGIONALES DEL
MUNDO EN EL SIGLO XXI
1. Evolución de los flujos
migratorios
2. La migración indocumentada
3. La migración internacional y las
cuestiones de género
4. Sobre las causas y cambios de
tendencia en los movimientos migratorios
5. Desequilibrios entre países y
regiones del mundo
6. La evolución social de la
percepción del espacio político – económico mundo
7. Notas del capítulo III
----
1. Evolución de los flujos
migratorios
El origen de las migraciones del
Siglo XXI, poco tienen que ver con las acontecidas en otros momentos históricos
de la historia contemporánea. Durante el siglo XIX, la expansión de la economía
tuvo dos movimientos importantes en la dirección de los grandes flujos
migratorios; por un lado, se produjo desde las metrópolis hacia las colonias, o
áreas de influencia de los países europeos destacando los casos de América
Latina, Oceanía, y África como destino de los europeos; por otra parte, la
articulación del Centro económico Norteamericano atrajo también numerosa mano de
obra principalmente europea. La migración transoceánica se desarrolló
paralelamente a la dinámica económica cíclica de las metrópolis, de tal manera
que fue máxima hasta los años veinte del siglo XX y descendió a raíz de la Gran
depresión [63]. Después de la Segunda Guerra Mundial, el auge en el centro y
norte de Europa Occidental atrajo a varios millones de emigrantes del entonces
Sur semidesarrollado europeo-asiático (Portugal, España, Italia, Yugoslavia,
Grecia, Turquía), que buscaron empleo en los sectores más significativos de la
industrialización; la crisis económica de la segunda mitad de los setenta supuso
el regreso de muchos emigrantes (especialmente españoles, italianos y
portugueses), reduciéndose así la presencia extranjera perteneciente a países
europeos.
Desde la óptica mundial, la nueva
fase de migración internacional comenzará a partir de los años cincuenta, los
flujos migratorios cambiarán de sentido y será a partir de entonces
mayoritariamente desde los países pobres hacia los países desarrollados. Ello
fue especialmente significativo en EE.UU., con flujos de emigrantes procedentes
de América Latina. El mismo fenómeno se produjo también en Europa, donde los
inmigrantes de los países subdesarrollados se establecieron de forma estable
(caso de los asiáticos y caribeños en Gran bretaña, magrebíes y del África negra
en Francia). De todas maneras, el inicio de la migración de las zonas
subdesarrolladas a las desarrolladas en los años cincuenta y sesenta tendrá su
origen, en el caso de Gran Bretaña y Francia, en los procesos de
descolonización, y en el caso de Estados Unidos, en los profundos desequilibrios
de América Latina, por lo que la emigración de estas zonas debiera haber
remitido si se hubieran cumplido las expectativas de desarrollo en estos países,
pero ello no ha sido así, y desde finales del siglo XX, la migración a las
regiones del mundo desarrolladas desde los países subdesarrollados se ha
incrementado, siendo esta realidad la que conforma cada vez con más fuerza, el
origen de las migraciones internacionales del siglo XXI.
2. La migración indocumentada
Un cambio importante de la
migración ha sido el creciente número de migrantes indocumentados. Esta
característica tiene que ver con la mayor oferta de migrantes de los centros
emisores del Tercer Mundo que la demandada por los receptores de países
desarrollados, así también, como por la voluntad de instalarse definitivamente
en el país de destino. El migrante indocumentado por la general paga un dinero y
soporta un riesgo, a veces el de su propia vida, para migrar. Esta voluntad nace
de su apuesta por un cambio definitivo, que de conseguirlo llevará a procurar la
reunificación familiar. El migrante documentado puede tener la misma intención
que el indocumentado, pero se adapta mejor a las condiciones que le impone el
país receptor.
Este aumento de la migración
indocumentada es una de las características más definitorias del movimiento
migratorio de principios del siglo XXI. La migración indocumentada viene a
significar el incremento del poder de repulsión de los países emisores, y en
consecuencia, el de atracción de los receptores. Ello es porque, sus causas
tienen que ver más con el fracaso del desarrollo en los países del Tercer Mundo,
que con la solicitud de los países receptores, lo que provoca la diferencia
entre la oferta de migrantes y la demanda de los mismos que genera la migración
indocumentada.
Si bien, las modalidades de la
migración indocumentada varían de un país a otro y de una región a otra, por
ejemplo en África y América Latina, la migración indocumentada entre países de
la región ha sido durante mucho tiempo un componente de la migración, en
particular, en las zonas donde no existen barreras geográficas claramente
establecidas, o donde el mismo grupo étnico reside a ambos lados de la frontera
con tradicionales vínculos económicos, históricos, geográficos, e incluso
familiares, dan cuenta de corrientes ilegales. En Europa, a pesar de las nuevas
restricciones que pesan sobre las solicitudes a inmigrantes, la migración ilegal
es cada vez más importante, habiéndose convertido el tráfico de migrantes
indocumentados en un problema cada vez más grave. En Asia, la migración
indocumentada tiende a ser comparable a las corrientes de migración legal y, en
parte, algunos gobiernos la toleran. Por ejemplo, los últimos 20 años del siglo
XX, la migración indocumentada a algunos países de Asia oriental y meridional
cuyas economías en expansión han estado experimentando escasez de mano de obra,
ha sido importante.
3. La migración internacional y las
cuestiones de género
Tradicionalmente, en el tercer
cuarto de siglo del siglo XX, la migración masculina había sido predominante.
Los trabajos para los que eran requeridos los migrantes, requerían cumplir esta
condición. La mujer permanecía en el país de origen, los solteros que migraban
pensaban en volver una vez ahorrado el dinero suficiente para fundar una familia
al retorno de la migración. En el caso de los casados, sus mujeres eran las
receptoras de las remesas de dinero que sus maridos mandaban. La voluntad de
retorno estaba pues presente en el acto de migrar. Las características de los
contratos de trabajo también obligaban a pensar en el retorno. Este fue el
resultado de millones de migrantes Europeos que retornaron a sus países de
origen, como consecuencia de la crisis de los años setenta. Solamente una
minoría con relación a la masa de migrantes permaneció indefinidamente en el
país de destino. Lo mismo sucedía con la migración temporal legal en Estados
Unidos.
Estas características de migración
internacional comenzarían a cambiar a partir de los años ochenta, el número de
mujeres que migrarán a través de fronteras internacionales será aproximadamente
igual al de hombres. En ello influirán varias cuestiones, la mujer irá cambiando
su tradicional destino de trabajo en el hogar por su incorporación al trabajo
socialmente remunerado, la migración brindará a la mujer la oportunidad de
desempeñar estos trabajos remunerados. La mujer participará en todos los tipos
de migración, aunque la disposición de la mujer a emigrar dependerá mucho de su
situación familiar y estado civil, la migración de la mujer se sitúa más en la
característica de la migración con voluntad de instalarse definitivamente en el
país de destino, sobre todo porque, aunque la mujer mantiene en muchos casos la
iniciativa de la emigración, en general, su motivación sigue obedeciendo más a
un efecto de llamada o de reunificación familiar [64].
En resumen, las características de
las migraciones han cambiado sensiblemente en las últimas décadas. La presión de
los centros emisores sobre los receptores se ha incrementado notablemente, esto
ha llevado a un cambio en las tendencias migratorias, al incrementarse la
migración indocumentada, incorporar a la mujer a la migración en cifras muy
parecidas a la de hombres, a la vez que la migración ha ido adquiriendo desde la
voluntad de los migrantes un carácter definitivo. Los centros receptores se ven
sobrepasados por la oferta ilegal de migrantes, habiéndose empeñado en una
política de contención cuyos resultados se desconocen.
4. Sobre las causas y cambios de
tendencia en los movimientos migratorios
Las causas de las migraciones se
han venido tratando desde que en el siglo XIX se comenzaran a realizar estudios
sobre las mismas. Las leyes de Ravenstein formuladas en el siglo XIX, se
pensaron para sociedades en transformación de un modelo de empleo
mayoritariamente agrícola al industrial [65]. Según la doctrina económica
neoclásica, la migración es una consecuencia de las diferencias de renta per
cápita entre los distintos países. Pero estas diferencias han existido entre
países desarrollados y subdesarrollados desde la época colonial, pero es a
finales del siglo XX cuando están cobrando importancia las migraciones de los
países pobres al Centro desarrollado.
Otras teorías, afirman que el
elevado crecimiento demográfico de los países produce un excedente de mano de
obra que no puede ser absorbido de manera productiva y se traduce en migraciones
más numerosas a los países desarrollados. Sin embargo, las pruebas disponibles
no avalan la opinión de que los niveles de emigración guarden relación con las
tasas regionales de crecimiento demográfico, por ejemplo en los años cincuenta
sesenta Europa occidental tuvo un fuerte crecimiento demográfico y era a su vez
un centro importante receptor de inmigración.
La pobreza es otro de los factores
que se citan como causa fundamental de la migración internacional. Si la pobreza
se mide en función de la posición económica relativa del individuo en la
sociedad de origen, la mayoría de los migrantes internacionales no son
relativamente a sus conciudadanos pobres, ya que éstos ocupan la zona intermedia
en la escala de ingresos del país del origen.
La cuestión no esta, pues, en la
elaboración de una teoría que explique con carácter general todos los
movimientos migratorios económicos, sino en la respuesta a porqué en las últimas
décadas del siglo XX aparece una fractura que está rompiendo, las barreras de
contención en los países emisores del Tercer Mundo que parecía existir hasta el
tercer cuarto del siglo XX.
5. Desequilibrios entre países y
regiones del mundo
En el tema de migraciones entre
países emisores y receptores el factor económico es el principal desequilibrio
que impulsa a la migración de los países pobres a los ricos, aunque existen
también otros factores, en materia de salud, educación etc., correspondiendo a
los países receptores las mejores condiciones. Pero desde el punto de vista
demográfico, los países desarrollados presentan una estructura demográfica muy
envejecida con lo que la renovación de la población en los grupos de edad más
jóvenes solo se puede realizar con aportes migratorios, ventaja que poseen los
países que tienen una estructura demográfica muy dinámica, que en general son
países pobres, pero, esta ventaja de los países pobres, no es un factor de
atracción, sino de expulsión, al reunir grupos de edad en edad de trabajar sin
alternativas para ello, y es una desventaja de los países desarrollados que
actúa de atracción para cubrir el desequilibrio demográfico de los grupos de
edad más jóvenes.
Así, en los países desarrollados,
existen ventajas que constituyen elementos de atracción, pero también carencias
que actúan de la misma manera, al contrario, en los países pobres existen
carencias que actúan como elementos de expulsión, y supuestamente ventajas de
estructura demográfica que también constituyen elementos de expulsión. El
desequilibrio regional mundial es entrecruzado, ello sin duda favorece la
migración entre países en una sola dirección de los pobres a los desarrollados.
6. La evolución social de la
percepción del espacio político – económico mundo
El concepto de países en vías de
desarrollo, planteado internacionalmente después de la Segunda Guerra Mundial,
no está definido en cuanto tiempo en los países pobres debe culminarse, sin
embargo, las altas tasas de crecimiento vegetativo y de población urbana son una
constante. Este desfase entre el crecimiento económico y el crecimiento
demográfico, entre el fuerte crecimiento de los asentamientos urbanos y la
carencia de infraestructuras, genera objetivamente desequilibrios internos de
difícil solución. Y, si con el paso del tiempo estos desequilibrios no mejoran,
subjetivamente se acentúa la duda en la población sobre las posibles soluciones.
Esta es la cuestión, la percepción
de la diferencia entre países pobres y ricos se acrecienta no solamente por el
hecho diferencial de las condiciones objetivas entre naciones o regiones del
mundo, sino por la percepción de la imposibilidad de mejorar las expectativas de
vida en un plazo razonable en el país de nacimiento. El desequilibrio entre
países, no tendría porque ser, pues, motivo de atracción y expulsión de
migrantes, si existiera, en los países respectivos, posibilidades factibles en
el tiempo de resolver sus desequilibrios internos.
La migración que emerge tiene su
origen en los irreversibles desequilibrios de los países pobres, por lo tanto
son movimientos migratorios estructurales y mundiales, al igual que no responden
a un proceso histórico coyuntural sino profundo por lo que una vez iniciados su
persistencia en el tiempo será muy larga. Si bien, los que deciden emigrar, en
los países emisores de migración, son porcentajes muy pequeños, con relación a
esas mayorías sociales, el fracaso del desarrollo es un factor que opera en
sentido favorable a la migración, y el éxito de los que migraron también.
En el pasado las fronteras se
ansiaron por los movimientos de independencia para conseguir el desarrollo
económico, en la actualidad, para los migrantes no son sino barreras al deseo de
mejorar su vida. Desde los países ricos, las fronteras, son las barreras de
contención de una avalancha de migrantes que no se desea. Pero esta
consideración es ajena a la voluntad de quienes quieren emigrar, y por ello, la
presión sobre los centros receptores de migración va a ser creciente. Esta
presión solamente puede y debe impulsar a los países desarrollados a liderar la
iniciativa en el cambio de relaciones económicas con los países pobres. A modo
de conclusión se pueden formular las siguientes consideraciones:
Las causas objetivas de las
migraciones se basan en un primer estadio de desequilibrio regional o nacional
interno, un desequilibrio entre la situación de la población y las expectativas
de desarrollo económico. Este desequilibrio en conjunción y relación con el
desequilibrio entre los países y regiones del mundo, genera los
condicionamientos objetivos para la migración de los países menos desarrollados
a los más desarrollados.
Las causas subjetivas nacen de la
persistencia en el tiempo de los desequilibrios internos nacionales, de tal
manera, que la percepción de la población de estos desequilibrios ha ido
evolucionando con el paso del tiempo hasta llegar a ser cuestionado, en el
último cuarto del siglo XX, por amplios sectores de la población el desarrollo
económico en el marco nacional. Este nuevo entendimiento del espacio
político–económico como ámbito de resolución de las expectativas de desarrollo
no se formula a través de la reivindicación de una nueva organización
político–económica, sino que se toma el mundo como ámbito de referencia, la
migración internacional, opera de esta manera, como si fuera una migración
interna en un solo ámbito.
La interactuación de ambos grupos
de causas no es cuantificable, pero si son irreversibles. Se produce en
determinados sectores de la población que son los que deciden emigrar, pero la
diferencia, con otras migraciones, es que responden a un desorden socioeconómico
mundial estructural. Por ello, el fenómeno migratorio transnacional del siglo
XXI, difiere radicalmente de otros movimientos del pasado, donde nunca la
mayoría de la población del mundo, estuvo sujeta a motivaciones migratorias como
las que se adivinan para el siglo XXI [66].
El concepto de la nación surgido en
los siglos XVIII y XIX, permitió gestar el Estado que sustituiría en unos casos
a los Estados del Antiguo Régimen y en otros permitiría emanciparse del Estado
colonial como fue el caso de Estados Unidos, de Inglaterra, o de las naciones de
América Latina, de España y Portugal, formando Estados nacionales nuevos. El
nacionalismo del siglo XIX respondió a las expectativas de conformación de
espacios socioeconómicos para la transformación de la sociedad del Antiguo
Régimen al capitalismo. El liberalismo impulsó el Estado nacional moderno como
el instrumento fundamental de esa transformación y contribuyó a la formación de
las naciones en Europa y todo el continente americano.
En las décadas centrales del siglo
XX, el concepto de nación serviría para emancipar a los pueblos colonizados,
dando lugar al actual mosaico de las naciones del mundo. En todos los países
prevaleció la idea de que ese era el marco de desarrollo, las fronteras se
instituían para articular, como cuestión fundamental, la política económica del
país y evitar disfunciones externas al desarrollo.
El socialismo, que se erigió desde
el siglo XIX como alternativa económica al capitalismo, convirtió al Estado en
una pieza clave de la ideología socialista, constituyendo a la nación en el
ámbito de la revolución, propiciando a su vez la desconexión de la nación donde
se producía la revolución socialista, del sistema económico mundial.
En las décadas centrales del siglo
XX, la influencia de estas dos corrientes históricas de pensamiento contribuyó a
formar los movimientos de independencia nacional en los territorios colonizados,
en la idea de que el desarrollo económico autocentrado y estructurado era
cuestión básicamente de la conjunción de la formación del Estado nacional y la
planificación económica.
Pero, si bien, la independencia
trajo la soberanía política a las nuevas naciones, no cumplió las expectativas
creadas en cuanto a la resolución de los problemas económicos y sociales de
sociedades en franco crecimiento demográfico y en acelerado proceso de
transformación de la sociedad rural a la urbana.
El recorrido socioeconómico que
durante las últimas décadas han tenido las naciones del Tercer Mundo así lo ha
demostrado, haya estado basado en sistemas economía de mercado, o de economía
planificada.
En los comienzos del siglo XXI, la
percepción de este fracaso se ha instalado en amplios sectores sociales de los
países pobres, lo que está llevando a la formación de fuertes corrientes
migratorias hacia los países desarrollados.
Esta misma percepción de fracaso,
está propiciando, en algunas regiones del Tercer Mundo, la formación de minorías
políticas cualificadas favorables a superar la organización económica y política
de los Estados nacionales y la creación de regiones supranacionales que
posibilite el desarrollo económico bajo premisas de planificación y mercado
[67].
Pero aunque esta alternativa, de
llevarse a efecto, podía configurar granes unidades regionales de países pobres
que podían reunir la masa económica suficiente para articular desarrollos
económicos regionales propios, difícilmente las ventajas de esa mayor solvencia
económica se pueden considerar suficientes para superar los desequilibrios
alcanzados en materia de asentamientos humanos y desarrollo del sector informal.
Por otra parte, la fuerza del
nacionalismo surgido en los movimientos de independencia, sigue operando en el
sentido de reforzar el ámbito económico nacional, lo que contrarresta cualquier
iniciativa de proyecto supranacional. La tónica general, en los grandes países
pobres como la India, Indonesia, Egipto, Nigeria, Congo, Pakistán etc., ha sido,
la de reforzar los lazos con el sistema mundial, sin ensayar otras alternativas
de cooperación regional tendentes a sentar las bases para el desarrollo
autocentrado y estructurado, lo que demuestra que se ha emprendido un camino en
la interconexión mundial, sin que en el mismo se aprecie, por el momento, ningún
horizonte de retorno [68].
Se puede concluir, pues, que los
países pobres por la subordinación a los procesos productivos de los países
ricos, por los profundos desequilibrios urbanos que tienen, por la existencia de
un sector informal muy desarrollado que obstaculiza gravemente la articulación
estructurada de su economía, han llegado a un punto que carecen no solo de
alternativas económicas viables a los graves problemas socioeconómicos, sino
también de alternativas políticas que pudieran cambiar sustancialmente la
situación de precariedad económica de la mayoría de la población. El futuro de
estos países se encamina, pues, a la prolongación indefinida de la situación de
pobreza y a la desesperanza política o a un radical cambio político
[69].
En los países ricos, la mayoría de
la sociedad ha ido cerrándose en su propia realidad, ignorando los problemas
globales del mundo, instalándose como estatus normal la división entre países
pobres y países ricos, con ello, se ha abierto soterradamente camino a la
institucionalización del “pensamiento de la desigualdad” y ha pasado a formar
parte de la componente sociológica de los países ricos. La inmensidad de
imágenes que los medios audiovisuales ofrecen sobre la miseria de los países del
Tercer Mundo, solamente llegan a conmover a sectores de ciudadanos en el grado
de destinar “ayudas” para paliar en un ínfimo porcentaje la pobreza.
No es imaginable, en el corte
plazo, un cambio de rumbo en las inversiones mundiales, donde parte de éstas
pudieran orientarse a sufragar la creación de las infraestructuras necesarias en
los países del Tercer Mundo, tampoco es imaginable, entre los ciudadanos
occidentales, una ideología mayoritaria que avalara esas medidas, y no lo es,
porque son las propias condiciones de vida las que justifican que sea
mayoritario en occidente el “pensamiento de la desigualdad”, y ello se demuestra
en el escaso apoyo electoral que tiene en los países ricos el reclamo de
soluciones para paliar la precariedad económica de los países pobres [70].
De esta manera, se puede
considerar, que en las décadas iniciales del siglo XXI, el pensamiento político
que rige los destinos de la humanidad se divide en dos grandes substratos, de
una parte, el de aquellos que justifican sus estatus social, o sea, la mayoría
de los ciudadanos de los países industrializados y una minoría en los países
pobres perteneciente a las clases ricas, de otra parte, el de los millones de
pobres, presos en muchos del fracaso socioeconómico. La conformación de la
vigente economía mundial está propiciando, pues, que los marcos nacionales se
constituyan, en el caso de los países pobres en fronteras de hacinamiento de la
pobreza, y en el caso de los países ricos en fronteras para preservar la
riqueza, y el nacionalismo político perpetúa esta situación.
Los discursos nacionalistas de los
dirigentes políticos de los países pobres, solo pueden renovarse retóricamente
una y otra vez, pues los mismos carecen de soluciones eficaces a los profundos
desequilibrios socioeconómicos. Pero la realidad es obstinada y evidencia que el
discurso del desarrollo circunscrito al marco nacional de los países pobres, es
el discurso de perpetuar la cárcel de los pobres del mundo, de la que solamente
pueden salir a través de la gestación de un pensamiento político de crear
asociaciones regionales y procurar el desarrollo tecnológico.
Los países ricos, al no hacer nada
para superar el estatus económico vigente en el mundo, continúan considerando la
economía mundial como medio para su enriquecimiento exclusivo, pero ese es
precisamente su talón de Aquiles, al estar basado el crecimiento económico en el
superconsumo de un tercio de la población mundial, lo que provoca una situación
de riesgo de crisis permanente al estar fundamentado en muchos bienes y
servicios prescindibles.
Las expectativas de desarrollo
económico abiertas con la liberalización de los mercados mundiales, están
destinados a que los países pobres tengan que articularse más férreamente en
torno a los países ricos como suministradores de materias primas al ser los que
detentan la demanda efectiva, y ello va a ser así, por el estatus alcanzado y en
ningún caso van a tener interés de cambiar la dinámica de empobrecimiento de los
millones de personas situadas fuera del mercado económico mundial.
Por ello, pensar que el actual
modelo de crecimiento económico se pueda mantener indefinidamente dejando sumida
en el subdesarrollo permanente a la mitad de la humanidad es una ilusión que
solamente atiende a la expectativa de quienes ven todavía en este modelo, por
garantizarles los beneficios inmediatos previstos, un camino que debe recorrerse
sin hacerse más preguntas.
2. La integración económica mundial
El concepto del desarrollo
económico mundial como la consecuencia de la suma de los desarrollos nacionales,
en la situación política y económica de principios del siglo XXI, es un concepto
equivocado y por lo tanto precisa ser reformulado. Es necesario la articulación
de otro modelo de crecimiento mundial que contemple dos soluciones, la primera,
la continuidad del crecimiento económico, la segunda, que el crecimiento
económico permita integrar las necesidades básicas de millones personas, pero la
posibilidad de articular un nuevo marco de crecimiento económico mundial pasa
inevitablemente por la reformulación de un nuevo modelo de relaciones de
producción mundiales basado en la <integración económica mundial>.
Este concepto, difiere notablemente
de lo que se ha venido denominando como globalización, este último término, hace
referencia exclusivamente a la desregulación mundial de la circulación de
capitales y la liberalización del comercio de mercancías, manteniendo el resto
de cuestiones que forman parte de la integración económica fuera de la relación
entre naciones.
La <integración económica>, para
ser tal, debe responder a un proyecto global, y éste, básicamente supone además
del libre comercio de mercancías, las políticas sectoriales comunes, la moneda
única y los fondos estructurales de intercompensación regional. Es decir, que se
define por los objetivos finales y por los medios que desde el principio se
ponen para conseguirlos. El desarrollo de estas condiciones, exige ritmos
diferentes, pero ante todo la integración económica es la realización plena de
todas ellas.
Por ello, la liberalización del
movimiento de capitales y de mercancías no supone procesos de integración si no
viene acompañados de periodos de transición para conseguir el equilibrio
económico global de las naciones que van a integrarse. La integración económica
transforma el papel de los Estados nacionales que dejan de servir a la
constitución de un modelo de desarrollo nacional pasando a compartir la
integración económica, de esta manera, el discurso nacionalista centrado en el
desarrollo nacional va retrocediendo, pues el Estado ya no sirve a esa función
sino a la de la integración.
Pero, para garantizar el éxito de
la integración económica de un marco supranacional debe realizarse con la
participación de países dinámicos económicamente, como es el caso de
China, y de países en desarrollo con el fin de implementar un desarrollo
compartido que facilite el acceso a bienes de primera necesidad y de consumo a
la población de los países pobres, y puedan disponer de recursos económicos para
desarrollar infraestructuras y servicios que posibiliten el crecimiento
económico armónico, de tal manera que el mecanismo de integración permita:
favorecer el crecimiento económico; superar los desequilibrios entre países, y
acabar con la relación de subordinación de: países ricos – países pobres, la
integración debe ser, pues, heterogénea, es decir, entre países de recursos
económicos amplios con países de recursos económicos escasos.
La experiencia de integración
económica entre naciones más importante, ha sido la de la Unión Europea
[71],
comparable en otro contexto histórico a los procesos de unificación de los
Estados nacionales del siglo XIX, pero no se puede considerar que este modelo
responda plenamente al modelo de integración de espacio económicamente dinámico
con países en desarrollo.
Otros procesos de cooperación
relevantes, pero que no han supuesto políticas de integración sino solamente la
creación de espacios preferenciales de comercio han sido: en América Latina
MERCOSUR con la firma del Tratado de Asunción en 1991 entre Argentina, Brasil,
Paraguay y Uruguay [72], y el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica entre EEUU, Canadá, México y Chile (1994). En el Sudeste Asiático el espacio comercial
más importantes es la Asociación de las Naciones (ASEAN), entre Brunei,
Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia, que podría ampliarse y
llegar a establecerse una zona de libre comercio del sudeste asiático. En
África, son varias las asociaciones comerciales orientadas al comercio interno,
pero con escaso volumen de transacciones. Pero ninguno de estos acuerdos
regionales de cooperación representa un proceso de integración, son acuerdos
sobre comercio que si bien tienen carácter regional, actualmente, se sitúan
dentro del camino de la creación de un único mercado mundial liderado por la OMC.
Además, los tratados de libre
comercio entre países pobres constituyen una pequeña parte del comercio mundial
y no pueden servir de base a procesos de integración, pues éstos, solamente
pueden ser tales cuando existe capacidad económica para generar fondos
estructurales capaces de solucionar los profundos desequilibrios internos. Por
lo tanto, la política de integración entre ámbitos homogéneos no crea grandes
expectativas de crecimiento económico, pues se limitan a reproducir sus
condiciones económicas solo que en ámbitos más adecuados.
Las migraciones de los países
pobres a los ricos favorece la integración entre espacios desarrollados y
subdesarrollados pues permite acceder a millones de personas a nuevas
oportunidades laborales y a los bienes de primera necesidad y consumo, y
posibilita la transferencia de reservas económicas de los países ricos a los
pobres, pero como concepto prevalece el libre comercio de mercancías mientras se
ponen barreras a la libertad del mercado de trabajo, lo que permite seguir
articulando la economía en función de las necesidades de los países que lideran
la innovación técnica y la mejora de los procesos productivos.
No obstante, la integración
económica, aunque fuera dilatada en el tiempo, crearía una gran necesidad de
infraestructuras y servicios, que debieran ser sufragados con grandes
inversiones.
Relación entre ámbitos de
integración
Elaboración propia.
En el siglo XXI, el desarrollo de
las fuerzas productivas y el acceso de los países pobres a los bienes básicos y
de consumo precisa de una nueva organización del espacio económico mundo que
posibilite la plena integración económica mundial, que conllevaría espacios
económicos basados de desarrollo compartido.
La gestación de las condiciones
subjetivas políticas y sociales que propicien ese cambio es con toda
probabilidad un problema de recorrido histórico en el que la nación sustentada
en el modelo surgido en el siglo XIX y XX será definitivamente superada por la
agrupación de naciones con vocación de desarrollo mutuo sustentada en la
soberanía inalienable de las naciones.
Los países
desarrollados, al concentrar la mayor parte de la demanda efectiva(73) son los
principales destinatarios de la producción mundial, marcando la pauta en la
innovación de productos destinados al consumo y en la optimización de la
productividad técnica de los procesos de producción. Los países pobres solo
cuentan en el esquema de las necesidades de los países ricos, es decir, como
receptores de sus iniciativas económicas y tecnológicas.
En lo ideológico, el <pensamiento
de la desigualdad mundial> por el que se considera correcto que los ricos se
beneficien de su buen hacer, mientras que, los pobres del mundo recogen los
frutos de su incompetencia, es mayoritario en los sociedades ricas.
Pero en este destino tan evidente,
surgen algunas dudas en función de las siguientes preguntas: ¿La hegemonía
política y militar de los países desarrollados puede resolver la pobreza? ¿La
ideología de la desigualdad socioeconómica mundial puede satisfacer a millones
de personas condenadas a la desesperanza? ¿El modelo de crecimiento económico
basado en el consumismo de los más ricos e ignorando las necesidades básicas de
la mayoría de la población del mundo puede mantenerse sin que entre en una
crisis de larga duración?
Son preguntas sin respuestas, sin
que tampoco interese por el momento en los países ricos encontrarlas, pues es
mejor dejar correr el tiempo, y según como evolucionen los acontecimientos ir
actuando en consecuencia. Actuación, que se ciñe a asegurarse que el actual
estado de cosas en el mundo no cambie, ya que, los países ricos no tienen porque
cambiar, al menos que el modelo de crecimiento económico se cuestione.
En los países desarrollados, la ciencia económica es
la ciencia de la rentabilidad dentro de los parámetros impuestos
por el modelo de crecimiento basado en la oferta de productos orientados a
satisfacer las necesidades de las personas de los grupos de renta más altos. La
miseria de la lógica económica actual se basa en que se agota en el acto de la
rentabilidad. La ciencia económica necesita un cambio importante en sus
limitados postulados actuales que le oriente a buscar el crecimiento económico
en la <integración económica mundial>, lo que supondría la incorporación de
millones de personas a la satisfacción de sus necesidades básicas, posibilitaría
el incremento de la producción para la satisfacción de las mismas, generaría
nuevos beneficios y un nuevo crecimiento económico sin el cual la humanidad
nunca alcanzará el estado del bienestar.
La integración económica, ante
todo, tiene problemas políticos y culturales para su aplicación, y éstos son, en
los países ricos, la xenofobia y el racismo, y en muchos de los países pobres la
herencia secular de los intereses de élites sociales locales para dar
continuidad a sus particulares intereses.
Esa gran transformación solo puede
llegar de la voluntad de millones personas por unas nuevas relaciones de destino
compartido entre los países más dinámicos como es el caso de China con el resto
de países en desarrollo, en un movimiento de personas y
naciones hacia la progresiva integración económica mundial en una sociedad
superadora de los exclusivismos nacionales y del vigente modelo de economía
mundial.
MANIFESTACIONES HISTÓRICAS DE LA
IDEOLOGÍA IMPERIALISTA
1. Edad Antigua. La expansión de la
Cultura.
2. Edad Media. La religión
3. Edad moderna. Guerras de
religión y expansión colonial
4. Edad Contemporánea. (a)
Revolución y nuevos imperios coloniales; (b) Las Guerras Mundiales; (c)
Posguerra, Guerra Fría y descolonización; (d) Globalización económica; (e)
Colonialismo y Neocolonialismo
----
A lo largo de la historia, los
imperialismos han tenido como soporte diferentes formas ideológicas en la
justificación e impulso de los centros imperiales para la expansión de su
influencia.
El imperialismo, entendido como
tal, por el poder político, económico y cultural de un Estado con
subordinación de vastos territorios al Centro imperial, ha formado parte de la
historia de la humanidad desde las primeras civilizaciones, como fueron en
la Edad Antigua: la Egipcia, Persa, Griega, Romana y China...
----
1. Edad Antigua. La expansión de la
Cultura
En ese periodo de la historia de la
humanidad, la motivación del Centro imperial al impulso de su expansionismo
territorial tenía como razón principal la seguridad en las fronteras de sus
territorios sujetas al vandalismo de pueblos que vivían del saqueo, pero una vez
sometidos éstos, ante la falta de oponentes la expansión territorial se
realizaba hasta la siguiente línea de resistencia.
La riqueza de los territorios y
pueblos sometidos redundaría en el Centro imperial y ello contribuiría a la
formación de una clase social que propiciaría un desarrollo de las artes, las
letras y los conocimientos en ciencia y técnica, y esta nueva forma de cultura
avanzada se convertía a su vez en una nueva justificación para la expansión
territorial frente a los pueblos "bárbaros". Ciro II el Grande (559-529 ac) y
Darío I (512-484 ac) expandirían el imperio y la cultura Persa, y Alejandro
Magno (336-333 ac) lo haría con la cultura helénica desde Grecia, impulsando en
los nuevos territorios conquistados las formas culturales del Centro imperial,
en arquitectura, escultura, letras y organización social. Con posterioridad,
bajo estas premisas, se desarrollaría en Occidente y el Medio Oriente el Imperio
Romano (27ac-476dc), y en Oriente la dinastía Chi'n (221-206 ac) y Han (206 ac-220
dc).
2. Edad Media. La religión
El periodo que comprende desde la
caída del Imperio Romano Occidental en el siglo V hasta el siglo XVI, en el que renacen de
nuevo los imperios europeos, ha sido catalogado por la historiografía occidental
como Edad Media debido a la división de Europa en pequeños reinos. En ese
periodo aparecería un nuevo factor ideológico para el expansionismo territorial:
las religiones monoteístas. El cristianismo y el Islam llevarían a cabo su
expansión territorial por la fuerza de las armas bajo la justificación de
convertir el mundo conocido al único Dios "verdadero".
El monoteísmo a diferencia del
politeísmo daría lugar al absolutismo en el pensamiento y el totalitarismo
político, donde quien no participaba de la fe "verdadera" era catalogado de
hereje y perseguido por sus creencias. La expansión del Islam abarcaría
numerosos territorios en Asia, África y en Europa ocuparía parte de la península
ibérica. Los reinos cristianos en Europa una vez contenido el Islam, se
expandirían en la lucha contra el mismo e intentarían su reunificación con la
formación del Sacro imperio Romano-Germánico, siendo su primer impulsor el
emperador Carlomagno coronado como tal en la navidad del año 800 y que sus
descendientes continuarían. La parte Oriental del Imperio Romano se constituiría
hasta mediados del siglo XV como imperio Bizantino con centro en Constantinopla.
3. Edad moderna. Guerras de
religión y expansión colonial
En el siglo XVI, con la extensión
de las monarquías europeas a los territorios de ultramar en las Indias
occidentales (América) y Orientales (Oriente de Asia), volvieron a renacer los
imperios en Europa e inauguraría la Edad Moderna.
Durante los siglos XVI y XVII, la
expansión imperial con la enseña de la cruz cristiana y la fuerza de las armas
enfrentaría no solamente al catolicismo con el Islam, sino que las guerras de
religión por la formación del Sacro Imperio Romano bajo la égida de los Austrias,
en pugna con las religiones protestantes que se negaban a someterse
doctrinariamente a Roma, asolarían internamente a Europa.
A su vez, a los nacientes imperios
europeos se les abriría otro frente de rivalidad en los nuevos territorios de
ultramar principalmente entre la corona portuguesa y la española. El tratado de
Tordesillas (1494) establecería un pacto entre ambas potencias para la división
del Nuevo Mundo, por el que, a la corona de Castilla le pertenecían todas las
tierras descubiertas a 370 leguas al Oeste de las islas de Cabo Verde, que
situaba, con la excepción de Brasil, a todo el continente americano bajo la
soberanía de la Corona española. Las riquezas de oro y plata que precisaba el
reino de España para financiar las guerras contra el protestantismo en Europa,
estimularía la colonización de todo el continente americano.
En los primeros años del siglo XVI,
los crueles métodos utilizados en la región del Caribe para su colonización
llevaría a la extinción de las poblaciones nativas, lo cual cuestionaba la
misión católica evangelizadora. La Iglesia Católica intervino sobre el
tratamiento que debían tener los nativos, estableciendo que éstos poseían alma
lo que les diferenciaba de las bestias y por lo tanto no podían ser tratados
como tales y debían ser bautizados. Tras el establecimiento de esta premisa, la
conversión de los nativos a la religión católica se constituiría en la ideología
para la expansión del imperialismo español en el "Nuevo Mundo".
A principios del siglo XVIII, tras
la derrota de la dinastía de los Austrias por la francesa de los Borbones, las
guerras de religión darían paso a una lucha entre las monarquías imperiales
europeas por el control de territorios. Gran Bretaña por un lado y Francia y
España por otro se disputarían las áreas de influencia.
4. Edad Contemporánea.
(a) Revolución y nuevos imperios
coloniales
A finales del siglo XVIII las
monarquías absolutistas europeas entrarían en crisis con el auge de la
burguesía. La Independencia de EEUU y la revolución francesa marcarían un antes
y un después e inaugurarían una nueva era, la Edad Contemporánea.
A principios del siglo XIX, la
ideología para la expansión imperialista cambio de signo. Con Napoleón pasaría a
sustentarse en la expansión de los valores de la revolución francesa por la
fuerza de las armas al resto de Europa.
La derrota de Napoleón (1815) por
las fuerzas de la restauración del Antiguo Régimen, no evitaría la era de
transformaciones burguesas. A partir de 1830 una ola de revoluciones liberales
se propagaría por Europa, que barrería el Antiguo Régimen, pero ello tampoco
afectaría a la componente imperialista de los nuevos Estados europeos. En 1884
en la Conferencia de Berlín, las potencias europeas se repartirían en régimen
colonial el continente africano.
No obstante, sería Gran Bretaña la
nación que se constituiría en el imperio colonial más importante durante el
siglo XIX y la primera mitad del XX. En los comienzos del siglo XIX, la derrota
en la batalla de Trafalgar de la escuadra franco-española por la armada
británica y la independencia de la mayoría de los territorios españoles en
América pondría fin a 300 años de existencia del imperio español. Gran Bretaña
pasaría a dominar la principales rutas marítimas del mundo y ello favorecería su
expansión imperialista de dominio colonial. La ideología imperialista dejó de
sustentarse en la expansión religiosa, siendo sustituida por la "exportación de
los avanzados valores de la civilización occidental a los pueblos atrasados del
mundo" que servía de subterfugio a lo que era el expolio colonial de materias
primas.
Con la llegada de las nuevas clases
burguesas al poder político en las principales potencias europeas, el
capitalismo cobraría un fuerte impulso. Si embargo en 1873, tras la quiebra en
Estados Unidos de la entidad bancaria Jay Cooke and Company, se produciría la
primera gran crisis del capitalismo global y una ola de proteccionismo se
apoderaría de las incipientes economías capitalistas emergentes.
Dentro de esa tendencia
proteccionista, el imperialismo económico basado en el control de áreas
exclusivas de influencia para el comercio se constituiría en el fundamento de
las rivalidades entre imperios europeos, pero en esta nueva realidad geo-económica
existían profundas diferencias entre los distintos imperios europeos, mientras
que Gran Bretaña y Francia ya habían consolidado su influencia colonial en los
territorios de ultramar, Alemania constituida como Imperio Alemán en 1871 tras
la reunificación de un mosaico político de 39 Estados, pasaría a ser la
principal potencia económica europea, sin embargo, debido a su tardía formación,
sus dominios coloniales en los territorios de ultramar eran escasos y por lo
tanto, su área de influencia exclusiva colonial también.
(b) Las Guerras Mundiales
Este desequilibrio acentuaría las
rivalidades de Alemania con Francia y Gran Bretaña; para Alemania, el camino más
corto para dominar las áreas de influencia globales pasaba por dominar Europa
como Centro de la economía Mundial, desplazando del mismo a Francia y Gran
Bretaña, en el entendimiento de que, quien dominara el Centro se haría con el
control de las colonias de ultramar. En esta coyuntura la ideología imperialista
adquiriría un sesgo de nacional-imperialismo, creándose las bases para la que
sería la Primera Guerra Mundial (1914-1918), de Alemania principalmente contra
Francia, Gran Bretaña y Rusia.
Alemania perdería la guerra y las
condiciones impuestas por Francia y Gran Bretaña en el Tratado de Versalles
(1919) que dejaban a Alemania como un Estado tutelado por ambas potencias
dejaría una profunda herida en la sociedad alemana. Tras la guerra, la economía
mundial de la mano de Francia y Gran Bretaña y de la potencia emergente, EEUU,
tendería de nuevo hacia la apertura y la globalización dejando de lado el
proteccionismo, pero la crisis económica de 1929 restauraría de nuevo los
fantasmas de la crisis de 1873. El proteccionismo volvió a imponerse y con ello
la geo-economía de áreas de influencia exclusivas para el comercio.
Alemania, en medio de una profunda
crisis económica, quedó atrapada por las vejatorias condiciones del tratado de
Versalles y por su escasa influencia colonial. La opción de romper es nudo
gordiano tomando el control del Centro económico mundial, es decir,
de nuevo,
con la
guerra contra Gran Bretaña y Francia, volvería con fuerza. En esta
coyuntura la ideología nacional-imperialista volvería a calar profundamente en
la sociedad alemana, pero esta vez, el nacional-imperialismo se fundamentó en la
perversión del racismo de la mano del nazismo.
En la ideología nazi, el género
humano quedaba dividido en razas de humanos y subhumanos. La raza aria germánica
se situaba en lo más alto del escalafón, y por ello estaba destinada a regir los
destinos del mundo, mientras que los judíos y eslavos eran considerados como
subhumanos, por lo que su genocidio o esclavitud estaba justificado. En los años
treinta Alemania reconduciría su capacidad industrial al desarrollo de la
industria militar, la guerra civil española (1936-1939) fue el escenario de
prueba de las nuevas armas alemanas, y el triunfo de las fuerzas fascistas en la
contienda y la megalomanía de su poder militar le
llevaría a desatar la guerra hacia el Oeste para rendir a Gran Bretaña y Francia
y posteriormente hacia el Este para someter a los pueblos eslavos de la URSS.
En 1945 Alemania perdería la
guerra. Los líderes fascistas que sobrevivieron fueron juzgados y condenados y
la ideología nacional-imperialista nazi fue condenada y desterrada como una de
las mayores aberraciones de la historia de la humanidad. Sin bien, el racismo ha
sido definido como el rasgo definitorio de la ideología nazi, hay que tener en
cuenta que tal perversión fue devastadora por la combinación que tuvo con sus
ambiciones imperialistas que le llevaría a invadir la mayoría de los países de
Europa, en los países ocupados como Polonia y Rusia, es decir, fuera de sus
fronteras, es donde llevaría a cabo el grueso de sus crímenes, siendo Rusia la
que soportó el mayor genocidio con veinte millones de muertos por la guerra.
(c) Posguerra, Guerra Fría y
descolonización
Con la derrota de Alemania por la
URSS y Estados Unidos, los centros geopolíticos mundiales dejaron de estar en
Europa, pero el sistema de áreas de influencia geo-económicas prevaleció después
de la guerra. Bajo control de EEUU se situarían los países occidentales, Japón y
América Latina, y bajo la tutela de la URSS con centro en Moscú las naciones que
componían la Unión Soviética.
A partir de 1945, la ostentación de
la ideología imperialista entró en declive, a diferencia del pasado, ninguna
nación en el mundo se autodefiniría como imperio. El término "imperio" objeto de
apología desde las primeras civilizaciones de la humanidad que se calificaron
como tales: Imperio Persa, Imperio Helénico; Imperio Romano, Imperio Carolingio;
Sacro Imperio Romano; Imperio Español; Imperio Británico; Imperio Francés,
Imperio Alemán, Imperio Ruso; Imperio Japonés..., y que había gozado de la
estima y admiración de pueblos y gobernantes, se ocultaba con vergüenza.
Dos factores contribuyeron a ello,
el primero la sucesión de dos guerras mundiales por disputas claramente
imperiales, y el segundo porque en la posguerra, con la relegación de Gran
Bretaña y Francia del dominio mundial, se creo un vacío de poder en sus dominios
coloniales que favorecería que los movimientos antiimperialistas de emancipación
colonial fueran proclamando su independencia como naciones libres.
Sin embargo, la denostación del
término imperio no impediría que las prácticas imperiales continuasen con los
dos ganadores de la Segunda Guerra Mundial, EEUU y la URSS, esta vez bajo el
manto de la expansión de nuevos valores por ambas partes: el socialismo desde la
URRSS y la democracia liberal desde EEUU.
Con dos centros geopolíticos
mundiales tan distantes como Moscú y Washington, dos sistemas económicos tan
diferentes como el socialismo de la URSS y el capitalismo estadounidense,
las áreas de influencia respectivas estaban radicalmente separadas y
desconexionadas unas de otras. Los movimientos revolucionarios que luchaban
contra la influencia estadounidense se alineaban en la zona de influencia de
Moscú, y viceversa. El imperialismo no se revelaba como motivación política pero
las guerras por la independencia colonial terminaron siendo guerras por limitar
la influencia geopolítica respectiva entre ambos centros del poder mundial, como
sucedió en la Guerra de Corea (1950-1953) o de Vietnam (1955-1964-1975).
En China, después de una larga
lucha contra el imperialismo japonés y la guerra civil entre el Partido
Comunista de China (PCCh) y el Kuomintang, el PCCh tomaría el poder y
proclamaría en 1949 la República Popular de China (RPCh). La alianza entre el
nuevo poder en China y la URSS se había venido gestando durante la guerra de
resistencia contra Japón, y la URSS contribuiría en la década de los cincuenta a
que China iniciara sus primeros pasos en la modernización de un país que en un
90% era rural. Sin embargo, a finales de esa década China entraría en un periodo
convulso sobre como abordar el proceso de industrialización. Los dirigentes
chinos comenzaron a desconfiar de las intenciones de Moscú al considerar que
quería convertir a China en una nación tutelada y se produjo una ruptura en las
relaciones. Los asesores soviéticos volvieron a Moscú y China comenzó a
calificar de hostil e imperialista a la URSS.
En el este de Europa los países
bajo el Pacto de Varsovia también comenzaron a percibir como hostil la excesiva
dependencia de Moscú. La primavera de Praga en 1968, marcaría el inicio del
declive del dominio soviético en esos países. A finales de la década de los
setenta las tropas de la URSS entrarían en Afganistán a petición del gobierno de
esa nación, teniendo que soportar durante más de una década una encarnizada
lucha de resistencia. Existía una creciente percepción en los países bajo la
égida de Moscú que la propagación del socialismo se había convertido en un
ideología para la expansión de un modelo imperialista. El desgaste de la URSS se
acentuó con la creación de grupos de poder dentro de la URSS que querían poner
fin a la etapa socialista. La URSS se disolvería en 1991, y el proyecto de
expansión del socialismo como un área de influencia desconexionada del sistema
capitalista global llegaría históricamente a su fin.
(d) Globalización económica
En la última década del siglo XX,
EEUU se alzaría como la potencia mundial indiscutible, en esos años culminaría
también el proceso descolonizador que ha conformado el actual mosaico mundial de
naciones. Una vez extinguida la división mundial en áreas de influencia, la
opción para las nuevas naciones surgidas de la descolonización, como para las
que componían la URSS, sería la de integrarse en el modelo económico global.
China desde el establecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU en la década
de los setenta ya había dado pasos en esa dirección, que los afianzó con su
integración en el año 2001 en la OMC, y la globalización económica entró en una
senda irreversible.
La crisis financiera del 2008
convulsionaría de nuevo la economía mundial, pero en su evolución posterior se
ha definido claramente que la vuelta al modelo de áreas de influencia, a pesar
del proteccionismo arancelario iniciado por EEUU, es ya económicamente
imposible.
(e) Colonialismo y Neocolonialismo
El colonialismo y el
neocolonialismo difieren en la forma de sometimiento a los pueblos y de las
políticas económicas de dominación. El colonialismo tuvo su máximo apogeo en el
siglo XIX con Francia y Gran Bretaña como los principales imperios coloniales,
sometiendo a la mayor parte de África y de Asia en régimen colonial. El
colonialismo se sustentaba ideológicamente en las sociedades occidentales en su
excepcionalidad para llevar la civilización a los territorios habitados por
pueblos atrasados, y se caracterizaba por la presencia militar con
administración directa y la explotación de los recursos en interés de la
metrópolis imperial.
Tras los procesos de independencia
del colonialismo europeo, EEUU intentó ocupar su lugar en algunas naciones como
fue en Indochina tras la retirada francesa, pero su derrota en la guerra de
Vietnam demostró que no era posible. En el año 2003 lo volvió a intentar en
Irak, incluso llegó a establecer una administración estadounidense en ese país,
pero la guerra de desgaste a la que se vio sometido posteriormente a la
invasión, volvió a demostrar que la conciencia política nacional de los pueblos
hacía inviable la dominación territorial en régimen colonial con presencia
militar y administrativa del poder imperial.
Estos fracasos han determinado el
cambio de las metrópolis desarrolladas en la forma de ejercer sus ambiciones
imperialistas sobre las antiguas colonias, a un modelo neocolonial.
En el modelo neocolonial, la
metrópolis imperial subordina a sus intereses a la nación neocolonizada a través
de tres elementos clave: 1. La instauración de un gobierno que garantice la
subordinación política de la nación al centro imperial, siendo las oligarquías
locales las principales beneficiarias del comercio con la metrópolis. 2. La
preservación del estatus quo de atraso del país en desarrollo para asegurar que
será una nación dependiente. 3. La amenaza de invasión militar en el caso de
rebelión a la tutela imperial.
EEUU, tiene una larga experiencia
en este modelo de dominación neocolonial en las que han sido sus relaciones con
las naciones de América Latina en más de un siglo, habiendo utilizado la fuerza
militar directa en multitud de ocasiones en ese continente para restablecer su
dominación: Panamá (1918; 1920; 1925; 1958; 1989), Cuba (1917-1933), Honduras
(1919; 1924-1925), Nicaragua (1912-1933), República Dominicana (1965-1966)),
Guatemala (1920; 1954; 1966-1967), El Salvador (1932), Grenada (1983-1984),
además del apoyo a las siniestras dictaduras militares en el pasado siglo. La
ideología utilizada para justificar el dominio neocolonial se basa
principalmente, al igual que en los viejos imperios coloniales, en su
auto-arrogada excepcionalidad como nación para regir a las naciones
latinoamericanas.
En la globalidad, el proyecto
neocolonial de EEUU y los países de la OTAN, con un 15% de la población mundial,
se fundamenta en preservar su hegemonía económica que concentra la mayor parte
del PIB mundial, para lo cual los países en desarrollo que acogen el 85% de la
población mundial restante no deben prosperar, pues un cambio de su estatus
hasta la equiparación de su renta a la de los países desarrollados, relegaría el
poder económico global de los países de la OTAN.
Las naciones que desde la soberanía
política avanzan con éxito en su desarrollo económico y tecnológico, como son
por su importancia China y Rusia y en Oriente Medio Irán, incrementan su
participación en el PIB mundial al margen de la tutela de EEUU, y con ello el
poder económico global estadounidense disminuye, lo que les convierte en
naciones a contener o debilitar mediante sanciones, aranceles u otras medidas
económicas, en contra del principio económico de que toda prosperidad es
positiva.
En el siglo XXI esta práctica de economía destructiva contra naciones
que pretenden un desarrollo soberano se aplica principalmente a Rusia, China,
Irán, y Venezuela. Y en otras naciones contrarias a la hegemonía estadounidense
que no tenían el poder militar de las anteriores se ha optado por su destrucción
económica, social y política mediante la guerra, como ha sucedido en el presente
siglo con Afganistán, Irak, Libia y Siria.
La visión ideológica neocolonial de
la que participan las sociedades occidentales, es la de un mundo "libre"
constituido principalmente por los países de la OTAN y otro "no libre" compuesto
en su mayoría por naciones gobernadas, en su propaganda oficial, por mandatarios
"corruptos y despóticos" que le otorga a las naciones del "mundo libre" el
derecho a la injerencia, la cual es alimentada por los medios de comunicación de
masas sobre los que descansa la formación ideológica de la sociedad imperial,
impidiendo que se desarrollen fuerzas ideológicas contrarias en el seno de la
propias sociedades.
Por el contrario, la visión sobre
la que se asienta la legalidad internacional, sustentada en el concepto de que
deben ser los pueblos organizados en naciones soberanas los que desarrollen por
si mismos la democracia, los derechos humanos y su prosperidad económica sin
injerencias foráneas, es ignorada.
El imperialismo en cualquiera de
sus manifestaciones ideológicas, ha sido, es y será, el origen de todas las
guerras de agresión, y el responsable de sus secuelas en vidas humanas. La
ideología pacifista seguirá siendo una ilusión mientras no se erradique de la
sociedad humana la cultura imperialista, que en la actualidad se sustenta en la
auto-arrogada excepcionalidad de EEUU para injerir y declarar la guerra a otras
naciones al margen de la legalidad internacional.
El cambio civilizatorio de valores
en las relaciones internacionales para la relegación de la cultura imperialista
tendrá que venir de los países en desarrollo, particularmente de aquellos que
han hecho de la no injerencia y el desarrollo económico y
tecnológico compartido su estandarte en las relaciones internacionales.
Tras la crisis financiera del 2008
y con la emergencia
en el escenario económico mundial
de los principales países en desarrollo, particularmente de China,
el modelo de desarrollo compartido global a iniciado con paso firme un nuevo
camino de desarrollo económico y, con ello, la formación del espacio económico
mundo ha entrado en una nueva fase histórica.
LA IDEOLOGÍA MODERNA DE LA
DOMINACIÓN GLOBAL OCCIDENTAL
1. Las sociedades imperialistas
2. La oligarquía financiera
internacional
2. Las oligarquías en los países
periféricos
3. Las clases oligárquicas en EEUU
4. El unilateralismo de la
ideología de la dominación occidental
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1. Las sociedades imperialistas
En las sociedades occidentales,
particularmente en la estadounidense, está muy arraigada la cultura del
"derecho" unilateral a dictar las políticas a otras naciones, y es el sustrato
principal sobre el que se asienta la ideología global de la dominación, de tal
manera que, en sus respectivas naciones, la valoración de sus dirigentes políticos
está en función de la eficacia con la que someten a los gobiernos de otras
naciones. No existe debate entre si es legítima o no la injerencia en los
asuntos políticos de otras naciones, pues ello se da por supuesto, sino que lo
que se debate es que gobernantes son más eficaces en la dominación de las naciones rebeldes, lo que
pone de manifiesto el paradigma ideológico imperial de la mayoría del electorado
estadounidense.
Otra característica de la
ideología
de la dominación global en las sociedades occidentales, alimentada por los
medios de comunicación, es que en el área internacional existe una rivalidad
entre potencias por el control del dominio mundial, principalmente entre China y EEUU, de tal manera que la prosperidad de China es vista como una amenaza de la
que Occidente tiene que defenderse, reviviendo en la mentalidad occidental la
lucha secular entre los imperios europeos por el dominio mundial.
Sin embargo, esta visión es la
mayor mentira con la que Occidente tergiversa interesadamente ante su ciudadanía
la realidad internacional. Ninguna de las dos potencias declaradas rivales por
Occidente con presencia en el CSNU: Rusia y China, pretenden reemplazar a
Occidente en el poder Global. Su discurso en el área de las relaciones
internacionales es muy claro, no quieren la confrontación sino la
colaboración,
pero los poderes mediáticos, económicos y militares occidentales hacen oídos
sordos a estas propuestas y siguen tergiversando la realidad internacional.
La mentira de que Occidente se
defiende de las intenciones agresivas de Rusia y China, es la que justifica ante
su ciudadanía la existencia de la OTAN y el desmesurado gasto militar de EEUU
que triplica el de Rusia y China juntas. La perpetuación de esta mentira se
realiza ocultando mediáticamente el debate sobre la necesidad de caminar hacia
el multilateralismo en las relaciones internacionales para acometer con mayor
eficacia los desafíos globales de toda la humanidad.
2.La oligarquía financiera
internacional
En el fondo de la cuestión de esta
confrontación ideológica está la continuidad de los intereses de clase de la
oligarquía financiera internacional que tiene establecido en Occidente su
cuartel general, y donde ha desarrollado los instrumentos para la perpetuación
de su dominio global; en el terreno ideológico con las corporaciones mediáticas,
en el plano militar con la OTAN, y en el económico con la protección de sus
intereses haciendo intocable legalmente su poder financiero en el marco de las
constituciones liberales.
Las rivalidades entre las élites
financieras occidentales durante la época colonial por el dominio mundial, y que
fueron causa de enfrentamientos en la primera mitad del siglo XX, fueron
relegadas al término de la Segunda Guerra Mundial por el peso geopolítico que
adquirió la URSS tras su victoria sobre el nazismo. La Guerra Fría unió a las
élites financieras occidentales, y la crisis económica mundial de 1973 llevaría
a esta clase social a desmontar el modelo económico keynesiano vigente desde la
posguerra que otorgaba al Estado un papel destacado en las economías nacionales,
propiciando la privatización de las empresas estatales y la relegación
constitucional del Estado de los asuntos financieros, pasando el control de los
bancos centrales a manos privadas. La reinstauración del modelo liberal o
neoliberalismo
otorgaría un gran poder global a la clase financiera occidental que se
acentuaría con la ausencia de una regulación financiera internacional que dejaba
a los Estados fuera del control financiero.
3. Las oligarquías en los países
periféricos
Esta clase social mantiene una
estrecha alianza con las oligarquías de los países en desarrollo, las cuales han
anclado sus economías a la venta de materias primas a los países desarrollados
de las que son sus propietarias y principales beneficiarias, constituyendo esta
alianza la base de la arquitectura del neoliberalismo y del modelo
neocolonial
de dominación occidental que impide el desarrollo productivo de los países en
desarrollo y perpetúa la pobreza de la mayoría de la población, de tal manera
que, las naciones que han desplazado a estas las oligarquías apoyadas por
Occidente, son declaradas como enemigas.
La formación de las oligarquías
periféricas han variado en función de su historia.
En el este de Europa, tras la
desaparición de la URSS pasaron a detentar el poder en las diferentes naciones
que la constituían
las oligarquías formadas en la sombra en los últimos años de la URSS. En Rusia,
con la llegada a la presidencia a principios del presente siglo de Vladímir
Putin se produjo una progresiva revolución en el poder del Estado. Las
oligarquías apátridas unidas a Occidente y aupadas por Boris Yeltsin en los años
noventa fueron desplazadas del poder y sus bienes confiscados en favor del
Estado, prevaleciendo en los sucesivos gobiernos de Rusia los intereses de las
clases populares. Esta transformación que se produjo en Rusia no sucedió en el
resto de países europeos de la antigua Unión Soviética lo que ha dado lugar a
una profunda fractura entre Rusia y las oligarquías de estas naciones en el
poder apoyadas por Occidente.
En Oriente Medio, las oligarquías
que han unido sus intereses a los dictados de Occidente están representadas por
la despóticas monarquías de la región y el régimen de apartheid de Israel. Las
naciones que han pretendido implementar cambios en favor de las clases populares
han sido objeto de agresiones militares y sanciones por parte de Occidente. Irán
es la nación que más ha avanzado democráticamente en la región, ejerciéndose el
poder popular a través del sufragio universal. La revolución que protagonizó en
los años setenta del siglo XX ha sido permanentemente combatida por Occidente, y
sigue siendo la pesadilla del régimen sionista de Israel.
En el Oriente asiático, la
revolución popular de China puso fin al poder oligárquico en esa nación, y en
siete décadas ha tenido notables avances. Ha conseguido sacar de la pobreza
extrema a más de 700 millones de Chinos y situarse entre las naciones
tecnológicamente más avanzadas del mundo. La prosperidad de China que la
comparte comercialmente con el resto de naciones de la región en el proyecto de
la Nueva Ruta de la Seda, es vista por EEUU como un desafío a su hegemonía.
En Sudamérica, las oligarquías
locales han estado secularmente unidas a EEUU por ser el principal destinatario
de la explotación de las materias primas de la región cuya propiedad detentan.
Venezuela en los inicios del siglo XXI protagonizó con Hugo Chávez al frente una
revolución popular democrática promulgando una constitución que dio el poder de
los ingentes recursos de Venezuela al Estado lo que le ha convertido en el
enemigo numero uno de las oligarquías dominantes en los países de la región y de
Occidente.
4. Las clases oligárquicas en EEUU
La oligarquía financiera
occidental, que es la que lidera la ideología de la dominación global, tras las
crisis financiera del 2008 se dividió formándose dos corrientes políticas, una
liberal globalizadora, y otra de marcado perfil nacionalista en EEUU. En la
primera, su más genuino exponente son las fundaciones patrocinadas por el
magnate financiero especulador George Soros, y dentro de ella se sitúan, los
principales medios de comunicación occidentales, la derecha liberal y la
socialdemocracia en Europa, y el partido demócrata en EEUU.
La segunda corriente se sitúa
principalmente en EEUU representada actualmente por sectores del partido
republicano. Esta corriente no es partidaria de la visión económica
globalizadora de la corriente liberal, que otorga el poder a una clase
financiera en la sombra sin una patria definida, sino que pretende que el poder
económico y financiero se localice en EEUU.
Desde los inicios de la revolución
industrial las naciones occidentales han dominado la economía mundial, sin
embargo, tras la crisis financiera del 2008, la economía mundial comenzó a tener
una transformación importante con la irrupción de China como un actor importante
e independiente del modelo económico neoliberal occidental. Hasta esa crisis, el
desarrollo de China se realizaba dentro del marco global occidental, pero la
caída de la demanda efectiva en las economías desarrolladas de la que dependían
sus exportaciones le situó en la tesitura de tener que implementar un cambio en
su modelo económico, fomentando la innovación tecnológica propia, la orientación
hacia el los países en desarrollo, y la estimulación del consumo interno.
5. El unilateralismo de la
ideología de la dominación occidental
La ideología de la dominación
Occidental sigue oscureciendo el discurso en favor de crear unas relaciones
internacionales y una cultura entre las naciones de futuro compartido para toda
la humanidad. Sin embargo, existen dos fuerzas transformadoras globales
inexorables que cuestionan la ideología de la dominación occidental: 1ª. el
deseo de los pueblos de las naciones en desarrollo de alcanzar la prosperidad, y
2ª. la percepción global nacida de los valores de la Ilustración de que el mundo
no es inamovible sino perfectible y por lo tanto susceptible de ser cambiado, y
esas fuerzas, a pesar de los esfuerzos de Occidente por frenarlas, son las que
marcan la tendencia actual de cambio de los tiempos, y cuyos principales
valedores en el plano internacional son China y Rusia.
A la postre, los cambios económicos
y políticos serán los que determinarán el reemplazo de la ideología de la
dominación por la ideología de la
fraternidad universal, inaugurando un
civilización en la que las armas nucleares dejen de tener sentido, sea posible
aunar eficazmente los esfuerzos de las naciones para luchar contra el cambio
climático, y la prosperidad de todo el género humano se sitúe en el centro de
todas las cosas.
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Tenemos que ayudarnos unos a otros.
Los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos
desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio
para todos. La Tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. (Charles
Chaplin / 1940).
4. La nación moderna como centro de
los nuevos imperios coloniales
5. El ser en sí y el ser para sí
6. La revolución rusa de 1917
7. Las luchas interimperialistas en
el Centro del Sistema Mundial
8. El ser para sí de los pueblos
colonizados
9. El neocolonialismo, la nueva
tiranía global
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1. La tiranía del Antiguo Régimen
El concepto de la Tiranía aparece
por primera vez en la Antigua Grecia para definir la relación entre el monarca
que detenta el poder absoluto y sus súbditos, en la historia contemporánea se ha
identificado con un uso abusivo del poder político que se ha usurpado, un poder
que no sólo es ilegítimo por su origen, sino también injusto por su ejercicio.
La Ilustración atribuyó el ejercicio de la tiranía a los monarcas, quienes
ostentaban el poder absoluto.
2. Nación y Reino
En la declaración
de Independencia del 04/07/1776, de Estados Unidos, se puede leer: "La historia
del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y
usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una
tiranía absoluta sobre estos estados".
Bajo el Antiguo
Régimen absolutista, el concepto de nación no tenía ningún significado político,
sobre quien descansaba la soberanía territorial era en el Rey. Al no existir la
nación como ente soberano, las fronteras eran las establecidas por las
posesiones del Rey, las cuales podían cambiar en función de anexiones mediante
la fuerza militar o a través de uniones entre diferentes casas reales. Por
ejemplo, en los siglo XVI-XVII y XVIII, los territorios bajo las diferentes
monarquías española, tanto de los Austrias como de los Borbones tuvieron
importantes cambios. En Europa, Portugal, los Países Bajos y Nápoles entre
otros, fueron españoles en determinados periodos. En la actualidad, el único
país basado en las posesiones del Rey es el de la monarquía Saudita, que da
nombre al país: Arabia Saudita.
El pensamiento ilustrado sería el
primero que otorgaría a la Nación el valor político de soberanía por encima del
Rey. El Artículo 3º de la Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano, proclamada el 26/08/1789 por los representantes del pueblo francés
constituidos en Asamblea nacional, lo expresa claramente: "El principio de toda
soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo, ningún individuo,
pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella".
En la revolución e Independencia de
EEUU, la lucha contra la tiranía tiene una connotación doble: 1ª. en la relación
del pueblo con el Rey, y 2ª. en la relación de los territorios con el Rey, en la
primera el pueblo pasa de estar compuesto por súbditos del Rey a estarlo
por ciudadanos de la Nación; en la segunda, la soberanía territorial detentada
por el Rey pasa a descansar en la Nación lo que da lugar a una nueva nación con
nuevas fronteras.
De manera diferente, en el caso de
la revolución francesa, la lucha contra la tiranía se fundamenta en despojar al
Rey de todas sus atribuciones, pero al no haber cuestionamiento territorial, la
nación surge per se como ente soberano en sustitución de la soberanía del Rey,
pero las fronteras no sufren modificación.
En EEUU, la lucha contra la tiranía
implicaba necesariamente la constitución de una nueva nación, mientras que en el
caso de Francia no. En Francia la sustitución del Rey por la República no
implica un cambio en las relaciones de dominio territorial que el Estado francés
mantenía con sus colonias, con ello, la nueva república francesa a pesar de
proclamar el final de la tiranía sigue manteniéndola sobre las colonias a través
de gobernantes no elegidos por los habitantes de los territorios colonizados,
sino impuestos desde la corte imperial republicana.
3. EEUU la primera nación moderna
La relaciones de tiranía colonial
fueron rotas por primera vez con la Independencia de EEUU el 04/07/1776, y con
posterioridad, en la primera mitad del siglo XIX, se extendería a todas las
Américas. España, debilitada como imperio tras su derrota por el Imperio
Británico en la batalla de Trafalgar en 1805, dejó de ostentar el dominio
marítimo en el Atlántico, y a causa del desgobierno que introdujo la invasión
napoleónica en 1808, no pudo evitar que sus dominios en América irían
constituyéndose en naciones independientes y soberanas. Sin embargo, al declive
colonial de España le sucedería el auge imperial colonial de Francia y Gran
Bretaña en territorios de África y Asia.
4. La nación moderna burguesa como
centro de los nuevos imperios coloniales
En la segunda mitad del siglo XIX, Gran
Bretaña y Francia se repartían la mayor parte de Asia y África en régimen
colonial, y una tercera potencia, EEUU, bajo el pretexto de defender a las
naciones americanas de las potencias europeas, basado en la doctrina del
presidente James Monroe (1823) de "América para los americanos", extendía su
tutela a todo el continente americano.
Era la paradoja de la
diferente autoconciencia de los pueblos que conformaban el mundo a mediados del
siglo XIX, mientras el continente europeo vivía una serie de revoluciones
liberales impulsadas por las nuevas clases burguesas que pondría fin a la
tiranía de las monarquías absolutistas reduciendo sus poderes o aboliéndolas en
nombre del ideal de la Nación, los nuevos poderes burgueses de las metrópolis
europeas sometían fácilmente bajo un tiránico dominio colonial a pueblos en Asia
y África carentes de autoconciencia política como nación.
5. El ser en sí y el ser para sí
En el pensamiento filosófico
decimonónico
occidental de tradición alemana (Hegel y Marx) , la autoconciencia de los pueblos y clases sociales constituye un
impulso intelectual colectivo en torno a una serie de valores políticos,
sociales y culturales que toman cuerpo en amplias capas de población. Todo
sujeto capaz de pensar puede experimentar un proceso de ser un sujeto "en sí", a
ser un sujeto "para sí". Un pueblo o una clase social objetivamente son sujetos
"en sí", al igual que lo son las cosas que nos rodean, su carácter definitorio
viene determinado por la características que lo componen, en un pueblo puede ser
su cultura sus tradiciones, su lengua etc., de manera diferente el ser "para sí"
viene determinado cuando las características del ser "en sí" a través de un
proceso de autoconciencia colectiva adquieren un rango mental superior, por
ejemplo: la Nación.
En los filósofos
idealistas como Hegel, la autoconciencia constituye la emergencia del impulso
del espíritu en las personas y los pueblos hacía valores superiores, (G.W.F.
Hegel: Fenomenología del Espiritu, 1807), mientras que en los filósofos
materialistas como Marx es un proceso que viene determinado por las condiciones
materiales de existencia de las clases sociales y los pueblos, que precisa de
un pensamiento revolucionario que sirva de vínculo a la autoconciencia del ser
"para sí" (F. Engels:
Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica Alemana
(1886).
La clase social que cambió el mundo
radicalmente en los siglos XVIII y XIX fue la burguesía de las ciudades europeas
y principalmente la burguesía industrial y financiera. Durante casi cuatro
siglos la burguesía permaneció relegada del poder político; la nobleza y la
Iglesia detentaban la propiedad de la tierra y constituían el soporte político y
social de las monarquías absolutistas. Durante los siglos XVI - XVII - XVIII, la
burguesía gracias al comercio de ultramar acumuló grandes sumas de capital que
no podían ser invertidas en el valor más preciado de la época: las posesiones de
tierra e inmuebles de los nobles y de la Iglesia, por estar éstas
consuetudinariamente fuera del mercado.
En la primera revolución industrial
la burguesía europea, principalmente en Gran Bretaña, Francia y Alemania,
constituyó la fuerza emergente frente a la conservadora clase de la nobleza. Los
cambios políticos derrumbaron el sistema secular feudal en estas naciones y
elevaron a las nuevas clases burguesas al poder político. La clase burguesa
había existido en Europa desde las primeras formas de producción capitalistas en
el siglo XVI, sin embargo, hubo tres factores que la conformaron como una clase
emergente destinada a borrar el poder de la nobleza. El primero, la acumulación
originaria de capital llevada a cabo con el comercio de ultramar a través de
compañías navieras que fundamentaron su actividad en el expolio de las colonias
y el tráfico de esclavos. El segundo factor lo constituyó el inicio de la
primera revolución industrial que permitió a esta clase por su carácter
innovador, frente al conservador de la nobleza, constituirse en pionera en el
desarrollo de los procesos industriales que contribuyeron a incrementar
notablemente la productividad. El tercer factor, y tal vez el más importante,
fue la elaboración de un discurso político alternativo al del intocable poder de
Reyes, nobles e Iglesia.
Las condiciones materiales de
existencia de marginación del poder de la burguesía, darían lugar a un proceso
de autoconciencia en esta clase social de ser una clase "en sí" a constituirse
en una clase "para sí". El pensamiento de la Ilustración iría forjando las bases
teóricas revolucionarias que irían dando forma a la autoconciencia para el
cambio político y social. La revolución e independencia de EEUU en 1776 y la
revolución francesa en 1789 darían el poder a las clases burguesas con el apoyo
mayoritario del pueblo, que vio en la abolición de la tiranía absolutista la
apertura hacía una nueva sociedad de dignidad y prosperidad.
Las revoluciones liberales (1830) -
(1848) auspiciadas por las nuevas clases burguesas barrieron política y
económicamente al Antiguo Régimen. Con las desamortizaciones, las propiedades de
los nobles y de la iglesia pasaron a regirse por las leyes del mercado y la
propiedad privada se convirtió en el nuevo paradigma económico. La libertad
individual, el triunfo del más fuerte sobre el más débil era la nueva norma de
convivencia y la “Nación” sustituyó al “Reino” como marco político.
Pero la mayoría de la población que
había creído en el mensaje de la libertad, la igualdad y
la fraternidad universal, vieron a posteriori como ese mensaje, de nuevo,
solamente beneficiaba a los grandes propietarios. La clase obrera comenzó a
organizarse para hacer valer sus reivindicaciones y, en consecuencia, de ser una
clase "en sí" comenzó a ser una clase "para sí", y en oposición al pensamiento
liberal, la autoconciencia colectiva a favor de una alternativa socialista
prendió en amplios sectores desfavorecidos de obreros y campesinos.
Sin embargo,
la autoconciencia política obrera no llegó a ser en ninguna de las naciones
industriales predominante hasta el punto de cuestionar el poder de las nuevas
clases burguesas. El ideal de la construcción de la Nación como marco de unión
de los intereses de todas las clases sociales que conformaban el pueblo o
pueblos de la nación tuvo más fuerza, y las propias organizaciones sindicales
obreras se integraron en ese proyecto. En los comienzos del siglo XX, el fervor
patriótico en las nuevas naciones europeas era el predominante, y la rivalidad
entre potencias europeas alentada por las clases burguesas instaladas en el
poder sustituiría el ideal revolucionario de la lucha contra la tiranía que
había estado presente durante todo el siglo XIX.
6. Las luchas interimperialistas en
el Centro del Sistema Mundial
Alemania, la ultima potencia
europea en constituirse como nación en el siglo XIX (1871), aspiraba a ocupar un
lugar predominante en el nuevo orden mundial imperial. Los intelectuales de la
patria de Hegel verían en el "nacionalismo imperial alemán" la realización de la
autoconciencia de ser "en si" alemanes, al ser "para si" de Alemania
como Nación. Sin embargo, su tardía formación como nuevo imperio alemán le había
hecho perder el tren del reparto colonial mundial, y aspiraba como potencia
europea a ocupar el lugar que le correspondía en el concierto mundial en contra
de Francia y Gran Bretaña dominadores de la mayor parte de África y Asia. La
preparación para la guerra pasó a ser una prioridad de los imperios europeos, y
la paz armada de los primeros años del siglo XX desembocaría en la Primera
Guerra Mundial (1914-1918).
7. La revolución rusa de 1917
En la contienda bélica el imperio
zarista ruso tomó partido contra Alemania, pero un hecho sin precedentes en la
historia cambió el curso de la guerra en el frente Oriental: la revolución
bolchevique. Los estragos de la guerra en Rusia y la crisis económica había
creado un enorme descontento entre las masas de obreros, soldados y campesinos,
los comunistas rusos dirigidos por Lenin crearon grupos organizados en estos
sectores sociales (los soviet), en octubre de 1917, la Duma rusa (parlamento)
fue disuelta y todo el poder político pasó a los representantes de los soviet,
conformando una estructura piramidal de poder. Los bolcheviques firmaron la paz
con Alemania, y posteriormente la guerra terminaría con la derrota de Alemania,
siendo Francia y Gran Bretaña los principales beneficiarios de la victoria sobre
Alemania.
Al finalizar la guerra, el nuevo
poder surgido en Rusia pasaría a ser el principal enemigo a abatir por las
potencias liberales europeas y EEUU. La revolución rusa fue obra de una minoría
organizada y, a diferencia de la revolución francesa en la que la mayoría del
pueblo participaba de la revolución, en Rusia grandes masas de población,
principalmente de campesinos (Mujik), no participaban de la nueva ideología
revolucionaria. La consecuencia fue una guerra civil alentada por las potencias
europeas contra el poder de los soviet, que fue más devastadora para Rusia que
la guerra con Alemania.
Los bolcheviques ganaron la guerra
civil y a su término su poder pasó a consolidarse a través del terror sobre el
bando vencido, dando lugar a una nueva nación, la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS), cuyo centro principal era Moscú. Los dirigentes
soviéticos pretendieron convertir a la URSS, en el ser "para sí"
del proletariado internacional, no obstante, como se demostraría a posteriori en
la Gran Guerra Patria contra los nazis, en la autoconciencia del pueblo ruso
el socialismo no fue el valor más importante del ser "para sí" de la nación
rusa para enfrentarse al agresor, sino que lo fue la defensa de la patria.
El socialismo soviético
sucumbiría décadas más tarde en 1989 con la disolución de la URSS, mientras que
la autoconciencia patriótica forjada principalmente con el enorme sacrificio del
pueblo soviético que derrotó al nazismo, perduraría y daría un nuevo sentido a
la Rusia actual.
En 1919, después de la Primera
Guerra Mundial, dos viejos imperios, el Austro-húngaro y el Otomano
desaparecieron del escenario político. En el tratado de Versalles los vencedores
impusieron a Alemania sus condiciones políticas económicas, fronterizas y
militares. La postración de Alemania no quedó olvidada en las élites dirigentes
de la nación, su incorporación al club de las democracias liberales con la
república de Weimar (1919) solo duró hasta 1933 en el que los nazis llegaron al
poder.
La crisis económica de 1929 había
dejado millones de personas desempleadas en Alemania, y un nuevo clamor de
cambio político y social comenzó a inundar la sociedad, el partido nazi, en
principio minoritario, fue quien mejor se hizo eco de las dos cuestiones que más
preocupaban a la sociedad alemana: 1. la recuperación del orgullo nacional, y 2.
la creación de puestos de trabajo. "Nacional - Socialismo", era el lema de los
nazis, Nacional, para acabar con la humillación del tratado de Versalles,
y Socialismo por el que el Estado asumía la gestión de los sectores claves de la
economía. Tras su llegada al poder en 1933, los nazis comenzaron a gobernar por
decreto, desarrollaron un poderoso ejército y se aprestaron para la guerra.
Alemania parecía vivir, de nuevo, una emergente autoconciencia del espíritu
nacional del ser "para sí".
En ese periodo, la rivalidad entre
los imperios europeos volvió a ser el elemento central de la política, a la vez
que cada uno de ellos seguía ejerciendo un poder absoluto sobre sus respectivas
colonias en África y Asia. Sin embargo, entre las élites dirigentes de las
colonias, principalmente en la India y el Oriente Medio, la tiranía del dominio
colonial comenzó a percibirse como tal y la lucha contra la opresión colonial
dio lugar a movimientos políticos. Había comenzado un proceso en la
autoconciencia del ser "para sí" que les llevaría a reclamar la transformación
de los territorios coloniales en naciones soberanas.
La Segunda Guerra Mundial iniciada
formalmente en 1939 duraría hasta 1945. Alemania sería de nuevo derrotada y el
sueño imperial alemán quedaría históricamente sepultado. Tras la Segunda Guerra
Mundial las potencias europeas dejaron de ser el centro político mundial, y el
mismo fue ocupado por las dos principales vencedores de la guerra: EEUU y la
URSS, quienes mantuvieron una guerra fría hasta la disolución de la URSS en
1989.
8. El ser para sí de los pueblos
colonizados
Los cambios geopolíticos
ocasionados por la Segunda Guerra Mundial dejaron en los antiguos imperios
europeos un vacío de poder en sus colonias, que favoreció al desarrollo de los
movimientos de liberación colonial. Al igual que había sucedido en 1776 con la
emancipación de EEUU de Gran Bretaña, y en el siglo XIX de los territorios
españoles en América, durante la segunda mitad del siglo XX, en los territorios
coloniales en África y Asia se desató una lucha contra la tiranía de las
metrópolis coloniales para constituirse en naciones soberanas.
La batalla de Argel (1962) en el
norte de África, marcaría el destino de la emancipación de las naciones
norteafricanas del imperio francés; la derrota también de Francia en Indochina
en 1954 en la batalla de Dien Bien Phu, y la derrota del ejército estadounidense
en la guerra de Vietnam (1965-1975), supuso el final del colonialismo en el Sur
de Asia; la batalla de Cuito Cuanavale en 1987 en Angola sería determinante para
poner fin al régimen supremacista blanco en Sudáfrica y la liberación colonial
de las naciones en el África Austral.
Estas luchas pusieron de manifiesto
el cambio experimentado en la autoconciencia política de los pueblos en su
voluntad y determinación de resistir a ser dominados por potencias extranjeras;
mientras que, por ejemplo, en el siglo XIX el imperio francés consiguió someter
con escaso esfuerzo militar a los pueblos de Indochina, en los años
sesenta-setenta del siglo XX la agresión estadounidense contra Vietnam, Laos y
Camboya, en la que el número de bombardeos superó a los de la Segunda Guerra
Mundial, no pudieron doblegar la voluntad de sus pueblos de constituirse en
naciones soberanas.
Al finalizar el siglo XX, los
procesos de descolonización estaban prácticamente finalizados y formadas la
mayoría de naciones que constituyen el mosaico internacional del Tercer Mundo en
Asia, África y Oceanía. Sin embargo, la dependencia económica de los países
desarrollados, fruto de dos siglos de atraso científico-técnico respecto de los
países industrializados, les mantuvo sometidos en las relaciones económicas a
las antiguas metrópolis coloniales.
El desarrollo de
la autoconciencia del ser "para sí" como naciones soberanas y prosperas no podía
materializarse económicamente, por otra parte, las élites políticas y sociales
que habían liderado los procesos de independencia, en muchos casos, preferían
mantener sus beneficios particulares vendiendo las materias primas a quien podía
pagar por ellas: las naciones ricas de Occidente, dando lugar a oligarquías
subordinadas a los dictados de los países desarrollados, principalmente de EEUU,
único imperio global en pie tras el final de la Guerra Fría, conformando un
nuevo régimen de relaciones poscolonial: el neocolonialismo.
El neocolonialismo se fundamenta en
la subordinación política y económica de las naciones al centro imperial
estadounidense, basada en: 1. la coincidencia de intereses entre oligarquías de
países en desarrollo y de los países desarrollados, y 2. la eliminación por
medio de golpes de Estado, guerras o sanciones económicas de los gobernantes que
no aceptan la tutela estadounidense.
9. El neocolonialismo: la nueva
tiranía global
El neocolonialismo es un nueva
forma de Tiranía global que solo puede ser combatida desde la defensa de la
dignidad de la soberanía como naciones, con el propio progreso
científico-técnico de las naciones en desarrollo, y la colaboración
internacional de todas las naciones que apuestan por una relación entre iguales,
sin ningún tipo de tiranía ni subordinación a un centro político rector.
Desde el final de la Segunda Guerra
Mundial, el sufrimiento ocasionado a la humanidad por las guerras ha sido
principalmente por las desatadas por EEUU contra otros países vulnerando la
legalidad internacional que nace de la Carta fundacional de la ONU. La guerra de
Vietnam en el siglo pasado, las intervenciones militares en Irak, Siria y Libia
en el presente siglo, son ejemplos de ello. Por otra parte, EEUU ha sido el
patrocinador principal de los golpes de Estado, injerencias e invasiones en las
naciones de América Latina y el principal sostenedor de la dictadura franquista
en España, durante un cuarto de siglo (1950-1975).
En 1776 EEUU se rebeló contra la
tiranía de Gran Bretaña, y en la actualidad EEUU al pretender someter a otras
naciones a sus dictados ejerce el mismo tipo de tiranía sobre las naciones que
no aceptan su tutela. Sin embargo, el ser "para sí", de las naciones sigue
siendo el ser naciones libres sin intromisiones externas, y el enemigo declarado
de esa libertad en el siglo XXI, ha pasado a ser EEUU, y la resistencia de estas naciones a las presiones
de EEUU, como son los casos de Venezuela y Cuba en América Latina, Irán y Siria
en el Oriente Medio forma parte de la lucha global contra la tiranía en las
relaciones internacionales.
Las condiciones materiales de
existencia que subyace a toda ideología han ido históricamente cambiando y, a
diferencia del siglo XIX en el que en las naciones industrializadas se gestaron
los movimientos revolucionarios globales, en la actualidad, en esas mismas
naciones, los avances económicos de otros países emergentes y en desarrollo son
percibidos por amplias capas de la población como atentatorios a sus
condiciones materiales de existencia logradas por la posición dominante de los
países desarrollados en el concierto económico global, dando lugar a un amplio
sustrato social contrario a los cambios globales, en el que prospera, bajo
diferentes ideologías de derecha e izquierda, el discurso reaccionario de la
supremacía política y moral occidental, que permite a las élites económicas y
mediáticas justificar la injerencia, las intervenciones militares y las
sanciones económicas contra otras naciones.
EEUU en sus casi dos siglos y medio
de historia ha pasado de ser la nación que inició históricamente la rebelión
contra la tiranía del Antiguo Régimen a ser en la actualidad una nación que debe
su prosperidad en gran medida al sometimiento de otras naciones a sus intereses
y, por ello, su acomodación a los nuevos tiempos no va depender del discurso de
las campañas electorales sino solo puede ser fruto del empuje de otras naciones
en el escenario internacional, cuestión que llevará su tiempo.
La esperanza de la formación de una
nueva autoconciencia colectiva global, que tenga como sujeto central del ser
"para sí" a toda la humanidad, ya no puede estar en las naciones que, desde su
preponderancia económica y militar, ejercen la tiranía neocolonial, sino en
aquellas naciones y grupos sociales que apuestan por unas relaciones
internacionales basadas en el respeto entre naciones, la colaboración económica
mundial y la armonía con el medio ambiente.
5. El nuevo rumbo de Rusia en el
área Internacional
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Desde la desaparición de la URSS,
Rusia ha tenido tres periodos claramente marcados. 1º. El comprendido entre 1991
y el 2000, caracterizado por una privatización salvaje de la economía
estatalizada. 2º. El periodo del 2000 al 2014, en el que Rusia comienza a
reorganizarse como nación soberana, se abre al mundo exterior con su ingreso en
la OMC, y aspira a un entendimiento con las potencias del G7, pasando a ingresar
el G8. 3º. El periodo a partir del 2104, en el que Rusia tras la crisis de
Ucrania, acentuada por la Operación Militar Especial en Ucrania para la
protección de las repúblicas del Donbas en el 2022 se aleja de las potencias
occidentales afrontando duras sanciones económicas.
1. Período (1991-2000)
En el primer periodo (1991-2000),
los principales beneficiarios de la nueva Rusia fueron una clase de funcionarios
y oligarcas apátridas de la extinta URSS que fueron el principal ariete para su
demolición para así poder legalizar sus negocios en la sombra y controlar los
recursos naturales de Rusia. Los políticos más aplaudidos por Occidente como
Mijail Gorbachov (1985-1990) y Boris Yeltsin (1991-1999), fueron los
representantes de esta clase social. Ambos mandatarios, lejos de emprender un
proceso de transición reformista que hubiera introducido a Rusia ordenadamente a
la economía de mercado preservando los logros sociales de la URSS, fueron
quienes en política interior sumieron a Rusia en un proceso caótico de
destrucción de sus instituciones políticas y sociales dejando al país al borde
de la desmembración en diferentes repúblicas. En política exterior
protagonizaron una claudicación ante las potencias de la OTAN, comparable a la
capitulación de Alemania tras las dos Guerras Mundiales, sin que los adversarios
de Rusia hubieran hecho méritos para ello. Boris Yeltsin, líder de la nueva
Rusia, se contentaría con unas vagas promesas de la OTAN de preservar el estatus
de neutralidad de los países del este europeo que habían formado parte de a URSS,
cuando lo propio de cualquier gobernante hubiera sido la implementación de
tratados para garantizar la legalidad de estas promesas. Bajo estos gobernantes,
todo parecía responder a la improvisación lo cual mantenía un estado de
confusión política en la ciudadanía buscada por Occidente para debilitar a
Rusia. Boris Yeltsin, en la década de los noventa, en sus dos mandatos como
presidente de Rusia representó los intereses de la nueva oligarquía apátrida
rusa que aspiraba a incorporarse a los centros de poder económicos y financieros
occidentales, mientras Rusia naufragaba como nación y la población experimentaba
un retroceso en sus condiciones de vida que se reflejaría en el drástico
descenso de la expectativa de vida que pasaría de los 72 años en la URSS a 65 en
la nueva Rusia.
Los estrategas occidentales
temerosos de que surgiera un movimiento patriótico en Rusia que le hiciera
renacer de nuevo de sus cenizas como ya lo había hecho en otros momentos de su
historia, abogaban por la división de Rusia, pero este propósito no llegaría a
materializarse porque el ave Fénix del renacimiento nacional de Rusia llegaría
antes que los planes de la OTAN.
2. Período (2000-2014)
El segundo periodo de la nueva
Rusia (2000-2014) comenzaría con el ascenso a la presidencia de Rusia de
Vladimir Putin en dos ocasiones (2000 - 2004 - 2008), primero como candidato
independiente y posteriormente bajo los auspicios del movimiento político Rusia
Unida, desde entonces el rumbo de Rusia comenzó a cambiar. Las nuevas fuerzas
políticas de Rusia pondrían fin al dominio económico de los millonarios
apátridas rusos. Los recursos de materias primas y de combustibles fósiles
pasarían a estar gestionados por el Estado o por empresarios patrióticos. Rusia
Unida actuaría como el nexo entre estas nuevas clases empresariales con las
clases medias.
Entre los años 2008 al 2012, la
presidencia de la nación recaería en Dmitri Medvédev, y en el año 2012 de nuevo
Vladimir Putin alcanzaría la Presidencia. El objetivo de la recomposición
interna de Rusia y el encaje de su economía en la economía mundial después de
haber permanecido la mayor parte del siglo XX desconexionada de los principales
países desarrollados y mercados mundiales, implicaba un acercamiento a las
potencias del G7, pero a su vez, Rusia no estaba dispuesta a pagar el peaje de
los dramáticos años noventa por su inserción en la economía mundial; su
independencia como nación y su estatus como potencia mundial con derecho a veto
en el Consejo de Seguridad de la ONU se había convertido en la cuestión
principal. En este periodo Rusia ingresa en la OMC (2012), y se une al foro del
G-7, pasando este foro a constituirse en el G7+1, o G8.
Sin embargo, para las potencias del
G7 lideradas por EEUU, el renacimiento de una Rusia independiente no resultaba
de su interés. La estrategia de la dominación global de las potencias liberales
se había cumplido en gran medida tras la desaparición de la URSS, y no estaban
dispuestas a establecer unas relaciones de equidad con una Rusia emergente e
independiente, su objetivo seguía siendo el derribo de Rusia como nación, y la
expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia formaba parte de esa
estrategia.
3. Período (2014-2022)
El Tercer periodo (2014-2022) ha
venido marcado por una tensa relación entre Rusia y las potencias occidentales.
En el año 2014 estas potencias consideraron que un cambio de régimen en Ucrania
contribuiría decisivamente a estrechar el cerco a Rusia, pues con ello se habría
la puerta a que la principal base naval de Rusia ubicada en Crimea que le da
acceso al Mar Negro y al Mediterráneo pudiera pasar a estar controlada por la
OTAN.
El golpe de Estado del 23/02/2014
en Ucrania con la destitución inconstitucional del presidente Víctor Yanukóvich,
y la elección por los diputados de Alexander Turchínov como nuevo presidente,
determinaría un cambio radical en las relaciones entre las potencias
occidentales y Rusia. El golpe de Estado derivaría en una guerra civil en
Ucrania entre Kiev y las regiones del Donbass que no reconocieron a las nuevas
autoridades golpistas ucranianas. Tampoco lo haría Crimea quien primero se
separaría de Ucrania y posteriormente pediría su incorporación a Rusia a la que
había pertenecido secularmente, decisión que fue aprobada por una abrumadora
mayoría del 91% en el referéndum celebrado al afecto el 16/03/2014.
La frustración de las potencias de
la OTAN por la vuelta de Crimea a Rusia, les llevaría a implementar una serie de
sanciones contra Rusia destinadas a erosionar su economía, a su vez,
emprendieron una sostenida campaña de tergiversación mediática de los
acontecimientos acaecidos en Ucrania como propaganda dirigida a su propia
ciudadanía para justificar la confrontación con Rusia.
En su pretensión, la política de
sanciones, la manipulación mediática sobre Ucrania y el despliegue de fuerzas de
la OTAN en las fronteras de Rusia, pretendía la claudicación de Rusia, pero no
ha sido así. La rendición nunca ha formado parte del alma del pueblo ruso.
Históricamente el efecto que ha tenido en el pueblo ruso la confrontación entre
Rusia y Occidente ha sido el de reafirmar su unidad y su carácter patriótico; la
historia contemporánea tiene ejemplos elocuentes, como fue la guerra contra las
fuerzas invasoras napoleónicas y la lucha de la URSS contra la Alemania Nazi.
La debilidad política de los años
noventa en la que se sumió Rusia tras la desaparición de la URSS no fue
principalmente debido a la confrontación con Occidente sino porque el enemigo de
Rusia se gestó dentro de sus fronteras con la traición de oligarcas apátridas y
políticos afines en colusión con los intereses políticos de los poderes
financieros occidentales.
Al respecto son elocuentes la
palabras pronunciadas en cierta ocasión por la expresidenta de Argentina
Cristina Fernández: "siempre que nos derrotaron política y económicamente fue
porque antes nos habían vencido culturalmente, por ello, la batalla que se debe
dar es cultural".
Para Rusia, entre la elección de
ser una potencia soberana o una nación subordinada, la decisión ha sido clara,
la independencia como nación debe prevalecer. Vladimir Putin, llegaría a afirmar
al respecto que la vía escogida por Alemania de subordinarse a EEUU no era un
modelo a seguir en Rusia.
Desde el año 2014 Rusia ha pasado a
promocionar sus capacidades internas que en un país tan extenso como Rusia, con
abundantes materias primas y mano de obra altamente cualificada, son muchas.
Rusia se ha convertido en este periodo en el líder mundial de producción de
cereales; se está incorporando exitosamente a la nueva revolución tecnológica
digital. En el terreno militar, ha dado un salto importante en la reorganización
de su ejército y desarrollado nuevas armas defensivas y ofensivas sin parangón
en el mundo, que le han permitido reinstaurar su capacidad disuasoria frente a
una posible agresión de la OTAN.
4. Período (2022-en adelante)
La guerra Guerra Civil de Secesión
de Donbass iniciada tras el golpe de Estado el 24/02/2014 en Kiev por los
sectores derechistas de tradición filo-nazi, quedaría congelada con los acuerdos
de Minsk alcanzados ese mismo año, por el que las armas pesadas de la línea de
separación en el frente del Donbass serían retiradas. Sin embargo, las
hostilidades de los gobiernos filo-nazis de Kiev contra las Repúblicas
independientes de Donetsk y Lugansk -proclamadas por decisión mayoritaria de la
población-, han ocasionado en esos años en la población de Donbass más de 14.000
muertos y el desplazamiento a Rusia de dos millones de refugiados de los seis
que tienen las repúblicas; una tragedia humanitaria que ha contado durante ocho
años con el silencio cómplice de los medios de comunicación occidentales.
A principios del 2022, tras el
fracaso de los acuerdos de Minks* y las reiteradas agresiones por parte de Kiev
contra las repúblicas de Donbass de cultura rusa éstas solicitaron el apoyo de
Rusia, quien las reconoció como repúblicas soberanas y les dio su apoyo militar
y humanitario.
En esta segunda parte de la guerra,
Rusia, a diferencia del año 2014 que promovió los acuerdos de Minks, ante su
incumplimiento, cambio sus objetivos y a principios del 2022 inicio una
operación militar especial para liberar las repúblicas de Donbass y poner fin en
Ucrania al poder de los sectores ucranianos nazis apoyados por la OTAN que ha
embarcado a las autoridades de Kiev en una guerra subsidiaria contra Rusia.
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*A finales del año
2022, los presidentes de las naciones
garantes de los acuerdos de Minks en el periodo 2014 al 2022:
Alemania, Francia y Gran Bretaña, manifestaron
públicamente que nunca había existido por su parte intención de cumplirlos, sino
que los acuerdos fueron una estratagema para engañar a Rusia y ganar tiempo para
desarrollar las capacidades militares de Kiev).
5. El nuevo rumbo de Rusia en el
área Internacional
Durante el periodo de la URSS, la
política exterior rusa se basó en áreas de influencia exclusivas regidas desde
Moscú. Esta política llevaría a China en los años sesenta del pasado siglo a
enfrentarse a la URSS, a su vez en los países del este europeo bajo el Pacto de
Varsovia se iría gestando un creciente descontento hacia la tutela de Moscú.
Después de la URSS, Rusia abandonó esta política, y se comprometió con una
política basada en el respeto mutuo entre naciones y la defensa del derecho
internacional establecido en la carta de las Naciones Unidas. Este cambio,
permitiría poner fin a los contenciosos fronterizos con China.
Sin embargo, a diferencia de Rusia,
la continuidad en el poder en los países del este europeo de las clases oligárquicas
surgidas tras la desaparición de la URSS derivó en una actitud hostil hacia
Rusia que ha venido siendo instrumentalizada por la OTAN para influir en el
viraje de estas naciones hacia su inclusión en la UE y la OTAN.
Ello ha determinado que los socios
más confiables en el área internacional se encuentren entre las naciones
asiáticas fronterizas con Rusia y en Latinoamérica con las naciones con
gobiernos populares por la desconfianza histórica de la izquierda en esta región
respecto de EEUU, como son los casos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. En el Oriente Medio, Rusia ha vuelto ha desempeñarse como una
potencia mundial. Su intervención militar aérea en la guerra de Siria a petición
del gobierno de esa Nación, ha contribuido decisivamente a la derrota del Estado
Islámico, y la victoria ante el resto de grupos terroristas se vislumbra ya en
el horizonte.
La actual estrategia de
la
dominación mundial liderada por Occidente y justificada en su autoarrogada
excepcionalidad para regir los destinos del mundo, choca frontalmente con la
voluntad de Rusia de fortalecerse como nación independiente, y en política
exterior, tanto a Rusia como las potencias emergentes con vocación soberana,
solamente les queda la opción de unirse en la construcción de un nuevo marco de
relaciones internacionales basado en la colaboración y el respeto mutuo.
El fortalecimiento de esta
corriente de la que Rusia es ya uno de sus pilares fundamentales puede hacer que
la cultura secular de la dominación global sea relegada, dando paso a una
civilización global de unión de todas las naciones en un destino común
compartido en favor de los intereses de todos los pueblos del mundo.
La revitalización es un concepto
donde pasado, presente y futuro se sitúan en una misma línea histórica. El
futuro es la recuperación de la soberanía plena perdida en el pasado, un camino
en el que tal y como lo expresara Mao Zedong en el acto de proclamación de la
fundación de la república Popular China el 1 de octubre de 1949 con la frase,
¡China se ha puesto en Pie! supuso el punto de inflexión del periodo de
humillación de la soberanía de China por los imperios coloniales, para dar paso
a una prolongada etapa de revitalización.
No obstante, este sueño chino se
fraguó antes incluso de que se fundará en 1921 el Partido Comunista de China (PCCh).
Fue el doctor Sun Yatsen, fundador del KUOMINTANG y de la primera republica de
China en 1911 el que pondría fin al decadente imperio chino de la dinastía Qing
y formularía el sueño de hacer de China una nación libre de colonialismos,
soberana, moderna y vigorosa. Sun Yatsen murió en 1926, sucediéndole en la
presidencia del Kuomintang, el general Chiang Kai-shek.
2. El primer y segundo congreso del
PCCh
El Partido Comunista de China se
constituiría el 1 de Julio de 1921, y el 23 de julio de 1921, se inauguró el I
Congreso Nacional del Partido Comunista de China en la Avenida Wangzhi Nº 106
(hoy Avenida Xingye Nº 76), situada en la Concesión Francesa de Shanghai de
aquel entonces. Al congreso asistieron 12 delegados que representaban a 53
militantes de 7 lugares, y dos observadores delegados de la III Internacional
Comunista. El Congreso acordó el nombre del partido: Partido Comunista de China
(PCCh); el programa máximo que preveía derrocar a la burguesía, y su adhesión a
la III Internacional. Con posterioridad, los sucesivos congresos del PCCh,
fueron ajustando sus prioridades a tenor de las circunstancias históricas.
El II congreso, celebrado en julio
de 1922 en Shanghai con la asistencia de 12 delegados, que representaban a 195
militantes, después de un análisis del momento histórico de China, definió un
programa de revolución democrática antiimperialista y antifeudal en China,
dejando para otras etapas históricas la realización del socialismo.
3. La larga Marcha
Las diferencias políticas del
Kuomintang con el emergente movimiento comunista liderado por Mao Zedong, le
llevaría al Kuomintang a declararles la guerra siendo obligados entre 1934 y
1935 a abandonar sus bases en el sur y centro del país, y establecer otras
nuevas en el noroeste en lo que se conocería como la Larga Marcha. El Kuomintang
sumido en este enfrentamiento ignoró lo que en ese momento era lo más importante
para la nación china: detener la creciente amenaza japonesa. Los dirigentes
comunistas recogieron ese sentimiento popular, y su lucha consecuente contra la
ocupación japonesa les fue otorgando el apoyo de la mayoría de la población.
4. La guerra de resistencia
antijaponesa
En la noche del 7 de julio de 1937,
las fuerzas invasoras japonesas atacaron al 29º cuerpo de ejército de las
fuerzas armadas chinas, acantonado cerca de Lugoqiao, puente situado al suroeste
de Beijing. La inmediata reacción de esta unidad militar, que opuso una firme y
decidida resistencia, marcó el inicio de la guerra de resistencia contra Japón y
por la liberación nacional en la que a pesar de las diferencias
lucharían
tanto el PCCh como el Kuomintang.
Mao Zedong definiría la táctica
de Frente Único Antijaponés, que se conformaría en 1937, tras el acuerdo del
PCCh con el Kuomintang, para poner fin a la guerra civil y unirse para resistir
a Japón. A partir de ese momento China se sumirá en una “Guerra Prolongada” de
resistencia contra el imperialismo japonés que terminará con la derrota de Japón
en 1945 por las fuerzas entonces aliadas de la URSS y Estados Unidos.
5. La guerra civil
Entre abril y junio de 1945 tuvo
lugar en Yanan, el VII congreso del PCCh, en él estuvieron presentes 547
delegados representando a 1.210.000 miembros del Partido. En ese congreso se
consolidó el liderazgo de Mao Zedong.
En 1945, con la capitulación del
Japón, la débil alianza entre el PCCh y el Kuomintang se rompió, y el Kuomintang
lanzaría fuertes ataques contra las zonas liberadas por el PCCh.
En 1947, en medio de la guerra
civil, el Alto Mando del Ejército Popular de Liberación hizo público un
manifiesto planteando la consigna de liberar a toda China. El 1 octubre de 1949,
Mao Zedong proclamaría en Pekín la fundación de la República Popular China.
6. La República Popular de China (RPCh)
No obstante, tras la toma del
poder, la soberanía como nación constituía para los nuevos dirigentes únicamente
el punto de partida para iniciar la modernización de la nación. En 1949, el 90%
de la población de China era agraria sujeta en su mayoría a un régimen feudal, y
en comparación con Occidente, China se encontraba en el atraso de haber perdido
el tren de la Revolución Industrial en el siglo XVIII que le había sumido en 200
años de decadencia. Esa ventaja industrial de dos siglos que poseían las
potencias occidentales se planteó como un reto para los dirigentes Chinos,
superarla.
7. La cuestión de la
industrialización
En la primera década de los años
cincuenta de la nueva república, se expropió la tierra a los terratenientes y se
repartió entre la población rural. Después de poner fin al régimen feudal, se
planteó dar el paso hacía la industrialización. El como hacerlo supuso para
China entrar en un periodo de grandes turbulencias políticas y sociales. Los
cuadros del PCCh forjados en la guerra de resistencia y en la agricultura no
disponían de las capacidades técnicas para acometer un proceso industrializador,
y en consecuencia, se intento intentó dar un Gran Paso Adelante (1959) basando
la producción de acero y la industrialización en las comunas populares, que
terminaría en fracaso.
8. La ruptura con la URSS
Ello planteó una profunda discusión
estratégica en torno a la modernización de China. Por una parte, estaba la línea
de quienes apostaban por una planificación industrial centralizada para la que
veían necesario el apoyo de la URSS y la colaboración con la vieja
administración milenaria de China. Por otra parte, estaba la corriente liderada
por Mao Zedong que veían con recelo la dependencia de la URSS, y no confiaban en
la vieja burocracia imperial no vinculada a la causa revolucionaria y enquistada
en el aparato del Estado. A su vez, estas diferencias, desencadenarían una
fuerte controversia del PCCh con los dirigentes de la URSS.
En el plano ideológico para los
revolucionarios Chinos, el PCUS tras su XX congreso (1956) que puso a Nikita
Jrushchov al frente del partido y del Estado, había entrado en política exterior
en una deriva neoimperialista de pretender tutelar a otras naciones. Las
profundas diferencias con la URSS tuvieron su mayor enconamiento en los
enfrentamientos armados en los años sesenta en la frontera del río Amur (1969),
y posteriormente llevaría a China oponerse a la invasión soviética de Afganistán
en 1978.
En el plano interno acusó a los
dirigentes de la URSS de una burocratización del PCUS que inevitablemente
llevaría a las élites bien situadas en el aparato del Estado a reinstaurar el
capitalismo y a su propia desaparición como partido, cuestión que, como si se
tratara de una premonición, así sucedió entre 1989 y 1991.
9. La lucha de clases en el seno de
la revolución
El objetivo de la corriente de Mao
Zedong de una depuración de la burocracia del Estado que permitiera a China
abordar más adelante la industrialización con una administración renovada,
revolucionaria y patriótica se puso en primer lugar.
En 1966 la corriente de Mao Zedong
reunió las suficientes fuerzas y promovería un gran movimiento de masas en la
que se denominaría: Revolución Cultural (1966-1976), que se concretaba en
afirmaciones como: "Atacar a la burguesía en su cuartel central" o, ¿de qué
sirve avanzar en la industrialización si ello conlleva la restauración del
capitalismo? Y en lo referente a su rechazo de la industrialización bajo la
tutela de la URSS, con frases como: China no ha expulsado al león por la puerta
(refiriéndose a Japón) para dejar entrar a al tigre por la ventana (refiriéndose
a la URSS). Con la Muerte de Mao Zedong en 1976, la Revolución
Cultural finalizó.
10. La aproximación de China y EEUU
En plena Guerra Fría, estas
profundas diferencias entre la URSS y China llevarían a EEUU y China a una
aproximación que permitió a China pasar a ocupar el lugar que le correspondía en
la ONU (1971) y que EEUU aceptase el principio de una sola China, por el que
Taiwán dejaba de estar representada en las instituciones internacionales como
nación.
11. Reforma y apertura
Tras un breve periodo de
transición, en 1979 Deng Xiaoping ocuparía la jefatura del PCCh. En el XII
Congreso celebrado en 1982, se ratificaría el liderazgo de Deng Xiaoping, se
redactaría la constitución actualmente vigente de la RPCh, y se realizaría una
evaluación del periodo de la Revolución Cultural, en el que se consideraría como
un periodo basado en decisiones erróneas del PCCh gobernado por camarillas como
la banda de los cuatro, aunque la figura de Mao Zedong salió invicta por su
grandes aportaciones a la causa de la fundación de la RPCh y la revolución.
Para los nuevos gobernantes,
el desarrollo de las fuerzas productivas como axioma principal del marxismo se
puso en el centro de todas las cuestiones. “No importaba que el gato fuera negro
o rojo, lo que importaba era que cazase ratones”. Además, a finales de los años
setenta la vieja burocracia, depurada en la Revolución Cultural, ya había perdido todo su poder, y los nuevos cuadros
revolucionarios habían ido ganando en experiencia y capacitación técnica. China
abordó su industrialización a través de las cuatro modernizaciones:
agricultura, industria, defensa nacional y ciencia y tecnología.
La sociedad China, sin luchas
intestinas, se concentró en su desarrollo, sin embargo, hay que pensar, que sin
los profundos cambios que la Revolución Cultural introdujo en la administración
milenaria del Estado Chino con la renovación de la estructura de funcionarios,
el estado revolucionario chino no hubiera sido el mismo, y Deng Xiaoping, que
también sufrió en ese periodo, la relegación de sus cargos en el PCCh, tal vez
no hubiera podido disponer de los cuadros revolucionarios adecuados para llevar
adelante las reformas.
Las relaciones con EEUU, le
permitió a China dejar de lado la política seguida por la URSS de persistir en
las desconexión de la economía global, pasando a integrarse en el sistema
económico mundial y convertirse en la fábrica mundial de los productos
manufacturados de las naciones desarrolladas que concentraban entonces el grueso
de la demanda efectiva mundial.
Las grandes multinacionales
encontraron en China una mano de obra barata y disciplinada, que la convertía en
el lugar perfecto para la des-localización industrial de los productos
manufacturados producidos en sus propias naciones. Las potencias desarrolladas
se beneficiaron de la mano de obra barata china, pero los dirigentes chinos
sabían que a largo plazo ello les otorgaría una ventaja en la medida que irían
mejorando los procesos producción. Con el tiempo, la mejora en la productividad
le ha permitido a China aumentar los salarios sin alterar la competitividad de
sus productos en el mercado internacional; su capacidad de ahorro le ha
permitido convertirse en el país con las mayores reservas de divisas del mundo,
y su perseverancia le llevó a mantener un crecimiento económico sostenido
durante tres décadas del 10% hasta la crisis financiera mundial del año 2008,
sacando de la pobreza extrema en ese periodo a más de 800 millones de personas.
En este proceso el principio
de Reforma y Apertura se ha sustentado en dos ejes principales, uno económico y
otro político:
El eje económico se ha basado en el
desarrollo de la propiedad pública y la privada. La propiedad pública preserva
los fundamentos económicos del socialismo, por los que el Estado mantiene la
propiedad y control de los principales recursos naturales, medios de producción
y financieros; la propiedad privada ha permitido desarrollar la industria
manufacturera canalizando la inversión nacional y foránea, llegando China a
constituirse en la que se ha denominado la fábrica mundial manufacturera.
El eje político se basa en la
renovación política y legislativa continua, según los cambios que experimenta la
sociedad China y la política mundial, preservando los principios políticos
socialistas por los que el PCCh, partido mayoritario de China con más de noventa
millones de afiliados, ejerce la dirección política de la nación en consenso con
el resto de los ocho pequeños partidos agrupados en el Frente Unido que suman
aproximadamente un millón de afiliados, y representados todos en la Asamblea
Consultiva y en la Asamblea Popular (legislativo) a través de la elección de
delegados por distritos electorales.
Esta simbiosis entre propiedad
pública y privada y de renovación política permanente manteniendo los
fundamentos del socialismo, es lo que los dirigentes del PCCh definen
como socialismo con características chinas, considerando que la sociedad
plenamente socialista esta todavía por realizar, la actual es una sociedad
de régimen democrático popular definida en la constitución de 1982, y catalogada
como etapa primaria del socialismo, en la sucesión de etapas necesarias que
deben cumplirse hasta alcanzar la sociedad socialista. En la trayectoria a
seguir en la transformación de la sociedad china, esta interpretación, es la
línea que marca el quehacer histórico de la dirigencia china en su objetivo de
la revitalización de la nación China.
12. La democracia socialista china
China está dirigida y gobernada por
el PCCh, que cuenta con un gran apoyo popular, reflejado en las encuestas
realizadas por diferentes medios occidentales. El Pew Research Center de
Washington estimaba en 2013 que un 85% de los chinos aprobaba la gestión de su
gobierno, mientras que en EEUU solo lo hacía el 35%. En enero de 2018, Edelman
Trust Barometer, un índice estadounidense que mide el nivel de confianza de los
ciudadanos en su gobierno, ofrecía las cifras de un 84% para China y un 33% para
EEUU. En mayo de 2020, en plena pandemia de Covid-19, China Data Laboratory de
la Universidad de California señalaba que un 88% de los chinos prefería su
sistema político a cualquier otro.
La democracia china se fundamenta
en las asambleas populares de barrio, distrito etc., tal y como establece
su Constitución, en las que se eligen libremente a sus representantes para
formar otras asambleas de carácter superior, dentro del sistema de partidos del
Frente Unido, liderado consensuadamente por el PCCh.
13. China en una nueva era
Hasta la crisis del año 2009 China
dependía de la demanda efectiva de los países desarrollados para los que
principalmente producía, pero esa crisis puso a China en una encrucijada de
un nuevo tiempo, en el que debía poner en el centro de su política económica el
desarrollo de sus propias capacidades tecnológicas y la promoción del consumo
interno como motor principal de la demanda efectiva y el crecimiento económico.
El XVIII congreso del PCCh,
celebrado en noviembre del 2012, abriría las puertas a la implementación
del nuevo modelo económico. Los nuevos gobernantes emprenderían una profunda
transformación de las fuerzas productivas nacionales, fomentando el carácter
innovador de su población que liberaría el enorme potencial creativo de la
sociedad china en ciencia y tecnología; se iniciaría una apertura hacia los
espacios económicos de los países en desarrollo tanto en África como en América
Latina; en Asia se implementaría la iniciativa de la Nueva Ruta y Franja de la
Seda, y la asociación de los BRICS cobraría un nuevo impulso al convertirse en
una asociación no solo política sino económica.
Desde que China en el año 2012
comenzara su nuevo rumbo, con Xi Jiping como su timonel, la economía China se ha
ido situando globalmente como la más dinámica, en medio de una persistente
atonía económica de los países desarrollados, acentuada por la pandemia de la
Covid-19, que China la sorteó con escasa incidencia entre su población.
Las sinergias en innovación de una
población de más de 800 millones de trabajadores, está convirtiendo a China en
una potencia tecnológica. La mejora continua de su productividad técnica le está
permitiendo mantener una posición competitiva ventajosa en el mercado global y
la vez incrementar el poder adquisitivo de su población. En este nuevo
escenario, China ha sacado de la pobreza extrema desde el 2012 a los cien
millones de personas que todavía estaban en el umbral de pobreza extrema, lo que
le permitió cumplir en el 2021 con el objetivo centenario de fundación del PCCh,
de alcanzar la meta de convertirse en una sociedad modestamente acomodada.
El XIX congreso del PCCh celebrado
en octubre del 2017, perfiló el cumplimiento de los dos objetivos centenarios,
el inicialmente cumplido en 1921 de situar a China en una sociedad modestamente
acomodada, e iniciar el periodo histórico para el cumplimiento del segundo
centenario (2049) coincidente con los cien años de la fundación del RPCh, que
constará según lo acordado en el Congreso de dos etapas. “En la primera etapa,
que se extenderá del 2020 al 2035, materializaremos fundamentalmente la
modernización socialista mediante una brega de 15 años y sobre la base de la
culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada.
Para entonces, nuestro país habrá conseguido incrementar en gran medida su
poderío económico, científico y tecnológico, y ocupará un lugar en las primeras
filas de los países innovadores. En la segunda etapa, que se prolongará desde el
2035 hasta mediados de siglo, dedicaremos 15 años más de brega a transformar
nuestro país, sobre la base de la materialización fundamental de su
modernización, en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático,
civilizado, armonioso y hermoso” (Xi Jinping).
El congreso renovó a Xi Jinping al
frente del partido y con posterioridad, Xi Jinping fue considerado por el PCCh
como núcleo rector por su acertada dirección en la nueva era de China. Un
reconocimiento que en la historia del PCCh solamente existía un precedente,
cuando en enero de 1935 durante la Larga Marcha en la Reunión de Zunyi, se le
reconoció a Mao Zedong como núcleo director al frente del PCCh.
El PCCh en su historia, con
aciertos y errores ha ido adaptando sus prioridades políticas en función
del cambio de los tiempos, tomando la práctica como único criterio de verdad en
el resultado de sus políticas, pero sus objetivos fundacionales
de revitalización de la nación china y la construcción del socialismo son las
que han marcado invariablemente la acción política.
14. La política internacional
El PCCh, como todos los partidos
comunistas, ha tenido y tiene un compromiso internacionalista que en su historia
se ha ido concretando en diferentes políticas según el tiempo histórico. En el
periodo descolonizador con su apoyo a los movimientos de liberación colonial; de
ese compromiso surgió la política de la colaboración Sur-Sur que le ha llevado a
establecer durante décadas estrechos vínculos con numerosos países en Asia,
África y América Latina, basados en los cinco principios de la Coexistencia
Pacífica* como eje principal de su política internacional.
Durante cinco siglos Occidente ha
dominado el mundo, primero bajo el modelo colonial, hasta después de la Segunda
Guerra Mundial, y posteriormente con el modelo neocolonial de mantener a los
países en desarrollo anclados al subdesarrollo de ser exclusivamente
suministradores de materias primas.
Los países desarrollados
acostumbrados a ser globalmente líderes en solitario en innovación y
productividad, perciben con inquietud la emergencia de China, por una parte,
están inclinándose a participar de los beneficios del auge de China, y por otra
parte, se orientan hacia la contención de China, pero en un mundo económicamente
globalizado los efectos de sus políticas destructivas como la imposición de
barreras comerciales y el acoso a empresas chinas pioneras en innovación como
Huawei, son limitados, y no van a impedir el desarrollo de China.
-----------
*La Coexistencia Pacífica se resume
en cinco puntos: 1. el respeto a la soberanía e integridad territorial de cada
país; 2. la no agresión; 3. la no injerencia en los asuntos internos de otros
Estados; 4. la igualdad en las relaciones, y 5. el beneficio mutuo.
En casi todos los discursos de los
dirigentes chinos y principalmente en Xi Jinping, es muy frecuente la referencia
a conceptos como: "La Nueva Era"; "La Tendencia de los Tiempos"; "Situarse en lado
correcto de la historia"; "El Futuro
Compartido de las Naciones", y últimamente el concepto: "el camino hacia la
Civilización Global basada en la pluralidad cultural de la naciones".
En general, los medios
occidentales, no prestan atención a estos conceptos, bien porque, en su
ignorancia no saben que significan, o porque no tienen ningún interés en
saberlo.
Sin embargo, para los dirigentes
chinos la importancia de estos conceptos es fundamental, para ellos no hay
política sin teoría política, y la teoría política emana de la práctica en todos
los aspectos: sociales, económicos, militares y científicos, y cómo partido
comunista de los fundamentos del marxismo.
Quienes analizan el devenir de
china sin comprender estos conceptos y sin conocer la denominada por los
dirigentes del PCCh como chinización del marxismo, no pueden entender bien los
planes que guían los avances y la orientación de China, que han estado y están
presididos por dos objetivos fundamentales para china, el primero, ya alcanzado,
de la erradicación de la pobreza extrema en el centenario de la fundación del
PCCh (2021), y el segundo para el centenario de la fundación de la RPCh (2049),
en el que se pretende alcanzar la formación de un país socialista moderno,
democrático, respetuoso con el medio ambiente, hermoso y tecnológicamente
avanzado.
En este recorrido hay una Etapa intermedia prevista para el año 2035,
donde se revisarán los logros alcanzados. A estos objetivos habría que añadir un
tercero, que se fundamenta en la responsabilidad que se atribuyen los dirigentes
chinos, como gran potencia y como comunistas, en el devenir de la humanidad,
basado en el compromiso internacional de avanzar hacia una sociedad mundial de
futuro global compartido sin naciones hegemónicas.
En el marxismo la lucha de clases
es la clave para comprender la marcha de la historia, y en la actualidad, en el
plano internacional la subyugación que pretende EEUU de todas las naciones del
mundo, en el interés de la oligarquía financiera occidental, no es sino un nuevo
estadio de la lucha de clases global.
1.
La primera Era
La tendencia de los tiempos corresponde a las fuerzas emergentes de lo
nuevo, a las que se oponen ferozmente las fuerzas reaccionarias del
decadente viejo mundo.
La primera Era de la historia de la
humanidad duró desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Los intereses de las
clases burguesas en progresivo ascenso entrarían en contradicción con la nobleza
que detentaba el poder económico en los reinos europeos, sin que existiera
posibilidad legal de enajenación de sus propiedades. Las revoluciones liberales
de los siglos XVIII y XIX darían el poder político a la clase burguesa y pondría
fin a esa era.
La Revolución Francesa inició una tendencia de los
tiempos que se tornó irreversible. Tras la derrota de Napoleón en 1815 por las potencias
reaccionarias europeas, la restauración de Antiguo Régimen con Luis XVIII en
Francia y Fernando VII en España, fue una política contraria a la tendencia
de los tiempos de revolución liberal y fundación o refundación de las
naciones, como lo pusieron de
manifiesto las revoluciones de las décadas de 1830 y 1840 de ese siglo, y la
fundación de Italia como Nación y la refundación alemana en el Segundo Reich en
1871.
En ese momento histórico,
situarse en el lado correcto de la historia, era estar a favor de la
revolución y de la fundación de las naciones frente a las monarquías
absolutistas.
2.
La Segunda Era
La Segunda Era comenzaría con la
emergencia de los imperios burgueses coloniales en el que destacarían los
imperios de Gran Bretaña y Francia, sometiendo bajo régimen colonial al
continente africano y gran parte del asiático. La lucha de clases tenía dos
variantes, por un lado, la contradicción de intereses que enfrentaba a burgueses
y proletarios y, por otra, la contradicción que enfrentaba a las diferentes
oligarquías imperiales burguesas europeas por el control del mundo, esta última
contradicción sería predominante sobre la primera y, en la primera mitad del
siglo XX daría lugar a dos cruentas guerras mundiales entre potencias
imperiales. En 1917 en Rusia, dirigidos por Lenin una minoría de revolucionarios
se hicieron con el poder, y al término de la Primera Guerra Mundial firmaron la
paz con Alemania.
En
ese periodo, la tendencia principal de los tiempos fue el de la guerra interimperialista,
y esta era finalizaría con la derrota del fascismo a escala global en
1945
Sin embargo, en ese periodo, a su
vez, soterradamente, otra tendencia fruto de la contradicción de intereses que
enfrentaba a los pueblos colonizados con las metrópolis coloniales, daría lugar
a una prolongada lucha de los pueblos colonizados por su emancipación que
abriría una nueva tendencia de los tiempos y tendría su expresión más genuina en la lucha de los
revolucionarios chinos que dio lugar a la fundación de la República Popular
China (RPCh) en 1949 y la fundación de la India como Estado Soberano frente al
colonialismo británico en 1947.
En ese momento histórico,
situarse en el lado correcto de la historia, era estar contra el
imperialismo y el fascismo y a favor de la libertad de los pueblos y naciones.
3.
La Tercera Era
La Tercera Era corresponde a
los procesos de descolonización
que duraría toda la
segunda mitad del siglo XX, y terminaría dando forma al mosaico de naciones
mundial actual. Esa fue la contradicción principal histórica durante todo ese
periodo. A su vez, la Guerra Fría entre Occidente y la antigua URSS tendría
profundas repercusiones en la pugna descolonizadora que se manifestó
principalmente en las guerras de Indochina, Corea y Vietnam en Asia, y en África
contra el régimen de Apartheid en Sudáfrica.
En ese periodo, situarse en el lado correcto de la historia,
era estar a favor de la emancipación colonial global. Los reaccionarios que
ignoraron esa tendencia de los tiempos, como fue EEUU en Vietnam en su
pretensión de reinstaurar el viejo sistema colonial, fueron barridos por la tendencia histórica de los tiempos.
4.
La Cuarta Era
A finales del siglo XX, el colapso
de la URSS, tendría un impacto geopolítico trascendental que daría lugar a una
Cuarta Era caracterizada por el dominio neocolonial mundial de una sola potencia imperial: EEUU.
El modelo neocolonial se sustenta
en la perpetuación del 80% de la demanda efectiva global en los países
desarrollados, dejando para el resto de las naciones “en desarrollo” la función
económica de ser suministradores de materias y mano de obra barata para
satisfacer esta demanda. Modelo que permaneció inalterable desde la década de
1979 hasta la crisis
financiera del 2008.
5.
La nueva era
La crisis financiera del 2008
alumbraría una nueva Era debido principalmente a tres factores:
1. El fracaso de la clase
financiera del G7 de realizar una renovación ampliada de capital por elevación
del consumo del 15% de la población mundial. Entrando el mercado de estos países
en un estancamiento económico prolongado, que ha obligado, a una concentración
de entidades financieras para mantener su solvencia, de tal manera que las
empresas importantes crecen por absorción del mercado de las pequeñas.
El G7 en todo el periodo neoliberal
(1979-2008) artículo el sistema financiero internacional, pasando a estar
controlado principalmente por EEUU, constituyéndose el dólar en un 80% en la
moneda utilizada para las transacciones comerciales internacionales. Esta
situación privilegiada otorgaba a EEUU la posibilidad de realizar la denominada
flexibilización cuantitativa, que en términos comunes significa emisión
de dinero ficticio, quedando enjugada la flexibilización cuantitativa en el
valor del comercio mundial en dólares estadounidenses, de tal manera que es el resto del mundo el que subvenciona
indirectamente las flexibilizaciones cuantitativas estadounidenses.
Sin embargo, la progresiva
tendencia de algunas naciones de sustituir el dólar como moneda para las
transacciones comerciales, disminuye internacionalmente la masa monetaria del
dólar, y las flexibilizaciones monetarias estadounidenses pasan a generar
inflación. En este estado de cosas los bancos centrales de los países del G7
precisan subir las tasas de interés de sus préstamos ajustándolos por encima de
la inflación para no perder dinero. La subida
de tipos de interés para controlar la inflación es efectiva cuando los precios
suben por un exceso de demanda efectiva, pero en la actual situación esa no es la causa
de la inflación, sino la fuerte emisión de dinero ficticio de los Bancos
Centrales en los años de la pandemia del Covid-19, y el progresivo abandono del
dólar en las transacciones comerciales.
2. Tras la crisis financiera del
2008, China vio desplomarse su producción manufacturera con destino a los países
desarrollados; para asegurar su estabilidad económica del 2008 al 2012 China
implementó un plan de estabilización de billones de dólares a la espera de que
la economía occidental se recuperase. Ello sucedió coincidiendo con el segundo
mandato (2008-2013) del presidente chino Hu Jintao. Si embargo, en el XVIII
congreso del PCCh celebrado en 2012 con la elección de Xi Jinping como
secretario general de partido y posteriormente elegido presidente de China en el
año 2013, China tomó un rumbo diferente. El modelo manufacturero supeditado casi
exclusivamente a satisfacer la demanda efectiva de Occidente ha sido
progresivamente reemplazado en gran medida por un modelo basado en: la innovación
científico-técnica propia; el incremento comercial con los países en desarrollo,
y especialmente con la promoción de la demanda interna como principal motor de
crecimiento.
El PCCh desde el 2012 ha celebrado el XIX congreso (2017) y el XX
Congreso 2022, y Xi Jinping ha sido elegido presidente de China por la Asamblea
Nacional en el 2018 y 2023. Este periodo, ha estado caracterizado por la atonía
productiva del G7, mientras que China ha sido la nación que ha venido
contribuyendo ella sola en un 30% al crecimiento del PIB mundial.
3. Tras el hundimiento de la URSS,
pronto se vio que los ganadores de su desaparición fueron las oligarquías
apátridas que anteponían sus intereses financieros a cualquier sentimiento
patriótico. Sin embargo, a principios del siglo XXI, en la Federación de Rusia,
convertida en heredera legal de la URSS, se produjo un cambio extraordinario, el
sentimiento patriótico comenzó a crecer y, cual ave Fénix, Rusia resurgió de las
cenizas que bajo el mandato de Yeltsin había quedado.
En el año 2000 Rusia
Unida, liderada por Vladimir Putin, accedería al gobierno e iría despojando de su
poder a las oligarquías apátridas en favor de las clases populares. En la
actualidad, los partidos patrióticos, mayoritarios en Rusia, por encima de sus
diferencias, tienen un ideario común que recoge las esencias de lo mejor de la
tradición revolucionaria rusa con la de sus seculares tradiciones históricas
habiendo pasado ambas en la actualidad a constituirse en el alma colectiva de la
Rusia
eterna. En los últimos 20 años Rusia, una vez más demostró al mundo, que con la
voluntad unida de su pueblo podía resurgir con el orgullo de una nación
soberana.
En el
Año 2012 Vladimir Putin volvería de nuevo a la presidencia de Rusia y la crisis
política del Maidan en Ucrania en el 2014, comenzaría a marcar un antes y un
después en las relaciones entre Rusia y Occidente. Tras el golpe de Estado en
Ucrania el 24/02/2014 que fue el desencadenante de la primera guerra en Donbas
ante el no reconocimientos por las repúblicas del Donbas del gobierno golpista.
En EEUU, en el año 2020 el partido
demócrata ganaría las elecciones con Joe Biden como presidente. Con el ascenso
al poder de este siniestro personaje, peón de la clase financiera globalista
estadounidense, pronto se demostraría que la confrontación con Rusia era
cuestión de tiempo. La OTAN preparó a Ucrania para atacar a Rusia, y previamente
las fuerzas nazis de Kiev comenzarían desde diciembre del 2021 a atacar a la
población civil en Donbas. Las repúblicas de Donetsk y Lugansk de la región de
Donbas para su supervivencia solicitaron el apoyo militar de Rusia, y el
24/02/2022 comenzó una operación militar especial en Ucrania, con el objetivo de
proteger a la población en Donbas. Desde entonces Occidente se ha
empeñado sin éxito en debilitar la economía rusa, y viene apoyando con armas,
mercenarios y asesores al ejército ucraniano.
El odio hacia Rusia de la clase
financiera internacional, entre los que
tiene un papel destacado el magnate George Soros, no deja ver a los estrategas
occidentales que su tiempo está pasando, que el centro económico mundial se está
desplazando a Asia, y que la política económica de China y Rusia orientada a
ayudar a los países en desarrollo a superar su atraso económico y recuperar su
soberanía es más atractivo que el sometimiento y el subdesarrollo propuesto por
el G7 que progresivamente pierde peso en la economía mundial.
6.
Relaciones internacionales en la nueva era
La fractura actual abierta entre la
el G7 y las naciones que aspiran a unas nuevas
relaciones internacionales
basadas en la colaboración no tiene perspectivas de cerrarse.
Las diferentes
organizaciones en las que participan China y Rusia conjuntamente con otras
potencias emergentes como son los BRICS, la OCS, etc., conforman una línea
geopolítica en si misma, favorable a la construcción de un mundo multipolar sin
hegemonías. Por otro lado, las naciones del G7 y la OTAN, se aferran
desesperadamente a un modelo neocolonial ya agotado de sometimiento de las
naciones a sus dictados.
El pensamiento de la sociedad occidental, en la medida que aumenta el poder de los países
emergentes, se hace más reaccionario ante el temor de perder el estatus de la
dominación global. En esta deriva intelectual, el individualismo, y la ideas
neofascistas están creciendo.
La mentalidad de las sociedades occidentales es, pues, la de supremacía
política sobre el resto de Naciones, admitiendo que EEUU es la nación
rectora. Para las clases financieras, el mantenimiento de esta mentalidad es el
principal sustento de sus políticas hegemónicas y, por ello, desde la década de
1970, vienen considerando que su mejor inversión financiera de futuro está en los
medios de comunicación, que informan siempre de acuerdo con los intereses
financieros y con su visión del mundo de dominación global.
La supremacía ideológica occidental ha pasado a formar parte inherente del sistema informativo, por
ejemplo, en los medios de comunicación occidentales se consideran legitimas las
sanciones contra Rusia y China, pero si estos países actúan recíprocamente, se les considera
por parte de estos medios de naciones
viles.
En la pura lógica, parece ser, que un país sancionado está en su derecho de
responder, pero en la mentalidad Occidental supremacista, esa
lógica no funciona así.
La relación supremacista es la relación del Amo con el Esclavo, del
Señor con el Siervo, del Colonizador con el Colonizado, etc. En esta
relación el Señor tiene derecho a castigar al Siervo, pero se considera ilógico
que el Siervo castigue en justa correspondencia al Señor, incluso si se
atreviera a ello debería ser doblemente castigado.
Esa es la lógica del supremacismo de Occidente que tiene derecho a sancionar
pero los demás no lo tienen. Si se llegara a admitir está lógica, quedaría
instaurado globalmente que el dominador cuenta con el beneplácito del dominado. Esto
ya sucede
en la actualidad en países como Argentina o Ucrania, donde las oligarquías
dominantes y sus representantes políticos asumen el papel de siervos.
En esta tesitura, las
organizaciones que agrupan a las naciones de ambas corrientes como el G20, han
quedado paralizadas ante la falta de consenso. La ONU, debido a la intromisión
occidental en sus instituciones se está convirtiendo en una caricatura de la
organización para la que fue concebida de encuentro entre naciones orientadas
hacia la paz.
EEUU, desde el fallido intento de
domesticar a la ONU para que admitiera sus mentiras para justificar la invasión de Irak ha venido realizando una meticulosa
labor para que los principales organismos de la ONU, como la OPAC, la OMS, la
ACNUDH, la CPI etc., estén claramente alineados con los postulados
estadounidenses, pero este lineamiento es lo que ha debilitado la credibilidad
de la ONU
como institución.
La carta fundacional de la ONU es
el documento histórico que mejor define las que debieran ser las relaciones
entre las naciones, pero en la actualidad su texto es permanentemente ignorado
en las relaciones internacionales por la autoarrogada excepcionalidad
estadounidense para regir los destinos del mundo, y su vigencia solamente se
restaurará cuando se creen las condiciones para la refundación de la ONU sobre
la transformación de la actual.
7. Contradicciones globales en la nueva
era
Las contradicciones que en la actualidad mueven
la tendencia de los tiempos y con toda probabilidad se proyectarán
durante todo el segundo cuarto del siglo XXI son:
1ª La contradicción que enfrenta al poder
supremacista occidental con la emergencia política y económica de los países
BRICS, principalmente de China y Rusia.
2ª La contradicción que enfrenta a las oligarquías
apátridas alejadas de los intereses de sus pueblos y siervas de las elites
occidentales, con la aspiración de prosperidad de las clases populares. Una
contradicción que tiene su mayor incidencia en América Latina y África.
En la medida que aumente el peso económico y político de
las grandes naciones que no acatan la servidumbre occidental, que
paradigmáticamente son Rusia y China, las fuerzas políticas que representan en
el sur global los intereses de las clases populares, también avanzarán.
Desde el punto de vista económico, la primera
contradicción se ha acentuado debido a las permanentes políticas
estadounidenses de contención de China. Una realidad que fue abordada en el
Tercer Pleno del Comité Central del XX Congreso del Partido Comunista de China
celebrado en julio del 2024, en el que se aprobó una línea de acción estratégica
para emanciparse de las políticas proteccionistas de EEUU. China, para el
futuro, apuesta por una nueva y mayor globalización orientada al desarrollo de
las capacidades económicas y tecnológicas de los países en desarrollo. La
reunión del Foro de Cooperación China-África (FOCAC)
del 4 al 6 de septiembre en Pekín, fue un ejemplo de ello.
(1).
En cambio, desde el punto de vista político, la primera
contradicción, tiene su mayor confrontación en la guerra de la liberación
del Donbass por parte de Rusia. En la resolución de esta contradicción en
términos favorables para Rusia se decide el futuro de la construcción política
del mundo multipolar. La oligarquía financiera del G7 es consciente de ello y no
escatima en la utilización de recursos para combatir a Rusia.
El gobierno ruso no se apresura en la batalla, pero su
avance diario es significativo a la vez que la precariedad del Ejército
Ucraniano aumenta día a día. El cumplimiento de los
objetivos asignados por Rusia a la Operación Especial
(2),
solamente tienen perspectivas de alcanzarse
con la rendición y capitulación
del ejército ucraniano. Será a partir de ahí cuando Rusia estará en posición de
entablas negociaciones con occidente sobre un Tratado de Seguridad Colectiva.
La 2ª contradicción que enfrenta a las oligarquías apátridas con
las aspiraciones de prosperidad de las clases populares, y es
dependiente de los poderes económicos de los países desarrollados, tiene
su origen en la manera que se ha conformado la economía mundo
en los procesos históricos de descolonización.
Las élites que lideraron la independencia política pertenecían a las
clases sociales burguesas de las colonias, y estas clases, aunque en su
origen aspiraban tras alcanzar la independencia política al desarrollo
económico de sus naciones pronto comprendieron que carecían de las
capacidades científicas y tecnológicas propias para tal desarrollo y se
subordinaron a las exigencias de los países desarrollados.
En el marco de la globalización, la única manera de que se
creen las condiciones para un cambio en la relación económica neoliberal
Centro-Periferia es la constitución de otros centros geoeconómicos que
concentren la demanda efectiva, de tal manera, que las oligarquías y los
pueblos de las naciones en desarrollo no tengan que estar necesariamente
sometidos a la tiranía de los países desarrollados.
La emergencia económica y tecnológica de China es el
principal elemento que cuestiona la relación neocolonial Centro-Periferia,
no solamente por haberse constituido en un centro de demanda efectiva
global, que en los últimos años está concentrando más de 30% del crecimiento del
PIB mundial, sino porque las relaciones económicas que pretende China con el Sur
Global se basan en el desarrollo compartido, es decir, en el
desarrollo estructurado a través de la creación de infraestructuras y en la
disposición a compartir la innovación científico-técnica con las naciones en
desarrollo.
En el actual momento
histórico,
situarse en el lado correcto de la historia, es estar contra el
neocolonialismo occidental y favor de las naciones y las políticas de un futuro
compartido para toda la humanidad agrupadas en la actualidad en los BRICS.
(2)
Los objetivos de la operación especial de
Rusia son: 1º Desmilitarización y desnazificación de Ucrania; 2º la
seguridad de las personas que viven en las nuevas regiones que ya se han
convertido en rusas, y 3º las garantías de la seguridad de la Federación
Rusa del estatus neutral de Ucrania.
4. Cambios en el consumo energético
mundial (Anexo)
5. Complemento: Historia de la
Multipolaridad
NOTAS
----
1. Cambios en la estructura
económica mundial
La Organización de Cooperación de
Shanghai creada para la coordinación de las políticas en el espacio
euroasiático, está formada en la actualidad por nueve miembros, de los cuales
tres de ellos: Rusia, China y la India comparten a su vez membresía en los BRICS
con Brasil y Sudáfrica. Los BRICS desde el año 2010, año que se incorporó
Sudáfrica, se orientan a coordinar las políticas macroeconómicas globales,
habiendo constituido un banco propio para el desarrollo.
Los BRICS constituyen por los
recursos naturales y población que acumulan, el dinamismo de su economía,
particularmente de China, y sus avances científico técnicos, un reto al poder
global de las principales potencias económicas y militares agrupadas en el G7:
Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá.
Evolución del PIB –PPA y Población
Mundial; BRICS y G7
Fuente datos: U.S. Energy
Information Administration (EIA) 2021. Elaboración propia
Desde el punto de vista demográfico
en términos relativos el G7 pierde peso con relación a los BRICS, de tal manera,
que en el año 1992 agrupaba el 12% de la población mundial y en 2020 el 9,9% con
una proyección descendente al año 2040 que le situaría en el 9%.
Por su parte, los BRICS, en el año
1992 agrupaban el 43% de la población mundial y en 2020 el 48,5%, con una
proyección ascendente al año 2040 que le situaría en el 51,1 %.
El peso económico de ambos grupos
medido por la aportación al PIB-PPA mundial también experimenta una tendencia
menguante para el G7 y creciente para los BRICS.
En el año 1990 el G7 concentraba el
46,6% del PIB-PPA mundial por el 16,1 de los BRICS, en el año 2020 los BRICS
habían superado al grupo del G7 en la aportación de sus economías al PIB-PPA
mundial. En ese año los BRICS reunían el 32,1% del PIB-PPA mundial, mientras que
el G7 lo hacía con el 30,4%. En la tendencia hasta el año 2040, las cifras
podrían ser del 37,1% de los BRICS y del 25,7% para el G7.
Estas cifras evidencian que la
Economía Mundo esta experimentando desde el punto de vista cuantitativo un
cambio sin precedentes históricos.
La evolución de la locomotora
económica del antiguo Centro colonial a los países emergentes de la Periferia, tiene que ver con la
aspiración histórica de los pueblos soberanos por alcanzar la prosperidad.
Vistas estas tendencias, pensar
como lo hacen los dirigentes del G7 que, de nuevo, el 9% de la población mundial
podrá llegar eclipsar el PIB de los BRICS es una ilusión.
El crecimiento económico del 9% de
la población mundial de los países desarrollados tendría que ser de tal magnitud
que debería contemplar un aumento de la riqueza por persona multiplicada por
seis, cuestión imposible, pues la paradoja de la creación de la necesidad para
la adquisición de nuevos productos de consumo por persona aumentando la demanda
efectiva a través de créditos de fácil concesión tuvo su experiencia y fracaso
en la crisis del 2008.
La lógica de la aspiración de
prosperidad de la mayoría de la población mundial, es la que determina en la
actualidad la concentración de la demanda efectiva en los países en desarrollo y
ella es la que determina a su vez hacia donde van los flujos de las materias
primas. Un cambio que, por ejemplo, es lo que ha llevado a un cambio radical de
posición de Arabia Saudita en su lineamiento regional e internacional pensando
en los países emergentes en Asia.
Desde el punto de vista político y
militar la cuestión que se le plantea al G7 es: ¿puede una minoría de la
población mundial perteneciente a los países de Occidente, que detenta ya solo
una parte menor del PIB-PPA mundial, someter al resto de las naciones del mundo?
La respuesta a esta denominada
trampa de Tucídedes* es: Occidente puede optar, como ya lo esta
haciendo, por una lucha sin futuro. La otra opción será que al final tendrá que
adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas y económicas mundiales o perecerá
en el intento.
Es en esta tesitura geopolítica en
la hay que contemplar la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. EEUU
pretende rendir a Rusia, para en el caso de un eventual éxito a continuación
pasar rendir a China.
Sin embargo, el tiempo del
colonialismo en el que un pequeño país como Gran Bretaña durante todo el siglo
XIX y parte del XX dominaba el mundo pasó a la historia, y el tiempo del
neocolonialismo de las tres últimas décadas en el que el G7 dominaba el mundo
está pasando a la historia.
* La expresión la trampa de Tucídedes (siglo V a.c),
se refiere a la obra de este autor que
describe la
Historia de la guerra del Peloponeso,
en la que Esparta luchó durante décadas para impedir el ascenso de Atenas,
(Guerras del Peloponeso (431 a.C.-404 a.C.).
2. Rusia líder y vanguardia
política
Nunca en la historia han existido
cambios estructurales importantes sin convulsiones geopolíticas, revoluciones o
guerras. En este momento, Rusia en su lucha contra las ambiciones hegemónicas de
las élites occidentales y su apoyo a la ideología neonazi en Ucrania, es la nación que está abriendo una nueva vía histórica
política a la humanidad hacia un mundo multipolar sin naciones hegemónicas.
A Rusia, una vez más, le ha tocado
ser quien abra las puertas a un mundo nuevo libre de la tiranía de unas pocas
naciones, lo hizo con Napoleón y con Hitler, y ahora tiene enfrente a toda la
OTAN, brazo armado de las oligarquías financieras occidentales.
La ideología de la
dominación
global liderada por las élites financieras estadounidenses, debe ser
resueltamente combatida. El camino hacia el multilateralismo no es un camino de
rosas, ni meramente de cambios graduales económicos, se necesita una posición política más contundente.
En primer lugar, se precisa de un
entendimiento claro, de que la lucha que libra Rusia en la actualidad contra
todo el Occidente colectivo, es una causa justa, y quienes conocen bien la
Naturaleza política del pueblo ruso y de los actuales dirigentes políticos
rusos, no deberían dudar que solo la nobleza de su causa es lo que les ha
impulsado a comprometerse con la protección de la población de Donbass y la
desnazificación de Ucrania.
En segundo lugar, se debe apoyar la
desmilitarización y "desnazificación" de Ucrania, y la remodelación de esa
nación respetando las decisiones democráticas de las regiones históricamente
rusas, y si es necesario, la revisión de la formas arbitrarias con las que
occidente sin consenso internacional remodeló las fronteras de las nuevas
naciones de la antigua URSS.
El apoyo inequívoco diplomático y
público a Rusia por parte de la OCS y de los BRICS es lo que puede abrir el
camino hacia el multilateralismo. Hay momentos en la historia que los
dirigentes que aspiran a un mundo libre de dominación entre naciones deben estar
a la altura de las circunstancias, y éste es uno de ellos.
La política siempre debe estar en
el puesto de mando (cita de Mao Zedong). En la actualidad China es quien lidera
las transformaciones económicas mundiales en favor de su prosperidad y la de los
países en desarrollo, pero tras el inicio de la confrontación de la OTAN contra
Rusia en Ucrania, es a Rusia a quien le toca el papel de ser líder y vanguardia
en la construcción de un nuevo mundo multipolar basado en las relación amistosa
sin hegemonías entre las naciones.
3. BRICS –Plus. La hora de los
arquitectos
En la XXV cumbre de los BRICS en
Johannesburgo, Sudáfrica (22-23-24 /agosto 2023), los miembros del bloque
—Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica— discutieron temas como la adhesión
de nuevos países, la posible creación de una moneda común, así como nuevas
oportunidades de cooperación en comercio, economía y política.
A la cumbre fueron invitados 67
jefes de Estado, mientras que más de 20 naciones expresaron su deseo de unirse
al bloque, entre otras: Argentina, Arabia Saudita, Argelia, Indonesia, Irán,
Nigeria, Turquía, Bangla Desh y Egipto, a las que hay que añadir, los países que
han solicitado recientemente su adhesión al grupo: Bolivia, Cuba, Honduras y
Venezuela,
El 23 de agosto, la ministra
sudafricana de Asuntos Exteriores, Naledi Pandor, afirmó que los BRICS habían
llegado a un acuerdo sobre la cuestión de la ampliación y adoptado un documento
en el que se esbozaban sus principios, así como, los países que habían sido
aprobadas sus solicitudes para la incorporación al grupo: Argentina, Egipto,
Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y que partir del 1
de enero de 2024 conformará junto a los actuales miembros, el BRICS-Plus.
La XVI cumbre
ampliada del
BRICS plus, realizada en Astana (Rusia) del 22-24 de octubre del 2024, ha marcado el camino
de un nuevo mundo. Aunque los BRICs no tienen un tratado escrito, están
implementando una serie de acuerdos económicos que los interconecta
progresivamente en una red económica de flujos recíprocos, que tiene su centro
en el Banco de los BRICS, presidido por la expresidenta de Brasil, Dilma Rousset.
La característica principal de los
BRICS es que está constituido por naciones opuestas a las ideologías hegemónicas
y pretenden avanzar en el camino de la colaboración. Esta fuerza ideológica de
construir un mundo de futuro compartido está avanzando cualitativamente
por la imbricación de sus miembros, y cuantitativamente por la expansión del
número de países que ya conforman el BRICS plus, y los aspirantes al mismo.
Ha llegado el tiempo de los
arquitectos del desarrollo, de los proyectos prácticos y de la integración
económica estructural que comienza por una nueva arquitectura financiera,
el desarrollo de infraestructuras, la interconectividad logística y la formación científico-técnica.
Es el momento de los países en
desarrollo de dar el Gran Salto Adelante, para abrir nuevos horizontes prácticos
basados en proyectos perfectamente diseñados. Los BRICS cuentan con todo lo
necesario.
La parálisis política y económica
de los países desarrollados ante un cambio global que no terminan de entender,
es en la actualidad positiva, pues propicia que los países en desarrollo estén
obligados a trazar un camino propio de principio a fin.
La parálisis occidental, viene
acentuada por el tipo de mandatarios que rigen los destinos de EEUU y del resto
de países satélites desarrollados, una gerontocracia de ochenta y noventa años
anclada en el pasado que les impide entender el presente y ver el futuro.
4.
ANEXOS
ANEXO 1
CAMBIOS EN EL CONSUMO ENERGÉTICO
MUNDIAL
(1992-2020)
(Consumo de energía
(BTU) Mundial; BRICS y G7)
Consumo Millón BTU
Año
1992
2000
2010
2020
2030
2040
Porcentaje (%) Consumo Millón BTU
Año
1992
2000
2010
2020
2030
2040
R=
Enegía - PIB-PPA
(%) r2
Fuente datos:
U.S. Energy Information Administration (EIA) 2021.
[1] Modelo Económico Autocentrado
y Estructurado. Se define como un modelo de desarrollo económico <<autocentrado>>
en el marco de los Estados, con la formación de un mercado interior que expresa
una equilibro <<estructurado>> de los sectores productivos (agricultura,
industria, servicios) y la expansión exterior derivado del progreso económico.
[2] Wallerstein, defiende su tesis
del origen de la economía mundo, en sus tres tomos sobre el Moderno Sistema
Mundial: I La agricultura capitalista y los orígenes de la economía mundo
europea en el siglo XVI. II El mercantilismo y la consolidación de la economía
mundo europea, 1600-1750. III La segunda era de gran expansión de la economía
mundo capitalista, 1730-1850. En el presente capítulo de este ensayo se pretende
un resumen conceptual que llega hasta el siglo XXI.
[3] La acumulación capitalista
esta regida por la búsqueda del beneficio. En la sociedad capitalista se
entiende por capital una relación de propiedad establecida entre el capitalista,
los objetos materiales y el trabajo de las personas, que permiten aumentarlo.
Economía Mundial. Javier Peinado Martínez, José Mª Vidal Villa y otros (1995).
[4] Se entiende por Centro el
espacio geopolítico, económico y social donde se generan e irradian las
iniciativas políticas y económicas que lideran la marcha del mundo. Se entiende
por Periferia el espacio geopolítico, económico y social receptor de las citadas
iniciativas sustituyendo las formas de vida tradicionales por economías
adaptadas a las necesidades de las metrópolis. Los términos “Centro” y
“Periferia” se utilizan exclusivamente cuando existe una relación colonial, es
decir, cuando el dominio geopolítico de las metrópolis sobre las regiones
conquistadas se realiza mediante el sometimiento político y militar, también
denominado imperialista, que comprende el periodo desde la colonización de las
indias orientales y occidentales en el siglo XVI hasta el final de la
descolonización en la segunda mitad del siglo XX.
[5] El término <<Sistema Económico
Mundial>> se utiliza para definir el conjunto de relaciones, productivas,
comerciales, financieras, sociales, institucionales, geopolíticas y militares
que han determinado la evolución histórica de la humanidad en los últimos
siglos.
[6] Para George Dalton, el
capitalismo no se puede definir únicamente por la propiedad privada de los
medios de producción ni por la presencia de transacciones de mercado si éstas no
han alcanzado un grado determinado de desarrollo, cualquiera de ellas puede
existir de forma independiente y ambas se pueden dar en economías no
capitalistas. El capitalismo supone un sistema económico ya desarrollado a
escala nacional en el que la propiedad privada de los medios de producción y las
transacciones en el mercado, además de existir, están íntimamente ligadas entres
sí e integradas con todos los procesos y sectores de producción, es decir,
constituyen las formas predominantes o mayoritarias de propiedad y de tráfico.
George Dalton. Sistemas económicos y sociedad. 1981. Según esta consideración el
capitalismo propiamente dicho se constituiría en el siglo XIX, en el segundo
estadio de la economía mundo.
[7] La desconexión es un concepto
que expresa el funcionamiento de un país al margen del Sistema Económico Mundial
vigente.
[8] Max Weber en su obra Die
protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus (1904-1905), defiende la
tesis de la doctrina calvinista como fundamento de las actitudes sociales que
llevarían a la instauración del capitalismo. Para otros autores la explicación
sería diferente, las bases estructurales socioeconómicas creadas en determinados
ámbitos europeos hizo que los burgueses precisarían de una ideología acorde con
su desarrollo como clase social. Wallerstein defiende la tesis que el
protestantismo en el siglo XVI fue la base nacionalista para a la Unificación de
los Países Bajos. Wallerstein El moderno Sistema Económico Mundial Tomo I, pags.
292-295.
[9] Sorprende la facilidad con la
que las potencias europeas se impusieron durante los siglos XVI, XVII y XVIII, a
culturas muy avanzadas y populosas, y el sometimiento que consiguieron de
amplias regiones de América, África y Asia. La economía mundo pudo implantarse
gracias a esa facilidad de conquista, que puede tener su explicación, en la
fragilidad de los sistemas despóticos de las regiones sometidas y en la
organización militar occidental que podía vencer con muy pocos efectivos la
resistencia de las elites dominantes y someter con posterioridad a la población.
Una vez culminada la conquista militar se procedía al expolio económico basado
principalmente en la extracción de oro y plata y el tráfico de mercancías
exóticas y de esclavos.
[10] <<España, tuvo éxito, ya en
el siglo XVI, en la creación de un vasto imperio en América, tan grande como se
lo permitía el costo del transporte marítimo. Eso supuso un relampagueante
crecimiento del comercio trasatlántico, multiplicándose su volumen por ocho
entre 1510 y 1550 y de nuevo por tres entre 1550 y 1610. El foco central de este
comercio era un monopolio del Estado en Sevilla, que en muchas formas se
convirtió en la estructura burocrática clave de España. El elemento central en
el comercio trasatlántico eran los metales preciosos. El "relampagueante
crecimiento" del comercio vino acompañado por una espectacular expansión
política por Europa>>. El Moderno Sistema Mundial, I, Capítulo 4 “De Sevilla a
Amsterdam: el fracaso del imperio”, de Immanuel Wallerstein (1974).
[11] La mita era una institución
de origen indígena en el altiplano sudamericano que regulaba el trabajo
obligatorio de los indios en las colonias españolas de América. El servicio se
hacía por sorteo en los pueblos indígenas. En Perú podía ocupar hasta un séptimo
de la población. Entre el final de siglo XVI y los comienzos del siglo XVII, las
minas de Potosí absorbieron anualmente entre 13.000 y 17.000 mitayos que debían
trabajar 280 días al año.
[12] En el siglo XVI la guerra
constituía una ocupación de capital importancia que se llevaba el grueso del
gasto público. Max Werber (1864-1920), sociólogo alemán, cálculo que
aproximadamente el 70% de los ingresos de España y alrededor de un 66% de los
ingresos de otras naciones europeas se gastaban de esa forma.
[13] Polanyi defiende la tesis de
que fueron los Estados absolutistas europeos los que impulsaron en los siglos
XVI y XVII el sistema mercantilista entre ciudades debido al crecimiento del
comercio de larga distancia que posteriormente daría lugar al denominando
mercantilismo de base nacional. Polanyi, Karl, La gran transformación. (1944).
[14] <<La inflación, ocurrida
durante los siglos XVI y XVII constituyó una fuerza estimulante, ya que en esa
situación al revés de lo que sucedería en un periodo de disminución de los
precios o deflación, el contar con un activo duradero, o al contratar alguna
compra para reventa futura, podía preverse un beneficio en términos monetarios
corrientes debido al esperado aumento de precios, lo que impulsaba a comprar
mercancías para revenderlas. Ello representó una influencia favorable para el
comercio. John K. Galbraith. Historia de la economía 1989.
[15] El efecto de la afluencia de
metales preciosos fue el incremento general de precios, según el cual dado
cierto volumen de intercambio, los precios varían en proporción directa con la
oferta de dinero. El incremento de precios se inicio en España y se extendió
luego al resto de Europa, siguiendo el itinerario de la plata y el oro. Entre
1500 y 1600 los precios se quintuplicaron en Andalucía. En Inglaterra, si se
toma como base 100 el nivel de precios durante la segunda mitad del siglo XV
había llegado a 250 a fines del siglo XVI y aproximadamente a 350 durante el
decenio de 1673-1682. John K. Galbraith. Historia de la economía 1989.
Adam Smith proclamaría en su
principal obra, La Riqueza de las Naciones: <<No ha sido gracias a la
importación de oro y plata que el descubrimiento de América ha enriquecido a
Europa>> <<La abundancia de las minas americanas ha vuelto a esos metales más
baratos>> <<la riqueza no consiste en dinero ni en oro ni plata sino en lo que
el dinero puede comprar, y solo vale por lo que puede comprar>> <<Es el trabajo
anual de cada nación la fuente original que le proporciona la satisfacción de
las necesidades y las comodidades de la vida>> Por ello argumenta <<Cuando la
cantidad de oro y plata importada en un país supera la demanda efectiva, ninguna
vigilancia estatal impedirá su exportación. Todas las sanguinarias leyes de
España y Portugal no son capaces de conservar el oro y la plata de esos
países>>. Libro IV: <<De los sistemas de economía política>>. La Riqueza de las
Naciones. Adam Smith. Ed. 1999.
[16] Tras la Guerra de Secesión,
la abolición de la esclavitud en Estado Unidos permitió reunificar el país bajo
un sistema político de libre mercado de mercancías y de mano de obra, adecuado y
adaptado al proceso acumulativo de capital, aunque no cobraría importancia
internacional hasta finales del siglo XIX con su participación militar favorable
a la independencia de Cuba; una vez culminada su expansión económica interna
hasta el Pacífico.
[17] En Inglaterra, la tierra y el
dinero se movilizaron antes que la mano de obra. Esta última no podía formar un
mercado nacional por efecto de estrictas restricciones legales sobre su
movilidad física, ya que los trabajadores estaban prácticamente atados a su
parroquia. La ley de asentamientos de 1662 que estableció las reglas de la
llamada servidumbre parroquial, se aflojó en 1795, pero fue neutralizada por la
ley de Speenhamland de ese año que promovía un sistema de subsidios de corte
paternalista ligados a la parroquia. Polanyi, Karl, La gran transformación
(1944).
[18] El desarrollo técnico en el
siglo XIX conoció avances sin precedentes. En la técnica de transportes el motor
eléctrico de Jacobi en 1834; la dinamo de Siemens en 1867; el motor de cuatro
tiempos de Otto en 1876; la locomotora eléctrica de Siemens en 1879; el motor de
gasolina de Daimler / Maybach en 1884; el automóvil de Daimler / Benz en 1885;
el motor diesel de Diesel en 1897. En la técnica de comunicaciones, el telégrafo
de Morse en 1837; el teléfono de Reis en 1861; el teléfono de Bell / Gray en
1876; el fonógrafo de Edison en 1877; la telegrafía sin hilos de Marconi en
1897. En la técnica tipográfica, la prensa rápida de Koenig / Bauer en 1812; la
fototipia de Albert en 1881; la autotipia de Meisenbach en 1881; la máquina de
componer de Mergenthaler en 1884. En la técnica óptica / fotografía, la máquina
fotográfica de Daguerre en 1839; el cinematógrafo de Lumiere en 1895. Otras
técnicas importantes industriales fueron, la dinamita de Nobel en 1867; el
hormigón armado de Monier en 1867; Los tubos sin soldadura de Mannesnman en
1885. Lo relevante de estas y otras técnicas es que su finalidad era la mejora
de los procesos productivos orientados a la acumulación de capital. Por ello la
ventaja económica de los países industriales no solamente hay que buscarla en el
desarrollo técnico sino en su finalidad productiva.
[19] Las innovaciones técnicas, a
diferencia de otras innovaciones de periodos históricos anteriores, son
significativas porque estaban adaptados a la utilización de fuentes de energía
que permiten multiplicar el esfuerzo de manera considerable. La transformación
de la sociedad rural a la urbana solamente fue posible porque se pudo liberar
mano de obra de las tareas agrícolas gracias a la mecanización del campo que
permitió incrementar el rendimiento por persona.
[21] La libra esterlina se definía
legalmente como el equivalente de 113 granos de oro fino, el grano pesaba 0,06
gramos. Historia Contemporánea. R. Palmer, J. Colton. 1981.
[22] Polanyi, Karl, La gran
transformación (1944).
[23] Algunas colonias se
convirtieron en colonias gobernadas por hombres blancos. Otras, rajá o príncipe,
supervisado por un comisario europeo que le decía lo que tenía que hacer.
Historia Contemporánea. R. Palmer, J. Coltón. 1981.
[24] Los europeos en África desde
1895 hasta 1900, estuvieron en ocasiones peligrosamente cerca de claros
enfrentamientos, en la disputa por la anexión de territorios. Los portugueses se
anexionaron grandes extensiones en Angola y en Mozambique. Los italianos se
apoderaron de dos áridas zonas, la Somalia Italiana y Eritrea, junto al mar
Rojo. Luego avanzaron hacia el interior, en busca de posesiones de mayor solidez
que les permitiesen conquistar Etiopía y las fuentes del Nilo. La derrota
italiana en la batalla de Adua, en 1896, a manos de los etíopes donde murieron
20.000 italianos frenaron la expansión en ese territorio durante varias décadas.
Los principales competidores en la disputa por territorios africanos fueron
Francia, Gran Bretaña y Alemania. Cada uno de ellos preferían que otras
potencias menores se hicieran con territorios antes que cada uno de sus rivales.
Los franceses controlaban la mayor parte de África Occidental desde Argelia, a
través del Sahara y del Sudán, hasta varios puntos de la costa guineana. El
África inglesa se proyectaba desde el Cabo hasta el Cairo por el este africano.
Los alemanes fueron los últimos en la carrera colonial, establecieron colonias
en el África Oriental, en el Camerún y en Togo, en la costa occidental, así como
en el área desierta que luego se llamó África Suroccidental Alemana.
[25] Massimo Livi-Bacci: Historia
mínima de la población mundial (1999).
[26] China nunca llegó a ser una
colonia en sentido estricto pues siempre mantuvo gobierno y leyes propias, por
ello, las influencias de los países de Occidente fueron solamente coloniales en
algunas zonas de China.
[27] La desconexión supone una
ruptura efectiva con el sistema anterior y el dominante mundialmente. Concurren
varios factores, una revolución política que subvierte las anteriores
estructuras políticas y un cambio en las relaciones de producción con la
estatización de los medios de producción que pasan a ser propiedad del Estado,
ya procedan de propietarios privados o nacionales extranjeros y la consiguiente
colectivización que implica que la producción es asumida por los colectivos
laborales del sector, localidad o empresa. La ideología en la que se ha
sustentado las diferentes desconexiones ha sido el marxismo leninismo.
[28] El movimiento especulativo
fue muy fuerte de compra de acciones con fondos tomados a préstamo, ello provocó
que un relativo debilitamiento de la bolsa desatase incontrolables oleadas de
venta, que hundieron, irresistible y desastrosamente, los precios de las
acciones. La crisis estalla cuando más de trece millones de títulos se ponen a
la venta sin que los bancos puedan hacer nada para contener la caída de valores
bursátiles, ello afectará a muchas empresas que habían obtenido créditos a
cambio de la garantía de los títulos, lo que les llevará a la quiebra. El cese
de los créditos procedentes de Estados Unidos extiende la crisis a aquellos
países que como Alemania, dependen de dichos préstamos para sostener su
economía. La quiebra de los bancos alemanes y centroeuropeos y la congelación de
inversiones extranjeras perjudicarán gravemente a Inglaterra ante la masiva
afluencia de poseedores de libras que desean transformarlas en el patrón
internacional oro, al no poder hacer frente a estos pagos la libra se devalúa en
un 30%. La crisis se extiende a todos los países de influencia británica. La
producción industrial en 1932 fue un 38% menor que en 1929, ello llevó a la
disminución de los salarios y el incremento del paro, en Inglaterra se pasa del
9,7% de desempleados en 1929 al 22% en 1932. Y en casi todo el mundo, los países
veían como los mercados se desvanecían y los precios se desplomaban, en Estados
Unidos los precios agrícolas descenderán entre 1929 y 1932 en un 57%. Historia
Contemporánea. R. Palmer y J. Colton. 1981.
[29] Los acuerdos establecieron un
sistema monetario internacional basado en el patrón dólar y su libre
convertibilidad en oro a una paridad fija de 1 una onza oro fino =35 dólares
Estadounidenses, y el intercambio comercial con condiciones arancelarias entre
la naciones que se inició con la creación del GATT en 1948.
[30] El precursor de este modelo
económico fue John Maynard Keybes.
[31] La Unión Soviética gozaba de
un prestigio económico en Occidente, impensable hoy en día, gracias a sus planes
quinquenales para el desarrollo industrial y el pleno empleo que alegaba tener,
así como, por la victoria sobre el nazismo.
[32] La fase del imperialismo
supuso el sometimiento total militar, político y económico a la metrópolis, en
el que las colonias carecían de iniciativa política y económica. La nueva
relación comercial de los nuevos países, surgidos tras la independencia
colonial, con los países desarrollados, sustituyó al imperialismo. J. Martínez
Peinado; J.M. Vidal Villa, definen esta relación como la internacionalización
del capital productivo. El agente principal de este proceso son las empresas
multinacionales, que organizan la acumulación a escala mundial a través de la
división internacional del trabajo (mano de obra cualificada en los países
desarrollados, y no cualificada en los países subdesarrollados) y la
segmentación espacial del proceso productivo (Innovación técnica en los países
desarrollados, cadenas de montaje en los países subdesarrollados). Economía
Mundial (1995).
[33] Commonwealth of Nations
(Comunidad de Naciones) Agrupación política formada por el Reino Unido y un
conjunto de Estados soberanos, antiguas colonias inglesas, asociadas por una
relación de amistad y solidaridad y unos intereses económicos comunes. La única
institución común es la Conferencia de Jefes de Estado.
[34] El imperialismo económico
europeo del siglo XIX, había sido acompañado por una ideología racista según la
cual el hombre blanco y la civilización Occidental eran superiores al resto de
razas y culturas. Ello justificó la transformación impuesta del modo de vida
tradicional precapitalista de millones de habitantes de las colonias. La
situación económica que se había llegado a mediados del siglo XX, precisaba del
desarrollo autónomo de las colonias para dar salida económica a una población
que estaba creciendo de manera importante. Este desarrollo ya no podía
articularse bajo las formas tradicionales de vida rurales y se imponía la
necesidad de copiar el modelo de optimización económica de la agricultura y el
desarrollo del sector industrial como alternativa a la mano de obra excedente,
pero estas iniciativas de las metrópolis quedarían desbordadas por la
Independencia de las Colonias.
[35] Si se compara, la relativa
facilidad con que los europeos impusieron su dominio militar colonial desde el
siglo XVI, y la resistencia que supuso la prolongada lucha de los pueblos
colonizados hasta conseguir su independencia, hay que considerar, que en el
primer periodo de dominio, el sentimiento político de independencia de los
habitantes de las regiones colonizadas era muy precario, ya que fue el
desarrollo de las ideas políticas emancipadoras la que permitió organizar una
resistencia que, como en el caso de Vietnam, supuso una confrontación militar
sin precedentes en la historia de la descolonización.
[36] En la lucha contra esté
fenómeno económico tuvo especial protagonismo la denominada Escuela de Chicago.
Los miembros de esta escuela, rechazaban el concepto del fracaso del mercado
heredado de la crisis de 1929 y los fundamentos de intervención del Estado en la
orientación de la economía.
[37] Este control tiene relación
con la ecuación de Irving Fisher (1867-1947), que establece que los precios
están en función de la cantidad de dinero multiplicada por su velocidad y
dividido por el numero de transacciones, donde (P) es Precios, (M) la cantidad
de dinero en circulación (V) su velocidad o ritmo de circulación, (M’) depósitos
bancarios en cuenta corriente (V’) la velocidad de circulación de tales
depósitos; (T) el número de transacciones, siendo P = (P*M)+(P’*M’) / T. En la
medida que aumenta la masa monetaria o su velocidad y T se mantiene estable o
disminuye, los precios suben, a la inversa los precios bajan.
[38] John K. Galbraith, en
Historia de la economía 1989.
[39] En 1992, tras tres mandatos
de Margaret Thacher, alrededor de dos tercios de las industrias estatales habían
sido trasladadas al sector privado. Un total de 46 de las principales compañías
con 900.000 empleados, habían sido privatizadas y los ingresos del gobierno por
estas medidas estuvieron por encima de los 30 mil millones de dólares. La
cantidad de personas con acciones se triplicó a 9 millones (20% de la población
adulta de Gran Bretaña). Daniel Yergin / Joseph Stanislaw. Pioneros y Líderes de
la Globalización (1999).
[40] El papel del Estado en la
resolución de ambas crisis, en la primera dándole protagonismo al Estado, y en
la segunda restándoselo, no sido producto de elección de escuelas económicas,
sino resultado del desarrollo histórico del capitalismo y de las soluciones más
válidas. En 1983, la persistencia en los valores keynesianos hubiera supuesto la
profundización de la crisis, y la continuidad de la estanflación, sin embargo,
después de la Segunda Guerra Mundial, con la mayoría de las infraestructuras
destruidas, hubiera sido impensable el crecimiento económico y la construcción
del Estado del Bienestar con una política similar a la tomada por los países
ricos en la década de los ochenta.
[41] Paradójicamente los fondos de
los préstamos saldrían de la recaudación de la factura petrolera. Un efecto
derivado del incremento de los precios del petróleo fue la gran centralización
de divisas en manos de magnates y Gobiernos de los países petroleros: los
petrodólares, que fluyeron activamente hacia la Banca internacional, japonesa y
europea, pero principalmente norteamericana.
[42] Lo relevante para el deudor
es el servicio anual de la deuda, es decir, lo que anualmente se paga en
concepto de intereses. Este servicio es el que representa una auténtica sangría
financiera para los países deudores. La financiación del servicio de la deuda
sólo puede hacerse mediante divisas que obtiene el país fundamentalmente a
través de sus exportaciones. Si se tiene en cuenta que con los ingresos por
exportaciones se han de pagar los gastos por importaciones, se deduce que el
impacto de la crisis de la deuda tuvo necesariamente que reflejarse en la
contracción de las importaciones que se redujeron considerablemente durante la
década de los ochenta. Economía Mundial. J. Martínez Peinado; J.M. Vidal Villa y
otros.1995.
[43] Los países pobres más
endeudados a principios de los ochenta, eran México y Brasil, con cerca de
100.000 millones dólares cada uno, Argentina, Venezuela, Chile, Colombia, Perú.
Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Costa Rica, Jamaica y Uruguay seguían por este
orden en América Latina. Una deuda de tal magnitud representaba sustanciales
porcentajes del PNB de cada país: el 76% del PNB en México, el 51% en Argentina
el 66% en Venezuela, el 120% en Chile, el 90% en Bolivia, el 198% en Nicaragua,
el 97% en Costa Rica, el 147 en Jamaica y porcentajes inferiores al 50% pero
superiores al 30% en el resto de los países de Latinoamérica. Entre 1975 y 1982
la deuda a largo plazo de América Latina casi se cuadriplicó, de 42.500 millones
a 176.400 millones de dólares, agregando los préstamos a corto plazo y los
créditos del FMI, en 1982 el total de la deuda era de 333.000 millones de
dólares. Economía Mundial J. Martínez Peinado- J.M. Vidal Villa y otros (1995).
[44] La resolución relativa del
problema de la deuda, a través de la renegociación de la deuda y sobre todo
merced a la aplicación del Plan Brady (cuyas condiciones hacían menos oneroso el
pago del servicio de la deuda, y de echo, permitían satisfacer a los Bancos
acreedores sin arruinar a los Estados deudores, gracias a una intervención
directa en el proceso de los gobiernos respectivos, garantizando cobros y pagos,
respectivamente), aunque la aplicación de este plan no representó el final de la
crisis, sino una etapa más de su evolución. La llamada <<crisis de la deuda>>
sigue condicionando el desarrollo de los países pobres, siendo un paso más en la
generalización de la crisis continúa de subdesarrollo de estos países.
[45] El COMECON (Consejo de Mutua
Ayuda Económica) fundado en 1949 constituyó una asociación económica de todos
los países del este de Europa bajo la tutela de la URSS.
[46] La experiencia de los países
de economía planificada demuestra que la economía que se sustenta en la
satisfacción de las necesidades básicas: alimentos básicos, vivienda, sanidad,
infraestructuras y educación, obtiene resultados exitosos, pero cuando este
nivel de desarrollo se ha alcanzado en un sector importante de la población,
este sector se orienta a cubrir otras necesidades que por no ser radicales no
son comunes. De esta manera surge la diversidad en la demanda y la economía
estatal que esta organizada para atender demandas homogéneas no puede generar
adecuadamente esta oferta. Un ciudadano puede pensar en gastarse sus ahorros en
viajar, otro en una segunda residencia, etc., Para generar esta oferta, la
economía de mercado ha resultado ser más efectiva.
[47] Eric Hobsbaawm refiriéndose a
este aspecto trae a colación la afirmación de Karl Marx sobre <<la contradicción
entre